domingo, 18 de junio de 2023

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 4 VERSICULO 20


 

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 4 VERSICULO 20

RV1960

NVI1999

BTX4

Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.

Nuestros antepasados adoraron en este monte, pero ustedes los judíos dicen que el lugar donde debemos adorar está en Jerusalén.

Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde es necesario adorar.

TR+

INA27+

VUL

οιG3588 T-NPM πατερεςG3962 N-NPM ημωνG1473 P-1GP ενG1722 PREP τουτωG3778 D-DSN τωG3588 T-DSN ορειG3735 N-DSN προσεκυνησανG4352 V-AAI-3P καιG2532 CONJ υμειςG4771 P-2NP λεγετεG3004 V-PAI-2P οτιG3754 CONJ ενG1722 PREP ιεροσολυμοιςG2414 N-DPN εστινG1510 V-PAI-3S οG3588 T-NSM τοποςG5117 N-NSM οπουG3699 ADV δειG1163 V-PAI-3S προσκυνεινG4352 V-PAN

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patres nostri in monte hoc adoraverunt et vos dicitis quia Hierosolymis est locus ubi adorare oportet

KJV

Our fathers worshipped in this mountain; and ye say, that in Jerusalem is the place where men ought to worship.

TCB

Nuestros padres adoraron en este monte. Gén_12:6, Gén_12:7; Gén_33:18-20; Deu_27:12; Jos_8:33-35; Jue_9:6, Jue_9:7; 2Re_17:26-33.

 

En Jerusalén es el lugar. Deu_12:5-11; 1Re_9:3; 1Cr_21:26; 1Cr_22:1; 2Cr_6:6; 2Cr_7:12, 2Cr_7:16; Sal_78:68; Sal_87:1, Sal_87:2; Sal_132:13.

 

COMENTARIOS:

JOHN PIPER

 “Un animal extirparía su propia pierna para escapar de una trampa. Un pecador atrapado, a punto de ser expuesto, truncará su propia razón para escapar: “Jesús, con relación al tema de mi adulterio, ¿dónde crees que debiéramos adorar: en esta montaña, o en Jerusalén?”.

¿Cuántas veces ha estado tratando de explicar a alguien cómo Jesús murió por los pecadores y resucitó para dar perdón y reconciliación; y las personas han dicho: “¿qué puedes decirme sobre el odioso discurso de los fanáticos conservadores?, O, ¿qué puedes decirme sobre las personas que nunca han escuchado a Jesús?”

Lo sorprendente sobre Jesús aquí es que Él no dice: “Señora sigamos en el tema. Estamos hablando sobre su adulterio”. Sino que le permite definir exactamente hacia dónde darán el próximo paso.

En el Tema que Ella Escogió, Pero No en Problema que Ella Presentó

Jesús está dispuesto a atender al tema que ella escogió, pero no el problema. Su pregunta es: ¿Dónde adoramos? Toda su vida se basa en lo externo. Ella está muerta en su interior, y ahora sólo se puede relacionar con los exteriores superficiales. Su pregunta de distracción sólo lidia con la geografía (versículo 20): “Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar”. Jesús no discutirá con ese asunto. Ha ido hacia su corazón, y con su corazón lidiará.”

OCTAVIUS WINSLOW

“¡Cuán engañoso y desesperadamente perverso es el corazón humano! Así puede un individuo mantenerse con tenacidad y contender con celo ardiente por una forma de piedad que está completamente desprovista de su realidad vital y santificadora; para una fiesta, una denominación, una iglesia; y siempre será un vasallo de Satanás, siervo del pecado y esclavo de la lujuria. Pero nada puede sustituir al nuevo nacimiento; ni el servicio religioso, ni el credo, ni el celo, ni la profesión, ni el culto, ni los sacramentos pueden sustituir la conversión del corazón. ¡Debemos NACER OTRA VEZ o pereceremos eternamente!

¡Oh, examinemos nuestros corazones, cada uno por sí mismo, tocando este asunto vital y trascendental! El Señor Jesús también nos enseña en esta narrativa la naturaleza de la adoración verdadera y aceptable. Él enfáticamente declara que es espiritual. "Dios es Espíritu y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad".

Ninguna otra adoración es aceptable para Él. Por espléndido que sea el edificio, o hermoso el ritual, o imponente el ceremonial, no es nada para Dios. La dulzura de la música, la grandeza del servicio, la solemnidad del comportamiento, sin la devoción del corazón, son una abominación a sus ojos.

Busquemos mucho del poder y la unción del Espíritu Santo, para que podamos adorar a nuestro Padre celestial en espíritu y en verdad; porque Él busca tales, y sólo tales, para adorarlo. Mira al corazón, "al hombre que es de espíritu humilde y contrito". ¡Oh, cuán costoso y precioso a Su vista es el incienso de un corazón humillado y quebrantado a Sus pies! Ningún sacrificio sobre Su altar es como éste para Él. Así, nuestros hogares cristianos pueden ser verdaderos santuarios de Dios; la adoración que se le ofrezca allí, debe ser pura y espiritual, y su ministerio, exponiendo y haciendo cumplir Su sagrada Palabra, una agencia santa y divinamente autorizada para dar a conocer a Cristo, bendecida y hecha una bendición, rodeando a toda la casa con la fragancia de Su precioso nombre.”

WILLIAM HENDRIKSEN

“Algunos comentaristas ven en estas palabras la pregunta (implícita) de una persona que busca información sobre un asunto en que está realmente interesada. Otros las consideran como una forma astuta de desviar la conversación de un tema muy doloroso a otro de carácter más inocuo.

A nuestro parecer se deben tener en cuenta los siguientes puntos:

a. Cuando la Escritura no revela motivos internos, es mejor, en general, no hacer afirmaciones con un aire de certeza. Debemos quedar satisfechos con la probabilidad.

b. Una contestación o solución probable será la que haga justicia a requisito de una descripción coherente del carácter. A esta categoría pertenece la teoría de que la mujer estaba tratando de cambiar el tema con sus observaciones acerca del verderdadero lugar para adorar. Este criterio es digno de tenerse en cuenta puesto que ya había intentado hacer lo mismo anteriormente (4:17). Es completamente natural que los pecadores cambien de tema para evitar los dolorosos recuerdos de su pecaminosa conducta.

c. Sin embargo, ¿por qué no se puede considerar posible que las dos clases de comentaristas estén en lo cierto, excepto, como es natural, en su rechazo definitivo de la solución aportada por el otro grupo? ¿No parece ser ésta la solución más plausible?

A nuestro parecer, aquí vemos a una mujer que en su ansiedad por concluir un doloroso tema, hace una pregunta sobre algo que ha oído con frecuencia y sobre lo cual ha llegado a interesarse hasta cierto punto. Además, el forastero del pozo ha despertado este interés, llegando a impresionarla hasta lo más profundo de su ser. El Espíritu Santo está obrando en su corazón. Aunque no le agrada la idea de seguir hablando acerca de su vida de pecado, ya empieza a sentirse apesumbrada por su estado.

Pero, ¿a dónde irá, y qué hará? ¿Debe adorar en el Gerizim o en Jerusalén? (Consúltese la explicación de Hendriksen de 4:4, 5, 9 sobre el Gerizim y la adoración de aquel lugar.) “Nuestros padres”(p.ej. Abraham y Jacob, Gn. 12:7; 33:20) erigieron altares en Siquem y en el Gerizim o en sus alrededores. Y el Pentateuco samaritano sustituye Gerizim por Ebal en Dt. 27:4. Por otra parte, los judíos habían insistido mucho en que Jerusalén era el único lugar de adoración. Implícitamente, la mujer estaba preguntando: ¿Quién tiene razón?”

SAMUEL P. MILLOS

“Si Jesús era profeta, como ella percibía, sería bueno para ella que le resolviese el problema sobre el legítimo lugar de culto al verdadero Dios. Al encontrarse con un profeta que le dijo su condición personal sin que hubiese tenido antes conocimiento de ella, era ocasión para resolver su inquietud.

La segunda parte del texto recoge la postura de los judíos, que insistían en que el lugar para rendir culto y adorar a Dios era Jerusalén. El texto coloca la postura judía como la única válida, como se aprecia por el uso del verbo dei, ser necesario, deber. Frente a los samaritanos, los judíos decían que sólo en Jerusalén debía adorarse. Si bien no hay una especificación en la ley sobre Jerusalén, hay otros pasajes en la Escritura que lo validan (2 Cr. 6:6; 7: 2; Sal. 78:68). Sin embargo esos textos no tenían valor para los samaritanos que reconocían sólo como Escritura al Pentateuco. Probablemente la mujer quería saber dónde realmente Dios aceptaría la adoración y la oración.”

NACAR – COLUNGA

“Y ante su templo cismático, sus ruinas y su culto, le plantea el problema de la legitimidad de este templo samaritano. ¿Por qué iba a quedar centralizado sólo en Jerusalén? Y pretende justificarlo. “Nuestros padres,” que son los patriarcas, moraron en Samaria, y aquí adoraron a Dios y le erigieron altares (Gen 12:7; 33:20). Y Moisés mismo había ordenado que se levantase, al ingreso de Israel en la tierra prometida, un “altar a Yahvé” (Dt 27:5-7). Pero los samaritanos habían cambiado en su Pentateuco el nombre, poniendo, en lugar del monte Ebal, el Garizim; lo mismo que, en vez de poner el monte Moriah, lugar donde Abraham ofreció el sacrificio de su hijo Isaac (Gen 22:2), identificándolo luego una tradición con el emplazamiento del templo de Jerusalén, los samaritanos leían Moreh, con lo que venían a identificar este emplazamiento con la montaña que dominaba a Siquem (Gen 12:6).

Con todas estas interpolaciones y con toda esta litúrgica ascendencia patriarcal, la Samaritana hablaba orgullosamente de “nuestros padres,” queriendo justificar así la legitimidad de su culto aquí y contraponiéndolo al centralismo cultual jerosolomitano. Así constaba en la Escritura (1 Re 9:3; Crón 6:6; 7:12; Sal 77:68, etc.). Pero, como los samaritanos rechazaban todos los libros del A.T., excepto el Pentateuco, basaban su argumentación y su exigencia frente al centralizado culto de Jerusalén en la historia de los patriarcas. ¿Qué podría oponerse a lo que hicieron “nuestros padres”? Y “nuestros padres adoraron en este monte.” Desde el pozo donde tiene lugar la escena, la Samaritana señalaría, de seguro, el monte Garizim, que estaba enfrente de ellos. ¿Qué podría objetar a esto un “profeta”?”

J.C RYLE

“[Nuestros padres adoraron, etc.]. Para ver todo el significado de este versículo debemos recordar atentamente el estado mental de la mujer samaritana en ese momento. Considero que habló en un estado de angustia espiritual. Estaba alarmada ante el hecho de que sus pecados hubieran quedado repentinamente expuestos. Por primera vez se encontraba en presencia de un profeta. Por primera vez sintió la necesidad de la religión. Pero la vieja polémica entre los judíos y los samaritanos surgió de inmediato en su mente. ¿Cómo podía conocer la verdad? ¿En qué debía creer?

Su propio pueblo decía que la forma en que los samaritanos adoraban a Dios era la correcta. Los judíos decían que Jerusalén era el único lugar donde los hombres debían adorar. ¿Qué debía hacer ella ante estas dos opiniones en conflicto?

Las palabras de la mujer muestran de forma extraordinaria la ignorancia natural de la gran mayoría de las personas inconversas cuando se las lleva a pensar por primera vez en la religión. La primera idea del hombre es atribuir gran importancia a la forma externa de adorar a Dios. El primer refugio de una conciencia que ha sido despertada es ceñirse estrictamente a alguna formalidad externa y tener celo por una parte externa de la religión.

La disposición de la mujer a citar a “los padres” y sus costumbres es un ejemplo instructivo de la disposición del hombre a convertir la costumbre y la tradición en su única regla de fe. “Nuestros padres lo hacían así” es uno de los argumentos favoritos del hombre natural. Los comentarios de Calvino acerca de la expresión “padres” de este versículo son de gran utilidad. Entre otras cosas comenta: “No se debería considerar Padres más que a los hijos manifiestos de Dios”.

Cuando la mujer habló de “este monte”, indudablemente se estaba refiriendo al monte en el que estaba edificado el templo rival de Samaria para trastorno de los judíos de Jerusalén. Se dice que este templo fue construido en primera instancia por Sanbalat en los tiempos de Nehemías, y que su yerno, el hijo de Joiada, a quien Nehemías “ahuyentó”, fue su primer sumo sacerdote (cf. Nehemías 13:29).

Algunos han llegado a sostener que el monte Gerizim de Samaria era el monte en que Abraham ofreció a Isaac y que las palabras de la mujer hacen referencia a esto. La opinión más extendida es que el lugar era el monte Moriah en Jerusalén.

Cuando la mujer dice “vosotros decís”, se está refiriendo indudablemente a toda la nación judía, de la cual considera representante a nuestro Señor.

Musculus, Baxter, Scott y Barnes piensan que, en este versículo, la mujer deseaba desviar la conversación de sus propios pecados a un asunto de debate público, y cambiar así de tema. En todo caso, no estoy convencido de que esta interpretación sea correcta. Prefiero la de Brentano, que ya he presentado, de que estaba verdaderamente impresionada por la forma en que nuestro Señor había expuesto su maldad e inquiría seriamente por las cosas necesarias para la salvación. La llevó a la seriedad y preguntó cuál era la religión verdadera. Su propia nación decía una cosa. Los judíos decían otra. ¿Cuál era la verdad? En resumen, sus palabras no eran sino una versión de las palabras del carcelero: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”

JOSE VILCHEZ

“En éste momento ya se reconoce como parte del pueblo de Israel, a pesar de que había mezcla, ella tiene un recuerdo ahí al decir: “nuestros padres” hay un indicio, una chispa de anhelo, de retorno y esto es clave. Y ésta mujer menciona el monte Gerizim donde se llevaron a cabo esas sentencias de bendición y maldición. Ésta mujer al darse cuenta de que éste hombre sí es profeta entonces le pregunta cuál es el lugar correcto de adoración, ¿a dónde tengo que ir para encontrar la verdad?”

JUAN CALVINO

Nuestros padres. Es una opinión equivocada que algunos sostienen, que la mujer, al encontrar la reprimenda desagradable y odiosa, astutamente cambia de tema. Al contrario, pasa de lo particular a lo general y, habiendo sido informada de su pecado, desea ser instruida en general sobre el culto puro a Dios. Ella toma un curso apropiado y regular, cuando consulta a un Profeta, para no caer en un error en la adoración de Dios. Es como si ella le preguntara a Dios mismo de qué manera él elige ser adorado; porque nada es más perverso que idear diversas formas de adoración sin la autoridad de la palabra de Dios.

Nuestros padres adoraron en esta montaña. Los samaritanos en ese momento, como aprendemos de las palabras de la mujer, lo que es costumbre entre los que se han rebelado contra la verdadera piedad, procuran protegerse con los ejemplos de los Padres. Es cierto que no fue éste el motivo que los indujo a ofrecer allí sacrificios, pero después de que habían enmarcado un culto falso y perverso, siguió la obstinación, que fue ingeniosa para idear excusas. Reconozco, en efecto, que los hombres inestables e irreflexivos a veces se excitan con un celo tonto, como si hubieran sido mordidos por una avispa, de modo que cuando se enteran de que los santos han hecho algo, instantáneamente toman el ejemplo sin ningún ejercicio de juicio.

Una segunda falta es aún más común, que toman prestadas las obras de los Padres como un manto de sus errores, y esto puede verse fácilmente en el papado. Pero como este pasaje es una prueba notable de cuán absurdamente actúan quienes, despreciando el mandato de Dios, se ajustan a los ejemplos de los Padres, debemos observar de cuántas maneras el mundo comúnmente peca en este sentido. Porque sucede con frecuencia que la mayoría, sin discriminación, sigue como Padres a aquellas personas que tienen menos derecho a ser considerados Padres.

Por lo tanto, debemos prestar atención cuidadosamente a la distinción, para que nadie pueda ser considerado Padre sino aquellos que fueron manifiestamente hijos de Dios; y quienes también, por la eminencia de su piedad, tenían derecho a este honorable rango. Con frecuencia, también, nos equivocamos a este respecto, que por las acciones de los Padres establecemos imprudentemente una ley común; porque la multitud no se imagina que confiere suficiente honor a los Padres, si no los excluye del rango ordinario de los hombres. Así, cuando no recordamos que eran hombres falibles, mezclamos indiscriminadamente sus vicios con sus virtudes.

De ahí surge la peor confusión en la conducta de la vida; porque si bien todas las acciones de los hombres deben ser probadas por el imperio de la Ley, sujetamos la balanza a aquellas cosas que deben ser sopesadas por ella; y, en definitiva, donde se concede tanta importancia a la imitación de los Padres, el mundo piensa que no puede haber peligro en pecar según su ejemplo.

Un tercer defecto es: una imitación falsa, mal regulada o irreflexiva; es decir, cuando nosotros, aunque no estamos dotados del mismo espíritu, o autorizados por el mismo mandato, suplicamos como nuestro ejemplo lo que hizo cualquiera de los Padres; como por ejemplo, si algún particular resolvió vengar las injurias infligidas a los hermanos, porque Moisés hizo esto ( Éxodo 2:12 ;) o si alguien fuera a dar muerte a los fornicarios, porque esto lo hizo Finees, ( Números 25:7.) Esa furia salvaje al matar a sus propios hijos se originó, como muchos piensan, en el deseo de los judíos de ser como su padre Abraham, como si la orden, Ofrece a tu hijo Isaac, ( Génesis 22: 2 ,) fuera un mando general, y no una prueba notable de un solo hombre.

Esta falsa imitación (κακοζηλία) se produce generalmente por el orgullo y la confianza excesiva, cuando los hombres reclaman más para sí mismos de lo que tienen derecho a hacer; y cuando cada uno no se mide a sí mismo con su propio estándar. Sin embargo, ninguno de ellos es un verdadero imitador de los Padres, la mayoría son simios.

Quienes examinarán cuidadosamente los escritos de los antiguos reconocerán que una parte considerable del monaquismo antiguo surgió de la misma fuente. Y, por lo tanto, a menos que decidamos errar por nuestra propia voluntad, siempre debemos ver qué espíritu ha recibido cada persona, qué requiere su llamado, qué es adecuado para su condición y qué se le ordena hacer.

Estrechamente aliado a esta tercera falta hay otra, a saber, la confusión de los tiempos, cuando los hombres, dedicando toda su atención a los ejemplos de los Padres, no consideran que el Señor haya ordenado desde entonces una regla de conducta diferente, que deben seguir... A esta ignorancia debe atribuirse esa enorme masa de ceremonias por las cuales la Iglesia ha sido enterrada bajo el papado. Inmediatamente después del comienzo de la Iglesia cristiana, comenzó a errar a este respecto, porque una afectación necia de copiar las ceremonias judías tuvo una influencia indebida.

Los judíos tenían sus sacrificios; y para que los cristianos no fueran inferiores a ellos en esplendor, se inventó la ceremonia del sacrificio de Cristo: como si la condición de la Iglesia cristiana fuera peor cuando se acabaran todas esas sombras por las que el resplandor de Cristo podría oscurecerse…Pero después, esta furia estalló con más fuerza y se extendió más allá de todos los límites.

Para no caer en este error, debemos estar siempre atentos a la presente regla. Antiguamente, el incienso, las velas, las vestiduras sagradas, un altar, vasos y ceremonias de esta naturaleza agradaban a Dios; y la razón fue que nada es más precioso o aceptable para Él que la obediencia. Ahora, desde la venida de Cristo, las cosas han cambiado por completo. Por lo tanto, debemos considerar lo que nos manda en el Evangelio, para que no sigamos al azar lo que los Padres observaron bajo la Ley; porque lo que en ese momento era una santa observación de la adoración de Dios ahora sería un sacrilegio espantoso.

Los samaritanos se extraviaron al no considerar, en el ejemplo de Jacob, cuán ampliamente difería de la condición de su propio tiempo. A los Patriarcas se les permitió erigir altares en todas partes, porque aún no se había fijado el lugar que el Señor eligió después; pero desde el momento en que Dios ordenó que se construyera el templo en el monte de Sion, la libertad de la que antes disfrutaban cesó. Por eso Moisés dijo: En lo sucesivo, no harás cada uno lo que le parezca bien a sus propios ojos, sino solo lo que yo te mando (Deuteronomio 12:8).

Porque, desde el momento en que el Señor dio la Ley, restringió el verdadero culto de sí mismo a los requisitos de esa Ley, aunque anteriormente se disfrutaba de un mayor grado de libertad. Los que adoraban en Betel ofrecieron una pretensión similar; porque allí Jacob había ofrecido un sacrificio solemne a Dios, pero después de que el Señor había fijado el lugar del sacrificio en Jerusalén, ya no era Betel, la casa de Dios, sino Bethaven, la casa de la maldad.

Ahora vemos cuál era el estado de la cuestión. Los samaritanos tenían el ejemplo de los Padres como gobierno: los judíos descansaban en el mandamiento de Dios. Esta mujer, aunque hasta entonces había seguido la costumbre de su nación, no estaba del todo satisfecha con ella. Por adoración debemos entender aquí no cualquier tipo de adoración (porque las oraciones diarias pueden ofrecerse en cualquier lugar), sino la que se une a los sacrificios y que constituye una profesión de religión pública y solemne.”

CHARLES SPURGEON

Hay tantas sectas, ¿puedes decirme cuál es la correcta?" Ésa es la pregunta que a menudo nos hacen los hombres cuando comenzamos a tocar sus conciencias.”

A.W PINK

“Primero, el pecador es consciente de su prejuicio; luego se ocupa de sus pecados; luego se vuelve hacia su propio arrepentimiento y fe; ¡y luego dónde adorar cualquier cosa que no sea Cristo mismo! Así fue con esta mujer aquí. El Señor le había señalado qué era lo que le impedía pedir el "don de Dios", es decir, la ignorancia. Es cierto que fue clara en algunos puntos. Conocía la contienda entre judíos y samaritanos; había sido instruida en la diferencia entre Jerusalén y Gerizim; ella sabía todo sobre el "padre Jacob". Pero había dos cosas que no sabía: "El don de Dios" y "quién era el que le hablaba". Todavía no conocía a Cristo como el Salvador todo suficiente para los pecadores perdidos. Su mente estaba ocupada con el problema de dónde adorar.

¿No fue así con la mayoría de nosotros, Después de nuestro primer despertar?¿No nos hemos ejercitado considerablemente sobre los debates conflictivos entre las iglesias y denominaciones? ¿Dónde debo adorar? ¿A qué denominación me uniré? ¿En qué iglesia buscaré ser miembro? ¿Cuál es la más bíblica de las diferentes sectas?

Estas son preguntas a las que nos enfrentamos la mayoría de nosotros, y probablemente muchos buscaron la solución de estos problemas mucho antes de haber encontrado descanso en la obra terminada de Cristo. Después de todo, era sólo otro refugio en el que buscamos refugio de la voz acusadora que nos condenaba por nuestra condición perdida.

"Nuestros padres adoraron en este monte; y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde los hombres deben adorar." algunos adoran aquí; algunos adoran allá; ¿dónde debemos adorar? Por importante que sea esta pregunta, no es una que deba ser discutida por un pecador convicto. Lo más importante para él es que se encuentra en la presencia del Salvador revelado. Que esto se reflexione profundamente, se comprenda claramente y se tenga en cuenta con cuidado.

"Un pecador convicto nunca puede convertirse en un santo devoto, hasta que encuentre su lugar feliz a los pies de un Salvador revelado" (Charles Mackintosh). Se ha hecho un daño irreparable a las almas al ocuparlas con iglesias y denominaciones, en lugar de con un Dios-Salvador. Si el pecador se une a una iglesia antes de recibir a Cristo, corre mayor peligro que antes. La iglesia no puede salvar ni ayudar a salvar. Muchos consideran a la iglesia como un trampolín hacia Cristo, y frecuentemente la encuentran como una piedra de tropiezo lejos de Cristo. No se necesitan escalones hacia Cristo. Él ha venido desde el cielo a la tierra, y está tan cerca de nosotros que no se requieren escalones.

Observe cuán asombrosamente ilustra esto en uno de los tipos del Antiguo Testamento: "Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.  (25)  Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás.  (26)  No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él." (Éxodo 20:24-26). Debe notarse que estas instrucciones concernientes al "altar" siguen inmediatamente después de la entrega de la Ley, porque presagiaba lo que iba a suceder a la dispensación legal, a saber, la Cruz de Cristo, en la que se ofreció el gran sacrificio.

Tenga en cuenta también que estaba expresamente prohibido que el altar de piedra no se construyera con piedras labradas y que no usen herramientas humanas cuando sea erigido; ningún trabajo humano debe entrar en su preparación. Tampoco debería haber escalones hasta el altar de Dios. Cualquier intento de subir a Dios sólo expondrá nuestra vergüenza. De hecho, los escalones no son necesarios para nosotros, porque el Señor Jesús bajó todos los pasos hasta donde yacíamos en nuestra culpa e impotencia.

¿Qué trampolín requirió esta mujer de Samaria? Ninguno en absoluto, porque Cristo estaba allí a su lado, aunque ella no lo conocía. La estaba desalojando pacientemente de todos los refugios en los que ella buscaba refugiarse. Él buscaba hacerla comprender que ella era una gran pecadora, y Él un gran Salvador, descendió aquí con maravillosa gracia para salvarla, no solo de la culpa y el castigo del pecado, sino también de su dominio y poder. ¿Qué podría hacer "esa montaña" o esa "Jerusalén" por ella?

¿No era obvio que una pregunta anterior, de suma importancia, reclamaba su seria atención, a saber, qué iba a hacer con sus pecados? ¿Cómo iba a ser salvada? ¿Qué alivio podían brindar los lugares de culto a su corazón agobiado y su conciencia culpable? ¿Podría encontrar la salvación en Gerizim? ¿Podría hallar la paz en el templo de Jerusalén? ¿Podría adorar al Padre en espíritu y en verdad en uno o en el otro? ¿No estaba claro que necesitaba la salvación antes de poder adorar en cualquier lugar?”

JAMIESON – FAUSSET – BROWN

“¿Viendo su vida toda revelada, ella no se abate y pregunta qué esperanzas podría haber para persona tan culpable? No; sus convicciones no han llegado todavia a este punto. Hábilmente cambia el tema de una cuestión personal a una pública. No es “¡qué vida más mala estoy llevando!” sino, “¡qué profeta más maravilloso con quien he trabado conversación! El podrá resolver aquella disputa interminable entre nosotros y los judíos. Señor, tú tendrás que saberlo todo en tales asuntos: nuestros padres mantienen que esta montaña,” señalando a Gerizim en Samaria, “como el lugar de culto divinamente consagrado, pero vosotros los judíos decís que Jerusalem es el lugar propio: ¿quién tiene razón?”

¡Cuán despacio somete el corazón humano a una humillación completa! (compárese el hijo pródigo; véase la nota acerca de Luk_15:15). Sin duda nuestro Señor comprendió la treta; más él dice: “Esta cuestión no es el asunto de ahora, sino ¿has estado viviendo de la manera descrita? ¿Sí o No? Mientras no aclaremos esto, no puedo meterme en controversias teológicas.”

El Príncipe de los predicadores usa otro método: accede a la pobre mujer, dejando que ella elija su camino, permitiendo que ella guíe, mientras él sigue; mas sólo así para lograr su propósito. Responde a sus preguntas; derrama luz en su mente sobre la espiritualidad de todo culto verdadero, como la del glorioso Objeto del culto, y así la trae insensiblemente hasta el punto donde él podría revelar a su mente asombrada, quién era la persona con quien ella venía hablando siempre.”


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