EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 4
VERSICULO 21 |
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RV1960 |
NVI1999 |
BTX4 |
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Jesús
le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en
Jerusalén adoraréis al Padre. |
Créeme,
mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán
ustedes al Padre. |
JESÚS
le dice: Mujer, créeme que viene una hora cuando ni en este monte ni en
Jerusalén adoraréis al Padre. |
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TR+ |
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VUL |
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adorarán τω G3588:T-DSM a el πατρι G3962:N-DSM Padre |
dicit
ei Iesus mulier crede mihi quia veniet hora quando neque in monte hoc neque
in Hierosolymis adorabitis Patrem |
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KJV |
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Jesus saith unto her,
Woman, believe me, the hour cometh, when ye shall neither in this mountain,
nor yet at Jerusalem, worship the Father. |
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TCB |
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Jesús
le dijo. Eze_14:3; Eze_20:3. Ni
en este monte, ni en Jerusalén.
Mal_1:11; Mat_18:20; Luc_21:5, Luc_21:6, Luc_21:24; Hch_6:14; 1Ti_2:8. Adoraréis
al Padre. Jua_4:23; Jua_14:6; Mat_28:19;
Efe_2:18; Efe_3:14; 1Pe_1:17. |
COMENTARIOS:
JOHN PIPER
“No en Samaria, sino en espíritu; y no en Jerusalén, sino en verdad. En segundo lugar, observamos una intensificación
radical de la adoración como una experiencia interior, “este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está muy lejos de
mí.” (Mateo 15:8). La adoración, o es una experiencia con Dios, real y auténtica en el
corazón, o nada es.
En
otras palabras, la adoración auténtica no estará confiscada a Jerusalén (o a
algún otro lugar). Será en espíritu y
verdad. Estará unida a Jesús. “Yo
soy el nuevo templo. Cuando resucite mi cuerpo de entre los muertos, en todas
partes, en todo el mundo, la gente podrá ir a Dios a través de mí. No habrá
peregrinaje a Jerusalén. No habrá hajj a la Meca. Solo habrá el traslado del
corazón, yendo desde el dinero, hacia Cristo”.
Jesús
comienza con una negación. Una negativa. ¿Te preguntas dónde? ¿Estás preocupada
por el lugar? Señora, se acerca el día (más pronto de lo que usted se imagina),
cuando estas dos montañas serán irrelevantes para la verdadera adoración. Es
sorprendente que un judío diga esas palabras. Se acerca el día, dice, cuando
Jerusalén, la ciudad santa, la ciudad de David, el lugar con el templo de Dios,
no será el centro de la verdadera adoración.
Esta
no es la respuesta que ella esperaba. Esperaba un buen argumento que explicara
por qué los judíos defendían a Jerusalén como el punto central de adoración, y
los samaritanos defendían el monte Gezirim. Pero Jesús rechaza todo el
argumento. Al contrario, dice que estamos a punto de ver algo nuevo: “La hora viene cuando ni en esta montaña, ni
en Jerusalén, adorarán al Padre”.
¿Por qué Mencionar la Adoración al
Padre?
En
lugar de dónde adoramos, Jesús se enfoca en a quién adoramos y cómo le
adoramos. Vea la referencia al “Padre”
al final del versículo 21: “la hora viene
cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.” Ella no
había dicho eso. Él lo dijo. ¿Por qué? ¿Por qué no decir: “Dios,” o el “Señor,” o
alguna otra designación? ¿Por qué el “al
Padre”?, ustedes no van a adorar “al
Padre” en alguna de esas montañas.
1) Dios es “el Padre” de los Samaritanos
Tres
razones. Primero, Él la usa para conectar a la samaritana con la referencia que
hizo a los padres de los samaritanos y para llamar su atención al único Padre que es importante. Ella
dijo, en el versículo 20: “Nuestros padres
adoraron en este monte.” Y ya había preguntado en el versículo 12: “¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre
Jacob?” (Juan 4:12). Así que está muy enfocada en lo externo y en la tradición. Los padres parecen muy prominentes
en su mente.
Jesús
cambia el enfoque. No dice: Bien, los verdaderos padres judíos adoraron en Jerusalén.
Dice, hay un Padre que debiera
importarle, es decir: “el Padre,” el Padre que busca ser adorado,
pero no en un lugar específico.
2) Dios es “el Padre” de los Hijos Que
le Reciben
Segundo,
al decir que el que debe ser adorado es “el
Padre,” enfatiza el hecho de que Dios tiene hijos. No existe un padre sin
hijos. Concebir hijos es lo que nos hace padres. Así que cuando Jesús dice que
“el Padre” es quien debe ser adorado,
da lugar a una interrogante acerca de quiénes son sus hijos.
La
respuesta ya fue dada en Juan 1:12: “Pero
a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.”
Los que reciben a Jesús son los hijos de Dios. Dios es un Padre para los que
han nacido de nuevo y creen en Jesús. Así que Jesús está mostrándole la verdad
de que cuando se habla de adoración, el problema no es el lugar, sino si Dios
es nuestro Padre, es decir, si hemos
nacido de nuevo y creemos en su Hijo.
3) Dios es “el Padre” del Hijo,
Jesucristo
Y
así llegamos a la tercera razón por la cual creemos que Él se refirió a Dios
como “el Padre”, al final del
versículo 21. Viene a la mente, al menos a la nuestra, que “el Padre” tiene un único Hijo, quien es
“el Hijo.” Los dos términos son
utilizados tan a menudo que es difícil no escucharlos aquí.
•
“El Padre ama al Hijo y ha entregado
todas las cosas en su mano” (Juan 3:35).
•
“Todo lo que hace el Padre, eso también
hace el Hijo de igual manera” (Juan 5:19).
•
“Porque ni aun el Padre juzga a nadie,
sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo” (Juan 5:22).
•
“El que no honra al Hijo, no honra al
Padre que le envió” (Juan 5:23).
•
“Porque así como el Padre tiene vida en
sí mismo, así también le dio al Hijo el tener vida en sí mismo” (Juan
5:26).
•
“El Padre sea glorificado en el Hijo”
(Juan 14:13).
El
único que debe ser adorado es “el Padre.”
Esta mujer está lidiando con “el Hijo.”
Y nosotros vamos a ver que su presencia
es mucho más importante en la adoración, que la montaña donde estemos, o la
ciudad donde estemos.
No Dónde, sino Quién
Recuerde
que ya Él había dicho en Juan 2:19: “Jesús
respondió y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.”
En otras palabras, ya había dicho que Él mismo era el nuevo templo, el nuevo
lugar de encuentro con Dios. El templo iba a dejar de ser el punto central de
adoración. ¿Y cuál sería este lugar? ¿Una nueva montaña? ¿Una nueva ciudad? ¿Un
nuevo edificio? No. Una nueva persona. El Hijo.
Esto
es lo que está implicando al decir: “No es en esta montaña, señora, ni en
Jerusalén.” Lo que importa no es dónde, sino a quién. El Padre y el Hijo. El
Agua Viva, el Profeta, el Salvador, el Mesías.”
JONATHAN EDWARDS
“El cielo y la tierra comenzaron a temblar, para disolverse, según la profecía de Hageo, antes de la venida de Cristo, para que solo permanezcan las cosas que no pueden ser sacudidas, es decir, que las que están por llegar a su fin puedan terminar, y que sólo queden aquellas cosas que permanecerán eternamente.
En
primer lugar, terminaron las ordenanzas
carnales del culto judío, para hacer camino para el establecimiento de ese
culto espiritual, que perdurará por toda
la eternidad: Juan 4:21. “Jesús dijo
a la mujer: Créeme, la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén
adoraréis al Padre”. Ver. 23. “Pero
la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre
en espíritu y en verdad; porque el Padre tales como busca que le adoren”.
Este es un ejemplo del fin del mundo temporal y del comienzo del mundo eterno.
Y
luego, el templo exterior y la ciudad de Jerusalén llegaron a su fin, para dar
lugar al establecimiento del templo y la ciudad espirituales, que serán para siempre. Otro ejemplo de
quitar las cosas que están a punto de desaparecer, para que las cosas que no
pueden ser sacudidas permanezcan, es el poner fin al antiguo imperio pagano,
para dar paso al imperio de Cristo, que durará por toda la eternidad. Después
de eso, tras la caída del Anticristo, se pone fin al reino visible de Satanás
en la tierra, para establecer el reino de Cristo, que es un reino eterno; como
dice el profeta Daniel, cap. 7:27. “Y el
reino y el dominio, y la grandeza del reino debajo de todo el cielo, serán
dados al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es un reino eterno, y
todos los dominios le servirán y le obedecerán; " y esto es otro
ejemplo del fin del mundo temporal y el comienzo del eterno. Y luego, por
último, el mismo marco de este mundo corruptible llegará a su fin, para dar
paso a la iglesia para que more en la tierra nueva, que durará por la
eternidad.”
SAN JUAN CRISOSTOMO
“Le ha revelado una gran verdad de fe que no había manifestado ni a Nicodemo ni a Natanael. Ella sostenía que su culto era más venerable que el de los judíos; incluso se esforzaba en demostrarlo basándose en que había sido enseñado por sus progenitores. Cristo no respondió a su pregunta, pues era inútil explicar y demostrar por qué los padres adoraban en el monte y por qué lo judíos en Jerusalén. Por eso no contestó. Elude la cuestión de la preeminencia de un lugar u otro, eleva el alma de la mujer mostrando que ni judíos ni samaritanos merecen obtener privilegio alguno en el futuro, y, entonces, señala la diferencia (en el sig. Verso).”
A.T ROBERTSON
“El
culto de Dios será emancipado de la servidumbre a un lugar. Tanto judíos como
samaritanos estaban equivocados en cuanto a la «necesidad». «Estas antiguas rivalidades desaparecerán cuando se
alcance a ver del todo la espiritualidad
de la verdadera religión». Jesús le reveló a esta mujer pecadora una de sus
más grandes verdades.”
CHARLES SPURGEON
“Habrá una abolición de
todos los santuarios especialmente santos, porque todos los lugares serán
igualmente santos. Habrá un fin a todas sus tradiciones y sus formas de
adoración, porque Dios será adorado de
una manera diferente a la que es meramente formal y superficial.”
COMENTARIO BÍBLICO MUNDO
HISPANO
“La primera lección que
Jesús enseña sobre la adoración que agrada al Altísimo es que el lugar donde se
realiza no es de vital importancia.
Nuestros edificios y centros
de adoración pueden facilitar el acto, pero por más cómodos y mejor adornados que
sean, no aseguran ni la presencia de Dios, ni el agrado de él en nuestro culto.
Además, la adoración debe dirigirse a
Dios como Padre, un término que habla de la confianza y dependencia hacia
Dios y de la hermandad hacia los demás creyentes. Jesús enfatizó y practicó el
concepto de la paternidad de Dios y de la hermandad de los creyentes.
Si Jerusalén hubiera sido ya
destruida (sucedió en 70 d. de J.C.), con el templo, antes de escribirse este Evangelio,
uno esperaría por lo menos alguna mención en este pasaje de tal tremendo
evento. Cuando sucedió, ya se terminó la controversia entre Jerusalén y Gerizim
como lugar donde adorar a Dios. Jesús profetizó que vendría la hora cuando la
adoración ya no se realizaría en ninguno de los dos lugares y esa hora llegó cuando
Roma arrasó con Jerusalén.”
BRIAN BAILEY
“Jesús estaba viendo más
adelante en el tiempo, a la destrucción de Jerusalén por los romanos, en el año
70 d.C. Los soldados romanos quemaron el templo y sus piedras fueron derribadas
a tierra, como Jesús había profetizado en Mateo 24:1-2: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre
piedra, que no sea derribada.”
JUAN CALVINO
“Viene la hora. Utiliza el tiempo presente en lugar del futuro; pero
el significado es que la derogación de la Ley ya está a la mano, en lo que se
refiere al Templo, el Sacerdocio y otras ceremonias exteriores. Al llamar a
Dios Padre, parece contrastarlo
indirectamente con los Padres que la mujer había mencionado, y transmitir esta
instrucción de que Dios será un Padre
común para todos, de modo que generalmente se le adorará sin distinción de
lugares o naciones.”
CASPAR CRUCIGER
“Está hablando de la
difusión del evangelio por todo el mundo. La declaración puede entenderse no
solo de la iglesia en esta vida, sino
también de la iglesia celestial disfrutando de la bienaventuranza eterna y
alabando a Dios y dándole gracias sin ninguna debilidad. Es como si dijera:
El Mesías ha establecido un reino eterno formado por todos los pueblos, en el
que Dios será alabado por siempre; y no habrá rituales externos encadenados al templo
de los judíos ni a esta montaña. No adorarás a Dios ni en este monte ni en Jerusalén;
es decir, no adorarás a Dios en ceremonias encadenadas a un lugar.
Así que es una predicción
del reino eterno, que se inicia en la predicación del evangelio, esparcido por
todo el mundo, como leemos en Oseas 1:10 “Y
en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho:
Sois hijos del Dios viviente.” La declaración aquí le recuerda a la mujer
otra adoración, a saber, la adoración
espiritual y eterna, y rechaza la ceremonia encadenada a un lugar.”
ALBERT BARNES
“No dice que no habría más adoración
de Dios en ese lugar o en Jerusalén, sino que la adoración de Dios no estaría confinada allí. Sería adorado en otros
lugares además de allí.”
GRANT OSBORNE
“La respuesta de Jesús en el
versículo 21 ciertamente la sorprende, comenzando con la misma palabra “mujer” que usó con su madre en 2:4. La
invita a una “Fe” inicial en lo que
él está a punto de decir, claramente como preludio de una profunda decisión de
fe que está por venir.
Luego hace una afirmación
profética sobre un “tiempo” venidero u “hora”, señalando un evento apocalíptico
en el futuro cuando la adoración judía en Jerusalén o la adoración samaritana
en el monte Gerizim ya no serán así. Algunos intérpretes piensan que esto es
una referencia a la destrucción del templo en el año 70 d.C. y a la
descentralización de culto judío posteriormente. Sin embargo, es mejor
considerando como señalando la llegada del nuevo reino de Dios. Sin embargo,
este no es el escatón, o el fin de
todas las cosas, sino la nueva era de salvación inaugurada por la muerte y
resurrección de Jesús. El acceso al Padre será directo (véase Heb 8:10–11), y
ni el Monte Gerizim ni Jerusalén serán importantes. Además, insinúa que judíos
y samaritanos adorarán juntos, no por separado y en conflicto el uno con el
otro.”
J.C RYLE
“[Jesús le dijo: Mujer, créeme]. La calma, gravedad y solemnidad de
estas palabras son dignas de atención: “Te digo una gran verdad a la que te
pido que des crédito y creas”. Jansen piensa que nuestro Señor utiliza la
expresión de “créeme” debido a que la
verdad que estaba a punto de impartir era tan novedosa y extraña que era
posible que la mujer la considerara increíble.
Comenta Stier que esta es la
única vez que nuestro Señor utiliza la expresión “créeme” en los Evangelios.
[La hora viene]. La hora, el momento del que aquí se habla, hace
referencia al tiempo del Evangelio, la hora de la dispensación cristiana.
[Ni en este monte […] adoraréis, etc.]. Nuestro Señor declara aquí
que bajo el Evangelio ya no habría más distinción de lugares, como Jerusalén.
La vieja dispensación, bajo la cual los hombres estaban obligados a ir hasta
Jerusalén tres veces al año para asistir a las fiestas y adorar en el Templo, estaba
a punto de desaparecer. Todos los debates acerca de la superior santidad de
Samaria o Jerusalén tocarían a su fin. Muy pronto se fundaría una Iglesia cuyos
miembros podrían acceder al Padre en todas partes y no precisarían de cultos en
el Templo o de sacerdotes, sacrificios o altares para acercarse a Dios. Era,
pues, una mera pérdida de tiempo hablar de las respectivas reivindicaciones de
Samaria o Jerusalén.
Parece muy improbable que
nuestro Señor estuviera haciendo referencia en este versículo a la profecía de
Malaquías: “En todo lugar se ofrece a mi
nombre incienso y ofrenda limpia” (Malaquías 1:11).
En este versículo parece
indicarse claramente la completa desaparición del sistema judío. Introducir en
la Iglesia cristiana lugares santos, santuarios, altares, sacerdotes,
sacrificios, lujosas vestimentas y cosas semejantes es desenterrar lo que quedó sepultado hace mucho tiempo y acudir a las
velas en pos de luz en pleno día. La teoría predilecta de los seguidores de
Irving de que deberíamos copiar en todo lo posible los cultos y el ceremonial
del Templo judío parece completamente irreconciliable con este versículo.”
GARY BAUMLER
“El lugar no determina ni el
valor ni la eficacia de la adoración. Jesús sabía que los romanos iban a
destruir Jerusalén y el Templo en el año 70 d.C., pero eso no le pondrá fin a
la verdadera adoración. Le podemos rendir adoración al Padre celestial en cualquier
lugar; sin embargo, la gran diferencia
está en qué o a quien adoramos.”
SAMUEL P. MILLOS
“El Señor la hace notar que
está llegando el momento en que el lugar donde estaba el santuario se cambie radicalmente
a la celebración de un culto espiritual que se ofrecerá a Dios en cualquier
lugar, puesto que los creyentes serán
santuario, sacerdocio y sacrificio espiritual en sí mismos. La Iglesia
no tendrá necesidad de un santuario terrenal, ni de un determinado lugar para
la adoración. El tiempo llega en donde la adoración no va a estar vinculada a
lugares de culto, porque Aquel a quien se adora, Espíritu infinito, no necesita
ser adorado en un lugar, sino en una determinada condición personal. Esta
verdad se desarrolla en los versículos que siguen.”
SAN AGUSTIN
“Presente ya el marido, merece oír: Mujer, créeme. Ya está contigo quien
puedes creer; ya está presente tu marido; y comenzó a estar contigo la
inteligencia cuando me llamaste profeta.
Mujer, créeme; porque, si no creéis,
no entenderéis. Mujer, créeme; que
llegará la hora cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
Vosotros adoráis lo que no conocéis; más nosotros adoramos lo que sabemos,
porque la salud viene de los judíos. Pero la hora llegará. ¿Cuándo? La hora ya llegó.
¿Qué hora? Cuando los
verdaderos adoradores adorarán al Padre
en espíritu y en verdad. Ni en este monte ni en Jerusalén, sino en espíritu
y en verdad. El Padre busca adoradores como éstos. ¿Por qué el Padre busca
adoradores que le adoren, no en este monte ni en el templo, sino en espíritu y
en verdad? Es porque Dios es espíritu.
Si Dios fuera, cuerpo, sería necesario que se le adorase en el monte, porque corpóreo
es el monte; necesitaba que se lo adorase también en el templo: corpóreo es el
templo» también. Pero Dios es espíritu;
luego es necesario que los que le adoren lo
hagan en espíritu y en verdad.”
WILLIAM HENDRIKSEN
“La expresión la hora viene se encuentra también en 4:34; 5:25, 28; 16:2, 25, 32. El Señor continúa y dice: … cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre; prediciendo así que los elegidos de Dios de toda tribu y nación le servirán (cf. Sof. 2:11; Mal. 1:11). Esta cláusula se puede parafrasear así: “la hora viene cuando ni en este monte exclusivamente ni en Jerusalén exclusivamente adoraréis al Padre (a través de Jesucristo) de la Iglesia Universal”. Esta es la respuesta en cuanto al dónde (que en sí ya contiene indicios del cómo y el qué).”
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