EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 4 VERSICULO
14 |
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RV1960 |
NVI1999 |
BTX4 |
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Mas
el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua
que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. |
Pero
el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que
dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida
eterna. |
Pero
el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua
que Yo le daré se hará en él una fuente de agua que brota para vida eterna. |
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TR+ |
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sed aqua quam dabo ei
fiet in eo fons aquae salientis in vitam aeternam |
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KJV |
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But whosoever drinketh
of the water that I shall give him shall never thirst; but the water that I
shall give him shall be in him a well of water springing up into everlasting life. |
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TCB |
|||
No
tendrá sed jamás. Jua_6:35, Jua_6:58;
Jua_11:26; Jua_17:2, Jua_17:3; Isa_49:10; Rom_6:23; Apo_7:16. Será
en él una fuente de agua.
Jua_7:38, Jua_7:39; Jua_10:10; Jua_14:16-19; Rom_5:21; Rom_8:16, Rom_8:17;
2Co_1:22; Efe_1:13, Efe_1:14; Efe_4:30; 1Pe_1:22; 1Jn_5:20. |
COMENTARIOS:
JOHN PIPER
“¿Es Jesús mayor que Jacob? ¿Cree usted que Él
sea mayor?
¿Por
qué? Él responde: Todo el que beba de
esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no
tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en Él en una
fuente de agua que brota para vida eterna” (versículos 13–14).
“Sí,
señora, yo soy superior a Jacob. Y mi don es
superior. Y mi agua es superior.
Y mi pozo es superior. Y mis hijos e
hijas son superiores, porque nunca mueren”.
El Agua que Ofrece Jesús
No
deje de notar las cinco características que menciona sobre el agua que le da y
ofrece hoy a usted.
1.
Es el don de Dios (versículo
10: “Si tú conocieras el don de Dios”).
2.
Es agua viva (versículo 10b: “Él te hubiera dado agua viva”).
3.
Si usted la bebe no tendrá sed jamás, es decir, esta agua siempre está disponible para satisfacerle cuando su alma
anhelante esté sedienta (versículo 14: “pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás”).
4.
Esta agua se vuelve una fuente de
agua, un pozo de agua (versículo 14: “el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua”).
Por esa razón usted nunca tendrá sed de
nuevo. No es porque un sorbo sea suficiente; es porque un sorbo verdadero produce un pozo para una eternidad de
sorbos.
5.
Esta agua da vida eterna
(versículo 14: “… una fuente de agua que
brota para vida eterna”).
“Mi Superioridad Es Su Salvación”
Sí,
señora, yo soy superior a Jacob. Pero no soy superior con arrogancia. Soy
superior con gracia. Mi superioridad es su salvación. Usted debe disminuir; yo
debo crecer. Yo tengo el agua de vida. Usted tiene sed. Y para vivir, necesita
lo que yo tengo. Si bebe, si cree en mí
como en su Tesoro que todo lo satisface, vivirá para siempre.”
…Se convertirá en él en una fuente de agua
que brota para vida eterna” (Juan 4:14). Eso es lo que usted es. Usted es un
manantial. Usted no hace un manantial. Usted es un manantial. El que cree en
mí, dijo Jesús, “De lo más profundo de su
ser brotarán ríos de agua viva” (Juan 7:38). Eso es lo que usted es. Usted es un manantial. Usted es una
fuente.
Y
lo que hace que los manantiales y fuentes sean felices y abundantes es la
corriente. Si les detienes, entonces sus aguas se echan a perder. Si les dejas
dar, si les dejas convertirse en lo que son, sus aguas permanecen claras y
saludables, y dadoras de vida, y felices. Este mensaje es nuestro esfuerzo de
ayudarles a ser felices así, es un mensaje para animarles a ser una parte dadora en un grupo pequeño, y esta vez, no porque usted necesite recibir, sino
por su llamado a dar. Específicamente a darse a sí mismo, el nuevo yo
que Dios ha creado en usted, en cualquier estado de ese nuevo ser, niño o
maduro.”
JAMES USHER
“Ahora,
cuando los incrédulos retroceden, los creyentes avanzan y por tanto, venir a
Cristo y creer en él son la misma cosa: "El que a mí viene, nunca tendrá hambre, y el que en mí cree, no tendrá
sed jamás". Acto de fe, y lo mismo con él: el uno es la explicación
del otro; tu venida a Cristo es tu fe en
él, cuando escuchas un VEN del trono de gracia, y vez al Señor de gloria
extendiendo su cetro de oro, ve y tócalo, aprovecha el beneficio del rey perdón.
Si un hombre sabe que existe tal trono de gracia, debe venir a él; y ahora comienza
a trabajar la fe.
Y
para que lo entiendas mejor, conoce que la fe entonces comienza primero a
trabajar, cuando das ese primer paso hacia el trono de gracia. Y esta es la
hora en que la salvación ha llegado a tu casa. "Nadie puede venir a mí", dice Cristo, "si mi Padre no trae él." Si ves una virtud que viene
de Cristo, y te atrae inflexiblemente, y sientes esa piedra de carga trabajando
en ti, es que está trabajando tu fe: te hace acercarte a Cristo, mientras que
antes era un extraño para ti: hasta entonces eras como tu abuelo Adán, corrías lejos,
y te considerabas más seguro, cuando
estabas más lejos de Dios; pero ahora no ves consuelo a menos que te acerques a él; como dice el apóstol: "Él es el que obra en nosotros la voluntad y
la obra"; esto debe ser obra de Dios en nosotros.”
JOHN BUNYAN
(Extraído
de su libro “El Progreso del Peregrino”)
“Señor, he oído que eres un Dios
misericordioso, y que has puesto a tu Hijo Jesucristo como Salvador del mundo,
y que estás dispuesto a concedérselo a un pobrecito pecador como yo, y en
verdad que soy pecador. Señor, manifiéstate en esta ocasión y ensalza tu gracia
en la salvación de mi alma mediante tu Hijo Jesucristo. Amén.”
CRISTIAN.
— ¿Y lo hiciste así?
ESPERANZA.
— Sí; una y mil veces.
CRISTIAN.
— ¿Y el Padre te reveló a su Hijo?
ESPERANZA.
— No; ni la primera, ni la segunda, ni la tercera, ni la cuarta, ni la quinta, ni
aun la sexta vez.
CRISTIAN.
— ¿Y qué hiciste al ver esto?
ESPERANZA.
— No sabía qué hacer.
CRISTIAN.
— ¿No estuviste tentado a abandonar la oración?
ESPERANZA.
— Sí; doscientas veces.
CRISTIAN.
— ¿Y cómo es que no lo hiciste?
ESPERANZA.
— Porque creía que era verdad lo que me había dicho, a saber: que sin la justicia de este Cristo, ni todo
el mundo sería poderoso para salvarme, y, por tanto, discurría así conmigo
mismo: Si lo dejo, me muero, y de todos modos quiero más por morir al pie del
trono de la gracia. Además, me vinieron a la memoria estas palabras:
“Aunque
se tardare, espéralo, que sin duda vendrá; no tardará”. Así, seguí orando hasta
que el Padre me revelase a su Hijo.
CRISTIAN.
— ¿Y cómo te fue revelado?
ESPERANZA.
— No le vi con los ojos del cuerpo, sino con los del entendimiento. Y fue de
esta manera: Un día estaba tristísimo, más triste, según me parece, que jamás
había estado en mi vida, siendo causada esta tristeza por una nueva revelación
de la magnitud y vileza de mis pecados, y cuando yo no esperaba otra cosa que
el infierno, la eterna condenación de mi alma, de repente me pareció ver al
Señor Jesús mirándome desde el cielo, y diciéndome: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”.
Pero
—contesté—, Señor, soy un pecador grande, muy grande”. Y me respondió:
“Bástate mi gracia”. Volví a decirle:
“Pero, Señor, ¿qué cosa es creer?” Y vi por aquel dicho: “El que a mí viene nunca tendrá hambre y el que en mí cree, no tendrá
sed jamás, que el creer y el venir era todo una misma cosa, y que aquél
que; es decir, que corre en su corazón y afectos tras la salvación por Cristo,
aquél, en realidad, cree en Cristo. Entonces vinieron las lágrimas a mis ojos y
seguí preguntando. “Pero, Señor, ¿puede, en verdad, un pecador tan grande como
yo ser aceptado de ti y salvo por ti?”
Y
le oí decir: “Al que a mí viene no le
echo fuera”. Y dije “Pero, Señor, ¿cómo he de pensar de ti, al venir a ti
para que mi fe esté bien puesta en ti?” Y me dijo: “Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores”. Él es el fin
de la ley para justicia a todo aquel que. “Él
fue entregado por nuestros delitos y resucitado para nuestra justificación”.
“Nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados
con su sangre”. “Él es el mediador entre Dios y nosotros”. “Él vive siempre
para interceder por nosotros”. De todo lo cual deduje que buscar mi
justificación en su persona, y la satisfacción de mis pecados en su sangre; que
lo que hacía El, obedeciendo a la ley de su Padre y sometiéndose a la pena de
ella, no era para sí mismo, sino para
aquel que lo quiere aceptar para su salvación y que es agradecido; y
entonces mi corazón se llenó de gozo, mis ojos de lágrimas y mis afectos
rebosando de amor al nombre, al pueblo y a los caminos de Jesucristo.”
RALPH ERSKINE
Nota:
Este es un comentario de R. ERSKINE al salmo 46:4 “Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, El santuario de las
moradas del Altísimo.” Me parece importante insertarlo en este comentario
de Juan 4:14 por dos razones: La primera es que el autor cita el versículo. Y el segundo punto es que R. Erskine expone en
qué consiste el río, además de su procedencia, y las corrientes de dicho río.”
(Edwing P.)
“Hay
un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, la santa habitación del Altísimo.
¿En qué consiste este río que alegra la ciudad de Dios? La respuesta, según leemos
en el versículo siguiente, es: Dios mismo. “Dios
está en medio de ella.”
1.
Dios, el Padre, es el río: “Porque dos
males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para
sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”.
2.
Dios, el Hijo, es el río, la fuente de salvación: “En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para
los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia”.
3.
Dios, el Espíritu, es el río: “El que
cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.
“Más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el
agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.
¿Y
cuáles son las corrientes de este río? Respuesta: Las perfecciones de Dios, la plenitud de Cristo, las operaciones del
Espíritu. Y estas corrientes corren dentro del cauce o canal del pacto
de la promesa.”
WILLIAM BATES
“Observe
brevemente el paralelo entre la roca de 1Cor 10:4; Éxo 17:6 y Cristo.
(1.)
La roca es el título ordinario de
Dios en las Escrituras, para representar su naturaleza inmutable y su poder
infinito, por el cual sostiene al mundo: y de una manera especial se asemeja al
Mesías. Se le llama "la piedra que
rechazaron los constructores, que fue hecha cabeza del ángulo". "Él es la roca sobre la cual está edificada
la iglesia y protegida contra la violencia del infierno". Israel no
fue abastecido de las nubes ni de los valles, sino de la roca: para
mostrar que la mística roca, el Hijo de Dios, sólo puede refrescar al Israel
espiritual con su agua viva.
(2.)
La cualidad de la roca tiene un significado apropiado: porque aunque tenía en sus venas una rica abundancia de agua, sin
embargo, aparentemente nada era más seco y duro. En esto era una figura de
la roca espiritual: los efectos han descubierto en él profundidades insondables
de justicia, gracia y salvación; sin
embargo, a la primera vista no teníamos esperanzas. Porque si consideramos a Dios,
él es infinitamente santo y justo, fuego consumidor contra el pecado, y ¿cómo
podemos esperar de él alguna corriente refrescante? Si lo consideramos hombre,
"se parece a una raíz de la tierra
seca". Isa 53:2. La justicia de lo divino y la flaqueza de la
naturaleza humana no nos prometieron ningún consuelo. Pero, ¿qué no puede
realizar el amor infinito, unido al poder infinito? La bondad divina ha
cambiado las leyes de la naturaleza a nuestro favor, y con un acto admirable
abrió
la roca para refrescarnos.
(3.)
La roca fue golpeada con la vara de Moisés, un tipo de la ley, antes de que
enviara sus arroyos: así nuestra roca espiritual "fue herida por nuestras transgresiones", molido por nuestras iniquidades, Isa 53:5, "y luego nos abrió todos sus tesoros. Consagrado
por el sufrimiento, él es el autor de la
salvación eterna". A este respecto, el evangelio lo propone como
objeto de la fe salvadora. "Decidí
no conocer nada entre vosotros sino a Jesucristo, y a este crucificado".
Los sacramentos, los sellos de la nueva alianza, tienen una referencia especial
a su muerte, el fundamento de la misma.
(4.)
Las aguas milagrosas siguieron a los israelitas en su viaje, sin las cuales
habían perecido en el desierto. Esto representa la excelencia de la gracia de Cristo. De él fluye una
corriente soberana para satisfacer a
todos los creyentes. Nos dice, Juan 7:37. "Todo aquel que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; pero
el agua que yo le daré será en él un pozo de agua que brotará para vida eterna".
Juan 4:14.”
OCTAVIUS WINSLOW
“¿El
lenguaje ha expresado alguna vez un sentimiento más verdadero que este? Jesús es una porción que todo lo
satisface. Quienes lo han probado pueden testificar que así es. La suya
no es una satisfacción de nombre, sino de realidad y de verdad. Hay una
sensación sentida, realizada, de saciedad santa. La MENTE está contenta. El creyente ya no vaga en busca de la felicidad o del descanso. Los
ha encontrado a ambos en Jesús.
Está
satisfecho con apostar su todo eterno por la obra consumada de Emmanuel: vivir de su sonrisa, permanecer en su amor, recurrir
a su gracia, someterse a su voluntad, llevar su cruz, ser guiado por su consejo,
y luego ser recibido por él, y para
él, en gloria. "¿A quién
tengo yo en los cielos sino a ti? ¿Y
quién hay en la tierra que deseo junto a ti?" "Mi corazón está
fijo, oh Dios, mi corazón está fijo; cantaré y alabaré", son los alientos
de su corazón amoroso, cariñoso y firme.
¿Quién,
que ha recibido plenamente a Cristo en su corazón, encuentra ese corazón
suspirando por volver de nuevo a la servidumbre y a las ollas de carne de
Egipto? Nadie, habiendo probado el vino añejo del amor eterno de Dios en Jesús,
desea el vino nuevo de los gozos cambiantes del mundo. Satisfecho con lo que ha
obtenido gracias a la gracia que ha encontrado así, exclama: "Lo viejo es mejor". El Señor Jesús imparte contentamiento al
alma en la que entra y habita.
Por
inmensos que fueran esos deseos antes, urgentes como eran esas necesidades,
insaciables como eran esos antojos e inquietos como era nuestra mente, Jesús los ha encontrado y satisfecho a todos.
El poder magnético de su amor lo ha atraído y fija la mente en él mismo. "Él satisface el alma anhelante y colma de
bondad el alma hambrienta". El creyente está satisfecho de que Dios lo
posea plenamente, lo gobierne supremamente, lo guíe por completo y sea la única
Fuente de donde extraiga su felicidad, reconociendo con gratitud: "Todas mis fuentes están en ti".
Por
lo tanto, se contenta con ser exactamente lo que su Padre quiere y donde quiere.
Está satisfecho de poseer a Dios, y teniendo a Dios, tiene todo lo bueno en Dios. Sabe que su Padre se preocupa
por él; que se ha comprometido a orientar todos sus pasos y satisfacer todas
sus necesidades. La única ansiedad que siente en cuanto al presente es cómo puede glorificar más a su más querido,
su único Amigo, dándole su vida futura con la sencillez de la fe infantil,
que no tiene ningún cuidado en el día más allá del hoy; Sin pensar en el mañana.
La
satisfacción así sentida tampoco se limita al estado actual. Pasa con el creyente a la eternidad. Entra
con él en las mansiones de la dicha.
Allí, en una serenidad imperturbable, en un gozo puro, en una dicha sin mezcla,
es perfecto y completo. "Me
mostrarás el camino de la vida: en tu presencia hay plenitud de gozo; placeres
a tu diestra para siempre". ¡Santo feliz! que has encontrado tu todo
en Jesús! ¡Espíritu glorificado! ¿Recordarías esas escenas de pecado, de
sufrimiento y de muerte?
¡No!
la aguja de tu alma ya no varía y tiembla, desviada de su centro por otros
traidores objetos; Jesús la fija ahora, y
la fija para siempre. ¡Beban, espíritus de lo recién hecho, beban!
"¡Oh Neftalí! Satisfecho con el favor y lleno de la bendición del Señor,
posees el oeste y el sur". Sí, abarque todo el compás del bien infinito, porque
todas las cosas en Dios, en Cristo y en el pacto, son tuyos, y tuyos por toda
la eternidad!”
ROBERT MURRAY M´CHEYNE
“Piense
otra vez. ¿Hay placer infinitamente más dulce que Cristo? Quien beba de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua
que yo le daré, no tendrá sed jamás. Cristo, que en tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra
para siempre. Somos perdonados, estando en paz con Dios, teniéndolo como Padre,
amándonos y sonriéndonos, teniendo el
Espíritu Santo entrando en nuestros corazones y santificándonos, vale más
que toda una eternidad de esos placeres. Mejor
es un día en tus atrios que mil fuera. ¡Oh, estar satisfecho con el favor y
lleno de la bendición del Señor! Tu pan de cada día se vuelve más dulce. Comes tu almuerzo con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios. Tu pie es más ligero y saltador, porque lleva un cuerpo rescatado. Tu sueño
es más dulce por la noche, porque así le
da el sueño a su amado. El sol brilla con más amor y la tierra luce una
sonrisa más agradable, porque se puede decir, Mi Padre los hizo todos.
Cristo te alegra todos los días. Los placeres del pecado son solo para una temporada; no
duran. Pero ser llevado a Cristo es como el
amanecer de un día eterno; esparce la serenidad del cielo en todos los días
de nuestra peregrinación. En los días de sufrimiento, ¿qué hará el mundo por
ti? Como vinagre sobre salitre, así es el que canta canciones a un corazón
afligido.
Créeme,
hay días próximos en los que dirás de la risa: Es una locura; y de alegría,
¿qué hace? Pero si vuelas a Jesucristo ahora, Él te animará en los días de oscuridad. Cuando los vientos sean
contrarios y las olas altas, Jesús se acercará y dirá: No temas; soy yo. Esa voz aquieta el corazón en la hora más
tempestuosa. Cuando el mundo te reproche y arroje tu nombre por malo, cuando
las puertas estén cerradas, Jesús entrará
y dirá: La paz sea contigo. ¿Quién puede describir la dulzura y la paz que da
Jesús en tal hora? Una niña que fue llevada temprano a Cristo sintió esto
cuando estuvo mucho tiempo confinada en una cama de enferma. No estoy cansada
de mi cama, dijo, porque mi cama es verde y todo lo que encuentro está
perfumado de amor para mí. El tiempo, noche y día, me es dulce por el Señor. Cuando anochece, es
agradable; y cuando amanece, estoy descansado.
Por
último, en un día agonizante, ¿qué hará el mundo por ti? El baile, y la
canción, y el alegre compañero, perderán todo su poder para animarte. Ni una
broma más; ni una sonrisa más. ¡Oh, si fueras sabio, si entendieras esto y
consideraras tu fin último! Pero ese es el momento mismo en que el alma de uno
en Cristo se regocija con un gozo inefable y lleno de gloria. Jesús puede hacer que un lecho agonizante
sea más suave que las almohadas.”
EBENEZER ERSKINE
“Si
has sentido los soplos de este viento del Espíritu Santo, no tendrás sed
inmoderada de las cosas del mundo; no; verás que son mera basura y vanidad. "Escogerás
la parte buena que no te será quitada". "Buscarás las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de
Dios".
Si
este viento ha soplado sobre tu alma, seguirás el movimiento de este viento; no
correrás contra este viento, sino que lo
acompañarás. Quiero decir, ustedes se someterán a la conducta del Espíritu que
habla en su palabra: porque "todos
los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios".
Pero,
dices tú, ¿cómo sabré si soy guiado por el Espíritu de Dios? Respondo:
1º,
Si seguís al Espíritu, no satisfaréis los
deseos de la carne; pero, por el contrario, estudiarás para "crucificar la carne, con los afectos y las
concupiscencias". Estarás listo para cortarte la mano derecha y para
sacarte el ojo derecho y todo pecado por mandato del Señor.
2.
Entonces el camino por donde andes será camino
de santidad, porque él es Espíritu de
santificación; y camino de verdad,
porque el Espíritu del Señor es Espíritu
de verdad, y conduce a toda la verdad: camino de rectitud.”
EDWARD PAYSON
“El
agua que apaga la sed de su espíritu fluye, no de cisternas rotas, sino de la
fuente inagotable de aguas vivas. De esta agua, dice nuestro Salvador, el que bebe de ella no tendrá sed jamás,
sino que será en él un pozo de agua que brotará para vida eterna. Entonces,
un hombre así tiene las fuentes del
contentamiento en su propio pecho. Los lleva consigo dondequiera que va; y
cuando recordamos que, además de esto, ha sido favorecido por la misericordia
de Dios con un temperamento sumiso, no debemos sorprendernos al saber que
pronto aprende en cualquier estado en el que se encuentre, con ello a contentarse.
Finalmente,
Para que un hombre pueda regocijarse y alegrarse todos sus días, es absolutamente
necesario que obtenga pronto el dominio
de sus apetitos y pasiones, y esté protegido contra los males a los que lo
llevarían. Apenas es necesario decir cuáles son estos males, ya que prevalecen
entre nosotros, pero de manera demasiado extensa. Mire a su alrededor y verá
por todas partes jóvenes, cuyos apetitos y pasiones están sumergiendo en la
intemperancia, la sensualidad y toda especie de viciosos excesos, arruinándolos
así no solo para el futuro, sino para el mundo presente.
Su
gracia les enseña y ayuda a crucificar sus afectos y deseos, a mantener bajo el
apetito y la pasión carnal y someterlos. Tienen un Salvador poderoso, un intercesor prevaleciente que ora por ellos, para que su fe no falle; están
dentro de la protección de su brazo circundante, y muchas veces tienen motivos
para decirle: Cuando resbalaba mi pie, tu
misericordia, oh Señor, me sostenía. En una palabra, aunque posiblemente se
les deje caer ocasionalmente en algunos pecados particulares, por su
humillación y castigo, están infaliblemente asegurados contra la formación de
cualquier hábito vicioso, porque el poder y la verdad de Dios están
comprometidos, en que ningún pecado podrá tener dominio sobre ellos.”
JONATHAN EDWARDS
“La
verdadera gracia tiende naturalmente a la paz y la tranquilidad, ya que
establece las cosas en el alma en su debido orden, coloca la razón en el trono
y somete los sentidos y los afectos a su gobierno, que antes eran los más importantes.
La gracia tiende a la tranquilidad ya que mortifica los tumultuosos deseos y
pasiones, somete los apetitos ávidos e insaciables de la naturaleza sensual y
la codicia tras las vanidades del mundo. Mortifica principios tales como el
odio, la discordia, la emulación, la ira, las envidias y similares, que son una
fuente continua de inquietud y perturbación internas; y suministra esos principios
dulces, calmantes y tranquilizadores de humildad, mansedumbre, resignación,
paciencia, mansedumbre, perdón y dulce confianza en Dios. También tiende a la
paz, ya que fija el objetivo del alma en un determinado fin; de modo que el
alma ya no se distraiga y sea atraída a fines opuestos, sino que el corazón
está fijo en la elección de un bien seguro, suficiente e infalible: y el objetivo
del alma es Cristo, y la esperanza en él, es como un ancla que lo mantiene
firme, para que no sea más empujado de un lado a otro por cada viento.”
THOMAS BROOKS
“Si
la gracia en el alma es una fuente tan perpetua que nunca se agotará hasta que
la gracia sea absorbida en la gloria, entonces ciertamente el Dios de la gracia es con mucho una fuente inagotable que nunca se
podrá secar. Ángeles, santos y pecadores han vivido en esta porción durante
estos seis mil años, y no ha disminuido en lo más mínimo, Col 1:16-17.
Dios
tiene su casa de la ciudad y su casa de campo, donde millones se han sentado a
su mesa y han vivido de su bolsa, durante innumerables días; y, sin embargo,
Dios no es ni un centavo más pobre por todo esto. Esta porción es como la harina en la alacena y el aceite en la
vasija que nunca se agota. 1 Reyes 17:14-16, "Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no
escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová
haga llover sobre la faz de la tierra. Entonces
ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días.
Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme
a la palabra que Jehová había dicho por Elías." Dios es una porción
que no se puede disminuir ni reducir; él es una porción que nunca puede fallar.
¿Podrían todos los cristianos vivir ahora hasta la edad de los patriarcas, que
vivieron muchos cientos de años, y deberían vivir todos libremente y mantener
la casa abierta todos los días del año, y al final, disminuir un centavo, ¡un
centavo! de la riqueza de Dios? NO, porque ninguna parte se gastará o
disminuirá.
Aunque
los hombres tengan una fortuna tan grande, si todavía la gastan, ciertamente la
consumirán; oh, pero Dios es una riqueza que nunca se puede gastar, que nunca
se puede consumir. Si un gorrión sacara una gota de agua del mar una vez al
día, sí, cada día en mil años, con el tiempo se agotaría. Oh, pero Dios es un océano
infinito, que si cada ángel en el cielo, y cada santo y pecador en la tierra
bebiera ríos enteros de un trago, ¡sin embargo, ni una gota podría disminuir!”
CHARLES SPURGEON
“El
hombre, aunque no lo sepa, necesita a su
Dios. Necesita reconciliación con su Hacedor ofendido, y hasta que la
consiga, no podrá descansar. Es como "una cosa que rueda antes del
torbellino": es sacudido hacia arriba y hacia abajo como un cardo en la
brisa. Y como la paloma de Noé, no
encuentra descanso para las plantas de sus pies.
El
que cree en Cristo ha recibido la Expiación y encuentra en ella una reconciliación con Dios: ¡la gran disputa
ha terminado! Su naturaleza también ha cambiado y ahora busca aquello en lo que
Dios se deleita, y en el Señor su alma está satisfecha. Tiene el nuevo nacimiento. Pertenece a la
familia de Dios. Empieza a comprender las realidades divinas y a verlas,
gustarlas, manejarlas y encontrar en ellas descanso
para su alma. "Por tanto,
justificados por la fe, tenemos paz para con Dios, por Jesucristo Señor nuestro".
La fe en Jesús apaga la sed de nuestras almas y continúa haciéndolo. Ésta es la
belleza de ello. El que bebe del agua de los pozos de la tierra se refresca,
pero después de un rato el efecto de su bebida desaparece y vuelve a tener sed.
Pero
el que bebe del agua que Cristo le dará, no
tendrá sed jamás. Ese solo trago ha creado en él una fuente inagotable de
suministro que satisfará su boca de bienes, de modo que su juventud se renovará
como la del águila. Aunque la sed se esforzará para siempre por regresar, ¡sin
embargo, siempre será satisfecha por el pozo dentro del cual brotará para vida
eterna! ¡Acepta el Evangelio de Cristo, pobre Corazón sediento, y has aceptado
una satisfacción que perdurará mientras tú aguantes!
Aquí
está la causa secreta de esta satisfacción permanente: continúa porque continúa la Gracia Divina. Nuestro Señor
agrega: "El agua que yo le daré
estará en él". El agua que se bebe hoy tiene sus usos y se ha ido.
Sirve a nuestro propósito actual y desaparece. Pero el que bebe del agua que
Jesús da, la tiene siempre en él y, por lo tanto, siempre disfruta de una
libertad de sed espiritual. Cualquiera que sea el efecto que la Gracia de Dios
produzca hoy, será capaz de producir el mismo mañana —y otros efectos según
sean necesarios— porque conserva su
potencia y la misma causa producirá el mismo efecto. ¡Oh, el trago
incomparable, que nunca abandona al que lo bebe, sino que permanece en él como
parte integral de su yo más noble, contentando para siempre toda su naturaleza y haciendo que de él fluyan ríos de agua
viva¡ Cree en Jesús que has recibido! Bien que todo corazón instruido ore:
"Señor, danos de esta agua".
Sabe
que es el Señor quien "envía
manantiales a los valles que corren entre las colinas". El Creyente es
independiente de su entorno exterior. No es exaltado por las riquezas, ni
aplastado por la pobreza. No confía en el hombre cuyo aliento está en su nariz,
porque en él debe ser contado. Nada terrenal puede alimentar o alimentar la
Vida Divina en el hombre e incluso los medios visibles de la Gracia no son
absolutamente necesarios para ello, porque de ellos se puede decir: "El hombre no vivirá solo de pan".
Si un cristiano es arrojado a una tierra pagana, o si le toca vivir donde la
Verdad de Dios ha caído en las calles, y el celo ha muerto y la corrupción
abunda, es sometido a una gran prueba, pero aun así el pozo interior brota
porque su fe la aprovechó, y obtiene sus
provisiones del Infinito de Dios— no de las ordenanzas externas.
Cuando
el Señor da a nuestras almas para beber de las fuentes del gran abismo de Su
propio Amor eterno y para tener un principio vital de la Gracia Divina dentro
de nosotros, ¡nuestro desierto se regocija y florece como la rosa! Tampoco el
Sahara que nos rodea puede marchitar nuestro verdor; nuestra alma es como un
oasis, ¡aunque todo a nuestro alrededor es esterilidad! Bienaventurado el hombre cuya
vida está escondida con Cristo en Dios, porque será lleno de toda la plenitud
de Dios.
"De ti, manantial desbordante, su alma beberá
una nueva provisión; mientras que los que confían en su fuerza nativa se desvanecerán,
se inclinarán y morirán". Cuando Dios falle, el Creyente fracasará, pero
no hasta entonces, en pocas palabras, JAMÁS.
En él encaja la bendición dada a José, asegurándole las cosas preciosas del cielo
y del rocío y del abismo que se encuentra debajo.
El
texto agrega: "Brotando a la vida
eterna", no a la vida, simplemente, ¡sino a la vida que es eterna! Yo, por mi parte, ¡nunca podré dar
ningún significado a la palabra eterna que no sea duradera para siempre! El
Creyente vive para siempre y la Gracia Divina florece en Gloria. La vida de los
santos en la tierra es de la misma esencia que la vida de los santos en el
Cielo: no reciben nueva vida cuando entran en la Gloria, ¡solo que lo que recibieron
en la regeneración se purifica de todo obstáculo y se desarrolla a la
perfección! Nuestra vida de abajo tiende en la misma dirección que la vida
celestial, porque ambos fluyen hacia Dios y buscan Su gloria y se deleitan en
la comunión con Él.
Ahora
tenemos dentro de nosotros los gérmenes del carácter glorificado — una vida santa, una vida humilde, una
vida obediente, una vida bendecida, siempre la tenemos aquí — y así es
la vida de la ciudad dorada. Nuestra vida está sustentada por el mismo poder
que la vida de los que están en el Cielo. "Porque yo vivo, ustedes también vivirán", es el don de los
santos en el cielo y de los santos en la tierra. Está garantizado por el mismo
Pacto y si un hijo de Dios en la tierra puede perecer, un hijo de Dios en el
Cielo puede hacerlo, por cualquier cosa que yo pueda ver. La fidelidad que
mantendrá a los bienaventurados es la misma fidelidad que nos preserva mientras
estamos aquí abajo. Y si nuestra vida, que está escondida con Cristo, puede
fallar, no sé qué seguridad adicional pertenece a un alma en el Cielo. Todo el texto en conjunto nos da la plena
seguridad de que si hemos bebido del agua que Cristo nos da, ¡no se nos podrá
sacar ni dejar de salvarnos! ¡Es un pozo viviente y debe brotar para vida
eterna!
El
creyente en Jesús halla en su Señor lo suficiente para satisfacerse ahora, y
para satisfacerse eternamente. El creyente no es un hombre cuyos días le son
fastidiosos por falta de aliciente, pues halla en su religión tal fuente de
gozo y de satisfacción, que se siente contento y feliz. Ponlo en un calabozo, y
él hallará buena compañía; colócalo en un desierto estéril, y él comerá pan del
cielo; prívalo de amistades, y él hallará al “amigo que es más unido que el hermano”. Sécale la calabacera, y él
hallará sombra debajo de la Roca de los siglos; mínale el fundamento de sus
esperanzas terrenales, y su corazón permanecerá firme, confiando en el Señor.
Hasta
que entre Jesús, el corazón sigue tan insaciable como el sepulcro; pero,
después, es una copa que rebosa. En Cristo hay tal plenitud, que El solo es el
todo del creyente. El verdadero santo está tan enteramente satisfecho con la
omnisuficiencia de Jesús, que ya no tiene más sed, salvo aquella sed que ansía
tragos más profundos de la fuente viva. Creyente, esta clase de sed es la que
tú sentirás. No es una sed de ansiedad, sino de afectuoso deseo. Te resultará
agradable el desear con ansias goces más profundos del amor de Jesús.
Dijo
alguien en cierta ocasión: “He hundido
frecuentemente mi balde en el pozo, pero ahora mi sed de Jesús ha llegado a ser
tan insaciable, que ansío poner el pozo mismo en mis labios y seguir bebiendo”.
Creyente, ¿es éste ahora el sentir de tu corazón? ¿Sientes que todos tus deseos
están satisfechos en Jesús, y que ahora no tienes ninguna necesidad, salvo la
de conocer más de Él y tener con El más íntima comunión? Ven, entonces,
frecuentemente, al manantial, y toma del agua de la vida del cubo. Jesús nunca
pensará que tomas demasiado, sino te recibirá con gozo, diciendo: “Bebed, sí, bebed abundantemente, mis bien
amados”.
WARREN WIERSBE
“Hemos
notado antes que la vida es
uno de los conceptos clave en el Evangelio de Juan. El apóstol usa la palabra por
lo menos treinta y seis veces. Campbell Morgan ha recalcado que la humanidad
necesita aire, agua y comida para
tener vida. (Tal vez podríamos añadir que también necesita luz.) Todo esto lo provee Jesucristo. Provee el aliento (Espíritu) de Dios (Juan 3:8; 20:22). Es el Pan de Vida (Juan 6:48) y la Luz de la Vida (Juan 1:4,5), y nos da el
agua de vida.”
A.W PINK
“Aquí
hay satisfacción para el alma. El que
ha pedido y recibido ahora está satisfecho. El Señor continúa diciendo," pero el agua que yo le daré será en él un
pozo de agua, agua brotando para vida eterna." El creyente ahora tiene
un pozo de agua viva dentro, siempre fresca, siempre fluyendo, siempre brotando
hacia su fuente nativa, porque el agua siempre busca su propio nivel. Pero
pongamos por alto cada expresión: " bebe.
"¿Qué es beber? Es ministrar a una necesidad sentida. Es un acto personal
de apropiación. Es tomar para mí lo que antes estaba fuera de mí. "Del agua que yo le daré. "Esta
"agua" es "vida eterna", y esto no se compra
ni se gana, sino que se recibe como un "regalo", porque el "regalo
de Dios es vida eterna en Jesucristo nuestro Señor.”
JOHN WESLEY
“Nunca
tendrá sed, (siempre que continúe bebiendo) Nunca será miserable, insatisfecho,
sin refrigerio. Si alguna vez vuelve la sed, será culpa del hombre, no del agua.
Pero el agua que le daré - El espíritu de fe obrando por amor, llegará a ser en
él - Un principio vivo interior, una
fuente - No un pequeño pozo, que pronto se agota, sino brotando para vida eterna - Que es una confluencia o más bien un océano de arroyos que surgen de esta
fuente.”
DAVID GUZIK
“Jesús
hizo una oferta maravillosa. Lo que ofreció – a esta mujer y a cualquiera que bebiera
– era algo que daría satisfacción
duradera. La clave es beber del
agua que Jesús nos da.
Es
común que las personas intenten satisfacer esa sed interior creada por Dios con
muchas cosas, o con cualquier cosa excepto por lo que Jesús da. La gente está
sedienta – ellos quieren, anhelan,
buscan, alcanzan; pero solo lo que
Jesús da satisface los niveles más profundos del alma y espíritu del hombre.
Alguien
podría objetar: “Yo bebí de lo que Jesús ofrece, y me siento vacío y sediento otra
vez.” La respuesta es sencilla: ¡bebe
otra vez! Un solo sorbo de Jesús no
es lo que satisface por siempre, sino una continua conexión con él.”
COMENTARIO BIBLICO MUNDO HISPANO
“Hay
un contraste entre “todo el que bebe”,
del versículo anterior, y cualquiera que
beba, de v. 14. Aquella expresión emplea un participio griego en el tiempo
presente que habla de una práctica
habitual, algo que se repite; en cambio, ésta emplea un aoristo subjuntivo
que habla de una sola experiencia
definida del pasado, tal como cuando uno recibe a Cristo como Salvador. El
pronombre personal yo es
enfático, contrastando el origen del agua del pozo con el que Jesús ofrece.
Nunca más tendrá sed es literal “no, no
tendrá sed para siempre”.
Nótese
la doble negación, la forma gr. más fuerte para enfatizar el concepto. En un
sentido el “agua” que Cristo provee
no elimina la sed espiritual; por lo contrario, despierta sed por la justicia de Dios (ver Mat. 5:6), pero “el agua viva” es de una naturaleza tal
que apaga la sed tan pronto que uno la siente y busca la provisión de Dios.
Jesús aclara más adelante que el “agua
viva” es realmente el Espíritu Santo
(7:38 s.; ver Isa. 58:11) y, tal como una fuente viva, fluye incesantemente en
el creyente. Este concepto se aclara en la frase que sigue.
La
conjunción adversativa sino contrasta el agua del pozo con “el agua viva” que es como una fuente
manantial que salta, o se desborda, dentro del creyente. Será traduce el verbo
que significa “llegará a ser”, el cual,
según Vincent, expresa la riqueza creciente y la energía fresca del principio divino de la vida. Como
vimos anteriormente, la metáfora de la fuente pinta un cuadro de un manantial a
flor de tierra que produce agua fresca, pura, dinámica, vivificante e
inagotable.”
BRIAN BAILEY
“Cuando
nacemos de nuevo por el Espíritu Santo, el Señor pone un pozo de agua viva
dentro de nuestro corazón. Los hijos de Israel cavaron un pozo, como se
registra en Números 21:17, y ellos
cantaron a él: “Sube, oh pozo; a él cantad”. Éste es un tipo del pozo espiritual
que está en el corazón de los creyentes.
La
clave para tener un pozo que brote y salte es cantar cantos al Señor. Pablo
dijo en Efesios 5:19: “Hablando entre
vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales”. Debemos ministrar
el pozo dentro de nosotros cantando al Señor. Mientras hacemos esto, habrá un
fluir de aguas de nuestro pozo, y ellas saldrán de nuestro corazón para bendecir a otros.”
JUAN CALVINO
“Será una fuente de agua que brota para vida
eterna. Estas palabras expresan aún más claramente la declaración anterior;
porque denotan un riego continuo, que
mantiene en ellos una eternidad celestial durante esta vida mortal y
perecedera. La gracia de Cristo, por tanto, no fluye hacia nosotros por un
corto tiempo, sino que se desborda en una
inmortalidad bendita; porque no deja de fluir hasta que la vida
incorruptible que comienza sea llevada a la perfección.”
HEINRICH BULLINGER
“Aquellos
que beben agua celestial no solo estarán satisfechos, sino que el agua viva también
producirá en ellos un manantial de agua
que fluye y brota constantemente, brotando para vida eterna. Estas palabras
describen con maravillosa concisión el poder de la fe y el efecto del espíritu
de Cristo. La fe no está estancada ni inactiva, y el espíritu de Cristo no está
inactivo ni dormido en las almas de los santos. La fe y el espíritu de Cristo
producen el fruto más digno, a saber, un anhelo de piedad y obras de justicia,
integridad y amor.
Quienes
han bebido correctamente de Cristo expresan estas cosas, no tanto con palabras
como con hechos. . . . No es por nada que él llama a este fruto manantiales de agua que brotan para vida eterna. Porque Cristo, verdadero manantial de
vida eterna, habita por la fe en el corazón de los fieles, anima y vigoriza las
ramas injertadas en él. Aquellos en quienes él habita y en cuyas almas vive,
derraman fuentes vivas de buenas obras que refrescan a sus vecinos, renuevan a
todos los santos y, sobre todo, glorifican al Dios santísimo.”
ALBERT BARNES
“Podemos
aprender aquí:
1er.
Que el cristiano tiene una fuente
inagotable de consuelo adaptada a todos los tiempos y circunstancias.
2do.
Esa religión tiene su asiento en el corazón y debe vivir allí constantemente.
3er.
Que derrama sus bendiciones sobre un mundo de pecado, y se manifiesta por una vida continua de piedad, como un manantial
que fluye constantemente.
4to.
Que su fin es vida eterna. Continuará
por siempre; y quien beba de esto nunca tendrás sed, pero su piedad será en su
corazón una fuente pura que brota del gozo eterno.”
ALEXANDER MACLAREN
“El
agua con la que el mundo apaga su sed muere. Todos los suministros y recursos
se secan como torrentes de invierno con el calor del verano. Todo bien creado
es temporal. En cuanto a algunos, perece con el uso; en cuanto a otros, se
evapora y desaparece, o es "como
agua derramada sobre la tierra que no se puede recoger"; en cuanto a
todo, tenemos que dejarlo atrás cuando nos vayamos.
Pero
este regalo brota para vida eterna, y cuando nos vamos, nos acompaña. El
carácter cristiano es idéntico en ambos mundos y, por más que varíen las formas
y los detalles de las actividades, el principio esencial sigue siendo uno. De
modo que la vida de un cristiano en la
tierra y su vida en el cielo no son más que una corriente, por así decirlo,
que puede, de hecho, como algunos de esos ríos americanos, correr por un tiempo
a través de un profundo y oscuro cañón, o en un pasaje subterráneo, pero sale
en el otro extremo hacia llanuras más amplias y brillantes y tierras de verano;
donde fluye con una corriente más tranquila y con la luz del sol reflejada en
su superficie tranquila, hacia el océano en calma.
Él
tiene un don y una vida para la tierra y el cielo: Cristo y Su Espíritu, y la
vida que es consecuencia de ambos. Y luego, la otra cara de este gran pensamiento
es que el don tiende, está dirigido o
apunta y alcanza la vida eterna. Toda la experiencia cristiana en la tierra
es una profecía y una anticipación del cielo. Toda la experiencia cristiana de
la tierra apunta evidentemente hacia eso como su meta, y es interpretada por
eso como su fin. ¡Qué contraste con los objetivos bajos y transitorios que
muchos de nosotros tenemos! Las vidas de muchos hombres van arrastrándose por
la superficie cuando podrían saltar hacia el cielo.
¡Mi
amigo! cual agua buscas? ¿Es tu vida como uno de esos ríos del norte de Asia
que se pierde en las arenas, o que desemboca en una ciénaga o se pierde
lentamente en ella? ¿O va a caer sobre un gran precipicio y caer sonando hacia
la oscuridad? ¿O va a saltar 'a la vida eterna'? ¿Cuál de los dos objetivos es
el más sabio, el más noble, el mejor? Y una vida que brota alcanzará aquello
para lo que brota. Una fuente sube y baja, porque la ley de la gravedad la derriba;
esta fuente sube y llega, porque la ley de la presión la toma, y el agua sube
al nivel de su fuente. El don de Cristo no se burla de nadie, no pone en
movimiento ninguna esperanza que no se cumpla; no estimula a ningún trabajo que
no corone con éxito.
Si
deseas una vida que alcance su objetivo, una vida en la que se satisfagan todos
tus deseos, una vida llena de energía gozosa, la de un hombre libre emancipado
de las circunstancias y de la tiranía de la ley no deseada, y victorioso sobre lo
externo, abran sus corazones al don que Cristo les ofrece; el don de Sí mismo, de Su muerte y pasión, de Su sacrificio y
expiación, de Su Espíritu santificador y morador. Jesús ofreció toda la
plenitud de esa gracia a esta mujer samaritana, en su ignorancia, en su
libertinaje, en su ligereza. Él te lo ofrece.
Su
oferta despertó un eco en su corazón, ¿despertará alguna respuesta en el tuyo?
¡Oh! cuando te diga: 'El agua que yo te
daré será en ti una fuente que brotará para vida eterna', te ruego que respondas
como ella lo hizo: '¡Señor! Señor, dame
esta agua, para que no tenga sed; ni vengas a sacar agua de las cisternas
rotas de la tierra.”
MATTHEW POOLE
“El
que recibe el Espíritu Santo y la gracia que procede de Él, aunque esté
diciendo a diario ‘dame, dame’ y deseando continuamente mayor gracia, sin
embargo, jamás carecerá completamente de ninguna cosa buena que le sea
necesaria. La semilla de Dios permanecerá
en él y su agua será en él una fuente que le abastezca hasta llegar al Cielo.
Este texto fue excelentemente predicado por nuestro Salvador, en Juan 7:38,39.”
CHARLES SIMEON
“Los
hombres de este mundo son insaciables en su deseo de ir tras las vanidades del
tiempo y el sentido. Cuanto más placeres, riquezas u honor tienen, más quieren
[Job 20:22]. Pero un trago de esta agua viva satisfará el alma: de este
manantial celestial en verdad, todos los que una vez lo han probado, desearán beber de nuevo; sí, jadearán
tras ella como el ciervo tras los arroyos. Pero su deseo de las cosas
terrenales disminuirá en gran medida.
Los
consuelos del Espíritu serán considerados por ellos como la única porción
satisfactoria [Isa 55: 2.]: Harán que todo lo demás parezca insípido, así como
la contemplación del sol meridiano oscurecerá en sus ojos el esplendor de todo
objetos inferiores [Sal 73:25. Filipenses 3: 7-8.]
Su tendencia de vida se volverá celestial: El suministro de agua en “un pozo” es constante y
uniforme: por eso el Espíritu opera en el corazón del hombre. Ciertamente habrá
temporadas en las que sus operaciones serán menos manifiestas; pero siempre
residirá en nosotros como un principio de vida [Jn 14:16-17.]: Despertará
afectos santos y celestiales en nuestros pechos [Gal 4:6.]: Mantendrá el cielo
mismo a nuestra vista [Efesios 1:14.]: Y el único objetivo de todos sus
movimientos será el de llevarnos a la
vida eterna; y, si apreciamos sus movimientos, ¿No logrará traernos a la
posesión de ella?”
JOHN GILL
“Pero el agua que yo le daré será en él un
pozo de agua; que denota la
abundancia; porque la gracia de Dios dada en la conversión es sumamente
abundante, sobrepasa toda la abundancia
del pecado; viene en grandes corrientes al corazón de las personas
regeneradas, y sale de ellas como ríos de agua viva; y que también permanece,
porque continúa brotando a la vida eterna: es una semilla que permanece, un
principio inmortal y que nunca muere; y está inseparablemente conectado con la
vida eterna.”
J.C RYLE
“[Mas el que bebiere […] no tendrá sed jamás].
Estas palabras contienen una promesa preciosa y declaran una verdad gloriosa
del Evangelio. Se prometen los beneficios de los dones de Cristo a todo aquel
que esté dispuesto a recibirlos, independientemente de quién sea. Quizá haya
sido tan malo como la mujer samaritana; pero la promesa es para él igual que
para ella: “El que bebiere […], no tendrá
sed jamás”. La afirmación “no tendrá
sed jamás” no significa que “no volverá a sentir necesidad espiritual
alguna”. Simplemente asevera la naturaleza permanente y duradera de los beneficios
que proporciona Cristo. El que bebe del agua viva que da Cristo, jamás perderá por completo la pureza,
limpieza y renovación del corazón que produce.
La
traducción de la frase no expresa toda la intensidad del original griego. La
equivalencia literal sería: “No tendrá
sed en toda la eternidad”. En el Evangelio según S. Juan, esa expresión
se utiliza frecuentemente (cf. Juan 6:51–58; 8:51; 10:28; 11:26; 14:16).
[El agua […] daré […] fuente […] vida eterna].
Para ver todo el sentido de esta frase figurada, es preciso parafrasearla. El
significado parece ser algo así: “El don
de la gracia, misericordia y paz que estoy dispuesto a dar será para el corazón
de quien lo reciba una fuente inagotable de consuelo, satisfacción y renovación
espiritual que seguirá fluyendo no solo durante esta vida, sino para la vida
eterna. El que recibe mi don de agua viva tiene abierta en su alma una fuente
de satisfacción espiritual que no se secará ni en esta vida ni en la venidera,
sino que manará para toda la eternidad”.
Observemos
que todo el versículo es un sólido argumento a favor de la doctrina de la perpetuidad de la gracia y la consiguiente
perseverancia en la fe de los creyentes. Es difícil entender cómo la doctrina
arminiana de la posibilidad que tienen los creyentes de apartarse completamente
y perderse puede reconciliarse con una interpretación natural de este
versículo.
Zuinglio
piensa, con gran verosimilitud, que las palabras “en él una fuente” señalan los beneficios que la gracia, una
vez recibida, hace que un hombre imparta a otros además de disfrutarlos él
mismo (cf. Juan 7:38).
Comenta
Rollock acerca de este versículo: “Permítaseme expresar en pocas palabras mis sentimientos:
No encontrarás nada en el Cielo o en la Tierra con lo que estés satisfecho y
que te aporte lo que necesitas a excepción de Jesucristo, con la plenitud de la
deidad que habita en Él corporalmente”.
GARY BAUMLER
“Jesús
era mucho más importante que Jacob y esta agua era diferente. Era un agua
espiritual, celestial, permanente. Un poco de ella apagaría toda sed para
siempre. Jesús dijo que esta agua se va a convertir en una fuente de agua que
brotará dentro de la persona para vida eterna. Beber el agua es un paralelo a
creer en Jesús. Cualquiera que crea en Jesús tiene vida eterna.
Las
palabras de Jesús repiten las figuras y las promesas del Antiguo Testamento
para la era mesiánica. “El lugar seco se
convertirá en estanque y el sequedal en manaderos de agua”, dijo Isaías
(35:7), que también predijo que el pueblo no tendrá “hambre ni sed” y que Dios los guiará y los conducirá “a manantiales de aguas” (49:10).
Jeremías identificó al Señor como “fuente
de agua viva” (2:13). También viene a nuestra memoria el Salmo 42: “Como el ciervo brama por las corrientes de
las aguas, así clama por ti, Dios, el alma mía” (versículo 1).
La
verdad es sencilla, la imagen es profunda. Ahora la fe en Jesús da la vida
eterna. Se puede entender que Jesús y su Espíritu son el agua. La fe es
recibirla. El agua que Jesús nos da se convierte en nosotros “en una fuente de agua que salte para vida
eterna”. La vida con Jesús se vuelve parte de nuestro ser: dinámica, fresca, fluida, eterna.”
XAVIER LEON DUFOUR
“Según
una profecía de Ezequiel, Dios habría de derramar un agua después de la reunión
de los dispersos, para significar la purificación y la renovación de los
corazones (Ez 36,25-27). Aquí hay más todavía: el agua que da Jesús se
convierte en quien la recibe en un manantial «que brota hasta la vida eterna». Hay que sopesar bien esta
expresión; no designa el punto de llegada, el fin último de la fuente, sino un
modo de existir nuevo y permanente. Porque el agua «se convierte» en vida eterna inmediatamente y, según la
actualización joánica de la escatología, no se trata de una realidad posterior a
la muerte, sino concedida al hombre desde
que cree en la palabra del Revelador.
Es
lo que Jesús había revelado anteriormente: «Dios
dio a su Hijo único para que todo el que cree en él tenga la vida eterna»
(cf. 3,16s). En cuanto a la expresión «brotar»,
hace pensar en la leyenda judía del pozo que «subía y desbordaba» (Num 21:17) para calmar la sed de los hebreos
en el desierto. Si la fuente de Jesús brota de forma permanente, es para que quede saciada la sed más
profunda del hombre: el deseo de participar de la vida de Dios mismo.
En
el Antiguo Testamento, el agua de la fuente simboliza fundamentalmente la vida,
que —en el caso del hombre— se comprende siempre como una realidad suspendida
de Dios mismo y que implica, además del hecho de existir, el desarrollo de todo
el ser. Según el contexto presente o futuro, el empleo metafórico del término «agua» funciona ordinariamente de dos
maneras. Para el tiempo presente, el agua vivificante simboliza la revelación y
en particular la revelación de la Ley. (Cf Prov. 13:14, y 18:4)
Lo
confirma la interpretación targúmica, ya que donde Isaías dice: «Sacaréis agua con alegría de las fuentes de
la salvación» (Is 12:3), el Targum comenta: «Recibiréis una nueva
instrucción con gozo por obra de los elegidos de justicia»; y donde Isaías
dice: «Vosotros, todos los que tenéis
sed, ¡venid hacia el agua!» (Is 55:1), el Targum traduce: «Todo el que
desee la instrucción, ¡que venga y aprenda!».
Un
texto samantano identifica incluso el agua con la Ley:
(La Ley) es un pozo de agua excavado por
un profeta de tal categoría como no ha surgido nunca nadie desde Adán, el agua
que allí hay procede de la boca de la divinidad… Bebamos de las aguas que hay
en los pozos Su boca es como el Eufrates, que mana aguas vivas para saciar la
sed de todo el que beba en ellas (Memar
Marqah 6:3)
En las aguas profundas de una fuente
agradable está la vida eterna; mantengámonos en el conocimiento para beber de
sus aguas Tenemos sed de las aguas de la vida
(Ibid 2,1)
Así
es la sabiduría que permite vivir de acuerdo con la voluntad divina.
Por
consiguiente, el contexto joánico invita a ver en el agua viva prometida por
Jesús una revelación superior a la revelación hecha a los padres, y eso es
precisamente lo que la samaritana sugiere al final del diálogo, cuando dice que
«el Mesías nos revelará todas las cosas»
(4,25).”
LEON MORRIS
“Podemos
ver el movimiento vigoroso típico de las fuentes en la expresión “que brota” o, mejor, “que surge” o “que nace” (“brotar” es
una mala traducción: la misma palabra, pero en forma compuesta, se usa en
Hechos 3:8 para decir que el cojo “de un
salto” se puso en pie). La vida que Jesús da no es una vida estática ni apagada.
Es mucho más que un simple comienzo de un
nuevo estado, el estado de ser salvo, en vez de estar perdido. Se trata de
una vida abundante (10:10), y el Espíritu vivo en las personas es una clara
prueba de ello. Es más que probable que estas palabras también indiquen que esa
vida dentro de los creyentes es una
fuerza activa y creadora (cf. 7:38; Is. 58:11). La vida engendra vida.”
SAMUEL P. MILLOS
“No tendrá sed jamás… La construcción
gramatical es muy intensa con un adverbio y una partícula de negación juntas,
que denotan el sentido de negación absoluta, de ningún modo, nunca. El agua de vida procede de Dios y se otorga
por medio de Jesucristo. Pero, si el agua es espiritual, la sed a la que el Señor
se refiere ha de serlo también. El término que usa aquí Jesús para referirse a
la procedencia del agua tiene que ver con una fuente que mana continuamente; un
manantial inagotable que satisface totalmente la sed espiritual del hombre, por
intensa que sea. De otro modo, el agua viva que concede Jesús en gracia, se
caracteriza porque quien la recibe queda
satisfecho perpetuamente. Sin duda esto no excluye la búsqueda continua que
el creyente tiene de Dios, que es una auténtica sed espiritual, como dice
Calvino:
"Las
palabras de Cristo no contradicen el hecho de que los creyentes, hasta el final
de sus días, desean ardientemente una gracia más abundante. Porque no dice que
bebemos y ya estamos satisfechos desde el primer día, sino que el Espíritu
Santo es un pozo que fluye constantemente. Así que, para aquellos que son
renovados por la gracia espiritual, no hay peligro de caer en la sequía".
La orientación del Evangelio es siempre a Jesús y no al hombre, en ese sentido, lo inagotable es el regalo del agua de vida, que impide que el que la tiene se convierta en un sediento, porque tiene todos los recursos de la gracia a su disposición en cualquier momento.”
WILLIAM HENDRIKSEN
“Obsérvese
el contraste que Jesús presenta aquí:
UN CONTRASTE DE AGUAS (W.HENDRIKSEN) |
|
El agua del pozo
de Jacob: |
El agua viva que
Jesús concede: |
(1) no puede
evitar que se tenga sed otra vez… y otra vez… y otra vez. |
(1) hace perder
la sed para siempre; es decir, da satisfacción duradera, una vez sea
creyente, y haya nacido de nuevo. Véase 6:35; Is. 49:10; Ap. 7:16, 17; 21:6;
22:1, 17. |
(2) queda fuera
del alma, y no es capaz de llenar sus necesidades. |
(2) entra en el
alma y permanece dentro, como fuente de frescura y satisfacción espiritual. |
(3) es de
cantidad limitada, disminuye, desaparece al beberla. |
(3) es un manantial
perpetuo. Aquí en la tierra sostiene a la persona espiritualmente con vistas
a la vida eterna en los cielos (“para vida eterna”). |
MATTHEW HENRY
“No
tendrá sed jamás, porque, por mucha que sea la sed que tenga, será saciada por
Dios, sólo en Dios, y tendrá más y más de Dios. El vacío interior que todo ser
humano siente (al menos, alguna vez) en su vida, sólo puede llenarse con Dios.
El Creador ha puesto en nuestro corazón un abismo, es decir, algo que no tiene
fondo; y un abismo sólo se llena con otro abismo. Como muy bien escribió
Agustín de Hipona: «Nos hiciste, Señor,
para ti, y está intranquilo nuestro corazón hasta que descanse en ti». La
razón por la que todo aquel que beba del agua viva no tendrá sed jamás es que
Cristo no sólo da el agua, sino también el manantial.
Por
Jua_7:37-39 vemos que el manantial del agua viva es el Espíritu Santo; es como un surtidor de agua que se
instala dentro de nosotros aquí y ahora, y salta hasta el Cielo para perdurar
por toda la eternidad. Si sólo fuésemos canales o depósitos del agua
espiritual, podríamos temer que nos faltase el agua, pero al tener dentro el
mismo manantial no hay miedo de que nos falte la provisión.
Nuestra
satisfacción espiritual es siempre segura, siempre está a mano, ya que el
surtidor siempre rebosa, está en perpetuo movimiento. Si la verdad llega a
estancarse dentro de nosotros, nuestra vida espiritual se deteriora, pues no
responde a la necesidad que constantemente nos acosa. Es menester que vaya
creciendo nuestro conocimiento del Señor, como es necesario que se vaya
realizando nuestra transformación en Él (v. Rom_8:29; 2Co_3:18; Efe_3:18-19;
Efe_4:13; Col_2:6-7; 1Jn_2:3-4).”
WILLIAM MACDONALD
“El
agua que Jesús da satisface de verdad. Todo el que bebe del agua de las
bendiciones y misericordia de Cristo no tendrá sed jamás. No sólo Sus
beneficios llenan el corazón, sino que también rebosan. Son como una fuente que
borbotea, constantemente derramando sus aguas, y no sólo en esta vida sino
también en la eternidad. La expresión que salte para vida eterna significa que
los beneficios de esta agua que da Cristo no se limitan a la tierra, sino que
permanecerán para siempre. El contraste es sumamente vívido. Todo lo que la
tierra pueda proveer no es suficiente para llenar el corazón del hombre. Pero
las bendiciones que Cristo provee no solamente llenan el corazón, sino que son
demasiado grandes para que puedan ser contenidas por ningún corazón.
El mundo entero no puede
Llenar los tres ámbitos del corazón,
Sino que queda anhelante;
Sólo la Trinidad que lo hizo podrá
Llenar el vasto y triangular humano
corazón.
George Herbert.
Los
placeres de este mundo duran unos pocos y breves años, pero los placeres que Dios da van para vida eterna.”
WILLIAM BARCLAY
“Algunas
veces los rabinos identificaban esta agua viva con la sabiduría de la Ley;
otras, con nada menos que el Espíritu Santo de Dios. Todo el lenguaje pictórico
de la religión judía estaba impregnado de esta idea de la sed del alma que sólo
podía apagar el agua viva que era un don de Dios. Pero la mujer entendió lo que
le decía Jesús con un literalismo casi crudo. ¿Estaba ciega porque no quería
ver?
Jesús pasó a hacer una afirmación
todavía más alucinante, que Él podía darle el agua viva que le quitaría la sed
de una vez para siempre. Lo curioso es que la mujer volvió a entenderlo
literalmente; pero de hecho no era sino Su presentación como Mesías. En la
visión profética de la era por venir, la era de Dios, la promesa era: "No
tendrán hambre ni sed» (Isa_49:10 ). Era en Dios, y sólo en Él, donde se
encontraba la fuente de agua viva que satisface toda sed. «Contigo está el
manantial de la vida,» exclamaba el salmista (Sal_36:9 ).
Es del mismo trono de Dios de donde mana el río de la vida (Apo_22:1 ). Es el Señor el Que es la fuente de agua viva (Jer_17:13 ). Sería en la era mesiánica cuando el sequedal se volvería manaderos de aguas (Isa_35:7 ). Cuando Jesús hablaba de traer a la humanidad la única agua que puede apagar definitivamente la sed, no hacía sino afirmar que Él era el Ungido de Dios que había venido a inaugurar la nueva era.”
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