E indiscutiblemente,
grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en
carne, Justificado en el
Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los
gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en
gloria. 1 Timoteo 3:16 |
BIBLIA DE ESTUDIO EDWING PIÑANGO
TOMO II EVANGELIO DE JUAN CAPITULOS 1 AL 7
PROLOGO
Agradezco a Dios profundamente por el privilegio de
haberlo conocido, y permitirme adentrarme en las aguas de su infinita sabiduría
contenida en su palabra, nuestra Biblia. Quiso el Espíritu Santo que tuviera el
tiempo, los recursos, la salud, las ganas y la colaboración de emprender esta
importante empresa, que no tiene otro fin que el de aportar, a nuestros
hermanos cristianos de Latinoamérica, una Biblia de Estudio que recopile los
mejores comentarios bíblicos, verso a verso, de importantes siervos de Dios que
influyeron nuestra Iglesia, no solo con su pensamiento, sino con su defensa y
valentía de la palabra de Dios.
En
esta vasta tarea de recopilación, me he encontrado, obviamente, con muy buenos
comentarios. ¿Cuál elegir? He optado por escoger los mejores desde un punto de
vista pastoral, devocional, exegético y teológico. He enfocado los comentarios a
un punto de vista completamente bíblico, es decir siempre tomando en cuenta que
los comentarios se ajusten al principio
reformado de la SOLA SCRIPTURA. También he tomado como principio que todo
comentario no contradiga ni la inerrancia, la infabilidad y la santidad de las
Escrituras, así cuando no sea el autor del mismo un reformado declarado, por lo
menos que su comentario no contradiga dicho punto de vista.
Mi
inspiración ha sido Orígenes, Spurgeon y Calvino, los cuales me han servido de
modelo para hacer esta obra, para la Gloria de Dios. En Orígenes me inspiré por
su gran obra perdida llamada Hexapla,
la cual siempre me llamo la atención por lo adelantado para la época, así como
lo innovadora y poderosa herramienta tanto para los exegetas, traductores y el
mismo pueblo común. Esta obra me gustaría que sirviera igualmente de
herramienta y ayuda a todo nivel, tanto para los expertos como a nivel popular.
Charles Spurgeon y su Magnus Opus “El
Tesoro de David” me inspiró en la forma de selección de comentarios y en la
estructura del libro. En Calvino me inspiré en lo casi perfectamente ajustado
que estuvo siempre en sus comentarios bíblicos, a la palabra de Dios. Sírvase
que cada comentario puesto en esta obra, sea una alabanza a la palabra divina.
Ch.
Spurgeon decía: “La palabra de Dios, aparte del Espíritu de Dios, no les servirá
de nada. Si no puedes entender un libro, ¿sabes cuál es la mejor manera de
captar su significado? Escríbele al autor y pregúntale qué es lo que quiso
decir. Si tienes que leer un libro, pero siempre tienes acceso a su autor, no
necesitas quejarte de que no lo entiendes.
El
Espíritu Santo ha venido para habitar con nosotros para siempre. Escudriñen las
Escrituras, pero clamen por la luz del Espíritu, y vivan bajo su influencia.
Así combatió Jesús al antiguo dragón, “siendo llevado por el Espíritu.” Él hirió
a Leviatán con esta arma, porque el Espíritu de Dios estaba con Él. Vayan
ustedes con la palabra de Dios como con una espada de dos filos en su mano,
pero antes de alistarse en las filas, oren para que el Espíritu Santo los
bautice en Él, y así vencerán a todos sus adversarios, y triunfarán hasta el
fin. Que Dios los bendiga, por Cristo Jesús”.
No
me gustaría hacer más largo el Prólogo, y demos paso a nuestro Rey, a nuestro
Salvador Jesús, Verbo eterno y autor de las Sagradas Escrituras, a él sea la Gloria
por los Siglos de los Siglos!.
Nota: Para contacto, información, ayuda, o preguntas,
comuníquese conmigo a través de mi correo electrónico edwingfenix@gmail.com o también en mi cuenta de Facebook (Edwing Piñango) y mi
grupo de Facebook “Centro cristiano de teología exegesis y hermenéutica “John
Flavel”. También tengo twitter @edwingfenix.
Debo agradecer primeramente a nuestro Dios, por darme a conocer Su Palabra, la Biblia y mostrar su amor en toda mi vida, salvándome, ayudándome, estando cerca de mí, escuchando mis oraciones, siempre haciendo presente en mi vida uno de sus atributos como es (y es mi preferido) su fidelidad. Él se hace cada vez más amable para mí a medida que ÉL me hace crecer.
Ciertamente
puedo estar de acuerdo con Samuel Rutherford (1600–1661) en que no sé qué
persona divina amo más, Padre, Hijo o Espíritu Santo, pero sé que amo a cada
uno de ellos y los necesito a todos. Una cosa que me ha atraído a los
puritanos, a quienes comencé a leer hace un año a la edad de treinta y cuatro
años, es su obsesión con Dios Triuno. Cada vez más codicio de su centrado trinitarianismo, tanto como teólogos como
creyentes en Cristo.
También
debo mostrar agradecimiento a mi familia, por su paciencia, comprensión y
ayuda. A mi madre Amada Pérez, quien fue una de las artífices escogidas por
Dios, para llevarme al camino y al sendero del Buen Pastor, a través de sus
oraciones y consejos, Jesús cumplirá su promesa en Amada: Mat 5:8 “Bienaventurados los de limpio corazón,
porque ellos verán a Dios”. A mi hermana Yojara Piñango, quien me ha
ayudado en todo momento, facilitándome el poder completar esta obra de manera
más fácil. A ella se le dará la promesa dicha por nuestro Rey Jesús: Luc 12:37 “Bienaventurados
aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto
os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles”.
Al Dios trino que me ha amado con un amor eterno, y que continuará amándome
por siempre a causa de Jesucristo; me sumo al apóstol Pablo en doxología:
“porque de él, y por él, y para él, son todas las Cosas: a quien sea la gloria
para siempre. Amén” (Rom. 11:36).
ABREVIATURAS E INSTRUCCIONES DE USO
VERSIONES QUE SE UTILIZARON EN LA
BIBLIA DE ESTUDIO:
PARA TODOS LOS TOMOS DE
LA BIBLIA DE ESTUDIO EDWING PIÑANGO: RV60 (Reina Valera 1960, NVI (Nueva Versión Internacional
1999), BTX4 (Biblia Textual IV edición), TCB (Tesoro del Conocimiento Bíblico).
PARA EL ANTIGUO
TESTAMENTO: LXX+
(Septuaginta con números Strong), RV1960+ (Reina Valera 1960 con números
Strong), VUL (Biblia Vulgata latina de Jerónimo). KJV (Biblia Version King
James 1769)
PARA EL NUEVO
TESTAMENTO: TR+
(Textus Receptus con números Strong), INA27+ (Nestlé-Aland Edición 27 con
números Strong), VUL (Biblia Vulgata latina de Jerónimo). KJV (Biblia Version
King James 1769)
PARA CONOCER LAS AYUDAS GRAMATICALES PARA EL TEXTUS RECEPTUS Y LA INA27+ CONSULTE AL FINAL DEL LIBRO.
LA COLECCIÓN ESTARÁ
DISEÑADA DE LA SIGUIENTE MANERA:
ELABORADA EN 11 TOMOS (EN SU PRIMERA PARTE) QUE IRÁN
SALIENDO CONFORME LOS VAYA TERMINANDO.
TOMO 1: GENESIS DEL
CAPITULO 1 AL 9 (TERMINADO EL 11-06-2021)
TOMO 2: EVANGELIO DE
JUAN DEL CAPITULO 1 AL 7
TOMO 3: EVANGELIO DE
JUAN DEL CAPITULO 8 AL 15
TOMO 4: EVANGELIO DE
JUAN DEL CAPITULO 16 AL 21
TOMO 5: CARTA DE PABLO
A LOS ROMANOS CAPITULO 1 AL 4
TOMO 6: CARTA DE PABLO
A LOS ROMANOS CAPITULO 5 AL 8
TOMO 7: CARTA DE PABLO
A LOS ROMANOS CAPITULO 9 AL 12
TOMO 8: CARTA DE PABLO
A LOS ROMANOS CAPITULO 13 AL 16
TOMO 9: 1 CARTA DE
JUAN
TOMO 10: ISAIAS
CAPITULOS 40 Y 53
TOMO 11: COMENTARIOS A
LOS 10 MANDAMIENTOS
NOTA ADICIONAL: He decidido preservar para los comentarios de los
padres de la iglesia, los calificativos “san” o “venerable” (en el caso de
Beda), para diferenciarlos de otras personas que tenían los mismos nombres. No
lo hice con ningún afán de exhaltarlos como santos
(porque todos seremos santos en Cristo Jesús), y mucho menos para promover su
adoracion o veneración. Solamente y únicamente con fines practicos de
localización y ubicación de la persona que se está citando.
Las letras en cursivas son añadiduras personales. La
cursiva significa cierto énfasis, la
cursiva con subrayado un muy
importante énfasis y si es con negrita, cursiva y subrayado, significa
una trascendental y muy importante cita.
Todos los comentarios son de
libre traducción hecha por mí. En algunos casos (en su mayoría los comentarios
actuales, como J. Macarthur, Morris, Ryle, etc) ya están en Español, por lo que
me resulto mucho más fácil sintetizarlos o resumirlos. Algo muy importante a
decir, es que no están los comentarios
completos del verso escrito por el autor en este estudio. Los he resumido
yo en lo personal, por lo que si quiere ver el comentario completo de dicho
autor, tendrá que consultar la obra original.
Se que debo la Bibliografia, que
debe estar en todo trabajo (¡y más en uno de este calibre y tamaño!). Pero por
lo laborioso que es en construirlo me tardará mucho tiempo. Por lo tanto, tomé
la decisión de irlo añadiendo paulatinamente en ediciones posteriores a la
obra.
INTRODUCCIÓN AL EVANGELIO DE JUAN
DEFENSA HISTÓRICO – APOLOGÉTICO DEL EVANGELIO DE JUAN
COMPARACIÓN CON LOS SINOPTICOS
El
Evangelio de Juan resalta por los continuos ataques que le hacen desde el
liberalismo. Dicen de él que no es ni histórico, ni concuerda con los
sinópticos. Desde luego, los cuatro Evangelios son uno y hay perfecta
consonancia entre ellos, pero el Evangelio según Juan es diferente y único. No es una biografía de Cristo, sino una
selección de sus señales, obras y enseñanza, junto con el testimonio de muchas
personas, que confirman que El es el Hijo
de Dios (Dios el Hijo).
Los cuatro Evangelios registran el ministerio
de Jesucristo, y concluyen con la narración detallada de su muerte, sepultura y
resurrección. Fueron escritos para producir la fe salvadora en Cristo, como
Juan afirma con toda claridad (20:30, 31). En lugar de repetir los detalles del
nacimiento de Jesús de una virgen, Juan escribe un prólogo solemne que enfáticamente
afirma la Deidad de Cristo (1:1-18).
Los cuatro hablan de Juan el bautista, pero
los Sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) presentan los detalles de su nacimiento,
ministerio y mensaje (el arrepentimiento y el bautismo para perdón de los
pecados), pero para el cuarto Evangelio lo importante era el testimonio de
Juan: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo"
(1:29, 36), y que a pesar de su propia popularidad, el bautista enfatizaba que
él no era el Cristo, sino sólo la voz que clamaba en el desierto (1:23).
Los
Sinópticos enfatizan la obra de Jesús en Galilea, mientras que Juan se
concentra en su enseñanza y obra en Judea y en Jerusalén. La lectura de los
Sinópticos no revela cuánto tiempo duró el ministerio de Jesús, pero Juan se
refiere a las sucesivas Pascuas para marcar su duración. Es probable que la
fiesta de Jua_5:1 fue otra Pascua y si así fue, el ministerio de Jesús duró más
de tres años. (Algunos dudan que esta fiesta haya sido la Pascua, pero véase
Notas sobre este texto).
Juan no repite los milagros de echar fuera
demonios y de limpiar a los leprosos, pero registra algunos milagros omitidos
por los otros: la sanidad del paralítico de Betesda, la sanidad del hombre que
nació ciego, y la resurrección de Lázaro. No sólo omitió el nacimiento de Jesús
de una virgen, sino también las tentaciones (Mat_4:1-25), la transfiguración,
la institución de la cena del Señor, y su agonía en Getsemaní.
Sólo Juan narra los discursos de Jesús con
Nicodemo y la mujer samaritana, y los discursos sobre el pan de vida, el Buen
Pastor, la Vid y los sarmientos, los dichos "Yo soy", la explicación
detallada de la venida (y el propósito de la venida) del Espíritu Santo.
Juan es el que nos dice que Cristo vino para
revelar al Padre y que, por eso, el ver a Jesús era ver al Padre (8:19; 12:45;
14:9). Juan nos dice que Cristo era igual a Dios (5:18) y que debemos honrarle
como honramos al Padre (5:23).
AUTORIA DEL EVANGELIO
Autor
y fecha.
Aunque
el nombre del autor no aparece en el Evangelio, la tradición de la iglesia
primitiva fuerte y consecuentemente lo identificó como el apóstol Juan. El
padre de la iglesia primitiva Ireneo (ca. 130-200 d.C.) fue un discípulo de
Policarpo (ca. 70-160 d.C.), quien a su vez fue un discípulo del apóstol Juan,
y él testificó en la autoridad de Policarpo que Juan escribió el Evangelio
durante su residencia en Éfeso en Asia Menor cuando él era avanzado en edad
(Against Heresies [Contra herejías] 2.22.5; 3.1.1). Después de Ireneo, todos
los padres de la iglesia dieron por sentado que Juan era el escritor del
Evangelio. Clemente de Alejandría (ca. 150-215 d.C.) escribió que Juan,
consciente de los hechos establecidos en los otros Evangelios y siendo guiado
por el Espíritu Santo, compuso un "evangelio espiritual" (vea Ecclesiastical
History [Historia de la iglesia] de Eusebio 6.14.7).
Reforzando
la tradición de la iglesia primitiva hay características significativas
internas del Evangelio. Mientras que los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos,
Lucas) identifican al apóstol Juan por nombre aproximadamente veinte veces
(incluyendo paralelos), él no es mencionado directamente por nombre en el
Evangelio de Juan. En lugar de esto, el autor prefiere identificarse a sí mismo
como el discípulo "al cual Jesús amaba" (Jua_13:23; Jua_19:26;
Jua_20:2; Jua_21:7; Jua_21:20). La ausencia de cualquier mención del nombre de
Juan directamente es impresionante cuando uno considera la participación
importante que tuvieron otros discípulos que son nombrados en este Evangelio.
Sin embargo, la designación continua de sí mismo como el discípulo "al
cual Jesús amaba", una evasión deliberada por parte de Juan de su nombre
personal, refleja su humildad y celebra su relación para con su Señor Jesús.
Ninguna mención de su nombre fue necesaria debido a que sus lectores originales
claramente entendieron que él era el autor del Evangelio. También, a través de
un proceso de eliminación basado primordialmente en un análisis del material en
los caps.Jua_20:1-31; Jua_21:1-25, este discípulo "al cual Jesús amaba"
se reduce al apóstol Juan (p. ej.Jua_21:24; cp. Jua_21:2). Debido a que el
autor del Evangelio es exacto en mencionar los nombres de otros personajes en
el libro, si el autor hubiera sido alguien fuera del apóstol Juan, no habría
omitido el nombre de Juan.
La
condición anónima del Evangelio fuertemente refuerza los argumentos en favor de
que Juan sea el autor, ya que solo alguien de su bien conocida y preeminente
autoridad como apóstol podría ser capaz de escribir un Evangelio que fuera
diferente de una manera tan marcada en forma y sustancia de los otros
Evangelios y haber recibido aceptación unánime en la iglesia primitiva. En
contraste, los evangelios apócrifos producidos a mediados del siglo segundo en
adelante fueron falsamente atribuidos a apóstoles u otras personas famosas
asociadas de manera cercana a Jesús, sin embargo, universalmente fueron
rechazados por la iglesia.
Juan
y Jacobo, su hermano mayor (Hch_12:2), eran conocidos como "los hijos de
Zebedeo" (Mat_10:2-4), y Jesús les dio el nombre de "Hijos del
trueno" (Mar_3:17). Juan fue un apóstol (Luc_6:12-16) y uno de los tres
asociados más íntimos de Jesús (junto con Pedro y Jacobo, cp. Mat_17:1;
Mat_26:37), siendo un testigo ocular y participante en el ministerio terrenal
de Jesús (1Jn_1:1-4). Después de la ascensión de Cristo, Juan se convirtió en
un "pilar" en la iglesia de Jerusalén (Gál_2:9). Él ministró con
Pedro (Hch_3:1; Hch_4:13; Hch_8:14) hasta que fue a Éfeso (la tradición dice
antes de la destrucción de Jerusalén), desde donde escribió este Evangelio y
desde donde los romanos lo exiliaron a Patmos (Apo_1:9). Además del Evangelio
que lleva su nombre, Juan también escribió 1, 2 y 3 de Juan y el libro de
Apocalipsis (Apo_1:1).
Debido
a que los escritos de algunos de los padres de la iglesia indican que Juan
estuvo activamente escribiendo durante su edad madura y que ya estaba
consciente de los Evangelios sinópticos, muchos fechan el Evangelio en algún
momento después de la composición es estos últimos, pero previo al momento en
el que Juan escribió 1, 2 y 3 Juan o Apocalipsis. Juan escribió su Evangelio
ca. 80-90 d.C., alrededor de cincuenta años después de que fue testigo del
ministerio terrenal de Jesús.
TRASFONDO HISTORICO Y TEMA CENTRAL
Juan
construye su Evangelio alrededor de siete milagros o «señales» que se habían
hecho en público. Cada uno de estos milagros tiene el designio de mostrar que
Jesús es Dios:
(1)
La transformación del agua en vino en las bodas en Caná de Galilea (Jua_2:9).
(2)
La curación del hijo del noble (Jua_4:46-54).
(3)
La curación del paralítico en el estanque de Betesda (Jua_5:2-9).
(4)
La alimentación de los cinco mil (Jua_6:1-14).
(5)
La andadura de Jesús sobre el Mar de Galilea para salvar a Sus discípulos de la
tempestad (Jua_6:16-21).
(6)
La curación del ciego de nacimiento (Jua_9:1-7).
(7)
La resurrección de Lázaro de los muertos (Jua_11:1-44). Además de estos siete
milagros llevados a cabo en público, hay una octava señal llevada a cabo sólo
para Sus discípulos después de la resurrección -la pesca milagrosa (Jua_21:1-14).
Dice
Charles R. Erdman que el Cuarto Evangelio «ha inducido a más personas a seguir
a Cristo, ha inspirado a más creyentes a un servicio leal, ha presentado más
problemas a los académicos, que cualquier otro libro que se pueda pensar».
La
cronología del ministerio terrenal de nuestro Señor se construye en base de
este Evangelio. Por la lectura de los otros tres Evangelios, podría parecer que
el ministerio de Cristo había durado sólo un año. Las referencias a las fiestas
anuales que aparecen en Juan nos dan una duración de Su ministerio público de
alrededor de tres años. Obsérvense estas referencias: La primera Fiesta de la
Pascua (Jua_2:12-13); «una fiesta» (Jua_5:1), posiblemente la Pascua o Purim;
la segunda (o tercera) Fiesta de la Pascua (Jua_6:4); la Fiesta de los
Tabernáculos (Jua_7:2); la Fiesta de la Dedicación (Jua_10:22), y la última
Fiesta de la Pascua (Jua_12:1).
Juan
es también específico en sus referencias al tiempo. Mientras que los otros tres
escritores se contentan a menudo con referencias aproximadas, Juan menciona
detalles específicos como la hora séptima (Jua_4:52); el tercer día (Jua_2:1);
dos días (Jua_11:6) y seis días (Jua_12:1).
El
estilo y vocabulario de este Evangelio son singulares excepto por las Epístolas
de Juan. Las oraciones son breves y sencillas. Son hebreas en pensamiento
aunque griegas de lenguaje. ¡A menudo, cuanto más breve la oración, tanto más
vigorosa la verdad! El vocabulario es el más limitado de todos los Evangelios,
pero el más profundo en significado. Obsérvense estas importantes palabras y
cómo a menudo aparecen: Padre (118), creer (100), mundo (78), amor (45),
testigo, testimonio, testificar, etc. (47), vida (37), luz (24).
Un
rasgo característico de Juan es el empleo del número siete y de sus múltiplos.
A lo largo de la Escritura las ideas de perfección y plenitud van unidas a este
número (véase Gén_2:1-3). En este Evangelio, el Espíritu de Dios perfecciona y
completa la revelación de Dios en la Persona de Jesucristo, y por ello son
frecuentes las pautas basadas en el número siete.
Los
siete «Yo soy» de Juan son conocidos: «El Pan de Vida» (Jua_6:35; Jua_6:41;
Jua_6:48; Jua_6:51); «La Luz del Mundo» (Jua_8:12; Jua_9:5); «La Puerta»
(Jua_10:7; Jua_10:9); «El Buen Pastor» (Jua_10:11; Jua_10:14); «La Resurrección
y la Vida» (Jua_11:25); «El Camino, la Verdad, y la Vida» (Jua_14:6); y «La
Vid» (Jua_15:1; Jua_15:5). No tan conocidos son los siete «Yo soy» sin predicado, esto es, la simple declaración: Jua_4:26;
Jua_6:20; Jua_8:24; Jua_8:28; Jua_8:58; Jua_13:19; Jua_18:5; Jua_18:8.
La última es doble.
En
el sexto capítulo, que tiene que ver con el Pan de Vida, la palabra griega
traducida «pan» y «panes» aparece veintiuna veces, un múltiplo de siete.
También en el discurso del Pan de Vida, la expresión «pan del cielo» aparece
exactamente siete veces; también aparece siete veces una expresión similar,
«desciende del cielo».
El
propósito de Juan al escribir, tal como hemos visto, era que sus lectores
creyesen «que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo,
[[tengan]] vida en su nombre» (Jua_20:31).
LOS LECTORES PARA QUIENES FUE DESTINADO EL EVANGELIO DE
JUAN
En
cuanto a los lectores para quienes fué inmediatamente destinado, que eran
gentiles naturalmente podríamos suponer por lo tarde de la fecha; pero la
multitud de explicaciones de cosas familiares a todo judío, pone esto fuera de
toda duda.
Jamás
hubo duda acerca de la legitimidad y autenticidad de este Evangelio sino hacia
fines del siglo XIX ni fueron estas dudas expresadas en algún ataque formal contra
él; hasta que Bretschneider, en 1820, publicara su famoso tratado
("Probabilia", etc.), las conclusiones del cual él no fué bastante
cándido para reconocer, habían sido confutadas satisfactoriamente. Referirnos a
estas conclusiones sería tan penoso como innecesario; pues consisten en la
mayor parte en afirmaciones acerca de los discursos de nuestro Señor
registrados en este Evangelio, las cuales son repugnantes a toda mente
espiritual. La escuela Tübingen hizo todo lo posible, según su manera peculiar de
razonamiento, para infundir vida en esta teoría de la fecha postjoanina del
Cuarto Evangelio; y algunos críticos unitarios en este país todavía se adhieren
a ella. Pero para usar el lenguaje sorprendente de Van Osterzee acerca de
especulaciones similares sobre el Tercer Evangelio: "He aquí a la puerta
los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán" (Act_5:9),
damos el resultado en este esfuerzo destructivo. ¿Hay una mente de la menor
elevación de discernimiento espiritual que no vea en este Evangelio señales de
verdad histórica y una gloria sobresaliente cual ninguno de los otros
Evangelios posee, por brillantemente como ellos también atestiguan su propia
veracidad; y quien no esté listo a decir que si no es históricamente verdadero,
y verdadero tal como está, nunca habría podido ser compuesto ni concebido por
hombre mortal?
De
las peculiaridades de este Evangelio, haremos notar aquí sólo dos. La una es su
carácter meditativo. Mientras que las otras son puramente narrativas, el cuarto
evangelista "se detiene, como si fuese, a cada vuelta", como dice Da
Costa ("Cuatro Testigos", p. 234), "una vez para dar una razón,
otra vez para fijar la atención, para sacar alguna consecuencia, o hacer
aplicaciones, o dar salida a palabras de alabanza". Véanse los caps. 2:20,
21, 23-25; 4:1, 2; 7:37-39; 11:12, 13, 49-52; 21:18, 19, 22, 23. La otra
peculiaridad es su carácter suplementario. Por esto, en el caso presente,
queremos decir algo más que el cuidado con el cual omite muchos incidentes muy
importantes en la vida de nuestro Señor, por ningún motivo concebible sino que
eran bien conocidos por todos sus lectores, por medio de los tres Evangelios
anteriores, y que él sustituye en lugar de éstos una cantidad inmensa de
material riquísimo no hallado en los otros Evangelios. Nos referimos aquí más
particularmente a la naturaleza de los acontecimientos agregados que distinguen
este Evangelio; particularmente las menciones de las diferentes Pascuas que
ocurrieron durante el ministerio público de nuestro Señor, y la documentación
de sus enseñanzas en Jerusalén sin la cual, no es decir demasiado, no habríamos
podido tener sino un concepto muy imperfecto tanto de la duración de su
ministerio como del plan de él. Pero otro rasgo de estos acontecimientos
agregados es bien evidente y no menos importante. "Hallamos", para
usar otra vez las palabras de Da Costa (pp. 238, 239), algo abreviadas,
"sólo seis de los milagros de nuestro Señor relatados en este Evangelio,
pero éstos son todos de la clase más notable, y sobrepujan a los demás en
profundidad, especialidad de aplicación, y plenitud de sentido. De estos seis
sólo hallamos uno en los otros tres Evangelios: el de la multiplicación de los
panes. Parecería que principalmente este milagro por causa de las instrucciones
importantes para las cuales el milagro sirve de ocasión (cap. 6), se relata
aquí de nuevo. Las otras cinco muestras del poder divino se distinguen de entre
las muchas relatadas en los otros Evangelios, por el hecho de que proveen un
despliegue superior de poder y mando sobre las leyes y el curso ordinarios de
la naturaleza. Así hallamos relatado aquí el primero de todos los milagros que
Jesús obró, el de cambiar el agua en vino (cap. 2), la curación del hijo del
príncipe a la distancia (cap. 4); de las numerosas curaciones de los cojos y
paralíticos por la palabra de Jesús, sólo una, la del hombre impotente por
treinta y ocho años (cap. 5); de las muchas curaciones de los ciegos, sólo una,
la del hombre ciego de nacimiento (cap. 9); la restauración de Lázaro no del
lecho de muerte, como la hija de Jairo, ni del féretro, como el hijo de la
viuda de Naín, sino del sepulcro, y después de estar allí cuatro días,
volviendo a la corrupción (cap. 11); y finalmente, después de su resurrección,
la pesca milagrosa en el mar de Tiberias (cap. 21). Pero todos éstos se relatan
principalmente para dar ocasión para documentar aquellos discursos y
conversaciones asombrosos, lo mismo con amigos y con enemigos, con sus
discípulos y con la multitud que los milagros atrajeron".
OPINION DE LEON MORRIS EN SU COMENTARIO DEL EVANGELIO DE
JUAN:
“…Sin
embargo, es bastante probable que uno de los objetivos de Juan fuera combatir
las falsas enseñanzas de tipo doceta. Los docetas sostenían que Cristo no se
había encarnado, es decir, tenía apariencia humana, pero no lo era.
Está
claro que la herejía doceta no apareció en el siglo I; sin embargo, algunos
elementos que más adelante pasaron a formar parte de esta herejía parecen ser
bastante tempranos. Es decir, mientras Juan no tuviera ante él una herejía
doceta totalmente formada y reconocida, no hay duda alguna de que se tuviera
que enfrentar a falsas enseñanzas de estas características. Esto puede
verse claramente en 1ª Juan, pero
también puede percibirse en el Evangelio. Por ello encontramos dichos como “el
Verbo se hizo carne” (1:14) y un énfasis en la muerte física de Jesús. Durante
todo el Evangelio, Juan quiere enfatizar la genuina humanidad de Jesús y, a la
vez, explicar el hecho de que verdaderamente había sido enviado por Dios.
Pero
todo esto no quiere decir que el propósito principal de este evangelio fuera
combatir el docetismo incipiente. La oposición que hay hacia las falsas
enseñanzas es casi inherente al Evangelio. Pero la razón de ser de este libro
es otra. Otros mantienen que Juan escribió en contra de los judíos incrédulos.
Uno de los elementos en los que se basan es el uso que en el Evangelio se hace
del término “los judíos”. Nuestro evangelista usa esta expresión con mucha más
frecuencia que los otros evangelistas, y está claro que no muestra ninguna
simpatía por esos “judíos”.
No obstante, este es tan solo un aspecto del
Evangelio y no es, ni mucho menos, el más destacable. No puede decirse que haya
suficientes evidencias como para decir que éste es el principal objetivo del Evangelio.
Otros creen que Juan escribió para diferenciarse de los seguidores de Juan el
Bautista.
Deja
muy claro que el lugar de Juan el Bautista era secundario, y puede que al
escribir tuviera en mente a algunos seguidores del profeta. Pero, nuevamente,
éste es simplemente un pequeño matiz, y está lejos de representar el propósito
central de nuestro evangelio. Otros son de la opinión de que el interés
principal de Juan era ir en contra de los maestros cristianos que daban
demasiada importancia a los sacramentos o, a la inversa, que no les daban la
importancia necesaria.
Todo
dependerá de la opinión que tengamos sobre cuál era el lugar de los sacramentos
en el pensamiento de Juan. Ciertamente, en todo el Evangelio no menciona ni el
bautismo cristiano, ni la Cena del Señor. Y podríamos llegar a decir que
tampoco hace ninguna referencia, ni tan siquiera oblicua o implícita, a estos
sacramentos. Sin embargo, algunos estudiosos afirman que sobre todo en los
capítulos 3 y 6 podemos ver cierto interés por estos dos sacramentos. Dado que
a partir de las mismas evidencias se sacan dos conclusiones totalmente
opuestas, los argumentos presentados no descansan sobre bases muy claras Por
tanto, no caeremos en el error de decir que éste es el propósito o tema central
del Evangelio”.
¿EVANGELIO DE JUAN HELENIZADO?
En
otra línea, otros piensan que el propósito principal de Juan era presentar al
mundo un tipo de cristianismo “helenizado”. Veamos sus argumentos:
Argumenta
E.F. Scott (The Fourth Gospel p.6): “Para que la religión pudiera extenderse de
forma natural en el mundo gentil, al que, desde los tiempos de Pablo, había
atraído de forma particular, había que descubrir cómo expresarla para que el
mundo de influencia helena pudiera entenderlo (...) El autor del Cuarto
Evangelio, que no se contentó simplemente con introducir ideas o conceptos
helenos aislados, intentó reelaborar todo el mensaje cristiano haciendo uso de
la filosofía del momento”.
Igualmente
parece ser que C.H. Dodd va en esta línea: «Podemos pensar que esta obra está
dirigida a un amplio público formado principalmente por gente devota a quien le
gustaba razonar (...) de la sociedad variada y cosmopolita de las grandes
ciudades helenistas como Éfeso en época del Imperio Romano» (IFG, p. 9).
Quería
plasmar el cristianismo de una forma respetable e intelectual para que llegara
al máximo número de gente posible, agregándole filosofías y cultura helénica”;
ahora es esto cierto?
DEFENSA DE LEON MORRIS (A TRAVES DEL ANALISIS DEL TEXTO,
Y DEL CONTEXTO HISTORICO):
“Una
de las cosas en las que se basan es el uso de términos como Logos, y sugieren
que Juan era un helenista interesado en transmitir el cristianismo a otros
helenistas. Esta posición ha tenido bastantes seguidores, pero aún así, no
acaba de coincidir con todos los hechos y datos disponibles, porque cada vez
está más claro que este evangelio, se interprete como se interprete, es un
producto de mentalidad judía, y no de mentalidad helenista.
H.G.G.
Herklots comenta algo muy importante cuando al final de su estudio sobre Juan
escribe: «El mundo griego quería a un Jesús hecho a su medida, es decir, tan
solo un ser espiritual, pero no a alguien que había tomado forma humana. Hasta
que no le levantaron de la Tierra, en la angustia extrema de la crucifixión, no
comenzó el proceso en el que la Historia encuentra su significado y
consumación: hacer que todos los hombres se acerquen a Él» (A Fresh Approach to
the New Testament [Londres, 1950], p. 121). Este evangelio usa términos
inteligibles en el mundo heleno, PERO CON EL OBJETIVO DE IMPLANTAR IDEAS Y
CONCEPTOS NO HELENOS.
Algunos
escritores han dicho que originalmente fue escrito en arameo. Pero la mayoría
de los eruditos creen que esta afirmación es demasiado extrema, aunque
reconocen que hay muchos elementos lingüísticos, conceptos y pensamientos
arameos en nuestro evangelio. No podemos estar de acuerdo, pues, con la opinión
de que el Evangelio es el manifiesto de un cristianismo helenista.
Para
acabar, cabe destacar que Juan expresó explícitamente el motivo que le llevó a
escribir el Evangelio: «Éstas se han
escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al
creer, tengáis vida en su nombre» (20:31). No podemos ignorar esta
declaración.
Juan
expresa claramente que su objetivo es presentar a Jesús como el Cristo, el Hijo
de Dios. Y lo hace, no para dar a sus lectores una nueva e interesante
información, sino para que den un paso de fe, que crean, y comiencen una nueva
vida en Cristo.
Y
no solo nos lo dice de una forma explícita, sino que además, si hacemos un
estudio del Evangelio, veremos que es verdad, que ciertamente hace lo que
expresa en 20:31. Una y otra vez presenta evidencias de que Jesús
verdaderamente es el Cristo. Cierto es que no hace un uso tan extenso del término
en sí como nosotros hubiéramos esperado. Pero la idea está presente de forma
constante. Además, Juan deja claro que el mensaje de Jesús es un desafío.
La
gente se divide, tiene que tomar partido: o se compromete con Cristo, por medio
de la fe, para ganar así la vida, o rechazan el entregarse a Jesús y se quedan
en la oscuridad y la perdición. Parece que no hay ninguna razón para rechazar o
ignorar la declaración que el mismo Juan hace. En 20:31 resume el propósito del
Evangelio, y al leerlo, vemos que cumplió su objetivo.
C.H.
Dodd dice que, aparte de las consideraciones gramaticales, en el Evangelio se
evidencia que su autor «tiene en mente, sobre todo, no tanto a cristianos que
necesitan una teología más profunda, sino a no cristianos que están interesados
en la vida eterna y en cómo obtenerla, y que quizá seguirán el camino cristiano
si se les explica de una forma inteligible y relacionándolo de una forma
relevante con su experiencia e intereses religiosos previos»
C.F.D.
Moule: «Este evangelio, a diferencia de los otros, da respuesta a la pregunta:
¿Qué tengo que hacer para ser salvo?». Los otros simplemente hablan del
discipulado; pero el Cuarto Evangelio no solo habla de seguir e imitar, sino de
creer e incorporarse al seguimiento» (The Birth of the New Testament, p. 94).
Continúa diciendo: «Lo que muchas veces se pasa por alto es que además contesta
a la pregunta: ¿Qué tengo que hacer YO...? se trata de un mensaje muy personal
(...) San Juan ve a Jesús como la fuente de vida, conectarse con aquel que es,
para toda persona, la vida eterna».
DEFENSA DE W.HENDRIKSEN (A TRAVEZ DE LA AUTORIA):
“El
Evangelio según Juan es el libro más extraordinario que jamás se haya escrito.
“Quita tus zapatos de tus pies; porque el
lugar donde estás es santo”. Bien pudiera ser ésta la actitud de cualquiera
que pisa el umbral de estudio de este libro; porque si su testimonio es
verdadero, entonces la fe en Jesucristo como el Hijo de Dios ha recibido una confirmación gloriosa.
Pronto
se verá la razón de esta afirmación. El libro nos dice que, evidentemente en
los días del emperador Tiberio y del tetrarca Herodes Antipas, vivía en
Palestina un judío (4:19), llamado Jesús, que afirmaba que era el dueño
legítimo de todas las cosas, el Pan de Vida, el Agua Viva, el Buen Pastor que
daría su vida por sus ovejas, aquel que resucitaría a los muertos en el último
día, el Mesías mismo, el Camino a Dios, el objeto legítimo de la fe y la
adoración, una persona tan completamente divina en todos los sentidos, que
podía decir: “Yo y el Padre una cosa somos”. Esto es, en verdad, asombroso.
Pero más maravilloso aun es esto: ¡el escritor del libro acepta estas
afirmaciones como verdaderas! Al “Jesús de la historia” le atribuye los títulos
más exaltados. Lo llama el Verbo (Logos) de Dios, y nos dice que este Verbo
había estado “con Dios” desde la eternidad, habitando en la presencia inmediata
del Padre.
Osadamente
el escritor incluso le llama Dios, ¡Y esto en el primer versículo! Para el
escritor, Jesús no es en nada menos de lo que dice ser. El Dios hecho carne
(1:1, 14). ¿Quién es este escritor que acepta tales afirmaciones y hace tan
extraordinarias declaraciones? ¿Es acaso un extranjero que vive en un país
alejado del escenario que describe, de forma que la distancia le ha dado cierto
encanto a su relato? ¿O tal vez escribe mucho tiempo después de los sucesos, y
por ello el “héroe” de la historia se ha transformado gradualmente en un
obrador de milagros, y, luego, en rigurosa obediencia a las leyes de la leyenda
y del folklore, ha llegado a la larga a ser un dios? ¡Todo lo contrario! El
escritor del cuarto Evangelio aparece como alguien que pertenece a la misma
raza, tronco y familia que su “héroe”. Se presenta como contemporáneo y testigo
ocular (21:24; cf. 1 Jn. 1:1–4). No sólo pertenece al amplio círculo de los
seguidores del Maestro, sino que según la tradición es también uno de los doce,
y dentro de ese grupo de doce es uno de los [p 4] tres (Mr. 5:37; 9:2; 14:33).
Pero aun en el caso de que alguien pusiera
reparos a estas citas de los Sinópticos y quisiera limitarse tan sólo al cuarto
Evangelio, tendría que admitir que en él se considera al escritor como uno de
los dos primeros discípulos (1:35, 40). Esta es la conclusión lógica a que se
llega, a menos que se adopte la improbable opinión de que el discípulo sin
nombre en 21:24 es alguien distinto del discípulo anónimo en 1:35, 40. Y, de
estos dos, él es el que se describe a sí mismo como el discípulo “al cual Jesús
amaba” (13:23).
Nadie
conoció a Jesús mejor que él. Anduvo con él día tras día y, por tanto, tuvo
sobradas oportunidades para observar las faltas de su carácter y los defectos
de su personalidad, si los hubiera habido. En la noche más sagrada de todas, la
noche de la Cena, se reclinó en su pecho. Permaneció junto a su cruz. Llegó,
incluso, a entrar en el sepulcro (13:25; 19:26; 20:8). Y, con todo, es este
mismo discípulo el que, como escritor del cuarto Evangelio, no se retrae de
proclamar abiertamente a todos que este Jesús de la historia a quien él conoció
tan bien, ¡es Dios mismo! Y no sólo esto, sino que ya en el primer capítulo nos
presenta a otros testigos oculares. Nos dice que aquellos hombres quedaron tan
profundamente impresionados en su primer encuentro con Jesús que dieron
expresión a sus pensamientos y emociones de la siguiente manera:
Andrés:
“Hemos hallado al Mesías”.
Felipe:
“Hemos hallado a aquel de quien escribieron tanto Moisés en la ley como también
los profetas”.
Natanael:
“Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel” (1:41, 45, 49).
A
esto podemos añadir el testimonio de Juan el Bautista que también queda
registrado en el primer capítulo: “No soy digno de desatar la correa de las
sandalias.… He aquí, el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.… He
dado testimonio que éste es el Hijo de Dios” (1:27, 29, 34). Los que se oponen
al punto de vista tradicional no pueden permitir que este testimonio se
mantenga incólume. Se dan perfecta cuenta de que si no lo desacreditan no han
perdido no sólo una batalla sino toda la guerra.
La
afirmación de Jesús de ser Dios.
Además
del reclamo de Jesús sobre sí mismo, sus discípulos también reconocieron su
reclamo de deidad. Esto lo manifestaron de muchas maneras, incluyendo lo
siguiente: Los discípulos atribuyeron los títulos de la Deidad a Cristo. De
acuerdo con su Maestro, los apóstoles de Jesús lo llamaron "el primero y
el último" (Ap. 1:17; 2: 8; 22:13), "la luz verdadera" (Juan 1:
9), su "roca" o “Piedra” (1 Cor. 10: 4; 1 Pedro 2: 6–8; cf. Sal. 18:
2; 95: 1), el “novio” (Ef. 5: 28–33; Rev. 21: 2), “el pastor principal” (1
Pedro 5: 4) y “el gran pastor” (Heb. 13:20).
El
papel de "redentor" en el Antiguo Testamento (Salmo 130: 7; Oseas
13:14) se le da a Jesús en el Nuevo Testamento (Tito 2:13; Apoc. 5: 9). Se lo
ve como el perdonador de pecados (Hechos 5:31; Col. 3:13; cf. Sal. 130: 4; Jer.
31:34) y "salvador del mundo" (Juan 4:42; cf. Isa. 43: 3).
Los
apóstoles también enseñaron de él: "Cristo Jesús, que juzgará a los vivos
ya los muertos" (2 Tim. 4: 1).
Todos
estos títulos son exclusivos de Jehová
en el Antiguo Testamento, pero se le dan
a Jesús en el Nuevo.
Los
discípulos consideraban a Jesús el Mesías-Dios. El Nuevo Testamento comienza
con un pasaje que concluye que Jesús es Emanuel (Dios con nosotros), que se
refiere a la predicción mesiánica de Isaías 7:14.
El
título mismo de "Cristo" tiene el mismo significado que la
denominación hebrea Mesías ("ungido").
En
Zacarías 12:10, Jehová dice: "Me mirarán, al que traspasaron". Pero
los escritores del Nuevo Testamento aplican este pasaje a la crucifixión de Jesús
(Juan 19:37; Apocalipsis 1:7). Pablo interpreta a Isaías 45: 22–23
("Porque yo soy Dios, y no hay otro... Delante de mí toda rodilla se
doblará; por mí cada lengua jurará") como aplicando a Jesús: "En el
nombre de Jesús Cada rodilla debe doblarse. . . y toda lengua confiesa que
Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios el Padre” (Fil. 2: 10–11).
Pablo
dice que todos los seres creados llamarán a Jesús tanto Mesías (Cristo) como
Yahvé (Señor).
Los
discípulos atribuyeron los poderes de Dios a Jesús.
Las
obras y la autoridad que son solo de Dios son atribuidas a Jesús por sus
discípulos. Se dice que resucita a los muertos (Juan 5:21; 11: 38–44) y que
perdona los pecados (Hechos 5:31; 13:38). Se dice que fue el principal agente
para crear (Juan 1: 2; Col. 1:16) y mantener (Col. 1:17) el universo.
Los
discípulos asociaron el nombre de Jesús con el de Dios. Sus seguidores usaron
el nombre de Jesús como el agente para responder y el destinatario de la
oración (Hechos 7:59; 1 Cor. 5: 4).
A
menudo en oraciones o bendiciones, Jesús el nombre se usa junto con el de Dios,
como en "Gracia y paz para con ustedes de parte de Dios nuestro Padre y
del Señor Jesús Cristo” (Gálatas 1:3; Ef. 1:2). El nombre de Jesús aparece con
el mismo estatus que el de Dios en las llamadas fórmulas trinitarias: Jesús
mandó bautizar "en el nombre [singular] del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo" (Mateo 28:19). Esta asociación se realiza al final de 2
Corintios (13:14): "Que la gracia del Señor Jesucristo, y el amor de Dios,
y la comunión del Espíritu Santo estén con ustedes todos".
Los
discípulos llamaron a Jesús Dios. Tomás vio las heridas de Jesús y gritó:
"¡Mi Señor y mi Dios!" (Juan 20:28). Pablo llama a Jesús aquel en
quien "toda la plenitud de la Deidad vive en forma corporal" (Col. 2:
9).
En
Tito, Jesús es "nuestro gran Dios y Salvador" (2:13), y el escritor
de los Hebreos dice de él: "Tu trono, oh Dios, durará por los siglos de
los siglos" (Heb. 1:8). Pablo dice que antes de que Cristo existiera en la
forma del hombre, lo que claramente se refiere a ser realmente humano, existió
en la "forma de Dios" (Fil. 2: 5–8).
Las
frases paralelas sugieren que si Jesús era completamente humano, entonces
también era completamente Dios. Una frase similar, "la imagen de
Dios", se refiere en Colosenses 1:15 a la manifestación de Dios. Esta
descripción se fortalece en hebreos donde dice: "El Hijo es el resplandor
de la gloria de Dios y la representación exacta de su ser, sustentando todas
las cosas con su poderosa palabra" (1: 3).
El
prólogo del Evangelio de Juan dice categóricamente: "Al principio era la
Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra [Jesús] era Dios "
(Juan 1:1).
Los
discípulos consideraban a Jesús superior a los ángeles. Los discípulos no
creían simplemente que Cristo era más que un hombre; creían que era más grande
que cualquier ser creado, incluidos los ángeles. Pablo dice que Jesús está
"muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y cada
título que se le puede dar, no solo en la era actual sino también en el que
está por venir" (Ef. 1:21). Los demonios se sometieron a su mando (Mateo
8:32). Los ángeles que rechazaron la adoración de los humanos son vistos
adorándole (Rev.22: 8–9).
El
autor de Hebreos presenta un argumento completo a favor de la superioridad de
Cristo sobre los ángeles, diciendo: “¿A cuál de los ángeles dijo Dios alguna
vez: 'Tú eres mi Hijo; hoy me he convertido en tu padre '? . . . Y nuevamente,
cuando Dios trae a su primogénito al mundo, dice: 'Que todos los ángeles de
Dios lo adoren” (Heb. 1: 5–6).
Por
lo tanto no hay ninguna intención del autor en el evangelio de querer
introducir, o agregar filosofías griegas o creencias griegas paganas, ya que si
es acusado Juan de querer pasar a Jesús por Dios, tendrán que acusar también
los otros evangelios, a Pablo, y al ¡Antiguo Testamento!.
ENCICLOPEDIA BAKER DE APOLOGETICA ARGUMENTA:
El
Evangelio de Juan es un vínculo importante en el argumento a favor de la deidad
de Cristo y la verdad del cristianismo. Conceder la verdad es conocible, el
argumento general puede enunciarse:
1.
El Dios teísta existe.
2.
En un universo teísta, los milagros son posibles.
3.
Los milagros en relación con las afirmaciones de la verdad son actos de Dios
que confirman la verdad de Dios reclamada por un mensajero de Dios.
4.
Los documentos del Nuevo Testamento son históricamente confiables.
5.
En el Nuevo Testamento, Jesús afirmó ser Dios.
6.
Jesús demostró ser Dios por una convergencia de milagros sin precedentes.
7.
Por lo tanto, Jesús era Dios en carne humana.
El
Evangelio de Juan habla de la quinta premisa, registrando las afirmaciones
explícitas de Jesús de deidad: el Padre no juzga a nadie, pero ha confiado un
juicio al Hijo, para que todos puedan honrar al Hijo tal como honran al Padre.
El que no honra al Hijo no honra al Padre, que lo envió. [5: 22-23] Te digo la
verdad. . . ¡Antes de que Abraham naciera, yo soy! [8:58]
Yo
y el Padre somos uno. [10:30]
Padre,
glorifícame en tu presencia con la gloria que tuve contigo antes de que el
mundo comenzara. [17:5]
Otros
reclamos a los reclamos de la deidad de Cristo no se registran en los
Sinópticos como lo están en Juan (por ejemplo, 9:35-38; 13; 13-15 y 18:6).
Las
declaraciones claras de un apóstol testigo ocular sobre la deidad de Cristo
provienen de Juan:
Al
principio era la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
[JUAN 1:1]
Nadie
ha visto a Dios, pero Dios el Único, que está al lado del Padre, lo ha dado a
conocer. [JUAN 1:18] Isaías dijo esto porque vio la gloria de Jesús y habló de
él. [JUAN 12: 39-41]
"Mi
Señor y mi Dios". [La confesión de Tomás al Cristo resucitado, JUAN 20:28]
Debido
a que estas declaraciones no tienen paralelos en los otros Evangelios, los
críticos negativos han desestimado su autenticidad. Los apologistas con
frecuencia evitan el problema al apegarse a las afirmaciones de Jesús de deidad
en los Sinópticos (por ejemplo, Mateo 16: 16-17; Marcos 2: 5-10; 14: 61-65) y
los casos en los que aceptaba la adoración (por ejemplo, Mateo 28: 9; Marcos 5:
6; 15:19).
Sin
embargo, no podemos permitirnos pasar por alto a Juan por completo. Si, como
afirman algunos críticos, Juan creó estos dichos o no los informa con
precisión, los relatos del Evangelio se ven socavados, así como las ricas
enseñanzas teológicas que se encuentran en Juan.
OTRAS DEFENSAS CONTRA EL EVANGELIO DE JUAN:
Argumentos
contra la historicidad. Se utilizan varios argumentos contra la autenticidad
del registro de Juan:
“Juan
fue escrito en el siglo II, por lo que un testigo ocular no podría haberlo
compuesto”.
“Afortunadamente,
el escritor puso declaraciones que atribuyen la deidad en la boca de Jesús
y sus discípulos”.
Si
Juan hubiera sido escrito durante el siglo II, eso en sí mismo no lo haría poco
confiable. No es raro que otros registros de la antigüedad, que los críticos
aceptan, se escriban siglos después de los eventos de los que hablan. La
primera vida de Alejandro Magno fue escrita 200 años después, pero los
historiadores la utilizan como una fuente confiable de información. Pero no hay
evidencia de que Juan haya sido escrito tan tarde. Ninguna evidencia
testimonial o documental contradice las afirmaciones explícitas de ser un
testigo ocular de lo que Jesús dijo e hizo. Juan registra: “Este es el
discípulo que da testimonio de estas cosas y que las escribió. Sabemos que su
testimonio es verdadero” (Juan 21:24). En contexto, la declaración identifica
claramente al autor como el apóstol Juan. No hay evidencia de lo contrario, por
lo que el El caso prima facie para un
Evangelio auténtico es fuerte.
Ese
caso se ve reforzado por la frescura y la viveza del libro, que falta en los
relatos antiguos de muchos años después de los eventos que relatan. La
explicación de fondo, los detalles personales y la conversación privada
relacionada cuidadosamente (por ejemplo, Juan 3, 4, 8-10, 13-17) traicionan el
trabajo de un testigo ocular (véase Juan 2: 6; 4: 6; 6:10; 12:3, 5). Por
ejemplo, Juan (5: 2) menciona cinco columnatas en el estanque de Bethesda. Las
excavaciones entre 1914 y 1938 descubrieron este grupo y lo encontraron tal
como lo describió Juan. Como ese grupo no existía en el siglo II, es poco
probable que un fraude del siglo II hubiera tenido acceso a tales detalles
sobre personas, lugares, geografía y topografía.
Otra
acusación de los críticos es que Juan es demasiado diferente, tanto en
eventos como en lenguaje, para cubrir al mismo hombre y eventos que los
Evangelios Sinópticos. Si Juan fuera escrito hasta un siglo después de los
Sinópticos para promover una agenda teológica, la tendencia sería referirse a
algunos de los mismos sucesos, simplemente llenándolos con un nuevo
significado.
Esto
no pasa. Sin embargo, hay una superposición en los puntos obvios (la
crucifixión y la resurrección) y en otros eventos de piedra de toque: Jesús
caminando sobre el agua, alimentando a los 5000, su entrada triunfal a
Jerusalén, y particularmente la última cena. No hay diferencia sustancial entre
estas cuentas.
La
hipótesis del siglo II recibió un golpe fatal con el descubrimiento en Egipto
del "fragmento de John Rylands" del Evangelio, que puede fecharse ya
en 114.
Juan
fue escrito en Asia Menor. Si circulaban copias en una pequeña ciudad al otro
lado del Mediterráneo hacia 114, el original era ciertamente una obra del
primer siglo.
La
tradición ha colocado a Juan como el último de los Evangelios en escribirse, en
algún momento durante los años 90.
Sin
embargo, investigaciones recientes sobre los Rollos del Mar Muerto han
provocado que algunos eruditos pongan al evangelio de Juan antes de los 70,
debido a su afinidad con Qumran (Guthrie, 261–62). La evidencia particularmente
notada es la simplicidad del lenguaje y el motivo de luz-oscuridad tan común en
el pensamiento de Qumran (Juan 1: 4–9; cf. 8:12). Incluso los eruditos
liberales, como John AT Robinson, salieron con teorías que Juan ya había
escrito tan pronto como el 40-65 (Robinson, 352). Esto lo ubicaría dentro de
una década de los eventos reales. Esto puede ser un poco temprano, pero refleja
lo que se ha aprendido sobre el conocimiento de primera mano del autor sobre
los eventos relatados.
El
origen del primer siglo de Juan, mientras los testigos oculares todavía estaban
vivos, parece más allá de una seria disputa.
Esto
sugiere fuertemente la historicidad de Juan.
Juan
no usa parábolas. El Evangelio de
Juan es distintivo porque no contiene ninguna de las parábolas tan
características de los Evangelios Sinópticos. Algunos críticos lo toman como
evidencia de que Juan es un relato menos confiable. Pero dadas otras
similitudes sobre los eventos esenciales y la enseñanza, es difícil ver cómo la
ausencia de parábolas demuestra que el informe de Juan no es confiable. No
obstante, se pueden hacer cuatro puntos:
1:
Este es un argumento del silencio. El silencio en este punto no prueba nada
lógicamente, excepto que Juan eligió limitar su escritura a otros asuntos. Pudo
haberlo hecho deliberadamente, particularmente si fue el último Evangelio que
se escribió. No hay ninguna razón por la cual Juan deba repetir material ya
disponible.
Con
otros tres Evangelios en circulación durante veinte o treinta años, el
propósito de Juan pudo haber sido en gran medida complementario. Fue selectivo
y señaló que sucedió mucho más de lo que podría contarse (20: 30–31; 21:
24-25).
2:
Jesús usa el discurso parabólico en Juan. Craig Blomberg observa que,
aunque Juan no contiene parábolas narrativas, el libro presenta a Jesús como
aficionado a las metáforas y al lenguaje figurativo o proverbial (Blomberg,
158). Jesús se identifica a sí mismo como el buen pastor que busca rescatar a
las ovejas errantes ( 10: 1–16; cf., Matt. 18: 12-14; Lucas 15: 3–7).
Discipulado significa servidumbre (13: 4–5, 12–17; cf. Lucas 22: 24–27). Juan
introduce sembrar versus cosechar (4:37); el hijo aprendiz (5: 19–20 a);
esclavitud versus filiación (8:35); trabajando y caminando a la luz del día (9:
4; 11: 9-10); el ladrón, el guardián y el redil (10: 1–3a); el crecimiento de
un grano de trigo (12:24); la vid y el viñador (15: 1–6); y el dolor de una
mujer en el parto (16:21; Blomberg, 158). En lugar de mostrar que el informe de
Juan no es auténtico, esa expresión parabólica conecta al Jesús en Juan con el
Jesús de los Sinópticos.
3:
El libro cubre diferentes tiempos y lugares. Juan relata conversaciones
más privadas, mientras que Jesús habló en parábolas a la multitud incrédula
(Mateo 13: 13-15). Los eventos registrados no se encuentran en los Sinópticos.
Juan trata con los ministerios de Cristo tempranos y tardíos, mientras que los
sinópticos tratan principalmente con los ministerios medio y galileo. Es
comprensible que Jesús dijo las cosas de manera un poco diferente en diferentes
momentos y lugares, como lo hace cualquier buen predicador itinerante.
4:
Juan estaba llegando a una nueva audiencia. La ausencia de parábolas
narrativas sugiere que la audiencia de este predicador no es lingüísticamente
semítica. Juan usa términos con un atractivo religioso casi universal para
minimizar las barreras de comunicación (Carson, 46). Esto encaja con una fecha
posterior a los 70, cuando los romanos conquistaron Jerusalén y el Evangelio
estaba llegando a una audiencia más diversa y no judía.
Los
dichos de Jesús son un estilo diferente.
Se supone que cualquier diferencia en el estilo prueba que Juan crea en lugar
de informar las palabras de Jesús. Lógicamente esto no sigue. Hay al menos otras
tres posibles explicaciones para las diferencias:
(1)
Los sinópticos pueden ser más precisos que Juan.
(2)
Juan puede ser más preciso que los sinópticos.
(3)
Ambos pueden estar informando con precisión eventos en gran medida diferentes,
y algunos de los mismos eventos de diferentes maneras. La evidencia apoya la
última alternativa.
Los
dichos son en gran medida los mismos. Si Juan llega tarde e inexacto, ¿por qué
a veces informa las declaraciones de Jesús en las mismas palabras que los
sinópticos? Juan y Marcos informan que Jesús le dijo al paralítico: "Toma
tu cama y camina" (Marcos 2:11; Juan 5: 8). Las palabras de Jesús a los
discípulos que lo vieron caminando sobre el agua son: "Soy yo. No
temas" (Marcos 6:50; Juan 6:20). Cuando Jesús se apareció a los
discípulos, dijo: "¡La paz sea con ustedes!" (Lucas 24:36; Juan
20:19).
Sin
embargo, no es necesario que los informes confiables utilicen las palabras
exactas, siempre que se transmita el mismo significado. En numerosos puntos, la
sustancia de lo que Jesús dijo es la misma en Juan y en el paralelismo
sinóptico. Al alimentar a los cinco mil, Jesús dijo: "Haz que la gente se
siente (cf. Juan 6:10) y Marcos dice que Jesús les ordenó que" los
hicieran sentarse "(6:39). En Juan, Jesús defendió a la mujer que lo ungió
con “Déjala en paz; ella ha guardado esto para el día de mi entierro" (12:
7). Marcos registra: "Ella ha venido de antemano para ungir mi cuerpo para
su entierro" (14: 8).
De
Judas, la traición: Jesús dijo en Juan: "Te digo la verdad, uno de ustedes
me va a traicionar" (13:21). Marcos registra: "Te digo la verdad, uno
de ustedes me traicionará, uno que está comiendo conmigo" (14:18). En Juan
13:38 Jesús le dijo a Pedro: “¿Realmente das tu vida por mí? ¡Te digo la
verdad, antes de que cante el gallo, me repudiarás tres veces! Lucas lee:
"Te digo, Pedro, antes de que el gallo cante hoy, negarás tres veces que
me conoces" (Lucas 22:34). Aquí Juan está de acuerdo con un sinóptico y
Marcos se desvía, mencionando dos, en lugar de tres, cantos (Marcos 14:30). En
Juan 18:11 Jesús le dijo a Pedro: "¡Guarda tu espada!" Mateo 26:52
dice: "Vuelve a colocar tu espada en su lugar".
Juan
registra enseñanzas específicas que se parecen mucho a los Evangelios
sinópticos: Jesús es el "Hijo del hombre" (1:51; 5:27; 8:28; cf. Mateo
9: 6; 16:13; 20:18; Marcos 2:10; 8:31; 10:45; Lucas 12:40; 19:10; 24: 7, en
todos los 80 casos).
Jesús
enseñó con autoridad (2:18; 5:27; 10:18; cf. Mateo 7:29; 9: 6; 28:18; Marcos
1:22, 27; Lucas 4:32, 5:24).
Uno
debe nacer de nuevo para entrar en el reino de Dios (3: 3; cf. Marcos 10:15).
Una
cosecha abundante espera a los trabajadores (4:35; cf. Mateo 9: 37-38).
Un
profeta no tiene honor en su tierra natal (4:44; cf. Marcos 6: 4).
Jesús
corrigió la tradición judía, especialmente sobre el sábado (5: 9b – 16; 7:
22–23; cf. Mat. 12: 1–13; Marcos 2: 23–3: 5; Lucas 13: 10-17).
Los
incrédulos serán juzgados según sus obras (5:29; cf. Mateo 25:46).
Jesús
tiene una filiación única con Dios, incluido el derecho a llamar a Dios Abba,
Padre (5:37; 17:11; cf. Mate. 3:17; 18:10; Marcos 14:36; Lucas 3:22; 9:35;
23:46).
Jesús
es la luz del mundo (8:12; cf. Mt. 5:14).
Jesús
enseñó, en parte, a endurecer los corazones de los que se oponen a él (9:39;
cf. 12: 39–40; Marcos 4:12; 8:17).
El
buen pastor rescata a su rebaño (10: 1–16; cf. Mateo 18: 12–14; Lucas 15: 3–7).
El
Padre revela al Hijo; nadie conoce al Padre sino el Hijo (10: 14-15; 13: 3; 17:
2, 25; cf. Mate. 11: 25-27).
Jesús
fue tentado a abandonar el camino de la cruz (12:27; cf. Marcos 14: 35–36).
Recibir
a Jesús significa recibir al Padre (12: 44–45; cf. Mateo 10:40; Marcos 9:37;
Lucas 10:16)
El
verdadero discipulado significa servidumbre (13: 4–5, 12–17; cf. Lucas 22:
24–27).
El
discípulo no es mayor que su maestro (13:16; cf. Mateo 10:24; Lucas 6:40).
El
Espíritu Santo dará a los discípulos su mensaje a las autoridades (14:26;
15:26; cf. Mat. 10: 19-20; Marcos 13:11).
Los
discípulos serán expulsados de las sinagogas (16: 1–4; cf. Mateo 10: 17–18;
Marcos 13: 9).
Los
discípulos serán esparcidos por el mundo (16:32; cf. Marcos 14:27).
Los
cristianos tienen autoridad para retener o perdonar pecados (20:23; cf. Mat.
18:18; Blomberg, 157–58).
Los
pasajes tipo "Juaninos" están en los sinópticos. Mateo 11: 25–27
registra un típico Pasaje tipo "juanino" que presenta a Jesús usando
el mismo discurso directo y no parabólico que Juan le atribuye. De hecho,
parece tan juanino que, a menos que uno sepa que proviene de Mateo, se supondrá
que proviene de Juan. Lucas 10: 21–22 también está en el estilo juanino.
Por
lo tanto, el llamado estilo "juanino" de los dichos de Jesús no es
exclusivo del Evangelio de Juan. Más bien, podría representar un modo real de
hablar que Jesús usó a menudo.
Los
"Yo Soy" dichos de Jesús son diferentes a lo que Jesús dijo en los sinópticos. Desde los siete "yo Soy” (4:26; 6:35; 8:12, 58;
10: 9, 11; 11:25; 14: 6) son exclusivas de Juan, algunos afirman que es poco
probable que Jesús las haya dicho, al menos en eso formar.
En
realidad, la espada de este argumento corta en ambos sentidos. Uno podría
argumentar igualmente que no se puede confiar en los dichos sinópticos porque
difieren de las declaraciones Juaninas. Pero no es exacto decir que los
sinópticos no tienen declaraciones de Jesús usando esta identificación
implícita con JHWH del Antiguo Testamento. “Yo soy él” (Gk: ego eimi ) se basa
en la proclamación del Antiguo Testamento de que Dios es Dios (cf. Deut. 5: 6;
32:39; Sal. 46:11; Isa. 40–45) .
En
Mateo 11: 25–27 y Lucas 10: 21–22 los sinópticos usan un estilo de expresión
similar. Lo más explícito es la declaración de Jesús al sumo sacerdote en
Marcos 14:62, " Yo soy [el Cristo]". En una demostración de poder
acercándose a una epifanía, Jesús les dijo a los discípulos: "¡Ánimo! Yo
soy. No tengas miedo” (Marcos 6:50, énfasis agregado).
Además,
¿dónde obtendrían Juan u otros autores esta forma notable? Los antiguos
escritores apócrifos trataron de hacer que su estilo se ajustara a un formato
que fuera aceptado como genuino. Ningún otro líder religioso conocido del
primer siglo usó declaraciones como estas. El paralelismo no bíblico más
cercano proviene del documento judío Qumran Damasco. Dice: "¿Buscas al
Dios de los dioses? Yo soy Él ", seguido en el próximo capítulo por"
Yo soy Él, no temas, porque yo soy antes de que los días fueran "(citado
en Stauffer, 179; observe cómo Dios hace declaraciones similares en Sal. 46: 2
e Isa. 43:1).
El
contenido de las declaraciones de "Yo soy" de John está implícito en
los Sinópticos. Craig Blomberg ha notado
que los cuatro Evangelios representan a un hombre cuyas palabras durarían para
siempre, que perdonó los pecados, que relacionó el destino de la humanidad
consigo mismo, que exigió lealtad absoluta, que ofreció descanso para los
cansados y salvación para los perdidos, que prometió estar con sus seguidores
siempre, y que garantizaban que Dios respondería oraciones en su nombre (166).
El uso de la forma por parte de Jesús tanto en los Sinópticos como en Juan
revela su autodeclaración a la deidad. Como Stauffer argumentó, "'Yo soy
Él' - significaba: donde estoy, allí está Dios, allí Dios vive y habla"
(Stauffer, 194–95).
Los
argumentos a favor de la autenticidad general de Juan se aplican a las
secciones "Yo soy". No hay buenas razones para sospechar que Juan y
los Sinópticos no son auténticamente independientes. Estas secciones coinciden
en todas las áreas principales de superposición, a menudo hasta los detalles. Juan
también usa declaraciones en tercera persona como las más comunes en los
sinópticos. En Juan 10: 1–7, obviamente, recurre a primera persona porque sus
oyentes no entienden el significado de su ilustración en tercera persona.
“Te
digo la verdad, el hombre que no entra en el corral de las ovejas por la
puerta, sino que se sube de otra manera, es un ladrón y un salteador..."
Jesús usó esta forma de hablar, pero no entendieron lo que les estaba diciendo.
Por lo tanto, Jesús dijo nuevamente: "Te digo la verdad, yo soy la puerta
para las ovejas". [Juan 10: 1, 6–7, énfasis del autor]
Jesús
pudo haber usado el estilo más corto y simple citado por Juan en muchas
ocasiones para enfatizar o cuando la audiencia no entendió.
Como
Juan enfatiza el antagonismo de los líderes judíos hacia Jesús (ver Juan 5:16,
18; 7: 1; 10:31, etc.), es comprensible que las declaraciones de "Yo
soy" ocurrieran en Juan.
No
hay pruebas de que John haya creado los siete "Yo Soy " o los siete
"signos" (milagros) mediante los cuales Juan apoyó el tema de Jesús
(cf. 20: 30–31). Ambos fueron elegidos para su inclusión en el Evangelio para
hacer su punto. Sucede que no hay superposición de "dichos" en Juan
con los de los sinópticos. ¿Por qué debería haberlo hecho si está suplementando
conscientemente a los sinópticos ya disponibles de la riqueza de material que
"incluso el mundo mismo no podría
contener" (Juan 21:25)?
Hay
una superposición entre Juan y los sinópticos en algunos puntos, en particular
los signos o milagros que Jesús realizó. Jesús caminando sobre el agua y
alimentando a los cinco mil en Juan 6, y su resurrección en Juan 20 aparecen en
los Sinópticos sin una variación significativa de los relatos de Juan. Si el
libro no muestra adiciones o exageraciones auténticas al informar los signos de
Jesús, no hay razón para dudar de los informes de Juan sobre lo que dijo Jesús.
Finalmente,
fue Juan quien escribió que Jesús prometió la activación divina de los
recuerdos de los apóstoles sobre "todo" lo que Jesús dijo” (Juan
14:26; 16:13). Si los recuerdos fueron activados sobrenaturalmente por el
Espíritu Santo, no hay ningún problema real para entender cómo los escritores
de los Evangelios podrían reproducir de cerca lo que Jesús dijo décadas
después.
La
brevedad de los dichos de Jesús muestra que son las palabras de Juan. Otra acusación con respecto al estilo del discurso de
Jesús es que la brevedad muestra el trabajo de un escritor y un redactor. Esto
pasa por alto que no todos los relatos de Juan de las palabras de Jesús son
breves (ver Juan 3: 3–21; 5: 19–47; 6: 26–58; 10: 1–18). El discurso del
"aposento alto" abarca tres capítulos (Juan 14–16), rivalizando con el
Sermón del Monte de Mateo 5–7 de largo. Juan 17 relata la oración más larga de
Jesús.
Por
otro lado, los sinópticos registran breves declaraciones de Cristo. Mateo
proporciona la médula "Da al César lo que es del César, y a Dios, lo que
es de Dios" (22:21). Marcos registra: "Todo es posible para el que
cree" (9:23), y Lucas: "El hombre no vivirá solo de pan" (4: 4).
Tenga en cuenta declaraciones como Lucas 18:27; 23:34, 43, 46.
¿Por
qué la brevedad debería ser un signo de falta de autenticidad? Uno podría usar
este argumento con la misma facilidad para concluir que Lincoln nunca dio el
discurso de Gettysburg. Obviamente, hubo momentos en que Jesús habló
expansivamente y momentos en que sus palabras fueron claras y concisas.
Juan
muestra cuidadosa atención a la precisión en las palabras de Jesús. Él distingue lo que Jesús dijo (que los discípulos
generalmente no entendían entonces) de lo que los discípulos luego entendieron
lo que había querido decir. Jesús dijo: "Destruyan este templo, y lo
levantaré nuevamente en tres días". Juan agrega: “Después de que resucitó
de entre los muertos, sus discípulos recordaron lo que había dicho. Luego
creyeron la Escritura y las palabras que Jesús había dicho” (Juan 2:19, 22; cf.
20: 9). Lo que Jesús realmente le dijo a Juan se distingue de lo que los otros
discípulos lo confundieron a decir (21: 22–23). Otros evangelios hacen la misma
distinción (cf. Marcos 3:30). Entonces, la brevedad de las declaraciones
registradas en Juan no es señal de que Jesús realmente no dijo estas cosas.
Las
declaraciones " en verdad, en verdad" ("Amén, Amén") son
exclusivas de Juan. Una vez más, los
críticos suponen que el uso único de Juan de "Verily, verily" (kjv)
en la boca de Jesús indica que Jesús realmente nunca usó esta forma de énfasis
(Juan 1:51; 3: 3, 5, 11; 5 : 19, 24, 25; 6:26, 32, 47, 53; 8:34, 51, 58; 10: 1,
7; 12:24; 13:16, 20, 21, 38; 14:12; 16 : 20, 23; 21:18). Esta frase no se usa
en los Sinópticos, pero "De cierto, de cierto te digo" (Juan 13:38)
tiene paralelos en "De cierto te digo" (Mate. 26:34 y Marcos 14:30).
La duplicación puede indicar énfasis (ver Blomberg, 159). En la NVI "yo te
digo la verdad "y el NKJV" con toda seguridad "captura la idea
de énfasis en una sola frase.
No
hay razón para suponer que Jesús no habló de esa manera en ocasiones. Los discursos de Jesús en Juan son generalmente en
diferentes momentos (ministerio temprano y tardío) y en diferentes lugares
(Judea, en lugar de Galilea), e incluso para diferentes personas (por ejemplo,
la mujer samaritana no tendría las mismas falsas expectativas políticas del
Mesías como lo hicieron los judíos: 4: 25–26 (véase Carson, 58). Juan da más
conversaciones privadas que los sinópticos. Juan registra el discurso privado
de Jesús a Nicodemo (cap. 3), a la mujer en el pozo (cap. 4), a la adúltera
(cap. 8) y a los discípulos (cap. 13-16). Durante su ministerio, Jesús evitó
hacer afirmaciones públicas explícitas de ser el Mesías. Sin embargo, no dudó
en hacerlo en privado (4: 25–26) y ante el sumo sacerdote (Marcos 14: 61–65).
Jesús usó el habla apropiada para la ocasión.
Hay
diferencias de vocabulario en Juan.
Unas 150 palabras de la boca de Jesús en Juan no se encuentran en los otros
Evangelios (Carson, 45). Muchos de estos son tan generales que Jesús debería
haberlos dicho como parte de su discurso normal, si los hubiera usado todos.
Esto se ofrece como evidencia de que Juan creó, no informó, lo que Jesús dijo.
Tal
argumento no toma en cuenta que cualquier buen comunicador usa palabras para
adaptarse a la ocasión. Y como generalmente se reconoce que Jesús habló en
arameo, la grabadora como traductor puede elegir una palabra diferente en
griego. Todo esto plantea un punto que se aplica a varios argumentos sobre las
citas de Jesús de los Evangelios. Un discurso o diálogo puede ser informado
literalmente o en una versión condensada (Westcott, cxv – cxix). El estilo y el
propósito de los informes pueden variar.
Carson
señala: “En algún momento, puede ser importante capturar el sabor de un
discurso al incluir una serie de frases y frases literales; por otro lado,
puede ser mucho más estratégico concentrarse en el argumento esencial y
resumirlo de manera justa, incluso si el lenguaje utilizado es bastante
diferente del de la dirección original " (46)
El
registro y el orden de los eventos difieren.
Otro argumento en contra de la fiabilidad de la cuenta de Juan es que el orden
de los eventos es a veces diferente. La gran mayoría de Juan 1–17 y 21 no
aparece en ninguno de los otros Evangelios, por lo que la secuencia relativa no
es un problema.
Juan
coloca la limpieza del templo temprano en el ministerio de Jesús (2: 13–22)
pero se coloca tarde en los Sinópticos (cf. Marcos 11: 15–19). Jesús estaba
cumpliendo la profecía cuando atacó la compra y venta en la corte de los
gentiles. Estaba haciendo un punto vital acerca de extender el reino al mundo
gentil. Entonces, es completamente posible que Jesús haya hecho esta lección
objetiva dos veces, una cerca del comienzo de su trabajo, y después de llegar a
la ciudad para su lucha final. Esto está respaldado por las diferencias en las
cuentas. Juan no habla de la abierta hostilidad de los líderes del templo, como
lo hace Marcos, quien insinúa que esta limpieza final reforzó su intención de
matarlo, "porque le temían, porque toda la multitud estaba asombrada de su
enseñanza" (Marcos 11: 18) Este antagonismo de las autoridades caracterizó
el posterior ministerio de Jesús.
Ninguno
de los Evangelios dice estar escrito en secuencia cronológica. Mensaje tópico, en lugar de secuencia, ordena el texto.
Dentro de una cronología general, si un pericopo del mismo evento se coloca en
un lugar diferente, puede estar cumpliendo un propósito literario ligeramente
diferente. Mateo y Lucas colocan el orden de los tres eventos de tentación en
un orden diferente (cf. Mateo 4 y Lucas 4). El argumento de que la secuencia de
Juan muestra que es un registro tardío y poco confiable no es verdadero. Podría
ser material complementario o escrito con diferentes temas en mente.
Independientemente de la secuencia, los eventos que Juan comparte con los
Sinópticos muestran un acuerdo considerable en detalle como lo señala Blomberg
(156–57): en ambos, Jesús da la vista a los ciegos, levanta a los muertos y
cura a distancia del hijo de un funcionario (Juan 4: 46- 54; Lucas 7: 1–10).
En
ambos, Jesús desafía las interpretaciones tradicionales de la ley del sábado
(Juan 9: 6–7; Marcos 8: 23–25).
Ambos
dicen que Jesús se negó a hacer milagros simplemente para satisfacer a sus
oponentes (Juan 6: 30–34; Marcos 8: 11–13 pares).
Ambos
informan intentos de arrestar a Jesús que fracasó (Juan 8:59; 10:39; Lucas 4:
29-30).
Ambos
describen su amistad con María y Marta (Juan 11:20; 12: 2–3; Lucas 10: 38–42).
En
ambos, se le acusa de posesión demoníaca (Juan 10: 19–21; Marcos 3:22).
En
ambos, Juan el Bautista es la voz que llora en el desierto de Isaías 40: 3 y el
precursor del Mesías (Juan 1:23 / Marcos 1: 2-3).
El
bautismo de Juan con agua se contrasta con el próximo bautismo del Mesías con
el Espíritu (Juan 1: 26–27, 33 / Marcos 1: 7–7).
El
Espíritu unge a Jesús, como lo testificó el Bautista (Juan 1:32 / Marcos 1:10).
Los
cinco mil son alimentados (Juan 6: 1–15 / Marcos 6: 32–33).
Jesús
camina sobre el agua (Juan 6: 16–21 / Marcos 6: 45–52).
Gerhard
Maier enumera similitudes adicionales entre Juan y Mateo (citado en Blomberg,
159). Esto es particularmente interesante ya que los críticos generalmente ven
a Mateo como el menos similar a Juan.
Ambos
usan citas del Antiguo Testamento y anuncian su cumplimiento.
Ambos
registran la frecuencia, el alcance, la ubicación y la naturaleza de
instrucción de los sermones extendidos de Jesús.
Ambos
comparten elaborados discursos de despedida (los discursos de la habitación
superior y del olivo).
Ambos
enfatizan la instrucción privada de los discípulos.
Ambos
citan un propósito evangelístico, con el Evangelio ofrecido "primero al
judío y luego a todos los gentiles".
Juan
tiene una cristología tardía.
Una razón a menudo declarada para rechazar la precisión de Juan al informar las
palabras de Jesús es su supuesta cristología "tardía" y
"altamente desarrollada", que enfatizó su plena deidad (por ejemplo,
en Juan 1:1; 8:58; 10:30; 20:29). Esta objeción se basa en una visión
dialéctica injustificada del desarrollo doctrinal. Los críticos, siguiendo al
FC Baur, leyeron una visión de desarrollo hegeliana en el registro del
Evangelio (Corduan, 90-92). Comienzan con la opinión de que Juan debe haber
llegado tarde, ya que sus opiniones eran una síntesis del conflicto anterior
entre la tesis de Pedro y la antítesis de Pablo. Pero esta visión
tesis-antítesis es en sí misma indefendible.
Marcos
(sostenido por la mayoría de estos críticos como el primer Evangelio) tiene
reclamos de deidad por y sobre Cristo. Por ejemplo, cuando Jesús afirmó que
perdonaba los pecados, los fariseos vieron esto como un reclamo de deidad y
respondieron: “¿Por qué este hombre habla así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede
perdonar pecados sino solo Dios? (Marcos 2: 7). Y cuando se le preguntó a Jesús
bajo juramento si él era el Mesías (a quien el Antiguo Testamento dijo que
sería Dios: Salmo 45: 8; Isaías 9: 6; Zac. 12:10), Jesús respondió claramente:
“Yo soy. Y verás al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poderoso y que vendrá
sobre las nubes del cielo” (Marcos 14:62). La respuesta reconoce claramente su
afirmación de ser Dios, y el Sanedrín lo usó para condenar a Jesús de
"blasfemia" (vs. 64). Fuera de los Evangelios, la epístola romana de
Pablo, que muchos creen que es anterior a los Evangelios, tiene una fuerte
descripción de la deidad de Cristo, proclamándolo "Dios sobre todos"
(Rom. 9:5).
Muchas
de las afirmaciones de deidad más fuertes de Jesús se producen en el contexto
en el que la multitud lo enfrenta o desafía. Si bien esto se aplica tanto a
Juan como a los Evangelios sinópticos (cf. Marcos 2: 7–10; 14: 61–62; Juan
10:24, 30–33), Juan enfatiza el antagonismo de “los judíos” (véase Juan 5: 16,
18; 7: 1; 10:31).
Es
comprensible que preste especial atención a los claros reclamos de deidad.
El
propósito principal de los sinópticos no era enfatizar la deidad de Cristo. El énfasis judío de Mateo estaba en el tan esperado
Mesías. Marcos enfatizó a Jesús como un Siervo (Marcos 10:45). Lucas enfatizó
la humanidad de Jesús. El propósito expreso de Juan era mostrar que Jesús era
Dios encarnado (1: 1, 14; 20:31). No es sorprendente que haya más reclamos de
deidad en su Evangelio. En el clímax de su Evangelio Juan informa que Tomás
declaró la deidad de Cristo, proclamándolo como "Mi Señor y Mi Dios"
(20:28). Si esto no es exacto, entonces Juan está tergiversando el punto central
de su libro, que los milagros de Jesús llevaron a sus discípulos a reconocer su
verdadera identidad como Dios (ver 20: 28–31).
CONCLUSIÓN:
Conclusión. Los argumentos en contra de la autenticidad de los
dichos de Jesús en el Evangelio de Juan parecen estar basados más en
fundamentos filosóficos a priori que en evidencia histórica y textual real. Hay
explicaciones razonables para las diferencias basadas en dónde, cuándo, a quién
y bajo qué circunstancias habló Jesús. La mayoría de estos se explican por la
premisa razonable de que Juan escribió un Evangelio posterior y conscientemente
complementario. Deliberadamente evita repetir lo que los otros Evangelios han
dicho a menos que sea realmente importante para el tema. Como se ve en las
áreas de superposición, los paralelos de Juan a los Evangelios Sinópticos son
sustanciales.
No
hay evidencia real en ninguno de estos casos de que Juan esté creando, en lugar
de informar, lo que Jesús dijo. Por el contrario, el relato de Juan es tan
fresco, vívido, privado, detallado y personal que manifiesta un testigo íntimo
y de primera mano por quien lo escribe. Hay razones para creer que Juan
conservó las palabras originales de Jesús o el mismo significado, si no las
palabras exactas.
Las
razones para aceptar la autenticidad del Evangelio de Juan son tan buenas o
mejores que las que apoyan a los sinópticos. Y puede ser aceptado en buena conciencia
como histórico. Mateo y Marcos son paralelos a Lucas, y Lucas analiza su propio
método y precisión historiográficos.
Muchos
se han comprometido a elaborar un relato de las cosas que se han cumplido entre
nosotros, tal como nos las transmitieron aquellos que desde el principio fueron
testigos oculares y servidores de la palabra. Por lo tanto, como yo mismo he
investigado cuidadosamente todo desde el principio, también me pareció bueno
escribir una cuenta ordenada para ti, el más excelente Theophilus, para que
puedas saber la certeza de las cosas que te han enseñado. [Lucas 1:1–4]
Si
Mateo y Marcos cuentan sustancialmente la misma historia que Lucas, entonces
son tan históricamente confiables como Lucas. Y si el material paralelo de Juan
no se desvía en sustancia de los Sinópticos, la carga de la prueba recae en los
críticos para mostrar razones sólidas por las cuales su testimonio no debe
tomarse como históricamente confiable.
Las
diferencias de Juan en el uso del lenguaje de los sinópticos pueden explicarse
en gran medida por la ubicación (Judea), la fecha (ministerio temprano y
tardío) y la naturaleza (muchas conversaciones privadas). Las afirmaciones de
"Yo soy" pueden entenderse como declaraciones más cortas y simples
que Jesús hizo a aquellos que al principio no lo entendieron.
De
hecho, el hecho de que el relato de Juan es tan íntimo, fresco y detallado
argumenta enérgicamente su autenticidad.
El
vínculo de Juan en el argumento de disculpa es uno de los más fuertes de la
cadena. De hecho, es el único Evangelio que dice haber sido escrito por un
apóstol testigo presencial (Juan 21: 24-25). Carson concluye: "Es
totalmente plausible que Jesús a veces hablara como al estilo 'Juanino', y ese
estilo de Juan fue influenciado hasta cierto punto por el mismo Jesús. Cuando
todas las pruebas se toman juntas, no es difícil creer que cuando escuchamos la
voz del Evangelista en su descripción de lo que dijo Jesús, estamos escuchando
la voz del mismo Jesús” (Carson).
AUTOR:
Juan.
AÑO
APROXIMADO QUE FUE ESCRITO: 80 D.C al 94
D.C
PALABRAS
CLAVE: El Verbo, Nacido de nuevo, Yo
soy, Creer, Fe, Vida Eterna, Luz y Tinieblas, Verdad, Testigo o Testimonio,
Mundo, Gloria, Recibir, Padre, Venir.
BOSQUEJO:
Prólogo
(1:1-18)
I.
Período de consideración (1:19-6:71)
«Aún no ha venido mi hora». (2:4)
A.
Cristo y los discípulos (1:19-2:12)
B.
Cristo y los judíos (2:13-3:36)
C.
Cristo y los samaritanos (4:1-54)
D.
Cristo y los líderes judíos (5:1-47)
E.
Cristo y las multitudes (6:1-71)
Crisis
# 1: No andaban con Él (6:66-67)
II.
Período de conflicto (7:1-12:50)
(Nótese
cómo los judíos se oponen a Cristo: 7:1, 19, 23, 30, 32, 44; 8:6, 37, 48, 59;
9:22, 34; 10:20, 31-33, 39; 11:8, 16, 46-57; 12:10.)
«Ninguno le echó mano, porque aún no había
llegado su hora». (7:30)
A.
Conflicto sobre Moisés (7:1-8:11)
B.
Conflicto sobre Abraham (8:12-59)
C.
Conflicto sobre la filiación (9:1-10:42)
D.
Conflicto sobre el poder (11:1-12:11)
Crisis
# 2: No creían en Él (12:12-50)
III.
Período de clímax (13:1-20:31)
«Sabiendo Jesús que su hora había llegado».
(13:1)
«Padre, la hora ha llegado» (17:1).
A.
Clímax de preparación para la cruz (13:1-17:26)
B.
Clímax de incredulidad de los judíos (18:1-19:42)
Crisis
# 3: La crucifixión (19:13-22)
C.
Clímax de fe de los discípulos (20:1-31)
Epílogo
(21:1-25)
CRISTO EN EL EVANGELIO DE JUAN:
ES INCUESTIONABLE EL HECHO DE QUE EL EVANGELIO DE JUAN constituye una proclamación de la divinidad de Jesucristo. Juan revela ya en la primera oración la naturaleza de Cristo: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios» (1.1). Mientras el Evangelio de Marcos se centra en Jesús como el Hijo del Hombre, el mensaje de Juan es que «Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios» (20.31). Lo que se destaca es que Jesús afirma ser Dios en siete declaraciones explícitas en que se designa a sí mismo como «Yo soy»:
•YO
SOY el pan de vida: 6:35, 41, 48, 51.
•YO
SOY la luz del mundo: 8:12; 9:5.
•YO
SOY la puerta de las ovejas: 10:7, 9.
•YO
SOY el buen pastor: 10:11, 14.
•YO
SOY la resurrección y la vida: 11:25.
•YO
SOY el camino, y la verdad, y la vida: 14:6.
•YO
SOY la vid verdadera: 15:1, 5.
Estos
nombres, por supuesto, hablan de su deidad; porque el nombre de Dios es YO SOY
(véase Exo_3:14). Nótense estas otras ocasiones cuando Cristo usa el YO SOY
para hablar de sí mismo: 4:26; 8:28, 58; 13:19; 18:5, 6, 8. Al leer el
Evangelio, ¡usted se dará cuenta de que Cristo es el mismo Hijo de Dios!
CITAS DEL ANTIGUO
TESTAMENTO EN EL EVANGELIO DE JUAN
1:23. Is 40:3
1:51. Gn 28:12.
2:17. Sal 69:10
6:31. Sal 78:24; Ex
16:4.
6:45. Is 54:13; Je
31:33
7:42. 2 S 7:12-16; Mi
5:1
10:34. Sal 82:6
12:13. Sal 118:25-26
12:15. Za 9:9
12:38. Is 53:1
12:40. Is 6:9-10
13:18. Sal 41:10
15:25. Sal 35:19; 69:5
19:24. Sal 22:19
19:36. Ex 12:46: Sal 34:21
19:37. Za 12:10
CAPITULO 1 DEL EVANGELIO DE JUAN
El propósito de este capítulo es robustecer nuestra fe en Cristo como el eterno Hijo de Dios y como el verdadero Mesías y Salvador del mundo. El capítulo puede dividirse en cuatro partes: 1) El gran prólogo sobre la Encarnación del Verbo de Dios (vv. Jua_1:1-18) 2) el testimonio de Juan el Bautista ante los enviados de Jerusalén (vv. Jua_1:19-28); 3) el testimonio del Bautista ante las turbas (vv. Jua_1:29-34) y 4) el reclutamiento de los primeros discípulos de Jesús (vv. Jua_1:35-51).
I.
Los nombres de Cristo demuestran que es el Hijo de Dios.
A.
Él es el Verbo (1:1-3,14).
Así
como las palabras revelan nuestra mente y corazón, Cristo revela a los hombres
la mente y el corazón de Dios. «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre»
(Joh_14:9). Una palabra o verbo se compone de letras, y Cristo es el Alfa y la
Omega (primera y última letras del alfabeto griego; Rev_22:13), quien nos
deletrea el amor de Dios. En Génesis 1 Dios creó todo por medio de su Palabra;
y Col_1:16 y 2Pe_3:5 indican que esta Palabra era Cristo. En tanto que Dios se
puede conocer en parte a través de la naturaleza y la historia, se le conoce a
plenitud a través de su Hijo (Heb_1:1-2). Cristo, como el Verbo trae gracia y
verdad (Joh_1:14; Joh_1:17); pero si los hombres no le reciben, esa misma
Palabra se convertirá en ira y juicio (Rev_19:13). La Biblia es la Palabra
escrita de Dios y Cristo es el Verbo de Dios, vivo y encarnado.
B.
Él es la luz (1:4-13).
El
primer acto creador de Dios en Génesis 1 fue producir la luz, porque la vida
proviene de la luz. Jesús es la luz verdadera, o sea, la luz original en la
cual toda luz tiene su fuente. En el Evangelio de Juan se puede hallar el
conflicto entre la luz (Dios, vida eterna) y las tinieblas (Satanás, muerte
eterna). Esto se indica en 1:5: «La luz en las tinieblas resplandece [tiempo
presente], y las tinieblas no han podido apagarla o contenerla» (traducción
literal). Nótese 3:19-21; 8:12 y 12:46. Segunda de Corintios 4:3-6 pinta la
salvación como la entrada de la luz en el corazón en tinieblas del pecador
(véase también Gen_1:1-3).
C.
Él es el Hijo de Dios (1:15-18,30-34,49).
Fue
esta afirmación la que enardeció a los judíos y los llevó a perseguir a Cristo
(10:30-36). Nótense las siete personas en el Evangelio de Juan que llamaron a
Cristo el Hijo de Dios: Juan el Bautista (1:34); Natanael (1:49); Pedro (6:69);
el ciego sanado (9:35-38); Marta (11:27); Tomás (20:28); y el apóstol Juan
(20:30, 31). El pecador que no cree que Jesús es el Hijo de Dios no puede ser
salvo (8:24).
D.
Él es el Cristo (1:19-28,35-42).
«Cristo»
significa Mesías, el Ungido. Los judíos esperaban que su Mesías apareciera y a
esto se debe que se lo preguntaran a Juan. Incluso los samaritanos le esperaban
(4:25, 42). A cualquier judío que dijera que Jesús era el Cristo lo expulsaban
de la sinagoga (9:22).
E.
Él es el Cordero de Dios (1:29,35-36).
El
anuncio de Juan es la respuesta a la pregunta de Isaac: «¿Dónde está el cordero
para el holocausto?» (Gen_22:7). El cordero pascual en Éxodo 12 y el cordero
sacrificial en Isaías 53 apuntan hacia Cristo. En la historia del AT hubo
muchos corderos sacrificados, pero Cristo es el Cordero de Dios, el único. La
sangre de los corderos sacrificados en el tabernáculo o el templo simplemente
cubrían el pecado (Heb_10:1-4), pero la sangre de Cristo quita el pecado. Los
corderos que se ofrecían en los días del AT eran sólo por Israel, pero Cristo
murió por los pecados de todo el mundo.
F.
Él es el Rey de Israel (1:43-49).
El
pueblo de Israel estaba hastiado del gobierno romano y querían un rey. Debido a
que Cristo les dio de comer, querían hacerle Rey (6:15), pero Él se alejó de la
multitud. Se ofreció como su Rey (registrado en 12:12-19), pero los principales
sacerdotes dijeron: «No tenemos más rey que César» (19:15).
G.
Él es el Hijo del Hombre (1:50,51).
Este
título viene de Dan_7:13-14, y todos los judíos sabían que describía a Dios.
(Nótese la pregunta de los judíos en Joh_12:34.) En 1:51 Cristo menciona «la
escalera de Jacob» en Gen_28:10-17. Cristo es «la escalera de Dios» entre la
tierra y el cielo, revelando a Dios a los hombres y llevando a los hombres a
Dios.
II.
Las obras de Cristo prueban que es el Hijo de Dios
A.
Él creó el mundo (1:1-4).
Él
estuvo en el principio con Dios y fue el Agente Divino mediante el cual el
mundo se creó.
B.
Él da salvación a los hombres (1:9-13).
Vino
a su mundo y pueblo (los judíos) y no le recibieron. La salvación es un regalo
gratuito que el pecador recibe cuando confía en Cristo. «Creer» y «recibir» son
la misma cosa. Un nuevo nacimiento tiene lugar: no por sangre humana, ni por
carne, ni por voluntad de hombres, sino de Dios.
C.
Él revela a Dios (1:15-18).
Cristo
revela la gracia y la verdad de Dios. Moisés dio la ley que descubre el pecado
y condena; Cristo revela la verdad que redime. La ley preparó el camino para
Él.
D.
Él bautiza con el Espíritu (1:33).
En
este capítulo vemos a la Trinidad: el Padre (1:14, 18); el Hijo (1:14, 18); y
el Espíritu (1:32-34). El descenso del Espíritu le mostró a Juan quién era
Cristo; y hoy no podemos ver en realidad a Cristo a menos que el Espíritu abra
nuestros ojos.
E.
Él conoce íntimamente a los hombres (1:42,47-48).
Conocía
a Pedro y a Natanael mejor de lo que ellos mismos se conocían (véase 2:23-25).
Sólo Dios puede ver los corazones de las personas.
F.
Él perdona pecados (1:29).
¡Nadie
en la tierra puede quitar los pecados de una persona!
G.
Él abre el camino al cielo (1:50,51) y es el camino al cielo.
Como
Jacob en Gen_28:10-17, los pecadores están lejos de su hogar y en la noche del
pecado. Pero Cristo revela la gloria del cielo y lo abre para que entremos.
Cristo es la «escalera» de Dios a la gloria.
III.
Testigos que prueban que Cristo es el Hijo de Dios
Juan
usa a menudo las palabras «testimonio» y «testigos» en su Evangelio (1:7, 8,
15; 3:26, 28; 5:31-37; 8:18; 15:27; 18:23). Se puede confiar en los testigos de
la Biblia porque tuvieron un contacto personal con Cristo y no ganaron nada de
los hombres al testificar por Cristo. (Es más, sufrieron por eso.) No hay
evidencia de que hayan mentido; su testimonio hoy sería válido en cualquier
corte. Estos testigos son:
A.
Juan el Bautista (1:7,15, 29; véase también 5:35).
B.
El apóstol Juan (1:14: «vimos su gloria»).
C.
Los profetas del AT (1:30,45).
Es
muy probable que Natanael se encontrara leyendo los libros de Moisés cuando
Felipe le encontró.
D.
El Espíritu Santo (1:33,34).
E.
Andrés (1:41).
Él
fue un ganador de almas y empezó en casa.
F.
Felipe (1:45).
Felipe
respaldó su testimonio con la Palabra de Dios, una estrategia sabia para todos
los testigos.
G.
Natanael (1:49).
Juan
y Andrés se salvaron por medio de un predicador, Juan el Bautista. Pedro halló
a Cristo debido al trabajo personal de Andrés. A Felipe lo llamó Cristo
personalmente; y Natanael halló a Cristo por medio de la Palabra y el
testimonio de Felipe. Dios usa a diferentes personas y circunstancias para
llevar a las personas a su Hijo. Él es un Dios de variedad infinita.
REFERENCIAS
TCB PARA ESTE CAPITULO |
Juan 1:1-51 La divinidad, humanidad, oficio, y
encarnación de Jesucristo, Jua_1:1-14. El testimonio de Juan,
Jua_1:15-38. El llamado de Andrés, Pedro, etc,
Jua_1:39-51. |
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