domingo, 26 de marzo de 2023

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 42


 

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 42

RV1960

NVI1999

BTX4

Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro).

Luego lo llevó a Jesús, quien mirándolo fijamente, le dijo: Tú eres Simón, hijo de Juan. Serás llamado Cefas (es decir, Pedro).

Y lo llevó a JESÚS. Mirándolo fijamente, JESÚS dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan, tú serás llamado Cefas (que traducido es Pedro).

TR+

INA27+

VUL

καιG2532 CONJ ηγαγενG71 V-2AAI-3S αυτονG846 P-ASM προςG4314 PREP τονG3588 T-ASM ιησουνG2424 N-ASM εμβλεψαςG1689 V-AAP-NSM δεG1161 CONJ αυτωG846 P-DSM οG3588 T-NSM ιησουςG2424 N-NSM ειπενG3004 V-2AAI-3S συG4771 P-2NS ειG1510 V-PAI-2S σιμωνG4613 N-NSM οG3588 T-NSM υιοςG5207 N-NSM ιωναG2495 N-GSM συG4771 P-2NS κληθησηG2564 V-FPI-2S κηφαςG2786 N-NSM οG3739 R-NSN ερμηνευεταιG2059 V-PPI-3S πετροςG4074 N-NSM 

ηγαγεν G71:V-2AAI-3S Condujo αυτον G846:P-ASM a él προς G4314:PREP hacia τον G3588:T-ASM a el ιησουν G2424:N-ASM Jesús εμβλεψας G1689:V-AAP-NSM habiendo mirado atentamente αυτω G846:P-DSM a él ο G3588:T-NSM el ιησους G2424:N-NSM Jesús ειπεν G3004:V-2AAI-3S dijo συ G4771:P-2NS Tú ει G1510:V-PAI-2S estás siendo σιμων G4613:N-NSM Simón ο G3588:T-NSM el υιος G5207:N-NSM hijo ιωαννου G2491:N-GSM de Juan συ G4771:P-2NS tú κληθηση G2564:V-FPI-2S serás llamado κηφας G2786:N-NSM Cefas ο G3739:R-NSN cual ερμηνευεται G2059:V-PPI-3S está siendo traducido πετρος G4074:N-NSM Pedro

et adduxit eum ad Iesum intuitus autem eum Iesus dixit tu es Simon filius Iohanna tu vocaberis Cephas quod interpretatur Petrus

KJV

And he brought him to Jesus. And when Jesus beheld him, he said, Thou art Simon the son of Jona: thou shalt be called Cephas, which is by interpretation, A stone.

TCB

Tú eres Simón. Jua_1:47, Jua_1:48; Jua_2:24, Jua_2:25; Jua_6:70, Jua_6:71; Jua_13:18.

 

Hijo de Jonás. Jua_21:15-17; Mat_16:17.

 

Serás llamado. 1Co_1:12; 1Co_3:22; 1Co_9:5; 1Co_15:5; Gál_2:9.

 

Pedro, o piedra. Jua_21:2; Mat_10:2; Mat_16:18; Mar_3:16; Luc_5:8; Luc_6:14.

 

COMENTARIOS:

CHARLES SPURGEON

Y le trajo a Jesús… Pero algunos dirán: "Podemos entender muy claramente cómo Andrés llevó a Pedro al Señor, porque Jesús estaba aquí entre los hombres y podían caminar juntos hasta encontrarlo". Sí, pero Jesús no está muerto y es un error suponer que no es fácil alcanzarlo. La oración es un mensajero que puede encontrar a Jesús a cualquier hora. Jesús ha subido a lo alto en cuanto a Su cuerpo, pero Su Presencia espiritual permanece con nosotros.

Y el Espíritu Santo, como Cabeza de esta dispensación, está siempre cerca de todo creyente. ¡Intercede, entonces, por tus amigos! ¡Suplica a Cristo por ellos! ¡Mencione sus nombres en sus constantes oraciones! Aparta momentos especiales en los que suplicas a Dios por ellos. Deje que el caso de su querida hermana resuene en los oídos del Mediador. Deje que el nombre de su querido hijo se repita una y otra vez en sus intercesiones.

Así como Abraham suplicó por Ismael, que se eleve tu clamor por los que te rodean, para que el Señor se complazca en visitarlos en Su misericordia. La intercesión es un verdadero traer almas a Cristo y este medio prevalecerá cuando se le excluya de emplear cualquier otro. Si sus seres queridos están en Australia, en la cabaña de algún colono donde ni siquiera una carta puede llegar a ellos, ¡la oración puede encontrarlos! Ningún océano puede ser demasiado ancho para que la oración se extienda, ninguna distancia demasiado grande para que la oración pueda viajar. Lejos como están, puedes tomarlos en los brazos de la oración creyente y llevárselos a Jesús y decir: "Maestro, ten piedad de ellos". Aquí hay un arma valiosa para aquellos que no pueden predicar o enseñar: pueden blandir la espada de la oración total.

Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)… Algo más sólido que el hijo de una paloma; algo más estable que el hijo de una paloma. Cristo cambia los nombres de los hombres y también cambia su naturaleza. Él puede hacer que los más volubles de nosotros seamos firmes y resueltos. ¡Oh, que obrara así por su gracia sobre nosotros!.”

SAN JUAN CRISOSTOMO

“Narra el evangelista que Jesús le miró y le dijo: Tú eres Simón, el hijo de Jonás, pero te llamarás Pedro, que significa piedra. Y desde ese momento comenzó a hacer revelaciones a propósito de su divinidad y a manifestarla poco a poco mediante profecías. Lo mismo hizo con Natanael y con la mujer samaritana.

Ciertamente, las profecías tienen el mismo poder de conmover que los milagros, pero son menos espectaculares. Los milagros, a veces, pueden ser malinterpretados por personas insensatas: En nombre de Belcebú arroja los demonios, decían algunos de ellos. Nada semejante, en cambio, se oyó decir nunca a propósito de las profecías.

Por eso, el Señor recurrió a este último medio para instruir a Pedro y a Natanael. No hizo, sin embargo, lo mismo con Felipe y Andrés. ¿Por qué? Porque ellos habían escuchado el testimonio del Bautista y con ello tenían ya una iniciación suficiente. A Felipe le bastó con ver a las personas que estaban en torno al Salvador para recibir una prueba segura para creer en Él sin vacilaciones. Tú eres Simón, el hijo de Jonás, pero te llamarás Pedro, que significa piedra. Hace creíble el futuro, garantizándolo con lo que al presente sucede. Quien tan bien conoce el nombre del padre de Pedro demuestra claramente que conoce también el futuro.

Además, aquí acompaña a la profecía un elogio, que no proviene del deseo de adular, sino que tiene por objeto subrayar lo que había de venir, cosa que en este pasaje aparece con evidencia. Recordad con cuanta energía corrige el Señor a la samaritana dándole a entender que, en virtud de su poder profético, conoce toda su vida pasada. Has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es tu marido. Nada respondió Pedro a lo que se le dijo. Como aún no conocía bien esta doctrina, se contentaba con aprenderla.

Reparad, además, en que todavía no se dice la profecía completa. No dijo Cristo: «Te llamaré Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia», sino: te llamarás Pedro. La primera frase deja entender una autoridad y un poder mayores. Pero Cristo no quiere revelar desde el primer momento todo su poder y, por ahora, habla con gran humildad. Sólo cuando haya demostrado su divinidad asumirá un tono de mayor autoridad y dirá: Bienaventurado tú, Simón, porque mi Padre te lo ha revelado; y Yo te digo: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. A él le dio ese nombre. A Santiago y a su hermano, el de hijos del trueno. ¿Por qué hizo eso? Para demostrar que Él es el mismo Dios que estableció la Antigua Alianza y cambió muchísimos nombres, pues llamó Abraham a Abram, a Saray, Sara y a Jacob, Israel.

A otros muchos les impuso sus nombres ya desde el nacimiento, como a Isaac, a Sansón y a aquéllos de que nos hablan Isaías y Oseas. Otros hubo también a quienes les cambió el nombre que habían recibido de sus padres, como sucedió con esos de quienes hemos hablado antes.

Era costumbre de los antiguos imponer los nombres atendiendo a los acontecimientos, como vemos por Isaías. Lo cual no se hacía sin motivo, sino pretendiendo que los así llamados guardaran memoria del beneficio de Dios y para que también quienes los oían llamar con esos nombres conservaran en su memoria las profecías en ellos contenidas.

Ahora, en cambio, todos tenemos un único nombre, el mayor de todos, pues nos llamamos cristianos, hijos de Dios, sus amigos y partes de su cuerpo místico. Ese nombre, más que cualquier otro, ha de incitarnos y hacernos más despiertos para el ejercicio de la virtud. No cometamos acciones indignas del honor de ese nombre, sino que demos a entender cuánta es la estima en que tenemos ser llamados los de Cristo. Así nos llamó Pablo. Meditemos y reverenciemos la majestad de este título.

Si quien es conocido por formar parte del séquito de un general famoso, o de cualquier otro personaje ilustre, se siente importante cuando oye que uno u otro hablan de él, y tiene por gran honor disfrutar de esa fama, y pone cuanto está de su parte para que no quede deshonrado por su culpa el nombre del personaje a cuyo séquito pertenece, nosotros, que no nos titulamos sólo siervos de un general o de cualquier otro poderoso de la tierra, ni tampoco de un ángel, un arcángel o uno de los serafines, sino del mismo rey de todos ellos, ¿no deberemos poner en peligro nuestra vida antes que permitir que sea ofendido quien así nos ha honrado? ¿Desconocéis, acaso, cuan alto honor es considerado por las unidades de escuderos o lanceros imperiales el hecho de formar parte de la guardia personal del emperador? También nosotros, que hemos sido considerados dignos de estar al lado de nuestro rey y mucho más próximos a El que esos de quienes hemos hablado, pues estamos tan cercanos como lo están el cuerpo y la cabeza, hagámoslo todo por imitar a Cristo.”

A.W PINK

“Aquí encontramos al Señor dándole a Simón una bendita promesa, cuya fuerza debe buscarse en lo que él era por naturaleza. Por temperamento natural, Simón era fogoso e impetuoso, temerario e inestable. ¿Cuáles serían los pensamientos de ese hombre cuando escuchó por primera vez a Andrés? Cuando supo que Cristo estaba allí, y recibió la invitación para ir a Él, cuando supo que el Maestro estaba buscando sirvientes leales y devotos, ¿no diría él: Eso está bien para el firme y confiable Andrés, pero no para los que son como yo? Sería un obstáculo para la causa de Cristo: mi temperamento impetuoso y mi lengua apresurada solo obstaculizarán, y no ayudarán? Si tales pensamientos pasaron por su mente, como creemos muy probablemente, entonces, ¿cómo estas palabras de Cristo que ahora caen sobre sus oídos debieron tranquilizar su corazón?:

"Cuando Jesús lo miró, dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan". El Señor nos mostró que ya conocía a fondo a Simón. Pero, agrega, "Serás llamado Piedra". "Cefas" era arameo y significa "una roca".

"Petros" es el griego y significa "una piedra". Peter es la forma inglesa de Cephas y Petros. ¡Cuán bendita, entonces, fue esta promesa de nuestro Señor! "Tú eres Simón" (su nombre natural), vacilante e inestable. Sí, lo sé todo acerca de ti, "pero serás llamado Cefas" (su nuevo nombre), "una roca", fija y estable. Cristo, por tanto, prometió emprender por él. ¡Qué bendito cumplimiento recibió esta promesa después de la resurrección del Salvador!

Creemos, sin embargo, que hay un significado más profundo en este versículo, y uno que tiene una aplicación más amplia, una aplicación para todos los creyentes. En estos versículos que tratan del tercer "día", tenemos lo que pertenece, estrictamente, a la dispensación cristiana. Pedro debe verse como un personaje representativo. Visto así, aquí todo gira en torno al significado de los nombres propios.

Simón significa "escuchar". Hijo de Jonás es, correctamente traducido creemos, en la RV "hijo de Juan", y Juan significa "don de Dios". Nos convertimos en cristianos al escuchar la Palabra de Dios (Rom. 10:17), y este escuchar espiritual es un regalo de Dios, y todo creyente se convierte en piedra; comp. "Vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual" (1 Ped. 2: 5).”

LUIS PALAU

Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro).

Descubrimos en estas palabras que la inmediata revelación del propósito divino en la vida de un hombre que se encuentra con Cristo es convertirlo en una nueva persona. El Señor está decidido y comprometido a cambiarnos. Alguien lo explicó de la siguiente manera: “Dios te ama tal como eres, pero te ama demasiado para dejarte tal como eres.”

El cambio que quería efectuar el Señor era doble. Por un lado doctrinal (pues si no conocemos la doctrina no puede haber un cambio práctico), pero a eso se agregaba un cambio real de conducta, de carácter y de propósito en la vida.

Jesús declara:

1) Tú eres Simón.

2) Tú serás Pedro, una piedra (Mt. 16:18), un pedazo de la roca viviente. (Eso era señal de que se convertiría en un hombre nuevo en Jesucristo.)

Lo que en realidad Jesús estaba diciendo era: “Tú eres un pecador, pero te haré un gran vencedor; eres egoísta, pero te convertiré en altruista; estás perdido, pero te voy a salvar; eres inquieto, pero te transformaré en sereno y firme; eres cobarde, pero te haré valiente. Eres Simón; pero serás llamado Pedro.”

Los capítulos 5 y 8 de Romanos revelan a grandes rasgos los variados propósitos de Dios al redimir al ser humano.”

COMENTARIO BIBLICO MUNDO HISPANO

“Al verlo (v. 42) es el participio del verbo gr. Emblepo G1689, usado también en el v. 36, que indica una mirada fija y penetrante. Jesús no solo miraba la apariencia exterior del hombre, sino que su mirada penetraba hasta el mismo corazón, lo cual es evidente por lo que sigue. Quizás Andrés ya le había hablado a Jesús acerca de su hermano antes de presentárselo. Jesús emplea la costumbre judía de identificar a una persona por el nombre de su padre.

Desde la antigüedad, el nombre de una persona representaba todo su ser, la suma de su personalidad. Morris comenta que el que cambiaba el nombre de otro, o le daba un nuevo nombre a otro, indicaba su autoridad sobre éste (2 Rey. 23:34; 24:17), pero, cuando Dios lo hacía, significaba un nuevo carácter en esa persona a partir de ese momento (Gén. 32:28). Cefas es un término arameo, usado en el NT sólo aquí y en los escritos de Pablo (1 Cor. 1:12; 3:22; 9:5; 15:5; Gál. 1:18; 2:9, 11, 14). En cambio, el término griego petros G4074 significa a una piedra separada de una roca grande y maciza (petra G4073). Este nuevo nombre sería algo como un sobrenombre que se le da a una persona hoy día.”

BRIAN BAILEY

“Cuando Simón Pedro vino a Jesús, el Señor le dijo que desde ese momento sería llamado Cefas, que significa “una piedra”. Cuando nosotros venimos a Jesús, nuestro carácter será cambiado. La meta total del cristianismo es ser transformado (Ro.12:2). Por naturaleza, Pedro era gobernado por sus emociones y era muy temperamental. Un día, él podía sentirse en la cima de una montaña, y al siguiente, estaba sumido en un pozo de desesperación.

La escena en el huerto es típica del carácter de Pedro. Primero, en un intento por mostrar su celo por el Señor, Pedro le corta la oreja al siervo del Sumo Sacerdote, y más tarde, esa misma noche, él niega a Jesús cuando fue cuestionado por las criadas. Estas tendencias no pertenecen a un santo, y por lo tanto, el Señor busca animarnos (Is. 54:11-12), para que nos volvamos tan estables como una roca.”

JUAN CALVINO

Tú eres Simón. Cristo le da un nombre a Simón, no como los hombres comúnmente lo hacen, por algún evento pasado, o por lo que ahora se percibe en ellos, sino porque lo haría Pedro, (una piedra). Primero, él dice: Tú eres Simón, el hijo de Jonás. Repite el nombre de su padre en forma abreviada; que es bastante común cuando los nombres se traducen a otros idiomas; porque se verá claramente en el último capítulo que él era el hijo de Juana o Juan. Pero todo esto equivale a nada más que él será una persona muy diferente de lo que es ahora.

Porque no es por honor que menciona a su padre; pero como descendía de una familia oscura y que no era estimada entre los hombres, Cristo declara que esto no le impedirá hacer de Simón un hombre de valor inquebrantable. El evangelista, por tanto, menciona esto como una predicción, que Simón recibió un nuevo nombre. Lo veo como una predicción, no solo porque Cristo previó la firmeza futura de la fe en Pedro, sino porque predijo lo que le daría. Ahora magnifica la gracia que después decidió conferirle; y por lo tanto no dice que este es ahora su nombre, sino que lo retrasa para un tiempo futuro.

Serás llamado Cefas. Todos los piadosos, en verdad, pueden ser justamente llamados Pedros (piedras) que, habiendo sido fundidos en Cristo, son aptos para construir el templo de Dios; pero sólo él es llamado así debido a su singular excelencia. Sin embargo, los papistas actúan de manera ridícula cuando lo sustituyen en el lugar de Cristo; para ser el fundamento de la Iglesia, como si él tampoco estuviera fundado en Cristo junto con los demás discípulos; y son doblemente ridículos cuando de una piedra le hacen cabeza.

Porque entre las rapsodias de Graciano hay un canon necio con el nombre de Anacleto, quien, cambiando una palabra hebrea por una griega, y sin distinguir la palabra griega κεφαλὴ (kephale) de la palabra hebrea Cefas, piensa que por este nombre Pedro fue nombrado Jefe de la Iglesia. Cefas es más una palabra caldaica que hebrea; pero esa era la pronunciación habitual después del cautiverio en Babilonia. Entonces, no hay ambigüedad en las palabras de Cristo; porque él promete lo que Pedro no había esperado en absoluto, y así magnifica su propia gracia a todas las edades, para que su condición anterior no nos lleve a pensar menos en él, ya que esta notable denominación nos informa que fue hecho un hombre nuevo.”

JOHN MACARTHUR

“La mirada penetrante y omnisciente de Jesús no solo vio a Simón, también vio al hombre que Él habría de formar. Por lo tanto, Jesús lo llamó Cefas, la palabra aramea para “piedra”, que, como volvió a aclarar Juan a sus lectores gentiles, quiere decir Pedro en griego.

Simón era un nombre muy común. Solo en los Evangelios se registran al menos siete Simones. Entre los doce había dos llamados Simón (Simón Pedro y Simón Zelote). En Mateo 13:55 se enumeran los medio hermanos de Jesús, uno de ellos se llamaba Simón. El padre de Judas Iscariote también se llamaba Simón (Jn. 6:71). Mateo 26:6 menciona que Jesús tuvo una comida en casa de un hombre de Betania llamado Simón el leproso. Otro Simón, un fariseo, fue anfitrión de Jesús en una comida similar (Lc. 7:36-40). Y un hombre reclutado para cargar la cruz de Jesús en parte del camino hacia el Calvario era Simón de Cirene (Mt. 27:32).

El nombre de pila completo para nuestro Simón era Simón Bar-Jonás (Mt. 16:17), cuyo significado es “Simón, hijo de Jonás” (Jn. 21:15-17). El padre de Simón Pedro, pues, se llamaba Juan (traducido a veces como Jonás). No sabemos nada más sobre sus padres.

Pero note que el Señor le dio otro nombre. Lucas lo presenta de esta manera: “Simón, a quien también llamó Pedro” (Lc. 6:14). Aquí es importante la elección que hace Lucas de las palabras. Jesús no solo le dio un nombre nuevo para reemplazar el viejo. Él “también” lo llamó Pedro. Este discípulo era conocido a veces como Simón, otras como Pedro y otras tantas como Simón Pedro.

Pedro era una especie de sobrenombre. Quiere decir “piedra” (Petros es la palabra griega para “un pedazo de piedra o roca”). El equivalente en arameo era Cefas (cp. 1 Co. 1:12; 3:22; 9:5; 15:5; Gá. 2:9). Juan 1:42 describe el primer encuentro que Simón Pedro y Jesús tuvieron cara a cara: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Serás llamado Cefas (es decir, Pedro)”. Al parecer, esas fueron las primeras palabras que Jesús le dijo a Pedro. Y de ahí en adelante, su sobrenombre fue “Piedra”.

Sin embargo, a veces el Señor se refería a él como Simón. Cuando eso se ve en las Escrituras, suele ser una señal de que Pedro hizo algo en lo cual necesitaba reprensión o corrección.

El sobrenombre era importante y el Señor tenía una razón específica para escogerlo. Simón era impetuoso por naturaleza, vacilante e indigno de confianza. Tendía a hacer grandes promesas que no podía cumplir. Era una de esas personas que pareciera sumergirse completamente en algo pero después se salía sin terminarlo. Pedro siempre era el primero en participar, y por lo general era el primero en salirse. Cuando Jesús lo conoció, se ajustaba a la descripción que Santiago hace de una persona de doble ánimo, inestable en todos sus caminos (Stg. 1:8). Parece que Jesús le cambió el nombre a Simón porque Él quería que el sobrenombre le recordara perpetuamente quién debería ser Pedro. Y desde ese momento en adelante, fuera cual fuera el nombre que Jesús le diera, le enviaba un mensaje sutil. Si lo llamaba Simón, le indicaba que estaba actuando como el de antes. Si lo llamaba Piedra, lo estaba elogiando por actuar como era debido…

Este hombre joven llamado Simón, que se convertiría en Pedro, era impetuoso, impulsivo y muy vehemente. Necesitaba volverse como una piedra, de modo que Jesús le puso ese nombre. Desde entonces, el Señor podría regañarlo o elogiarlo tan solo usando uno u otro nombre.

Después del primer encuentro de Cristo con Simón Pedro, encontramos dos contextos diferentes en los cuales se le aplica regularmente el nombre Simón. Uno es el contexto secular. Por ejemplo, cuando las Escrituras se refieren a su casa, por lo general dice la “casa de Simón” (Mr. 1:29; Lc. 4:38). Cuando habla de su suegra, lo hace en términos semejantes: “La suegra de Simón” (Mr. 1:30; Lc. 4:38).

Lucas 5, donde se describe el negocio de pesca, menciona que “una de aquellas barcas… era de Simón” (v. 3) y Lucas dice que Santiago y Juan eran “compañeros de Simón” (v. 10). Todas estas expresiones se refieren a Simón por su nombre de pila en contextos puramente seculares. Cuando en tal contexto se le llama Simón, el uso del nombre antiguo no suele tener que ver con su espiritualidad o su carácter.

Simplemente esa es la forma normal de hablar sobre lo que le pertenecía a él como hombre natural: su trabajo, su casa o su vida familiar. Estas son las cosas “de Simón”.

La segunda categoría de referencias en que se le llama Simón es cuando Pedro muestra características no regeneradas: cuando él pecaba de palabra, actitud o acción.

Toda vez que él comienza a actuar como su viejo yo, Jesús y los evangelistas lo llaman Simón. Por ejemplo, Lucas 5:5 dice: “Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red”. Ese es el joven Simón pescador hablando. Es escéptico y reacio. Pero en cuanto obedece y sus ojos se abren a quien Jesús es en realidad, Lucas comienza a referirse a él por su nuevo nombre. El versículo 8 dice: “Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo: ‘¡Apártate de mí, Señor; soy un pecador!’”.

Vemos que Jesús lo llama Simón con referencia a los fracasos clave de su carrera. En Lucas 22:31, cuando predice la traición de Pedro, Jesús dijo: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo”.

Después, en el huerto de Getsemaní, cuando Pedro debiera haber estado velando y orando con Cristo, se quedó dormido. Marcos escribe: “‘Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mr. 14:37-38). Entonces, cuando Pedro necesitaba reprensión o amonestación, Jesús se refería a él como Simón.

Debió de haber llegado un punto en el cual Pedro se encogiera cada vez que Jesús le decía “Simón”. Debía de estar pensando ¡Por favor, llámame Piedra! Y el Señor podría haber respondido: “Te llamaré Piedra cuando actúes como una piedra”.

De la narración en los Evangelios es obvio que el apóstol Juan conocía a Pedro muy, muy bien. Habían sido amigos de toda la vida, socios de negocios y vecinos. Es interesante que en el Evangelio de Juan, el apóstol se refiera a su amigo quince veces como “Simón Pedro”. Al parecer Juan no pudo decidirse por cuál nombre usar porque veía los dos lados de Pedro constantemente. De modo que simplemente puso los dos nombres de Pedro juntos. De hecho, “Simón Pedro” es el nombre que Pedro se da cuando escribe en su segunda epístola: “Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo” (2 P. 1:1). En efecto, él tomó para sí el sobrenombre de Jesús y lo hizo su apellido (cp. Hch. 10:32).

Después de la resurrección, Jesús instruyó a sus discípulos a regresar a Galilea, donde Él planeaba aparecérseles (Mt. 28:7). Al parecer, Simón, impaciente, se cansó de esperar y anunció que se volvía a pescar (Jn. 21:3).

Como es usual, los otros discípulos, cumpliendo su deber, siguieron a su líder. Se subieron a la barca, trabajaron toda la noche y no pescaron nada.

Pero Jesús los esperaba a la mañana siguiente a la orilla del lago, donde les había preparado un desayuno. El propósito principal de ese desayuno parecía ser la restauración de Pedro (quien había pecado notoriamente negando a Cristo con maldiciones en la noche en que el Señor fue entregado). Fueron tres las veces que Jesús se dirigió a Simón para preguntarle “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?” (Jn. 21:15-17). Y tres veces Pedro afirmó su amor.

Esa fue la última vez que Jesús lo llamaría Simón. Pocas semanas después, en Pentecostés, Pedro y el resto de los apóstoles estaban llenos del Espíritu Santo. Fue Pedro, la Piedra, quien se puso en pie y predicó ese día.

Pedro era exactamente como la mayoría de los cristianos: carnal y espiritual. En ocasiones sucumbía a los hábitos de la carne; otras veces funcionaba en el Espíritu. A veces pecaba, pero otras veces actuaba como deben actuar los justos. Este personaje vacilante—a veces Simón, a veces Pedro—era el líder de los doce.”

BENEDICTO ARETIUS

“De una manera amable y amistosa, el Señor Cristo comienza a revelarse aquí, dando pruebas de su divinidad. Primero, pronuncia el nombre de una persona desconocida para él, una persona que nunca había visto, diciendo: Tú eres Simón. En segundo lugar, agrega el nombre de su padre, el hijo de Jonás, es decir, de Juan, que significa misericordioso o paloma. En tercer lugar, le promete otro nombre: te llamarán Cefas, es decir, piedra. No cambia su nombre, pero promete que se cambiará un poco más tarde. Tras su confesión, se confirma este cambio de nombre. Considere aquí por qué Cristo asume la autoridad para cambiar un nombre. En el Antiguo Testamento, el mismo Dios de alguna manera cambia un nombre a Abraham y Sara. Y claramente le asigna un nuevo nombre a Jacob. Cristo imita esta práctica y le revela a Pedro que él es Dios y Señor. Porque los nombres cambian en los siervos humanos del Señor. Por lo tanto, Cristo se declara el Señor.”

ALEXANDER MACLAREN

Tú eres Simón, el hijo de Jonás". Cristo puede, sin duda, haber aprendido el nombre y el linaje del Apóstol de su hermano, o de alguna otra manera ordinaria. Pero si observa el incidente similar que sigue en la conversación con Nicodemo, y la declaración enfática del próximo capítulo de que Jesús conocía tanto a 'todos los hombres' como 'lo que había en el hombre', tanto la naturaleza humana como un todo, y cada individuo. -Es más natural ver aquí conocimientos sobrehumanos.

Entonces, el primer punto en la autorrevelación de nuestro Señor aquí es que Él se muestra poseedor de un conocimiento completo y sobrenatural. Uno recuerda los muchos casos en los que nuestro Señor leyó los corazones de los hombres, y la oración que probablemente le dirigió Pedro, 'Tú, Señor, que conoces los corazones de todos los hombres', y la visión que vio Juan de 'ojos como una llama de fuego', y el séptuple' Yo conozco tus obras'.

Puede ser un pensamiento muy espantoso: 'Tú, Dios, me ves'. Es un pensamiento muy desagradable para muchos hombres, y lo será para nosotros a menos que podamos darle la modificación que recibe de la fe en la divinidad de Jesucristo, y estemos seguros de que los ojos que resplandecen con la divinidad la omnisciencia está cubierta de amor divino y humano. ¿Tú lo crees? ¿Sientes que Cristo te está mirando y buscándote por completo? ¿Te regocijas en ello? ¿Lo llevas contigo como consuelo y fortaleza en momentos de debilidad y en tiempos de tentación? ¿Es una bendición para ti sentir ``Cristo me mira ahora '', como lo es para un niño sentir que, cuando está jugando en el jardín, su madre está sentada en la ventana mirándolo, y que ningún daño puede ¿venir?

Ha habido hombres enloquecidos en las cárceles porque sabían que en algún lugar de la pared había un pequeño orificio a través del cual el ojo de un carcelero siempre los miraba. Y la idea de una omnisciencia absoluta allá arriba, que me escudriña en las profundidades de mi naturaleza, puede convertirse en un terror que haga que el pecador retroceda estremeciéndose, y no será del todo bendita a menos que me llegue en esta forma: - 'Mi Cristo sabe por completo y me ama más de lo que Él sabe. Y entonces me extenderé ante Él, y aunque siento que hay mucho en mí que no me atrevo a decirles a los hombres, me regocijaré que no hay nada que necesite decirle. Él me conoce de principio a fin. Me conoció cuando murió por mí. Él me conoció cuando me perdonó. Él me conoció cuando se comprometió a limpiarme. Como este mismo Pedro, diré: "Señor, tú sabes todas las cosas", y, como él, me aferraré más a Sus pies, porque conozco, y Él sabe, mi debilidad y mi pecado.

'Tú eres Simón, serás Pedro'. El proceso será largo. Será doloroso. Habrá mucha carne recortada. El escultor crea la imagen de mármol quitando el mármol superfluo. ¡Ah! y cuando tienes que picar la carne y la sangre superfluas, es un trabajo amargo, y el cincel a menudo está profundamente teñido de sangre y el mazo parece ser muy cruel. Simón no sabía todo lo que había que hacer para convertirlo en Pedro.

Tenemos que agradecer a la providencia de Dios que no conocemos todos los dolores y pruebas del proceso de convertirnos en lo que Él quiere que seamos. Pero podemos estar seguros de esto, que si tan solo nos mantenemos cerca de nuestro Maestro, y dejamos que Él se salga con la suya con nosotros, y haga Su voluntad sobre nosotros, y si tan solo no nos estremecemos por los golpes del cincel del Gran Artista, entonces del bloque más tosco tallará la estatua más hermosa; y Él cumplirá por fin para nosotros Su gran promesa: "Le daré una piedra blanca, y en la piedra un nombre nuevo escrito, que nadie conoce sino el que lo recibe.”

GRANT OSBORNE

“Otra escena increíble tiene lugar cuando Jesús se encuentra por primera vez con uno de los grandes futuros líderes de la iglesia. El verbo detrás de “mirándolo” (emblepō) significa “mirar atentamente” o “directamente” y podemos imaginar a Jesús mirando profundamente a Pedro y discerniendo quien es realmente No se le llamaba “Pedro” sino “Simón bar-Jonás” o “Simón, hijo de Juan”. En el judaísmo, el nombre del Padre se convertía en una especie de apellido para una persona. Sin embargo, Jesús es omnisciente (Otro tema de Juan que veremos nuevamente en 1:47 y 4:16–19) y le da a Simón un segundo nombre que tipificará su verdadero lugar en la iglesia: Cefas (de la forma aramea) o Pedro (el equivalente griego), la “roca”.

Cuando los Padres nombraban a un niño, elegían un nombre que pudiera representar lo que ellos anhelaban para su hijo. Jesús con base en su conocimiento previo le dio a Simón su verdadero nombre que presagió su destino como la roca de la iglesia. Esto señala hacia atrás al episodio en Génesis cuando Dios le dio a Jacob el nuevo nombre de Israel (Gn 32:28). Es la segunda ocasión de una intervención divina para renombrar a una persona que cambiaría el destino del pueblo de Dios.

En realidad, esto habló no solo del futuro de Simón como Pedro sino también de la autoridad mesiánica que Jesús poseía al darle ese nuevo nombre. Esto fue verdaderamente profético, porque durante todo el ministerio de Jesús Pedro no era una roca, sino arena movediza, siempre decía o hacía lo incorrecto. Sin embargo, Dios estaba trabajando, y después del Pentecostés cuando vino el Espíritu, en verdad se convirtió en “la roca de la iglesia” (también profetizado en Mateo 16:18).”

J.C RYLE

“[Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón]. Nuestro Señor manifiesta aquí su conocimiento perfecto de todas las personas, todos los nombres y todas las cosas. No necesitó que nadie le dijera quién era una persona y qué era. Este conocimiento era considerado por los judíos como un atributo especial del Mesías, cuando quiera que viniera. Sería de entendimiento “diligente” (Isaías 11:3). Bástenos con saber que es un atributo especial de Dios. Solo Él conoce los corazones de los hombres.

El conocimiento perfecto de nuestro Señor de todos los corazones era una de las muchas pruebas de su divinidad. El mismo conocimiento aparece de nuevo cuando se dirige a Natanael en este capítulo (cf. versículo 47) y en su conversación con la samaritana (cf. Juan 4:18, etc.). Merece la pena advertir el efecto producido en ambos casos.

Observemos al dejar este pasaje que la selección de unos humildes hombres ignorantes como los aquí descritos para ser los primeros apóstoles y predicadores del Evangelio es una fuerte evidencia de la verdad del cristianismo. Una religión que fue propagada por instrumentos tan débiles, frente a la persecución y oposición de los grandes y eruditos, tiene que ser una religión procedente de Dios. Que semejantes instrumentos produjeran esos resultados no puede explicarse por principios naturales.”

ALFRED  WIKENHAUSER

“Jesús observa a Simón con mirada escrutadora; nunca lo ha visto, pero, valiéndose de la ciencia sobrehumana que posee en virtud de su unión con el Padre, le da (o le promete) un nuevo nombre: Cefas (kefá), vocablo arameo que significa «roca». La imposición de este nombre equivale a la declaración de que Jesús lo juzga idóneo para ser, algún día, el pastor del rebaño que él, como Mesías, habrá de reunir (cf. 21,15-17). Las palabras de Jesús pueden significar que Simón recibe el nombre de Cefas, bien sea en este mismo momento, o bien en otra ocasión, posteriormente.

No se puede excluir la posibilidad de que Jesús le haya dado el nuevo nombre ya desde el primer encuentro, pero el verbo en futuro sugiere que la imposición se hará efectiva más tarde. El nombre de Cefas no aparece en ninguna otra parte de los Evangelios; Pablo, en cambio, lo emplea habitualmente en 1 Cor. y casi siempre en la carta a los Gálatas.”

MATTHEW HENRY

“«Y le trajo a Jesús» (v. Jua_1:42); Andrés le trajo a la fuente. Esto fue una prueba del amor que le tenía a su hermano. También nosotros deberíamos tener un interés especial en el bienestar espiritual de nuestros parientes más próximos, puesto que este parentesco nos ofrece no sólo una mayor obligación, sino también una mejor oportunidad, para hacer el bien a sus almas. La conversación de aquel día con Jesús hizo este efecto espontáneo en Andrés. Así mostró que había estado con Jesús (comp. con Hch_4:13), pues estaba tan lleno de Él. Sabía ya que en Cristo había suficiente para todos y, habiendo gustado la bondad del Señor (v. Sal_34:8; 1Pe_2:3), no paró hasta que sus más amados parientes la gustasen también. La gracia genuina odia el monopolio y no le agrada comer a solas sus manjares.

Las palabras de Jesús a Simón Pedro (v. Jua_1:42):

(A) Cristo lo llamó por su nombre, después de mirarle fijamente por unos momentos, como indica el verbo original: «Tú eres Simón, hijo de Juan (o Barjonás, que, probablemente, no significa «hijo de Jonás», sino algo parecido a «Zelote»).

(B) A continuación, Jesús impuso a Simón un nuevo nombre: «Tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)». Este nuevo nombre era un privilegio para Pedro, pues con él apuntaba Jesús proféticamente al día aquel que, en Cesarea de Filipo, el impulsivo Apóstol, por revelación del Padre había de confesar a Jesús como «el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mat_16:16. V. el comentario a este lugar). De las seis veces que el Nuevo Testamento nombra a Pedro como «Cefas», cinco están en las Epístolas de Pablo; la última en Gál_2:9, cuando precisamente en el contexto posterior se narra el incidente de Antioquía en que Pablo tuvo que reprender severamente a esta «piedra» porque se tambaleaba, «no andaba rectamente», como dice el original. A la oración de Jesús (Luc_22:32) se debió el que la fe de Pedro no fallase del todo, cuando vino la prueba, y, con lo que aprendió en su dolorosa experiencia, quedó capacitado para fortalecer mejor a sus hermanos. La firmeza de su fe como la nuestra, no era una cualidad propia suya, sino una gracia especial del Señor.”

BEDA (EL VENERABLE)

“Jesús le miró, no sólo con los ojos exteriores sino con la mirada interior de la divinidad, viendo la sencillez de su corazón y la elevación de su alma, en razón de cuyas prendas merecía el primer lugar en toda su Iglesia. Y no debemos buscar en la palabra Pedro otra interpretación, ni en hebreo, ni en sirio, porque lo mismo significa en griego y en latín Pedro, que Cephas en sirio, y en una y otra lengua esta palabra se deriva de piedra. Y se le llama Pedro por la firmeza de su fe con la cual se adhirió a aquella piedra de quien dice el Apóstol: "Mas la piedra era Cristo" (1Co_10:4), que robustece contra las asechanzas de sus enemigos los que esperan en El, y les concede abundancia de bienes espirituales.”

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