viernes, 10 de marzo de 2023

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 11

 



 

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 11

RV1960

NVI1999

BTX4

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.

Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron.

A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron,

TR+

INA27+

VUL

ειςG1519 PREP ταG3588 T-APN ιδιαG2398 A-APN ηλθενG2064 V-2AAI-3S καιG2532 CONJ οιG3588 T-NPM ιδιοιG2398 A-NPM αυτονG846 P-ASM ουG3756 PRT-N παρελαβονG3880 V-2AAI-3P 

εις G1519:PREP Hacia dentro τα G3588:T-APN a los ιδια G2398:A-APN suyos ηλθεν G2064:V-2AAI-3S vino και G2532:CONJ y οι G3588:T-NPM los ιδιοι G2398:A-NPM suyos αυτον G846:P-ASM a él ου G3756:PRT-N no παρελαβον G3880:V-2AAI-3P tomaron consigo

in propria venit et sui eum non receperunt 

KJV

He came unto his own, and his own received him not.

TCB

A lo suyo vino. Mat_15:24; Hch_3:25, Hch_3:26; Hch_13:26, Hch_13:46; Rom_9:1, Rom_9:5; Rom_15:8; Gál_4:4.

 

Y los suyos no le recibieron. Jua_3:32; Isa_53:2, Isa_53:3; Luc_19:14; Luc_20:13-15; Hch_7:51, Hch_7:52.

 

COMENTARIOS:

CHARLES SPURGEON

“Los judíos, sus hermanos de raza, le rechazaron; la familia, sus hermanos de sangre, se mostraron ofendidos por su actitud dimanante de su ministerio; y sus discípulos, sus hermanos en espíritu, le abandonaron y huyeron, hasta el punto que uno de ellos le vendió y otro le negó entre juramentos y maldiciones. ¡Ay, Señor mío!, qué dolor tan horrendo debió de traspasar tu amoroso corazón al ser de ese modo abandonado por aquellos que debían haberte amado, defendido, e incluso haber muerto por ti de ser ello necesario.

Y un extranjero para los hijos de mi madre. (Salmo 69:8)  David se refiere con estas palabras a sus parientes más cercanos; cuando un padre tenía diversas esposas la relación de consanguinidad entre los hermanos en general era un tanto fría y distante, pero los hijos de la misma madre mantenían un lazo estrecho de amor fraternal. Sin embargo nuestro Señor se encontró con sus parientes más cercanos y queridos avergonzados de él. Así como los hermanos de David lo envidiaron y hablaron mal de él, los parientes terrenales de nuestro Señor por nacimiento, se mostraron celosos de él; y sus mejores y más amados seguidores, sintiendo miedo en la hora de su agonía de ser identificados como seguidores suyos o de mantener siquiera con él relación alguna, huyeron todos despavoridos. En el alma de Jesús, el más emotivo y tierno de todos los amigos, estas deserciones fueron cual flechas afiladas. Que en nuestra relación con él, ninguno de nosotros proceda jamás como si fuéramos desconocidos; que nunca le tratemos como un extraño; antes por el contrario, mostrémonos dispuestos a ser crucificados junto con él, y que la gracia haga de nuestra resolución un hecho.”

JOHN OWEN

“Quien no quiera recibir la palabra de este profeta (Deut. 18:18-19), Dios amenaza con "exigírsela"; es decir, como ellos mismos lo confiesan, exterminandolos de entre el número de su pueblo, o rechazándolos. Ahora, esto fue hecho por el cuerpo de la nación judía. No lo recibieron, no obedecieron su voz. Y qué ¿Fue el final de esto su desobediencia? Aquellos que, por haber despreciado, perseguido y asesinado a los profetas anteriores, solamente fueron corregidos, castigados, afligidos y despues se recuperaron rápidamente de la peor y más grande de sus angustias?

La respuesta es que al rechazarlo y desobedecer su voz fueron cortados, destruidos, y exterminados del lugar de su adoración solemne y completamente rechazados de ser el pueblo de Dios. Cualquier cosa que se pueda concebir que esté contenida en la condenación contra aquellos que desobedecen la voz de ese profeta prometido, es todo, en toda su extensión, sobre los judíos, sobre y por su desobediencia a la doctrina de Jesús de Nazaret: lo cual, sumado a las consideraciones anteriores, prueba innegablemente que él fue ese profeta dicho por Moises, que debían seguir.”

JOHN FLAVEL

“…De ahí inferimos lo irrazonable de la infidelidad, y cuán poco los que rechazan a Cristo pueden tener que fingir que lo hacen. Verá que ha abierto su comisión en el evangelio, ha mostrado al mundo la mano de su Padre y la ha sellado, ha dado tanta satisfacción como la razón misma podría desear o esperar; sin embargo, ni siquiera los suyos le recibieron; Juan 1:11. Y Jesucristo lo sabía de antemano, y por eso se quejó por medio del profeta Isa. 53:1. ¿Quién ha creído a nuestro anuncio?" etc.

Sí, y que el mundo crea en él, el apóstol Pablo lo puso entre los grandes misterios de la piedad, 1Tim. 3:16. Un hombre que considera bien con qué pruebas convincentes viene Cristo, preferiría pensar que es un misterio que nadie crea. Pero, ¡oh, la obstinación brutal y la enemistad diabólica que hay en la naturaleza con Jesucristo! Diabólico, ¿dije? Debes corregir esa palabra, porque obligó al diablo a asentir; "Te conocemos, sabemos quién eres".

Y es igualmente maravilloso ver la facilidad que tiene la naturaleza para ser recibida (mientras tanto), incluso con la más tonta impostura. Que se levante un falso Cristo, y engañará a muchos, como sucede en Mat. 24:24. De esto se queja Cristo, y no sin gran razón, Juan 5:43, "Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a él lo recibiréis".

Usted es incrédulo solamente para Jesús: todo engañador, toda mentira lamentable, que no tiene más que ingenio, o más bien maldad suficiente para decirle que el Señor lo ha enviado, obtendrá discípulos; pero aunque Jesucristo vino en el nombre del Padre, es decir, mostrándoles una comisión firmada y sellada por él, haciendo aquellas obras que nadie más que Dios puede hacer, sin embargo ustedes no le reciben. Pero en todo esto hay que adorar la justicia de Dios, para permitir que así sea, entregando a los hombres a tan irracional obstinación y dureza. Es una plaga dolorosa que se extiende sobre el mundo, y es una maravilla que no todos estemos envueltos en la misma infidelidad.”

SAN JUAN CRISOSTOMO

“Hablando de las épocas antiguas, el evangelista había dicho que el mundo no lo conoció. Empieza luego a hablar de la época de la predicación y dice: Vino a su casa y los suyos no lo recibieron.

Llama a los suyos o bien a los judíos en su calidad de pueblo elegido, o bien a todos los hombres, en cuanto fueron creados por el mismo Cristo. Y al igual que antes, maravillado de la ignorancia de tantos hombres y casi como avergonzado de la naturaleza común, decía que el mundo, que había sido creado por el Verbo, no conoció a su creador, así, en este pasaje, llevando a mal la ingratitud de los judíos y de tantos otros, les echa en cara una acusación más grave todavía, al decir que los suyos no lo recibieron, a pesar de que se presentó en su propia casa.

Y no sólo el evangelista, sino también los profetas mostraron su estupor ante estos hechos con expresiones muy semejantes. Y otro tanto hizo san Pablo. Los profetas, por su parte, hablando en la persona de Cristo, dijeron: Un pueblo que yo no conocía comenzó a servirme; me obedecen al tener noticia... Los hijos de los extranjeros me mintieron, los hijos de los extranjeros han envejecido y tropiezan al recorrer sus caminos. Y también: Verán quienes no oyeron hablar de El y entenderán quienes no han oído; Fui encontrado por quienes no me buscaban, me presenté a quienes no me habían llamado. San Pablo, por su parte, escribiendo a los romanos, decía: ¿Qué diremos? No logró Israel lo que pretendía, sino la parte elegida. Y también: ¿Qué diremos, pues? Que las naciones que no perseguían la justicia han alcanzado la justicia... En cambio, Israel, que perseguía la ley de la justicia, no llegó a la ley de la justicia.

Hay motivo sobrado para maravillarse y quedar perplejo si se considera que quienes habían sido educados con los libros proféticos y escuchado a diario a Moisés y a los profetas de las épocas siguientes, que tantas cosas habían predicho acerca de la venida de Cristo, cuando vieron a Cristo mismo obrar prodigios constantemente y dedicarse a ellos en exclusiva, sin permitir que ni siquiera los discípulos se dirigieran a las demás naciones o entraran en tierra de samaritanos, sino insistiéndoles en que había sido enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel, esos mismos, después de que fueran obrados tantos prodigios en su provecho, a pesar de haber escuchado a diario la lectura de los profetas y la propia voz del mismo Cristo que les enseñaba sin concederse reposo, fueron ciegos y sordos hasta el punto de no permitir que ninguna de esas cosas les llevara a aceptar la fe en Cristo.

Los gentiles, por el contrario, no habían gozado jamás de ninguna de esas ventajas: nunca habían oído revelaciones divinas, ni siquiera en sueños, sino que estaban habituados a llenarse la cabeza de fábulas compuestas por locos -así considero yo su sabiduría profana- y de los delirios de sus poetas.

Adoraban a los árboles y a las piedras y no tenían la menor idea de lo que pudieran significar la justicia y la bondad, ni en lo que mira a la doctrina, ni en lo tocante a la práctica, pues su vida era tan impura como su doctrina, y aún más detestable. Y ¿qué podía esperarse de ellos si concebían a sus dioses recreándose en toda suerte de pecados y los adoraban con palabras obscenas y acciones aún más obscenas, teniendo tales cosas por ritos celebrados en su honor, y llegaban al punto de honrarles incluso con sacrificios humanos, con el asesinato de muchachos, práctica ésta en la que se limitaban a imitar el comportamiento de sus dioses? Pues a pesar de estar sumergidos en tales abismos de perversidad, como si de pronto hubieran sido repentinamente levantados por un misterioso artificio de teatro, aparecen ante nosotros en lo más alto del cielo. ¿Cómo y por qué causa pudo suceder esto? Escuchad a san Pablo, que nos da la explicación.

Aquel hombre bienaventurado, indagando diligentemente estos hechos, no desistió en su empeño hasta que no encontró su verdadera causa y pudo darla a conocer. ¿Cuál es y por qué los otros fueron aquejados de tamaña ceguera? Ignorando la justicia de Dios, buscaron establecer su propia justicia sin someterse a la justicia de Dios. He aquí por qué padecieron tantas calamidades.”

A.T ROBERTSON

“En el sentido más estrecho, «sus íntimos», «su propia familia», «sus propios amigos» como en 13:1. Jesús dijo más tarde que un profeta no está sin honra excepto en su propio país (Mr. 6:4; Jn. 4:44), y la ciudad de Nazaret donde había crecido lo rechazó (Lc. 4:28ss.; Mt. 13:58). Es probable que aquí hoi idioi haga referencia al pueblo judío, el pueblo elegido al que Cristo fue enviado primero (Mt. 15:24), pero en un sentido más amplio todo el mundo queda incluido en hoi idioi.

La obra de Conder The Hebrew Tragedy enfatiza lo trágico de la situación de que la casa de Israel rehusara dar la bienvenida al Mesías cuando llegó, como una vasta y tenebrosa tragedia. No le recibieron (auton ou parelabon). Segundo aoristo de indicativo activo de paralambanö, viejo verbo, tomar al lado de uno, el común verbo que significa dar la bienvenida, el mismo verbo que usa Jesús en 14:3 de la bienvenida a la casa de su Padre. Cf. katelaben en el versículo 5. Israel dio muerte al Heredero (He. 1:2) cuando éste se presentó, lo mismo que los viñadores malvados (Lc. 20:14).”

JOHN WESLEY

Él vino - En la plenitud de los tiempos, a lo suyo, a su País, a su ciudad, a su templo.”

LUIS PALAU

“El mundo moderno, con sus tremendos adelantos, cree que por sí solo llenará el vacío interior. En consecuencia, aunque reconozca que necesita un cambio, se niega a aceptar la luz de Dios. Eso no significa que no sepa nada de Dios ni de Jesucristo pues hay millones que conocen verdades intelectuales acerca de Cristo, mientras que se rehúsan a darle un lugar importante en su vida.

Este versículo se refiere en particular al rechazo por parte de la nación de Israel. Aunque los judíos esperaban al Mesías, no creyeron en Jesucristo y se rehusaron a recibirle. Lo mismo sucede ahora con la humanidad; es terca, dura de corazón y empedernida en su rechazo del Hijo de Dios.”

BRIAN BAILEY

“Jesús vino a los Suyos (la nación de Israel) pero ellos le rechazaron. Israel era la nación escogida por Dios. Ellos conocían a Jehová como su Salvador, pero cuando Él vino a ellos, la nación completa lo rechazó. Poncio Pilato, el gobernador y juez romano, le preguntó a los judíos: “¿Qué queréis que haga con Jesús de Nazaret?” Y ellos dijeron: “crucifícale”.

Los judíos no sabían lo que decían. Ellos demandaban que el Salvador y Rey fuese crucificado.

Cuando Cristo regrese, Él dirá a los judíos (Parafraseando Deuteronomio 32:40): “Aquí estoy; Yo vivo para siempre”. La respuesta está en Isaías 25:9: “Y se dirá en aquel día: He aquí, este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; este es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación”. Vemos aquí el tremendo gozo por parte de los defensores de Sion, quienes verán la ciudad quebrantada durante el último sitio de Jerusalén, pero Sion no caerá.

En Zacarías, leemos acerca de la aparición del Señor en el monte de los Olivos y la subsiguiente conversación entre los defensores de Sion y Cristo. Su gozo se tornará en consternación cuando vean Sus manos y le pregunten: “¿Qué heridas son estas en tus manos?” Y el Señor les responderá: “Con ellas fui herido en casa de mis amigos” (Zac. 13:6).

En ese momento, Dios derramará el espíritu de gracia y súplica sobre los judíos y ellos tendrán luto como el que llora por su hijo unigénito. Ellos se lamentarán cuando sus ojos sean abiertos en la venida de Cristo, cuando ellos se den cuenta que Aquel a quien ellos buscaban, es el mismo a quien ellos crucificaron.

Qué triste, Cristo vino a los Suyos, pero ellos no le recibieron. Amado, esto es tan cierto en la vida. Muchas veces es nuestro mismo pueblo quien nos rechaza, mientras que otros nos aceptan y aceptan nuestro ministerio. No nos desanimemos, sino que busquemos al Señor para que nos consuele en dichos momentos.”

ISAAC AMBROSE

“Muchos están dispuestos a aceptar a Jesús como su Salvador, pero no están dispuestos a aceptarlo en sus propios términos; lo imaginan como una tarea dura y una carga pesada: lo contrario es con los cristianos; porque sus mandamientos no son penosos. Oh alma mía, si pudieras saborear, encontrarás un mundo de dulzura en los caminos de Cristo: hay dulzura en la palabra: "¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, más dulces que la miel a mi boca!" Hay dulzura en la oración; ¿No has conocido el tiempo en que has probado los gozos del cielo en oración? Hay dulzura en la meditación: ahora, alma mía, estás en el ejercicio de este deber, ahora estás en la meditación de la facilidad de la carga de Cristo, dime, ¿no hay nada de cielo en esta meditación? ¡Oh, si los hombres supieran lo encantadora que es la dulzura de los caminos de Dios, no podrían dejar de abrazarlos y estimar la sociedad de un día con Jesucristo mejor que todo el oro del mundo!.”

JUAN CALVINO

“Aquí se muestra la maldad y la malicia absolutamente desesperada de los hombres; aquí se muestra su execrable impiedad, que cuando el Hijo de Dios se manifestó en carne a los judíos, a quienes Dios había separado de las otras naciones para ser su propia herencia, no fue reconocido ni recibido. Este pasaje también ha recibido varias explicaciones. Porque algunos piensan que el evangelista habla indiscriminadamente del mundo entero; y ciertamente no hay parte del mundo que el Hijo de Dios no pueda reclamar legalmente como propiedad suya. Según ellos, el significado es: "Cuando Cristo descendió al mundo, no entró en los territorios de otra persona, porque toda la raza humana era su propia herencia".

Pero apruebo más la opinión de quienes la refieren únicamente a los judíos; porque hay una comparación implícita, por la cual el evangelista representa la atroz ingratitud de los hombres. El Hijo de Dios había solicitado una morada para sí mismo en una nación; cuando apareció allí, fue rechazado; y esto muestra claramente la ceguera terriblemente perversa de los hombres. Al hacer esta declaración, el único objetivo del evangelista debe haber sido eliminar la ofensa que muchos estarían dispuestos a tomar como consecuencia de la incredulidad de los judíos. Porque cuando fue despreciado y rechazado por esa nación a la que se le había prometido especialmente, ¿quién lo consideraría el Redentor del mundo entero? Vemos los dolores extraordinarios que le cuesta al apóstol Pablo tratar este tema.” (Romanos Cap. 9,10 y 11).

JOHN MACARTHUR

“A pesar de lo terrible y trágico que es el rechazo del mundo de Cristo, Juan da un giro a la tragedia mayor del rechazo de Israel. El hecho de que Jesús haya venido a lo suyo, puede significar al lugar que había creado. También podría significar su lugar particular, la tierra de la promesa dada a los judíos por medio de Abraham, lo cual incluye el reino terrenal predicho por los profetas. Él vino a la tierra de Dios, a la ciudad de David, la tierra del templo. Los judíos habían esperado por siglos la venida del Salvador y Mesías. Lo más trágico era la triste realidad de que cuando vino, los suyos no le recibieron.

Este segundo uso de suyos se refiere principalmente a la nación de Israel, de la cual dijo Dios que solo a ella había conocido entre todas las familias de la tierra (Am. 3:2). A todo lo largo del Antiguo Testamento se refirió Dios al pueblo judío como “mi pueblo” (p. ej., Éx. 3:7, 10; 6:7; Lv. 26:12; 1 S. 2:29; 2 S. 3:18; 1 R. 6:13; 2 R. 20:5; 1 Cr. 11:2; 2 Cr. 1:11; Sal. 50:7; Is. 1:3; Jer. 2:11; Ez. 11:20; Os. 4:6; Jl. 3:2; Am. 7:15; Abd. 1:13; Mi. 6:3; Sof. 2:8; Zac. 8:7-8), a pesar de su rebelión frecuente contra Él.

Los israelitas de los tiempos de Jesús, al igual que sus ancestros, endurecieron su cerviz (Dt. 10:16; 2 R. 17:14; Neh. 9:29; Jer. 7:26; 17:23) y lo rechazaron a pesar del claro testimonio en las Escrituras del Antiguo Testamento (Jn. 5:39). En lugar de arrepentirse de su pecado y aceptarlo como Mesías, gritaron “¡Sea crucificado…! Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mt. 27:23, 25). El rechazo y la colaboración de Israel en el asesinato de su Mesías era un tema común de la predicación apostólica. Pedro dijo en el primer sermón cristiano predicado a las multitudes reunidas en Jerusalén para el día de Pentecostés:

Pueblo de Israel, escuchen esto: Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes con milagros, señales y prodigios, los cuales realizó Dios entre ustedes por medio de él, como bien lo saben. Éste fue entregado según el determinado propósito y el previo conocimiento de Dios; y por medio de gente malvada, ustedes lo mataron, clavándolo en la cruz (Hch. 2:22-23, NVI, CP. 3:13-15; 4:10; 5:30; 10:38- 39; 13:27-29).

El tema del rechazo se repetirá a lo largo de todo el Evangelio de Juan.”

ALBERT BARNES

“De esto aprendemos:

1er. Que es razonable esperar que aquellos que han sido especialmente favorecidos reciban el mensaje de Dios. Dios tenía derecho a esperar, después de todo lo que se había hecho por los judíos, que recibirían el mensaje de la vida eterna. Así que tiene derecho a esperar que lo abracemos y seamos salvos.

2do. No es la abundancia de misericordias lo que inclina a los hombres a buscar a Dios. Los judíos habían sido favorecidos, pero lo rechazaron. Así, muchos en tierras cristianas viven y mueren rechazando al Señor Jesús.

3er. Los hombres son iguales en todas las edades. Todos rechazarían al Salvador si se les dejara solos. Todos los hombres son malvados por naturaleza. No hay prueba más cierta y universal de esto que el rechazo universal del Señor Jesús.”

JOHN GILL

“No todo el mundo, aunque son suyos todos por derecho de creación; porque estos, los suyos, se oponen al mundo, y se distinguen de ellos (de los del mundo); y su venida a ellos traza un favor particular, que no es concedido a todos. Tampoco los elegidos de Dios, aunque son de Cristo, en un sentido muy especial, son suyos por su propia elección, sino por el don de su Padre, por su propia compra y por la conquista de su gracia, y son los objetos de su amor especial; y por ellos vino ÉL en la carne, y a ellos viene de manera espiritual, y se les aparecerá por segunda vez en el último día para salvación.

Por los suyos aquí se entiende todo el cuerpo de la nación judía; llamados así, porque fueron escogidos por el Señor entre todos los pueblos; se les concedieron favores distintivos, como la adopción, los pactos, las promesas, la entrega de la ley y el servicio de Dios; y tenían la Shekinah, y el símbolo de la presencia divina de una manera notable entre ellos; y la promesa del Mesías les fue hecha de una manera particular; y de hecho, él iba a nacer de ellos, de modo que fueran su parentela, su pueblo y su propia nación.

 Ahora bien, Cristo, la palabra, vino a los judíos antes de su encarnación, no sólo en tipos, personales y reales, y en promesas y profecías, y en la palabra y ordenanzas, sino en persona; como a Moisés en la zarza, y dio orden de librar a los hijos de Israel de Egipto; Él vino y los redimió personalmente con mano poderosa y brazo extendido; en su amor y compasión los condujo por el Mar Rojo como por tierra seca; y por el desierto en columna de nube de día, y columna de fuego de noche; y se les apareció en el monte Sinaí, quien les dio los oráculos animados de Dios.”

J.C RYLE

“Vino a un pueblo que era especialmente suyo, por su redención de Egipto, por su introducción en la tierra de Canaán y por su posesión de la Ley de Moisés y de los pactos; y, no obstante, no creyeron en Él ni le recibieron, sino que en realidad lo rechazaron y lo mataron.

Hay una peculiaridad en cuanto a las palabras griegas traducidas como “los suyos” en estos versículos que no se debe pasar por alto. La primera vez, “lo suyo” es neutro y significa literalmente “sus propias cosas”. La segunda vez, la expresión “los suyos” está en masculino y significa “sus propios hombres, siervos y súbditos”. Probablemente pretenda mostrar que nuestro Señor vino a un pueblo cuya tierra, cuyo territorio y Templo, cuyas ciudades, eran propiedad de Él y habían sido otorgados originalmente por Él mismo. Los judíos, Palestina, Jerusalén, el Templo, todos eran posesión especial de Dios. Israel era “su heredad” (Salmo 78:71).”

LEON MORRIS

“Si hubiera venido a otra nación sería más fácil comprender el rechazo, ¡pero Israel era el pueblo escogido de Dios! El Verbo no vino a una nación en la que hubiese sido normal que no le hubiesen reconocido, sino que vino a su pueblo, donde la gente sí debería haberle reconocido.

Así que fue su propia gente, “los suyos”, los que “no le recibieron”. Esto hace que ahora los suyos hayan entrado en una relación diferente con el Rechazado. Tendrían que haberlo reconocido. Tenemos que ver la referencia que aquí hay a la nación judía. Han podido disfrutar de muchos privilegios, más concretamente de la revelación de Dios “en muchas ocasiones y de muchas maneras” (He. 1:1). Y esta vez Juan no dice que “no le conocieron”, sino que “no le recibieron”. Este verbo, “recibir”, se usa para hablar de relaciones íntimas.

Por ejemplo, se usa cuando José toma a María por esposa (Mt. 1:20, 24) y cuando Cristo toma a los creyentes para que estén con él en el cielo (14:3). Esta era la bienvenida que su pueblo tenía que haberle dado cuando vino “a su propia casa”. Pero “no le recibieron”. El tiempo aoristo, como en el versículo anterior, hace hincapié en la acción decisiva del rechazo. Consigue que nuestra atención vaya a parar más sobre la crisis, que sobre el resultado continuo.

De paso, podemos decir que este es un excelente ejemplo del énfasis joánico en la Encarnación. No se contenta con una serie de antagonismos “mitológicos”, con contrastar la “luz” y las “tinieblas”. Escribe de forma personal y específica.”

MATTHEW HENRY

Vino a lo que era suyo (v. Jua_1:11); no sólo al mundo, que era suyo, sino al pueblo de Israel, que era suyo de una manera peculiar. A los israelitas fue primero enviado. Vino a buscarles y a salvarles, por ser suyos de una manera especial, pero la generalidad del pueblo lo rechazó: Los suyos no le recibieron. Tenían mayor motivo para esperar que le recibiesen con todos los honores los que eran paisanos suyos.

Vino en persona a vivir entre ellos, y multiplicó prodigios y favores, de forma que no tuvieran excusa. Por eso, se dice del mundo que no le conoció, pero de los Suyos no se dice que no le conocieron, sino que no le recibieron. Es posible que algunos profesen ser del partido de Cristo, sin haber recibido al Señor, por no haber dejado el pecado y permitido que Cristo reinase sobre ellos.”

MARTIN LUTERO

“¿Acaso no sorprende que este auténtico Pastor y Obispo, un Maestro ordenado e instalado por Dios mismo, no fuera recibido por los suyos? Y todo ello a pesar de que el Espíritu Santo descendió de los cielos y reposó sobre El en forma de paloma (Joh_1:33) enviada por el Padre de quien se oyó la voz para ser creída y obedecida y que Juan el Bautista añadiera su testimonio y la orden de Dios de creer en Él de acuerdo con la antigua declaración de Moisés en el sentido de que oirían al Mesías cuando llegara (Deu_18:15). Él en persona llega como su Dios y empieza a cumplir con todas las profecías que le anunciaban; empieza la misión preparada para El por el Padre, predica y realiza milagros y, sin embargo, no es aceptado por los suyos. El tiempo que los profetas habían definido para el advenimiento del Mesías se había acercado. Todos los milagros que según la profecía iba a realizar el Mesías se cumplían a la vista de todos. Y aun así no se movieron.

¿Por qué no? Simplemente, porque Cristo no se presentó en escena con la imagen que se habían forjado en su imaginación, sino que vino como Salvador del mundo que aplasta la cabeza de la serpiente (Gen_3:15), con el propósito de redimirlos a ellos y a todas las naciones de la tierra de la maldición eterna, esto es, del poder diablo, del pecado y de la muerte. Vino para convertirlos en hijos de Dios, para justificarlos y salvarlos de acuerdo con las promesas dadas a Adán y especificadas a Abraham (Gen_3:15; Gen_22:18). Pero no era éste el Cristo Mesías que querían. Pretendían que fuera un Mesías que los convirtiera en ricos y grandes señores dominadores de todas las naciones del mundo. Imagino que una cosa parecida ya lo había conseguido un rey humano como Alejandro, pero el profeta Zacarías había profetizado del Mesías: «Alégrate mucho, hija de Sión, da voces de júbilo hija de Jerusalén, he aquí que tu rey viene a ti justo y victorioso, humilde y cabalgando sobre un asno» (Zec_9:9).

No sólo de acuerdo con esta sino con muchas otras profecías, el Señor apareció y llevó a cabo grandes señales y maravillas las cuales, en importancia y número, ningún profeta antes que El había realizado. Y como los judíos sabían de sobra, de acuerdo con las profecías del patriarca Jacob (Gen_49:10) y de Daniel (Dan_9:5), el tiempo de aparición del Mesías había llegado. Por tanto, los judíos debían haberlo advertido y haberle otorgado la importancia que merecía al predicar con unas palabras tan majestuosas. Su boca asombraba al pueblo además de los maravillosos milagros que realizaba, tal como Isaías había profetizado tantos años antes (Isa_35:5). Jesús mismo se refirió a esta profecía ha blando con log discípulos de Juan en Mat_11:5.

Todo esto debería haberles convencido de que era necesario ponderar y examinar el asunto, para concluir: «Es realmente el Mesías prometido en los escritos de los profetas. ¡Alabemos a Dios por habernos concedido el privilegio de ver el bendito día que nuestros padres tanto anhelaron durante tanto tiempo!» De ahí que debían haberle aceptado con un corazón reverente y rebosante de alegría, pero el evangelista dice — y es  una declaración terrible— «Vino a lo que era suyo y los suyos no le recibieron», en cumplimiento de la profecía de Isaías: «¿Quién ha dado crédito a nuestro mensaje? ¿Y a quién se ha revelado el brazo de Jehová? Creció como un retoño delante de él y como raíz de tierra seca, no hay apariencia en él, ni hermosura como para que le miremos, ni atractivo como para que nos deleitemos en él. Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en quebranto, como uno ante quien se esconde el rostro, fue menospreciado y no lo estimamos» (Isa_53:1-3).”

W. PARTAIN – B. REEVES

“El tema de esta línea es el rechazo. No lo recibieron en su propia casa. No le dieron la bienvenida. No aceptaron o no reconocieron que El era la persona que profesaba ser. Mat_13:57-58; Mat_15:24; Mat_21:33-46; Mat_23:37; Luc_4:28; Luc_19:41; Luc_20:14. Jesús fue aceptado por los samaritanos (Jua_4:1-54), buscado por los griegos (12:20), pero rechazado por los representantes de su propio pueblo. Estos decían que eran hijos de Dios sin Cristo (8:42-47).

Después Juan habla de los discípulos como "los suyos" (13:1; 14:3).

Cuando algún discípulo o iglesia de Cristo comete pecado, Cristo está a la puerta y llama (Apo_3:20-21). Los que no se arrepienten no le reciben.”

JOYA BIBLICA (COM. BIBLICO MUNDO HISPANO)

 

Joya bíblica

 

A lo suyo vino, pero los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios (1:11, 12).

 

Semillero homilético

Ser o tener

1:9-13

Introducción: Dos verbos describen las dos actitudes más significativas y distintas hacia la vida. Una excluye la otra. Podemos dedicar la vida a “ser” alguien, buscando nuestro verdadero yo, para llegar a ser una persona auténtica con valores propios que gobiernen nuestra vida. O podemos dedicar la vida a “tener” cosas hasta que nos haga cambiar nuestra actitud hacia la gente y llegar a mirarles como objetos para poseer, pensando que en la riqueza o en el dominio hay felicidad. ¿Qué dice la Biblia? ¿Qué nos dice nuestro Señor?

 

I. Ser o tener son las dos actitudes más comunes sobre la vida.

1. Podemos ser hijos de Dios (v. 12).

2. La vida es más que poseer cosas (Luc. 12:15).

3. Es mejor poder disfrutar de la vida que poseer grandes riquezas.

II. La oferta de Jesús.

1. En él estaba la vida (v. 4).

2. Jesús nos ofrece la vida abundante (10:10).

III. El enigma de nuestra época.

1. Vivimos en una sociedad dominada por el ideal adquisitivo (Éxito= tener muchas cosas).

2. Nuestra misión (vv. 11–13). Ayudar a la sociedad a tener otra perspectiva.

3. Cristo dice que podemos ser hijos de Dios; ser hechos nuevas personas (1 Cor. 6:19, 20).

 

Conclusión: Hay que elegir. Se puede tener muchas cosas y sentirse vacío, hueco, un don nadie; o se puede ser hijo/a de Dios, salvo por la sangre de Cristo Jesús; ser nacido de nuevo para una vida abundante, feliz y eterna. ¡Usted puede elegir!

 


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