EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1
VERSICULO 11 |
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RV1960 |
NVI1999 |
BTX4 |
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A
lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. |
Vino
a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron. |
A
lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron, |
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TR+ |
INA27+ |
VUL |
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ειςG1519
PREP ταG3588 T-APN ιδιαG2398 A-APN ηλθενG2064 V-2AAI-3S καιG2532 CONJ οιG3588
T-NPM ιδιοιG2398 A-NPM αυτονG846 P-ASM ουG3756 PRT-N παρελαβονG3880
V-2AAI-3P |
εις G1519:PREP Hacia dentro τα
G3588:T-APN a los ιδια G2398:A-APN suyos ηλθεν G2064:V-2AAI-3S vino και
G2532:CONJ y οι G3588:T-NPM los ιδιοι G2398:A-NPM suyos αυτον G846:P-ASM a él
ου G3756:PRT-N no παρελαβον G3880:V-2AAI-3P tomaron consigo |
in propria venit et sui
eum non receperunt |
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KJV |
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He came unto his own,
and his own received him not. |
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TCB |
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A lo suyo vino. Mat_15:24; Hch_3:25,
Hch_3:26; Hch_13:26, Hch_13:46; Rom_9:1, Rom_9:5; Rom_15:8; Gál_4:4. Y
los suyos no le recibieron.
Jua_3:32; Isa_53:2, Isa_53:3; Luc_19:14; Luc_20:13-15; Hch_7:51, Hch_7:52. |
COMENTARIOS:
CHARLES SPURGEON
“Los
judíos, sus hermanos de raza, le rechazaron; la familia, sus hermanos de
sangre, se mostraron ofendidos por su actitud dimanante de su ministerio; y sus
discípulos, sus hermanos en espíritu, le abandonaron y huyeron, hasta el punto
que uno de ellos le vendió y otro le negó entre juramentos y maldiciones. ¡Ay,
Señor mío!, qué dolor tan horrendo debió de traspasar tu amoroso corazón al ser
de ese modo abandonado por aquellos que debían haberte amado, defendido, e
incluso haber muerto por ti de ser ello necesario.
Y un extranjero para los hijos de mi
madre. (Salmo 69:8) David se refiere con estas palabras a sus
parientes más cercanos; cuando un padre tenía diversas esposas la relación de
consanguinidad entre los hermanos en general era un tanto fría y distante, pero
los hijos de la misma madre mantenían un lazo estrecho de amor fraternal. Sin
embargo nuestro Señor se encontró con sus parientes más cercanos y queridos
avergonzados de él. Así como los hermanos de David lo envidiaron y hablaron mal
de él, los parientes terrenales de nuestro Señor por nacimiento, se mostraron
celosos de él; y sus mejores y más amados seguidores, sintiendo miedo en la
hora de su agonía de ser identificados como seguidores suyos o de mantener
siquiera con él relación alguna, huyeron todos despavoridos. En el alma de Jesús, el más emotivo y tierno
de todos los amigos, estas deserciones fueron cual flechas afiladas. Que en
nuestra relación con él, ninguno de nosotros proceda jamás como si fuéramos
desconocidos; que nunca le tratemos como un extraño; antes por el contrario,
mostrémonos dispuestos a ser crucificados junto con él, y que la gracia haga de
nuestra resolución un hecho.”
JOHN OWEN
“Quien
no quiera recibir la palabra de este profeta (Deut. 18:18-19), Dios amenaza con
"exigírsela"; es decir, como ellos mismos lo confiesan,
exterminandolos de entre el número de su pueblo, o rechazándolos. Ahora, esto fue
hecho por el cuerpo de la nación judía. No lo recibieron, no obedecieron su
voz. Y qué ¿Fue el final de esto su desobediencia? Aquellos que, por haber
despreciado, perseguido y asesinado a los profetas anteriores, solamente fueron
corregidos, castigados, afligidos y despues se recuperaron rápidamente de la
peor y más grande de sus angustias?
La
respuesta es que al rechazarlo y desobedecer su voz fueron cortados, destruidos,
y exterminados del lugar de su adoración solemne y completamente rechazados de ser
el pueblo de Dios. Cualquier cosa que se pueda concebir que esté contenida en
la condenación contra aquellos que desobedecen la voz de ese profeta prometido,
es todo, en toda su extensión, sobre los judíos, sobre y por su desobediencia a
la doctrina de Jesús de Nazaret: lo cual, sumado a las consideraciones
anteriores, prueba innegablemente que él fue ese profeta dicho por Moises, que
debían seguir.”
JOHN FLAVEL
“…De
ahí inferimos lo irrazonable de la infidelidad, y cuán poco los que rechazan a
Cristo pueden tener que fingir que lo hacen. Verá que ha abierto su comisión en
el evangelio, ha mostrado al mundo la mano de su Padre y la ha sellado, ha dado
tanta satisfacción como la razón misma podría desear o esperar; sin embargo, ni
siquiera los suyos le recibieron; Juan 1:11. Y Jesucristo lo sabía de antemano,
y por eso se quejó por medio del profeta Isa. 53:1. ¿Quién ha creído a nuestro anuncio?" etc.
Sí,
y que el mundo crea en él, el apóstol Pablo lo puso entre los grandes misterios de la piedad, 1Tim. 3:16. Un hombre que
considera bien con qué pruebas convincentes viene Cristo, preferiría pensar que
es un misterio que nadie crea. Pero, ¡oh, la obstinación brutal y la enemistad
diabólica que hay en la naturaleza con Jesucristo! Diabólico, ¿dije? Debes
corregir esa palabra, porque obligó al diablo a asentir; "Te conocemos, sabemos quién eres".
Y
es igualmente maravilloso ver la facilidad que tiene la naturaleza para ser
recibida (mientras tanto), incluso con la más tonta impostura. Que se levante
un falso Cristo, y engañará a muchos, como sucede en Mat. 24:24. De esto se
queja Cristo, y no sin gran razón, Juan 5:43, "Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene
en su propio nombre, a él lo recibiréis".
Usted
es incrédulo solamente para Jesús: todo engañador, toda mentira lamentable, que
no tiene más que ingenio, o más bien maldad suficiente para decirle que el
Señor lo ha enviado, obtendrá discípulos; pero aunque Jesucristo vino en el
nombre del Padre, es decir, mostrándoles una comisión firmada y sellada por él,
haciendo aquellas obras que nadie más que Dios puede hacer, sin embargo ustedes
no le reciben. Pero en todo esto hay que adorar la justicia de Dios, para permitir
que así sea, entregando a los hombres a tan irracional obstinación y dureza. Es
una plaga dolorosa que se extiende sobre el mundo, y es una maravilla que no todos
estemos envueltos en la misma infidelidad.”
SAN JUAN CRISOSTOMO
“Hablando
de las épocas antiguas, el evangelista había dicho que el mundo no lo conoció. Empieza luego a hablar de la época de
la predicación y dice: Vino a su casa y los suyos no lo recibieron.
Llama
a los suyos o bien a los judíos en su calidad de pueblo elegido, o bien a todos
los hombres, en cuanto fueron creados por el mismo Cristo. Y al igual que
antes, maravillado de la ignorancia de tantos hombres y casi como avergonzado
de la naturaleza común, decía que el mundo, que había sido creado por el Verbo,
no conoció a su creador, así, en este pasaje, llevando a mal la ingratitud de
los judíos y de tantos otros, les echa en cara una acusación más grave todavía,
al decir que los suyos no lo recibieron, a pesar de que se presentó en su
propia casa.
Y
no sólo el evangelista, sino también los profetas mostraron su estupor ante
estos hechos con expresiones muy semejantes. Y otro tanto hizo san Pablo. Los
profetas, por su parte, hablando en la persona de Cristo, dijeron: Un pueblo que
yo no conocía comenzó a servirme; me obedecen al tener noticia... Los hijos de
los extranjeros me mintieron, los hijos de los extranjeros han envejecido y
tropiezan al recorrer sus caminos. Y también: Verán quienes no oyeron hablar de
El y entenderán quienes no han oído; Fui encontrado por quienes no me buscaban,
me presenté a quienes no me habían llamado. San Pablo, por su parte,
escribiendo a los romanos, decía: ¿Qué
diremos? No logró Israel lo que pretendía, sino la parte elegida. Y también:
¿Qué diremos, pues? Que las naciones que no perseguían la justicia han
alcanzado la justicia... En cambio, Israel, que perseguía la ley de la
justicia, no llegó a la ley de la justicia.
Hay
motivo sobrado para maravillarse y quedar perplejo si se considera que quienes
habían sido educados con los libros proféticos y escuchado a diario a Moisés y
a los profetas de las épocas siguientes, que tantas cosas habían predicho acerca
de la venida de Cristo, cuando vieron a Cristo mismo obrar prodigios
constantemente y dedicarse a ellos en exclusiva, sin permitir que ni siquiera
los discípulos se dirigieran a las demás naciones o entraran en tierra de
samaritanos, sino insistiéndoles en que había sido enviado sólo a las ovejas perdidas
de la casa de Israel, esos mismos, después de que fueran obrados tantos
prodigios en su provecho, a pesar de haber escuchado a diario la lectura de los
profetas y la propia voz del mismo Cristo que les enseñaba sin concederse
reposo, fueron ciegos y sordos hasta el punto de no permitir que ninguna de
esas cosas les llevara a aceptar la fe en Cristo.
Los
gentiles, por el contrario, no habían gozado jamás de ninguna de esas ventajas:
nunca habían oído revelaciones divinas, ni siquiera en sueños, sino que estaban
habituados a llenarse la cabeza de fábulas compuestas por locos -así considero yo
su sabiduría profana- y de los delirios de sus poetas.
Adoraban
a los árboles y a las piedras y no tenían la menor idea de lo que pudieran
significar la justicia y la bondad, ni en lo que mira a la doctrina, ni en lo
tocante a la práctica, pues su vida era tan impura como su doctrina, y aún más
detestable. Y ¿qué podía esperarse de ellos si concebían a sus dioses
recreándose en toda suerte de pecados y los adoraban con palabras obscenas y
acciones aún más obscenas, teniendo tales cosas por ritos celebrados en su
honor, y llegaban al punto de honrarles incluso con sacrificios humanos, con el
asesinato de muchachos, práctica ésta en la que se limitaban a imitar el comportamiento
de sus dioses? Pues a pesar de estar sumergidos en tales abismos de
perversidad, como si de pronto hubieran sido repentinamente levantados por un
misterioso artificio de teatro, aparecen ante nosotros en lo más alto del
cielo. ¿Cómo y por qué causa pudo suceder esto? Escuchad a san Pablo, que nos
da la explicación.
Aquel
hombre bienaventurado, indagando diligentemente estos hechos, no desistió en su
empeño hasta que no encontró su verdadera causa y pudo darla a conocer. ¿Cuál es
y por qué los otros fueron aquejados de tamaña ceguera? Ignorando la justicia
de Dios, buscaron establecer su propia justicia sin someterse a la justicia de
Dios. He aquí por qué padecieron tantas calamidades.”
A.T ROBERTSON
“En
el sentido más estrecho, «sus íntimos»,
«su propia familia», «sus propios amigos» como en 13:1. Jesús
dijo más tarde que un profeta no está sin honra excepto en su propio país (Mr.
6:4; Jn. 4:44), y la ciudad de Nazaret donde había crecido lo rechazó (Lc.
4:28ss.; Mt. 13:58). Es probable que aquí hoi
idioi haga referencia al pueblo judío, el pueblo elegido al que Cristo fue
enviado primero (Mt. 15:24), pero en un sentido más amplio todo el mundo queda
incluido en hoi idioi.
La obra de Conder The Hebrew Tragedy enfatiza lo trágico de la situación de que la casa de Israel rehusara dar la bienvenida al Mesías cuando llegó, como una vasta y tenebrosa tragedia. No le recibieron (auton ou parelabon). Segundo aoristo de indicativo activo de paralambanö, viejo verbo, tomar al lado de uno, el común verbo que significa dar la bienvenida, el mismo verbo que usa Jesús en 14:3 de la bienvenida a la casa de su Padre. Cf. katelaben en el versículo 5. Israel dio muerte al Heredero (He. 1:2) cuando éste se presentó, lo mismo que los viñadores malvados (Lc. 20:14).”
JOHN WESLEY
“Él vino - En la plenitud de los tiempos,
a lo suyo, a su País, a su ciudad, a
su templo.”
LUIS PALAU
“El
mundo moderno, con sus tremendos adelantos, cree que por sí solo llenará el
vacío interior. En consecuencia, aunque reconozca que necesita un cambio, se
niega a aceptar la luz de Dios. Eso no significa que no sepa nada de Dios ni de
Jesucristo pues hay millones que conocen verdades intelectuales acerca de
Cristo, mientras que se rehúsan a darle un lugar importante en su vida.
Este
versículo se refiere en particular al rechazo por parte de la nación de Israel.
Aunque los judíos esperaban al Mesías, no creyeron en Jesucristo y se rehusaron
a recibirle. Lo mismo sucede ahora con la humanidad; es terca, dura de corazón
y empedernida en su rechazo del Hijo de Dios.”
BRIAN BAILEY
“Jesús
vino a los Suyos (la nación de Israel) pero ellos le rechazaron. Israel era la
nación escogida por Dios. Ellos conocían a Jehová como su Salvador, pero cuando
Él vino a ellos, la nación completa lo rechazó. Poncio Pilato, el gobernador y
juez romano, le preguntó a los judíos: “¿Qué
queréis que haga con Jesús de Nazaret?” Y ellos dijeron: “crucifícale”.
Los
judíos no sabían lo que decían. Ellos demandaban que el Salvador y Rey fuese
crucificado.
Cuando
Cristo regrese, Él dirá a los judíos (Parafraseando Deuteronomio 32:40): “Aquí
estoy; Yo vivo para siempre”. La respuesta está en Isaías 25:9: “Y se dirá en aquel día: He aquí, este es
nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; este es Jehová a quien hemos esperado,
nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación”. Vemos aquí el tremendo
gozo por parte de los defensores de Sion, quienes verán la ciudad quebrantada
durante el último sitio de Jerusalén, pero Sion no caerá.
En
Zacarías, leemos acerca de la aparición del Señor en el monte de los Olivos y
la subsiguiente conversación entre los defensores de Sion y Cristo. Su gozo se
tornará en consternación cuando vean Sus manos y le pregunten: “¿Qué heridas
son estas en tus manos?” Y el Señor les responderá: “Con ellas fui herido en casa de mis amigos” (Zac. 13:6).
En
ese momento, Dios derramará el espíritu de gracia y súplica sobre los judíos y
ellos tendrán luto como el que llora por su hijo unigénito. Ellos se lamentarán
cuando sus ojos sean abiertos en la venida de Cristo, cuando ellos se den
cuenta que Aquel a quien ellos buscaban, es el mismo a quien ellos
crucificaron.
Qué
triste, Cristo vino a los Suyos, pero ellos no le recibieron. Amado, esto es
tan cierto en la vida. Muchas veces es nuestro mismo pueblo quien nos rechaza,
mientras que otros nos aceptan y aceptan nuestro ministerio. No nos
desanimemos, sino que busquemos al Señor para que nos consuele en dichos
momentos.”
ISAAC AMBROSE
“Muchos
están dispuestos a aceptar a Jesús como su Salvador, pero no están dispuestos a
aceptarlo en sus propios términos; lo imaginan como una tarea dura y una carga
pesada: lo contrario es con los cristianos; porque sus mandamientos no son
penosos. Oh alma mía, si pudieras saborear, encontrarás un mundo de dulzura en
los caminos de Cristo: hay dulzura en la palabra: "¡Cuán dulces son a mi
paladar tus palabras, más dulces que la miel a mi boca!" Hay dulzura en la
oración; ¿No has conocido el tiempo en que has probado los gozos del cielo en
oración? Hay dulzura en la meditación: ahora, alma mía, estás en el ejercicio
de este deber, ahora estás en la meditación de la facilidad de la carga de
Cristo, dime, ¿no hay nada de cielo en esta meditación? ¡Oh, si los hombres
supieran lo encantadora que es la dulzura de los caminos de Dios, no podrían
dejar de abrazarlos y estimar la sociedad de un día con Jesucristo mejor que
todo el oro del mundo!.”
JUAN CALVINO
“Aquí se muestra la maldad y la malicia absolutamente desesperada de los hombres; aquí se muestra su execrable impiedad, que cuando el Hijo de Dios se manifestó en carne a los judíos, a quienes Dios había separado de las otras naciones para ser su propia herencia, no fue reconocido ni recibido. Este pasaje también ha recibido varias explicaciones. Porque algunos piensan que el evangelista habla indiscriminadamente del mundo entero; y ciertamente no hay parte del mundo que el Hijo de Dios no pueda reclamar legalmente como propiedad suya. Según ellos, el significado es: "Cuando Cristo descendió al mundo, no entró en los territorios de otra persona, porque toda la raza humana era su propia herencia".
Pero
apruebo más la opinión de quienes la refieren únicamente a los judíos; porque hay una comparación implícita, por
la cual el evangelista representa la atroz ingratitud de los hombres. El Hijo de
Dios había solicitado una morada para sí mismo en una nación; cuando apareció
allí, fue rechazado; y esto muestra claramente la ceguera terriblemente
perversa de los hombres. Al hacer esta declaración, el único objetivo del
evangelista debe haber sido eliminar la ofensa que muchos estarían dispuestos a
tomar como consecuencia de la incredulidad de los judíos. Porque cuando fue
despreciado y rechazado por esa nación a la que se le había prometido
especialmente, ¿quién lo consideraría el Redentor del mundo entero? Vemos los
dolores extraordinarios que le cuesta al apóstol Pablo tratar este tema.”
(Romanos Cap. 9,10 y 11).
JOHN MACARTHUR
“A
pesar de lo terrible y trágico que es el rechazo del mundo de Cristo, Juan da
un giro a la tragedia mayor del rechazo de Israel. El hecho de que Jesús haya venido a lo suyo, puede significar
al lugar que había creado. También podría significar su lugar particular, la
tierra de la promesa dada a los judíos por medio de Abraham, lo cual incluye el
reino terrenal predicho por los profetas. Él vino a la tierra de Dios, a la
ciudad de David, la tierra del templo. Los judíos habían esperado por siglos la
venida del Salvador y Mesías. Lo más trágico era la triste realidad de que
cuando vino, los suyos no le recibieron.
Este
segundo uso de suyos se refiere principalmente a la nación de Israel, de la
cual dijo Dios que solo a ella había conocido entre todas las familias de la
tierra (Am. 3:2). A todo lo largo del Antiguo Testamento se refirió Dios al
pueblo judío como “mi pueblo” (p. ej., Éx. 3:7, 10; 6:7; Lv. 26:12; 1 S. 2:29;
2 S. 3:18; 1 R. 6:13; 2 R. 20:5; 1 Cr. 11:2; 2 Cr. 1:11; Sal. 50:7; Is. 1:3;
Jer. 2:11; Ez. 11:20; Os. 4:6; Jl. 3:2; Am. 7:15; Abd. 1:13; Mi. 6:3; Sof. 2:8;
Zac. 8:7-8), a pesar de su rebelión frecuente contra Él.
Los
israelitas de los tiempos de Jesús, al igual que sus ancestros, endurecieron su
cerviz (Dt. 10:16; 2 R. 17:14; Neh. 9:29; Jer. 7:26; 17:23) y lo rechazaron a
pesar del claro testimonio en las Escrituras del Antiguo Testamento (Jn. 5:39).
En lugar de arrepentirse de su pecado y aceptarlo como Mesías, gritaron “¡Sea
crucificado…! Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mt. 27:23,
25). El rechazo y la colaboración de Israel en el asesinato de su Mesías era un
tema común de la predicación apostólica. Pedro dijo en el primer sermón
cristiano predicado a las multitudes reunidas en Jerusalén para el día de Pentecostés:
Pueblo de Israel, escuchen esto: Jesús
de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes con milagros, señales
y prodigios, los cuales realizó Dios entre ustedes por medio de él, como bien
lo saben. Éste fue entregado según el determinado propósito y el previo
conocimiento de Dios; y por medio de gente malvada, ustedes lo mataron,
clavándolo en la cruz (Hch. 2:22-23, NVI, CP. 3:13-15; 4:10; 5:30; 10:38- 39;
13:27-29).
El
tema del rechazo se repetirá a lo largo de todo el Evangelio de Juan.”
ALBERT BARNES
“De
esto aprendemos:
1er.
Que es razonable esperar que aquellos que han sido especialmente favorecidos reciban el mensaje de Dios. Dios tenía
derecho a esperar, después de todo lo que se había hecho por los judíos, que
recibirían el mensaje de la vida eterna.
Así que tiene derecho a esperar que lo abracemos y seamos salvos.
2do.
No es la abundancia de misericordias lo que inclina a los hombres a buscar a Dios. Los judíos habían sido favorecidos,
pero lo rechazaron. Así, muchos en tierras cristianas viven y mueren rechazando
al Señor Jesús.
3er.
Los hombres son iguales en todas las
edades. Todos rechazarían al Salvador si se les dejara solos. Todos los
hombres son malvados por naturaleza. No hay prueba más cierta y universal de
esto que el rechazo universal del Señor Jesús.”
JOHN GILL
“No
todo el mundo, aunque son suyos todos por derecho de creación; porque estos,
los suyos, se oponen al mundo, y se
distinguen de ellos (de los del mundo); y su venida a ellos traza un favor
particular, que no es concedido a todos. Tampoco los elegidos de Dios, aunque son
de Cristo, en un sentido muy especial, son suyos por su propia elección, sino por
el don de su Padre, por su propia compra y por la conquista de su gracia, y son
los objetos de su amor especial; y por ellos vino ÉL en la carne, y a ellos
viene de manera espiritual, y se les aparecerá por segunda vez en el último día
para salvación.
Por los suyos aquí se entiende todo el cuerpo de la nación judía;
llamados así, porque fueron escogidos por el Señor entre todos los pueblos; se
les concedieron favores distintivos, como la adopción, los pactos, las
promesas, la entrega de la ley y el servicio de Dios; y tenían la Shekinah, y
el símbolo de la presencia divina de una manera notable entre ellos; y la
promesa del Mesías les fue hecha de una manera particular; y de hecho, él iba a
nacer de ellos, de modo que fueran su parentela, su pueblo y su propia nación.
Ahora bien, Cristo, la palabra, vino a los judíos antes de su encarnación, no sólo en tipos,
personales y reales, y en promesas y profecías, y en la palabra y ordenanzas,
sino en persona; como a Moisés en la zarza, y dio orden de librar a los hijos
de Israel de Egipto; Él vino y los redimió personalmente con mano poderosa y
brazo extendido; en su amor y compasión los condujo por el Mar Rojo como por
tierra seca; y por el desierto en columna de nube de día, y columna de fuego de
noche; y se les apareció en el monte Sinaí, quien les dio los oráculos animados
de Dios.”
J.C RYLE
“Vino
a un pueblo que era especialmente suyo, por su redención de Egipto, por su introducción
en la tierra de Canaán y por su posesión de la Ley de Moisés y de los pactos;
y, no obstante, no creyeron en Él ni le recibieron, sino que en realidad lo
rechazaron y lo mataron.
Hay una peculiaridad en cuanto a las palabras griegas traducidas como “los suyos” en estos versículos que no se debe pasar por alto. La primera vez, “lo suyo” es neutro y significa literalmente “sus propias cosas”. La segunda vez, la expresión “los suyos” está en masculino y significa “sus propios hombres, siervos y súbditos”. Probablemente pretenda mostrar que nuestro Señor vino a un pueblo cuya tierra, cuyo territorio y Templo, cuyas ciudades, eran propiedad de Él y habían sido otorgados originalmente por Él mismo. Los judíos, Palestina, Jerusalén, el Templo, todos eran posesión especial de Dios. Israel era “su heredad” (Salmo 78:71).”
LEON MORRIS
“Si
hubiera venido a otra nación sería más fácil comprender el rechazo, ¡pero Israel era el pueblo escogido de Dios!
El Verbo no vino a una nación en la que hubiese sido normal que no le hubiesen
reconocido, sino que vino a su pueblo, donde la gente sí debería haberle
reconocido.
Así
que fue su propia gente, “los suyos”,
los que “no le recibieron”. Esto hace
que ahora los suyos hayan entrado en una relación diferente con el Rechazado.
Tendrían que haberlo reconocido. Tenemos que ver la referencia que aquí hay a
la nación judía. Han podido disfrutar de muchos privilegios, más concretamente
de la revelación de Dios “en muchas ocasiones y de muchas maneras” (He. 1:1). Y
esta vez Juan no dice que “no le conocieron”, sino que “no le recibieron”. Este
verbo, “recibir”, se usa para hablar de relaciones íntimas.
Por
ejemplo, se usa cuando José toma a María por esposa (Mt. 1:20, 24) y cuando
Cristo toma a los creyentes para que estén con él en el cielo (14:3). Esta era la
bienvenida que su pueblo tenía que haberle dado cuando vino “a su propia casa”.
Pero “no le recibieron”. El tiempo aoristo, como en el versículo anterior, hace
hincapié en la acción decisiva del rechazo. Consigue que nuestra atención vaya
a parar más sobre la crisis, que sobre el resultado continuo.
De
paso, podemos decir que este es un excelente ejemplo del énfasis joánico en la
Encarnación. No se contenta con una serie de antagonismos “mitológicos”, con
contrastar la “luz” y las “tinieblas”. Escribe de forma personal y específica.”
MATTHEW HENRY
“Vino a lo que era suyo (v. Jua_1:11); no
sólo al mundo, que era suyo, sino al pueblo de Israel, que era suyo de una
manera peculiar. A los israelitas fue primero enviado. Vino a buscarles y a
salvarles, por ser suyos de una manera especial, pero la generalidad del pueblo
lo rechazó: Los suyos no le recibieron. Tenían mayor motivo para esperar que le
recibiesen con todos los honores los que eran paisanos suyos.
Vino
en persona a vivir entre ellos, y multiplicó prodigios y favores, de forma que
no tuvieran excusa. Por eso, se dice del mundo que no le conoció, pero de los
Suyos no se dice que no le conocieron, sino que no le recibieron. Es posible
que algunos profesen ser del partido de Cristo, sin haber recibido al Señor,
por no haber dejado el pecado y permitido que Cristo reinase sobre ellos.”
MARTIN LUTERO
“¿Acaso
no sorprende que este auténtico Pastor y Obispo, un Maestro ordenado e
instalado por Dios mismo, no fuera recibido por los suyos? Y todo ello a pesar
de que el Espíritu Santo descendió de los cielos y reposó sobre El en forma de
paloma (Joh_1:33) enviada por el Padre de quien se oyó la voz para ser creída y
obedecida y que Juan el Bautista añadiera su testimonio y la orden de Dios de
creer en Él de acuerdo con la antigua declaración de Moisés en el sentido de
que oirían al Mesías cuando llegara (Deu_18:15). Él en persona llega como su
Dios y empieza a cumplir con todas las profecías que le anunciaban; empieza la
misión preparada para El por el Padre, predica y realiza milagros y, sin
embargo, no es aceptado por los suyos. El tiempo que los profetas habían
definido para el advenimiento del Mesías se había acercado. Todos los milagros
que según la profecía iba a realizar el Mesías se cumplían a la vista de todos.
Y aun así no se movieron.
¿Por
qué no? Simplemente, porque Cristo no se presentó en escena con la imagen que
se habían forjado en su imaginación, sino que vino como Salvador del mundo que
aplasta la cabeza de la serpiente (Gen_3:15), con el propósito de redimirlos a
ellos y a todas las naciones de la tierra de la maldición eterna, esto es, del
poder diablo, del pecado y de la muerte. Vino para convertirlos en hijos de
Dios, para justificarlos y salvarlos de acuerdo con las promesas dadas a Adán y
especificadas a Abraham (Gen_3:15; Gen_22:18). Pero no era éste el Cristo
Mesías que querían. Pretendían que fuera un Mesías que los convirtiera en ricos
y grandes señores dominadores de todas las naciones del mundo. Imagino que una
cosa parecida ya lo había conseguido un rey humano como Alejandro, pero el
profeta Zacarías había profetizado del Mesías: «Alégrate mucho, hija de Sión,
da voces de júbilo hija de Jerusalén, he aquí que tu rey viene a ti justo y
victorioso, humilde y cabalgando sobre un asno» (Zec_9:9).
No
sólo de acuerdo con esta sino con muchas otras profecías, el Señor apareció y
llevó a cabo grandes señales y maravillas las cuales, en importancia y número,
ningún profeta antes que El había realizado. Y como los judíos sabían de sobra,
de acuerdo con las profecías del patriarca Jacob (Gen_49:10) y de Daniel (Dan_9:5),
el tiempo de aparición del Mesías había llegado. Por tanto, los judíos debían
haberlo advertido y haberle otorgado la importancia que merecía al predicar con
unas palabras tan majestuosas. Su boca asombraba al pueblo además de los
maravillosos milagros que realizaba, tal como Isaías había profetizado tantos
años antes (Isa_35:5). Jesús mismo se refirió a esta profecía ha blando con log
discípulos de Juan en Mat_11:5.
Todo
esto debería haberles convencido de que era necesario ponderar y examinar el asunto,
para concluir: «Es realmente el Mesías prometido en los escritos de los
profetas. ¡Alabemos a Dios por habernos concedido el privilegio de ver el
bendito día que nuestros padres tanto anhelaron durante tanto tiempo!» De ahí
que debían haberle aceptado con un corazón reverente y rebosante de alegría,
pero el evangelista dice — y es una
declaración terrible— «Vino a lo que era suyo y los suyos no le recibieron», en
cumplimiento de la profecía de Isaías: «¿Quién ha dado crédito a nuestro
mensaje? ¿Y a quién se ha revelado el brazo de Jehová? Creció como un retoño
delante de él y como raíz de tierra seca, no hay apariencia en él, ni hermosura
como para que le miremos, ni atractivo como para que nos deleitemos en él. Fue
despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en
quebranto, como uno ante quien se esconde el rostro, fue menospreciado y no lo
estimamos» (Isa_53:1-3).”
W. PARTAIN – B. REEVES
“El
tema de esta línea es el rechazo. No lo recibieron en su propia casa. No le
dieron la bienvenida. No aceptaron o no reconocieron que El era la persona que
profesaba ser. Mat_13:57-58; Mat_15:24; Mat_21:33-46; Mat_23:37; Luc_4:28;
Luc_19:41; Luc_20:14. Jesús fue aceptado
por los samaritanos (Jua_4:1-54), buscado
por los griegos (12:20), pero
rechazado por los representantes de su propio pueblo. Estos decían que eran
hijos de Dios sin Cristo (8:42-47).
Después
Juan habla de los discípulos como "los suyos" (13:1; 14:3).
Cuando algún discípulo o iglesia de Cristo comete pecado, Cristo está a la puerta y llama (Apo_3:20-21). Los que no se arrepienten no le reciben.”
JOYA BIBLICA (COM. BIBLICO MUNDO
HISPANO) |
Joya bíblica A
lo suyo vino, pero los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos
de Dios (1:11, 12). |
Semillero homilético Ser o tener 1:9-13 Introducción: Dos verbos describen
las dos actitudes más significativas y distintas hacia la vida. Una excluye
la otra. Podemos dedicar la vida a “ser”
alguien, buscando nuestro verdadero yo, para llegar a ser una persona auténtica
con valores propios que gobiernen nuestra vida. O podemos dedicar la vida a “tener” cosas hasta que nos haga
cambiar nuestra actitud hacia la gente y llegar a mirarles como objetos para
poseer, pensando que en la riqueza o en el dominio hay felicidad. ¿Qué dice
la Biblia? ¿Qué nos dice nuestro Señor? I. Ser o tener son las dos actitudes
más comunes sobre la vida. 1. Podemos ser hijos de Dios (v.
12). 2. La vida es más que poseer cosas
(Luc. 12:15). 3. Es mejor poder disfrutar de la
vida que poseer grandes riquezas. II. La oferta de Jesús. 1. En él estaba la vida (v. 4). 2. Jesús nos ofrece la vida
abundante (10:10). III. El enigma de nuestra época. 1. Vivimos en una sociedad dominada
por el ideal adquisitivo (Éxito= tener muchas cosas). 2. Nuestra misión (vv. 11–13).
Ayudar a la sociedad a tener otra perspectiva. 3. Cristo dice que podemos ser hijos
de Dios; ser hechos nuevas personas (1 Cor. 6:19, 20). Conclusión:
Hay que elegir. Se puede tener muchas cosas y sentirse vacío, hueco, un don
nadie; o se puede ser hijo/a de Dios, salvo
por la sangre de Cristo Jesús; ser
nacido de nuevo para una vida abundante, feliz y eterna. ¡Usted puede elegir! |
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