EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1
VERSICULO 23 |
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RV1960 |
NVI1999 |
BTX4 |
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Dijo:
Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor,
como dijo el profeta Isaías. |
Yo
soy la voz del que grita en el desierto: “Enderecen el camino del Señor” respondió
Juan, con las palabras del profeta Isaías. |
Dijo:
Yo soy una voz que grita en el desierto: ¡Allanad el camino del Señor!, como
dijo el profeta Isaías |
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dijo ησαιας G2268:N-NSM Isaías ο G3588:T-NSM el προφητης G4396:N-NSM vocero |
ait
ego vox clamantis in deserto dirigite viam Domini sicut dixit Esaias propheta |
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KJV |
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He said, I am the voice
of one crying in the wilderness, Make straight the way of the Lord, as said
the prophet Esaias. |
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TCB |
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Yo
soy la voz. Jua_3:28; Mat_3:3; Mar_1:3;
Luc_1:16, Luc_1:17, Luc_1:76-79; Luc_3:4-6. Como
dijo Isaías. Isa_40:3-5. |
COMENTARIOS:
TERTULIANO
“«Hablando
por el Padre, da el Espíritu Santo por boca del profeta a quien habría de ser
el precursor de Cristo: a Juan, el calificativo de “ángel”: “He aquí yo envío
mi mensajero (Lit. ángel) delante de ti –es decir, de Cristo– el cual preparará
el camino delante de ti” (Malaquías 3:1). Y no es infrecuente que el Espíritu
Santo llame ángeles a quienes Dios designa como ministros de su poder. Pues a
Juan le describe no solo como “ángel”, sino también como “lámpara” brillando
delante de Cristo. Pues por boca de David predice: “He dispuesto lámpara a mi
Cristo”; y Cristo mismo, venido al mundo para cumplir “la ley y los profetas”
(Mateo 5:17), dirigiéndose a los judíos les habla de Juan como de: “una lámpara
que ardía y alumbraba” (Juan 5:25). Pues no sólo enderezó el camino del Señor
en el desierto (Isaías 40:3; Juan 1:23) sino que además fue quien le señaló
como “el Cordero de Dios” (Juan 1:29-36), iluminando de ese modo sus mentes,
cual lámpara, para que entendieran que Jesús era el Cordero destinado a sufrir
que Moisés había anticipado».”
ISAAC AMBROSE
“El
evangelio comenzó a amanecer; y Juan, como la estrella de la mañana que brota de
las ventanas del oriente, predice la llegada del Sol de justicia: ahora puso la primera piedra tosca del edificio
del arrepentimiento, la mortificación, abnegación y violencia contra nuestros
afectos naturales. No he leído que alguna vez Juan obrara un milagro, pero las
buenas obras convencen más que los milagros mismos. Con este propósito, supongo,
Juan el Bautista pasó su tiempo en oración, meditación y coloquios con Dios,
comiendo langostas y miel silvestre en el desierto, para poder convertirse en
un instrumento idóneo de preparación del evangelio de Cristo.”
JOHN OWEN
“Así
como desde el principio todas las cosas dieron paso a la venida de Cristo en
las mentes de los creyentes, así todo lo que obstaculizaría su venida y el
cumplimiento de la obra que había emprendido debía ser quitado del camino; la ley, el templo, los sacrificios, todo
debe ser eliminado para dar paso a su venida. Así lo testifica su
precursor, en Lucas 3:4-6, "como
está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice:
Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor;
Enderezad sus sendas.
Todo valle se rellenará,
Y se bajará todo monte y collado;
Los caminos torcidos serán enderezados,
Y los caminos ásperos allanados;
Y verá toda carne la salvación de Dios".
Así
debe ser en nuestros propios corazones; todas las cosas deben cederle el paso,
o no vendrá y hará su morada en ella.”
A.T ROBERTSON
“Para
su respuesta, Juan cita Isaías 40:3. Los Sinópticos (Mr. 1:3 = Mt. 3:3 = Lc.
3:4) citan este lenguaje de Isaías como descripción de Juan, pero no dicen que además él se lo aplicaría a sí mismo. Y
no hay razón alguna para pensar que no lo hiciera. Juan se refiere también a
Isaías como el autor de las palabras y del mensaje «Enderezad el camino del Señor» (Euthunate
tën hodon tou kuriou). Por medio de este lenguaje (euthunö, sólo aquí y en Santiago 3:4 en el N.T., y aquí en primer
aoristo de imperativo, voz activa) Juan se identifica ante el comité como el precursor del Mesías. Los escritores
antiguos señalan la diferencia entre el uso de Logos (Verbo, Palabra)
para el Mesías, y de phönë (Voz) para Juan.”
GARY BURGE
“Es
interesante que Isaías 40:3 fuera también un texto utilizado por la comunidad
del mar Muerto (Qumrán) como uno de los principales pasajes que usaban para
identificarse. Sus miembros estaban construyendo una comunidad, preparando un
lugar en el desierto, para la llegada del Mesías. El mensaje de Juan proclamaba
que la aurora de la era mesiánica era inminente y prácticamente no había que
esperar.”
A.W PINK
“Aquí
estaba la respuesta de Juan." ¿Qué
dices de ti mismo?" "Yo soy
la voz del que clama en el desierto", dijo. La humildad es de gran
valor a los ojos de Dios, y ha tenido un lugar prominente en los hombres a quienes
ha usado. Pablo, el mayor de los apóstoles, se confesó "menos que el menor de todos los santos"
(Ef. 3: 8) .Y Juan confiesa aquí más o menos lo mismo, cuando se refirió a sí
mismo como "la voz del que clama en
el desierto".
Lector,
¿qué respuesta le darías a tal pregunta "¿Qué dices de ti mismo?
"Seguramente no responderías:" Soy un santo eminente de Dios: vivo en
un plano muy elevado de espiritualidad: soy alguien que ha sido muy usado por
Dios". Tal auto-exaltación demostraría que has aprendido poco de Aquel que
era "manso y humilde de corazón", y que mostraría un espíritu lejos
de lo que debería hacernos reconocer que, después de todo, somos sólo "siervos inútiles" (Lucas 17:10).
Cuando
Juan se refirió a sí mismo como "la
voz", empleó el mismo término que el Espíritu Santo había usado de él
setecientos años antes, cuando habló por medio del profeta Isaías: "Voz del que clama en el desierto: Preparad
el camino del Señor, enderezad en el desierto una calzada para nuestro Dios"
( Isaías 40: 3). Y no podemos dejar de creer que esta denominación fue seleccionada
con distinción Divina.
En
el comentario de Juan 1:7, al comentar el título del Señor Jesús, "La luz", llamamos la atención sobre
el hecho de que Cristo se refirió a Su precursor (en evidente contraste con Él
mismo como "la luz") como
"la lámpara que arde y alumbra"
(Juan 5:35, RV). Y aquí, estamos satisfechos de que se señale otro contraste.
Cristo es "el Verbo"; Juan
no era más que "la voz".
¿Cuáles son, entonces, los pensamientos sugeridos por este título figurativo?
En
primer lugar, la palabra existe (en la
mente) antes que la voz lo articule. Tal fue la relación entre Cristo y su
precursor. Es cierto que Juan fue el primero en aparecer ante el ojo público;
sin embargo, como el "Verbo",
Cristo había existido desde toda la eternidad. En segundo lugar, la voz es
simplemente el vehículo o medio por el cual la palabra se expresa o se da a
conocer. Así era Juan. El objeto de su misión y el propósito de su ministerio
era dar testimonio de "la Palabra".
Una
vez más, la voz simplemente se escucha pero no se ve. Juan no buscaba
mostrarse. Su obra consistía en hacer que los hombres escucharan el mensaje que
Dios les había dado para poder contemplar al "Cordero". Que el Señor hoy haga más siervos como Juan; que
sean sólo "voces", oídas
pero no vistas.
Finalmente,
podemos agregar, que la palabra perdura después de que la voz calla. La voz de
Juan hace mucho que ha sido acallada por la muerte, pero "el Verbo" permanece para siempre.
Apropiadamente, entonces, fue quien presentó al Mesías a Israel, llamándose
como la "voz". ¡Qué
maravillosas profundidades hay en las Escrituras! ¡Cuánto contiene una sola palabra!
¡Y cómo esto exige una meditación prolongada y una oración humilde!
"La voz del que clama en el desierto".
Qué posición tan digna para el ¡El precursor del Mesias! Seguramente su lugar debía
estar en Jerusalén. Entonces, ¿por qué no Clamó
Juan en el templo? Porque Jehová ya no
estaba en el templo. El judaísmo no era más que una cáscara hueca: había
forma exterior, pero no vida interior. Juan vino a una nación de legalistas, liderados
por fariseos, que ni manifestaron la fe de Abraham ni produjeron sus obras.
Dios
no reconocería el formalismo moralista de los judíos. Por lo tanto, el "enviado de Dios" apareció fuera de los
sistemas y círculos religiosos de ese día. Pero, ¿por qué predicó Juan "en el desierto"? Porque el "desierto" simbolizaba la esterilidad espiritual de la nación judía.”
CHARLES SPURGEON
“Verá,
incluso como voz, Juan no era original. Ese esfuerzo por la originalidad, de la
que tanto vemos hoy, no encuentra garantía entre los verdaderos siervos de
Dios. Aunque Juan es solo una voz, es una
voz que cita las Escrituras: “Enderezad el camino del Señor, como dijo el
profeta Isaías”. Cuanta más Escritura podamos expresar, mejor. Nuestras
palabras, ¿qué son? No son más que aire. Su Palabra, ¿qué es? Es "gracia y verdad". ¡Ojalá que
continuamente estemos prestando voz a las grandes Palabras de Dios que se han
pronunciado antes!.”
JOHN MACARTHUR
“La
respuesta de Juan era más que una confesión humilde: Era una profecía del Antiguo Testamento. Aquel texto habla de la
venida de la gloria del reino de Dios y de la preparación necesaria para ello.
Por eso se entiende que los cuatro Evangelios citen Isaías 40:3 en conexión con
Juan el Bautista (cp. Mt. 3:3; Mr. 1:3; Lc. 3:4), pues él era el heraldo del
rey y de su reino. Sin embargo, solo aquí aparece él citando el versículo.
Con
esa cita Juan respondió a la delegación la pregunta sobre su identidad y cambió
el enfoque de sí para ponerlo en Cristo. Su mensaje (y el de Isaías) —Enderezad el camino del Señor—era un
reto para que tanto la nación como los interrogadores prepararan sus corazones
para la venida del Mesías. La imagen análoga es la de nivelar todas las
barreras y allanar todos los impedimentos en preparación para la visita de un
rey antiguo oriental. Juan e Isaías compararon los corazones del pueblo del
Mesías con un desierto desolado, a través del cual necesitaba prepararse un camino
nivelado y allanado para su venida. Juan enfatiza una vez más su papel
subordinado y su humildad. Tan solo era un obrero que preparaba el camino antes
del Rey.”
DESIDERIO DE ERASMO
“Aquí,
como Juan estaba hablando con los expertos en la Ley, para que no pareciera
reclamar para sí mismo lo que era por temeridad humana, les enseñó desde la misma
profecía de Isaías, bien conocida por los fariseos, tanto que él no era otra
cosa que el precursor de Cristo y que
ahora estaba presente el Señor mismo, a quien debían haber recibido con puro
corazón, a quien ellos mismos, cegados por la envidia, la ambición y el
orgullo, iban a crucificar.
Yo,
dice, no soy el Mesías, ni Elías ni uno de los profetas llamados de regreso a
este mundo. Sin embargo, no he asumido este cargo por mi propia autoridad,
porque hace muchos años estaba destinado a este cargo por la autoridad de Dios. Yo soy aquel de quien Isaías escribió: Voz
del que clama en el desierto: Prepara el camino del Señor. Ves el desierto,
oyes la voz de alguien que grita. Es más, dejen a un lado las concupiscencias
mundanas, preparen sus corazones para su venida, para que él venga como su
Salvador. Moisés se los anunció. Los
profetas predijeron que algún día vendría.”
JOHN TRAPP
“En el desierto, No en el templo; para
mostrar que las sombras legales ahora iban a desaparecer.”
JOHN GILL
“Enderezad el camino del Señor; Juan llamó
a las personas a reformar sus caminos y a caminar en el camino del Señor, a
arrepentirse de sus pecados, creer en Cristo y someterse a la ordenanza del bautismo:
la versión etíope dice, el camino de Dios;
y Juan fue la persona que vino a preparar el camino, al Hijo de Dios, y quien
es verdadera y propiamente Dios, como dijo el profeta Isaías.”
J.C RYLE
“El
informe de Juan el Bautista acerca de sí mismo en este Evangelio consiste en
una referencia a la Escritura. Recuerda la profecía de Isaías respecto a los tiempos
del Mesías a los sacerdotes y levitas que deseaban saber quién era (Isaías
40:3). Allí encontrarían a Isaías diciendo con la precipitación de un poeta
inspirado y hablando como si viera lo que estaba describiendo: “Voz que clama
en el desierto”. Lo cual significa: “Yo oigo en el espíritu, cuando miro hacia
adelante a los tiempos del Mesías, a un hombre que clama en el desierto:
Preparad camino al Señor”. “Esa profecía —dice Juan el Bautista— se cumple en mí hoy. Yo soy la persona a
quien vio Isaías y a quien escuchó en una visión. Yo he venido para preparar el
camino al Mesías, como un hombre que va delante de un rey en un país desértico
a preparar un camino para su señor.
He
venido a preparar los corazones estériles de la nación judía para la Primera
Venida de Cristo y para el Reino de Dios. Yo soy solo una voz. No vengo a obrar
milagros. No deseo discípulos que me sigan a mí, sino a mi Señor. El objeto de
mi misión es ser un heraldo, alguien que clama, una voz de aviso para mis
compatriotas, de manera que cuando mi Señor comience su ministerio no les sorprenda
sin estar preparados”.
[El desierto]. La idea común de esta
expresión es que se refiere al ministerio de Juan el Bautista comenzado en el
desierto de Judea. Yo tengo mis dudas de que esta idea sea correcta. Es
innegable que toda la cita es una figura. El profeta compara al precursor del
Mesías con alguien que prepara el camino para el Rey por un desierto o un país
deshabitado. El “camino” es sin duda
una figura, y la rectitud del camino también lo es. Nadie supone que Isaías se
refería a que Juan el Bautista iba literalmente a hacer un camino. Pero si el
“camino” es figurado, el lugar en el que sería hecho, sin duda, sería figurado
también. Por tanto, yo creo que el desierto es una descripción figurada y profética
de la esterilidad espiritual de Israel cuando el precursor del Mesías comenzó
su ministerio. Al mismo tiempo, admito plenamente que los hábitos de
aislamiento y ascetismo de Juan y su residencia en el desierto son una notable
coincidencia con el texto.
La
expresión “voz” ha sido considerada
con frecuencia una bella analogía del carácter general del ministerio de Juan.
Fue eminentemente un hombre humilde. Era alguien que deseaba ser escuchado y llamar
la atención por medio de su testimonio, pero no ser visto u honrado de forma
visible.”
GARY BAUMLER
“Juan
les dio una respuesta directa y defendió su oficio, basándose en la profecía de
Isaías: “Voz que clama en el desierto: ‘¡Preparad un camino a Jehová!’” (40:3).
Juan no tenía otro propósito más que entregar su mensaje, ser una voz. Estaba llevando
a cabo un ministerio para otro, para el Señor, reuniendo multitudes en el
desierto cerca del río Jordán. Era mucho más que eso, le estaba pregonando su
mensaje a un mundo que espiritualmente se
había convertido en un desierto estéril debido al pecado y a la incredulidad.
“¡Prepárense!” gritó Juan. “¡Despejen el camino! Ya viene un rey que es el
Señor.”
A
falta de caminos pavimentados, como los que disfrutamos hoy en día, los caminos
de entonces (que muchas veces eran solamente senderos) eran desiguales, llenos
de baches. Algunas veces eran interrumpidos porque había piedras o escombros, y
eran peligrosos. Siempre que un rey iba a visitar, era necesario que prepararan
los caminos y que todo estuviera en buenas condiciones para que el rey
disfrutara de comodidad en su viaje. Esta imagen encajaba perfectamente en el
propósito del ministerio de Juan. Ya venía Cristo el Rey, y Juan le tenía que
decir al pueblo que preparara el camino.
La
exhortación de Juan no era para que literalmente prepararan un camino; él
estaba hablando en un sentido espiritual. Esa preparación comienza cuando uno
reconoce y confiesa su condición profunda y terrible de pecador. Incluye el
pesar por los pecados y la fe que busca el perdón del Señor a quién Juan proclamaba.
Ya viene el Cristo. ¡Arrepiéntanse; bautícense; crean!.”
LEON MORRIS
“Lo
que podemos destacar de esta cita es que no da valor alguno al predicador. No es una persona importante, como lo
sería un profeta o el Mesías. No es más que una
voz (mientras que se ha dicho que Jesús es “la Palabra” o “el Verbo”).
Además, es una voz que solo tiene una cosa que decir. La enseñanza ética de
Juan no es ni extensa, ni sorprendente (ver Lc. 3:10-14).
Como dice T.W. Manson, «Es un anticlímax y es importante que entendamos el porqué. La razón es que es Interimsethik, el artículo genuino: decirles a los hombres cómo sacar lo mejor de un trabajo mal hecho mientras llega el día señalado». La verdadera función de Juan no era enseñar Ética, sino hacer que la gente mirara a Cristo. “Enderezad camino a nuestro Dios” es un llamamiento a estar preparados, porque la venida del Mesías se acerca. El símbolo que se usa aquí es el de preparar un camino despejándolo de todos los posibles obstáculos. Ésta era una tarea muy importante en la Antigüedad, sobre todo en los caminos que cruzaban el desierto.”
SAMUEL P. MILLOS
“El
Bautista no se identifica con nadie en concreto, simplemente responde que él es
voz, o una voz, incluso podría suponerse el artículo determinado la voz, que clama
en el desierto. Está haciendo alusión a una cita del profeta lsaías, tomada muy a la letra de la LXX (Is.
40:3). La respuesta no permite que se le identifique con ningún personaje de la
historia bíblica, tan solo es la voz que clama en el desierto.
La
voz que gritaba en el desierto reclamaba que se preparase o se arreglase el
camino para el Señor. En los tiempos del profeta se utilizaba a mensajeros
enviados por alguna autoridad para que los caminos por donde iba a pasar algún
grande, tal vez un rey o un emperador, fuesen arreglados para el día en que
pasara por allí, como aparece en un papiro tolemaico del s. 111 a.C. en el que
se describen los preparativos para la visita del capitán de la guardia real, y en
el que se dan instrucciones para que se haga un camino antes de que llegue.
El
profeta, usando un lenguaje figurado, llamaba al pueblo para apercibirse ante
la llegada del Mesías. No se trataba de arreglar fisicamente los caminos, sino
de enderezar la vida personal de cada uno para aquella ocasión. Juan, por
tanto, llamaba al arrepentimiento que enderezaría la vida ajustándola a las
demandas que Dios había establecido en su Palabra.”
SAN AGUSTIN
“Estas
son palabras de Isaías. Esta profecía: Yo
soy la voz del que clama en el desierto, se cumplió en Juan. ¿Qué clama? Enderezad los caminos del Señor, haced
rectas las sendas de nuestro Dios. ¿No os parece que el heraldo debe decir:
Retiraos, dejad expedito el camino? A pesar de que el heraldo debe decir:
Retiraos, dice Juan en cambio: Venid.
El heraldo aleja del Juez, mientras que Juan invita a que se acerquen a El.
Juan invita a que se acerquen al humilde para no experimentarle juez excelso.
Yo soy la voz del que clama en él desierto: Enderezad los caminos del Señor,
haced rectas las sendas de nuestro Dios. No dice: Yo soy Juan, yo soy Elias, yo
soy un profeta. ¿Qué dice? Yo me llamo la voz del que clama en el desierto:
Enderezad los caminos del Señor. Yo soy esta profecía misma.”
WILLIAM HENDRIKSEN
“Lo
que el Bautista quiere decir es que los judíos, incluyendo a los miembros del
comité de investigación, deberían enderezar el camino del Señor que conduce a
sus corazones. Lo que se requiere es un dolor sincero por el pecado y una oración
suplicando misericordia y perdón; y ambas, desde luego, consideradas como un
producto de la gracia soberana de Dios.
El Bautista no es más que una voz. Todos tenían que darse cuenta de que el mandamiento de arrepentirse procedía
de Aquel al cual representaba la voz.”
WILLIAM BARCLAY
“Juan
era lo que debiera ser todo verdadero predicador y maestro: sólo una voz, un
indicador que señala al Rey. Lo que menos le interesaba era que le miraran a
él; quería que le olvidaran y que no vieran nada más que al Rey.”
ORIGENES
“Heracleón,
sin consideración a San Juan y a los profetas, dice que, en efecto, el Verbo es
el Salvador, y que la voz se oye por medio de San Juan, de donde la virtud
profética consiste en un mero sonido. A él le debemos contestar que si la
trompeta no deja oír su voz significativa, nadie se apercibirá a la batalla.
Pero si la voz del profeta no es otra cosa que un mero sonido, ¿cómo el
Salvador nos remite a ella, cuando dijo "examinad las Escrituras"
(Jua_5:39)? Y dice San Juan que es él la voz. No que clama en el desierto, sino
del que clama en el desierto, esto es de Aquél que estaba y clamaba: "Si
alguno tiene sed que venga a mí y beba" (Jua_7:37). Clamaba, pues, para
que lo oyesen los que estaban distantes, y para que lo perciban los que tienen
el oído torpe, y puedan comprender la importancia de lo que se les dice.
El
efecto de esta voz que clama en el desierto no debe ser otro que el que el
alma, separada de Dios, vuelva otra vez al camino recto que conduce a Dios, no
siguiendo la malicia de los pasos torcidos de la serpiente, sino elevándose por
medio de la contemplación al conocimiento de la verdad, sin mezcla alguna de
mentira, para que la vida de acción se ajuste a la norma de lo lícito después
de una conveniente meditación. Por esto sigue: "Enderezad el camino del
Señor, como dijo Isaías el profeta.”
SAN GREGORIO
“El
camino del Señor es enderezado hacia el corazón cuando se oye con humildad la
palabra de la verdad. El camino del Señor es enderezado al corazón cuando se
prepara la vida al cumplimiento de su ley.”
MATTHEW HENRY
“Juan
les responde con palabras de la Escritura (Isa_40:3), para mostrar que la
Escritura se cumplía en él, pero lo hace con toda modestia, humildad y
abnegación: «Soy la voz, una mera voz». Para entender bien esta respuesta del
Bautista, es preciso leer detenidamente Isa_40:1-11, donde el profeta anuncia
la misericordia de Jehová con Su pueblo, cuando éste vuelva de la cautividad de
Babilonia, como un rey que viene a visitar a su pueblo con nuevos regalos de su
gracia, pero exige de sus súbditos que le preparen el camino para que pueda
viajar cómodamente. Juan no es la Palabra, pero es una voz; mejor aún, un
sonido agudo, como un grito de socorro en medio del desierto sin agua; de aquel
desierto que no estaba lejos del Jordán donde Juan predicaba.
En
el desierto, la gente puede morir de sed, si le falta el agua que da la vida
(Jua_4:14; Jua_7:37). Juan no tiene el manantial, no puede calmar la sed, no es
el Salvador, pero grita a todo el que se sienta perdido, a punto de morir de
sed, señalándole el camino de la salvación, como lo hace en los versículos
Jua_1:29 y Jua_1:36 (comp. con Isa_40:2; Mat_3:2; Mat_4:17; Mar_1:15;
Luc_3:4-6). Así también, los ministros de Dios son la voz mediante la cual Dios
tiene a bien hablar desde la Biblia. Esta voz, como la de Juan, es una voz
humana. El pueblo había temblado al recibir la Ley mediante la voz de truenos y
relámpagos; pero iban a oír el Evangelio por medio de una voz de hombre como la
nuestra. La voz de Juan era un clamor de importunidad, de urgencia, de solemne
proclamación de parte de Dios (comp. con 2Co_6:1-2).
Así
es como han de clamar los predicadores, pues las palabras que salen frías de
los labios del predicador es imposible que calienten el corazón de los oyentes.
Esa voz se oía en el desierto, porque sólo en un lugar de silencio y soledad
lejos del mundanal ruido y de la prisa que los negocios imponen, es como se
puede oír la voz de Dios.
El
mensaje que la voz clamorosa de Juan proclamaba era el siguiente: «Enderezad el
camino del Señor, como dijo el profeta Isaías». Juan vino a rectificar los
errores del pueblo en cuanto a los caminos de Dios (v. Isa_55:8). «Camino» y
«andar» son términos que la Biblia emplea para indicar la conducta (v.
Col_2:6-7). Así, pues, «enderezar el camino» es cambiar de conducta y convertirse
a Dios. Compárese con Heb_9:10 «… reformar las cosas» = hacer correcta la
relación con Dios, perdida por el pecado (comp. con Jer_2:13). Los escribas y
fariseos habían hecho torcidos los caminos, y Juan clama al pueblo para que
enderece todo lo torcido.”
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