martes, 14 de marzo de 2023

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 23

 


 

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 23

RV1960

NVI1999

BTX4

Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.

Yo soy la voz del que grita en el desierto: “Enderecen el camino del Señor” respondió Juan, con las palabras del profeta Isaías.

Dijo: Yo soy una voz que grita en el desierto: ¡Allanad el camino del Señor!, como dijo el profeta Isaías

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ait ego vox clamantis in deserto dirigite viam Domini sicut dixit Esaias propheta

KJV

He said, I am the voice of one crying in the wilderness, Make straight the way of the Lord, as said the prophet Esaias.

TCB

Yo soy la voz. Jua_3:28; Mat_3:3; Mar_1:3; Luc_1:16, Luc_1:17, Luc_1:76-79; Luc_3:4-6.

 

Como dijo Isaías. Isa_40:3-5.

 

COMENTARIOS:

TERTULIANO

“«Hablando por el Padre, da el Espíritu Santo por boca del profeta a quien habría de ser el precursor de Cristo: a Juan, el calificativo de “ángel”: “He aquí yo envío mi mensajero (Lit. ángel) delante de ti –es decir, de Cristo– el cual preparará el camino delante de ti” (Malaquías 3:1). Y no es infrecuente que el Espíritu Santo llame ángeles a quienes Dios designa como ministros de su poder. Pues a Juan le describe no solo como “ángel”, sino también como “lámpara” brillando delante de Cristo. Pues por boca de David predice: “He dispuesto lámpara a mi Cristo”; y Cristo mismo, venido al mundo para cumplir “la ley y los profetas” (Mateo 5:17), dirigiéndose a los judíos les habla de Juan como de: “una lámpara que ardía y alumbraba” (Juan 5:25). Pues no sólo enderezó el camino del Señor en el desierto (Isaías 40:3; Juan 1:23) sino que además fue quien le señaló como “el Cordero de Dios” (Juan 1:29-36), iluminando de ese modo sus mentes, cual lámpara, para que entendieran que Jesús era el Cordero destinado a sufrir que Moisés había anticipado».”

ISAAC AMBROSE

“El evangelio comenzó a amanecer; y Juan, como la estrella de la mañana que brota de las ventanas del oriente, predice la llegada del Sol de justicia: ahora puso la primera piedra tosca del edificio del arrepentimiento, la mortificación, abnegación y violencia contra nuestros afectos naturales. No he leído que alguna vez Juan obrara un milagro, pero las buenas obras convencen más que los milagros mismos. Con este propósito, supongo, Juan el Bautista pasó su tiempo en oración, meditación y coloquios con Dios, comiendo langostas y miel silvestre en el desierto, para poder convertirse en un instrumento idóneo de preparación del evangelio de Cristo.”

JOHN OWEN

“Así como desde el principio todas las cosas dieron paso a la venida de Cristo en las mentes de los creyentes, así todo lo que obstaculizaría su venida y el cumplimiento de la obra que había emprendido debía ser quitado del camino; la ley, el templo, los sacrificios, todo debe ser eliminado para dar paso a su venida. Así lo testifica su precursor, en Lucas 3:4-6, "como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice:

Voz del que clama en el desierto:

Preparad el camino del Señor;

Enderezad sus sendas.

Todo valle se rellenará,

Y se bajará todo monte y collado;

Los caminos torcidos serán enderezados,

Y los caminos ásperos allanados;

Y verá toda carne la salvación de Dios".

Así debe ser en nuestros propios corazones; todas las cosas deben cederle el paso, o no vendrá y hará su morada en ella.”

A.T ROBERTSON

“Para su respuesta, Juan cita Isaías 40:3. Los Sinópticos (Mr. 1:3 = Mt. 3:3 = Lc. 3:4) citan este lenguaje de Isaías como descripción de Juan, pero no dicen que además él se lo aplicaría a sí mismo. Y no hay razón alguna para pensar que no lo hiciera. Juan se refiere también a Isaías como el autor de las palabras y del mensaje «Enderezad el camino del Señor» (Euthunate tën hodon tou kuriou). Por medio de este lenguaje (euthunö, sólo aquí y en Santiago 3:4 en el N.T., y aquí en primer aoristo de imperativo, voz activa) Juan se identifica ante el comité como el precursor del Mesías. Los escritores antiguos señalan la diferencia entre el uso de Logos (Verbo, Palabra) para el Mesías, y de phönë (Voz) para Juan.”

GARY BURGE

“Es interesante que Isaías 40:3 fuera también un texto utilizado por la comunidad del mar Muerto (Qumrán) como uno de los principales pasajes que usaban para identificarse. Sus miembros estaban construyendo una comunidad, preparando un lugar en el desierto, para la llegada del Mesías. El mensaje de Juan proclamaba que la aurora de la era mesiánica era inminente y prácticamente no había que esperar.”

A.W PINK

“Aquí estaba la respuesta de Juan." ¿Qué dices de ti mismo?" "Yo soy la voz del que clama en el desierto", dijo. La humildad es de gran valor a los ojos de Dios, y ha tenido un lugar prominente en los hombres a quienes ha usado. Pablo, el mayor de los apóstoles, se confesó "menos que el menor de todos los santos" (Ef. 3: 8) .Y Juan confiesa aquí más o menos lo mismo, cuando se refirió a sí mismo como "la voz del que clama en el desierto".

Lector, ¿qué respuesta le darías a tal pregunta "¿Qué dices de ti mismo? "Seguramente no responderías:" Soy un santo eminente de Dios: vivo en un plano muy elevado de espiritualidad: soy alguien que ha sido muy usado por Dios". Tal auto-exaltación demostraría que has aprendido poco de Aquel que era "manso y humilde de corazón", y que mostraría un espíritu lejos de lo que debería hacernos reconocer que, después de todo, somos sólo "siervos inútiles" (Lucas 17:10).

Cuando Juan se refirió a sí mismo como "la voz", empleó el mismo término que el Espíritu Santo había usado de él setecientos años antes, cuando habló por medio del profeta Isaías: "Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad en el desierto una calzada para nuestro Dios" ( Isaías 40: 3). Y no podemos dejar de creer que esta denominación fue seleccionada con distinción Divina.

En el comentario de Juan 1:7, al comentar el título del Señor Jesús, "La luz", llamamos la atención sobre el hecho de que Cristo se refirió a Su precursor (en evidente contraste con Él mismo como "la luz") como "la lámpara que arde y alumbra" (Juan 5:35, RV). Y aquí, estamos satisfechos de que se señale otro contraste. Cristo es "el Verbo"; Juan no era más que "la voz". ¿Cuáles son, entonces, los pensamientos sugeridos por este título figurativo?

En primer lugar, la palabra existe (en la mente) antes que la voz lo articule. Tal fue la relación entre Cristo y su precursor. Es cierto que Juan fue el primero en aparecer ante el ojo público; sin embargo, como el "Verbo", Cristo había existido desde toda la eternidad. En segundo lugar, la voz es simplemente el vehículo o medio por el cual la palabra se expresa o se da a conocer. Así era Juan. El objeto de su misión y el propósito de su ministerio era dar testimonio de "la Palabra".

Una vez más, la voz simplemente se escucha pero no se ve. Juan no buscaba mostrarse. Su obra consistía en hacer que los hombres escucharan el mensaje que Dios les había dado para poder contemplar al "Cordero". Que el Señor hoy haga más siervos como Juan; que sean sólo "voces", oídas pero no vistas.

Finalmente, podemos agregar, que la palabra perdura después de que la voz calla. La voz de Juan hace mucho que ha sido acallada por la muerte, pero "el Verbo" permanece para siempre. Apropiadamente, entonces, fue quien presentó al Mesías a Israel, llamándose como la "voz". ¡Qué maravillosas profundidades hay en las Escrituras! ¡Cuánto contiene una sola palabra! ¡Y cómo esto exige una meditación prolongada y una oración humilde!

"La voz del que clama en el desierto". Qué posición tan digna para el ¡El precursor del Mesias! Seguramente su lugar debía estar en Jerusalén. Entonces, ¿por qué no Clamó Juan en el templo? Porque Jehová ya no estaba en el templo. El judaísmo no era más que una cáscara hueca: había forma exterior, pero no vida interior. Juan vino a una nación de legalistas, liderados por fariseos, que ni manifestaron la fe de Abraham ni produjeron sus obras.

Dios no reconocería el formalismo moralista de los judíos. Por lo tanto, el "enviado de Dios" apareció fuera de los sistemas y círculos religiosos de ese día. Pero, ¿por qué predicó Juan "en el desierto"? Porque el "desierto" simbolizaba la esterilidad espiritual de la nación judía.”

CHARLES SPURGEON

“Verá, incluso como voz, Juan no era original. Ese esfuerzo por la originalidad, de la que tanto vemos hoy, no encuentra garantía entre los verdaderos siervos de Dios. Aunque Juan es solo una voz, es una voz que cita las Escrituras: “Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”. Cuanta más Escritura podamos expresar, mejor. Nuestras palabras, ¿qué son? No son más que aire. Su Palabra, ¿qué es? Es "gracia y verdad". ¡Ojalá que continuamente estemos prestando voz a las grandes Palabras de Dios que se han pronunciado antes!.”

JOHN MACARTHUR

“La respuesta de Juan era más que una confesión humilde: Era una profecía del Antiguo Testamento. Aquel texto habla de la venida de la gloria del reino de Dios y de la preparación necesaria para ello. Por eso se entiende que los cuatro Evangelios citen Isaías 40:3 en conexión con Juan el Bautista (cp. Mt. 3:3; Mr. 1:3; Lc. 3:4), pues él era el heraldo del rey y de su reino. Sin embargo, solo aquí aparece él citando el versículo.

Con esa cita Juan respondió a la delegación la pregunta sobre su identidad y cambió el enfoque de sí para ponerlo en Cristo. Su mensaje (y el de Isaías) —Enderezad el camino del Señor—era un reto para que tanto la nación como los interrogadores prepararan sus corazones para la venida del Mesías. La imagen análoga es la de nivelar todas las barreras y allanar todos los impedimentos en preparación para la visita de un rey antiguo oriental. Juan e Isaías compararon los corazones del pueblo del Mesías con un desierto desolado, a través del cual necesitaba prepararse un camino nivelado y allanado para su venida. Juan enfatiza una vez más su papel subordinado y su humildad. Tan solo era un obrero que preparaba el camino antes del Rey.”

DESIDERIO DE ERASMO

“Aquí, como Juan estaba hablando con los expertos en la Ley, para que no pareciera reclamar para sí mismo lo que era por temeridad humana, les enseñó desde la misma profecía de Isaías, bien conocida por los fariseos, tanto que él no era otra cosa que el precursor de Cristo y que ahora estaba presente el Señor mismo, a quien debían haber recibido con puro corazón, a quien ellos mismos, cegados por la envidia, la ambición y el orgullo, iban a crucificar.

Yo, dice, no soy el Mesías, ni Elías ni uno de los profetas llamados de regreso a este mundo. Sin embargo, no he asumido este cargo por mi propia autoridad, porque hace muchos años estaba destinado a este cargo por la autoridad de Dios. Yo soy aquel de quien Isaías escribió: Voz del que clama en el desierto: Prepara el camino del Señor. Ves el desierto, oyes la voz de alguien que grita. Es más, dejen a un lado las concupiscencias mundanas, preparen sus corazones para su venida, para que él venga como su Salvador. Moisés se los anunció. Los profetas predijeron que algún día vendría.”

JOHN TRAPP

En el desierto, No en el templo; para mostrar que las sombras legales ahora iban a desaparecer.”

JOHN GILL

Enderezad el camino del Señor; Juan llamó a las personas a reformar sus caminos y a caminar en el camino del Señor, a arrepentirse de sus pecados, creer en Cristo y someterse a la ordenanza del bautismo: la versión etíope dice, el camino de Dios; y Juan fue la persona que vino a preparar el camino, al Hijo de Dios, y quien es verdadera y propiamente Dios, como dijo el profeta Isaías.”

J.C RYLE

“El informe de Juan el Bautista acerca de sí mismo en este Evangelio consiste en una referencia a la Escritura. Recuerda la profecía de Isaías respecto a los tiempos del Mesías a los sacerdotes y levitas que deseaban saber quién era (Isaías 40:3). Allí encontrarían a Isaías diciendo con la precipitación de un poeta inspirado y hablando como si viera lo que estaba describiendo: “Voz que clama en el desierto”. Lo cual significa: “Yo oigo en el espíritu, cuando miro hacia adelante a los tiempos del Mesías, a un hombre que clama en el desierto: Preparad camino al Señor”. “Esa profecía —dice Juan el Bautista— se cumple en mí hoy. Yo soy la persona a quien vio Isaías y a quien escuchó en una visión. Yo he venido para preparar el camino al Mesías, como un hombre que va delante de un rey en un país desértico a preparar un camino para su señor.

He venido a preparar los corazones estériles de la nación judía para la Primera Venida de Cristo y para el Reino de Dios. Yo soy solo una voz. No vengo a obrar milagros. No deseo discípulos que me sigan a mí, sino a mi Señor. El objeto de mi misión es ser un heraldo, alguien que clama, una voz de aviso para mis compatriotas, de manera que cuando mi Señor comience su ministerio no les sorprenda sin estar preparados”.

[El desierto]. La idea común de esta expresión es que se refiere al ministerio de Juan el Bautista comenzado en el desierto de Judea. Yo tengo mis dudas de que esta idea sea correcta. Es innegable que toda la cita es una figura. El profeta compara al precursor del Mesías con alguien que prepara el camino para el Rey por un desierto o un país deshabitado. El “camino” es sin duda una figura, y la rectitud del camino también lo es. Nadie supone que Isaías se refería a que Juan el Bautista iba literalmente a hacer un camino. Pero si el “camino” es figurado, el lugar en el que sería hecho, sin duda, sería figurado también. Por tanto, yo creo que el desierto es una descripción figurada y profética de la esterilidad espiritual de Israel cuando el precursor del Mesías comenzó su ministerio. Al mismo tiempo, admito plenamente que los hábitos de aislamiento y ascetismo de Juan y su residencia en el desierto son una notable coincidencia con el texto.

La expresión “voz” ha sido considerada con frecuencia una bella analogía del carácter general del ministerio de Juan. Fue eminentemente un hombre humilde. Era alguien que deseaba ser escuchado y llamar la atención por medio de su testimonio, pero no ser visto u honrado de forma visible.”

GARY BAUMLER

“Juan les dio una respuesta directa y defendió su oficio, basándose en la profecía de Isaías: “Voz que clama en el desierto: ‘¡Preparad un camino a Jehová!’” (40:3). Juan no tenía otro propósito más que entregar su mensaje, ser una voz. Estaba llevando a cabo un ministerio para otro, para el Señor, reuniendo multitudes en el desierto cerca del río Jordán. Era mucho más que eso, le estaba pregonando su mensaje a un mundo que espiritualmente se había convertido en un desierto estéril debido al pecado y a la incredulidad. “¡Prepárense!” gritó Juan. “¡Despejen el camino! Ya viene un rey que es el Señor.”

A falta de caminos pavimentados, como los que disfrutamos hoy en día, los caminos de entonces (que muchas veces eran solamente senderos) eran desiguales, llenos de baches. Algunas veces eran interrumpidos porque había piedras o escombros, y eran peligrosos. Siempre que un rey iba a visitar, era necesario que prepararan los caminos y que todo estuviera en buenas condiciones para que el rey disfrutara de comodidad en su viaje. Esta imagen encajaba perfectamente en el propósito del ministerio de Juan. Ya venía Cristo el Rey, y Juan le tenía que decir al pueblo que preparara el camino.

La exhortación de Juan no era para que literalmente prepararan un camino; él estaba hablando en un sentido espiritual. Esa preparación comienza cuando uno reconoce y confiesa su condición profunda y terrible de pecador. Incluye el pesar por los pecados y la fe que busca el perdón del Señor a quién Juan proclamaba. Ya viene el Cristo. ¡Arrepiéntanse; bautícense; crean!.”

LEON MORRIS

“Lo que podemos destacar de esta cita es que no da valor alguno al predicador. No es una persona importante, como lo sería un profeta o el Mesías. No es más que una voz (mientras que se ha dicho que Jesús es “la Palabra” o “el Verbo”). Además, es una voz que solo tiene una cosa que decir. La enseñanza ética de Juan no es ni extensa, ni sorprendente (ver Lc. 3:10-14).

Como dice T.W. Manson, «Es un anticlímax y es importante que entendamos el porqué. La razón es que es Interimsethik, el artículo genuino: decirles a los hombres cómo sacar lo mejor de un trabajo mal hecho mientras llega el día señalado». La verdadera función de Juan no era enseñar Ética, sino hacer que la gente mirara a Cristo. “Enderezad camino a nuestro Dios” es un llamamiento a estar preparados, porque la venida del Mesías se acerca. El símbolo que se usa aquí es el de preparar un camino despejándolo de todos los posibles obstáculos. Ésta era una tarea muy importante en la Antigüedad, sobre todo en los caminos que cruzaban el desierto.”

SAMUEL P. MILLOS

“El Bautista no se identifica con nadie en concreto, simplemente responde que él es voz, o una voz, incluso podría suponerse el artículo determinado la voz, que clama en el desierto. Está haciendo alusión a una cita del profeta lsaías, tomada muy a la letra de la LXX (Is. 40:3). La respuesta no permite que se le identifique con ningún personaje de la historia bíblica, tan solo es la voz que clama en el desierto.

La voz que gritaba en el desierto reclamaba que se preparase o se arreglase el camino para el Señor. En los tiempos del profeta se utilizaba a mensajeros enviados por alguna autoridad para que los caminos por donde iba a pasar algún grande, tal vez un rey o un emperador, fuesen arreglados para el día en que pasara por allí, como aparece en un papiro tolemaico del s. 111 a.C. en el que se describen los preparativos para la visita del capitán de la guardia real, y en el que se dan instrucciones para que se haga un camino antes de que llegue.

El profeta, usando un lenguaje figurado, llamaba al pueblo para apercibirse ante la llegada del Mesías. No se trataba de arreglar fisicamente los caminos, sino de enderezar la vida personal de cada uno para aquella ocasión. Juan, por tanto, llamaba al arrepentimiento que enderezaría la vida ajustándola a las demandas que Dios había establecido en su Palabra.”

SAN AGUSTIN

“Estas son palabras de Isaías. Esta profecía: Yo soy la voz del que clama en el desierto, se cumplió en Juan. ¿Qué clama? Enderezad los caminos del Señor, haced rectas las sendas de nuestro Dios. ¿No os parece que el heraldo debe decir: Retiraos, dejad expedito el camino? A pesar de que el heraldo debe decir: Retiraos, dice Juan en cambio: Venid. El heraldo aleja del Juez, mientras que Juan invita a que se acerquen a El. Juan invita a que se acerquen al humilde para no experimentarle juez excelso. Yo soy la voz del que clama en él desierto: Enderezad los caminos del Señor, haced rectas las sendas de nuestro Dios. No dice: Yo soy Juan, yo soy Elias, yo soy un profeta. ¿Qué dice? Yo me llamo la voz del que clama en el desierto: Enderezad los caminos del Señor. Yo soy esta profecía misma.”

WILLIAM HENDRIKSEN

“Lo que el Bautista quiere decir es que los judíos, incluyendo a los miembros del comité de investigación, deberían enderezar el camino del Señor que conduce a sus corazones. Lo que se requiere es un dolor sincero por el pecado y una oración suplicando misericordia y perdón; y ambas, desde luego, consideradas como un producto de la gracia soberana de Dios. El Bautista no es más que una voz. Todos tenían que darse cuenta de que el mandamiento de arrepentirse procedía de Aquel al cual representaba la voz.”

WILLIAM BARCLAY

“Juan era lo que debiera ser todo verdadero predicador y maestro: sólo una voz, un indicador que señala al Rey. Lo que menos le interesaba era que le miraran a él; quería que le olvidaran y que no vieran nada más que al Rey.”

ORIGENES

“Heracleón, sin consideración a San Juan y a los profetas, dice que, en efecto, el Verbo es el Salvador, y que la voz se oye por medio de San Juan, de donde la virtud profética consiste en un mero sonido. A él le debemos contestar que si la trompeta no deja oír su voz significativa, nadie se apercibirá a la batalla. Pero si la voz del profeta no es otra cosa que un mero sonido, ¿cómo el Salvador nos remite a ella, cuando dijo "examinad las Escrituras" (Jua_5:39)? Y dice San Juan que es él la voz. No que clama en el desierto, sino del que clama en el desierto, esto es de Aquél que estaba y clamaba: "Si alguno tiene sed que venga a mí y beba" (Jua_7:37). Clamaba, pues, para que lo oyesen los que estaban distantes, y para que lo perciban los que tienen el oído torpe, y puedan comprender la importancia de lo que se les dice.

El efecto de esta voz que clama en el desierto no debe ser otro que el que el alma, separada de Dios, vuelva otra vez al camino recto que conduce a Dios, no siguiendo la malicia de los pasos torcidos de la serpiente, sino elevándose por medio de la contemplación al conocimiento de la verdad, sin mezcla alguna de mentira, para que la vida de acción se ajuste a la norma de lo lícito después de una conveniente meditación. Por esto sigue: "Enderezad el camino del Señor, como dijo Isaías el profeta.”

SAN GREGORIO

“El camino del Señor es enderezado hacia el corazón cuando se oye con humildad la palabra de la verdad. El camino del Señor es enderezado al corazón cuando se prepara la vida al cumplimiento de su ley.”

MATTHEW HENRY

“Juan les responde con palabras de la Escritura (Isa_40:3), para mostrar que la Escritura se cumplía en él, pero lo hace con toda modestia, humildad y abnegación: «Soy la voz, una mera voz». Para entender bien esta respuesta del Bautista, es preciso leer detenidamente Isa_40:1-11, donde el profeta anuncia la misericordia de Jehová con Su pueblo, cuando éste vuelva de la cautividad de Babilonia, como un rey que viene a visitar a su pueblo con nuevos regalos de su gracia, pero exige de sus súbditos que le preparen el camino para que pueda viajar cómodamente. Juan no es la Palabra, pero es una voz; mejor aún, un sonido agudo, como un grito de socorro en medio del desierto sin agua; de aquel desierto que no estaba lejos del Jordán donde Juan predicaba.

En el desierto, la gente puede morir de sed, si le falta el agua que da la vida (Jua_4:14; Jua_7:37). Juan no tiene el manantial, no puede calmar la sed, no es el Salvador, pero grita a todo el que se sienta perdido, a punto de morir de sed, señalándole el camino de la salvación, como lo hace en los versículos Jua_1:29 y Jua_1:36 (comp. con Isa_40:2; Mat_3:2; Mat_4:17; Mar_1:15; Luc_3:4-6). Así también, los ministros de Dios son la voz mediante la cual Dios tiene a bien hablar desde la Biblia. Esta voz, como la de Juan, es una voz humana. El pueblo había temblado al recibir la Ley mediante la voz de truenos y relámpagos; pero iban a oír el Evangelio por medio de una voz de hombre como la nuestra. La voz de Juan era un clamor de importunidad, de urgencia, de solemne proclamación de parte de Dios (comp. con 2Co_6:1-2).

Así es como han de clamar los predicadores, pues las palabras que salen frías de los labios del predicador es imposible que calienten el corazón de los oyentes. Esa voz se oía en el desierto, porque sólo en un lugar de silencio y soledad lejos del mundanal ruido y de la prisa que los negocios imponen, es como se puede oír la voz de Dios.

El mensaje que la voz clamorosa de Juan proclamaba era el siguiente: «Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías». Juan vino a rectificar los errores del pueblo en cuanto a los caminos de Dios (v. Isa_55:8). «Camino» y «andar» son términos que la Biblia emplea para indicar la conducta (v. Col_2:6-7). Así, pues, «enderezar el camino» es cambiar de conducta y convertirse a Dios. Compárese con Heb_9:10 «… reformar las cosas» = hacer correcta la relación con Dios, perdida por el pecado (comp. con Jer_2:13). Los escribas y fariseos habían hecho torcidos los caminos, y Juan clama al pueblo para que enderece todo lo torcido.”


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