EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1
VERSICULO 16 |
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RV1960 |
NVI1999 |
BTX4 |
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Porque
de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. |
De
su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia, |
De
su plenitud todos recibimos gracia tras gracia, |
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TR+ |
INA27+ |
VUL |
|
καιG2532
CONJ εκG1537 PREP τουG3588 T-GSN πληρωματοςG4138 N-GSN αυτουG846 P-GSM
ημειςG1473 P-1NP παντεςG3956 A-NPM ελαβομενG2983 V-2AAI-1P καιG2532 CONJ χαρινG5485
N-ASF αντιG473 PREP χαριτοςG5485 N-GSF |
οτι G3754:CONJ porque εκ G1537:PREP
procedente de του G3588:T-GSN la πληρωματος G4138:N-GSN plenitud αυτου
G846:P-GSM de él ημεις G1473:P-1NP nosotros παντες G3956:A-NPM todos ελαβομεν
G2983:V-2AAI-1P recibimos και G2532:CONJ también χαριν G5485:N-ASF bondad
inmerecida αντι G473:PREP en lugar de χαριτος G5485:N-GSF bondad inmerecida |
et
de plenitudine eius nos omnes accepimus et gratiam pro gratia |
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KJV |
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And of his fulness have
all we received, and grace for grace. |
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TCB |
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De
su plenitud. Jua_3:34; Jua_15:1-5;
Mat_3:11, Mat_3:14; Luc_21:15; Hch_3:12-16; Rom_8:9; 1Co_1:4, 1Co_1:5;
Efe_4:7-12; Col_1:19; Col_2:3, Col_2:9, Col_2:10; 1Pe_1:11. Y
gracia sobre gracia. Zac_4:7; Mat_13:12;
Rom_5:2, Rom_5:17, Rom_5:20; Efe_1:6-8; Efe_2:5-10; Efe_4:7; 1Pe_1:2. |
COMENTARIOS:
ISAAC AMBROSE
“Como
la impresión sobre la cera responde al sello, o como los caracteres sobre el
Hijo responden al Padre, hay ciertos sellos de la gracia de Cristo sobre los
santos, que el bien que hacen, no surge solamente de motivos externos, sino de Cristo obrando en ellos.
La
razón de esta gracia ilimitada otorgada a la naturaleza del hombre en Cristo, es,
porque esa gracia le fue dada como la causa universal, de donde se derivó a
todos los demás. Él es la fuente de la gracia, y de su plenitud recibimos gracia por gracia.”
JOHN OWEN
“Los
que así le fueron entregados por el Padre y redimidos por él son de dos clases:
(1.) Los que están realmente llamados a la fe en él y a la unión con él. Estos
se convierten en suyos en muchos otros relatos especiales. Son suyos en todas
las relaciones de sujeción, sus hijos, siervos, hermanos, discípulos, súbditos,
su casa, su esposa.
Él
está con ellos en todas las relaciones de autoridad: es su padre, maestro,
hermano mayor, maestro, rey, señor, gobernante, juez, esposo; gobernando en
ellos por su Espíritu y gracia, sobre ellos por sus leyes en su palabra,
preservándolos con su poder, castigándolos en su cuidado y amor, manteniendolos
con sus provisiones, probándolos y educándolos en su sabiduría, soportando con paciencia
sus faltas, y tomándolos como su porción y herencia, en su providencia;
resucitándolos en el último día, llevándolos a sí mismo en la gloria, y en todos
los sentidos declarando que son suyos, y que él mismo es su Señor y Maestro.
(2.)
Algunos redimidos están todavia sin llamar, y así será hasta que se complete y
llene la totalidad de ellos. Todas les pertenecen y Jesús está a cuentas de su
suerte, cuidado y gobierno, Juan 10:16. Ya son sus ovejas por concesión y
compra, aunque todavía no lo son realmente por gracia y santidad. Aúnque no son
suyos todavía por la presente sujeción obediente, son suyos por designación
eterna y adquisición real.
Ahora,
el poder que el Señor Jesús tiene sobre este tipo de humanidad es universal,
ilimitado, absoluto y exclusivo de todo otro poder sobre ellos, en cuanto a las
cosas que pertenecen peculiarmente a su reino. Él es su rey, juez, legislador;
y en las cosas de Dios puramente espirituales y evangélicas no tiene rival.”
JOHN BUNYAN
“La
doctrina de la gracia, no es algo dañino. No es un vino de naturaleza
embriagadora. Si un hombre está lleno de ella, no le hará daño (Efesios 5:18).
Las mejores cosas de este mundo son de alguna manera hirientes. La miel es
dañina (Prov. 25:16, 27). El vino es dañino (Prov. 20: 1). La plata y el oro
son dañinos, pero la gracia no es dañina (1 Timoteo 6:10). El hombre nunca
sufrió daño por el goce y la plenitud de la gracia de Dios. No hay miedo al
exceso ni al hartazgo aquí.
La
gracia no enorgullece a ningún hombre, a ningún hombre libertino, a ningún
hombre altivo, a ningún hombre descuidado o negligente en cuanto a su deber que
le incumbe, ya sea de parte de Dios o del hombre: no, la gracia mantiene al
hombre bajo en sus propios ojos, humilde, arrepentido, vigilante, ávido para
las cosas buenas, caritativo, y lo hace bondadoso con los hermanos, compasivo y
cortés con todos los hombres.
Es
cierto que hay hombres en el mundo que abusan de la gracia de Dios, ya que se
dice que algunos la convierten en libertinaje y lascivia (Judas 4). Pero esto
es, no porque la gracia tenga tal tendencia, o por eso produzca tal efecto; sino
debido a que tales hombres están vacíos de gracia, y solo han hecho lo que la
muerte y el infierno han hecho con la sabiduría, "oyeron su fama con sus
oídos" (Job 28:22). Es algo peligroso para un hombre tener las nociones de
la gracia, mientras su corazón está vacío del espíritu y de los santos
principios de la gracia; porque tal hombre no puede hacer otra cosa que abusar
de la gracia de Dios.”
JOHN FLAVEL
“Recogemos
la plenitud y la plenitud de la satisfacción de Cristo, como las dulces
primicias de su encarnación. ¿El hombre ofendió y violó la ley de Dios? He
aquí, Dios mismo se ha hecho hombre para reparar esa brecha y satisfacer el mal
hecho. El honor más alto que jamás recibió la ley de Dios fue tener a una
persona como el hombre que es Cristo Jesús, que se presentara ante su tribunal
y le reparara. Esto es más que si hubiera derramado toda nuestra sangre y
hubiera edificado su honor sobre las ruinas de toda la creación.
No
se trata tanto de ver todas las estrellas del cielo nubladas como de ver un sol
eclipsado. Cuanto mayor era Cristo, mayor
era su humillación; y cuanto mayor era su humillación, más plena y completa era
su satisfacción; y cuanto más completa sea la satisfacción de Cristo, más
perfecta y firme será la consolación de los creyentes. Si no se hubiera
rebajado tanto, nuestro gozo y consuelo no podrían exaltarse tanto. La profundidad
de los cimientos es la fuerza de la superestructura.”
GEORGE WHITEFIELD
“Todo
aquel que cree en él, aunque esté muerto, vivirá". No hay discriminación
de personas con Jesucristo; altos y humildes, ricos y pobres, unos con otros,
pueden acercarse a él con humilde confianza, si se acercan por la fe; de él
todos podemos recibir gracia sobre gracia;
porque Jesucristo está lleno de gracia y
de verdad, y está dispuesto a salvar perpetuamente a todos los que por una
fe verdadera se vuelvan a él.”
CHARLES SPURGEON
“Salmo
65:9: “Visitas la tierra, y la riegas; en
gran manera la enriqueces; con el río de Dios, lleno de aguas, preparas el
grano de ellos, cuando así la dispones”… Las visitas de Dios siempre dejan
detrás una estela bendición; y esto es más de lo que se puede decir de todos
los demás huéspedes. Cuando el Señor en su misericordia visita su creación,
dispone de abundancia de cosas necesarias para todas sus criaturas necesitadas.
Aquí se nos presenta al Dios infinito recorriendo la tierra cual jardinero que
recorre su jardín, regando toda planta que lo necesita, y no en pequeñas
cantidades, sino hasta que el suelo queda empapada y saturado con una rica
provisión líquido refrescante. ¡Oh Señor! Visita de igual modo a tu Iglesia,
irrigando mi piedad reseca y marchita. Haz que tu gracia me inunde y rebose en
gracias para con aquellos que me rodean; riégame, Señor, porque no hay planta
en tu jardín que más lo necesite.
«Mi ganado yace muerto, no incrementa.
Mejora lo escaso de mi magra cosecha.
oh, deja caer tus gracias vivificantes
desde arriba y sin cesar».
En gran manera la enriqueces. Millones y millones de dinero en metálico no
alcanzarían a enriquecer la humanidad ni siquiera una sombra lo que la
enriquecen las lluvias que descienden de arriba. Con el agua de lluvia el suelo
se enriquece sobremanera, proporcionando al hombre todas sus riquezas; pero el
dador primigenio de toda esta riqueza, y de quién parte todo: es Dios. ¡Cuán
inmensa y verdaderamente ricos son aquellos que han sido enriquecidos con la
gracia, que es la mejor riqueza!
Porque beben directamente del río de
Dios, que lleva agua perpetua y en abundancia.
Porque los arroyos de la tierra pronto se secan, y todos los recursos terrenales,
por ser finitos, son propensos al fracaso; pero la provisión divina para el
suministro de lluvia es inagotable; su río no tiene ni fondo ni orilla. Al
diluvio que las nubes dejaron caer ayer, puede sucederle otro mañana, y pese
ello, las aguas en el firmamento no se agotarán. Y cuánto más cierto es esto en
el reino de la gracia; donde el río de Dios está rebosante de agua, y “de su plenitud todos hemos recibido, y
gracia sobre gracia”.
Plenitud en diversos y muchos sentidos… Estas palabras nos dicen que en Cristo hay plenitud. Una
plenitud de esencial deidad porque “en El habita la plenitud de la deidad”. Hay
una plenitud de humanidad, pues en El, corporalmente, esa deidad se reveló. Hay
en su sangre una plenitud de eficacia expiatoria, porque “la sangre de
Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. Hay en su vida una plenitud de
justicia que justifica, pues “ahora ninguna condenación hay para los que están
en Cristo Jesús”.
Hay
en su ruego una plenitud de divina superioridad, pues “Él puede salvar eternamente a los que por Él se allegan a Dios,
viviendo siempre para interceder por ellos”. Hay en su muerte una plenitud
de victoria, pues por la muerte destruyó al que tenía el imperio de la muerte,
o sea, al diablo. Hay en su resurrección una plenitud de eficacia, pues por
ella el Señor nos ha regenerado en esperanza viva. Hay en su ascensión una
plenitud de triunfo, pues, “subiendo a lo Alto, llevó cautiva la cautividad y
dio dones a los hombres”. Hay plenitud de bendiciones de toda suerte. Una
plenitud de gracia para perdonar, para preservar, y para perfeccionar.
Una plenitud para todas las ocasiones: plenitud de consuelo en la aflicción, plenitud de
dirección en la prosperidad. Una plenitud de todos los atributos divinos:
sabiduría, poder, amor. Una plenitud que es imposible valorar y mucho menos
explorar. “Agradó al Padre que habitase en El toda plenitud”. ¡Oh, qué plenitud
será ésta de la cual todos reciben! Allí tiene que haber en verdad, plenitud,
pues, a pesar de que la corriente siempre fluye, el manantial crece tan abundante,
rico y completo como siempre. Ven, creyente, y satisface tus necesidades; pide
abundantemente y recibirás con abundancia, pues esta plenitud es inagotable y
esté allí donde todas las necesidades pueden alcanzarla, es decir, en Jesús,
Emmanuel, Dios con nosotros.”
“De
su plenitud hemos recibido todo", y esperamos recibir
de él nuevamente esta noche, porque es todavía su plenitud. Nunca hay rastro de
decadencia en él. Fue plenitud cuando el primer pecador vino a él; y todavía es
plenitud; será plenitud hasta el final.
"Y gracia sobre gracia". Obtenemos la gracia para alcanzar otra
gracia, cada gracia se convierte en un trampolín hacia algo más elevado. No
creo en nuestro ascenso sobre los "escalones de nuestro yo muerto".
Son piedras pobres; todos conducen hacia abajo. Los escalones del Cristo
viviente conducen hacia arriba; Gracia sobre gracia, gracia sobre gracia, hasta
que la gracia sea coronada de gloria.”
WARREN WIERSBE
“Gracia
es el favor y bondad de Dios otorgados a los que no los merecen ni pueden
ganárselos. Si Dios nos tratara sólo de acuerdo con la verdad, ninguno
sobreviviría, pero nos trata a base de la gracia y la verdad. Jesucristo, en su
vida, muerte y resurrección, cumplió todas las demandas de la ley; ahora Dios
puede dar libremente la plenitud de su gracia a los que confían en Cristo. La
gracia sin la verdad sería engañosa, y la verdad sin la gracia sería
condenadora.”
SAN JUAN CRISOSTOMO
“Me
preguntaréis: ¿Qué significan las palabras: de su plenitud todos hemos recibido? Ahora vamos a comentar ese pasaje.
Cristo, dice san Juan, no tiene a nadie que coopere con El en la efusión del
don divino, sino que El es la fuente y la
raíz de todos los bienes, El la vida
misma, la luz misma, la misma verdad y quien no conserva avaramente para
si la abundancia de todo bien, sino que los distribuye a todos y, después de
esto, sigue, sin embargo, siendo aún sobreabundante en todo. Nada pierde por
distribuirlos a los demás, sino que, haciendo surgir de sí siempre dones nuevos
para donarlos a los otros,
El conserva siempre la misma perfección. Los bienes de que yo gozo recibidos de El, comparados
con los suyos, son sólo una mínima gota de agua en la profundidad del océano. Y
ni siquiera este ejemplo sirve para exponer adecuadamente el concepto que
intento explicaros. Porque si se toma una gota de agua del mar, de hecho con
eso haces disminuir el mar, si bien esa disminución es imperceptible. Pero no
puede decirse lo mismo de una fuente. Por mucho que te lleves de ella,
permanece siempre igual.
Por
eso decía san Juan: De su plenitud todos
hemos recibido, sumando su testimonio al del Bautista. Porque las palabras:
de su plenitud todos hemos recibido, se dicen a propósito del discípulo, no a
propósito del Bautista. Significan: «No penséis que quienes hemos vivido mucho
tiempo con El y hemos compartido con El la misma mesa, hemos sido testigos sólo
de algunas gracias. San Juan, que no lo había visto nunca antes y que no había
vivido en su compañía, sino que se limitó a bautizarlo, al verlo con los demás,
como de El lo había recibido todo, exclamó: Era
antes que yo.
Después
de decir: de su plenitud todos hemos recibido, el evangelista añade: gracia tras gracia, aludiendo a que
también los judíos fueron salvados por medio de la gracia. No os he elegido
-dice el Señor- porque os hayáis multiplicado, sino en gracia a vuestros
padres. Si fueron elegidos por Dios, pero no por sus méritos, es evidente que
sólo por la gracia obtuvieron ese honor.
También
nosotros hemos sido salvados por la gracia. Pero no del mismo modo, porque la
salvación se ha cumplido en nosotros de
manera mucho más grandiosa y sublime.
La
gracia no nos ha sido dada en la misma medida que a ellos. N o sólo se nos ha
concedido el perdón de los pecados, cosa que también ellos gozaron, pues todos
pecaron, sino que, además, se nos ha dado la justicia, la santidad, la adopción
y la gracia del Espíritu Santo, mucho más espléndida y abundante. Merced a esa
gracia, nos hemos hecho gratos a Dios, y no como siervos, sino como hijos y
amigos.”
RAYMOND BROWN
“A
nosotros se nos ha dado participar de esta nueva riqueza de benevolencia (“gracia") y de fidelidad, esta nueva
alianza que sustituye a la antigua. Las palabras de Dios, los diez mandamientos,
habían sido esculpidas en piedra sobre el Sinal por Moisés, como la expresión
de la benevolencia de Dios en la antigua alianza. La Palabra de Dios es
esculpida ahora en la carne de Jesús, como la concreción visible de la benevolencia
de Dios en la nueva alianza. Dios no permitió que Moisés lo viera en el Antiguo
Testamento. Ahora el Hijo, que lo conoció desde toda la eternidad, revela a
Dios. El Evangelio es la historia de esta revelación.”
LUIS PALAU
“Todos
recibimos diariamente la plenitud y los beneficios del Señor Jesús, aun los
agnósticos y los incrédulos. Tanto los materialistas como los que rechazan la
Palabra de Dios y al Hijo de Dios, reciben sus beneficios. Jesús afirmó que
Dios Padre “hace salir su sol sobre
buenos y malos y que hace llover sobre justos e injustos” (Mt. 5:45), y en
efecto así es.
Todos
recibimos de su plenitud. Los que somos de Cristo disfrutamos de todo lo que
Cristo es, porque si Cristo mora en nosotros, todos sus recursos están a
nuestra disposición. Recibir gracia sobre gracia significa recibir bendición
tras bendición, beneficio tras beneficio, provisión tras provisión; es decir
que todo lo que necesitamos Dios nos lo da—y mucho más abundantemente de lo que
podamos imaginar.
Hay
personas que, en razón de graves problemas personales y desencantos, osan decir
que no tienen motivos de gratitud a Dios ni a ningún ser humano. Alegan que
nada deben a Dios pues El no les ha dado nada sino que, por el contrario, se ha
olvidado de ellos. Es triste que quienes viven, respiran, comen, beben y gozan
de los beneficios que Dios les ha dado, (“gracia sobre gracia”), manifiesten
que nada tienen que decirle ni mucho menos agradecerle al Señor. La Biblia
declara que todo lo que disfrutamos lo debemos a Dios: la comida, la bebida, el
amor, la familia y, sobre todo, la salvación. Los que confiamos en Cristo
experimentamos gracia sobre gracia, bendiciones y plenitud de Dios (Col.
2:9–10). Seamos agradecidos por la provisión divina.”
JUAN CALVINO
“Comienza
ahora a predicar sobre el oficio de Cristo, que contiene en sí mismo una
abundancia de todas las bendiciones, de modo que ninguna parte de la salvación
debe buscarse en ningún otro lugar. Es cierto que la fuente de la vida, la justicia,
la virtud y la sabiduría está en Dios, pero para nosotros es una fuente oculta e inaccesible. Pero en Cristo se nos muestra
una abundancia de esas cosas, para que se
nos permita recurrir a él; porque está listo para fluir hacia nosotros,
siempre que abramos un canal por la fe.
Él declara en general, que sin Cristo no hallaríamos nada bueno, aunque esta
oración consta de varias cláusulas.
Primero,
muestra que todos estamos absolutamente desamparados y vacíos de bendiciones
espirituales; porque la abundancia que existe en Cristo está destinada a suplir
nuestra deficiencia, aliviar nuestra pobreza, satisfacer nuestra hambre y sed.
En segundo lugar, nos advierte que, tan pronto como nos hemos apartado de
Cristo, es en vano que busquemos una sola gota de felicidad, porque Dios ha
determinado que todo lo bueno residirá solo en él. En consecuencia,
encontraremos a los ángeles y a los hombres secos, el cielo vacío, la tierra improductiva
y, en resumen, todas las cosas sin valor, si deseamos participar de los dones
de Dios en cualquier otro lugar o camino que no sea por Cristo. En tercer
lugar, nos asegura que no tendremos motivos para temer la falta de nada,
siempre que extraigamos de la plenitud de Cristo, que existe en todos los
aspectos; tan completo, que lo experimentaremos como una fuente verdaderamente
inagotable; y Juan se clasifica a sí mismo con los demás, no por modestia, sino
para hacer más evidente que ningún hombre está exceptuado.
De
hecho, es incierto si habla en general de toda la raza humana, o se refiere únicamente
a aquellos que, posteriormente a la manifestación de Cristo en la carne, se han
hecho participes más plenamente de sus bendiciones. Todos los piadosos, sin
duda, que vivieron bajo la ley, extrajeron de la misma plenitud; pero como Juan
distingue inmediatamente después entre diferentes períodos, es más probable que
aquí recomiende especialmente esa rica abundancia de bendiciones que Cristo
desplegó en su venida.
Porque
sabemos que bajo la Ley los dones de Dios se gustaban con más moderación, pero
que cuando Cristo se manifestó en carne, fueron
derramados, por así decirlo, con una mano llena, hasta la saciedad. No es
que ninguno de nosotros haya obtenido una mayor abundancia de la gracia del
Espíritu que la que obtuvo Abraham, mas bien hablo de la dispensación ordinaria
de Dios, y de la manera de impartirlo.”
ALBERT BARNES
“En
Juan 1:14 el evangelista ha dicho que Cristo estaba lleno de gracia y verdad.
De esa plenitud ahora dice que todos los discípulos la habían recibido; es
decir, derivaron de su abundante verdad y gracia misericordiosa para comprender
el plan de salvación, para predicar el evangelio, para vivir vidas de santidad;
participaron de las numerosas bendiciones que llegó a impartir mediante sus
instrucciones y su muerte.
Sin
duda, estas no son las palabras de Juan el Bautista, sino del evangelista Juan,
el escritor de este evangelio. Son una continuación de lo que estaba diciendo
en el versículo 14, evidentemente el versículo 15 aparece entre paréntesis. La declaración
no tenía una referencia exclusiva, probablemente, a los apóstoles, pero se
extiende a todos los cristianos, porque todos los creyentes han recibido la
plenitud de la gracia y la verdad que hay en Cristo. Comp. Efesios 1:23; 3:19;
Col.1:19; 2:9.
En
todos estos lugares se representa a nuestro Salvador como la plenitud de Dios,
que abunda en misericordia, que exhibe los atributos divinos y que posee en sí
mismo todo lo necesario para llenar a su pueblo de verdad, gracia y amor.”
ALEXANDER MACLAREN
“¡Qué
afirmación tan notable es la que el Apóstol hace aquí para su Maestro! Por un
lado, coloca Su figura solitaria como el
Dador universal; del otro lado se reúne toda la raza de los hombres,
destinatarios de Él. Como en el desierto los hijos de Israel se agruparon
alrededor de la roca de la que brotaban corrientes, lo suficientemente
abundantes para todo el campamento sediento, Juan, haciendo eco de las palabras
de su Maestro, 'Si alguno tiene sed,
venga a mí y beba', declara aquí 'De
su plenitud hemos recibido todos'. I. Note, entonces, la única Fuente
siempre completa. Las palabras de mi texto se refieren a las de Juan 1:14:
"El Verbo se hizo carne y habitó
entre nosotros, lleno de gracia y de verdad". "Y de su plenitud hemos recibido todos".
La
"plenitud" aquí parece
significar aquello de lo que el Verbo Encarnado estaba lleno, la "gracia y verdad" que habitaban sin
medida en Él; la plenitud y abundancia ilimitada y absoluta de los poderes y glorias
divinas que 'tabernaculaban' en Él. Y
entonces el lenguaje de mi texto, tanto verbal como realmente, es
sustancialmente equivalente al del apóstol Pablo. 'En Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad; y estáis
completos en él'. Toda la Majestad infinita y los recursos inagotables de
la naturaleza divina fueron incorporados e inspirados en ese Verbo Encarnado de
quien todos los hombres pueden extraer.
En
ese pensamiento están involucradas dos ideas. Una es la afirmación inequívoca
de que la plenitud de la naturaleza divina está en el Verbo Encarnado, y la
otra es que la plenitud de la naturaleza divina habita en el Verbo Encarnado
para que los hombres puedan acceder a ella. Las palabras de mi texto se
remontan, como dije, al verso anterior (v.14); pero noten qué avance sobre ese
versículo anterior nos presentan. Allí leemos: 'Contemplamos Su gloria'. Contemplar es mucho, pero poseer es más. Es mucho decir que Cristo viene a manifestar a
Dios, pero ese es un relato pobre y hambriento del propósito de Su venida, si
eso es todo lo que tienes que decir. Viene a manifestarlo. ¡Sí! pero viene a
comunicarlo, no meramente a deslumbrarnos con una visión, no meramente a
mostrarnos como desde lejos, no meramente a darlo a conocer al entendimiento o
al corazón; sino otorgar, no en una mera metáfora, sino en un simple hecho
literal, la posesión absoluta de la naturaleza divina.
"Contemplamos su gloria" es una
reminiscencia que emociona al evangelista, aunque ha pasado medio siglo desde
que la visión brilló en sus ojos; pero 'de
su plenitud hemos recibido todo lo que hemos recibido' es infinita e
indeciblemente más. Y se concedió la manifestación para que la posesión fuera
segura, porque este es el centro y corazón mismo del cristianismo, que en Aquel
que es el cristianismo, Dios no es meramente conocido, sino dado; no meramente contemplado,
sino poseído.
Para
que esa plenitud divina pudiera pertenecernos era necesario que el Verbo se hiciera carne; y además era
necesario que la encarnación fuera coronada por el sacrificio y que la vida se
perfeccionara en la muerte. Hubo que romper la caja de alabastro antes de que
la casa pudiera llenarse con el olor del ungüento. Si se me permite decirlo
así, el saco, el saco hilado en bruto de la humanidad de Cristo, tuvo que ser
cortado en dos para que la riqueza que estaba almacenada en él pudiera ser
vertida en nuestras manos. Dios se acercó a nosotros en la vida, pero Dios se
hizo nuestro en la muerte de Su amado Hijo.
La
encarnación era necesaria para ese gran privilegio: "vimos Su gloria"; pero la crucifixión era necesaria para hacer
posible la prerrogativa más maravillosa: "De su plenitud hemos recibido todo". Dios se da a los hombres
en el Cristo cuya vida se reveló y cuya muerte lo impartió al mundo. Y entonces
Él es la única Fuente. Todos los hombres, en un sentido muy real, extraen de Su
plenitud. "En él estaba la vida, y
la vida era la luz de los hombres". La vida del cuerpo y la vida del
espíritu queriendo, conociendo, amando, todo lo que hace que la vida sea luz, todo
nos llega a través de la Palabra eterna de Dios.
Y
cuando esa Palabra 'se haya hecho carne y
haya habitado entre nosotros', Sus dones no serán solo los dones de luz y
vida, que todos los hombres obtienen de Él, sino los dones de gracia y verdad que todos los que lo aman reciben de Sus
manos... Sus dones, como el agua de alguna fuente, pueden fluir bajo tierra a
muchos de los pastos del desierto; y muchos son bendecidos por ellos que no
saben de dónde vienen. Es de Él de quien toda la verdad, y toda la gracia que
ilumina y bendice a la humanidad, fluye a todas las tierras en todas las edades.
II.
Considere, entonces, nuevamente, los muchos receptores de una Fuente. 'De su plenitud hemos recibido todos'.
Observe, no se nos dice definitivamente qué es lo que recibimos. Si nos remitimos
a las palabras de un versículo anterior, pueden ponernos en el camino correcto
para responder a la pregunta: ¿Qué es lo que obtenemos? 'A los suyos vino',
dice Juan 1:11, 'y los suyos no le recibieron; pero a todos los que lo
recibieron, les dio poder”, etc. Eso responde a la pregunta: ¿Qué recibimos?
Cristo es más que todos sus dones.
Todos
sus dones están atesorados en él y son inseparables de él. Obtenemos al mismo Jesucristo. Las bendiciones que recibimos pueden
expresarse de muchas formas diferentes. Puede decir que obtenemos perdón,
pureza, esperanza, gozo, la perspectiva del cielo, poder para el servicio;
todos estos y un centenar de designaciones más con las que podríamos describir
el único regalo. Todo esto no es más que las consecuencias de tener al Cristo en nuestro corazón. Él no da perdón y el resto,
como un rey podría dar perdón y honores, a mil millas de distancia, otorgándolo
con una simple palabra, a algún criminal, sino que da todo lo que da porque se da a sí mismo.
La
verdadera posesión que recibimos es ni más ni menos que un Salvador amoroso,
para entrar en nuestro espíritu y permanecer allí, y ser el espíritu de nuestro
espíritu y la vida de nuestra vida. Entonces, note la universalidad de esta
posesión. Juan ha dicho, en las palabras anteriores, "Vimos su
gloria". Allí se refiere, por supuesto, al círculo comparativamente pequeño
de testigos oculares de la vida de nuestro Maestro; quienes, en el momento en
que escribió, debieron ser muy, muy pocos en número.
Habían
tenido la prerrogativa de ver con los ojos y tocar con las manos la Palabra de
vida que 'se nos manifestó'; y con esa prerrogativa el deber de dar testimonio de
Él al resto de los hombres. Pero en el 'recibir',
Juan se asocia consigo mismo, y con los otros testigos oculares, todos aquellos
que habían escuchado su palabra y habían recibido la verdad en el amor de ella.
"Contemplamos" se refiere
al círculo más estrecho; 'todos
recibimos' al alcance más amplio de toda la Iglesia. No hay una clase
exclusiva, ninguna prerrogativa especial.
Todo
cristiano, el más débil, el más humilde, el más inculto, grosero, ignorante,
necio, el más enamorado del pasado, que se ha alejado más del Maestro; cuyo
espíritu ha estado desprovisto de toda chispa de bondad y de Dios, recibe de Su plenitud. "Si alguno
no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él". Y cada uno de nosotros, si queremos,
puede habitar en nuestro corazón, en la grandeza de Su fuerza, en la dulzura de
Su amor, en la claridad de Su sabiduría iluminadora, el Verbo Encarnado, el
Consolador, el Todo-en -todos los que 'todos
recibimos'.
Y,
como dije, esa palabra "todos"
podría tener una extensión aún más amplia sin ir más allá de los límites de la
verdad. Porque de un lado está Cristo, el Dador universal; y agrupada delante
de Él, en todas las actitudes de debilidad y necesidad, está reunida toda la
raza humana. Y de Él brota una corriente lo suficientemente copiosa para suplir
todas las necesidades de cada alma humana que vive hoy, de cada alma humana que
ha vivido en el pasado, de cada una que vivirá en el futuro. No hay límite para
la universalidad, excepto sólo el límite de la voluntad humana: "El que
quiera, tome del agua de la vida gratuitamente". Piense en esa figura
solitaria del Cristo erigido, por así decirlo, ante toda la raza humana, como
capaz de llenar todo su vacío con su plenitud y de saciar toda su sed con su
suficiencia. ¡Querido hermano! tienes un gran vacío en tu corazón, un vacío
doloroso allí, que sabes mejor de lo que yo puedo decirte. Mire a Aquel que
puede llenarlo y se llenará. Él puede suplir todas tus necesidades como Él
puede suplir todas las necesidades de cada alma del hombre.
Solo recuerda que la condición de tenerlo es confiar en su nombre y anhelar su presencia. Si alguien abre la puerta, entrará. Lo tenemos si confiamos en Él. Esa confianza no es una mera recepción pasiva, como es el caso de una jarra vacía que yace con la boca abierta en la orilla y deja que el mar se lave dentro y fuera de ella, como puede suceder. Pero el 'recibir' de nuestro texto podría traducirse como 'tomar'. La fe es una toma activa, no una recepción pasiva. Debemos 'asirnos de la vida eterna'. La fe es la mano que agarra el regalo ofrecido, la boca que se alimenta del pan de Dios, la voz que dice a Cristo: “Entra, bendito del Señor; ¿Por qué estás fuera? Esa fe por sí sola nos pone en una conexión vital con Jesús. Sin él, no serás más rico a pesar de toda Su plenitud, y perecerás de hambre en medio de la abundancia, como un hombre que se muere de hambre fuera de la puerta de un granero. Los que creen toman al Salvador que es dado, y los que reciben obtienen día a día la gracia creciente de la plenitud de Cristo, y así se acercan cada vez más a la realización del propósito supremo del Padre, que es estar 'lleno de toda la plenitud de Dios'.”
JOHN TRAPP
“Su
plenitud es a la vez repleta y expansiva; no solo de abundancia, sino de generosidad;
no sólo es una plenitud de abundancia, sino también de redundancia.”
MATTHEW POOLE
“Y gracia sobre gracia: no hemos recibido
gotas, sino gracia sobre gracia; no
solo el conocimiento y la instrucción, sino el amor y el favor de Dios, y los
hábitos espirituales, en proporción al favor y la gracia que Cristo tiene
(permitiendo nuestras escasas capacidades); hemos recibido gracia gratuitamente
y en abundancia, todo de Cristo, y por su causa; que nos permite ver cuánto
está obligada el alma que recibe la gracia a
reconocer y adorar a Cristo, además de ser confirmada en la recepción de la
gracia adicional y las esperanzas de la vida eterna.”
CHARLES SIMEON
“¿Qué
es esa plenitud de la que se habla en el texto? Jesucristo tiene en sí mismo
toda la plenitud de la Deidad [Col 2:9]. Pero esta no puede ser la plenitud de
la que habla el Apóstol, porque la Deidad es
absolutamente incomunicable a la criatura. Hay otra plenitud, que, según la
designación del Padre, mora en él como nuestro Mediador [Col 1:19.], A saber,
una plenitud de todo lo que su pueblo
redimido puede necesitar.
¿Estamos
inmersos en tinieblas y sentado a la sombra de la muerte? Él es “la luz del mundo; y todo aquel que le siga,
no morará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” [Juan 8:12].
¿Somos inexpresablemente culpables e incapaces de hacer justicia por nosotros
mismos? Él es “Jehová nuestra justicia” [Jer 23:6.], Y “el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree” [Rom 10:4.].
¿Somos
tan depravados como para ser "Totalmente inmundo y abominable" e
"¿incapaces siquiera de tener un buen pensamiento?" Él tiene dentro
de sí mismo una fuente de gracia para “limpiarnos
de nuestra inmundicia” y purificarnos para sí mismo, un pueblo peculiar,
celoso de buenas obras [Zacarías 13:1. Tit 2:14.].
¿Estamos
expuestos a graves aflicciones y múltiples tentaciones? En él hay una compasión
ilimitada para simpatizar con nosotros, y un poder irresistible para
socorrernos y apoyarnos [Heb 4:15; Hebreos 2:18.]. Así tiene él en sí mismo una
plenitud de luz para instruir, de
mérito para justificar, de gracia para renovar, de compasión para la piedad y de poder para salvarnos, incluso "hasta el extremo" de todas nuestras
necesidades [Heb 7:25.].
Esta
plenitud, sin embargo, no es la misma que reside en su pueblo creyente- [Hay
una plenitud con la cual los creyentes están llenos, incluso de “toda la
plenitud de Dios" [Efesios 3:19]. Pero la plenitud de su pueblo es muy
diferente a la de él. La de su pueblo es limitada, siendo solo "según la medida del don de Cristo [Efesios
4: 7];" pero la suya no tiene límites; "El Padre no le da el Espíritu por medida"; “Tiene abundancia
del Espíritu”, que habita y permanece en él [Jn 3:34. Mal 2:15.].
La
suya, además, se deriva de él como su propia fuente; y es esencialmente
inherente a él: “en él estaba la vida”
originalmente: “como el Padre tiene vida
en sí mismo, así también le ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo” [Jn
1:4; Jn 5:26.]. La suya es para el uso y beneficio de su Iglesia: la posee, para
que, siendo Cabeza de todo, pueda impartir de ella y “llenar todas las cosas con él”
[Efesios 1: 22-23; Efesios 4:10.].
En
su pueblo es perecedero: porque aunque estén llenos de él ahora, como una casa
con la luz del sol meridiano, se despojarían de él en un instante, si las
comunicaciones del cielo fueran interceptadas o retenidas: pero la suya es
inmutable y eterna: él es “el mismo ayer,
hoy y por los siglos” [Hebreos 13: 8.].
Deduzca:
1. ¡Cuán glorioso es Cristo en sí mismo, y cuán adecuado a nuestras
necesidades! [Admiramos el sol en el firmamento porque derrama sus bendiciones
sobre muchos a la vez: pero eso solo puede iluminar a la mitad del globo a la
vez. No así la Persona gloriosa de cuya plenitud hablamos: si toda persona en
toda la creación lo invocara en el mismo momento, no tendría ocasión de aplazar
la respuesta a la petición de nadie; él es todo ojo para ver, todo oído para
oír, todo mano para aliviar; en el mismo instante podía reponerlo todo, de su propia
plenitud inagotable e infinita.
¿Quién,
entonces, puede dudar un momento en pronunciarlo "Dios sobre todo, bendito por los siglos"? ¿Y no es este
exactamente el Salvador que necesitamos? ¿No somos todos vacío y pobreza, todos
debilidad y miseria? ¿Es esa descripción exagerada que nos representa como
"desdichados, miserables, pobres,
ciegos y desnudos"? [Apocalipsis 3:17]
Adoramos
a nuestro Dios por darnos tal Salvador: y "vivamos continuamente por la fe en el Hijo de Dios", haciéndolo
nuestra "sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra
completa redención"].
2.
Cuán elevado y ¡privilegiados son todos los verdaderos creyentes! El creyente
puede examinar toda la plenitud que hay en Cristo y reclamarlo todo como suyo.
Todo lo que Cristo posee en sí mismo, todo lo que puede hacer en la tierra y
todo lo que puede otorgar en el cielo, es la porción de cada santo más débil,
según la medida de la gracia que hay en él y según la capacidad que tiene para
recibir más gracia. Cada vasija del santuario, desde "las copas más
pequeñas hasta las jarras más grandes", se llenará [Isa 22:24.]: Si alguno
se angustia en las bendiciones que recibe, está "angustiado en sí mismo, y no en él" [2 Corintios 6:12.].
Bienaventurados, tres veces benditos son todos los que "penden de él.”
GRANT OSBORNE
“El
Verbo nos ha llenado con sus divinas bendiciones, el mayor de los cuales es él mismo. El regalo enlistado aquí es
“gracia sobre de gracia” (charin anti charitos).
Esta
es una frase difícil de entender, dependiente del significado de la preposición
anti. Hay tres opciones principales:
(1)
acumulación, traduciendo “gracia sobre gracia” o “una bendición inmerecida tras
otra” (NTV); (2) correspondencia, es decir, “gracia para gracia” lo que implica
que la gracia mostrada al creyente corresponde a la gracia del Verbo; (3)
sustitución, traducido “gracia en lugar de gracia” (o como en el DHH, “un don
en vez de otro”), que es, la gracia de Cristo, reemplazando la gracia que había
llegado a través de la ley. La primera ha sido más popular, pero yo prefiero la
tercera. Esta encaja con el significado más habitual de anti tan bien como el
enfoque del siguiente versículo, con las bendiciones del nuevo pacto
remplazando las del anterior.”
J.C RYLE
“[Porque de su plenitud tomamos todos].
Esta frase significa que “todos los que creemos en Jesús hemos recibido una
abundante aportación de todo lo que nuestras almas necesitan del repleto almacén
que reside en Él para su pueblo. Es de Cristo, y de Él solo, que recibimos lo
necesario para todas nuestras necesidades espirituales”.
Waterland,
en este libro sobre la Trinidad, llama la atención especialmente a esta
expresión. Piensa que se empleaba especialmente en referencia a las extrañas
doctrinas de los gnósticos en general y a los corintios en particular, cuyas
herejías surgieron antes de que fuera escrito el Evangelio según S. Juan.
Parecen haber sostenido que había una cierta amplitud y plenitud de la Deidad
en la que solo determinados hombres espirituales, incluyéndose ellos mismos,
podían ser recibidos, y de la que los demás que eran menos espirituales, aunque
tuvieran la gracia, debían ser excluidos. “S. Juan —dice Waterland— afirma aquí
que todos los cristianos —igualmente y sin diferencias—, todos los creyentes en
general, han recibido de la amplitud y plenitud del Verbo divino y no
escasamente, sino en gran medida, aun gracia sobre gracia”.
Melanchton,
hablando de este versículo, llama la atención de manera especial sobre la
palabra “todos”. Observa que abarca a toda la Iglesia de Dios, desde Adán en
adelante. Todos los que han sido salvos han recibido de la plenitud de Cristo,
y todas las otras fuentes de plenitud son claramente excluidas.
[Gracia sobre gracia]. Esta expresión es
muy especial y ha causado muchas diferencias de opinión entre los
comentaristas.
(1)
Unos creen que significa “la nueva gracia
del Evangelio en lugar de —o en vez de— la vieja gracia de la Ley”. Esta es
la opinión de Cirilo, Crisóstomo, Teofilacto, Eutimio, Ruperto, Lyranus, Bucero,
Beza, Scaliger, De Dieu, Calovio, Jansen, Lampe y Quesnel.
(2)
Otros creen que significa “gracia debida
a la gracia o al favor de Dios, y especialmente a su favor hacia su Hijo”.
Esta es la opinión de Zuinglio, Melanchton, Chemnitio, Flacius, Rollock, Grocio,
Camerarius, Tornovius, Toledo, Barradius, Cartwright y Cornelio à Lapide.
(3)
Otros creen que significa “gracia debida
a, o en pago por, la gracia de la fe que hay en nosotros”. Esta es la
opinión de Agustín, Gomarus y Beda.
(4)
Otros creen que significa “gracia que
responde, o proporcionada, a la gracia que es en Cristo”. Esta es la
opinión de Calvino, Leigh y Bridge.
(5)
Otros creen que significa “gracia
acumulada, gracia abundante, gracia sobre gracia”. Esta es la opinión de
Schleusner, Winer, Bucero, Pellican, Musculus, Gualter, Poole, Nifanius,
Pearce, Burkitt, Doddridge, Bengel, A. Clarke, Tittman, Olshausen, Barnes y
Alford.
Brentano,
Bullinger, Aretius, Jansen, Hutcheson, Gill, Scott y Henry ofrecen diversas
ideas, pero no indican su adhesión a ninguna en particular.
De
todas las opiniones, me inclino a pensar que la sexta y última es la
correcta. Admito sinceramente que la preposición griega aquí traducida “sobre” solo se encuentra en tres
sentidos en el Testamento griego: “en
lugar de” (Mateo 2:22), “por”
(Romanos 7:17) y “por cuanto, por esto”
(Hechos 12:23; Efesios 5:31). Formando un término compuesto también significa “oposición”, pero eso no tiene nada que
ver aquí. En este caso creo que el significado es “gracia en lugar de gracia; una aportación constante, nueva y abundante
de nueva gracia para que ocupe el lugar de la antigua gracia y, por tanto, una
gracia inagotable, abundante, que se completa continuamente y suple para todas nuestras
necesidades.”
J. WALVOORD – R. ZUCK
“El
Verbo hecho carne es la fuente de gracia (j̱arin),
que es la suma de todos los favores espirituales que Dios da a la gente. Todos se refiere a los cristianos e
incluye a Juan, el autor del evangelio. Debido a la plenitud de su gracia, los
creyentes disfrutamos gracia sobre gracia (j̱arin
anti j̱aritos, lit. “gracia en lugar
de gracia”). Así como las olas del mar llegan a la playa incesantemente,
así la vida cristiana consiste en recibir en forma constante, una tras otra,
las evidencias de la gracia de Dios.”
GARY BAUMLER
“La
plenitud de Jesús era la plenitud de Dios que moraba en él, una plenitud con la
que él también nos bendice, para que lleguemos “a una humanidad perfecta que se
conforme a la plena estatura de Cristo” (NVI, Efesios 4:13; vea también
Colosenses 1:19; 2:9,10). Las palabras del Bautista repiten las del versículo 14,
“lleno de gracia y de verdad”. Esta plenitud nos trae las ricas bendiciones de
la gracia de Dios.
Aunque
parezca difícil medir o describir esta gracia, aquí Juan usa una expresión que
nos puede ayudar a valorarla más. La traducción que tenemos es “gracia sobre
gracia”, pero parece ser débil al lado de la traducción literal, “gracia en vez
de gracia”. O piense en esto en términos de “gracia en lugar de gracia”. El insondable
amor de Dios, que él nos da a pesar de nuestra indignidad, nunca se termina.
Usamos un poco de este amor, y ya hay mucho más reemplazando al que acabamos de
usar, para que lo usemos en otra oportunidad.
Está
allí para consolarnos cuando nos sentimos atribulados. Nos perdona cuando
pecamos. Nos alivia cuando nos sentimos culpables. Nos da fuerza cuando sentimos
temor. Nos da todo a nosotros que no podemos dar nada, ni para merecerlo, ni
para retribuirle. El amor de Dios es tan grande que el Verbo eterno se hizo
carne y se sacrificó a sí mismo en la cruz por nosotros. Jesús nos da gracia en
lugar de gracia. Siempre tenemos su amor. Por mucho que lo usemos, nunca se
agota el suministro de su amor.”
XAVIER LEON DUFOUR
“La
preposición antí indica cierta
relación entre dos entidades. Según el sentido más clásico, se trataría de una
sustitución: «en lugar de» o «en vez de». Habría que comprender entonces que una
primera gracia quedó sustituida por otra gracia, definitiva. Dudando en ver
aquí una oposición en sentido fuerte, algunos críticos han asimilado antí a
epí(«sobre»): habría entonces una
acumulación de gracias; por eso traducen: «gracia sobre gracia»; pero el
fundamento gramatical es insuficiente.
En
todo caso, la gracia comunicada a los creyentes se sitúa en relación con otra
gracia. Según los Padres griegos, estas dos gracias corresponderían a las dos
economías de la salvación: la antigua, que consiste en la ley, y la nueva que
viene de Jesucristo, como se indicará en el v. 17. Muy bien.
Pero,
al asimilar sin más, sobre la base del v. 17, la primera gracia a la ley judía,
se corre el riesgo de estrechar el horizonte del prólogo; por esta razón
creemos que el autor ha empleado una fórmula vaga, que puede traducirse «gracia por gracia».
De
hecho, la primera gracia es la de la venida universal del Logos no encarnado;
la segunda es el don pleno de la verdad por Jesucristo, el Logos encarnado. De
esta manera se pone de manifiesto la continuidad de la historia de Dios con los
hombres, lo cual equivale a una sucesión de gracias: primero, la gracia
derramada por el Logos, su revelación desde el principio en la creación y en la
historia; luego, la gracia de la Verdad manifestada en plenitud por el Hijo
único. El v. 17 intenta situar estas gracias una respecto a la otra.”
LEON MORRIS
“Cristo
es la fuente de todas nuestras bendiciones. Indirectamente, aparece la idea de
la fuente infinita, ya que “todos” recibimos de Él. Quizá nos hubiera parecido
más normal que “el recibir de la plenitud de Cristo” se describiera como algo continuo.
Pero Juan usa el mismo verbo y el mismo tiempo que usó en el versículo 12 al
hablar de la acción concreta y única de recibir a Cristo. Prefiere centrarse en
nuestra participación de la plenitud en el momento en el que recibimos a Cristo.
“Gracia
sobre gracia” es una expresión poco usual. De hecho, literalmente significa
“gracia en lugar de gracia”. Es obvio que Juan quiere hacer hincapié en el
concepto de la Gracia. Probablemente también quiera decir que en el momento que
una gracia divina disminuya, es sustituida por otra. La Gracia de Dios hacia su
pueblo es continua e inagotable. La Gracia no conoce límites ni interrupciones.
Al
contrario que la ley, la Gracia recalca el carácter dinámico de la vida
cristiana. La ley se puede dominar. Una persona puede conseguir méritos
conformándose a la ley. Todo el mundo puede aprender los requisitos que la ley
exige que debemos cumplir. Pero la Gracia es una aventura. Nadie sabe a dónde
puede llevarle la Gracia, qué bendición traerá, o qué cambios acarreará. La
Gracia supone una experiencia de total dependencia de la presencia y bendición de
Dios.”
NACAR – COLUNGA
“Suele
traducirse “gracia sobre gracia”,
pero esta traducción no es exacta, pues el texto original no pone “sobre” (επί), sino αvtί. En su comprensión ha de tenerse en cuenta el sentido de αvtί, que tiene un sentido de oposición
o de permutación. Así, las soluciones principales son:
a)
Oposición. — San Juan Crisóstomo veía en ello la oposición entre la Ley antigua
y la Ley nueva. San Juan mismo parecería establecer una cierta oposición entre
la Ley antigua y la nueva en el v.17.
b)
Permutación. — Se trataría de una gracia dada en virtud de la anteriormente
recibida. Parece fuera del tono general, dando un matiz de precisión excesivo.
c)
Proporción o relación, que es, en cierto sentido, permutación. Habiéndose dicho
que la “gracia” está en plenitud en
el Verbo encarnado, y diciéndose ahora que se recibe toda “gracia” de su plenitud, el αvtί podría expresar muy bien ambas gracias en
función relativa: “recibimos una gracia en armonía con la que se encuentra en
plenitud en el Verbo encarnado”, o como expone Braun: “Una plenitud de gracia
proporcionada a la plenitud considerada en su fuente: en el Logos.” Sería una
permutación de proporción.
Por
eso, el sentido parece que es: en la nueva obra recibimos todos una gracia
torrencial, como participada y dispensada y proporcionada al Verbo encarnado,
que la tiene en plenitud.”
COMENTARIO BIBLICO SIGLO XXI
“Aunque
el v. 16 sigue naturalmente al 14, el que aparece en medio debe ser visto
claramente como un paréntesis intencional. Las palabras sobre Juan el Bautista
agregan gran fuerza a su testimonio sobre Jesús. Hay una alusión indirecta
sobre la preexistencia de Jesús que ya ha sido afirmada en el v.1. El v.16
muestra claramente la importancia de la gracia que los cristianos (todos nosotros)
hemos recibido. Una vez más, se subraya el pensamiento de una experiencia
directa.
La
versión de la Biblia DHH ha presentado bien el significado de la críptica frase
gracia sobre gracia, traduciendo “bendición sobre bendición”. La plenitud no
viene a todos nosotros de repente sino en una progresión de experiencia de
gracia.
Puede
haber un contraste entre Moisés y Jesucristo en cuanto a un método diferente de
acercarnos a Dios, porque las observancias legales son inferiores a la
aceptación de un don de la gracia. Pero el texto no requiere un contraste. Es
mejor ver una comparación entre la entrega divina de la ley por medio de Moisés
y la gracia por medio de Jesús.”
SAMUEL P. MILLOS
“Él
es una plenitud desbordante. En Él habita corporalmente "la plenitud de la deidad" (Col.
2:9). La plenitud divina está en Cristo como corresponde a la Persona
Divinohumana del Verbo eterno de Dios manifestado en carne. Juan presenta a Jesús
como el Lagos, la Palabra eterna, que expresa exhaustivamente al Padre. Sobre
esa base se entiende que en Jesucristo habite corporalmente toda la plenitud de
la Deidad.
En
contraste con el conocimiento progresivo de los gnósticos que avanzaba paso a
paso hasta el pleroma del conocimiento, en Jesucristo existe infinita y totalmente
la plenitud no del hombre ni de su ciencia, sino de Dios mismo. El hecho de ser
Verbo nos conduce a entender mejor el texto del Evangelio, puesto que siéndolo,
y siendo el revelador del Invisible (v. 18), no podría realizarlo a no ser que
en Él habite corporalmente la plenitud de la Deidad. Jesucristo es Dios que se
revela y por tanto tiene en Él la plenitud de aquello que va a revelar.
El
Señor Jesucristo manifiesta su procedencia eterna del Padre, de su esencia pero
no de Su voluntad. De ahí que comparte vida, conciencia y potestad del Padre. Por
eso la plenitud de la gloria de Dios, infinita y eterna, es también la misma
plenitud y gloria de Jesús.”
ALFRED WIKENHAUSER
“Las
palabras «todos nosotros» comprenden
un círculo de personas más amplio que el de los testigos oculares de la vida de
Jesús, mencionados en el v. 14; son todos los que creen en él, o sea, los miembros de la Iglesia cristiana. En
nombre de ellos, y con profundo reconocimiento, el evangelista confiesa que de
la 'inagotable plenitud del Logos encarnado han recibido gracia sobre gracia. «Gracia» es aquí una simple abreviación
de «gracia y verdad» (gracia cuyo
contenido es la verdad), e indica, como en 8,32, aquella verdad que hace
libres, es decir, que da la vida.”
WILLIAM HENDRIKSEN
“El
significado del versículo 16 es que los creyentes reciben constantemente gracia
en el lugar que deja la gracia. Apenas se ha desvanecido una manifestación del
favor inmerecido de Dios en Cristo cuando ya ha llegado otra; de ahí que se
diga, gracia sobre gracia. A continuación citamos un fragmento de la tesis (El
significado de la preposición ἀντί en el Nuevo Testamento):
“Estamos
de acuerdo con esta interpretación tan común por las siguientes razones:
(1)
Concuerda con el sentido normal de la preposición ἀντί. En esta tesis se ha demostrado
plenamente que ἀντί indica sustitución.
(2)
Concuerda con el contexto, que describe la plenitud que existe en Cristo, y de
la cual nosotros hemos recibido χάριν ἀντὶ χάριτος. La interpretación que
apoyamos hace justicia a la unidad de la frase, que consideramos en su
totalidad como complemento directo del verbo ἐλάβομεν. El concepto gracia sobre
gracia, es decir, un suministro incesante de gracia, concuerda mejor con la
idea de su plenitud que simplemente el término gracia. El depósito o suministro
sin límites, que indican las palabras su plenitud, parece sugerir también un
flujo ilimitado: gracia sobre gracia.
(3)
Esta interpretación también se ve apoyada por una cita (lingüísticamente
similar) de Filón: ‘Por lo cual Dios siempre hace cesar sus primeros dones
antes de que quienes los reciben se harten y se vuelvan insolentes: y a la vez
que reserva éstas para el futuro proporciona otros en su lugar (ἀντʼ ἐκείνων),
y luego un tercer suministro para sustituir al segundo (ἀντὶ τῶν δευτέρων), y
así proporciona dádivas siempre nuevas en lugar de las anteriores (ἀντὶ
παλαιοτέρων), a veces de diferente naturaleza, a veces de la misma’ (Filón, La
posteridad y el exilio de Caín, CXLV)”.
Como
corroboración del pensamiento del versículo 14, que el unigénito se caracteriza
por una plenitud de gracia y de verdad, leemos: “Porque, mientras que la ley
fue dada por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo”.
MATTHEW HENRY
“El
versículo Jua_1:16 conecta claramente con el versículo Jua_1:14, donde se nos
dice que el Verbo de Dios se manifestó en carne, «lleno de gracia y de verdad».
El evangelista añade ahora: «Porque de su plenitud todos hemos recibido» (lit.
recibimos, en aoristo). Todos cuantos han recibido el influjo benéfico de la
gracia de Dios (y el evangelista se cuenta entre ellos, y se refiere a la
maravillosa experiencia que tuvo un día concreto—vv. Jua_1:35-39—), lo han
recibido a través de Cristo.
Todos
los creyentes genuinos reciben la gracia de la plenitud de Cristo; los mayores
santos no pueden recibirla, sino de Él; y el ser humano más miserable que pueda
existir, puede vivir de esa plenitud, porque esta gracia que fluye de la
plenitud de Cristo, como de un manantial que nunca se agota por muchos que sean
los que de Él tomen, está a disposición de todos cuantos le reciban por fe (v.
Jua_1:9; 2Co_5:14.; 1Ti_2:4-6; 1Jn_2:2). Esto excluye, por una parte, la jactancia,
pues no tenemos nada, sino lo que de Él hemos recibido (Jua_15:5; 1Co_4:7); por
otra parte, excluye la perplejidad y el miedo, pues la libre oferta de Su
gracia es para todos: nadie es tan pecador que no pueda alcanzar la gracia del
perdón y de la adopción de hijo de Dios. El evangelista detalla que:
Hemos
recibido «gracia sobre gracia» o «gracia por gracia». Todo lo que hemos
recibido de Cristo se resume en esta palabra: «gracia»; ¡así de grande, de
rico, de valioso, es el don! Consideremos:
(A)
La bendición que esto supone: Es
gracia: Un favor inmerecido (mejor, desmerecido) de parte de la buena voluntad
de Dios hacia nosotros, y que comporta una buena obra de Dios en nosotros. La
buena voluntad de Dios (v. Luc_2:14; Flp_2:13) produce una buena obra en
nosotros, y esta buena obra nos cualifica para obtener ulteriores favores de la
buena voluntad de Dios. De la misma manera que el pozo artesiano recibe el agua
de la plenitud de la montaña, la rama del árbol recibe la savia de la plenitud
de la raíz, y el aire recibe la luz de la plenitud del sol, así también
nosotros recibimos la gracia de la plenitud de Cristo.
(B)
La magnitud de esta bendición: «Y
gracia sobre gracia». La preposición griega antí puede tener varios sentidos.
Puede significar «por» o «en lugar de», como en Mat_20:28, o «frente a», como
en Heb_12:2. Pero aquí significa que los creyentes van recibiendo sucesivas
oleadas de gracia, continuas bendiciones de parte de Dios en Cristo (v.
Efe_1:3, Efe_1:6). No puede significar «una gracia (la del Evangelio) en vez de
otra (la de la Ley)», aunque el contexto próximo podría engañar. Tengamos en
cuenta que la Ley o Torah aunque era un privilegio del pueblo escogido, nunca
es llamada «gracia» en la Biblia, puesto que, igual que las «obras», siempre aparece
en contraste con la fe, la gracia y el Evangelio. Estas oleadas de gracia se
suceden:
(a)
En extensión: conforme a la necesidad
de cada momento, recibimos de Cristo la gracia oportuna;
(b)
En intensidad: una gracia bien
recibida y usada ensancha la capacidad de nuestro vaso, de modo que siempre
pueda estar lleno con nuevas gracias.”
WILLIAM MACDONALD
“Todo
aquel que cree en el Señor Jesús recibe provisión de fortaleza espiritual de su
plenitud. Su plenitud es tan grande que puede proveer para todos los cristianos
en todos los países y en todas las edades. La expresión gracia por gracia (RV)
significa probablemente «gracia sobre gracia», como se traduce en RVR77, o
«gracia abundante». Gracia significa aquí el favor lleno de gracia de Dios que
derrama Él sobre Sus amados hijos.”
MARTIN LUTERO
“Porque
de su plenitud todos hemos recibido y gracia sobre gracia. Este es uno de los
textos más sobresalientes del Evangelio de san Juan y se coloca a la par del
que ya hemos comentado: el Hijo de Dios es «la verdadera Luz que ilumina a todo
hombre que viene al mundo». Por tanto, todo aquel que no conoce a Cristo, no
cree en Él y no lo hace suyo, es y permanece siendo un hijo de la ira (Eph_2:3)
y de la condenación, sin importar lo que es o cuál sea su título. Pero si un
hombre ha de hallar misericordia, sólo Cristo puede ser el medio de
conseguirla. Sólo El hace ricos a los indigentes con su superabundancia,
elimina nuestros pecados con su justicia, devora nuestra muerte con su vida, y
nos transforma de hijos de la ira, manchados por el pecado, la hipocresía, la
mentira y los engaños, en hijos de la gracia y de la verdad. Quien no posea a
este Hombre no posee nada.
Así,
san Juan el Bautista trata colectivamente de la humanidad desde el principio
del mundo hasta el Día del Juicio y le aplica el veredicto, esto es, que son
mentirosos por naturaleza y sin gracia. Pero al mismo tiempo, sugiere un
remedio. «He aquí —les dice— recibiréis un Predicador bendito y consolador. No
sólo predicará, sino que lleno de misericordia, traerá y presentará lo que ni
Adán, Noé, Abraham, Moisés o Elías, o ningún ángel de los cielos, ni profeta ni
santo ni incluso yo, podrá anunciar o traeros. Y todos los hombres, desde Adán
hasta el fin del mundo, sin excluir ninguno, que esperan alcanzar la gracia y
la verdad, deben obtenerlas de la plenitud de Cristo y así participar en sus
beneficios.» Vino al mundo y adoptó nuestra naturaleza humana para redimirnos
de la ira y convertirnos en hijos de Dios y partícipes de su plenitud.
El
santo evangelista nos informaba antes que sin Cristo, la vida, la luz y la
misericordia son inalcanzables. Sólo el creyente en el nombre de Cristo goza
del poder y de la prerrogativa de llegar a ser hijo de Dios. Esto coloca a
todos los hombres, incluidos los santos, en una misma categoría y los etiqueta
a todos como pecadores y mentirosos desprovistos de gracia mientras confíen en
ellos mismos y no en Cristo. Por ello, todos los descendientes de Adán nacieron
con pecado y en desgracia a los ojos de Dios, sin nada bueno en su interior,
sino imbuidos de falsedad, hipocresía, mentiras y engaños. No sirve de nada que
finjan santidad y piedad y que, al basarse en las buenas obras, pretendan pasar
por humildes y espirituales. Todo ello no sirve de nada a menos que se conviertan
en hijos de Dios por medio de la fe en Cristo.”
SAN AGUSTIN
“¿Pero
qué habéis recibido? Una gracia por otra gracia. Y yo no sé qué quiere darnos a
entender cuando nos dice que hemos participado de la plenitud de su gracia en
primer término, y después que hemos recibido una gracia por otra gracia. ¿Qué
gracia hemos recibido primero? La fe. Y se llama gracia porque se da gratis. El
pecador recibió esta primera gracia para que se le perdonasen todos sus
pecados. Y después recibió una gracia por otra gracia.
Esto
es por esta gracia, según la cual vivimos de la fe, habremos de recibir otra,
esto es la vida eterna. La vida como el premio de la fe (porque la misma fe es
gracia). Y la vida eterna es eterna. Por lo tanto es la gracia que se concede
en virtud de aquella gracia. Esta no existía en el Antiguo Testamento, porque
la Ley amenazaba y no ofrecía ayuda; mandaba, y no curaba; señalaba la
enfermedad, pero no la quitaba, sino que preparaba para presentarse al médico
que había de venir con la gracia y la verdad.
Por
esto sigue: "Porque la Ley fue dada por Moisés; mas la gracia y la verdad
fue hecha por Jesucristo". La muerte de nuestro Señor mató la muerte
temporal y eterna. Ella es la gracia que ha sido prometida y no manifestada en
la Ley.”
WILLIAM BARCLAY
“Este
pasaje continúa diciéndonos tres grandes cosas acerca de Jesús.
(1)
De Su plenitud es de donde hemos extraído
todos. La palabra que usa Juan para plenitud es una gran palabra: pléróma,
que quiere decir la suma total de todo lo que hay en Dios. Pablo la usa con
cierta frecuencia. En Col_1:19 dice que
todo pléróma habitaba en Cristo. En Col_2:9
dice que en Cristo habitaba el pléróma de la deidad en forma corporal.
Quería decir que en Jesús moraba la totalidad de la sabiduría, el poder y el
amor de Dios.
Por
eso Jesús es inagotable. Una persona puede acudir a Jesús con cualquier
necesidad, y encontrarla suplida; o con cualquier ideal, y encontrarlo
realizado. El que está enamorado de la belleza encontrará en Jesús la suprema
belleza; y aquel para quien la vida consiste en la búsqueda del conocimiento,
encontrará en Jesús la suprema Revelación. El que necesita valor, encontrará en
Jesús la quintaesencia y el secreto del valor; y el que se siente impotente
ante la vida encontrará en Jesús al Señor de la vida y el poder para vivir.
El
que es consciente de su pecado encontrará en Jesús el perdón y la fuerza para
ser bueno. En Jesús, el pléróma, la plenitud de Dios, todo lo que hay en Dios,
lo que Westcott llamaba «la fuente de la vida divina» se encuentra en Jesús y
está a disposición de la humanidad.
(2)
De Él hemos recibido una gracia tras otra.
En el original griego dice literalmente gracia en lugar de gracia. ¿Qué quiere
decir esa extraña frase?
(a)
Puede que quiera decir que en Cristo
encontramos una maravilla que conduce a otra. Uno de los antiguos
misioneros de Escocia llegó una vez a uno de los reyes pictos, que le preguntó
qué podría esperar si se hacía cristiano. El misionero le contestó:
«Encontrarás maravilla sobre maravilla, y todas ellas verdaderas.» Algunas
veces, cuando vamos viajando por una carretera muy bonita, se abre ante
nosotros una vista tras otra. Al contemplar cada una pensamos que no puede
haber nada más hermoso; y, al tomar una curva, se nos descubre algo aún más
maravilloso.
Cuando
empezamos a estudiar un gran tema, como música, poesía o pintura, nunca
llegamos al final. Siempre nos esperan nuevas experiencias de la belleza. Eso
es lo que sucede con Cristo. Cuanto más sabemos de Él, más maravilloso nos
resulta; cuanto más vivimos con Él, más encantos descubrimos; cuanto más
pensamos en Él y con Él, más se nos ensancha el horizonte de la verdad. Esta
frase puede que sea la manera que tiene Juan de expresar lo ilimitado que es
Cristo.
Puede
que sea su forma de decir que a la persona que vive en compañía de Cristo le
amanecerán nuevas maravillas en el alma que le iluminarán el entendimiento y le
encantarán el corazón día tras día.
(b)
Tal vez debamos entender esta expresión
literalmente. En Cristo encontramos gracia en vez de gracia. Las diferentes
edades y situaciones de la vida requieren una clase diferente de gracia.
Necesitamos una gracia en los días de prosperidad, y otra en los días de
adversidad. Necesitamos una gracia en los días primaverales de la juventud, y
otra cuando se empiezan a dilatar las sombras de la edad. La Iglesia necesita
una gracia en los días de persecución, y otra cuando llegan los días de
tolerancia. Necesitamos una gracia cuando nos sentimos en control de la
situación, y otra cuando estamos desanimados, deprimidos y casi desesperados.
Necesitamos
una gracia para soportar nuestras propias cargas, y otra para sobrellevar los
unos las cargas de los otros. Necesitamos una gracia cuando estamos seguros de
las cosas, y otra cuando parece que ya no nos queda nada en el mundo. La gracia
de Dios no es nunca una cosa estática, sino dinámica. Nunca falla ante una
nueva situación. Cuando una necesidad invade la vida, una gracia la acompaña.
Pasa esa necesidad y otra nos asalta, y con ella viene otra gracia. A lo largo
de toda la vida estamos constantemente recibiendo gracia en lugar de gracia,
porque la gracia de Cristo es adecuada para resolver triunfalmente cualquier
situación.
(3)
Moisés nos dio la Ley, pero la gracia y
la verdad nos vinieron por medio de Jesucristo. En la antigüedad, la vida
estaba gobernada por la ley. Uno tenía que hacer lo que fuera, le gustara o no,
supiera por qué o no. Pero, con la venida de Jesús, ya no tratamos de obedecer
la ley de Dios como esclavos, sino de responder al amor de Dios como hijos.
Mediante Jesucristo, Dios el Legislador aparece como Dios nuestro Padre, el
Dios Juez es el Dios que ama a todas las almas.”
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