EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1
VERSICULO 48 |
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RV1960 |
NVI1999 |
BTX4 |
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Le
dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que
Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. |
¿De
dónde me conoces? le preguntó Natanael. Antes de que Felipe te llamara,
cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto. |
Natanael
le dice: ¿De dónde me conoces? Respondió JESÚS, y le dijo: Antes que te
llamara Felipe, estando tú debajo de la higuera, te vi. |
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TR+ |
INA27+ |
VUL |
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dicit
ei Nathanahel unde me nosti respondit Iesus et dixit ei priusquam te
Philippus vocaret cum esses sub ficu vidi te |
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KJV |
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Nathanael saith unto
him, Whence knowest thou me? Jesus answered and said unto him, Before that
Philip called thee, when thou wast under the fig tree, I saw thee. |
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TCB |
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Cuando
estabas debajo de la higuera.
Jua_2:25; Gén_32:24-30; Sal_139:1, Sal_139:2; Isa_65:24; Mat_6:6; 1Co_4:5;
1Co_14:25; Apo_2:18, Apo_2:19. |
COMENTARIOS:
SAN JUAN CRISOSTOMO
“Notad
la firmeza y la constancia de este hombre. Cuando Cristo le dijo: He ahí a un verdadero israelita, no se emocionó
por el elogio, ni se ensoberbeció a causa de la alabanza, sino que continuó
indagando con cuidado y quiso agotar la verdad. Pero él buscaba la verdad de un
hombre, y Cristo le contestaba como Dios al decirle: ya te he visto antes. Verdaderamente conocía de sobra su rectitud
moral, no como quien le hubiera observado con anterioridad, sino como quien es
Dios.
Añadió:
Te he visto hace poco, bajo la higuera,
aunque allí no había ningún otro, aparte de Felipe y de Natanael, que trabaron
conversación. Por eso cuenta el evangelista que Jesús, al verlo desde
lejos, dijo: He ahí a un verdadero
israelita, dando a entender que pronunció tales palabras antes de que
Felipe llegara, a fin de que no resultara sospechoso el testimonio. Por lo
mismo precisó también la hora, el lugar y el árbol.
Si
hubiera dicho solamente: te he visto antes de que Felipe te llamara, la cosa
hubiera resultado sospechosa, pues podría parecer que había sido El quien había
enviado a Felipe, y, en tal caso, nada de extraordinario habría en todo ello.
En cambio, al describir la hora en que habló con Felipe, el lugar, la especie
del árbol y el momento en que aconteció el coloquio, no dejó ninguna duda sobre
el valor de la profecía. Y no lo
instruyó sólo así, sino también de otro modo.
Evocó
las palabras que habían cruzado: ¿De
Nazaret puede salir algo bueno?, y de esta suerte le convenció más, porque,
en vez de reprochárselo, le dirigió palabras de alabanza y admiración. Así
reconoció Natanael al verdadero Cristo, tanto por la profecía, cuanto porque
interpretó con exactitud lo que El quería decir, demostrando de ese modo que
también era capaz de leer sus más íntimos pensamientos.
Y
además, porque no le reprochó haber expresado libremente su parecer, sino que
lo alabó por ello. Cristo le profetizó que Felipe le había llamado, pero omitió
referirse a los argumentos que habían tratado, remitiendo el juicio a su
conciencia y no queriendo hacerle ningún reproche.
Pero
¿quiere ello decir que el Señor vio a Natanael sólo cuando lo llamó Felipe?
¿Acaso no le había visto ya antes, con sus ojos, que no descansan? Cierto que
sí. Nadie podrá dudar de ello. Pero en esa circunstancia debía decirse sólo lo
estrictamente indispensable.”
GARY BURGE
“Jesús
ve en Natanael a un buen hombre, un hombre honrado. Y, para gran sorpresa de
Natanael, Jesús menciona haberle visto «bajo la higuera» en un momento
anterior. ¿Fue acaso en una experiencia de oración y meditación? ¿O quizá de
estudio?
En
la Antigüedad, las higueras, con sus amplias sombras, se utilizaban a este efecto.
Sin embargo, la idea principal es que Natanael sabe exactamente de lo que Jesús
está hablando; Jesús tiene la capacidad de saber aquello que trasciende a lo
humano. O sea, conoce a Natanael antes de que Natanael le conozca a él.
Natanael ha presenciado un milagro, y por ello decide dar un notable paso de
fe.”
A.W PINK
“¡Cómo
este incidente evidencia la Deidad de Cristo! Mostró Su omnisciencia. Cristo
vio a Natanael, y leyó su corazón, antes de venir a Él. Y, querido lector, Él
nos ve y nos lee a cada uno de nosotros también. Nada se puede esconder de Su
ojo que todo lo ve. Ningún disfraz de hipocresía puede engañarlo.”
CHARLES SPURGEON
“¿Qué
estaba haciendo debajo de la higuera? Jesús lo sabía y Natanael lo sabía, pero
nadie más lo sabía, y quizás nadie más lo sepa nunca. Ese era un secreto entre
Cristo y Natanael. Allí estaba haciendo algo que consideraba bastante privado,
y la alusión del Salvador a que él estaba debajo de la higuera era la prueba
más clara que podía tener de la divinidad de Cristo. "¡Oh!" pensó él,
"el que pueda recordarme esa transacción secreta debe ser Dios.”
WOLFGANG MUSCULUS
“Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces?...
Ese Natanael siempre es fiel a sí mismo. Cuando se enteró de que Cristo le
había dado un título tan notable por su franqueza e integridad, no se sintió
orgulloso de su mente. Él no estalla inmediatamente en alabanzas de Cristo, a
quien aún no conocía, como un mulo araña a otro. No disimula hipócritamente el
elogio de su honestidad y sinceridad que Cristo le dio, diciendo: no lo has
hecho bien, sé quién soy. Pero quizás no soy tan inocente como supones. Esta es
la forma en que los hipócritas suelen disimular los elogios que se les ofrecen,
mientras que en su corazón son gratamente halagados. No vemos nada de esto en Natanael.”
ALBERT BARNES
“Podemos
aprender:
1er.
Que Jesús ve lo que se hace en secreto y, por tanto, es divino.
2do.
Que nos ve cuando poco pensamos en ello.
3er.
Que nos ve especialmente en nuestras devociones privadas, escucha nuestras
oraciones y vea nuestras meditaciones.
4to.
Que juzga nuestro carácter principalmente por nuestras devociones privadas. Ya
que esos son secretos; el mundo no los ve; y en nuestros armarios mostramos lo
que somos. ¿Cómo nos conviene, por tanto, que nuestras oraciones y meditaciones
secretas sean sin engaño e hipocresía?.”
ALEXANDER MACLAREN
“Natanael,
asombrado, dice: "Señor, ¿de dónde
me conoces?" No es que se apropie de la descripción para sí mismo, o
reconozca la veracidad de la misma, pero le sorprende que Cristo tenga los
medios para formarse algún juicio con referencia a él, por lo que le pregunta,
medio esperando una respuesta que muestre el origen natural del conocimiento de
nuestro Señor: "¿De dónde me conoces?"
Luego viene la respuesta, que, a una percepción sobrenatural del carácter de
Natanael, agrega un conocimiento sobrenatural de las acciones secretas de
Natanael: “Antes de que Felipe te
llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Y es porque te vi
debajo de la higuera que supe que eras “un
verdadero israelita, en quien no hay engaño”.
Entonces,
debajo de la higuera, Natanael debió
estar luchando en oración; debajo de la higuera debe haber estado confesando sus pecados; debajo de la
higuera debe haber estado anhelando y
buscando al Libertador que iba a 'apartar de Jacob la impiedad'. Tan
solitaria había sido esa vigilia, y tan poco el ojo humano que la había
contemplado habría sabido lo que había estado pasando por su mente, que el
conocimiento de Cristo de ella y de su significado enciende a la vez en el
corazón de Natanael el fuego de la alegría y la convicción, 'Tú eres el Hijo de Dios'.
Si
hubiéramos visto a Natanael, sólo habríamos visto a un hombre sentado, absorto
en sus pensamientos, bajo una higuera; pero Jesús había visto la lucha espiritual
que no tenía marcas externas, y para saber cuál debió haber ejercido la
prerrogativa divina de leer el corazón. Les pido que consideren si la conclusión
de Natanael no fue correcta, y si esa mujer de Samaria no tenía razón cuando se
apresuró a regresar a la ciudad, dejó su cántaro de agua y dijo: 'Vengan a ver
a un hombre que me contó todo de lo que yo hice.' Ese "todo" era una pequeña serie de
hechos, pero aún así era cierto en espíritu. Y su inferencia era absolutamente
cierta: "¿No es éste el Cristo, el
Hijo de Dios?"
Este
es el primer milagro que realizó Jesucristo. Su conocimiento sobrenatural, que
no puede ser eliminado de las representaciones de Su carácter en el Nuevo
Testamento, es una marca de divinidad tanto como cualquiera de las otras de Sus
manifestaciones terrenales. No es el más alto; no atrae nuestras simpatías como
lo hacen algunos de los otros, pero es irrefutable. He aquí un hombre con quien
todos los hombres con los que entró en contacto eran como esos relojes con una
esfera de cristal que nos muestra todas las obras. ¿Cómo llega a tener este
conocimiento perfecto y absoluto? Esa omnisciencia, como se manifiesta aquí,
nos muestra cuán feliz está Cristo cuando ve algo bueno, cualquier cosa que
pueda alabar en cualquiera de nosotros. "He aquí un verdadero israelita,
en quien no hay engaño".
Ni
una palabra sobre el prejuicio de Natanael, ni una palabra sobre ninguna de sus
faltas (aunque sin duda tenía muchas), sino la cordial alabanza de que era un
hombre honesto, sincero, que seguía a Dios y a la verdad. No hay nada que
alegra tanto a Cristo como ver en nosotros un leve rastro de anhelo, amor y
semejanza con él mismo. Su omnisciencia nunca se complace tanto como cuando
bajo montones y montañas de vanidad y pecado discierne en el corazón de un
hombre algún pobre germen de bondad y anhelo de Su gracia.
Y
luego, nuevamente, observe cómo tenemos aquí la omnisciencia de nuestro Señor
expuesta como consciente de todas nuestras crisis y luchas internas: "Cuando estabas debajo de la higuera, te vi".
Supongo que todos podríamos mirar hacia atrás, a algún lugar u otro, bajo algún
seto de espinos, o alguna roca junto a la orilla del mar, o la cima de una
montaña, o quizás en algún salón trasero, o en alguna calle concurrida, donde
algunos pasamos una época inolvidable en la historia de nuestra alma, invisible
para todos los ojos, y que no habríamos mostrado ningún rastro externo a ningún
espectador.
Alegrémonos
de sentir que Cristo ve todos estos momentos que ningún otro ojo puede ver. En
nuestras horas de crisis, y en nuestros momentos monótonos y sin incidentes, en
el torrente de las aguas furiosas, cuando la corriente de nuestras vidas queda
atrapada entre las rocas, y en los largos y lánguidos tramos de su más suave
corriente, cuando estamos luchando con nuestros temores o anhelos por Su luz, o
incluso cuando estamos sentados mudos e impasibles, como hombres de nieve,
apáticos y congelados en nuestra indiferencia, Él nos ve, se compadece y ayuda
a la necesidad que Él contempla. 'No creas que puedes suspirar un suspiro, sin
que tu Salvador no esté cerca; No creas que puedes llorar una lágrima, y tu
Salvador no está cerca.”
JOHN GILL
“¿De dónde me conoces? Esto lo dijo como
sorprendido, que él, que era un extraño para Cristo, diera con su carácter
general y describir el estado interno y el marco de su alma: esto le sorprendió
más que si lo hubiera llamado por su nombre Natanael, como lo hizo con Simón; o
había dicho cuál era el lugar, de su morada; Caná de Galilea; ya que esto normalmente
sólo podía ser observado y aprendido de un conocido o de una conversación larga
y familiar: por la respuesta de Natanael, parece como si no tuviera dudas o
temores acerca del carácter que Cristo le dio; sino que lo creía, como todo
buen hombre debe ser consciente de su propia integridad; sólo que para él era asombroso
cómo Jesús lo sabía.”
J. WALVOORD – R. ZUCK
“Jesús
dijo que él sabía lo que Natanael estaba haciendo aun antes que Felipe lo
llamara; cuando estaba debajo de la higuera. Esta expresión significaba a
menudo tener seguridad o recreación (cf. 1 Reyes. 4:25; Miq. 4:4; Zac. 3:10).
Quizá aquí la higuera era un lugar destinado a la meditación (cf. el comentario
de Jn. 1:50–51). Salmos 139 amplía el tema del conocimiento detallado que Dios
tiene de la vida de una persona.”
J.C RYLE
“[Antes […] debajo de la higuera, te vi].
La opinión común acerca de esta expresión es que Natanael estaba orando o
teniendo comunión con Dios bajo la higuera. Quizá fuera así. No se nos habla de
ello y se deja a la imaginación. Si hubiera sido bueno que lo supiéramos, se
nos habría dicho. Bástenos con comprender que, cuando Natanael pensaba que
estaba solo y que nadie le veía, el Señor Jesús, por medio de su divino poder
de ver y conocer todas las cosas, estaba perfectamente al tanto de todo lo que
Natanael decía, pensaba y hacía: “Los
ojos de Jehová están en todo lugar” (Proverbios 15:3).
Crisóstomo
y Teofilacto piensan que esta expresión se refiere únicamente a la conversación
entre Felipe y Natanael acerca de Jesús que había tenido lugar bajo la higuera.
Grocio se adhiere a la misma opinión.
Gill
menciona una tradición en el diccionario siríaco de “que la madre de Natanael
le había dejado bajo una higuera cuando los niños fueron asesinados en Belén
por Herodes” (cf. Mateo 2:16) y que nuestro Señor mostró su perfecto
conocimiento al referirse a este hecho.
Heinsius
cree que hay una referencia a la profecía de Zacarías: “En aquel día, dice
Jehová de los ejércitos, cada uno de vosotros convidará a su compañero, debajo
de su vid y debajo de su higuera” (Zacarías 3:10), y de ahí que Natanael
dedujera que los días del Mesías habían llegado y que el Mesías estaba ante él.
Agustín
ve una alegoría en la higuera y dice en serio que “igual que Adán y Eva, cuando
pecaron, se hicieron túnicas con hojas de higuera, las hojas de higuera tienen
que hacer referencia a los pecados. ¡El que Natanael, por tanto, estuviera
debajo de la higuera significa que estaba bajo la sombra de muerte!.”
GARY BAUMLER
“Bajo
el ardiente sol mediterráneo, la gente usualmente buscaba la sombra protectora
de una higuera, para meditar y orar (Vea 1 de Reyes 4:25; Miqueas 4:4). No era
necesariamente una revelación trascendental el hecho de que Jesús hubiera
ubicado a Natanael cuando él estaba debajo de una higuera. Sin embargo, era
claro que al identificar el lugar y el tiempo, Jesús también sabía cuál fue el tema de la meditación y de la oración de Natanael.
¿Acaso
él había estado orando para que viniera el Escogido de Israel? ¿Es que había
estado orando por el bienestar eterno de su alma? ¿Es que tal vez había pedido
ver el cumplimiento de las profecías de Dios? Fuera lo que fuera, Jesús lo
sabía.
Estas
palabras de Jesús fueron la clave para Natanael, porque vinculaban claramente a
Jesús con la confesión de Felipe como Aquel
de quién habían escrito Moisés y los profetas.”
XAVIER LEON DUFOUR
“Cuando estabas debajo de la higuera… La
tradición judía puede aclarar esta frase enigmática. No se trata tanto de un
episodio de la vida de Natanael o del confort doméstico del judío como del
estudio de la Ley; como dice rabbí Aqiba: La
higuera se había convertido en el judaismo en el árbol del conocimiento de la
dicha y de la desgracia. La frase de Jesús sería una insinuación de que, al
estudiar la Ley, Natanael se había preparado para encontrarse con el mismo
Jesús.”
SAMUEL P. MILLOS
“Sin
duda la sorpresa de Natanael tuvo que haber sido grande. Las palabras de Jesús calaron
profundamente en él. Se extrañaba que aquel que no había visto ni conocía
anteriormente, pudiese decir de él lo que no debiera humanamente conocer. El
desconcierto produce la necesaria reacción que se establece mediante una
pregunta: ¿De donde me conoces? ¿Cómo
puedes saber de mí si nunca nos hemos relacionado?
La
respuesta de Jesús fue todavía más impactante: Antes que Felipe te llamase, te vi cuando estabas bajo la higuera.
Aquellas palabras revelaban un conocimiento sobrenatural. Los judíos devotos de
Dios solían buscar un lugar retirado para la lectura de la Escritura, la meditación
y la oración. En el tiempo, en que se produjo este acontecimiento las higueras
estaban en plena frondosidad por lo que proporcionaban un lugar excelente para
el tiempo devocional. Con toda seguridad nadie sabía que Natanael había estado
bajo una higuera, era algo reservado en su intimidad que sólo conocía Dios. El
israelita había acudido a aquel lugar para relacionarse sin molestias ni
estorbos con Dios, y era Jesús quien le decía que lo había visto en aquel
lugar.
Aquello
no era posible, puesto que Jesús no había estado en otro sitio que con aquellos
discípulos y especialmente en ese tiempo con Felipe.
Sólo el conocimiento que corresponde a Dios se estaba poniendo en evidencia delante de Natanael. ¿Qué estuvo haciendo Natanael bajo la higuera? Cualquier respuesta es mera especulación sin autoridad bíblica.”
SAN AGUSTIN
“Cuando
Natanael dijo: ¿De dónde me conooes?,
dícele el Señor: Antes de que Felipe te
llamara, cuando tú estabas debajo de la higuera, te vi yo. Debemos inquirir
también lo que significa el árbol de la higuera. Sabemos que la higuera fue
maldecida porque sólo tenía hojas y carecía de fruto. En el principio del
mundo, cuando pecaron Adán y Eva, se cubrieron con hojas de este árbol. Por lo
tanto las hojas de la higuera representan el pecado. Estaba Natanael debajo de
la higuera, como a la sombra de la muerte. Como si el Señor le dijera: ¡Oh
Israel, que vives sin engaño! ¡Oh pueblo, que vives de la fe! Antes que yo te
llamase por medio de mis apóstoles, y cuando estabas debajo de la muerte,
cuando tú no me veías, yo te vi.”
WILLIAM HENDRIKSEN
“Un
hombre de menos integridad hubiera dado las gracias a Jesús por el cumplido y se
habría guardado sus verdaderos pensamientos, pero Natanael no. Con candorosa inocencia
le dijo Natanael: ¿Cómo me conoces?
Quiere saber de qué fuente procede el conocimiento de Jesús. ¿Habría sido
Felipe el que proporcionó a Jesús la información para formar su juicio? El
señor le muestra que esta deducción sería falsa. Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas
debajo de la higuera, te vi. Con gran sorpresa Natanael se da cuenta de que
el penetrante ojo de su nuevo Señor se había introducido hasta el santuario
interno de sus devociones bajo la higuera (cf. Sal. 139).”
MARTIN LUTERO
“Este
verso contiene una expresión corriente en hebreo. Los judíos tenían una promesa
según la cual llegaría el día en que podrían vivir en paz y con seguridad y que
cada hombre podría sentarse tranquilamente en su viña o a la sombra de su
higuera. Por todo su fértil país, los judíos tenían ante su casa pérgolas y
emparrados de vid y de higueras, tal como los manzanos o perales o los paseos
arbolados de las casas de nuestros campesinos actuales. Así, la Tierra
Prometida rebosaba de árboles frutales, higueras, olivos y viña rodeando las
casas debajo de los cuales se sentaban a descansar. Natanael era un campesino
piadoso que vivía en el pueblo. No era rico, porque riqueza y piedad no van de
la mano, igual que ocurre en nuestros días.
Por
ello, Cristo desea decirle: «Antes de que Felipe llegara a tu casa para
llamarte, te vi sentado ante la puerta de tu casa, descansando bajo la
higuera». No se nos transmiten en detalle las palabras de Felipe pero
indudablemente, impelido al conocer a Cristo, se fue corriendo a decirle: «i
Ven a ver!» No se trata de charla humana u ociosa cuando Jesús le dice:
«Mientras estabas sentado en el patio o el huerto o trabajando en algo, se te
acercó Felipe. Yo estaba más arriba y te vi». Según el evangelista, a Natanael
le asombró que Cristo hubiera visto, no sólo todo lo que hacía en casa, sino
haber estado sentado bajo la higuera con su esposa e hijos, quizá conversando
acerca de lo que había leído de los profetas relativo a la llegada del Mesías y
por ello, no pudo impedir exclamar: es un hombre extraordinario!» y concuerda
con Felipe cuando le había comunicado: «Hemos hallado al Mesías». Natanael
habla como un verdadero y auténtico israelita cuando declara que el le que le
había visto bajo la higuera era un hombre extraordinario. Probablemente, Felipe
dijo a Natanael: «Mira, Natanael, ahora conoces quien es el Nazareno».”
WILLIAM BARCLAY
“Natanael
se sorprendió de que se pudiera dar tal veredicto a primera vista, y Le
preguntó a Jesús que de qué le conocía. Jesús le dijo que ya le había visto
cuando estaba debajo de la higuera. ¿Qué puede querer decir eso? Para los
judíos la higuera era el símbolo de la paz. Su idea de la paz era cuando uno
podía estar tranquilo a la sombra de su parra o de su higuera (cp. 1Re_4:25;
Miq_4:4 ). Además, como la higuera es un árbol frondoso, era costumbre sentarse
a meditar a la sombra de sus ramas. Parece ser que eso era lo que Natanael
había estado haciendo, y probablemente había estado pidiéndole a Dios que
viniera pronto el Mesías: Habría estado pensando en las promesas de Dios; y
ahora se daba cuenta de que Jesús, no sólo le había visto cuando estaba debajo
de la higuera, sino también había visto lo que había en lo más íntimo de su
corazón.
No fue tanto el que Jesús le hubiera visto cuando estaba debajo de la higuera lo que sorprendió a Natanael, sino el que Jesús hubiera leído los pensamientos de su corazón. Natanael se dijo: «¡Aquí hay Alguien que comprende mis sueños, un Hombre que conoce mis oraciones! ¡Aquí hay Uno que ha contemplado los anhelos más íntimos y secretos que yo no sé ni expresar con palabras! ¡Aquí hay un Hombre que puede traducir los suspiros inarticulados del alma! ¡Este Hombre no puede ser más que el Ungido de Dios que Se nos había prometido y estábamos esperando!» Natanael capituló incondicionalmente ante el Hombre que le había leído y comprendido y apaciguado y llenado el corazón.”
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