EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1
VERSICULO 27 |
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RV1960 |
NVI1999 |
BTX4 |
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Este
es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy
digno de desatar la correa del calzado. |
Y
que viene después de mí, al cual yo no soy digno ni siquiera de desatarle la
correa de las sandalias. |
El
que viene después de mí, de quien no soy digno de desatar la correa de su
sandalia. |
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ipse
est qui post me venturus est qui ante me factus est cuius ego non sum dignus
ut solvam eius corrigiam calciamenti |
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KJV |
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He it is, who coming
after me is preferred before me, whose shoe's latchet I am not worthy to
unloose. |
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TCB |
|||
Este
es el que ha de venir. Jua_1:15, Jua_1:30;
Hch_19:4. Del
cual no soy digno. Mat_3:11; Mar_1:7;
Luc_3:16. |
COMENTARIOS:
ISAAC AMBROSE
“Deseemos
a Jesús, llevando a cabo la obra de salvación en su vida: no basta conocer y
considerar, sino que debemos desear;
nuestra meditación de Cristo debe atraer nuestros afectos a Cristo; y entre todos
los afectos coloco este en primer lugar, el
deseo de Cristo. Pero, ¿qué hay en la vida de Cristo que es tan deseable?
Respondo, todo pasaje, todo lo de Cristo,
es deseable. Todo lo que concierne a Cristo en cualquier tipo es muy
precioso, excelente, necesario, provechoso, cómodo y, por tanto, deseable.
Hasta
las cosas más pequeñas de Cristo son las cosas deseables. Las mismas limaduras
de oro, el polvo de piedras preciosas, tienen un valor real. Por eso leemos que
una pobre mujer no buscaba más que lavar los
pies de Cristo y besarlos: otra exhala estos deseos; Si tan solo toco el borde de su manto, estaré sana. Juan el
Bautista cree que es un honor desatar los
pestillos de sus zapatos; y David, ser un
portero de la casa de Dios.”
JONATHAN EDWARDS
“Es
un gran honor ser siervo de Dios. Juan el Bautista dijo de Cristo, que no era digno de agacharse para desatar
la correa de los zapatos de Cristo. Pero los cristianos no solo son
admitidos como siervos de Dios, sino también como sus hijos; ¡Y cuánto más
honorable en una familia es la relación de los hijos que la de los sirvientes!
Galatas 4:7. Por tanto, ya no eres siervo, sino hijo; y si es hijo, también
heredero de Dios por medio de Cristo. Romanos. 8:16-17. El Espíritu mismo da
testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.”
SAN JUAN CRISOSTOMO
“Como
si dijese (San Juan) no creáis que todo consiste en mi bautismo, porque si mi
bautismo fuese perfecto, no vendría otro después de mí a dar otro bautismo; mas
todo esto es preparación de aquél, y pasará en breve como la sombra y la
imagen; pero conviene que el que impone la verdad venga después de mí. Y si
este bautismo fuera perfecto, nunca hubiese sido necesario un segundo. Y por
esto añade: "El que ha sido engendrado antes de mí" es digno de mayor
honor y de mayor respeto.
Y
para que no se crea que su respectiva excelencia es comparable, y para
manifestar mejor la diferencia, añade: "Del cual yo no soy digno de
desatar la correa del calzado". Como diciendo: en tanto es superior a mí
yo no soy digno de contarme ni aun entre sus servidores más humildes, porque
soltar el calzado es lo último que puede hacer el que sirve.”
A.W PINK
“¡Qué
noble testimonio fue este! ¡Cómo estas palabras de Juan resaltan la gloria
divina de Aquel que él anunciaba!
Recuerden quién era Juan. Juan el Bautista no era ningún hombre común; fue el último
profeta del del Antiguo Testamento, el hijo de un sacerdote, nacido como
resultado de la intervención directa del poder de Dios, lleno del Espíritu Santo
desde el vientre de su madre, comprometido en un ministerio que atrajo a
grandes multitudes hacia él, y sin embargo, miró a Cristo como si estuviera en
un plano infinitamente más alto de lo que el ocupaba, como un Ser de otro
mundo, como Uno ante quien él no era
digno de agacharse y desatar sus zapatos. No pudo encontrar ninguna
expresión lo suficientemente fuerte para definir la diferencia que lo separaba
de Aquel que era "preferido antes" de él. Nuevamente decimos: ¡Cómo
estas palabras de Juan resaltan la gloria divina de Aquel que él anunció!.”
CHARLES SPURGEON
“¡Ah!
Queridos amigos, aunque fue una expresión humilde que usó Juan, ustedes y yo a
menudo sentimos que queremos algo que sea más bajo incluso que eso. ¿Qué somos
dignos de hacer por Cristo? Sin embargo, hay ocasiones en las que, si hay que
desatar el cierre de un zapato, estamos demasiado orgullosos para agacharnos
para hacerlo. Cuando hay algo que hacer que no nos honrará, somos demasiado
altos y poderosos para hacerlo.
Hijo
de Dios, si alguna vez has estado en esa condición, ¡avergüénzate mucho de ti
mismo! Juan fue el primero en su día, la estrella de la mañana de la Luz del
evangelio, pero incluso él sintió que no era digno de hacer la menor cosa por
Cristo. ¿Dónde nos pondremos tú y yo? Pablo dijo que él era "menos que el menor de todos los santos".
Rechazó un título que podría haber sido muy apropiado para nosotros. Bueno,
supongo que debemos dejar ese título y debemos tratar de encontrar otro igual;
o si no podemos encontrar las palabras adecuadas, que Dios nos ayude a tener el
sentimiento de humildad, ¡que es mejor aún!
Noten
primero que NO DEBE PRESCINDIRSE DE NINGUNA FORMA DE SERVICIO SANTO. Desatar la
correa del calzado de Cristo pudiera parecer algo muy trivial; pudiera parecer
incluso que si un hombre de posición e influencia condesciende a realizar
oficios que un siervo pudiera muy bien desempeñar, podría sufrir la pérdida de
la autoestima. ¿Por qué habría de resignarme a hacer eso? Voy a aprender de
Cristo; voy a distribuir pan entre la multitud por Cristo; voy a tener mi barca
lista cerca de la costa para que Cristo predique desde ella, y voy a ir por el
asno sobre el cual entrará cabalgando triunfante en Jerusalén; ¿pero qué
necesidad habría de que el discípulo se convierta en un simple criado? Una
pregunta como esa es silenciada aquí para siempre, y el espíritu que la dicta
es censurado en la práctica. No hay nada deshonroso en un acto mediante el cual
Jesús es honrado. Nada rebaja al hombre si honra a su Señor. No es posible que
ninguna obra piadosa esté por debajo de nuestra dignidad; deberíamos saber más
bien que el más ínfimo grado de servicio otorga dignidad al hombre que lo
desempeña de todo corazón. Incluso la forma más insignificante y más oscura de
servir a Cristo es más excelsa y elevada que lo que somos dignos de emprender.
Noten
ahora que las pequeñas obras realizadas para Cristo, tales como llevar el
calzado y desatar la correa, a menudo encierran más del espíritu infantil que
las obras mayores. Con mucha frecuencia los hombres del mundo dan su dinero
para la causa de Cristo entregando grandes sumas para caridad o para las misiones,
pero son incapaces de llorar en secreto por los pecados de otros hombres, o de
decir alguna palabra de consuelo a algún santo afligido. Visitar a una pobre
mujer enferma, enseñar a un pequeñito, rescatar de la calle a un forastero,
musitar una oración por los enemigos o susurrar una promesa a oídos de algún
santo abatido, puede mostrar más la relación filial que edificar una hilera de
casas de beneficencia o hacer una donación a una iglesia.
En
los pequeños actos hechos para Cristo es bueno recordar siempre que es tan
necesario hacer las cosas pequeñas como los actos más grandes. Si no son
lavados los pies de Cristo, si Sus sandalias no son desatadas, Él podría sufrir
y Sus pies pudieran estropearse, de tal forma que un viaje Suyo pudiera ser
acortado y muchas aldeas pudieran perderse de la bendición de Su presencia. Lo
mismo sucede con otras cosas de menor importancia. Hay tanta necesidad de las
silenciosas intercesiones de los santos como de la predicación pública de la
verdad de Dios delante de los miles de personas congregadas.
Además,
las pequeñas cosas hechas para Cristo son a menudo las mejores pruebas de la
verdad de nuestra religión. La obediencia en las cosas pequeñas tiene mucho que
ver con el carácter de un siervo. Si contratas a una criada para tu hogar,
sabes muy bien si es una buena o una mala sirvienta basándote en que los
principales deberes del día son atendidos con seguridad: los alimentos serán
cocinados, las camas serán arregladas, la casa será barrida y la puerta será
atendida; pero la diferencia entre una criada que es la felicidad del hogar y
otra que es su plaga, radica en un número de pequeños detalles que tal vez no
puedas poner en un papel, pero que constituyen en gran manera la comodidad o la
incomodidad doméstica, y por eso determinan el valor de una criada. Lo mismo
sucede, creo yo, en la vida cristiana; yo no creo que la mayoría de nosotros
aquí omitiríamos jamás los asuntos de más peso de la ley; como cristianos nos
esforzamos por mantener la integridad y la rectitud en nuestras acciones, y
procuramos ordenar nuestros hogares en el temor de Dios en los grandes asuntos;
pero el espíritu de obediencia se manifiesta principalmente fijando la mirada
en el Señor en los pequeños detalles; es visto en que tenemos puesta la mira en
el Señor, como los ojos de las doncellas están puestos en sus amas para recibir
las órdenes cotidianas acerca de este paso y de esa transacción. El espíritu
que es realmente obediente desea conocer la voluntad de Dios respecto a todo, y
si hubiese algún punto que al mundo le pareciera trivial, por esa misma razón
el espíritu obediente dice: “Voy a atenderlo para demostrarle a mi Señor que
aun en las minucias yo deseo someter mi alma a Su complacencia”. En las cosas
pequeñas se encuentran los crisoles y las piedras de toque. Cualquier hipócrita
vendría a la adoración dominical, pero no es cualquier hipócrita el que
asistiría a las reuniones de oración o el que leería la Biblia en secreto, o el
que hablaría privadamente de las cosas de Dios a los santos.
Respecto
a las pequeñas obras, noten también que muy a menudo encierran un grado de
comunión personal con Cristo que no es visto en una obra más grande. Por
ejemplo, la obra que tenemos ante nosotros: desatar la correa de Su calzado, me
pone en contacto con Él mismo, aunque sólo sea que toque Sus pies; y yo pienso
que si se me permitiera decidir entre salir para echar fuera a los demonios y
predicar el Evangelio y sanar a los enfermos, o quedarme con Él y desatar
siempre la correa de Su calzado, yo preferiría esto último, porque el primer
acto que realizó Judas fue ir con los doce y ver a Satanás caer del cielo como
un rayo, pero pereció porque falló en los actos que entraban en contacto con
Cristo: fue un ladrón teniendo la bolsa de Cristo, y fue un traidor besando a
Cristo. El que no falla en cosas relacionadas personalmente con Cristo es el
hombre confiable que tiene la evidencia de la justicia de corazón.
Todo
se reduce a esto, amados: cualquier cosa que se pueda hacer por Cristo es
demasiado buena para que nosotros la hagamos. ¡Se necesita que alguien cuide la
puerta! ¡Se necesita que alguien limpie las callejuelas! ¡Se necesita que
alguien enseñe a unos rudos harapientos! ¡Se necesita que alguien le pida a la
gente que asista al lugar de adoración, y que los presentes cedan sus asientos,
y que se pongan en el pasillo dejando que los visitantes se sienten! Bien, sea
lo que sea, yo preferiría ser un guarda de la puerta en la casa del Señor, o el
tapete para esa puerta, que ser contado entre los más nobles en las moradas de
maldad. Lo que sea por Jesús, entre más bajo, mejor; lo que sea por Jesús,
entre más humilde, mejor; lo que sea por Jesús. Entre más se hundan en las
profundidades, entre más sumerjan los brazos hasta los codos en el lodo para
encontrar preciosas joyas, entre más hagan eso, mejor. Este es el verdadero espíritu
de la religión cristiana.”
DAVID GUZIK
“Entre
los Rabís y sus discípulos, había una relación maestro-estudiante que tenía
potencial para el abuso. Era totalmente posible que un Rabí pudiera esperar un
servició irracional por parte de sus discípulos. Pero una de las cosas que era
considerada “demasiado baja” como para que un rabí la esperara de sus
discípulos era el desatamiento de la correa de su calzado. Juan dijo que él era
indigno hasta de hacer esto. “‘Cada servicio que realiza un esclavo para su
amo’, dijo un rabí, ‘realizará un discípulo para su maestro, excepto desatar la
correa de su calzado.’” (Bruce).”
BRIAN BAILEY
“Juan
declaró la grandeza de Jesús, diciendo que él no era digno de desatar las
cintas de las sandalias del Mesías. Con frecuencia, nosotros no apreciamos la
admiración con la que Juan reverenciaba a Jesús. Mientras escribo esto, estoy
viendo una visión del encuentro de los dos primos.
Ambos
eran santos, sin embargo, Juan consideró a Jesús admirable, al ver Su
incomparable pureza. Ambos, pasaron sus treinta años de vida en preparación
para este momento: Juan para proclamar a Jesús; Jesús para ser el Cordero de
Dios sin mancha, el que quita el pecado del mundo.
Las
palabras son inadecuadas para expresar tal escena, pero puede ser ilustrada
como el encuentro de dos maestros con especialidad en cualquier área, habiendo
uno que excede en excelencia al otro, siendo este admirado profundamente por el
menor. Tal fue el caso con estos dos maestros de santidad. Jesús, dando tributo
a Juan, dijo en Mateo 11:11: “De cierto
os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el
Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.”
PHILIPP MELANCHTHON
“Ahora
bien, si busca un significado alegórico para el zapato, significa la Palabra
o el evangelio, porque debemos caminar en la Palabra, no en la luz de la
naturaleza. Por lo tanto, por la Palabra del Señor levantaron sus tiendas y por
su Palabra marcharon. Y estamos calzados los pies con el apresto del evangelio
de la paz, es decir, para que estéis preparados para el evangelio de la paz. Por tanto, dice Juan, cuyos zapatos no soy
digno de desatar, es decir, cuya Palabra o evangelio no soy digno de llevar. Y
aquí, no soy digno de soltarle las
cuerdas de los zapatos, es decir, de revelar el evangelio. De cualquier
manera que lo expliques, queda que Juan, quien serviría a Cristo, está
reconociendo su indignidad para que toda carne no se jacte.”
ALBERT BARNES
“Todos
deberíamos estar dispuestos a poner todo lo que tenemos a los pies de Cristo y
sentir que somos indignos de ser sus siervos más bajos.”
JOHN TRAPP
“Sin
embargo, Cristo lo consideró digno de poner su
mano sobre su cabeza en el bautismo. Y hay uno que nos dice (¿pero quién se
lo dijo?) Que por su humildad en la tierra, Juan es privilegiado en los lugares
del cielo del que cayó el orgulloso Lucifer.”
MATTHEW POOLE
“Juan
amplía el discurso proverbial del Bautista, que tienen los otros evangelistas,
con muy poca variación: Mateo dice: “pero
el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso
que yo” (Mat. 3:11). “Viene tras mí
el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la
correa de su calzado.” (Marc. 1:7) Hay una gran diferencia entre Cristo y
el más excelente de sus ministros; que en cuanto al bautismo yace aquí; el bautismo
ministerial es con agua; Cristo bautiza con el Espíritu Santo y con fuego, Mt
3:11, o, con el Espíritu Santo, como Marc. 1:8.”
JOHN GILL
“Este es el que viene después de mí, el que
es antes de mí… Tanto en el mundo como en el ministerio de la palabra; porque
Juan estaba antes de Cristo, en ambos aspectos, aunque muy por detrás de él en
otros, y por eso agrega: es antes de mí:
no sólo siendo de una naturaleza más excelente, el Hijo de Dios, y de un extracto superior, el Señor del cielo; sino en un
oficio más alto, y teniendo mayores dones,
y el Espíritu de Dios sin medida
sobre él; y también ser más seguido por la gente; porque Juan disminuyó, pero
Jesús aumentó: o más bien se pueden traducir las palabras, quien estaba antes que yo; siendo el Hijo eterno de Dios, cuyo nacer
fue desde mucho antes de la antigüedad, mas bien desde la eternidad; y, por tanto, debe ser anterior a todas las
cosas creadas por él.”
J.C RYLE
“Este es el que viene después de mí, el que
es antes de mí… Los comentarios relativos al versículo 15 se aplican
plenamente a esta expresión. Juan declara que aunque su Señor, en el tiempo
señalado, comenzó su ministerio después de él, en cuanto a dignidad estaba por
encima de él. Exaltar a Cristo y humillarse parecen ideas que nunca son ajenas
a la mente de Juan.”
LEON MORRIS
“Juan
vuelve a destacar la grandeza del que ha de venir subrayando su inferioridad. No es digno de desatar la correa de su
sandalia. Desatar las sandalias era la tarea de los esclavos; ni siquiera
un discípulo se rebajaba a hacer algo así. Para entender esta expresión en su
totalidad hemos de tener en cuenta que había muchas tareas que los discípulos
no hacían por sus maestros.
Los
maestros en la Palestina antigua no recibían un salario (¡hubiera sido vergonzoso
cobrar por enseñar las Escrituras!). Pero, como compensación, los discípulos
solían hacer por ellos una serie de pequeñas tareas o favores. Sin embargo,
estaba muy claro cuáles eran esas tareas, y algo tan bajo como desatar las
sandalias solo lo hacían los esclavos. Hay un refrán rabínico que dice (tal
como nos ha llegado, fecha de alrededor del 250 dC., pero probablemente es
mucho más antiguo): «Todas las tareas que
los esclavos hacen por sus amos, hará el discípulo por su maestro, a excepción
de desatarle la correa de la sandalia». Juan elige la tarea que según el
refrán rabínico es demasiado humillante para un discípulo, ¡y se declara
indigno de realizar ese tipo de tarea! Ante Aquel que ha de venir después de
él, Juan se considera indigno incluso de realizar la tarea más humillante.”
SAMUEL P. MILLOS
“Este es el que viene después de mí, el que
es antes de mí… De nuevo vuelve a hacer referencia al que después de mí viene, o esta viniendo. Juan ha estado
utilizando esta forma para hablar de Cristo. Él venía después de Él, en cuanto
al tiempo histórico de los hombres, pero le antecedía puesto que era el Verbo
encarnado. El Bautista quiere que los oyentes y, de forma muy especial los
judíos que le preguntaban, supiesen anticipadamente por él la grandeza del
Mesías que venía. Sin duda los judíos entendieron el mensaje de Juan, puesto
que Jesús al preguntarles al final de su ministerio sobre la procedencia del
bautismo de Juan, si era del cielo o de los hombres, no respondieron puesto que
si respondían que era del cielo, se involucraba esta manifestación en la que el
Bautista hablaba de la antecedencia de Jesús y, por tanto, de la deidad del
Hijo de Dios (Mt. 21 :25). Con mayor razón diría de ellos que no conocían a Jesús.
No soy digno de desatar la correa del
calzado… Juan está destacando la
grandeza del Mesías en relación con él mismo. Aunque era el mayor profeta de
los que Dios envió al mundo con Su mensaje, como Jesús mismo dijo (Le. 7:28),
no podía compararse con la Palabra encarnada que es el espíritu de la profecía.
Por esa razón dice que no tenía dignidad para un trabajo de esclavo a fin de
que los judíos entendiesen que les hablaba del que había de venir, prometido
por Dios a Su pueblo.”
SAN AGUSTIN
“¡Cuánto
se rebaja.' Por eso se le ensalza tanto, ya que quien se humilla será ensalzado. Juzgue ahora, según esto, vuestra
santidad: si Juan se rebaja hasta el extremo de decir que no es digno de
desatar las correas de sus sandalias, ¿hasta qué extremo deberán rebajarse
quienes dicen: Nosotros bautizamos; lo que damos es nuestro y, además, es
santo? Juan dice: No yo, sino El.
Estos, en cambio, dicen: Nosotros. No es digno Juan de desatar las correas de
sus sandalias; y, aunque se juzgase digno, ¡qué grado de humildad el suyo! Y si
a continuación dijese: Después de mi viene quien es superior a mí y sólo soy
digno de desatar las correas de sus sandalias, ¡qué rebajamiento tan grande!
Pero, cuando ni de esto se juzga digno siquiera, ¡qué lleno debía estar del
Espíritu Santo, para que él así conozca al Señor y merezca pasar de siervo a
ser amigo suyo!.”
MATTHEW HENRY
“Si
Juan se tenía por indigno e incompetente para ese honor de servir a Cristo en
el ínfimo de los oficios de un esclavo, ¡cuán indignos deberíamos tenernos
nosotros de servirle! Al llegar a este punto, cualquiera pensaría que estos
sacerdotes y levitas habrían de preguntar inmediatamente a Juan quién era tal
persona tan excelente y dónde podían encontrarle. Pero no lo hacen. Habían
venido a molestar a Juan, no a recibir de él instrucción. Tuvieron la
oportunidad de conocer a Cristo, pero la dejaron pasar.”
WILLIAM BARCLAY
“«Yo no bautizo más que con agua; pero hay Uno
entre vosotros, aunque no Le reconocéis, del Que no merezco ni desatar la
correa de los zapatos.» Juan no podía haber mencionado nada más servil: el
desatar la correa de las sandalias era obligación de los esclavos. Había un
dicho rabínico en el que se decía que un discípulo debería estar dispuesto a
hacer todo lo que fuera por su maestro excepto únicamente desatarle las
sandalias. Eso era un servicio demasiado humillante aun para que se lo hiciera
un discípulo a su maestro. Pero Juan dijo: «Viene
Uno del que no merezco ser esclavo siquiera.» Hemos de suponer que para
entonces ya había, tenido lugar el bautismo de Jesús, cuando Juan Le reconoció.
Así es que Juan está diciendo otra vez: «Viene
el Rey. Para recibirle como es debido tenéis que limpiaros lo mismo que los
gentiles. Preparaos para la entrada del Rey en la Historia.»
La
misión de Juan era solamente preparar el camino. La grandeza que le
correspondiera procedía de la suprema grandeza de Aquel Cuya venida anunciaba.
Es el gran ejemplo de todos los que están dispuestos a obliterarse para que se
vea a Jesucristo. Juan no era más que un dedo señalando a Cristo. Que Dios nos
dé gracia para olvidarnos de nosotros mismos y acordarnos sólo de Cristo.”
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