domingo, 5 de marzo de 2023

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 1

  

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 1

RV1960

NVI1999

BTX4

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.

En principio era el Logos, y el Logos estaba ante DIOS, y DIOS era el Logos.

TR+

INA27+

VUL

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in principio erat Verbum et Verbum erat apud Deum et Deus erat Verbum

KJV

In the beginning was the Word, and the Word was with God, and the Word was God.

TCB

 

En el principio. Gén_1:1; Pro_8:22-31; Efe_3:9; Col_1:17; Heb_1:10; Heb_7:3; Heb_13:8; Apo_1:2, Apo_1:8, Apo_1:11; Apo_2:8; Apo_21:6; Apo_22:13.

 

Era el Verbo. Jua_1:14; 1Jn_1:1, 1Jn_1:2; 1Jn_5:7; Apo_19:13.

 

Era con Dios. Jua_1:18; Jua_16:28; Jua_17:5; Pro_8:22-30; 1Jn_1:2.

 

Y el Verbo era. Jua_10:30-33; Jua_20:28; Sal_45:6; Isa_7:14; Isa_9:6; Isa_40:9-11; Mat_1:23; Rom_9:5; Flp_2:6; 1Ti_3:16; Tit_2:13; Heb_1:8-13; 2Pe_1:1; 1Jn_5:7, 1Jn_5:20.

 

COMENTARIOS:

WARREN WIERSBE

“Así como nuestras palabras revelan a otros lo que hay en nuestro corazón y nuestra mente, de la misma manera Jesucristo es el "Verbo" de Dios para revelarnos el corazón y la mente de Dios. "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Juan 14:9). Una palabra se compone de letras, y Jesucristo es "el Alfa y la Omega" (Apocalipsis 1:11), la primera y la última letras del alfabeto griego. Según Hebreos 1: 1-3 Jesucristo es la última palabra de Dios para la humanidad, porque él es la culminación de la revelación divina.

Jesucristo es el Verbo eterno (Juan 1:1,2). Existía en el principio, no debido a que tuvo algún principio como criatura, sino porque es eterno. El es Dios y estaba con Dios. "Antes que Abraham fuese, yo soy" (Juan 8:58).”

GARY BURGE

“Juan comienza introduciendo a Jesús como «el Verbo» (logos) y desarrolla en gran parte su pensamiento partiendo del pensamiento judío contemporáneo, que concebía la Palabra de Dios con atributos creativos personales (Gn 1; Sal 33:6, 9). En el periodo del Nuevo Testamento se le atribuía un carácter personal (Sabiduría de Salomón 7:24; 18:15–16) y para algunos era el inmanente poder de Dios que actuaba creativamente en el mundo (Filón).

Juan identifica a este Verbo como Jesucristo. Como tal, Juan puede atribuirle varias funciones divinas, como crear (Jn 1:3, 10) e impartir el don de la vida (1:4, 14, 16).

Pero Juan va más lejos. Está dispuesto a inferir una cierta identificación personal entre el Logos y Dios. «Y el Verbo era Dios» (1:1). Juan utiliza muchas veces verbos griegos similares para desarrollar un contraste de temas.

Los verbos griegos ginomai (llegar a ser) y eimi (ser/estar) tienen matices parecidos, pero a menudo Juan los utiliza juntos para explicar algo. Por ejemplo, en 8:58 Jesús dice (lit.): «Antes de que Abraham fuera [ginomai], yo soy [eimi]». El primer verbo sugiere la idea de «llegar a existir», como en el caso del nacimiento de Abraham; el segundo implica una existencia continua. Por ello, en 1:6, Juan escribe: «Vino [ginomai] un hombre enviado por Dios».

En 1:1, Juan escribe cuidadosamente: «En el principio era el Verbo»—«El Verbo estaba con Dios» «Y el Verbo era Dios». En los tres casos utiliza el verbo eimi. Juan está haciendo una afirmación absoluta sobre la eterna existencia del Verbo. No llegó a existir ni hubo jamás un tiempo en que «el Verbo no era». Cualquier cosa que podamos afirmar sobre Dios, podemos y debemos afirmarla también sobre el Verbo.”

RAYMOND BROWN

“El prólogo es un himno, una síntesis poética de toda la teología y la narración del Evangelio, y también una introducción. Se puede entender plenamente sólo después de haber estudiado todo el Evangelio. Mencionaremos con frecuencia la concepción que tiene Juan de un gran ciclo: el Hijo desciende del cielo a nuestro nivel, y asciende de nuevo al cielo llevándonos consigo y elevándonos al nivel divino. El prólogo describe al Hijo en el cielo y su descenso; el Evangelio describe cómo caminó entre nosotros y, finalmente, fue elevado y retornó al Padre.”

A.W PINK

“Aquí entramos en un reino que trasciende la mente finita, y donde la especulación es profana. "Al principio" es algo que no podemos comprender: es uno de esos inigualables barridos de inspiración que se eleva por encima del nivel de pensamiento humano. "En el principio era la palabra", aqui somos igualmente incapaces de captar el significado final de esto. Una "palabra" es una expresión: por palabras articulamos nuestro discurso. La Palabra de Dios, entonces, es la Deidad expresandose a sí mismo en términos audibles.

Nuestro Salvador no solo fue el a quién, y por quién, la Deidad se expresó en términos audibles, sino que Él mismo era co-igual con el Padre y el Espíritu. Acerquémonos ahora al Trono de la gracia y busquemos allí la misericordia y la gracia que tanto necesitamos para ayudarnos.

Pero, ¿por qué se designa al Señor Jesucristo como "la palabra"?

¿Cuál es la fuerza y el significado exactos de este título? El primer pasaje que se nos ocurre para aclarar esta cuestión es la declaración inicial de la Epístola a los Hebreos: "Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo".

Aquí aprendemos que Cristo es el portavoz final de Dios. Estrechamente relacionado con esto está el título del Salvador que se encuentra en Apocalipsis 1:8 "Yo soy el Alfa y la Omega", que da a entender que Él es el alfabeto de Dios, Aquel que deletrea la Deidad, Aquel que pronuncia todo lo que Dios tiene que decir. Aún más claro, quizás, es el testimonio de Juan 1:18: "A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Una "palabra" es un medio de manifestación. Tengo en mi mente un pensamiento pero otros no conocen su naturaleza. Pero en el momento en que cubro ese pensamiento con palabras, se vuelve reconocible. Las palabras, entonces, constituyen pensamientos objetivos invisibles. Esto es precisamente lo que ha hecho el Señor Jesús. Como el Verbo, Cristo ha manifestado al Dios invisible.”

CHARLES SPURGEON

“No sé cómo se puede declarar más claramente la Deidad de Cristo que en su duración eterna. Lo es desde el principio. En su gloria estaba "con Dios". En su naturaleza, él era "Dios".

JOHN WESLEY

Y el Verbo era Dios: Supremo, eterno, independiente. No había ninguna criatura respecto de la cual pudiera llamarse Dios en un sentido relativo. Por lo tanto, se le llama así en el sentido absoluto. La Deidad del Mesías se revela claramente en el Antiguo Testamento (Jeremías 23:7; Oseas 1:6; Salmo 23:1), los otros evangelistas apuntan a esto, para probar que Jesús, un verdadero hombre, era el Mesías. Pero cuando, finalmente, algunos de allí empezaron a dudar de su Divinidad, entonces San Juan lo afirmó expresamente en este libro como un suplemento de los Evangelios.”

DAVID GUZIK

“Con esta brillante afirmación Juan 1:1 expone uno de los fundamentos más básicos de nuestra fe – la Trinidad. Podemos seguir la lógica de Juan:

· Hay un ser conocido como el Verbo.

· Este ser es Dios, porque Él es eterno (En el principio)

· Este ser es Dios, porque es explícitamente llamado Dios (el Verbo era Dios).

· Al mismo tiempo, este ser no abarca todo lo que Dios es. Dios el Padre es una persona diferente del Verbo (el Verbo era con Dios).

Así, el Padre y el Hijo (el hijo es conocido aquí como el Verbo) son igualmente Dios, aunque distintos en su Persona. El Padre no es el hijo, y el Hijo no es el Padre. Sin embargo ambos son igualmente Dios junto con Dios el Espíritu Santo, haciendo un Dios en tres Personas.”

LUIS PALAU

“La revelación de 1:1 es el fundamento de este Evangelio, y lo que leemos acerca del VERBO en el prólogo (1:1–18) apunta a la perspectiva desde la cual debe entenderse e interpretarse todo el libro.

No es difícil suponer que los escritores bíblicos se valieran (ya sea directa o indirectamente) de formas idiomáticas corrientes que adaptaban entonces al anuncio del Hijo de Dios encarnado. Tomando en cuenta que Juan hablaba del Verbo (LOGOS en el original) sin ninguna explicación a los lectores, puede afirmarse que el evangelista emplea un modo de expresión comprensible y hasta familiar en esa época—al menos en ciertos círculos intelectuales.

Juan habla de un LOGOS a quien en cierta manera se conocía por título. El problema para nosotros radica en que ese concepto LOGOS: Verbo (RV60, BLA) / Palabra (VP, NVI), proviene de una forma de pensar que nos resulta difícil de comprender.

Para intentar un comentario que eche luz sobre el uso de la palabra y la idea que presenta Juan, habremos de remitirnos al vocablo griego original, LOGOS. Este término expresa tanto la palabra hablada o escrita, como así también aquella que no se pronuncia sino que permanece en la mente—y puede equipararse a la idea de razón. LOGOS entonces es asimismo mensaje, comunicación, un tipo de revelación.

Tanto el evangelista como sus antecesores y contemporáneos no cristianos utilizaron el término LOGOS, pero con un significado que difería para unos y otros.

En la cultura griega clásica, especialmente bajo la influencia de los estoicos, LOGOS hacía referencia al principio de racionalidad en el universo, a la inteligencia detrás del orden y la uniformidad que se observaba en el cosmos, aunque para ellos este LOGOS carecía de personalidad.

El concepto Verbo/Palabra también está imbuido en la tradición hebrea del Antiguo Testamento. Su poder y dinamismo en la actividad divina—especialmente en la creación—se hacen evidentes en pasajes como Gn. 1 y Sal. 33:6. La sabiduría, según Pr. 8, se encontraba en el mismo terreno y poseía características similares.

Por otro lado, y siguiendo con la idea de un Verbo en acción, la palabra del Señor “vino” a los profetas (Jer. 1:2–3; 34:1), e Isaías “vio” la palabra (2:1), que provenía de Dios con el propósito de cumplir su voluntad (Is. 55:11).

Tanto judíos como griegos coincidían en que LOGOS es el punto de partida de todas las cosas. Pero fue el filósofo Filón de Alejandría quien hizo un puente entre el pensamiento griego y el [p 38] hebreo, uniendo el clásico concepto de LOGOS al de sabiduría (Antiguo Testamento). Según Filón, en cierto sentido LOGOS estaba relacionado con la Deidad.

Sin embargo, a pesar de que la descripción histórica facilita la comprensión de la idea Verbo/Palabra, Juan escribía como cristiano y su pensamiento era cristiano. Aunque utilizó terminología reconocida, no estaba simbolizando ni reproduciendo el uso observado hasta entonces, sino que fue más allá de eso—sobre todo en la manera en que ligó los antiguos conceptos griego y hebraico con la persona de Jesucristo. (Es interesante observar que en el Nuevo Testamento el concepto de LOGOS se limita a los escritos de Juan en Jn. 1:1, 14; 1 Jn. 1:1; Ap. 19:13).

Los lectores de este Evangelio probablemente percibirían que este LOGOS era un principio o un ser de importancia crucial.

Juan, por su parte, eligió la idea de LOGOS como la más adecuada para transmitir qué es y quién es Jesucristo, que en su encarnación reveló el propósito de Dios hacia los hombres. Jesucristo como Verbo/Palabra era la perfecta expresión activa de Dios.

Las principales ideas asociadas con el LOGOS de Juan 1 son preexistencia, personalidad, deidad (v. 1), creación (v. 3) y el revolucionario concepto de encarnación (v. 14).”

COMENTARIO BIBLICO MUNDO HISPANO

“El vocablo era, del tiempo imperfecto del verbo griego eimi, significa naturalmente acción continua, es decir, el ser eterno del Verbo. Una traducción que capta esta acción sería: “el Verbo estaba siendo continuamente”. Al decir el Verbo era nos hace recordar el nombre con que Dios se reveló a Moisés: “YO SOY EL QUE SOY” (Éxo. 3:14), y los “Yo soy” de Jesús en Juan. El autor estaba aclarando enfáticamente que el Verbo era antes de la creación y, por ende, el Verbo no fue creado.”

BRIAN BAILEY

“Cristo era en el principio con Dios. Cristo es eterno. ¡Cristo es la Palabra de Dios! Ésta es la razón por la cual hay tanto poder en la Palabra. No hay otro libro como la Biblia, pues la Biblia es la Palabra de Dios y la Palabra de Dios es Dios. Ésta es la revelación que Juan recibió y es muy importante entenderla. La Palabra era Dios y la Palabra era con Dios.”

 

 

JUAN CALVINO

“Me pregunto qué indujo a los latinos a traducir ὁ λόγος por Verbum, (la Palabra;) porque esa hubiera sido la traducción de τὸ ῥη ̑ μα . Pero admitiendo que tenían alguna razón plausible, no se puede negar que Sermo (el Discurso) habría sido mucho más apropiado.

Aquellos que infieren del tiempo imperfecto del verbo que se usa aquí, que denota existencia continua, tienen poca fuerza argumental para apoyarlos. ¿La palabra Era, dicen, es una palabra más adecuada para expresar la idea de sucesión ininterrumpida que si Juan hubiera dicho: Ha sido? el argumento que he presentado debería ser considerado suficiente por nosotros; es decir, que el evangelista nos envía a los secretos eternos de Dios, para que aprendamos allí que el discurso estaba, por así decirlo, oculto, antes de que se revelara en la estructura externa del mundo.

Con razón, por tanto, señala Agustin, que este comienzo, que ahora se menciona, no tiene comienzo; porque aunque, en el orden de la naturaleza, el Padre vino antes de su Sabiduría, aquellos que conciben algún momento en el que él fue antes de su Sabiduría, lo privan de su gloria. Y esta es la generación eterna, que, durante un período de extensión infinita antes de la fundación del mundo, estuvo escondida en Dios, y finalmente se manifestó más plenamente en carne.”

JOHN MACARTHUR

“La deidad del Señor Jesucristo es un principio esencial y no negociable de la fe cristiana. Varias líneas de la evidencia bíblica confluyen para probar de manera concluyente que Él es Dios.

Primero, las declaraciones directas de las Escrituras afirman que Jesús es Dios. Juan registra varias de esas declaraciones para mantener el énfasis en la deidad de Cristo. El versículo inicial de su Evangelio declara “el Verbo [Jesús] era Dios”. En el Evangelio de Juan, Jesús asumió en repetidas ocasiones el nombre divino “Yo soy” (cp. 4:26; 8:24, 28, 58; 13:19; 18:5-6, 6, 8). En 10:30 afirmó ser uno en naturaleza y esencia con el Padre (dada la reacción de los judíos incrédulos en el v. 33 [compárese con 5:18], ellos reconocieron que esta era una afirmación de deidad).

Tampoco corrigió Jesús a Tomás cuando él le dijo “¡Señor mío, y Dios mío!” (20:28); de hecho, lo alabó por su fe (v. 29). La reacción de Jesús es inexplicable de no haber sido Dios.

Pablo escribió a los filipenses que Jesús existía “en forma de Dios” y era “igual a Dios” (Fil. 2:6). En Colosenses 2:9 declaró: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Romanos 9:5 se refiere a Cristo como “Dios… bendito por los siglos”. Tito 2:13 y 2 Pedro 1:1 lo llaman “nuestro Dios y Salvador”. Dios Padre se dirige al Hijo como Dios en Hebreos 1:8: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino”. Juan se refiere a Jesucristo en su primera epístola como “el verdadero Dios” (1 Jn. 5:20).

Segundo, Jesucristo recibe títulos que se dan a Dios en otras partes de las Escrituras. Como ya se dijo anteriormente, Jesús tomó para sí el nombre divino “Yo soy”. Juan 12:40 cita Isaías 6:10, un pasaje que hace referencia a Dios en la visión del profeta (cp. Is. 6:5). Aun así, en el versículo 41 Juan declaró: “Isaías dijo esto cuando vio su gloria [la de Cristo; compárese con los vv. 36, 37, 42], y habló acerca de él”. Jeremías profetizó que el Mesías sería llamado “[El SEÑOR], justicia nuestra” (Jer. 23:6).

Tanto a Dios como a Jesús se les llama Pastor (Sal. 23—Jn. 10:14), Juez (Gn. 18:25—2 Ti. 4:1, 8), Santo (Is. 10:20—Sal 16:10; Hch. 2:27; 3:14), el primero y el postrero (o último) (Is. 44:6; 48:12—Ap. 1:17; 22:13), Luz (Sal. 27:1—Jn. 8:12), Señor del día de reposo (Éx. 16:23, 29; Lv. 19:3—Mt. 12:8), Salvador (Is. 43:11—Hch. 4:12; Tit. 2:13), el traspasado (Zac. 12:10—Jn. 19:37), Dios fuerte (Is. 10:21—Is. 9:6), Señor de señores (Dt. 10:17—Ap. 17:14), el Alfa y la Omega (Ap. 1:8— Ap. 22:13), Señor de la gloria (Sal. 24:10—1 Co. 2:8) y Redentor (Is. 41:14; 48:17; 63:16—Ef. 1:7; He. 9:12).

Tercero, Jesucristo posee los atributos incomunicables de Dios, aquellos únicos a Él. Las Escrituras revelan que Cristo es eterno (Mi. 5:2; Is. 9:6), omnipresente (Mt. 18:20; 28:20), omnisciente (Mt. 11:27; Jn. 16:30; 21:17), omnipotente (Fil. 3:21), inmutable (He. 13:8), soberano (Mt. 28:18) y glorioso (Jn. 17:5; 1 Co. 2:8; cp. Is. 42:8; 48:11, donde Dios declara que no le dará a otro su gloria).

Cuarto, Jesucristo hace obras que solo Dios puede hacer. Él creó todas las cosas (Jn. 1:3; Col. 1:16), sostiene la creación (Col. 1:17; He. 1:3), resucita a los muertos (Jn. 5:21; 11:25-44), perdona el pecado (Mr. 2:10; cp. v. 7) y sus palabras permanecen para siempre (Mt. 24:35; cp. Is. 40:8).

Quinto, Jesucristo recibió adoración (Mt. 14:33; 28:9; Jn. 9:38; Fil. 2:10; He. 1:6), aun cuando enseñaba que solo Dios debe ser adorado (Mt. 4:10). Las Escrituras también nos dicen que los hombres santos (Hch. 10:25-26) y los santos ángeles (Ap. 22:8-9) rehúsan la adoración.

Finalmente, Jesucristo recibió oración, la cual solo se debe dirigir a Dios (Jn. 14:13-14; Hch. 7:59-60; 1 Jn. 5:13-15).

Luego Juan llevó su argumento un paso más allá. En su eterna preexistencia, el Verbo era con Dios. La traducción al español no conlleva toda la riqueza de la expresión griega (pros ton theon). Tal frase significa mucho más que la existencia del Verbo con Dios; describe a “dos seres personales, el uno frente al otro, enfrascados en un discurso inteligente” (W. Robert Cook, The Theology of John [La teología de Juan] [Chicago: Moody, 1979], p. 49). Jesús, desde toda la eternidad, como la segunda persona de la Trinidad, “estaba con el Padre [pros ton patera]” (1 Jn. 1:2) en comunión íntima y profunda. Tal vez pros ton theon se pueda explicar mejor como “cara a cara”. El Verbo es una persona, no un atributo de Dios o una emanación de Él. Y tiene la misma esencia del Padre.

Aun así, en un acto de condescendencia infinita, Jesús dejó la gloria del cielo y el privilegio de la comunión cara a cara con su padre (cp. Jn. 17:5). Con toda disposición “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres… se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:7-8). Charles Wesley captó parte de esta verdad maravillosa en el conocido himno “Cómo en su sangre pudo haber”:

¿Cómo en su sangre pudo haber tanta ventura para mí,

si yo sus penas agravé y de su muerte causa fui?

¿Hay maravilla cual su amor? ¡Morir por mí con tal dolor!

Nada retiene al descender, excepto su amor y su deidad;

Todo lo entrega: gloria, prez, corona, trono, majestad.

Ver redimidos es su afán los tristes hijos de Adán.

¿Hay maravilla cual su amor? ¡Morir por mí con tal dolor!

La descripción que Juan hace del Verbo alcanza su pináculo en la tercera cláusula de su versículo inicial. El Verbo no solo existía desde toda la eternidad y tenía comunión cara a cara con Dios Padre, también el Verbo era Dios. Esa declaración simple, con tan solo cuatro palabras en español y en griego (theos ēn ho logos), tal vez sea la declaración más clara y directa sobre la deidad del Señor Jesucristo que se encuentre en las Escrituras.”

JOHANNES BRENZ

“…Ya estaba la Palabra en ese principio en el que Dios dijo: Sea la luz y Sea el firmamento. Sin embargo, nunca hubo un momento en el que no estuviera. La Palabra es el esplendor de la gloria del Padre y la imagen clara de la sustancia del Padre. En ningún momento estuvo ausente del Padre; en ningún momento estuvo ausente de su vista. Porque dice con la voz de Salomón: El Señor me poseyó al principio de su camino, antes de sus obras. Me establecí desde el principio de los tiempos, desde el principio antes de la tierra.”

 

WOLFGANG MUSCULUS

“El hecho de que Juan llame la Palabra de Cristo (Erasmo lo tradujo como Habla, Discurso) no significa que realmente estuviera expresando su propia esencia con este término. Usó un modo de expresión metafórico, que, acomodado a nuestra capacidad de comprensión, es capaz de esbozar una sombra de lo que pretende hablar.

Porque se toma de una analogía con nuestra mente, que, aunque gobierna a toda la persona, es sin embargo invisible y desconocida, a menos que el propósito y el consejo que ha concebido sean entregados al conocimiento de los demás por una palabra. De esta manera, una cierta imagen de nuestra mente se presenta ciertamente ante otros para que la consideren con su propio entendimiento.

Así, en la medida en que se pueda esbozar la naturaleza incomprensible de la majestad divina, también Dios (es decir, el poder omnipotente, el creador y preservador de todas las cosas, a quien los griegos llaman theos porque recorre todas las cosas) se compara con la mente, por la que se rige todo este mundo, y Cristo, su Hijo unigénito, se compara con la palabra, porque por medio de él se da a conocer a los mortales el conocimiento de Dios.

Por eso, Pablo llama a Cristo la imagen del Dios invisible. Así dice Cristo: Felipe, todo el que me ha visto a mí, ha visto al Padre. Y nadie viene al Padre (es decir, al conocimiento y a la comunión con el Padre) sino por mí. Y nadie ha visto a Dios en ningún momento. El Hijo, que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer.”

MARTIN LUTERO

“Dios también, en su majestad y naturaleza, está preñado de una Palabra o una conversación en la que se involucra consigo mismo en su esencia divina y que refleja los pensamientos de su corazón. Esto es tan completo y perfecto como el mismo Dios. Nadie más que Dios ve, escucha o comprende esta conversación. Es una conversación invisible e incomprensible. Su Palabra existía antes de que existieran todos los ángeles y todas las criaturas, porque posteriormente Él trajo a la existencia a todas las criaturas por medio de esta Palabra y conversación. Dios está tan absorto en esta Palabra, pensamiento o conversación que no presta atención a nada más.

Para la razón y comprensión humanas es vano cualquier intento por captar y comprender estas declaraciones ya que ninguna de ellas tiene su origen en la razón, es decir: el Verbo estaba con Dios antes de la creación del mundo y este Verbo era Dios. Y como Juan añade más adelante, este mismo Verbo, el Unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad, estaba en el seno o corazón del Padre y se encarnó y nadie más ha visto o conocido a Dios porque el Verbo, que es el de Dios, estaba en el seno del Padre y nos lo reveló a nosotros- Nada, sino la fe, puede comprenderlo. Quien se niegue a aceptarlo por la fe a creerlo antes de comprenderlo, pero insista en aplicarle la razón y los cinco sentidos, abandonémosle a su suerte. Nuestra mente nunca podrá dominar esta doctrina, es demasiado sublime para la mera razón. Las Sagradas Escrituras nos aseguran que sólo la fe puede asumirlas. No nos importe que haya quien se niegue a creerlo, al final sólo el Espíritu Santo desde los cielos puede crear oyentes y discípulos que acepte esta doctrina y crean que el Verbo es Dios, que el Hijo de Dioses Verbo y éste se encarnó, siendo también la Luz que ilumina a todos los hombres sobre la faz de la tierra y que sin dicha Luz sólo reinan las tinieblas.

Por otra parte, hemos de tener conciencia de que este verbo en Dios es enteramente diferente de mi palabra o de las vuestras, aunque nosotros también tenemos una palabra, en especial «una palabra del corazón» como la llamaron los santos padres. Cuando, por ejemplo pensamos acerca de algo y me dedico a investigarlo, tenemos palabras mantenemos una conversación con nosotros mismos; su contenido conocido para todo el mundo salvo para nosotros hasta que estas palabras que residen en el corazón no se transformen en discurso oral eso sí después de haber permanecido en el interior y reflexionado durante largo tiempo. Sólo entonces, nuestra palabra será oída y los demás. San Pablo se refiere a esto en 1Co_2:11 : ¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?.”

ALEXANDER MACLAREN

“Los otros evangelios comienzan con Belén; Juan comienza con 'el seno del Padre'. Lucas fecha su narración con emperadores romanos y sumos sacerdotes judíos; John fecha su evangelio con "al principio". Intentar la exposición adecuada de estos versículos en nuestros estrechos límites es absurdo; sólo podemos señalar los puntos destacados de esta, la página más profunda del Nuevo Testamento.

La triple expresión de Juan 1:1 nos lleva a las profundidades de la eternidad, antes de que existieran el tiempo o las criaturas. Tanto Génesis como Juan comienzan desde 'el principio', pero, mientras Génesis trabaja hacia abajo desde ese punto y cuenta lo que siguió, Juan trabaja hacia arriba y dice lo que precedió, si podemos usar ese término para hablar de lo que está más allá del tiempo. El tiempo y las criaturas llegaron a existir y, cuando comenzaron, ya la Palabra 'era'. Seguramente ninguna forma de hablar podría declarar más enfáticamente al ser absoluto, increado, fuera de los límites del tiempo.

También es evidente que ninguna interpretación de estas palabras penetra en su profundidad, o tiene un sentido digno, y que no reconozca que la Palabra es una persona. La segunda cláusula de Juan 1:1 afirma la comunión eterna de la Palabra con Dios. La preposición empleada significa exactamente "hacia" y expresa el pensamiento de que en la Palabra había movimiento o tendencia hacia Dios y no meramente asociación con él. Señala la comunión recíproca y consciente, y la salida activa del amor en dirección a Dios.

La última cláusula afirma la comunidad de esencia, que no contradice la distinción de personas, y hace posible la comunión del Amor activo; porque nadie podría, en las profundidades de la eternidad, morar con Dios y amar perfectamente y ser amado por Dios, excepto aquel que Él mismo era Dios. Jn 1:1 destaca por revelar la naturaleza esencial y pre-temporal de la Palabra. En él se descubre parcialmente el océano profundo de la naturaleza divina, aunque ningún ojo creado puede sumergirse para discernir sus profundidades o viajar más allá de nuestro horizonte hasta su extensión ilimitada y sin orillas. El resto del pasaje trata de la majestuosa marcha del Verbo que se revela a sí mismo a través de la creación y la iluminación de la humanidad, hasta el clímax en la Encarnación.”

MATTHEW POOLE

“No sólo en este texto se llama a Cristo la Palabra (El Verbo), sino también en 1 Juan 1:1, el Verbo de vida; igual en Apocalipsis 19:13: y hay algunos que piensan que se le llama así, en Lucas 1:2, comparando ese texto con 2 Pedro 1:16, como también con Sal 33: 6. Y hay algunos (si es que no son demasiado curiosos en su noción) que piensan que esa frase de David en 2Sa 7:21, Por amor a tu palabra, (expuesto por amor a tu siervo, 1Cr 17:19, que es el título de Cristo, Isa 42:1), que se refiere a Cristo.”

CHARLES SIMEON

“¡QUÉ asombrosa majestad y dignidad se muestran en estas breves pero completas palabras! Los otros evangelistas comienzan sus historias en el período de la encarnación de nuestro Salvador: pero San Juan nos lleva a la eternidad misma; y nos informa, no solo lo que Cristo hizo y sufrió, sino también quién era. Lo llama por un nombre muy peculiar; "La palabra;" y, en otros lugares, “La Palabra de vida [1Jn 1:1-2.];” "La Palabra de Dios [Apocalipsis 19:13.]".

Este nombre, según se aplica al Mesías, no era del todo desconocido para los judíos y parece peculiarmente propio del Hijo, porque es por el Hijo que Dios ha revelado su mente al hombre en todas las épocas. Y quizás esta misma explicación del término estaba destinada a sernos transmitida por San Juan, cuando dice, unos pocos versículos después de mi texto: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”(VERSO 18).

Pero, sin detenernos en cuestiones de conjetura, consideremos El testimonio que aquí se da al Señor Jesucristo. El Apóstol amado, hablando del Señor Jesús, aquí declara: Su existencia eterna- [“En el principio fue el Verbo”, incluso antes de que existiera la criatura, ya sea en el cielo o en la tierra: y de él todo ser creado deriva su existencia. Así nos informa también San Pablo: “Por él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, sean dominios, sean principados o potestades: todas las cosas fueron creadas por él, y para él: y él es antes de todas las cosas; y por él todas las cosas subsisten [Col 1: 16-17.]”.

Aunque nació en el mundo en el tiempo, sin embargo en su naturaleza divina existió desde la eternidad: “Él era el mismo ayer, hoy y por los siglos [Heb 13:8.]:” “y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.” [Miq. 5:2.] “Él es el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último [Apocalipsis 1:8; Apocalipsis 1:11.]

Su personalidad distintiva- [Desde toda la eternidad “estaba con Dios”; “Teniendo gloria con él antes de que los mundos fueran hechos [Jn 17:5];” y teniendo una participación perfecta de todo lo que el Padre poseía, ya sea de sabiduría y conocimiento [Mateo 11:27.], o de autoridad y poder [Juan 5:17.]. Esto se desprende del concilio celebrado, por así decirlo, entre el Padre y el Hijo, respecto a la formación del hombre [Gn 1:26]; y la consiguiente expulsión del hombre del Paraíso [Génesis 3:22]; y la confusión de los proyectos de la raza apóstata del hombre al cambiar su idioma en Babel [Génesis 11:7].

Por eso se dice que el Señor Jesús “salió de Dios [Jn. 16: 27-28]”, incluso “de su seno”, donde había estado su morada eterna. La importancia de esta verdad está marcada por la repetición de la misma por San Juan, en las palabras que siguen al versiculo, "El mismo era en el principio con Dios.

Tan inconcebible parece que Dios se haga hombre y se convierta en fiador y sustituto de sus propias criaturas rebeldes. Pero él es Dios y, por tanto, puede hacerlo: es Dios y, por tanto, no puede ser juzgado por la capacidad finita del hombre. Al hacer lo que ha hecho, ha actuado como él mismo.

Él es Dios y, por lo tanto, creo todo lo que ha hecho por el hombre pecador. Aunque él mismo es eterno, ha nacido en el tiempo; aunque eternamente con Dios, ha descendido y ha habitado un tabernáculo con el hombre; aunque él es el Dios vivo y verdadero, se ha hecho hombre, sí, y murió por el hombre en la cruz.

Lo creo, porque él lo ha revelado. Créelo, porque nada menos que esto habría sido adecuado a mis necesidades. Y si esto no fuera cierto, con mucho gusto tomaría mi porción para siempre bajo las rocas y las montañas.

¡Qué infinito consuelo ha proporcionado al hombre pecador! Esta doctrina satisface todos mis deseos. Tengo culpas y pecados, que nada menos que "la sangre de Dios" puede lavar [Hechos 20:28]. Tengo corrupciones, que nadie sino el Espíritu de Dios puede someter y mortificar. Tengo necesidades que nadie más que el Dios todo suficiente puede suplir. Y teniendo a Jehová como amigo, mi garantía, mi justicia, mi todo, no temo a nada. Espero en él; y creo en él; y me glorío en él; haz de él "toda salvación y todo deseo". Confiando en él, desafiaré a todos mis enemigos [Romanos 8:31.]: Y, “creyendo en él”, anticiparé en mi alma toda la gloria y la bendición del cielo [1 Pedro 1:8].”

JOHN GILL

“¿Y porqué es llamado palabra, y no como hombre? porque como hombre no era al principio con Dios, sino que llegó a serlo en la plenitud de los tiempos.”

GRANT OSBORNE

“Este primer versículo relata tres cosas acerca del Verbo: es preexistente (NTV, “ya existía”), disfruta de una relación especial con Dios, y él mismo es deidad. Cada etapa es más intensa que la anterior. El Verbo existe primeramente antes de que la creación sea llamada a existencia, posteriormente tiene una relación especial con Dios, y finalmente está en su propia naturaleza Dios mismo. Piense en lo que está pasando a través de la mente de Juan mientras escribe esto.

Este Jesús, con quien caminó a través de Galilea era en realidad el Verbo eterno, Dios mismo encarnado. Él creó el mismo mundo en el que estaba caminando, y cuando hablaba era la misma voz de Dios la que Juan escuchaba. Solo un ser que tenía esa relación especial con Dios y que estuvo allí en el comienzo podría haber creado este mundo, ¡y Juan caminó con él!

La idea de que el Verbo era “con” (griego: pros) Dios connota ambas presencias (estaban juntos) y la relación especial, la idea de pros significa a menudo “lado a lado” con otro. En la segunda y tercera declaración, la humanidad de Jesús (la relación con) y la divinidad (identidad con) se presentan juntas. Él es el Dios-hombre.”

J.C RYLE

“La palabra “era” significa “existía”, “estaba existiendo”. Toda la frase significa que, cuando el mundo fue llamado a ser al principio de todo, por mucho tiempo que haya transcurrido, cuando la materia fue formada por vez primera, independientemente de los muchos millones de años que hayan pasado, en aquel período el Señor Jesucristo ya existía. Él no tuvo principio. Él era antes que todas las cosas. Nunca hubo un tiempo cuando no era. En resumen, el Señor Jesucristo es un Ser eterno.

Varios de los Padres abundan en hacer hincapié en la inmensa importancia de la palabra “era” en esta frase y en el hecho de que se repita cuatro veces en los dos primeros versículos de este Evangelio. No se dice “fue creado el Verbo”, sino “era el Verbo”. Dice Basil: “Esos dos términos, “principio” y “era”, son como dos anclas” a las que el barco del alma del hombre puede aferrarse cuando venga cualquier tormenta de herejía.

La expresión “el Verbo” es muy difícil, y propia de S. Juan. No veo prueba clara de que sea empleada por otro autor del Nuevo Testamento. Los textos de Hechos 20:32 y Hebreos 4:12 son, por así decirlo, pruebas dudosas. Que aquí se refiere a una “persona” y no a una palabra hablada, y que se aplica a nuestro Señor Jesucristo, está claro por la frase posterior: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros”. Es innegable que se trataba de un término familiar a los judíos. Pero por qué Juan emplea este término concreto tanto aquí como en sus otros escritos es algo en lo que los comentaristas difieren enormemente.

Algunos piensan —como Tertuliano, Zuinglio, Musculus, Bucero y Calvino— que Cristo es llamado “el Verbo” porque es la sabiduría de Dios, y la “sabiduría” del libro de Proverbios. Estos habrían traducido la expresión por “razón, sabiduría o consejo”. Otros creen —como algunos de los Padres— que Cristo es llamado “el Verbo” porque es la imagen de la simiente de la mente del Padre, “la imagen expresa de la persona del Padre”, igual que nuestras palabras, si somos sinceros y honrados, son la imagen y expresión de nuestras mentes.

Otros creen —como Cartwright y Tittman— que Cristo es llamado “el Verbo” porque es la persona de quien se habla en todas las promesas del Antiguo Testamento y el tema de la profecía.

Otros creen —como Melanchton, Rollock, Gomarus y Scott— que Cristo es llamado “el Verbo” porque es el que habla, expresa e interpreta la voluntad de Dios el Padre. Está escrito en este mismo capítulo que “el unigénito Hijo […] ha dado a conocer [al Padre]”. También está escrito que Dios “en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo” (Hebreos 1:2).

Considero que la última de estas opiniones es la más sencilla y satisfactoria. Todas las demás son como mucho solo conjeturas. Probablemente haya algo en la expresión que aún no ha sido descubierto.

Todo el versículo, si se interpreta de manera honrada e imparcial, es un argumento incontestable contra tres clases de herejes. Refuta a los arrianos, que consideran a Cristo como un Ser inferior a Dios; refuta a los sabelianos, que niegan cualquier distinción de personas dentro de la Trinidad y dicen que Dios a veces se manifiesta como el Padre, a veces como el Hijo y a veces como el Espíritu, ¡y que el Padre y el Espíritu sufrieron en la Cruz! Y, sobre todo, refuta a los socinianos y unitarios, que dicen que Jesús no era Dios sino un hombre, un hombre santísimo y perfecto, pero solo un hombre.

Al dejar este versículo, es inútil negar que hay profundos misterios en él que el hombre no tiene mente para comprender ni lenguaje para expresar. Cómo puede haber una pluralidad en la unidad y una unidad en la pluralidad, tres personas en la Trinidad y un Dios en esencia, cómo Cristo puede estar al mismo tiempo en el Padre, como corresponde a la unidad en esencia, y con el Padre, como corresponde a la distinción de su persona, son asuntos que escapan a nuestro limitadísimo entendimiento. Felices seremos si podemos estar de acuerdo con el devoto comentario de Bernardo acerca del asunto: “Es una temeridad buscar demasiado en ello. Es propio de la piedad creerlo. Es vida eterna conocerlo. Y nunca podremos comprenderlo plenamente hasta llegar a disfrutarlo.”

GARY BAUMLER

“Que todos los que dudan de la divinidad de Cristo lean el evangelio de Juan y crean. Juan no deja ningún lugar a duda. Él le respondió al hereje Cerinto de ese tiempo, que enseñaba que Jesús era sólo hombre. Juan tiene la respuesta para Arrio, que es de una época posterior, y que deliberadamente cambió el significado de este texto, en vez de confesar que Jesús era el verdadero Dios. Por eso los testigos de Jehová, los mormones, los unitarios y otros de hoy en día, que ven a Jesús sólo como un ser humano especial o, en el mejor de los casos, como “un dios”, encontrarán la verdad en el evangelio de Juan, si lo escuchan por un momento.

Pero no nos debemos sorprender ni dejarnos engañar por la oposición. Juan dijo que el Verbo estaba con Dios y que el Verbo era Dios. Como dice Lutero: “Por último, solamente el Espíritu Santo desde lo alto de los cielos puede crear oidores y discípulos que acepten esta doctrina.” Aún hoy, existe por la inspiración de Dios, y el Espíritu crea la fe en nosotros para que la creamos.”

JON PAULIEN

“En primer lugar, existe considerable evidencia de que las principales partes del prólogo al cuarto Evangelio fueron sacadas de un himno de la iglesia cristiana primitiva. Por ejemplo, aunque Juan 1:1 y 2 fue escrito originalmente en griego, exhibe el paralelismo poético tan común en la poesía y el canto hebreos:

En el principio

 

era el Verbo

 

 

 

y el Verbo

era con Dios

 

y el Verbo

 

era Dios

En el principio

Éste

era con Dios

 

La naturaleza “hímnica” del prólogo se ve también en el “paralelismo escalonado” de los versículos 4 y 5:

En él estaba la vida,

 

 

 

 

Y la vida era la luz de los hombres.

 

 

 

 

 

La luz en las tinieblas resplandece,

 

 

 

 

 

Y las tinieblas no...

 

Los versículos 6 al 8, por otro lado, vuelven al estilo en prosa, contrastando a Juan el Bautista con Jesús. Aunque es imposible determinar los límites exactos del himno que subyace a este prólogo, los versículos 1 al 5, 9 al 11, 14 y 16 al 18 aparecen claramente en un estilo poético, mientras que los otros versículos parecen tener el propósito de unir el himno con los principales temas del Evangelio, tal como el papel del Bautista (1:6-8,15; véase también 1:19-36; 3:22-30; 5:33-35) y la centralidad del hecho de creer para la experiencia cristiana (1:12,13; véase también 2:11; 3:16; 4:48, 53). Este no es el único himno reflejado en el Nuevo Testamento. Por lo menos otros tres constituyen probablemente la base del lenguaje de Filipenses 2:6-11, Colosenses 1:15-20 y 1 Timoteo 3:16.

Descubrir estos himnos del Nuevo Testamento lleva a una aplicación muy práctica. Los cristianos actuales se sienten a menudo muy distanciados de los tiempos bíblicos. Piensan que las personas de entonces eran diferentes a nosotros y que Dios, por lo tanto, obraba de maneras muy distintas de como lo hace en la actualidad. Sin embargo, la realidad es que los cristianos primitivos tenían mucho en común con nosotros. Ellos también cantaban himnos y se reunían para adorar. Ellos también luchaban para comprender la voluntad de Dios para sus vidas. Juan sabía, por lo tanto, que si utilizaba el lenguaje de un himno familiar, esto les ayudaría a entender su mensaje.”

LEON MORRIS

“Génesis 1 describe la primera creación de Dios; el tema del Evangelio de Juan es la nueva creación de Dios. Como la primera, la segunda no es llevada a cabo por un ser subordinado, sino a través del Logos, la Palabra de Dios. Vemos aquí la continuidad con la primera creación. La Palabra o el Verbo ya existía “en el principio”, lo que significa que existía antes que ninguna otra cosa.

Pero probablemente significa mucho más. El término que se ha traducido por “principio”, también quiere decir “origen” o “causa”. Temple quizá está en lo cierto al sugerir que esta expresión combina los dos significados: “en el principio de la Historia” y “el origen o causa del Universo”. Juan es experto en usar palabras con más de un sentido. Si solo lo hiciera de forma ocasional pensaríamos que en este caso se trata de una coincidencia, e intentaríamos decantarnos por uno u otro significado. Pero ocurre tantas veces durante todo el Evangelio, que creemos que el autor lo hacía de forma deliberada.

Juan usa este recurso para extraer el significado completo de las expresiones que usa. Así que es muy probable que en este caso tuviera en mente los significados, y que quisiera que sus lectores también interpretaran ambos sentidos. Es muy característico de Juan empezar su evangelio con una expresión que puede ser entendida de dos formas diferentes. Y ambas son importantes. Nunca ha habido un tiempo en el que el Verbo no existiese. No hay nada que no dependa de Él para existir. El verbo “existía”, o también traducido como “era” en otras versiones, siempre se ha entendido como la existencia eterna del Verbo: “el Verbo existía continuamente”.”

FRANCIS MOLONEY

“Este versículo concluye con una descripción de las consecuencias de la intensa intimidad entre la Palabra y Dios. Aunque tradicionalmente se ha traducido como «y la Palabra era Dios», hay un peligro de que el lector contemporáneo pliegue en una sola entidad la Palabra y Dios: ambos son Dios. El autor se ha tomado la gran molestia de indicar que debe evitarse una identificación entre la Palabra y Dios. La frase griega (kai teso en ho logos) coloca el complemento (theos: Dios) antes del verbo «ser» sin ponerle un artículo. Es extremadamente difícil captar este matiz en español, pero el autor evita decir que la Palabra y Dios eran una y la misma cosa. La traducción «lo que Dios era también lo era la Palabra» indica que la Palabra y Dios mantienen su singularidad, no obstante la unidad que fluye de su intimidad.”

SAMUEL P. MILLOS

“La referencia a principio ha de entenderse como lo que es un existir antes de todo, que necesariamente es un existir eterno, puesto que antes de la creación sólo existe Dios que vive en Sí mismo eternamente. Así se entiende también en el Antiguo Testamento, cuando hablando de la sabiduría dice: "Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras" (Pr. 8:22). A esa eterna vida divina el Verbo encarnado se referirá cuando pide al Padre: "Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo" (17:24).

Esa referencia al principio toma otra forma expresiva cuando el Señor dijo a los judíos: "De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy" (8:58). El pensamiento de Juan es muy concreto al decir "en el principio", ya que si todas las cosas van a ser creadas por el Verbo, necesariamente las antecede, por tanto es eterno.

El ser eterno corresponde exclusiva y excluyentemente a Dios. Quiere decir que al comienzo del Evangelio, Juan quiere que los lectores presten atención a Jesucristo que va a ser anunciado, no desde la condición de un mero hombre, sino desde la eternidad que manifiesta su Deidad, como va a decir al final del versículo. El Verbo no es, como algunos herejes afirman, un ser creado, sino el increado y eterno Dios.”

OSCAR CULLMANN

“La forma en que el Nuevo Testamento emplea los títulos Kyrios, Logos e Hijo de Dios muestra que, partiendo de la cristología implicada en ellos, a Jesús se le puede llamar Dios. Cada uno de estos títulos permite llamar a Jesús Dios: Jesús es Dios como soberano presente que desde su glorificación rige la Iglesia, el universo y la vida entera de cada individuo (Kyrios). Es Dios como revelador eterno que se comunica a sí mismo desde el principio (Logos). Es Dios, en fin, como aquel cuya voluntad y acción son perfectamente congruentes con la de Padre, del que proviene y al que vuelve (Hijo de Dios). Incluso la idea del Hijo del Hombre nos ha conducido a la divinidad de Jesús, pues en ella Jesús se presenta como única y verdadera imagen de Dios. Por eso a la pregunta de si el Nuevo Testamento enseña la divinidad de Cristo hemos de responder afirmativamente.”

SAN AGUSTIN

“Fija la atención de tu espíritu en este Verbo. Tú puedes tener en tu corazón un verbo (idea o pensamiento) nacido de tu mente, que lo ha engendrado. Idea o pensamiento que está allí como generación de tu inteligencia, como hijo tuyo. Antes que percepción alguna, antes que la realización de nada grande en la tierra, engendra la idea tu corazón. La idea la tienes antes de la ejecución de la obra. Tú contemplas lo que vas a realizar.

Nadie, sin embargo, se admira antes de que levantes la mole o fábrica en su forma y perfección definitivas. Se contempla la grandiosa construcción y se admira el plano del arquitecto. ¡Qué visión tan magnífica! Se goza lo que no se ve. Nadie puede ver la idea arquitectónica interior; pero por el exterior de la excelsa fábrica se ensalza la idea del humano arquitecto.

¿Quieres ahora ver la grandeza del pensamiento de Dios, que es Jesucristo, el Verbo de Dios? Contempla esta gran fábrica del mundo. Mira lo hecho por el Verbo y tendrás entonces una idea de su grandeza. ¿Quién puede explicar la hermosura del cielo? ¿Quién la fecundidad de la tierra? ¿Quién puede alabar dignamente la sucesión admirable de los tiempos? ¿Quién explica el origen de las semillas? Os daréis cuenta que callo muchas cosas. Temo alargar mucho la enumeración y decir tal vez menos de lo que podéis pensar.

Por la estructura de la fábrica del mundo vendréis en conocimiento de la calidad del Verbo, que la hizo. Y que no es ella solamente. Pues todas estas cosas son el objeto de nuestros sentidos corporales. Y el Verbo hizo también los ángeles, y los arcángeles, y las potestades, y los tronos, y las dominaciones, y los principados. El Verbo lo hizo todo. Deducid de aquí la grandeza del Verbo.”

JAMES SMITH

“El Evangelio de Juan ha sido bien llamado «El Evangelio de la Eternidad», porque es el Evangelio de Dios. Juan fue un vaso especialmente preparado para este muy honroso ministerio. Desde su juventud había sido un apóstol amado. «Su cabeza había estado recostada en el pecho del Señor, había estado junto a la cruz, había sido testigo de la Ascensión, había cuidado de la Madre del Señor hasta su muerte, había visto el fin de la dispensación judía y la caída de la Santa Ciudad, y le habían sido concedidas a él las visiones del Apocalipsis».

El gran propósito de este Evangelio es muy apropiadamente expresado en Juan 20:31: «Éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre». Todas las palabras clave de este Evangelio se encuentran en este versículo. Las palabras iniciales de este capítulo se encuentran entre las más profundas jamás escritas por la mano del hombre. Este versículo revela la primera parte de una triple relación del Señor Jesucristo en su:

Relación con Dios. Recibe el nombre del Verbo, el «Logos». Cristo mismo es la palabra pronunciada y el pensamiento de Dios. Él es la expresión visible del Dios invisible. «La cual [vida manifestada] estaba con el Padre, y nos fue manifestada» (1Jn_1:2). Esta Palabra era en el principio. «Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras (…) y era su delicia de día en día» (Pro_8:22-30). El Verbo estaba con Dios. Sí, y más aún, el Verbo era Dios. La mente finita del hombre no puede captar el misterio de la Trinidad, pero el creyente devoto puede inclinarse y adorar. Que Aquel que era en forma de Dios, y que no consideró usurpación ser igual a Dios, se anonadara a Sí mismo, tomando sobre Sí la forma de siervo, y muriera en una cruz por el pecado del mundo, es un misterio de la gracia que sólo puede ser sondeado por el misterio de la Trinidad.”

MATTHEW HENRY

“Escudriñemos lo que se halla en estas densas y profundas líneas. El evangelista declara aquí la gran verdad que va a demostrar a lo largo de todo su Evangelio: que Jesucristo es el Hijo de Dios y un solo Dios con el Padre. Veamos:

I. De quién habla: Del Verbo o Palabra viva (gr. Logos). Este epíteto se halla exclusivamente en los escritos de Juan. Era enseñanza corriente entre los judíos que la Palabra de Dios era una misma cosa que Dios. Al cerrar su majestuoso prólogo, el evangelista viene a explicarnos por qué llama a Cristo el Verbo: Porque es «el unigénito Hijo que está en el seno del Padre, y Él le ha dado a conocer» (v. Jua_1:18). Hay dos clases de palabra: La palabra que se piensa y la palabra que se expresa.

1. La palabra que se piensa es lo que llamamos concepto, por ser el producto primero e inmediato de lo que concebimos mentalmente. En este sentido, la segunda persona de la Deidad es aptamente llamada el Verbo de Dios, porque es el Unigénito del Padre. Es de notar que de nada estamos tan seguros como de que pensamos; por eso dijo el filósofo francés Descartes: «Pienso, luego existo»; pero nada hay tan misterioso como el modo con que pensamos. Y, si es tan misteriosa la elaboración de nuestros pensamientos, ¿qué diremos de la mente divina, cuyo concepto es una Palabra viva y sustancial, tanto que es una persona divina?

2. La palabra que se expresa al exterior es un medio de comunicación de lo que pensamos, pues mediante ella nos relacionamos con los demás. En este sentido, Cristo es la Palabra de Dios, porque «En estos últimos días nos ha hablado (Dios) en el Hijo» (Heb_1:2). Cristo nos ha declarado la mente del Padre con respecto a nosotros, de la misma manera que la palabra o el discurso de un hombre nos dan a conocer sus pensamientos. Sólo Cristo podía declararnos con toda precisión, exactitud y profundidad la mente de Dios, porque:

(A) sólo Él conoce exhaustivamente al Padre (v. Mat_11:27);

(B) En todo lo que hacía y decía, Cristo era «Dios manifestado en carne» (1Ti_3:16), la Palabra de Dios Encarnada (v. Jua_1:14), es decir, la traducción más exacta posible de Dios al lenguaje humano, de tal modo que quien ve a Jesús, ha visto al Padre (Jua_14:9). Juan el Bautista era una voz, pero Cristo es el Verbo.

Lo que aquí se dice de Él:

Su existencia desde toda la eternidad: En el principio era el Verbo. Esto nos declara Su existencia, no sólo antes de encarnarse, sino eternamente. El mundo existe desde el principio, pero el Verbo ya existía en el principio, antes de que el mundo comenzara a existir. El que era en el principio no comenzó con el principio y, por tanto, existió siempre.”

JAMIESON – FAUSSET – BROWN

“Cada una de estas afirmaciones ricas es el complemento de la otra, corrigiendo cualquier falso concepto que pudieran ocasionar las otras. ¿Fué eterno el Verbo? No era la eternidad “del Padre”, sino la de una existencia personal consciente distinta de él y asociada con él. ¿Era el Verbo así “con Dios”? No era lo distinto y el compañerismo de otro ser, como si hubiera más Dioses que uno, sino de Uno quien era Dios mismo, en tal sentido que la unidad absoluta de la Divinidad, el gran principio de toda religión, solamente es transferida de la región de abstracción vaga a la región de la vida y amor esenciales. Pero ¿por qué toda esta definición? No para darnos alguna información abstracta acerca de ciertas distinciones misteriosas en la Divinidad, sino sólo para hacer saber al lector quién era aquel que en la plenitud del tiempo “fué hecho carne”. Después de cada versículo, pues, debe decir para sí el lector: “Era el que es descrito así y así, quien fué hecho carne.”

SAN JUAN CRISOSTOMO

“Véase también cuánta prudencia hay en el espíritu del Evangelista: sabían los hombres lo que es más antiguo y lo que había antes de todas las cosas, honrando y poniendo a Dios sobre todo. Por esto expresa antes de todo el principio, y dice: "En el principio era el Verbo"

SAN HILARIO

“Dirás: el Verbo es el sonido de la voz, la enunciación de los asuntos y la expresión de los pensamientos. Este es el Verbo que en el principio estaba con Dios, porque la palabra de un pensamiento es eterna cuando el que piensa es eterno. Pero ¿cómo existía en el principio lo que no existió antes ni después del tiempo? Y yo ignoro si puede existir en el tiempo. La palabra de los que hablan, ni existe antes de que hablen, ni después de que han hablado, y cuando llega el fin de esa palabra no existe ya el principio de ella.

Pero si como oyente inexperto habías dejado pasar la primera afirmación: "En el principio era el Verbo", ¿qué es lo que buscas en lo que sigue: "Y el Verbo estaba con Dios?" ¿Acaso escuchaste 'en Dios' (y no con Dios) y habías entendido la expresión de un pensamiento oculto? ¿O crees que confundió San Juan la diferencia que hay entre 'estar en' y 'estar con'? Así se dice que lo que existía en el principio, no existía en otro, sino con otro. Por lo tanto veamos el estado y el nombre del Verbo. Dice, pues: "Y el Verbo era Dios". Termina el sonido de la voz, y la enunciación del pensamiento; pero este Verbo es un ser, y no un sonido; una naturaleza, y no una palabra; un Dios, y no una nada.

Yel Verbo era Dios… Es un simple nombre, y carece de tropiezo alguno; se dijo a Moisés: "Te he constituido como el dios de Faraón" (Éxo_7:1). Pero ¿no se añadió la causa de este nombre, cuando se dijo a Faraón? Porque había sido dado Moisés como dios de Faraón, para ser temido, rogado y para que le castigase. Y una cosa es ser dado como dios, y otra es ser Dios. También me acuerdo de otra sentencia que se encuentra en el Salmo: "Yo dije, sois dioses" (Sal_81:6); pero aquí debe entenderse que es un nombre que se les concede. Y las palabras "Yo dije", expresan más bien la palabra del que habla que el nombre de la cosa. Pero cuando dice: "Y el Verbo era Dios", no oigo sólo que se dice el Verbo, sino entiendo que se demuestra que es Dios.”

W. PARTAIN - B. REEVES

“Y el Verbo era Dios…Cristo es Dios.

            A. Rom_9:5, "el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos". La Biblia dice claramente que Cristo es Dios. No es Dios el Padre, sino Dios el Hijo. El nombre "Hijo de Dios" equivale al nombre, "Dios el Hijo". La versión citada aquí (RVR60) no ha sido rechazada oficialmente por los "testigos" del Atalaya (el grupo religioso más anticristo en el mundo); por lo tanto, esta versión se debe usar con toda confianza en las discusiones con ellos, porque "La Traducción del Nuevo Mundo" (TNM) de ellos no es una versión, sino una "perversión" de la palabra de Dios. La TNM cambia Rom_9:5, añadiendo la palabra "sea". Dice esta versión, "Dios... sea bendito". Lo cambian por completo para negar la deidad de Cristo. Sin embargo, el texto griego usado en su Kingdom Interlinear Translation of the Greek Scriptures (traducción interlineal del griego al inglés), no dice sea. La palabra sea no está en el texto griego que ellos mismos usan, sino que aparece solamente en la TNM.

            B. Tit_2:13, "nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo". La TNM cambia ese versículo también, porque dice, "y del Salvador Jesucristo", así dando a entender que Pedro habló de dos personas (Dios y Jesucristo), y no de una sola persona, y de esta manera niegan la deidad de Cristo, pero en su texto griego no aparece la palabra del. Así es que otra vez su texto griego está en conflicto con la TNM.

            C. 2Pe_1:1, "nuestro Dios y Salvador Jesucristo". La TNM añade otra vez la palabra del para separar Dios de Jesucristo, pero tampoco aquí aparece del en su texto griego. En esto hay un detalle muy interesante: obsérvese que en 2Pe_1:11, la construcción gramatical es idéntica con la del v. 1. Dice, "nuestro Señor y Salvador Jesucristo". En este versículo la TNM no añade la palabra del, aunque la construcción gramatical en este versículo es idéntica a la del v. 1. La única diferencia es que en el v. 1 Pedro dice Dios, y en el v. 11 dice, Señor. Si en el v. 11 no debe añadirse la palabra del, entonces no hay razón alguna para que se añada en el v. 1. Así es que los "testigos" se condenan a sí mismos.

            D. 1Jn_5:20, "y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna". Lo más curioso de todo es que la TNM no cambia este texto como cambia los otros que afirman la deidad de Cristo. Es increíble que hayan dejado este texto sin cambio alguno, aunque afirma en forma clara e innegable que Cristo es "el verdadero Dios".

            E. Heb_1:8, "del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo". La TNM tuerce este texto, diciendo que Dios es tu trono.

                        II. Cristo es el "Gibbor" ("Dios Fuerte") del Antiguo Testamento.

            A. Isa_9:6 se refiere claramente a Cristo: "se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte ("Gibbor"), Padre Eterno, Príncipe de Paz". Los "testigos" admiten que este texto se refiere a Cristo pero dicen que Jesucristo es solamente "Dios Fuerte" y que no es "Dios Todopoderoso". La distinción hecha por ellos es absurda. En el siguiente capítulo (10:21), Isaías se refiere claramente a Dios ("Dios fuerte"). Aun los judíos que rechazan a Cristo negarían la supuesta distinción hecha por los "testigos".

            B. Apo_1:8, Cristo es Todopoderoso. Dice el v. 7, "He aquí que viene con las nubes y todo ojo le verá, y los que le traspasaron". Cristo viene en las nubes (Hch_1:9-11), y a Cristo traspasaron. Por eso, Apo_1:7 habla de Cristo. En seguida (v. 8) dice, "Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso". El que "ha de venir" es Cristo (v. 7). Es muy claro y obvio que Cristo es el que habla a Juan en este capítulo. En el v. 18 dice, "el que vivo, y estuve muerto". En los vers. 11 y 17, dice "Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último... yo soy el primero y el último", como en el v. 8. También véase Apo_22:12-16, "Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último... Yo Jesús".

            Por lo tanto, sin lugar a dudas Cristo, el primero y el último, es Todopoderoso. No puede haber dos primeros y dos últimos. Sólo Dios Todopoderoso es el primero y el último. ¡Cristo es Dios Todopoderoso!

                        III. El Verbo era Dios, Jua_1:1.

            "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios". Juan afirma aquí la eternidad de Cristo y, por consiguiente, la deidad de Cristo.

            A. Para negar la deidad de Cristo la TNM dice, "Y el Verbo era un dios". Según esta traducción, pues, hay DOS DIOSES: un Dios Todopoderoso, y un dios menor, fuerte pero no todopoderoso. Isa_43:10 (el texto predilecto de los "testigos" porque dice "vosotros sois mis testigos") dice, "antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí". Este texto afirma que los israelitas eran testigos de Jehová, pero los "testigos" del Atalaya tuercen este texto, aplicándolo a sí mismos. A pesar de ser este texto predilecto de ellos, refuta su traducción de Jua_1:1. Según la TNM, Cristo es "un dios" que, desde luego, tuvo que ser formado (creado) por Dios; pero Isa_43:10 dice que ni antes ni después de Dios se ha formado otro dios. Después (44:6, 8) dice, "Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios... No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno". Por lo tanto, la traducción de Jua_1:1 de la TNM es incorrecta y contradictoria. Dios dijo en palabras claras y enfáticas que no hay otro Dios. Los "testigos" no pueden escapar de la a fuerza de este argumento. Para ellos no hay salida. Por propia boca se condenan a sí mismos, porque enseñan que Cristo fue "creado" (formado) por Dios y que es un DIOS FUERTE, cosa que Dios niega rotundamente en Isa_43:10; Isa_44:6; Isa_44:8, y otros textos.

            B. ¿Cuál es el argumento de los "testigos" para justificar su traducción de Jua_1:1? Dicen que cuando la palabra Dios (theos) se refiere a Dios, precede el artículo definido (ho), y que en Jua_1:1 el artículo no aparece. No existe tal regla en la gramática griega. Es una invención de ellos para su propia conveniencia. 

            1. Además, ellos mismos no siguen su propia regla, porque en el mismo capítulo, en los ver. 6, 12, 18, theos aparece sin el artículo definido, y sin embargo ellos saben que se debe traducir "Dios", y así lo hacen. Los libros de gramática griega explican que los nombres predicados requieren el artículo cuando siguen al verbo principal. En este verso Dios es el nombre predicado, y el verbo principal es era", pero el nombre predicado (Dios) precede al verbo principal (era) en el griego. El arreglo de las palabras en el griego es así: y Dios era el Verbo.

            2. Los "testigos" dicen que la frase bajo consideración en Jua_1:1-51 :1 es como la de Hch_28:6, "dijeron que era un dios", pero en este texto el nombre predicado es dios, pero sigue al verbo principal (era), mientras que en Jua_1:1 el nombre predicado (Dios) precede al verbo principal (era). Hay gran diferencia entre la construcción de estas dos frases. En Hch_28:6 la traducción, "dijeron que era un dios", es correcta, pero la traducción de la TNM de Jua_1:1-51 :1 es incorrecta. Hay un texto que sí es paralelo con Jua_1:1 y ese texto es Jua_19:21, "Rey soy de los judíos". En este texto, como en Jua_1:1, el nombre predicado (Rey) precede al verbo principal y, por lo tanto, no se traduce "Un rey soy... " La misma TNM de los "testigos" no dice "Un rey soy... ", sino que traduce correctamente, "Soy rey de los judíos". De esta manera los "testigos" se contradicen a sí mismos.

                        IV. Cristo es adorado.

            A. Mat_4:10, "Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás". La palabra adorar traduce el verbo proskuneo, que significa "postrarse". En la TNM esta palabra (Mat_4:9-10) se traduce las dos veces "adorar". Sin embargo, en todo caso en los que se refieren a Cristo, es decir, cuando la gente adoró a Cristo (postrándose delante de El), la TNM dice "rendir homenaje", en vez de "adorar", para negar a Cristo el honor que merece. Jua_5:23, "para que todos honren al Hijo como honran al Padre".

            B. Varias personas adoraron a Cristo: Mat_2:11, los magos, "postrándose, lo adoraron"; Mat_8:2, "vino un leproso y se postró ante él"; Mat_9:18, un hombre principal "se postró ante él"; Mat_14:33, los discípulos "le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios"; Mat_15:25, la mujer cananea "se postró" ante El; Mat_20:20, la madre de Juan y Jacobo, "postrándose" ante El; Mat_28:9, las mujeres "abrazaron sus pies y le adoraron"; Mat_28:17, los once "le adoraron"; Jua_9:38, el que estaba ciego "le adoró"; Heb_1:6, "adórenle todos los ángeles".

            C. Compárese Hch_10:26; Cornelio, postrándose a los pies de Pedro, le adoró, pero Pedro no aceptó su adoración, sino que le dijo, "Levántate, pues yo mismo también soy hombre". Sin embargo, Cristo nunca rehusó la adoración de la gente. Compárese también Apo_19:10; Juan se postró a los pies del ángel para "adorarle", pero dijo el ángel: "Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios". Cristo nunca rehusó la adoración de la gente, porque El es Dios. Recuérdese que los "testigos" dicen que Cristo fue creado, que es una criatura. Según ellos, pues, un ser creado -- una criatura -- recibe adoración. ¿Qué dijo Pablo acerca de la adoración de la criatura en Rom_1:25? Si Cristo es simplemente una criatura, entonces es pecado adorarle.

            V. El nombre "Jehová" se aplica a Cristo también. Varios textos del Antiguo Testamento que se refieren a Jehová se aplican, en el Nuevo Testamento, a Cristo.

             A. Isa_40:3, "Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová". Esta voz era la de Juan el bautista que fue delante de Cristo (Mat_3:1-17, Mar_1:1-45 y Luc_3:1-38). Juan dijo, (Jua_3:28), "Yo no soy el Cristo; sino que soy enviado delante de él". Véanse Mal_3:1 y Mar_1:2. Isaías y Malaquías dijeron que este mensajero iría delante de Jehová y lo hizo, yendo delante de Cristo. No se puede negar que el nombre Jehová se aplica a Cristo.

            B. Isa_44:6; Apo_1:8; Apo_1:11; Apo_1:17; Apo_22:12-13; Apo_22:16. Jehová es el primero y el último; Cristo es el primero y el último. Pero no puede haber dos primeros y dos últimos; por lo tanto, Cristo es Dios y el nombre "Jehová" se aplica a El también. Lo que se afirma de Dios o de Jehová en el Antiguo Testamento se aplica a Cristo en el Nuevo Testamento.

            C. Isa_45:23; Flp_2:10-11. Se doblará toda rodilla delante de Jehová, según Isaías, y se doblará toda rodilla delante de Cristo, según Pablo. Pablo cita a Isaías; los dos textos son en realidad una sola verdad aplicable a Dios. Cristo es Dios.

            D. Joe_2:32; Hch_2:21. "Todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo"; "Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo"; Rom_10:9; Rom_10:13, "Jesús es el Señor... todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo". Jehová es el Salvador; Cristo es el Salvador.

            E. Zacar 11:12, 13; Mat_27:9-10, el precio con que me han apreciado: Zacarías dice Jehová, Mateo cita este texto con respecto a Cristo. Toda persona sincera puede ver esta sencilla verdad, demostrada tantas veces, de que Cristo cumple estas profecías, y las cumple porque el nombre "Jehová" es aplicable a El también.

            F. La TNM nos ayuda para comprobar esta verdad. Considérese Rom_14:1-23. En los ver. 6-8, la palabra kurios, palabra griega que se traduce Señor, se traduce Jehová en la TNM seis veces. Por lo tanto, en el v. 9 la palabra kurios debe ser traducida Jehová, porque así la traducen seis veces en los ver. 6-8. ¿Qué dice el v. 9? "Porque Cristo para eso murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven". Según la práctica de la TNM de traducir la palabra kurios (dicen que es Jehová), el texto debe decir en la TNM, "para ser Jehová". Lo mismo en el v. 14, "Yo sé, y confío en el Señor"; la palabra "Señor" debe ser "Jehová" en la TNM. Según la regla de los mismos "testigos", el texto debe decir, "Jehová Jesús".

            VI. Los "testigos" menosprecian la humillación de Jesús.

            A. La humillación de Jesús era indispensable para nuestra salvación, pero los "testigos" citan todos los textos en los que Jesús se refiere a su humillación, y los usan para negar su deidad. Dice Cristo (Jua_14:28), "el Padre mayor es que yo". Tales textos dan énfasis a la humillación de Jesucristo. El llegó a ser el siervo de los hombres, y murió en la cruz para salvarnos, pero los "testigos" son los más ingratos de todos los hombres, porque se aprovechan de estos mismos textos para "probar" que Cristo no es Dios, sino solamente una criatura. 

            B. Flp_2:5-11 habla de la humillación de Cristo: "el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo... "La TNM tuerce este texto también, porque su propósito principal es negar y despreciar a Cristo, pero otra vez su texto griego (interlineal) dice lo mismo que las versiones confiables.

            1. En este texto Pablo dice que Cristo se despojó a sí mismo, e inmediatamente con dos gerundios explicó cómo lo hizo: (1) "tomando forma de siervo" y (2) "haciéndose semejante a los hombres". Este texto, simple y sencillamente, se refiere a la encarnación de Cristo. Los "testigos", otros sectarios (p. ej., Frederic Louis Godet) y algunos hermanos que profesan ser conservadores dicen que al llegar a ser hombre, Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos divinos; es decir, que dejó de ser omnipotente, omnisciente, etc. Según esta herejía, Cristo habría tenido que dejar de ser eterno ("Yo Soy", 8:58). Repetidas veces Cristo demostró sus atributos divinos, aun perdonando el pecado que es una prerrogativa exclusiva de Dios (Mar_2:5). Juan recalca la omnisciencia de Cristo a través del libro (p. ej., 1:47, 48; 2:24, 25; 4:29; 6:70; 11:14; 12:32). (Los hermanos que enseñan esta herejía la publican en dos periódicos Faith and Facts y With All Boldness, publicados por el hno. John Welch de Indianapolis, Indiana, USA; John Welch es el campeón de esta herejía).

            2. En Flp_2:1-4 Pablo enseña la humildad; entonces en los vers. 5-11 habla del ejemplo de humildad de Cristo. Pero lo terrible de esta herejía es que sus proponentes no creen que lo que Jesús hizo era suficiente; es decir, El se humilló, tomando la forma de siervo, hecho semejantes a los hombres y aun murió como criminal sobre una cruz romana, pero eso no les satisface. Quieren aun más humillación, pues enseñan que también Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos divinos (cosa que sería totalmente imposible).

            3. Por lo tanto, estando aquí en la tierra en forma de hombre se hizo igual a Dios (Jua_5:18). Los "testigos" quieren quitar la fuerza de este texto diciendo que así dijeron los judíos, pero no los judíos, sino Juan el apóstol, dice que Cristo se hizo a sí mismo igual a Dios.

            C. 1Co_15:24-28. Dice el v. 28, "... entonces el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todo en todos". Los "testigos" afirman que este texto enseña que Cristo será inferior para siempre, pero recuérdese que Pablo dice que Cristo es Dios (Rom_9:5; Tit_2:13), que Cristo es la plenitud de la deidad corporalmente (Col_2:9). Pablo nunca se enredó en contradicciones como lo hacen los "testigos". Pablo dice en 2Co_1:18, "nuestra palabra a vosotros no es Sí y No". Cuando él afirmó que Cristo es Dios, siempre era consecuente con esa afirmación.

            1. 1Co_15:24-28 habla de la perfección y terminación de la obra de Cristo como Salvador y Mediador. El se humilló a sí mismo, participó de carne y sangre (Heb_2:14), tomó la forma de hombre y de siervo de hombres (Flp_2:5-7), para ser nuestro Salvador y Mediador. Habiendo llegado a ser hombre y habiendo sufrido toda tentación humana (Heb_2:18; Heb_4:15-16), El llegó a ser nuestro perfecto Mediador.

            2. La Biblia enseña el papel del Padre, el del Hijo, y el del Espíritu Santo. El Padre ha hecho y hace ciertas cosas para llevar a cabo la redención del hombre, el Hijo ha hecho y hace ciertas cosas, y el Espíritu Santo ha hecho y hace ciertas cosas. El Padre dio al Hijo toda autoridad (Mat_28:18), para llevar a cabo su divina misión como Dios-Hombre. 1Co_15:24-28 habla del tiempo del fin cuando haya terminado por completo su obra de Salvador, Redentor y Mediador.

            3. Entonces, Dios mismo estará con su pueblo como su Dios. Todo el trabajo que Jesucristo ha hecho, hace y hará hasta el fin, se habrá perfeccionado y terminado. No será necesario que El sea Redentor o Salvador ni Mediador, porque entonces seremos salvos para siempre, estaremos en la presencia de Dios y no habrá necesidad de mediador. Por lo tanto DIOS -- Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu Santo -- será TODO EN TODOS. 

            4. El reino de Dios es el reino del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Cristo no se excluye en ningún sentido del glorioso reino o reinado eterno, porque El es Dios, y Dios será todo en todos. Luc_1:33 dice que Cristo "reinará... para siempre, y su reino no tendrá fin". Lo que Pablo dice en 1Co_15:24-28 no contradice, sino confirma lo que Luc_1:33 dice.

                        VII. "Yo soy" (Éxo_3:14) aplicado por Cristo a sí mismo.

            A. Éxo_3:14, "Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me envió a vosotros". Jesús dijo, "Antes que Abraham fuese, yo soy" (8:58). No dijo, "Yo era", sino "Yo soy", aplicando a sí mismo el nombre del Dios de Israel, el Dios "de vuestros padres" (Éxo_3:13-14). Los judíos reconocían el significado de esta expresión; entendían que Jesús aplicaba a sí mismo el nombre de Dios y, por eso, "tomaron entonces piedras para arrojárselas" (8:59).

            B 8:24, "si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis". Si Jesús hubiera sido un mero hombre, la pregunta natural habría sido, "si no creéis que yo soy qué?" Pues parece que la frase está incompleta, pero los judíos conocían bien el nombre "Yo soy" y lo que significaba (Éxo_3:14). Es el nombre del Dios Eterno.”

 

WILLIAM BARCLAY

“Aquí, al principio, Juan dice tres cosas acerca de la Palabra, es decir, acerca de Jesús, de la cual nos enfocaremos en dos para este versículo:

(1) La Palabra ya estaba allí en el mismo principio de todas las cosas. Juan se remonta con el pensamiento al primer versículo de la Biblia: " En el principio creó Dios los cielos y la Tierra" (Gen_1:1). Lo que Juan nos está diciendo es esto: La Palabra no es una de las cosas creadas; la Palabra ya existía cuando empezó la creación; la Palabra no es una parte del mundo que empezó a existir en un tiempo; la Palabra es parte de la eternidad y estaba con Dios antes que empezaran el tiempo y el universo. Juan está pensando en lo que se conoce como la preexistencia de Cristo.

En muchos sentidos esta idea de la preexistencia es muy difícil, si no imposible, de captar. Pero representa algo muy sencillo, muy práctico y muy tremendo. Si la Palabra estaba con Dios antes que empezara el tiempo, si la Palabra es parte del esquema eterno de las cosas, esto quiere decir que Dios ha sido siempre como Jesús. Algunas veces se ha pensado que Dios era severo y vengativo; y que lo que hizo Jesús cambió la ira de Dios en amor y alteró Su actitud hacia la humanidad. El Nuevo Testamento no sabe nada de esa idea. Lo que todo el Nuevo Testamento nos dice, y especialmente este pasaje de Juan, es que Dios ha sido siempre como Jesús. Lo que hizo Jesús fue abrir una ventana en el tiempo para que pudiéramos ver el amor eterno e inalterable de Dios.

Entonces podríamos muy bien preguntarnos: ¿Y qué pasa con algunas de las cosas que leemos en el Antiguo Testamento? ¿Qué de los pasajes en los que se dice que Dios mandó arrasar ciudades enteras y matar a hombres, mujeres y niños? ¿Qué de la ira, y de los celos de Dios de los que leemos a veces en las partes más antiguas de la Escritura? La respuesta es: No es Dios el que ha cambiado, sino nuestro conocimiento de Dios. Esas cosas se escribieron porque entonces no se tenía un conocimiento mejor; hasta ahí habían llegado en su conocimiento de Dios.

Cuando un niño está estudiando una asignatura tiene que ir aprendiéndola por etapas. No empieza por el conocimiento total, sino por lo que puede comprender, y de ahí va pasando a más. Cuando empieza con la apreciación de la música, lo primero que le dan a escuchar no es un preludio o una fuga de Bach, sino algo mucho más sencillo; y luego va comprendiendo más por etapas. Así sucedía con los hombres y Dios. Sólo en parte podían captar y entender la naturaleza de Dios y Sus caminos. Fue sólo cuando vino Jesús cuando vieron total y perfectamente cómo ha sido Dios siempre.

Se cuenta que una chiquilla tuvo que enfrentarse una vez con algunos de los pasajes más sangrientos y salvajes del Antiguo Testamento, y comentó: "¡Pero todo eso pasó antes de que Dios se hiciera cristiano!» Si podemos decirlo así con toda reverencia, cuando Juan dice que la Palabra siempre estuvo allí, está diciendo que Dios siempre ha sido cristiano. Nos está diciendo que Dios siempre ha sido, y es, y será como Jesús. Pero la humanidad no lo podía saber ni se podía dar cuenta hasta que vino Jesús.

(2) Juan sigue diciendo que la Palabra estaba con Dios. ¿Qué quería decir con eso? Quería decir que siempre ha habido la más estrecha conexión entre la Palabra y Dios. Vamos a decirlo de una manera más sencilla: Siempre ha habido la más íntima conexión entre Jesús y Dios. Eso quiere decir que nadie nos puede decir cómo es Dios, cuál es la voluntad de Dios para nosotros, cómo son el amor y el corazón y la Mente de Dios nada más que Jesús.

Vamos a poner un ejemplo humano sencillo. Si de veras queremos saber lo que una persona piensa y siente sobre algo, y no tenemos acceso a ella, no vamos a alguien que no es más que un conocido lejano suyo o que hace poco que la conoce, sino a uno que sabemos que es su amigo íntimo de muchos años. Ese será capaz de interpretarnos de veras la mente y el corazón de la otra persona.

Algo así es lo que Juan nos está diciendo de Jesús. Nos está diciendo que Jesús ha estado siempre con Dios. Vamos a usar el lenguaje humano, porque es el único que podemos usar. Juan está diciendo que Jesús tiene tal intimidad con Dios que Dios no tiene secretos con Él; y que, por tanto, Jesús es la única Persona en todo el universo que nos puede revelar cómo es Dios y lo que siente acerca de nosotros.”



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