EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1
VERSICULO 4 |
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RV1960 |
NVI1999 |
BTX4 |
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En
él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. |
En
él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. |
En
Él había vida, y la vida era la Luz de los hombres. |
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TR+ |
INA27+ |
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hombres |
in
ipso vita erat et vita erat lux hominum |
|
KJV |
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In him was life; and the
life was the light of men. |
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TCB |
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En
él estaba. Jua_5:21, Jua_5:26;
Jua_11:25; Jua_14:6; 1Co_15:45; Col_3:4; 1Jn_1:2; 1Jn_5:11; Apo_22:1. Y
la vida. Jua_1:8, Jua_1:9; Jua_8:12;
Jua_9:5; Jua_12:35, Jua_12:46; Sal_84:11; Isa_35:4, Isa_35:5; Isa_42:6,
Isa_42:7, Isa_42:16; Sal_49:6; Sal_60:1-3; Mal_4:2; Mat_4:16; Luc_1:78,
Luc_1:79; Luc_2:32; Hch_26:23; Efe_5:14; 1Jn_1:5-7; Apo_22:16. |
COMENTARIOS:
A.W PINK
“Y la Vida era LA LUZ de los hombres".
¿Qué debemos entender por esto? Note dos cosas: esta declaración en el
versículo 4 sigue inmediatamente después de la declaración de que "todo
fue hecho" por Cristo, de modo que son las criaturas, como tales, las que están
aquí a la vista; segundo, son los "hombres", como hombres, y no sólo
los creyentes, se hace referencia aquí. La "vida" aquí es uno de los
títulos divinos del Señor Jesús, por lo tanto, es equivalente a decir,
"Dios era la luz de los hombres".
Entonces,
habla de la relación que Cristo sostiene con los hombres. Él es su
"luz". Esto es confirmado por lo que leemos en el versículo 9, "Esa
es la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene al mundo".
Entonces, ¿en qué sentido es Cristo como "la vida" la "luz de
los hombres"? Respondemos: En lo que hace a los hombres criaturas responsables. Todo hombre racional está
moralmente iluminado. Todos los hombres racionales "muestran la obra de la
ley escrita en su corazón, dando testimonio también su conciencia" (Rom.
2:15). Es esta "luz" que ilumina a todo hombre que viene al mundo, lo
que constituye a los seres humanos responsables. La palabra griega para
"luz" en Juan 1: 4 es "phōs",
y que no se limita a la iluminación espiritual es claramente evidente por su
uso en Mateo 6:23, "Por tanto, si la luz que hay en ti es tinieblas, cuán
grande es esa oscuridad.”
Que
ningún lector infiera de lo dicho que estamos entre las sectas de los que creen
en la teoría no bíblica de que hay en cada hombre una chispa de vida Divina, que
sólo necesita ser avivada para convertirse en una llama. No, repudiamos
expresamente tal mentira satánica.
Por naturaleza, el hombre está espiritualmente "muerto en delitos y pecados". Sin embargo, el hombre natural
es un ser responsable ante Dios, a quien dará cuenta de sí mismo; responsable,
porque la obra de la ley de Dios está escrita en su corazón, dando testimonio también
su conciencia, y esto es la "luz" a la que se refiere Juan 1:4, y la
"luz" en Juan 1: 9.”
DAVID GUZIK
“Esta
vida es luz de los hombres, hablando de luz espiritual así como de luz natural.
No es que el Verbo “contenga” vida y luz; Él
es vida y luz. Por lo tanto, sin Jesús, estamos muertos y en oscuridad. Estamos perdidos. De manera
significativa, el hombre tiene un miedo innato hacia la muerte y la oscuridad.”
BRIAN BAILEY
“Jesús
es la luz y la conciencia de cada hombre. En Él está nuestra misma fuente de
vida. El apóstol Pablo escribe en 2 Corintios 3:6: “porque la letra mata, mas
el espíritu vivifica”. No es la letra muerta de la Palabra la que trae vida,
sino la Palabra ungida y viva. Esa
vida es la luz del hombre. Cuando la Palabra entra en nuestro ser, nosotros no
la podemos ver con nuestros ojos naturales, pero la podemos percibir con
nuestros ojos espirituales. En los momentos cuando nuestros ojos han sido
ungidos por Dios, nosotros podemos ver la luz en aquellos que han recibido la
Palabra. Hay una gran diferencia entre los salvos y los no salvos.”
JUAN CALVINO
“Hasta
ahora nos ha enseñado que por la Palabra de Dios todas las cosas fueron
creadas. Ahora le atribuye, de la misma manera, la preservación de aquellas
cosas que habían sido creadas, como si él hubiera dicho que en la creación del mundo
no se manifestó simplemente un ejercicio repentino de su poder, que pronto pasó,
sino que se manifiesta en el orden constante
y regular de la naturaleza, ya que se dice que sostiene todas las cosas por
la palabra o voluntad de su poder (Hebreos 1: 3).
Esta
vida puede extenderse a las criaturas inanimadas (que viven a su manera, aunque
carecen de sentimiento) o puede explicarse en referencia a las criaturas
vivientes únicamente. Es de poca importancia cual elijas; porque el significado
simple es, que la Palabra de Dios no sólo fue fuente de vida para todas las
criaturas, de modo que las que no lo eran comenzaron a ser, sino que su poder
vivificante hace que permanezcan en su condición; porque si no fuera por su continua
inspiración que sustenta y da vigor al mundo, todo lo que vive se deterioraría
inmediatamente o se reduciría a la nada. En una palabra, lo que Pablo atribuye
a Dios, que en él somos, nos movemos y vivimos, (Hechos 17:28), Juan la declara
que se cumple por medio de la gracia de la palabra; de modo que es Dios quien nos
da la vida, pero es por la Palabra eterna que nos mantiene y sustenta.”
JOHN MACARTHUR
“Aunque
es apropiado hacer algunas distinciones entre la vida y la luz, la declaración
la vida era la luz acaba con la falta de relación entre las dos. En realidad,
Juan está escribiendo que la vida y la luz no se pueden separar. Son
esencialmente iguales, con la idea de que la luz enfatiza la manifestación de
la vida divina. La vida era la luz tiene la misma construcción de el Verbo era
Dios (v. 1). Como Dios no está separado del Verbo, sino que son la misma cosa
en esencia, así también la vida y la luz comparten
las mismas propiedades esenciales.
La
luz se combina con la vida en una metáfora cuyo propósito es clarificar y
contrastar. La vida de Dios es verdadera y santa. La luz es esa verdad y
santidad manifiesta contra la oscuridad de las mentiras y el pecado. La luz y
la vida tienen el mismo enlace en Juan 8:12, donde Jesús afirma: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. La relación entre
la luz y la vida también es clara en el Antiguo Testamento. El Salmo 36:9 dice:
“Porque contigo está el manantial de
vida; en tu luz veremos luz”.
“La luz del evangelio de la gloria de Cristo,
el cual es la imagen de Dios” (2 Co. 4:4) no es más que el brillo de la
vida manifiesta y radiante de Dios en su Hijo. Pablo dice específicamente:
“Dios… es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (v. 6). De modo que la luz es la vida de Dios manifestada en
Cristo.”
ALBERT BARNES
“El
evangelista acababa de afirmar en Juan 1:3 que por el Logos o Palabra el mundo
fue creado originalmente. Una parte de esa creación consistió en darle al
hombre el aliento de vida, Gén. 2:7. Se declara que Dios es la vida, o el Dios
vivo, porque es la fuente o esencia de la vida. Este atributo se atribuye aquí a
Jesucristo. Él no solo hizo el mundo material, sino que también dio vida.
Fue
el agente que le dio vida al mundo vegetal; por el que viven las bestias; y por
el cual el hombre se convirtió en un alma viviente o fue dotado de
inmortalidad. Esta fue una prueba mucho “más alta” para el "Verbo de
Dios", que la creación de los mundos materiales; pero aquí hay otro
sentido por el que era vida.
La
nueva creación, o la renovación del hombre y su restauración del estado de
pecado, a menudo se compara con la primera creación; y como el Logos fue la
fuente de vida, entonces, en un sentido similar pero superior, él es la fuente
de vida para el alma muerta en delitos y pecados, Efesios 2: 1. Y es
probablemente en referencia a esto que a menudo se le llama Vida en los
escritos de Juan. "Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así
también le ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo.
La vida era la luz de los hombres. La luz es aquello por lo que vemos los objetos de
manera distinta. La luz del sol nos permite discernir la forma, la distancia,
la magnitud y la relación de los objetos, y previene las perplejidades y
peligros que resultan de un estado de oscuridad. La luz, por lo tanto, está destinada
al conocimiento para todo aquello que nos permita discernir nuestro deber y que
nos salve de los males de la ignorancia y el error. El Mesías fue predicho como
la luz del mundo, Isaías 9:2."
JOHN GILL
“Había
vida en la palabra con respecto a sí mismo; una vida divina, igual que la vida
del Padre y del Espíritu; y está en él, no por don, ni por derivación o
comunicación; sino originalmente, e independientemente, y desde toda la eternidad:
de hecho vivió antes de su encarnación como Mediador y Redentor. Job lo conoció
en su tiempo, como su Redentor viviente; siendo éste considerado como la
palabra y el Dios vivo, y lo distingue de la palabra escrita, y muestra que no
es una mera idea en la mente divina, sino una persona verdaderamente divina.”
GRANT OSBORNE
“La
vida y la luz están en el corazón de la creación de Génesis 1, y conforman
también el núcleo de la nueva creación. Por lo tanto, en estos versículos hay
un doble significado yendo de la vida y la luz física a la vida y la luz
espiritual en Cristo. El Verbo ha cerrado la brecha entre ambos. La vida está
revestida en el Verbo, y en el regalo de Dios a la humanidad pecadora, la vida
y la luz de Dios se han hecho carne. La vida espiritual ahora está disponible
para todos, y esa vida se ha convertido en “la luz de toda la humanidad”, lo
que significa que ilumina a todo ser humano con la luz de Dios. Toda la
creación culmina en la nueva vida que se encuentra en Cristo.
Las
dos palabras clave “vida” y “luz” impregnan todos los escritos de
Juan. “La vida” aparece treinta y
seis veces en Juan y diecisiete en Apocalipsis, casi la mitad del número total
en el Nuevo Testamento. La vida terrenal de la vieja creación se ha
transformado en la vida celestial y eterna de la nueva creación.
Las
imágenes de “luz” son otro concepto
importante, que aparece veintitrés veces en Juan. La temática luz-oscuridad es
un argumento recurrente en el evangelio. Aquí es parte de lo que se conoce como
“la voluntad salvífica universal” de Dios, presentada en los versículos 4, 7, 9.
Colocando
los tres juntos, Dios derrama su luz salvadora sobre toda la humanidad (v. 4)
de modo que puedan experimentar la luz y creer (v. 7), eso significa que cada
persona es condenada por la luz de Dios (v. 9) La doctrina está mejor explicada
en 2 Pedro 3:9, donde Pedro dice que Dios, de hecho, no quiere “que ninguno
perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” Esto parece ser la
revelación de Dios en Jesús, como todos nosotros somos confrontados con nuestra
total pecaminosidad a través de la luz de Jesús y su muerte expiatoria para el
perdón de nuestros pecados. Aquí encontramos el mismo núcleo del mensaje del
evangelio de Juan.”
J.C RYLE
“En él estaba la vida. Esta frase
significa que, en los consejos eternos de la Trinidad, Cristo fue señalado para
ser la fuente, el manantial, origen y causa de la vida. De Él fluiría toda la vida.
En cuanto a la clase de “vida” a la que aquí se hace referencia hay mucha
diferencia de opinión entre los comentaristas.
Unos
creen, como Lutero, Melanchton, Brentano, Flacius, Lightfoot, Lampe y Pearce,
que la expresión se aplica solo a la vida espiritual y que pretende declarar
que Cristo solamente es la fuente de toda vida para las almas de los hombres,
tanto en el tiempo como en la eternidad. Fue el Creador de todas las cosas y
también el Autor de la nueva creación. Yo me inclino decididamente a esta opinión.
Por un lado, la vida natural parece ya incluida en el versículo anterior acerca
de la Creación. Por otro, es la opinión que parece concordar más como
conclusión del versículo y estar en armonía con las palabras “contigo está el
manantial de la vida; en tu luz veremos la luz”. “Dios nos ha dado vida eterna;
y esta vida está en su Hijo” (Salmo 36:9; 1 Juan 5:11).
La vida era la luz de los hombres. Esta frase significa que la vida que estaba en Cristo
tenía el propósito antes de la Caída de ser guía del alma del hombre al Cielo y
provisión para el corazón y la conciencia del hombre y que, desde la Caída del
hombre, ha sido salvación y consuelo para todos aquellos que han sido salvos.
Aquellos y solo aquellos que han seguido a Cristo como su luz son los que han
vivido ante Dios y llegado al Cielo. Nunca ha habido vida o luz espiritual
alguna que hayan disfrutado los hombres al margen de Cristo.”
GARY BAUMLER
“La
vida de la que habla Juan viene en conexión con la palabra. El Verbo o la
Palabra pone a Dios en una relación de amistad con la humanidad. Al hacerlo
así, el Verbo nos da la vida que solamente podemos tener con Dios.
Naturalmente,
podemos decir que todos los seres humanos tienen vida. Lo decimos también de
las aves, de los animales y de las plantas. Esa es nuestra manera de decir que
ellos existen y que tienen ciertas propiedades de crecimiento, con la habilidad
de consumir alimentos para su nutrición o que tienen ciertas propiedades
químicas, a las que científicamente identificamos con las cosas vivas. Esta
vida también proviene de Dios. Él se la da a todas las personas,
independientemente de que crean o no crean en él.
Sin
embargo, los que conocen a Dios y creen en él por medio de la Palabra (Cristo)
tienen una nueva vida con Dios, una vida que es plena y que dura para siempre.
Tienen una vida completa tal como Dios quería que nosotros la tuviéramos en su
creación perfecta, antes de que el pecado trajera la muerte. Tienen una vida verdadera,
del tipo que Dios quiere para nosotros. Ellos están en comunión con Dios mismo.
Aquí
Juan toca la nota clave de su evangelio. Nos presenta al Verbo eterno, que es
Dios, y en quién hay vida y luz. Cuando creemos en la Palabra, recibimos vida y
luz. Sin embargo, esto es sólo una variación de apertura, porque Juan nos dice
más.
“La
vida”, que existe en el Verbo, “era la luz de los hombres”. Esta combinación de
la luz con la vida nos hace pensar en una planta que está puesta en la ventana
del lado oscuro y que lucha por recibir su dosis de sol. Ponga esta planta en
la oscuridad total, y pronto morirá. Así es con nosotros y Cristo. Su luz nos
da vida.
Aquí
debemos hacer una pausa y preguntarnos: “¿Quiénes somos nosotros sin Cristo?
Quiten a Cristo, y no tenemos ningún conocimiento salvador de Dios; no tenemos
ninguna vida verdadera, porque no tenemos luz. Observemos de qué manera tan cercana
se relacionan estos pensamientos entre sí y lo absolutos que son. Aparte del
Verbo, Jesucristo, sólo existe la separación de Dios, la muerte, la destrucción
y la oscuridad total.”
LEON MORRIS
“La
vida de la que Juan habla es, en primera instancia, el tipo de vida que
encontramos en la Tierra, pero esto nos lleva a pensar en la vida espiritual,
que es tan importante que Juan puede hablar de ella como “la (NVI, “esa”)
vida”. No podemos olvidarnos de ninguno de los dos sentidos. Este evangelio
constantemente asocia la vida con el Verbo.
Éste
vino para que la gente pueda tener vida,
y pueda tenerla en abundancia (10:10). Murió para que la gente pueda tener vida eterna (3:16). Dio su carne por la vida del mundo (6:51). Solo aquellos
que comen su carne y beben su sangre tienen
vida (6:53-54) y, del mismo modo, solo aquellos que vienen a Él tienen vida (5:40). Cuando Él da vida,
la gente no perecerá jamás (10:28).
Dijo que tenía poder para dar vida, y
para volverla a tomar (10:18), y eso es exactamente lo que hizo consigo
mismo. Como Señor de la vida,
resucitó a Lázaro de entre los muertos (cap. 11).
En
dos ocasiones, dijo que Él era “la vida” (11:25; 14:6), idea que ya se
vislumbra en el prólogo. La fuente principal de vida es el Padre, quien “tiene vida en sí mismo” (5:26). Pero el
Padre “le dio al Hijo el tener vida en sí
mismo” (5:26), y es esto último lo que Juan quiere destacar en estos
versículos que ahora estamos considerando.
Del
mismo modo que Juan relaciona la vida con Cristo, también lo hace con el
concepto de luz. Cristo es “la luz del mundo” (8:12; 9:5). Ha venido al mundo
como la luz (12:46). El que le siga «no andará en tinieblas, sino que tendrá la
luz de la vida» (8:12). Se le puede pedir a la gente que crea en la luz
(12:36), del mismo modo que se les pide que crean en Él. Y de igual forma que
Aquel que es vida dio vida a Lázaro, el que es la luz del mundo dio vista a un
ciego de nacimiento (cap. 9).
Las
primeras palabras de Dios que se escribieron son las siguientes: “Sea la luz” (Gn. 1:3), y en ese
capítulo, la palabra es la fuente de la luz. Toda la luz que existe, andemos o
no en ella, se la debemos a la Palabra, al Verbo.”
NACAR – COLUNGA
“En
las especulaciones rabínicas y en los pasajes bíblicos sapienciales, los
conceptos de la Ley, la Sabiduría y la Palabra tienen un paralelismo o identificación
con el concepto de “luz.” Así como la luz ilumina al hombre en su caminar
diario, y bajo ella no tropieza o cae, como en la noche (Jn 9:9-10), así el ser
humano, caminando moralmente a la “luz” de la Ley, de la Sabiduría o de la
Palabra divina, no tropieza ni cae en su marcha moral hacia Dios: “Tu palabra
es una lámpara para mis pasos, una luz en mi sendero”.
Estos dos conceptos de “vida” y de “luz” andan parejos en el A.T. Si no son sinónimos, están íntimamente entrelazados. La “luz” conduce a la “vida.” Con esta “luz” se “vive” la vida verdadera. Es la misma forma de expresarse Juan en su primera epístola (1 Jn 1:5-11; 2:8-11).”
SAMUEL P. MILLOS
“En Él era la vida". Es necesario
dar aquí el sentido que este término vida en relación con Cristo tendrá en todo
el resto del Evangelio. Es necesario
entender también que aunque la vida de Dios es absolutamente espiritual y no hay
nada fisico en ella, es desde ella que toda vida viene a la experiencia vital
sobre el ser al que se le comunica. La vida biológica, la humana y la angélica
son resultantes de la acción vital de Aquel que no sólo tiene vida sino que es
esencialmente vida en Él mismo.
En
la segunda clausula del versículo la vida se manifiesta en luz. El pecado
introducido en el mundo de los hombres por el primer hombre Adán, convirtió la
esfera de vida humana en tinieblas. Jesús viene para dar liberación de las
tinieblas a todo aquel que lo sigue, el mismo dice que aquél que cree en mí,
"el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida" (8: 12).”
SAN AGUSTIN
“Esta
es la vida que esclarece a los hombres. Los animales no reciben esta luz,
carecen de inteligencia, única capaz de contemplar la Sabiduría. Es el hombre, hecho
a la imagen de Dios y dotado de inteligencia, quien puede conocer esta divina
Sabiduría. La vida que ha hecho todas las cosas, esa misma vida es la luz, no
de cualesquiera animales, sino de los hombres. Por eso se dice poco después:
Existía la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo. Esta
es la luz que iluminó a Juan Bautista, y es la misma que iluminó también a Juan
Evangelista.
Plenitud
de luz poseía quien escribió: Yo no soy el Cristo; es el que viene después de
mí, y a quien no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias. Los resplandores
de esa misma luz envolvieron al que dice: En el principio existía el Verbo, y
el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Esta es la vida que es luz de los
hombres.
Pero
los corazones necios no tienen capacidad para ver esta luz; les oprime e impide
que la vean el peso de sus pecados. No piensen que la luz está lejos de ellos,
y por eso no puedan verla. Por sus pecados son ellos mismos tinieblas.”
ALFRED WIKENHAUSER
“La
vida que el Logos posee es la misma que trae en sí una vez encarnado, y que da
a los hombres." Lo que el evangelista quiere, pues, decir, es lo siguiente:
En el Verbo estaba la verdadera vida, la vida divina (5,26), sin cuya posesión
la humanidad queda sumida en la muerte eterna. Comunicar esta vida será
precisamente la misión del Verbo hecho carne.
Tal
comunicación de la vida se presenta ahora como iluminación de los hombres, lo
que equivale a decir que la vida del Verbo se les da como «luz», en forma de
iluminación («la luz de la vida», 8,12).
Por cierto que la vida que el Logos posee desde el principio es la luz para los
hombres, no sólo a partir de la encarnación, sino desde mucho tiempo antes,
desde la creación del mundo, puesto que de ella tienen necesidad los hombres en
cuanto criaturas espirituales.”
WILLIAM HENDRIKSEN
“No
dice a través de sino en, igual que en 5:26; 6:48, 53; 11:25. La cláusula “en él estaba la vida” significa que
desde toda la eternidad y a través de la antigua dispensación la vida residía
en el Verbo. Por ello el mejor texto tiene “estaba”,
y no “está”.
¿Qué
significa aquí la palabra vida? ¿Se refiere directamente a toda clase de vida,
sea física o espiritual, sea la vida de una mariposa o la de un arcángel? La
vida física, sin embargo, no reside en la segunda persona de la Trinidad. Dios
no es físico en ningún sentido (cf. 4:24). Por otra parte, es una buena regla
exegética ver si un término queda explicado cuando se prosigue la lectura.
Aplicando dicha regla en este caso, el resultado es el siguiente:
La
vida se identifica con la luz de los hombres (1:4b). Esta luz resplandece en las tinieblas y no la
hacen suya los hombres pecadores (1:5). El Bautista da testimonio en relación a
esta luz (versículos 6, 7). El no era la luz original y perfecta, ante cuya
brillantez, cualquier otra luz palidece, sino que vino para dar testimonio
respecto a la luz (versículos 8, 9). Ahora esta luz queda identificada como
Aquél a quien el mundo rechaza pero que es aceptado por los hijos de Dios
(versículos 10–13).
De
este contexto se desprende claramente que los términos vida y luz pertenecen a
la esfera espiritual. Además, tanto en el cuarto Evangelio como en la Primera
Epístola, el término vida (ζωή) siempre (54 veces) pertenece a esa esfera. A
veces aparece intercambiado con la expresión “vida eterna” (5:24). Cuando
alguien posee realmente esta vida, experimenta una íntima comunión con Dios en Cristo
(17:3). El significado es similar en el libro de Apocalipsis (libro de la vida,
agua de la vida, árbol de la vida, corona de la vida).
De
todo esto parece evidente que el término se refiere básicamente a la plenitud
de la esencia de Dios, a sus gloriosos atributos: santidad, verdad
(conocimiento, sabiduría, veracidad), amor, omnipotencia, soberanía. Esta vida
completa y bendita de Dios ha estado presente en el Verbo desde la eternidad y
a través de toda la antigua dispensación: “En él estaba la vida”.
Desde
la caída, que ya está implícita en la última cláusula del versículo 4, aquella
luz fue anunciada a los hombres. La humanidad se caracterizaba por las
tinieblas, la maldad y el odio, todo lo cual es lo opuesto de la luz. Durante
la antigua dispensación se proclamó a los hombres (especialmente a Israel) el
amor y la verdad de Dios en Cristo. Amor y verdad son sinónimos de luz, (véase
3:19–21 tanto para sinónimos como para antónimos; también 1 Jn. 2:8–10.) Por
supuesto, no debemos limitar el significado del término luz a estos dos atributos
únicamente (amor y verdad); éstos más
bien representan todos los atributos de Dios. En la obra de la salvación todos los atributos divinos se
mostraron. Fueron proclamados a los hombres pecadores.”
MATTHEW HENRY
“En
Él está el origen de la vida y de la luz: En Él estaba la vida (v. Jua_1:4). Es
una prueba más de que es Dios, pues:
(A)
Tiene vida en sí mismo (Jua_5:26); no sólo es el Dios verdadero, sino también
el Dios viviente.
(B)
Todas las criaturas vivientes tienen su vida en Él, toda la vida que hay en la
creación se deriva de Él. Él es la Palabra, de la que el hombre vive más que del pan (Mat_4:4 comp. con Jua_6:35,
Jua_6:48-51).
(C) Las criaturas racionales tienen su luz de Él: Y la vida era la luz de los hombres. La vida del hombre es muy superior y mucho más noble que la de las demás criaturas, por la luz de la razón: «Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre» (Pro_20:27) y fue el Verbo eterno quien encendió esa lámpara. ¿De quién, pues, podíamos esperar la luz de la revelación mejor que de aquel que nos proporcionó la luz de la razón?.”
LAS NECESIDADES MAS PROFUNDAS DEL
HOMBRE SUPLIDAS POR DIOS (JAMES SMITH) |
|
1.
Una revelación divina del Padre. Jesucristo le ha declarado. |
Jua 1:14-18 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó
entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre),
lleno de gracia y de verdad. (15) Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo:
Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque
era primero que yo. (16) Porque de su plenitud tomamos todos, y
gracia sobre gracia. (17) Pues la ley por medio de Moisés fue dada,
pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. (18)
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del
Padre, él le ha dado a conocer. |
2.
Una Luz divina mediante la que pueda ver las cosas como realmente
son en Cristo la
Luz. |
Jua 1:7-9 Este vino por testimonio, para que diese
testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. (8)
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. (9)
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. |
3.
Un Sustituto divino para hacer expiación por el pecado. Cristo es el Cordero de
Dios. |
Jua 1:29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía
a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. |
4.
Un derecho divino a la Familia de Dios. Cristo
da este derecho. |
Jua 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los
que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; |
5.
Una naturaleza divina para adecuarlo para esta santa familia.
Cristo, por Su
Espíritu, da esto. |
Jua 1:13 los cuales no son engendrados de sangre, ni
de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. |
6.
Una plenitud divina para satisfacer esta naturaleza. Cristo la tiene. |
Jua 1:16 Porque de su plenitud tomamos todos, y
gracia sobre gracia. |
7.
Un poder divino para el servicio. Cristo lo da. |
Jua 1:33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a
bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y
que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. |
JAMES SMITH
“¿Por
qué es la Vida descrita como la Luz de los hombres, y no de la creación? Él ha
hecho la Luz del universo material, pero Él es la Luz de los hombres. El hombre
es algo distinto de y superior a otras cosas creadas. Es una personalidad que
necesita de la Personalidad Divina para afrontar todas sus necesidades. «En Él
estaba la vida». El origen de la vida estaba en Él, y Dios, al darnos a su
Hijo, nos ha dado la vida eterna (1Jn_5:11).
La
vida manifestada en Cristo Jesús es la verdadera luz que debiera alumbrar a
todo hombre que viene al mundo. He venido para que tengan vida. Cristo, como la
Palabra de Dios, es el pan de vida que descendió del cielo, para que todo el
que coma no muera. No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de
Dios.”
WILLIAM MACDONALD
“En él estaba la vida. Esto no significa
simplemente que poseyese la vida, sino que él era y es la fuente de la vida. La
palabra aquí empleada incluye tanto la vida física como la espiritual. Cuando
nacimos, recibimos vida física. Cuando nacemos de nuevo, recibimos vida
espiritual. Ambas cosas vienen de él.
La vida era la luz de los hombres. El mismo que nos dio la vida es también la luz de los
hombres. Él proporciona la guía y dirección necesarias para el hombre. Existir
es una cosa, pero otra muy distinta es saber cómo vivir, conocer el verdadero
propósito de la vida, y conocer el camino al cielo. El mismo que nos ha dado
vida es Aquel que nos provee de la luz para el camino que seguimos.
Hay
siete maravillosos títulos de nuestro Señor Jesucristo en este capítulo inicial
del Evangelio. Es llamado
(1)
el Verbo (vv. Jua_1:1; Jua_1:14);
(2)
la Luz (vv. Jua_1:5; Jua_1:7);
(3)
el Cordero de Dios (vv. Jua_1:29;
Jua_1:36);
(4)
el Hijo de Dios (vv. Jua_1:34;
Jua_1:49);
(5)
el Cristo (Mesías) (v. Jua_1:41);
(6)
el Rey de Israel (v. Jua_1:49); y
(7)
el Hijo del Hombre (v. Jua_1:51).
Los
primeros cuatro títulos, cada uno de los cuales es mencionado al menos dos
veces, parecen ser de aplicación universal. Los últimos tres títulos, cada uno
de los cuales es mencionado sólo una vez, tuvieron su primera aplicación
respecto a Israel, el antiguo pueblo de Dios.”
MARTIN LUTERO
“Y
la vida era la luz de los hombres. Quiere decir que la vida en El no reside
sólo en Él mismo, sino que la imparte a todas las criaturas, en especial al
hombre, a fin de que éste pueda vivir eternamente. También fue la Luz, por
ejemplo, la Luz del hombre al que dotó de una luz especial. Sorprende que el
evangelista san Juan sea capaz de discutir temas tan sublimes e importantes con
un lenguaje tan claro y sencillo. Quiere decir que el Hijo de Dios se acerca
tanto a los hombres que, en realidad, es su Luz. Y esta Luz es muy diferente de
la que perciben los animales racionales. Los cerdos y las vacas también gozan
de la luz universal del sol por el día y de la luz de la luna por la noche,
pero sólo el hombre está dotado de la luz gloriosa de la razón y del intelecto.
La capacidad del hombre por crear tantas artes y tan nobles, su sabiduría,
destreza e ingenuidad, todo deriva de la Luz o del Verbo, que fue la Luz de los
hombres.
Así,
esta luz, Cristo, no es únicamente una luz en sí misma, sino que con ella
ilumina a los hombres de forma que toda razón, sabiduría y destreza que no son
falsos ni diabólicos, emanan de esta Luz que constituye la Sabiduría del Padre
eterno. Pero en adición a esta Luz, la cual todos los hombres, buenos y malos,
gozan en común, hay una luz particular que Dios garantiza sólo a su Hijo y a
ello se aplica todo cuanto Juan escribe más adelante referente al Verbo, es
decir, que Él se revela al Elegido a través del Espíritu Santo y la Palabra
oral, deseando ser la Luz de su pueblo. A continuación, Juan agudiza su
disertación aún más y la circunscribe al tema, relacionando esta luz con los
descendientes de Abraham y las generaciones que siguieron, por ejemplo los
judíos de quien Cristo devino a través de la carne y así, Juan llega al linaje
de Cristo.
En
el Jardín del Edén se reveló a Adán y Eva poco después de la caída de éstos,
lanzando un brillante rayo de dicha luz en sus corazones; Él les iluminó y les
consoló. Después de la amargura infligida por la serpiente, nuevamente apaciguó
sus corazones diciendo: La simiente de la mujer (Él) te herirá en la cabeza
(Gen_3:15). En función de la luz, Adán y Eva predicaron a sus hijos y nietos
que a su debido tiempo Él vendría al mundo.
Asimismo,
Noé también vio la luz y la reveló al pueblo. Después del Diluvio repitió la
promesa y la formuló más específica y precisamente cuando dijo a Abraham: «Y
serán benditas en ti todas las familias de la tierra» (Gen_12:3; Gen_22:18).
Habló de forma similar a Isaac, a Jacob (Gen_26:4; Gen_28:14) y finalmente
también a David en Psa_132:11: «De tu descendencia pondré sobre tu trono». Hay
promesas similares en 2Sa_7:12; Psa_89:4; Isa_9:7.
Todos
estos fueron rayos y manifestaciones de la misma luz que se apareció a Adán y
Eva y a otros patriarcas antes del Diluvio y que continuó brillando después de
éste. Así, brilló en los días de Abraham después que éste recibiera la promesa,
Isaac, Jacob, Moisés y los patriarcas que le siguieron, primero en Egipto y
luego en Canaán hasta David y los demás profetas, a todos los iluminó la Luz.
Escucharon la consoladora promesa y creyeron que la Luz vendría a iluminar a
todo el pueblo y por ello, lo predicaron a todos los demás.
Ésta
es la Luz a la que Juan se refiere aquí. Porque la luz o la iluminación de toda
clase de virtudes: sabiduría, artes, ingenio, no se limitó a los fieles, sino
que se repartió por todos los hijos del mundo los cuales, como testifica la
misma Luz, son mejores en su propia generación que los hijos de luz (Luk_16:8).
Hablamos de la Luz que iluminó a nuestros primeros padres y les consoló con la
fe de que la semilla de la mujer los sacaría del desgraciado estado en que la
serpiente los había sumido. Comunicaron esta información a sus hijos de forma
que también iluminara en ellos y a sus corazones la esperanza de la vida
eterna. Asimismo, los patriarcas que vivieron después del Diluvio —Abraham,
Isaac, Jacob, David, a quienes los profetas recordaron la promesa con una
clarividencia siempre creciente— lo guardaron celosamente hasta el advenimiento
de Cristo, el Salvador y la Luz del mundo.”
WILLIAM BARCLAY
“El
Cuarto Evangelio empieza y termina con la vida. En el mismo principio leemos
que en Jesús estaba la vida; y en el mismo final leemos que el propósito de
Juan al escribir su evangelio era «que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo
de Dios, y para que creyendo tengáis vida en Su nombre» (20:31). Esta palabra
está continuamente en los labios de Jesús. Es Su sentido pesar que las personas
no quieren venir a Él para tener vida (5:40). Es Su declaración que El vino
para que los hombres tuvieran vida, y la tuvieran en abundancia (10:10).
Él
testifica que les da vida a las personas y que no perecerán jamás, porque nadie
las podrá arrebatar nunca de Su mano (10:28). Se proclama el camino, la verdad
y la vida (14:6). En el evangelio la palabra vida (zóé) aparece más de treinta
y cinco veces, y el verbo vivir o tener vida (zén) más de quince. Así pues,
¿qué es lo que quiere decir Juan con vida?
(1)
Quiere decir sencillamente que vida es lo contrario de destrucción, condenación
o muerte. Dios envió a Su Hijo para que todos los que crean en Él no se
pierdan, sino tengan vida eterna (3:16). El que oye y cree tiene vida eterna, y
no está sujeto a juicio (5:24). Hay un contraste entre la resurrección para la
vida, y la resurrección para el juicio (5:29). Aquellos a los que Jesús da la
vida no perecerán jamás (10:28). Hay algo en Jesús que le da a uno seguridad en
esta vida y en la por venir. Hasta que aceptamos a Jesús y le tomamos como
nuestro Salvador y le entronizamos como nuestro Rey no se puede decir que
vivimos. El que vive una vida sin Cristo existe, pero no sabe lo que es la
vida. Jesús es la única Persona que puede hacer que valga la pena vivir, y en
Cuya compañía la muerte no es más que el preludio de una vida más plena.
(2)
Pero Juan está completamente seguro de que, aunque Jesús es el que nos trae esa
vida, el que nos la da es Dios. Juan usa la frase el Dios viviente como el
resto de la Biblia. Es la voluntad del Padre que envió a Jesús que todos los
que le ven y creen en Él tengan vida (6:40). Jesús es el que da la vida porque
el Padre ha puesto Su propio sello de aprobación sobre Él (6:27). Él les da la
vida a todos los que el Padre le ha dado (17:2). Dios está en todo ello. Es
como si Dios estuviera diciendo: «Yo he creado a los seres humanos para que
tengan la vida real; a causa de su pecado, han dejado de vivir y sólo existen;
Yo les he enviado a Mi Hijo para hacerles saber lo que es la vida real.»
(3)
Debemos preguntarnos qué es esa vida. Una y otra vez el Cuarto Evangelio usa la
frase vida eterna. Ya trataremos del sentido completo de esa frase más tarde;
pero de momento notaremos esto: La palabra que usa Juan para eterna es aiónios.
Está claro que, sea lo que sea la vida eterna, no es simplemente una vida que
no se acaba nunca. Una vida interminable podría ser una maldición terrible;
muchas veces hay personas que claman por una liberación de la vida. En la vida
eterna tiene que haber algo más que su duración; tiene que haber también una
calidad de vida.
No
se desea la vida a menos que sea una cierta clase de vida. Aquí tenemos la
clave. Aiónios es el adjetivo que se usa a menudo para describir a Dios. En el
verdadero sentido de la palabra, sólo Dios es aiónios, eterno; por tanto, vida
eterna es la vida de Dios. Lo que Jesús nos ofrece de Dios es la misma vida de
Dios. La vida eterna es la que experimenta algo de la serenidad y el poder de
la vida de Dios mismo. Cuando vino Jesús ofreciendo a los hombres la vida
eterna, estaba invitando a todo el mundo a entrar en la misma vida de Dios.
(4)
Entonces, ¿cómo entramos en esa vida? Creyendo en Jesucristo. La palabra creer
(pisteuein) aparece en el Cuarto Evangelio nada menos que setenta veces. "
El que cree en el Hijo tiene vida eterna» (3:36). " El que cree -dice
Jesús tiene la vida eterna» (6:47). La voluntad de Dios es que las personas
vean al Hijo, y crean en Él, y tengan la vida eterna (5:24). ¿Qué quiere decir
Juan con creer? Dos cosas.
(a)
Quiere decir que debemos estar convencidos de que Jesús es real y
verdaderamente el Hijo de Dios. Quiere decir que debemos hacer una decisión en
relación con El. Después de todo, si Jesús no fue nada más que un hombre, no,
hay razón para que Le demos la obediencia completa e implícita que Él demanda.
Tenemos que pensarnos personalmente Quién era Jesús. Tenemos que mirarle,
aprender acerca de Él, estudiarle, pensar en Él hasta llegar a la conclusión de
que no es sino el Hijo de Dios.
(b)
Pero es más que una convicción intelectual. Creer en Jesús quiere decir tomarle
la palabra, aceptar Su programa como algo que nos obliga absolutamente, creer
sin lugar a duda que lo que Él dice es verdad.
Para
Juan, fe quiere decir la convicción de la mente de que Jesús es el Hijo de
Dios, la confianza del corazón de que todo lo que dice es verdad y el
fundamentar toda nuestra vida sobre la seguridad inquebrantable de que debemos
tomarle la palabra. Cuando lo hacemos, dejamos de «existir» y empezamos a
vivir. Nos enteramos de lo que quiere decir la Vida, con mayúscula.
La
segunda de las grandes palabras clave de Juan que nos encontramos aquí es la
palabra luz. Esta palabra aparece en el Cuarto Evangelio nada menos que
veintiuna veces. Jesús es la luz de los hombres. La misión de Juan el Bautista
era señalar a los hombres aquella luz que estaba en Cristo. Dos veces se llama
Jesús a Sí mismo la luz del mundo (8:12; 9:5). Esta luz puede estar en los
hombres (11:10), de manera que pueden llegar a ser hijos de la luz (12:36).
" Yo he venido -dijo Jesús- como la luz al mundo» (12:46). Veamos si
podemos entender algo de esta idea de la luz que trae Jesús al mundo. Hay tres
cosas que sobresalen.
(1)
La luz que trae Jesús es la que hace huir al caos. En la historia de la
creación, Dios se movió sobre el caos oscuro e informe que había antes que
empezara el mundo, y dijo: " Sea la luz» (Gen_1:3). La recién creada luz
de Dios derrotó al caos vacío al que vino. Así Jesús es la luz que brilla en la
oscuridad (1:5). El es la única Persona que puede salvar la vida de convertirse
en un caos. Dejados a nosotros mismos estamos a merced de nuestras pasiones y
temores.
Cuando
Jesús amanece en la vida, viene la luz. Uno de los miedos más antiguos del
mundo es el miedo a la oscuridad. Hay una historia de un niño que tenía que
dormir en una casa desconocida. Su anfitriona, creyendo ser amable, le ofreció
dejar la luz encendida cuando él se acostara. Cortésmente declinó el
ofrecimiento. «Creía -le dijo la señora- que podrías tener miedo de la
oscuridad.» «Oh no -replicó el muchacho-, ¿sabe usted? Es la oscuridad de
Dios.» Con Jesús la noche resplandece a nuestro alrededor como el día.
(2)
La luz que trae Jesús es una luz reveladora. La condenación consistió en que
los hombres amaron más la oscuridad que la luz; y lo hicieron porque sus obras
eran malas; y odiaban la luz porque no querían que expusiera sus obras (3:19s).
La luz que trae Jesús es lo que revela cómo son las cosas. Despoja de los
disfraces y de los embozos; muestra las cosas en toda su desnudez, en su
verdadero carácter y en su valor real.
Nunca
nos vemos hasta que nos vemos a través de los ojos de Jesús. Nunca vemos cómo
son nuestras vidas hasta que las vemos a la luz de Jesús. Jesús a menudo nos
conduce a Dios revelándonos a nosotros mismos.
(3)
La luz que trae Jesús es una luz que guía. El que no tiene esa luz anda en
tinieblas y no sabe adónde va (12:36). Cuando uno recibe esa luz y cree en
ella, ya no anda en tinieblas (12:46). Una de las características de las
historias del evangelio que no pueden pasar desapercibidas es el número de
personas que vinieron corriendo a Jesús para preguntarle: «¿Qué es lo que tengo
que hacer?» Cuando Jesús viene a una vida, se acaba el tiempo del suponer y del
andar a tientas, el tiempo de la duda y de la inseguridad y de la vacilación.
La senda que parecía oscura se vuelve luminosa; la decisión que estaba envuelta
en una noche de incertidumbre se ilumina. Sin Jesús somos como los que van a
tientas por una carretera desconocida en un apagón. Con Él, el camino es claro.”
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