domingo, 19 de marzo de 2023

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 33


 

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 33

RV1960

NVI1999

BTX4

Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.

Yo mismo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende y permanece, es el que bautiza con el Espíritu Santo.”

Y yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua, Él me dijo: Sobre quien vieras que desciende el Espíritu y permanece sobre Él, ése es el que bautiza en Espíritu Santo.

TR+

INA27+

VUL

καγωG2504 P-1NS-K ουκG3756 PRT-N ηδεινG1492 V-LAI-1S αυτονG846 P-ASM αλλG235 CONJ οG3588 T-NSM πεμψαςG3992 V-AAP-NSM μεG1473 P-1AS βαπτιζεινG907 V-PAN ενG1722 PREP υδατιG5204 N-DSN εκεινοςG1565 D-NSM μοιG1473 P-1DS ειπενG3004 V-2AAI-3S εφG1909 PREP ονG3739 R-ASM ανG302 PRT ιδηςG3708 V-2AAS-2S τοG3588 T-ASN πνευμαG4151 N-ASN καταβαινονG2597 V-PAP-ASN καιG2532 CONJ μενονG3306 V-PAP-ASN επG1909 PREP αυτονG846 P-ASM ουτοςG3778 D-NSM εστινG1510 V-PAI-3S οG3588 T-NSM βαπτιζωνG907 V-PAP-NSM ενG1722 PREP πνευματιG4151 N-DSN αγιωG40 A-DSN 

καγω G2504:P-1NS-K Y yo ουκ G3756:PRT-N no ηδειν G1492:V-LAI-1S había sabido αυτον G846:P-ASM a él αλλ G235:CONJ sino ο G3588:T-NSM el πεμψας G3992:V-AAP-NSM habiendo enviado με G1473:P-1AS a mí βαπτιζειν G907:V-PAN estar sumergiendo εν G1722:PREP en υδατι G5204:N-DSN agua εκεινος G1565:D-NSM aquél μοι G1473:P-1DS a mí ειπεν G3004:V-2AAI-3S dijo εφ G1909:PREP Sobre ον G3739:R-ASM cual αν G302:PRT probable ιδης G3708:V-2AAS-2S veas το G3588:T-ASN a el πνευμα G4151:N-ASN espíritu καταβαινον G2597:V-PAP-ASN descendiendo και G2532:CONJ y μενον G3306:V-PAP-ASN permaneciendo επ G1909:PREP sobre αυτον G846:P-ASM él ουτος G3778:D-NSM este εστιν G1510:V-PAI-3S está siendo ο G3588:T-NSM el βαπτιζων G907:V-PAP-NSM sumergiendo εν G1722:PREP en πνευματι G4151:N-DSN espíritu αγιω G40:A-DSN santo

et ego nesciebam eum sed qui misit me baptizare in aqua ille mihi dixit super quem videris Spiritum descendentem et manentem super eum hic est qui baptizat in Spiritu Sancto

KJV

And I knew him not: but he that sent me to baptize with water, the same said unto me, Upon whom thou shalt see the Spirit descending, and remaining on him, the same is he which baptizeth with the Holy Ghost. 

TCB

Y yo no le conocía. Jua_1:31; Mat_3:13-15.

 

Éste es el que bautiza con el Espíritu Santo. Jua_3:5, Jua_3:34; Mat_3:11, Mat_3:14; Mar_1:7, Mar_1:8; Luc_3:16; Hch_1:5; Hch_2:4; Hch_10:44-47; Hch_11:15, Hch_11:16; Hch_19:2-6; 1Co_12:13; Tit_3:5, Tit_3:6.

 

COMENTARIOS:

ISAAC AMBROSE

“En esto aparece la excelencia del oficio profético de Cristo, él es tal profeta que ilumina a todo hombre que viene al mundo; es un profeta que bautiza con el Espíritu Santo y con fuego; es tal profeta que hace arder los corazones de los hombres en su interior cuando les habla; él es tal profeta que invita a sus ministros: "Id, instruid a todas las naciones, y yo estaré con vosotros; y os haré ministros capaces, no de la letra, sino del Espíritu"; Él es un profeta que enseña interiormente, con claridad, experiencia y dulzura: ningún hombre en el mundo puede decir esto o hacer esto, sino Jesucristo, el gran profeta de la iglesia, a quien Dios resucitó, como Moisés, sin embargo, muy por encima de Moisés. ¡Oh alma mía, considera si Dios te ha enseñado así!.”

JONATHAN EDWARDS

Ése es el que bautiza con el Espíritu Santo… Por eso a la religión verdadera se le llama el poder de la piedad, a diferencia de las apariencias externas, que son su forma, 2 Tim. 3:5. "Teniendo apariencia de piedad, pero negando su poder". El Espíritu de Dios, en aquellos que tienen una religión sólida y sólida, es un Espíritu de poderoso y santo afecto; y por lo tanto, se dice que Dios "les ha dado el Espíritu de poder, de amor y de un sano juicio" (2 Ti. 1:7.) Y así, cuando reciben el Espíritu de Dios en su santificación y influencias salvadoras, se dice que son "bautizados con el Espíritu Santo y con fuego"; por el poder y el fervor de esos ejercicios que el Espíritu de Dios excita en ellos, y por los cuales sus corazones, cuando la gracia está en ejercicio, puede decirse que arde dentro de ellos. (Lucas 24:32).”

SAN JUAN CRISOSTOMO

“San Juan repite con frecuencia esa expresión: Ni siquiera yo lo conocía. Y no por casualidad, sino con un motivo muy definido, porque Cristo era su pariente según la carne. Se lee en el Evangelio de san Lucas: He aquí que tu paviente Isabel ha concebido un hijo...10. Para que no pareciera que hablaba en favor de Cristo a causa de su parentesco con él, repite a menudo: Ni siquiera lo conocía. Por otra parte, fue realmente así. El pasó toda su vida en el desierto, lejos de casa de su padre. Y ¿por qué, si no le conocía antes de que descendiera sobre El el Espíritu Santo y le conoció justamente entonces, por qué, digo, se negaba a administrarle el bautismo, diciendo: Soy yo quien debe ser bautizado por ti. Eso era un claro signo de que Cristo era ya conocido, pero no desde hacía mucho tiempo. Lo cual es explicable, pues los milagros acaecidos cuando Jesús era niño, la llegada de los magos y otros semejantes, pertenecían a una época demasiado lejana, cuando Juan mismo era también niño todavía. Durante el resto del tiempo Cristo había permanecido por completo desconocido para él. Si le hubiera sido conocido, Juan no habría dicho: He venido a bautizar para que sea manifestado a Israel.”

JOHANNES BRENZ

“Leemos, yo bautizo en agua para arrepentimiento, pero el que venga después de mí los bautizará en Espíritu Santo y fuego. Ya he hablado antes de la diferencia entre el bautismo de Juan y el bautismo de Cristo. Juan bautiza en agua, es decir, toda la enseñanza o predicación de Juan mortifica a causa de la Ley y prepara la conciencia para la vivificación futura. Pero esta mortificación se exhibió y se ofreció no solo por la palabra o la enseñanza, sino que también estaba conectada a través de un sacramento (que es el bautismo) a la enseñanza. Juan, entonces, no es más que un ministro de mortificación. Se diferencia de Moisés solo en esto, en que también reveló a Cristo, que todavía estaba escondido en Moisés. Pero Cristo bautiza en el Espíritu Santo; es decir, la enseñanza y la predicación de Cristo vivifica a causa del evangelio, alegrando y apaciguando la conciencia ya preparada por la ley. De manera similar, Cristo ofreció y suministró esta vivificación a los creyentes no solo con una palabra, sino también mediante el sacramento del bautismo, un sacramento conectado a una palabra. Por eso, Pablo llama al bautismo un baño de regeneración. Y así Cristo es un ministro de la vivificación, o más bien, él mismo es el dador de vida y el que justifica. Como dice Pablo, Él mismo fue hecho para nosotros sabiduría de Dios, justicia, santificación y redención.”

PHILIPP MELANCHTHON

“Este texto ha torturado a muchos. ¿Por qué dice Juan que no conoció a Cristo hasta que vio la paloma descender del cielo? El Espíritu descendió después del bautismo. Pero Juan parece haber conocido a Cristo incluso antes del bautismo, porque dice: Yo debería ser bautizado por ustedes. Hay quienes piensan que Juan no conocía la divinidad de Cristo hasta entonces. Antes de eso conocía su humanidad y sabía que él era el Salvador, aunque no sabía que era Dios. Mi solución es que Juan está relacionando esta señal, a través de la cual el Padre dio testimonio de Cristo el Hijo. Aunque conocía a Cristo por una revelación anterior, no menciona esta revelación privada. Más bien, señala esta señal que los profetas predijeron que sería una señal de Cristo: el Espíritu del Señor está sobre mí.

Este, entonces, es el significado: yo, Juan, no había conocido a Cristo, pero llegué a conocerlo a través de la revelación de Dios, y el Padre dio este testimonio de su revelación. Él reveló el Espíritu descendiendo sobre Cristo. Esta es la señal de que me estoy relacionando contigo. Porque este es el signo por el cual el Padre designó al Hijo. Él es el que bautiza en el Espíritu. Es decir, hace una nueva criatura, una nueva luz, un nuevo corazón mediante la mortificación del viejo. Debemos observar aquí en primer lugar que Cristo no es conocido por carne, como leemos: Bendito eres Simón, hijo de Jonás. Segundo, Cristo fue sellado y ungido por el Espíritu Santo para que nosotros también pudiéramos ser ungidos y sellados; y su unción gotea por la barba de Aarón. Y así como el Padre da testimonio del Hijo por el envío del Espíritu Santo, así Pablo llama al Espíritu en nosotros prenda de gracia: porque el Espíritu nos da testimonio de que somos hijos de Dios, clamando ¡Abba! ¡Padre!.”

JUAN CALVINO

Sobre quien verás descender el Espíritu. Aquí surge una pregunta difícil; porque si Juan no conocía a Cristo, ¿por qué se niega a admitirlo en el bautismo? (Mat 3:14 “Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?”) A una persona a quien no conocía, no le diría: “necesito ser bautizado por ti'' (Mateo 3:14).

Algunos responden que él lo conocía hasta el punto de considerarlo con la reverencia debida a un distinguido Profeta, pero no sabía que era el Hijo de Dios. Pero esta es una mala solución de la dificultad, porque todo hombre debe obedecer el llamado de Dios sin ningún respeto por las personas. Ningún rango o excelencia de hombre debería impedirnos cumplir con nuestro deber, y por lo tanto, Juan habría faltado al respeto a Dios y a su bautismo, si hubiera hablado de esta manera a cualquier otra persona que no fuera el Hijo de Dios. Se sigue que debe entonces haber conocido a Cristo previamente.

En primer lugar, debe observarse que el conocimiento aquí mencionado es el que surge de un conocimiento personal y prolongado. Aunque reconoce a Cristo cada vez que lo ve, no deja de ser cierto que no se conocían entre sí según la costumbre ordinaria de los hombres, porque el comienzo de su conocimiento procedía de Dios. Pero la pregunta aún no está completamente respondida; porque dice que la vista del Espíritu Santo fue la marca por la que se le señaló. Ahora bien, todavía no había visto el Espíritu cuando se dirigió a Cristo como el Hijo de Dios. Por mi parte, acepto de buen grado la opinión de quienes piensan que esta señal fue agregada para la confirmación, y que no fue tanto por el bien de Juan como por el bien de todos nosotros. Juan ciertamente lo vio, pero fue más por los demás que por él mismo. Bucero cita apropiadamente ese dicho de Moisés, y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. (Éxodo 3:12).

Sin duda, cuando salían, ya sabían que Dios conduciría y velaría por su liberación; pero esto fue una confirmación a posteriori, como es la frase; es decir, desde el evento, después de que haya tenido lugar. De la misma manera, esto vino como una adición a la revelación anterior que le había sido dada a Juan.”

JOHN TRAPP

“No se conoce a Cristo de una vez: pero como por escalones y escaleras, los hombres subían al templo de Salomón; y como la trompeta en el monte sonaba más bajo al principio, y luego más y más fuerte, hasta que por fin se oía en todo el campamento; también lo es aquí. "La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza su plenitud, Pr 4:18.”

GRANT OSBORNE

“En 1:33, Juan dice nuevamente que el Bautista “no lo conocía” hasta ese momento cuando el Espíritu descendió y le reveló la verdad completa acerca de Jesús. Lo dice de una manera muy interesante: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende y permanece es el que bautiza con el Espíritu Santo”. Esto significa que el testimonio del Espíritu trasciende y profundiza el testimonio del Bautista. Hay dos puntos sobresalientes aquí: el testimonio del Espíritu trasciende el de Juan, y el bautismo de Jesús con el Espíritu trasciende el bautismo de Juan con agua.

El testimonio de Juan y su bautismo fueron en realidad ambos preparativos para eventos mayores que llegarían con Jesús. Esto se hace evidente en 7:38–39, donde de los creyentes en Jesús brotan “ríos de agua viva”, específicamente, el Espíritu Santo. A través de él, el Espíritu fluye hacia toda la humanidad (véase 16:8–15), prueba de que la nueva creación realmente ha llegado.”

JOSE VILCHEZ

“En éste río Jordán, aquel que creó todas las cosas, recibió la comisión de bautizarte, de sumergirte en la presencia divina, él es el que te sumerge en el Espíritu Santo, él es el que te restaura la identidad que tu tuviste desde Génesis en donde dice que Dios creó al hombre a su imagen conforme a su semejanza, pero desafortunadamente si continuamos leyendo el relato de Génesis vemos que el hombre pecó, se apartó, el hombre transgredió y ese destello de santidad, ése destello divino se opacó, sin embargo, Dios en su gran amor con que nos amó aún estando muertos en delitos y pecados, envió a su Hijo al mundo para que él te sumerja y te devuelva ésa imagen y te haga una vez más conforme al Creador del universo, ¿Estas agradecido por eso? ¿Estás agradecido realmente porque te escogió?

El profeta Jeremías dijo que vendrían días cuando el pueblo de Dios no solo iba a salir de Egipto, sino que iba a salir de todas las naciones, que los iba a traer de todas las naciones y por lo menos en éste estudio de hoy yo quisiera esa profecía de jeremías en el capítulo 16 que es el segundo éxodo, el éxodo más grande de la historia, yo quisiera que por lo menos a nivel espiritual comenzara el día de hoy, ¿Qué te parece si hoy le pides de todo tu corazón que les haga parte de ése segundo éxodo? Que les saque de toda clase de exilio, ya sea físico, ya sea espiritual, emocional, toda lejanía, todo destierro, que les saque de ahí y les traiga a la casa del Padre, que les traiga al redil del buen Pastor, que todo lo que vamos a estudiar a lo largo de éste viaje de las letras rojas en el evangelio de Juan, cumplan el propósito de traerte de vuelta al redil de las ovejas y que sea solo un rebaño y un solo Pastor.

Bendito seas Padre por tanto amor Señor, por tanto amor derrochado, no hay una palabra mejor para expresar tu amor, un amor derrochado, un amor generoso, un amor que dio y que da todos los días, un amor que es misericordioso, un amor que todo lo sufre, todo lo espera, todo lo cree, todo lo soporta; Padre te ruego que en ésta serie ya no sea la erudición, el conocimiento, los datos, la información, sino que sea la vivencia, la experiencia, que sean tus palabras, las palabras del verbo, de aquel que tú manifestaste para hablarnos, para manifestar tu gloria, que sean sus palabras las que nos hagan ser engendrados, no de carne, no de sangre, no de voluntad de varón, sino de voluntad tuya Señor, que toda planta que tu no hayas plantado sea desarraigada de nuestra mente, de nuestro corazón y que a lo largo de éste estudio Señor se aclare cuál es la esencia de ésa Palabra que se hizo carne; ¿Cuál es la esencia de su amor Señor, qué es lo que vio tu siervo Juan en él para estar dispuesto a dar su vida por él, para sufrir por él, para ser exiliado por él, para terminar en la isla de Patmos teniendo esas visiones extraordinarias del apocalipsis, ¿Qué es lo que él vio y experimentó? Permítenos sentir lo que él experimentó Señor para que al final de éste estudio podamos llegar a la misma conclusión que él llegó, que no cabrían en el mundo entero los libros que habrían de escribirse, que como dijo también el rey Salomón, no hay límite para escribir tantos libros, es sin límite el conocimiento, pero Padre, que lo que se escribió para que creamos, cumpla su propósito, que tu palabra no regrese vacía y para que cumpliendo ese propósito y darnos vida, Señor vivamos agradecidos por toda la eternidad, por tu gracia y por tu amor, por los méritos de Jesús, amén.”

J.C RYLE

“[Y yo no le conocía]. La palabra griega así traducida, tanto aquí como en el versículo 31, es literalmente: “No le había conocido”. Hay una dificultad relacionada con la expresión que requiere explicación. S. Mateo nos dice que, cuando nuestro Señor fue a ser bautizado por Juan, este le dijo: “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” (Mateo 3:14) mostrando claramente por medio de estas palabras que sabía quién estaba ante él. Y, no obstante, aquí vemos que Juan dice: “Yo no le conocía”. ¿Cómo reconciliar esta aparente incoherencia?

Algunos piensan, como Crisóstomo, que “Juan está hablando de momentos anteriores, y no del momento cercano a su bautismo”.

Otros piensan, como Agustín, que significa: “No supe hasta aquel día que Jesús bautizaría con el Espíritu Santo, aunque hacía tiempo que le conocía personalmente y le había reconocido como el Cristo de Dios. Pero cuando vino para ser bautizado, se me reveló también que otorgaría a los hombres el gran don del Espíritu Santo”.

Otros creen, como Brentano y Beza, que significa: No había conocido a Jesús de vista hasta el día cuando vino a ser bautizado. Sabía que había nacido de la virgen María, pero no nos habíamos conocido personalmente, al haber crecido yo en el desierto (cf. Lucas 1:80). Aquel que me envió a bautizar sólo me había dicho que, cuando el Mesías viniese a ser bautizado, lo reconocería por el descenso del Espíritu Santo. Cuando Él vino, recibí una revelación secreta de Dios de que el Mesías estaba ante mí, y bajo el poder de este sentimiento confesé que yo era indigno de bautizarle. Pero cuando finalmente le bauticé, recibí una plena confirmación de mi fe obteniendo la señal prometida del descenso del Espíritu Santo”. Aquellos que adoptan esta opinión piensan en el caso de Samuel cuando recibió una revelación secreta acerca de Saúl, que sirve como ejemplo (cf. 1 Samuel 9:15).

Otros piensan, como Poole, que significa: “No le conocía perfecta y claramente, aunque tuve la impresión, cuando le vi por primera vez viniendo a ser bautizado, de que era mucho más grande que yo, y bajo esa impresión puse reparos en cuanto a bautizarle. Después de su bautismo vi claramente quién era”.

La última explicación es quizá la más sencilla y la más probable. Que Juan en un momento no conociera a nuestro Señor de vista en absoluto, que posteriormente le conociera imperfectamente y que su conocimiento perfecto de Él, de su naturaleza, oficio y obra no llegara hasta el momento en que el Espíritu descendió cuando tuvo lugar su bautismo son cuestiones que parecen muy claras.

Parece que el momento en que dijo “yo necesito ser bautizado por ti” era el de conocimiento imperfecto, cuando comenzó a darse cuenta del hecho de que Jesús era el Mesías y eso le hizo exclamar: “¿Y tú vienes a mí?”.

Crisóstomo observa que esta expresión es una prueba de “que los milagros que dicen que pertenecen a la infancia de Cristo son falsos e invención de aquellos que los proclaman. Porque si hubiera comenzado desde sus primeros años a obrar milagros, ni Juan lo habría desconocido ni la multitud habría necesitado un maestro que se lo diera a conocer.

[El que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo]. Esta expresión indica que Juan el Bautista tenía muchas revelaciones especiales de Dios respecto a su obra de las que no se nos dan datos. Parece que fue enseñado e instruido como uno de los antiguos profetas.

[El que bautiza con el Espíritu Santo]. La notable descripción de nuestro Señor ofrecida aquí por Juan el Bautista ha recibido tres interpretaciones muy diferentes.

Algunos piensan que significa: “Este es Aquel que instituirá el bautismo cristiano, con quien el don del Espíritu Santo estará conectado. Su bautismo será como el mío, un bautismo de agua. Pero no será solamente un bautismo de agua, como lo es el mío, sino un bautismo acompañado por la gracia regeneradora del Espíritu”.

Algunos creen que significa: “Este es aquel que bautizará con el Espíritu Santo en el día de Pentecostés y otorgará dones milagrosos a la Iglesia”.

Otros creen que significa: “Este es Aquel que bautizará los corazones de los hombres, lo cual ni vosotros podéis hacerlo ni hay ser humano alguno que pueda administrarlo. Él tiene la prerrogativa de dar vida espiritual. Él es el dador del Espíritu Santo a todo aquel que cree en Él”.

Yo soy decididamente de la opinión de que esta tercera idea es la correcta. Es la única que parece responder a la majestad de la persona de quien se nos habla, a la dignidad del que habla y a la solemnidad de la ocasión. Decir: “Este es Aquel que instituirá el bautismo cristiano” parece una explicación poco convincente e insuficiente de la expresión. Decir: “Este es Aquel que concederá dones milagrosos el día de Pentecostés” es un poco mejor, pero presenta un cuadro del oficio de nuestro Señor que se limita a una sola generación. Pero decir: “Este es Aquel que, en cada época de la Iglesia, bautizará los corazones de su pueblo por el Espíritu Santo, y que por este bautismo continuamente añade a las filas de su cuerpo místico”, es decir algo que encaja exactamente en la ocasión y describe la obra de nuestro Señor en el mundo de una manera digna.

Musculus comenta en este versículo: “¿Qué es bautizar con el Espíritu Santo? Es regenerar los corazones de los elegidos y consagrarlos a la comunión de los hijos de Dios”. Por otra parte dice: “Es Cristo solo quien bautiza con el Espíritu Santo; un poder que, como divino que es, tiene en sus propias manos y nunca comunica a ministro alguno”.

La idea que he afirmado es planteada con habilidad en el comentario de Bucero sobre este pasaje. Él dice: “Por medio del bautismo en agua somos recibidos en la Iglesia externa de Dios; por medio del bautismo del Espíritu, en la Iglesia interior”. La opinión de alguien que fue Regius Professor de Teología en Cambridge durante el reinado de Eduardo VI, y amigo y consejero personal de Cranmer y de otros reformadores ingleses, merece gran consideración. Demuestra, en cualquier caso, que la doctrina del bautismo interior del Espíritu que solo Cristo da a cada creyente, y la identificación de este bautismo con la conversión o el nuevo nacimiento, no son ideas tan modernas y despreciables como a algunas personas les agrada pensar.

Lo insostenible de la opinión, afirmada por muchos, de que el bautismo de Juan no era el mismo que el bautismo cristiano es verdaderamente mostrado con mucha habilidad por Lightfoot en su Harmony of the Four Evangelists (Armonía de los cuatro Evangelistas). Si no era el bautismo cristiano, sería difícil demostrar que algunos de los discípulos recibieran alguna vez el bautismo cristiano. No existe la más mínima evidencia de que Andrés, Pedro y Felipe fueran bautizados por Jesús.

La familiaridad que Juan manifiesta con el Espíritu Santo y su obra merece una atención especial. Decir, como hacen muchos, que el Espíritu Santo no fue conocido hasta el día de Pentecostés es decir algo que no se puede demostrar. El Espíritu Santo siempre ha estado en los corazones de los creyentes en cada época de la existencia. Su abundante efusión es, sin duda, una señal destacada de los días desde que Cristo vino al mundo. Pero el Espíritu Santo estuvo siempre en los elegidos de Dios; y, sin Él, jamás hubo un alma salva.”

 

 

J. WALVOORD – R. ZUCK

“Dios (el que… envió a Juan), le había dicho que cuando ocurriera la señal de la paloma, la persona marcada por la venida y presencia del Espíritu sería la que bautizaría con el mismo Espíritu Santo. La limpieza efectuada por medio del agua es una cosa, pero la que hace el Espíritu es de otro orden. Más tarde, en Pentecostés, cincuenta días después de la resurrección de Jesús, el bautismo con el Espíritu Santo inició una nueva era (Hch. 1:5; 2:1–3), la de la iglesia, “la era del Espíritu” (cf. 1 Co. 12:13).”

LEON MORRIS

“Juan no dice cómo ni cuándo recibió esa señal, pero dice que fue una señal de Dios, quien le había enviado a bautizar para que el Espíritu descendiera y permaneciera en aquel al que estaba esperando. No dice si la señal de la paloma estaba incluida en la relevación original, o si simplemente reconoció lo que la paloma significaba cuando esta se posó sobre Jesús. Pero lo que queda claro es que había recibido una señal divina, y que sabía quién era Jesús gracias a aquella señal.

Esta revelación divina hace de Juan el Bautista una figura especial: «los demás discípulos para recibir la iluminación divina sobre la verdadera naturaleza de Jesús, dependen primero de un testimonio humano» (Marsh, p. 132; cf. Mt. 11:11). Acto seguido, Juan lo describe como «el que bautiza en el Espíritu Santo». Esta información también aparece en los Sinópticos; Jesús vino para que la gente pudiera volver a tener una relación con el Espíritu divino. La idea del bautismo implica una abundante fuente de abastecimiento. Entonces, Juan dice que el Espíritu ofrecerá a la gente recursos espirituales infinitos de parte de Dios. Esto no había sido posible hasta el momento, porque ese tipo de calidad de vida solo se halla a través de Cristo. Esa vida es un regalo de parte del Espíritu de Dios. El bautismo en agua tenía una connotación negativa: ser purificado de algo. Pero el bautismo en el Espíritu tiene connotaciones positivas. Se trata del ofrecimiento de una nueva vida en Dios.”

SAMUEL P. MILLOS

“En este Evangelio, se subraya con insistencia el carácter sobrenatural, directo y público del conocimiento de Juan. Dios da a Juan una señal inequívoca que le permitiría identificar al Mesías y sería la manifestación del Espíritu en forma corporal como paloma que descendía del cielo y se mantenía sobre Él. Esa es la razón por la que el profeta podía decir que tras él vendría uno que bautizaría con Espíritu Santo y fuego (Mt. 3:11).

El apóstol Pedro recordaría la promesa de Juan en relación con el descenso del Espíritu Santo sobre el primer grupo de gentiles que se incorporaban a la Iglesia (Hch. 11: 16). Por la autoridad de Jesucristo el Espíritu desciende para tomar posesión del nuevo santuario que es la Iglesia. Por tanto, todo creyente a qmen el Espíritu une a Cristo y une también a los demás .cnstianos como consecuencia del nuevo nacimiento, está bajo la bendita influencia del Espíritu. El s1mbohsmo de ser bautizados con el Espíritu, pone de manifiesto que todos los creyentes quedan bajo el Espíritu Santo de Dios. Además, el Espíritu Santo se otorga como don divino a todo aquel que cree. Nadie puede ser salvo sin haber recibido el Espíntu de Cristo, porque nadie es de Cnsto sin tener su Espíritu (Ro. 8:9).”

JAMES SMITH

Él es quien bautiza con el Espíritu Santo.  Juan da testimonio enfático de los dos grandes aspectos de la obra de Cristo: (1) Él quitará el pecado; (2) Él bautizara con el Espíritu Santo. Lo uno se corresponde con lo otro. Tenemos la misma base para esperar que Cristo nos bautice con el Espíritu Santo como la que tenemos de que nos quite nuestros pecados. Es cosa cierta que se trata de dos experiencias distintas, y que debieran ser disfrutadas de una manera concreta por parte de cada creyente en Jesús. Pentecostés es el resultado del Calvario.”

COMENTARIO BIBLICO BEACON

“Esta declaración ofrece un vivido contraste. En audaces declaraciones, Juan de inmediato afirma su genuina ignorancia humana: Y yo no le conocía, y la seguridad completa de revelación cierta y comprensible, Aquél me dijo. Entonces aquí se nos presenta el contraste entre los dos bautismos: Uno con agua, el otro con el Espíritu. El primero habla del orden antiguo—la ley, los profetas, los ritos y ceremonias judías. Es a este orden al que en cierta manera pertenecía el Bautista. Pero su bautismo de arrepentimiento (Luc_3:3) y confesión (Mar_1:5) conducen a un orden nuevo y pleno centralizado en la persona y obra de Jesucristo y que culminan en el bautismo con el Espíritu Santo (cf. Luc_2:28; Hch_2:17). El bautismo de Juan, “es un bautismo con agua solamente, que no puede purificar al pueblo de Dios. Sólo podía hacer conocer la necesidad universal de la santificación. El bautismo de Juan únicamente puede conducir los hombres a Cristo”. [[Koskyns, op. cit., p. 169.]]

Este contraste entre lo antiguo y lo nuevo (este último siempre como el cumplimiento perfecto y completo de todo el simbolismo que hay en el anterior) es una pauta que ocurre a través de todo el Cuarto Evangelio. Aunque la declaración de Jesús: “No he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mat_5:17) no aparece en Juan como pasaje paralelo, su significado está demostrado una y otra vez por palabras y por hechos.”

WILLIAM MACDONALD

“Dios había revelado a Juan que el Mesías iba a venir y que cuando viniese, el Espíritu descendería y permanecería sobre él (cf. Mat_3:16). Por ello, cuando esto sucedió con Jesús, Juan se dio cuenta de que Él era quien bautizaría con el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es una Persona, una de las tres Personas en la Deidad. Él es igual con Dios Padre y Dios Hijo.

Mientras que Juan bautizaba con agua, Jesús bautizaría con el Espíritu Santo. El bautismo con el Espíritu Santo tuvo lugar en el día de Pentecostés (Hch_1:5; Hch_2:4; Hch_2:38). Al mismo tiempo, el Espíritu Santo descendió del cielo para morar en el cuerpo de cada creyente y también para hacer de cada creyente un miembro de la iglesia, el cuerpo de Cristo (1Co_12:13).”

MATTHEW HENRY

“Véase aquí cuán seguro era el fundamento sobre el que Juan apoyaba su testimonio. No echó a correr sin ser enviado, sino que fue Dios quien le envió a bautizar; tenía la garantía celestial para ello. Cuando el llamamiento de un ministro del Señor es claro, sus actividades marchan sobre seguro, aun cuando no siempre le acompañe el éxito. Juan fue enviado no sólo a bautizar con agua, sino a manifestar al que había de bautizar con el Espíritu Santo. Gran consuelo es para los ministros de Dios saber que quien les envía a predicar puede poner en el corazón lo que ellos ponen en el oído y soplar el Espíritu sobre los huesos secos a los que ellos profetizan con su predicación. Dios le había dado a Juan una señal clara: «Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece en Él, ése es…». Con esto, no sólo se le prevenía contra toda equivocación, sino que se le confería denuedo y confianza para dar su testimonio con toda seguridad. Nótese que la señal distintiva de Cristo era que el Espíritu Santo permanecería sobre Él. Esa «permanencia» del Espíritu Santo sobre Jesús establece una diferencia radical entre Él y cada uno de los creyentes, porque:

(a) a Cristo le fue dado el Espíritu sin medida (Jua_3:34); a nosotros, según medida (Efe_4:7). Como Cristo es la Cabeza de la Iglesia, posee la plenitud del Espíritu y de los dones, como el blanco del espectro solar incluye en sí todos los colores del iris; en cambio, los creyentes tienen diversos dones, según el servicio que han de ejercitar en el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, pero ninguno tiene todos los dones (v. 1Co_12:29-30);

(b) en consecuencia, nosotros no siempre somos conducidos por el Espíritu en todo lo que decimos o hacemos, mientras que Jesús siempre era conducido por el Espíritu, hasta el punto de ser el único ser humano que siempre y en todo fue dirigido invariablemente por el Espíritu Santo, para santificarse a Sí mismo y ofrecerse en sacrificio vivo al Padre, en obediencia perfecta y constante (v.

Jua_3:34; Jua_4:34; Jua_9:30; Jua_10:36; Jua_17:19; Rom_12:1; Heb_9:14; Heb_10:6-10, comp. con Flp_2:8, etc.).

Un hecho sumamente curioso es que Jesús bautizaba con el Espíritu Santo, en el interior, pero no con agua. Juan (Jua_4:2) tiene buen cuidado en decirnos que «Jesús mismo no bautizaba sino sus discípulos», como comentaremos en su lugar. Hemos de distinguir cuidadosamente entre el bautismo de agua (exhortación al arrepentimiento que Juan ofrecía y administraba) y el bautismo cristiano (símbolo de la fe en el Salvador). Por eso, vemos a Pablo en Éfeso, bautizando en el nombre del Señor Jesús a un grupo de discípulos que habían sido bautizados con el bautismo de Juan (Hch_19:1-6). Mat_3:13-17 nos detalla el episodio del bautismo de Jesús a manos de Juan, para cumplir toda justicia, es decir, todo el programa que Dios tenía acerca de Su Hijo como Redentor de la Humanidad. El bautismo de Juan era para arrepentimiento de los pecados, y Jesús no tenía ningún pecado del que arrepentirse (Jua_8:46). Por tanto, se puede decir que Jesús recibió el bautismo de Juan solamente en el sentido de que se humilló para bajar a las aguas del Jordán como si fuera pecador, y mostró ya desde aquel momento que se solidarizaba con nosotros como nuestro Representante y Sustituto (Heb_2:11-17).”

MARTIN LUTERO

“Fijémonos en lo glorioso que es el bautismo y en el sublime espectáculo del bautismo de Cristo. Los cielos se abrieron, se oyó la voz del Padre y el Espíritu Santo descendió no como un fantasma, sino en la forma corpórea de una paloma. Tampoco la voz del Padre fue una ilusión cuando pronunció las palabras desde el cielo: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia»; unas palabras que fueron reales y humanas. Y la paloma, en cuya forma el Espíritu Santo fue visto, también fue real y natural. Y todo ello se realizó en honor y alabanza del sacramento del santo bautismo porque no se trataba de una institución humana, sino de algo sublime y sagrado. Eminentes personajes toman parte en ello: el Padre que otorga y habla; el Hijo que recibe y es bautizado; el Espíritu Santo que baja y se revela en forma de paloma; y el coro celestial de todos los ángeles que danzan y cantan gozosos por la excelencia del acto. Además, las puertas del cielo se abren de par en par. Si el bautismo fuera una institución humana, esta escena no hubiera podido representarse.”

SAN AGUSTIN

“De dos maneras visibles manifiesta el Señor al Espíritu Santo: por medio de la figura de una paloma, cuando baja sobre el Salvador después de bautizado, y por medio de fuego, cuando baja sobre los apóstoles el día que se encontraban reunidos. En el primer caso se nos representa la sencillez; en el segundo, el fervor. Por lo tanto, para que no sean engañados los que reciben la santificación, se les manifiesta por medio de una paloma, y para que la sencillez no permanezca fría se demuestra por medio del fuego. Y no llame la atención que las lenguas estuviesen separadas. No queramos temer la disipación, y conozcamos la unidad en la paloma.

Y así debía darse a conocer el Espíritu Santo cuando venía sobre el Señor, con el fin de que cada uno comprenda que cuando tiene el Espíritu Santo, debe ser sencillo como la paloma y tener con sus hermanos verdadera paz, significada por las caricias que se hacen las palomas. También se acarician los cuervos, pero se pican, mas la picada de las palomas es inocente por naturaleza; además, los cuervos se alimentan de carne muerta, y la paloma no tiene esta propiedad sino que se alimenta de las semillas de la tierra. Y si bien es verdad que las palomas parece que lloran cuando están en amores, no debe llamar la atención que el Espíritu Santo quiera darse a conocer en forma de paloma, porque El intercede por nosotros con gemidos inexplicables (Rom_8:26). Mas el Espíritu Santo no gime en sí mismo, sino en nosotros, porque nos hace gemir. El que conoce que vive bajo la presión de esta mortalidad terrena, y que está errante lejos de Dios, en tanto que gime por esto, gime bien, porque el Espíritu Santo le enseñó a gemir.

Mas hay muchos que gimen por el bienestar de la tierra, o por verse abrumados de daños, o por enfermedad corporal, o por otra cosa parecida; en este caso no gimen con el gemido de la paloma. ¿De qué otra manera iba a representarse el Espíritu Santo para significar la unidad, sino por la paloma (Cnt_6:8)? De esta manera podría decir a su Iglesia una vez formada: mi paloma es una sola. ¿Y cómo debió figurar la humildad sino por la ave sencilla y que gime? Allí apareció toda la Beatísima Trinidad. El Padre en la voz que decía: "Tú eres mi Hijo muy amado" (Luc_3:22), el Espíritu Santo en la forma de paloma. Y en esta Trinidad fueron enviados los Apóstoles a bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mat_28:19).”

BIBLIA DE JERUSALEN (1998) COMENTARIOS

Por cuanto el Espíritu reposa sobre él, Isa_11:2; Isa_42:1; Isa_61:1, Cristo podrá comunicarlo a los demás, realizando así la profecía de Eze_36:26-27, ver la alianza nueva de Jer_31:31. Pero esta efusión del Espíritu sólo tendrá lugar una vez que Cristo haya sido «glorificado», Jua_7:39; ver Jua_20:22-23, o «elevado» a la diestra de Dios, Hch_2:33, el día de Pentecostés, Hch_1:5; Hch_2:4.”

WILLIAM BARCLAY

“Aquí podemos aprender mucho de lo que quiere decir la palabra bautismo. El verbo griego baptizein baptizein quiere decir hundir o sumergir. Se puede decir de la ropa que se mete en tinte; o de un barco que se hunde bajo las olas; o de un borracho que está empapado de bebida. Cuando Juan dice que Jesús bautizará con el Espíritu Santo quiere decir que Jesús puede traer el Espíritu de Dios a nuestra vida de tal manera que todo nuestro ser quede inundado por el Espíritu.

Ahora bien, ¿qué quería decir este bautismo para Juan el Bautista? Su propio bautismo quería decir dos cosas: (1) Quería decir limpieza. Quería decir que una persona era lavada de las impurezas que se le hubieran adherido. (2) Quería decir dedicación. Quería decir que entraba en una vida nueva, diferente y mejor. Pero el bautismo de Jesús era el bautismo del Espíritu. Si recordamos la concepción judía del Espíritu podemos decir que cuando el Espíritu toma posesión de una persona suceden ciertas cosas.

(1) Su vida se ilumina. Viene a ella el conocimiento de Dios y de Su voluntad. Sabe cuál es el propósito de Dios, lo que quiere decir la vida y cuál es su deber. Algo de la sabiduría y de la luz de Dios ha venido a su vida.

(2) Su vida se fortalece. El conocimiento sin poder es algo desazonador y frustrante. Pero el Espíritu nos da, no sólo el conocimiento de lo que es la voluntad de Dios, sino también la fuerza y el poder para obedecerla. El Espíritu nos da una triunfante idoneidad para enfrentarnos con la vida.

(3) Su vida se purifica. El bautismo de Jesús con el Espíritu había de ser un bautismo de fuego (Mat_3:11; Luc_3:16 ). La escoria de cosas malas, la aleación de cosas inferiores, la mezcla de impurezas se purifican en el crisol del bautismo del Espíritu Santo dejando a la persona limpia y pura.

A menudo nuestras oraciones sobre el Espíritu son una especie de formalidades litúrgicas y teológicas; pero cuando sabemos lo que estamos pidiendo esas oraciones se convierten en un clamor desesperado del corazón.”

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