EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1
VERSICULO 6 |
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RV1960 |
NVI1999 |
BTX4 |
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Hubo
un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. |
Vino
un hombre llamado Juan. Dios lo envió |
Hubo
un hombre enviado de parte de DIOS llamado Juan; |
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TR+ |
INA27+ |
VUL |
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εγενετοG1096
V-2ADI-3S ανθρωποςG444 N-NSM απεσταλμενοςG649 V-RPP-NSM παραG3844 PREP
θεουG2316 N-GSM ονομαG3686 N-NSN αυτωG846 P-DSM ιωαννηςG2491 N-NSM |
εγενετο G1096:V-2ADI-3S Llegó a ser
ανθρωπος G444:N-NSM hombre απεσταλμενος G649:V-RPP-NSM habiendo sido enviado
como emisario παρα G3844:PREP al lado de θεου G2316:N-GSM Dios ονομα
G3686:N-NSN nombre αυτω G846:P-DSM a él ιωαννης G2491:N-NSM Juan |
fuit
homo missus a Deo cui nomen erat Iohannes |
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KJV |
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There was a man sent
from God, whose name was John. |
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TCB |
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Año
5 a.C.
Hubo
un hombre. Jua_1:33; Jua_3:28;
Isa_40:3-5; Mal_3:1; Mal_4:5, Mal_4:6; Mat_3:1-11; Mat_11:10; Mat_21:25; Mar_1:1-8;
Luc_1:15-17, Luc_1:76; Luc_3:2-20; Hch_13:24.
Se
llamaba Juan. Luc_1:13, Luc_1:61-63. |
COMENTARIOS:
SAN JUAN CRISOSTOMO
“El
evangelista, después de habernos hablado en el prólogo de las cosas más
importantes que atañen al Dios Verbo, procediendo metódicamente y con orden,
trata a continuación del precursor del Verbo, de su homónimo Juan. Al oír decir
que éste vino enviado por Dios,
deberéis concluir que, en adelante, cuanto éste diga no tiene un sentido meramente
humano. No expresa su pensamiento, sino el
de Aquel que lo ha enviado. Por eso recibe el calificativo de «ángel», porque el deber del mensajero es
el de abstenerse de anunciar ideas propias. La palabra «hubo», además, no significa aquí la aparición en la existencia,
sino que se refiere a su propia misión.
De
hecho, la expresión hubo un hombre enviado por Dios es de significado idéntico
a la otra de «fue mandado por Dios». ¿Cómo puede, entonces, haber algunos que
sostengan que la frase teniendo naturaleza de Dios no ha de entenderse como
igualdad del Hijo con el Padre, porque la palabra «Dios» no está precedida del
articulo? Aquí tampoco figura articulo ninguno. Habremos de decir, entonces,
que tales palabras no se refieren al Padre. Además ¿qué diremos del profeta que
anuncia: Yo envío a mi Ángel delante de ti para prepararte el camino? El «mi» y
el «tú» se refieren a dos personas distintas. El vino como testigo, a dar
testimonio de la luz. ¿Qué significa esto?
Que el siervo hace de testigo de su
dueño, dirá alguno. Y cuando veas
que éste no sólo acepta el testimonio del siervo, sino que acude donde él, para
ser por él bautizado junto a los judíos, ¿no quedarás aún más sorprendido y
perplejo? No debemos confundirnos ni sentirnos turbados por esto, sino más bien
admirar su inefable bondad. Y si algún escéptico continúa en su turbación,
Cristo le repetirá las palabras que dijo a san Juan: Deja hacer ahora, conviene
que cumplamos toda justicia.”
A.W PINK
“El
cambio de tema aquí es de lo más abrupto. Del "Verbo" que era Dios, el Espíritu Santo pasa ahora a hablar del precursor de Cristo. Se le conoce
como "un hombre", para
mostrarnos, en contraste, que Aquel de quien dio testimonio era más que un
hombre. Este hombre fue "enviado de
Dios", así como todo hombre que da testimonio fiel de la Persona de
Cristo. El nombre de este hombre era "Juan" que, como nos dicen los
etimólogos, significa "el don de
Dios".
DAVID GUZIK
“Juan
el Bautista fue testigo de la luz, a fin de que todos creyesen por él. La obra
de Juan el Bautista estuvo deliberadamente enfocada en llevar a las personas a
la fe en Jesús el Mesías.
“El
testimonio de Juan se introduce no solo como una nota histórica sino para poder
sacar a relucir la agravada ceguera de los que rechazaron a Cristo” (Dods).”
LUIS PALAU
“Todos
los seres humanos se preguntan: ¿De dónde
vengo? ¿Adónde voy? ¿Para qué existo? Juan el Bautista supo
cuál era la razón de su existencia, y nos orienta para encontrar respuesta a
este crucial interrogante.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual
se llamaba Juan. Esta es la primera
respuesta a la pregunta: “¿De dónde vengo?” El hombre ha sido enviado por Dios
y es creación divina. No estamos en este mundo por azar sino por decisión
específica de Dios. El significado de enviado de Dios va más allá de meramente
ser creado por Dios. Vemos aquí el concepto de la autoridad que ha sido
otorgada por Dios al hombre. Somos enviados por el Señor para vivir coronados
de gloria y de honra y para señorear sobre la creación (Sal. 8; Mt. 5:5). No
hemos sido enviados para vivir en el fracaso, subyugados por los elementos y
por Satanás. Hemos sido creados para vivir en victoria honrando al Creador.”
COMENTARIO BIBLICO MUNDO HISPANO
“El
verbo “hubo”, egeneto (aoristo del
verbo ginomai), se usa en relación
con Juan y se traduce lit. “Llegó a ser”
o “llegó a haber”, indicando un
comienzo en el tiempo y el espacio. En contraste, como ya hemos visto, el verbo
eimi se usa al referirse a Jesús,
indicando un ser eterno.
Enviado
por Dios es una expresión usada frecuentemente en el AT y el NT. Se usa en este
Evangelio de todos los siervos de Dios y especialmente al referirse a Jesús
(ver 5:20; 6:38, 57; 17:8, 18; 20:21). Aquí se usa en relación con Juan el
Bautista (ver 1:33; 3:28), indicando a uno que goza de una misión divina, no humana, y el respaldo de Dios mismo. El
autor, al marcar una distinción muy clara entre Jesús y Juan, de ninguna manera
tiene la intención de rebajar a éste.”
BRIAN BAILEY
“Éste
fue el cumplimiento de Malaquías 3:1: “He
aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y
vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel
del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los
ejércitos”. Juan fue el precursor de Cristo. Él vino a preparar el corazón
de las personas para Cristo. Dios vivificó los cuerpos de Zacarías y Elisabet
para que tuvieran un hijo en su ancianidad. A pesar de que Elisabet era
estéril, Dios obró un milagro que le permitió a ella dar a luz a Juan.”
JUAN CALVINO
“Había un hombre. El evangelista comienza
ahora a hablar sobre la manera en que el Hijo de Dios se manifestó en carne; y
para que nadie dude de que Cristo es el Hijo eterno de Dios, relata que Cristo
fue anunciado por Juan el Bautista como su heraldo. Porque no solo Cristo se
mostró a sí mismo para ser visto por los hombres, sino que también eligió ser
dado a conocer por el testimonio y la doctrina de Juan; o más bien, Dios Padre
envió este testimonio ante su Cristo, para que ellos pudieran recibir con más
gusto la salvación ofrecida por él.
Pero
a primera vista podría parecer ridículo que Cristo reciba el testimonio de
otro, como si lo necesitara; mientras que, por el contrario, declara que no
busca el testimonio del hombre (Juan 5:34). La respuesta es fácil y obvia, que
este testigo fue designado, no por amor a Cristo, sino por nosotros. Si se
objeta que el testimonio del hombre es demasiado débil para probar que Cristo
es el Hijo de Dios, también es fácil responder que el Bautista no se aduce como
un testigo privado, sino como uno que, habiendo recibido autoridad de Dios, sostuvo el carácter más de un ángel que de
un hombre.
En
consecuencia, recibe elogios no por sus propias virtudes, sino por esta única circunstancia,
que fue el embajador de Dios. Tampoco
está esto en desacuerdo con el hecho de que la predicación del evangelio fue
encomendada a Cristo, para que él pudiera ser un testigo de sí mismo; porque el
diseño contemplado por la predicación de Juan era que los hombres pudieran
prestar atención a la doctrina y los milagros de Cristo.
Enviado por Dios. No lo dice con el propósito de confirmar el bautismo de
Juan, sino que solo lo menciona de pasada. Esta circunstancia no es suficiente
para producir certeza, ya que muchos corren por su propia voluntad y se jactan
de que Dios los ha enviado; pero el evangelista, queriendo luego hablar más
ampliamente sobre este testimonio, estimó suficiente, por el momento, para
decir en una sola palabra, que Juan no vino sino por mandato de Dios. Más
adelante veremos cómo él mismo afirma que Dios es el Autor de su ministerio.
Recordemos ahora - lo que antes adverti - que
lo que se afirma de Juan se exige a todos los maestros de la Iglesia, que
sean llamados por Dios; para que la autoridad de la enseñanza no se base en
otra cosa que no sea sólo en Dios.”
JOHN MACARTHUR
“La
frase enviado de Dios confirma de varias maneras el papel de Juan como heraldo.
Primero, el Bautista tenía una comisión divina como aquel que cumpliría las
profecías del Antiguo Testamento sobre el precursor del Mesías. Isaías lo había
predicho (Is. 40:3; cp. Mt. 3:3; Mr. 1:2-3). El Antiguo Testamento cierra con
la profecía de Malaquías sobre un profeta semejante a Elías que vendría antes
del día del Señor (Mal. 3:1; 4:5-6); una referencia a Juan, según le dijo el ángel
a Zacarías (Lc. 1:17). Segundo, el Bautista fue enviado únicamente de Dios
porque su concepción y nacimiento fueron milagrosos, pues sus padres eran ancianos
y nunca tuvieron hijos (Lc. 1:7, 36). Tercero, el ángel del Señor vino a
decirle a Zacarías que Elisabet y él tendrían un hijo y ese hijo sería heraldo
del Mesías (Lc. 1:8-17). Cuarto, el Espíritu Santo llenó a Zacarías para
profetizar sobre Juan (Lc. 1:67-69). Quinto, el Bautista fue enviado de Dios en
el tiempo señalado para comenzar su ministerio público (Lc. 1:80).
Juan
fue el primer profeta verdadero que apareció en Israel en cuatrocientos años
(Mt. 14:5; 21:26); su predicación fuerte y de confrontación causó sensación.
Marcos 1:5 describe su enorme efecto cuando dice que “salían a él toda la
provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el
río Jordán, confesando sus pecados” (cp. Mt. 3:5-6). Él iba a preparar los
corazones de su pueblo para el Mesías; por lo tanto, confrontaba el pecado con
osadía y llamaba al arrepentimiento: “En aquellos días vino Juan el Bautista
predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de
los cielos se ha acercado” (Mt. 3:1).
Juan
incluso reprendió a Herodes “por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano;
pues la había tomado por mujer. Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito
tener la mujer de tu hermano” (Mr. 6:17-18). Hasta el rey impío reconoció que
Juan “era varón justo y santo…, y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba
de buena gana” (Mr. 6:20). Sin embargo, Lucas registra que Herodes encarceló a
Juan por señalar su pecado y Mateo 14:1-12 relata cuando el rey lo decapitó.
La
misión del Bautista era también ser heraldo de la llegada del Mesías:
“Predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no
soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado.Yo a la verdad os he
bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo” (Mr. 1:7-8). Los
líderes religiosos judíos, al igual que Herodes, estaban perplejos con Juan y
enviaron una delegación para interrogarlo. Él dijo que su misión era ser
heraldo de la llegada del Mesías. El apóstol Juan registró su testimonio en
1:19-36 (cp. Mt. 3:1-12; Lc. 7:18-23).
El
ministerio de Juan el Bautista produjo tal conmoción que, aun cuando había
dicho de él mismo en relación con Cristo: “Yo a la verdad os bautizo en agua;
pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa
de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Lc. 3:16), crecía
alrededor de él un grupo de seguidores devotos (cp. Jn. 3:25). Tristemente,
algunos eran devotos de Juan y no del Mesías cuya llegada proclamaba. Años más
tarde el apóstol Pablo encontró a algunos de ellos en Éfeso:
Aconteció que entre tanto que Apolos estaba
en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y
hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando
creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo.
Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el
bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento,
diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en
Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor
Jesús (Hch 19:1-5).
Los
grupos leales a Juan el Bautista persistieron hasta el siglo II, por lo tanto,
todavía estaban por ahí cuando Juan escribió su Evangelio. Por tanto, él
enfatizaba la inferioridad de Juan el Bautista comparado con Cristo.”
ALBERT BARNES
“El
evangelista procede ahora a mostrar que Juan el Bautista no era el Mesías, y
declarar la verdadera naturaleza de su oficio. Muchos habían supuesto que él
era el Cristo, pero él corrige esta opinión; sin embargo, admite que fue
enviado por Dios y que fue comisionado divinamente.
Aunque
negó que él fuera el Mesías, no negó que fue enviado desde o por el cielo en una misión importante para los hombres.
Algunos han supuesto que el único diseño de este evangelio era mostrar que Juan
el Bautista no era el Mesías. Aunque no hay fundamento para esta opinión, no
hay duda de que uno de los objetivos era demostrarlo.
El
diseño principal es mostrar que Jesús era
el Cristo, Jn 20:31. Para hacer esto, era apropiado, al principio, probar
que Juan no era el Mesías; y esto podría haber sido en ese momento un objeto importante.
Juan hizo muchos discípulos, Mt 3: 5. Muchas personas supusieron que él podría
ser el Mesías, Lu 3:15; Juan 1:19. Muchos de estos discípulos de Juan
permanecieron EN EFESO, el mismo lugar donde se supone que Juan escribió este
evangelio, mucho después de la ascensión de Jesús, Hechos 19: 1-3.
No
es improbable que haya muchos otros que se adhirieron a Juan, y quizás muchos que
supusieron que él era el Mesías. En estos relatos era importante que el
evangelista mostrara que Juan no era el Cristo, y también que él, quien fue
ampliamente admitido como profeta, fue un testigo importante para probar que
Jesús de Nazaret era el Cristo. El evangelista en los primeros cuatro versículos
declaró que "la Palabra"
era divina; ahora procede a declarar la prueba de que era un hombre y era el
Mesías. La primera evidencia aducida es el testimonio de Juan el Bautista.”
JOHN TRAPP
“San
Pablo sostiene que no solo es increíble, sino imposible, que prediquen hombres
que no son enviados, Rom. 10:15. Así que Juan no rechazó su embajada, como hizo
Jonás, quien, siendo mensajero de Dios, para dar su sermón para Nínive, rehuyó
de la orden divina y enviado al vientre de la ballena; y en su oración de
arrepentimiento dentro de ella, reconoció por triste experiencia que los que van
"tras las vanidades mentirosas" (como él lo había hecho)
"abandonan sus propias misericordias", Jon 2:8: “Los que siguen vanidades ilusorias, Su misericordia abandonan.”
MATTHEW POOLE
“No
era el Cristo, no era un ángel, sino un hombre; sin embargo, uno, que (como
dice nuestro Salvador) “Os digo que entre
los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más
pequeño en el reino de Dios es mayor que él”. No vino de su propia cabeza,
sino que fue enviado; Juan significa gracia;
y sin duda el Bautista obtuvo ese nombre porque iba a ser el primero y un
famoso predicador de la gracia del evangelio que vino al mundo por medio de Jesucristo.”
J.C RYLE
“Nació
cuando sus padres eran ancianos por medio de una obra milagrosa de Dios. Fue
lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre. Recibió una comisión
especial de Dios para predicar el bautismo de arrepentimiento y proclamar la
inmediata Venida de Cristo. En resumen, fue especialmente levantado por Dios
para preparar el camino para el Mesías. Por todas estas razones es llamado aquí
“un hombre enviado de Dios”. Es, en un sentido, la marca común de todos los verdaderos
ministros del Evangelio. Los ministros ignorantes, ciegos e inconversos pueden
ser ordenados y enviados del hombre. Pero no son “enviados de Dios”.
LEON MORRIS
“A
medida que iba pasando el tiempo, parece ser que algunos de los seguidores de
Juan preferían mantenerse al margen del movimiento cristiano, creyendo que Juan
era más importante que Jesús («Del mismo modo que un hombre, vencido por la
visión del alba, no se dignaría a mirar el sol»). Hasta en Éfeso se había
llegado a bautizar en nombre de Juan (Hch. 19:3), y podría ser que ese bautismo
hubiera llegado más lejos. La primera vez que encontramos la figura del gran
Apolos se nos presenta como alguien que «solo
conocía el bautismo de Juan» (Hch. 18:25). Nuestro autor no entra en un
debate directo con este grupo, pero insiste más que ninguno de los otros
evangelistas en el lugar secundario de Juan el Bautista. Uno de los objetivos
de este evangelio era mostrar la forma clara y coherente en la que Juan el
Bautista proclamaba la figura de Jesús.
Aparentemente,
el movimiento asociado con el Bautista tenía mucha fuerza en la región en la
que se escribió este evangelio. Si, tal como parece, el autor del Evangelio
provenía del grupo que originalmente había seguido a Juan, es normal que siga
mostrando interés por su primer maestro. El hecho de que Juan fuera el último
profeta del antiguo pacto que daba testimonio de Cristo no habría mermado ese
interés, sino todo lo contrario.
El
evangelista se quiere asegurar de que no se le dé a Juan el lugar asignado a
Jesús, pero también quiere que se reconozca la importancia de la misión de
Juan. Juan había sido “enviado por Dios” (cf. v. 33; 3:28). Su misión no era
una misión humana, sino que era de origen
divino. Esta declaración de defensa en la presentación que hace del
Bautista es una clara evidencia de que el evangelista no quiere promover una
campaña de denigración del profeta. Al contrario. Reconoce la grandeza del
testigo.”
NACAR – COLUNGA
“Juan
(Yohannan, abreviatura de Yehohannan = Dios hizo gracia) aparece situado en un momento histórico ya pasado
(aor.), en contraposición al Verbo, que
siempre existe. Juan no viene por su propio impulso; “es enviado por Dios.”
Trae una misión oficial. Viene a “testificar”, que en su sentido original
indica preferentemente un testigo presencial. Viene a testificar a la Luz, que
se va a encarnar, para que todos puedan creer por medio de él.
El
prestigio del Bautista era excepcional en Israel (Jn 1:19-28), hasta ser
recogido este ambiente de expectación y prestigio por el mismo Flavio Josefo.
El tema del “testimonio” es uno de los ejes en el evangelio de Juan, que se repartirá
multitud de veces y por variados testigos.”
SAN AGUSTIN
“¿Cómo
este hombre podía dar testimonio de la verdad sobre Dios? Es que era un enviado
de Dios. ¿Cuál es su nombre? Juan. ¿Cuál es el fin de su misión? Vino como
testigo, con la misión de dar fe acerca de la luz, con el fin de que por él creyeran
todos en ella. ¿Quién es este que da testimonio de la luz? Algo grande es este
Juan, inmensa excelencia, gracia insigne, altísima cumbre. Admiradlo, sí,
admiradlo, pero como se admira una
montaña. Una montaña está en tinieblas si no se la viste de luz. Admira a
Juan, pero oye lo que sigue: No es él la
luz. Porque, si crees que el monte es la luz, ese mismo monte es tu ruina
en vez de ser tu consuelo.
Es
la montaña, como montaña, lo único que debes admirar. Levanta el vuelo hasta
Aquel que ilumina el monte, hasta Aquel que subió a tanta altura para recibir
primero los rayos que él envía a tus ojos. No es Juan, pues, la luz.”
MARTIN LUTERO
“El
comienzo del reino eterno de Cristo y el Nuevo Testamento coinciden con el
tiempo de Juan el Bautista y, a la vez, termina el de Moisés, los profetas,
sacerdotes y levitas. Cristo mismo lo dice en Mat.11:13: «Porque todos los
profetas y la ley profetizaron hasta Juan». Y desde el momento en que Cristo el
Señor estuvo presente, terminaron la misión de Moisés, los sacerdotes y
profetas que habían instruido al pueblo de Israel y habían gobernado de acuerdo
con la Ley. Su tiempo no se extendió más allá del advenimiento de Cristo. Con
su aparición, la regla de Moisés tuvo que cerrarse junto con sus prescripciones
acerca de los mandamientos de la ley, del matrimonio, el divorcio, las
herencias, los castigos por las diversas transgresiones, los servicios del
templo, las circuncisiones, fiestas, sacrificios y todo lo demás.
Los Diez Mandamientos que tratan de la vida
santa y de la conducta de los hombres hacia Dios, cesaron también, en el
sentido de que no pueden condenarnos a nosotros, creyentes en Cristo. Se sujetó
a la ley para redimir a los que estaban bajo la ley (Gal_4:5) y nos redimió de
la maldición de la ley (Gal_3:13). Sin embargo, los Diez Mandamientos siguen
vigentes entre nosotros los cristianos y estamos obligados a obedecerlos. En lo
que se refiere a la justicia exigida por la ley, se cumple en los creyentes a
través de la gracia y la recepción y asistencia del Espíritu Santo. Todas las
admoniciones de los profetas del Antiguo Testamento, así como las de Cristo y
los apóstoles del Nuevo, constituyen sermones y exposiciones excelentes sobre
los Diez Mandamientos.
Cristo
apareció exactamente en el tiempo anunciado por Jacob (Gen_49:10) y Daniel
(Dan_9:25) e Isaías (Isa_49:8; Isa_61:2) y más tarde San Pablo calificó de
favorable o aceptable, «el tiempo aceptable» y «el día de la salvación»
(2Co_6:2). Era evidente que Juan tenía que preceder al Señor Cristo si éste
tenía que ser bautizado por Juan a fin de empezar su ministerio y predicar y
realizar milagros. Cuando la divina majestad se manifestó sobre El durante su
bautismo en el Jordán, se evidenció que no sólo tenía una misión privada con la
cual había sido investido antes de la fundación del mundo, sino que también era
pública y visible. En aquella ocasión, el Padre eterno se manifestó a sí mismo
diciendo: «Este es mi Hijo amado» (Mat_3:17). El Hijo estaba de pie dentro del
agua y el Espíritu Santo descendió en la forma física de una paloma,
iluminándolo y anunciando el advenimiento de una importante transformación,
semejante a la que sufrió el viejo mundo al hacerse nuevo después del Diluvio.
Iban a abolirse la Ley, el sacerdocio judío y el reino y se iba a establecer un
nuevo mundo a través del Evangelio.
A partir de ahí, no sólo los judíos, sino todos los pueblos de la tierra serían el pueblo de Dios y conocidos como tal. Juan inició el nuevo reino. Dios le dio el mandamiento y el encargo de predicar y bautizar, tal como Lucas el evangelista narra extensamente (Luc_3:1-20): cuando la Palabra del Señor vino a Juan, el hijo de Zacarías, llegó el cambio. El Antiguo Testamento finaliza y empieza el Nuevo. Deja de predicarse la Ley y a Moisés, y se proclama la gracia que ha de venir por medio de Cristo que no tardó en bautizar en función de dicha gracia.”
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