EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1
VERSICULO 39 |
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RV1960 |
NVI1999 |
BTX4 |
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Les
dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel
día; porque era como la hora décima. |
Vengan
a ver les contestó Jesús. Ellos fueron, pues, y vieron dónde se hospedaba, y
aquel mismo día se quedaron con él. Eran como las cuatro de la tarde. |
Les
dice: Venid y veréis. Fueron, pues, y vieron dónde posaba y se quedaron con
Él aquel día, porque era como la hora décima. |
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TR+ |
INA27+ |
VUL |
|
λεγειG3004
V-PAI-3S αυτοιςG846 P-DPM ερχεσθεG2064 V-PNM-2P καιG2532 CONJ ιδετεG3708
V-2AAM-2P ηλθονG2064 V-2AAI-3P καιG2532 CONJ ειδονG3708 V-2AAI-3P πουG4225
PRT μενειG3306 V-PAI-3S καιG2532 CONJ παρG3844 PREP αυτωG846 P-DSM
εμεινανG3306 V-AAI-3P τηνG3588 T-ASF ημερανG2250 N-ASF εκεινηνG1565 D-ASF
ωραG5610 N-NSF δεG1161 CONJ ηνG1510 V-IAI-3S ωςG5613 ADV δεκατηG1182
A-NSF |
λεγει G3004:V-PAI-3S Está diciendo
αυτοις G846:P-DPM a ellos ερχεσθε G2064:V-PNM-2P Estén viniendo και
G2532:CONJ y οψεσθε G3708:V-FDI-2P verán ηλθαν G2064:V-2AAI-3P Vinieron ουν
G3767:CONJ por lo tanto και G2532:CONJ y ειδαν G3708:V-2AAI-3P vieron που
G4225:PRT donde μενει G3306:V-PAI-3S está permaneciendo και G2532:CONJ y παρ
G3844:PREP al lado de αυτω G846:P-DSM él εμειναν G3306:V-AAI-3P permanecieron
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G5610:N-NSF hora ην G1510:V-IAI-3S estaba siendo ως G5613:ADV como δεκατη
G1182:A-NSF décima |
dicit
eis venite et videte venerunt et viderunt ubi maneret et apud eum manserunt
die illo hora autem erat quasi decima |
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KJV |
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He saith unto them, Come
and see. They came and saw where he dwelt, and abode with him that day: for
it was about the tenth hour. |
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TCB |
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Venid
y ved. Jua_1:46; Jua_6:37; Jua_14:22,
Jua_14:23; Pro_8:17; Mat_11:28-30. Se
quedaron con él. Jua_4:40; Hch_28:30,
Hch_28:31; Apo_3:20. La
hora décima. Luc_24:29. |
COMENTARIOS:
SAN JUAN CRISOSTOMO
“Caminaba
ya el sol hacia su ocaso, pues dice el evangelista que era cerca de la hora
décima. También Cristo, por su parte, no se contentó con indicarles el camino
que llevaba hasta su casa, o el lugar en que ésta se hallaba, sino que los
llevó consigo, animándoles aún más a seguirlo al darles a entender que ya les
había acogido entre los suyos.
Por
eso no les dijo, por ejemplo: «Sería inconveniente para vosotros que vinierais
ahora a mi casa. Mañana tendréis ocasión de escuchar cuanto queréis saber de
mí: regresad por el momento a vuestras casas». Les dirigió la palabra como a
amigos, como si se tratara de viejos camaradas.
Y
¿por qué en otro lugar se dice: el Hijo
del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza y aquí, en cambio, Venid y ved donde habito? Porque las
palabras no tiene donde reclinar la cabeza significan no que no vivía en una
casa, sino que no poseía morada propia. Tal es el concepto que propiamente
entraña esa palabra.
El
evangelista escribe a continuación que permanecieron
con El todo aquel día. No añade cuál fue el motivo, porque eso es evidente.
Ni siguieron ellos a Cristo, ni éste los llamó por otra razón que no fuera
enseñarles su doctrina. Y tan profunda y atentamente la aprendieron ellos en
esa sola noche, que inmediatamente se apresuraron a convocar a otros.
Aprendamos
por este ejemplo a posponer también nosotros cualquier cosa antes que la
doctrina divina y a estimar que todo momento es oportuno para aprenderla:
aunque sea necesario acudir a casa de otros, hacerse de pronto amigos íntimos
de personas importantes o de quienes son desconocidos inferiores a nosotros por
su rango; aunque se trate de una hora inoportuna o de un momento que nos parece
incómodo, no perdamos jamás la ocasión de hacer progresos en esa ciencia. El
descanso, los baños, las comidas y cuanto a diario hacemos para satisfacer
nuestras necesidades, cuentan con un momento que les está dedicado. En cambio,
nuestra instrucción en la filosofía celeste no ha de quedar limitada a una hora
determinada, sino que todo momento es bueno para ella. Corrige, exhorta, amonesta a tiempo y a destiempo, dice el Apóstol.
Y también el profeta dice: Meditará sobre
su ley de día y de noche. Moisés dispuso que los hebreos hicieran eso en
todo momento.”
A.T ROBERTSON
“Como
la hora décima (höra hös dekatë). En
tiempo romano, y por ello las diez de la
mañana. De una forma natural, Juan, en Éfeso y al final del siglo, emplea
el tiempo romano. Véase 20:19, «al
atardecer de aquel mismo día», evidentemente tiempo romano. Así también en
Juan 19:14 (hora sexta, mañana) y
Marcos 15:25 (hora tercera, las nueve
de la mañana) concuerdan. Hasta el último momento de su vida Juan jamás olvidó a qué hora había conocido
a Jesús.”
GARY BURGE
“«Vengan a ver», replica él. Esta
terminología está escogida de manera consciente para aludir al discipulado: los
verbos «seguir» (en griego akoulotheo),
«venir y ver» y «hospedarse,
permanecer» (en griego meno) describen todos ellos aspectos del discipulado. Es
interesante ver que este mismo patrón de discipulado se sigue en el caso de
Felipe y Natanael en la siguiente sección. examinaremos estas palabras con
mayor atención.
Se nos dice que estos acontecimientos tienen lugar «en la hora décima (lit.)» que probablemente equivale en nuestro tiempo a las cuatro de la tarde. Este dato no es solo una indicación más de que Juan nos ofrece el relato de un acontecimiento que él mismo presenció (cf. 4:6, 52; 18:28; 19:14), sino que indica algo de la intención de Jesús. Esto sucede al final del día y puede referirse al hecho de que Jesús les ha invitado a pasar todo el día con él. Esta visita se convierte en una sesión de enseñanza, en la que Jesús revela, no solo su identidad mesiánica, sino también su autoridad sobre estos nuevos seguidores.”
A.W PINK
“Ah,
Jesús conocía sus deseos. Había leído sus corazones. Él discernió que buscaban Su presencia, Su persona, Su compañerismo.
Y nunca defrauda tales
anhelos. "Ven" es Su amable
invitación. "Ven" fue una palabra que les aseguró su bienvenida.
"Ven" es lo que todavía dice a todos los que están trabajados y
cargados. "Y ver" o "mirar": esto fue, creemos, una palabra
más para probarlos.
Cuando
Cristo condujo a estos dos hombres a su morada, ¿sería suficiente una breve
visita? De hecho no. Marque el resto del versículo, "vinieron y vieron dónde vivía, y se quedaron con él ese día, porque era
alrededor de la hora décima". Tan completamente se había ganado su
confianza, tan completamente había atraído sus corazones hacia Él, que aunque
este era el primer día de encuentro con el Salvador, permanecieron con Él. Sí,
"moraron" con Él.
Esta
es la palabra que uniformemente habla de
compañerismo espiritual. Se quedaron con Él ese día; porque era como la
hora décima; eran las 4 de la tarde.
No dudamos que se quedaron con Él esa noche, pero esto no está expresamente declarado,
¿y por qué? ¡Ah, el Espíritu Santo no diría que moraron con Él "esa noche", porque no hay noche en Su presencia! Fíjense, también, que
no se da el nombre del lugar donde habitaba. Ellos "se quedaron con él", pero no se nos dice donde: Él era un peregrino
aquí, y los que lo siguen deben ser también peregrinos. "Se quedaron con él". ¡Qué bendito!
Su morada también era la de ellos. Y así será para todos los creyentes por toda
la eternidad. ¿No ha dicho Él: "Volveré
otra vez y os recibiré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también
estéis" (Juan 14: 3)?.”
CHARLES SPURGEON
“Cristo
halla al hombre que está en un marco mental de búsqueda, y le sugiere una mayor
búsqueda, y agita su corazón; mientras el fuego del alma arde, Él pone
combustible a la flama. Ellos preguntan: “Maestro, ¿dónde moras?” Y Su
respuesta para ellos es: “Venid y ved.” Así es precisamente cómo se obra el
proceso de la conversión en los corazones de los hombres; quieren saber más de
Cristo, y Él les dice: “Venid y ved. Ustedes querrían tener paz—vengan y vean
si Yo puedo dárselas—Yo les digo que si confían en Mí, la paz de ustedes será
como un río, y su justicia como las olas del mar. ¡Venid y ved!” Ustedes dicen
que necesitan pureza; simplemente prueben ahora el efecto de la obediencia de
la fe: vean si no cambia sus corazones y no renueva su espíritu. “Venid y ved.”
Oh, ustedes que están buscando y haciendo preguntas acerca de Cristo y acerca del
Evangelio, y de Su persona, y de Su linaje: “Venid y ved.” La mejor manera de
quedar convencidos del poder de nuestro santo Evangelio es probarlo por ustedes
mismos. Si son buscadores honestos, si la gracia de Dios los ha hecho así,
entonces vengan y prueben y verifiquen. “Dichoso el hombre que confía en Él.”
Esta es nuestra prueba y nuestro testimonio; pero si quisieran comprobarlo por
ustedes mismos, “Venid y ved.”
Ellos
le tomaron la palabra a Jesús; vinieron y vieron. No se nos dice qué vieron,
pero se nos informa cuál fue el resultado: se quedaron con Él esa noche, y
permanecieron con Él todos Sus días y se convirtieron en Sus fieles discípulos.
Oh,
mi querido amigo, si sólo quisieras venir y ver a Cristo, si por medio de una
humilde oración sincera tú le entregaras tu corazón, y luego confiaras en Él
sin reserva para que sea tu guía, nunca lamentarías la decisión. Si Jesús
resultara ser un mentiroso para ti, entonces abandónale; si Su promesa no fuera
verdadera, entonces no te cuentes entre Sus discípulos; pero pruébalo:
“¡Oh, solo haz una prueba de Su amor!
La
experiencia decidirá
Cuán
bienaventurados son aquellos y sólo ellos,
Que
confían en Su verdad.”
Vean,
entonces, la manera en que la gracia de Dios obra por medio de la Palabra, cómo
motiva un espíritu de indagación, cómo promueve luego una mayor investigación,
cómo proporciona luego la prueba de la experiencia, y conduce posteriormente a
entregar el corazón a Cristo.”
DAVID GUZIK
“Porque era como la hora décima: Esta fue
una ocasión tan memorable para el escritor que recordó la hora exacta en la que
conoció a Jesús. Esta es una pista sutil de que uno de los dos discípulos que
vinieron a Jesús era el mismo apóstol Juan.”
COMENTARIO BIBLICO MUNDO HISPANO
“Venid
y ved, mejor “Venid y veréis”. La
contestación de Jesús es más que una invitación para comprobar su residencia;
es una bienvenida a conversar con él. Se quedaron con él aquel día, indicando
la disposición de él de responder a la búsqueda de ellos, por un lado, y la
sinceridad de ellos de aprender de él, por el otro. La hora décima, indica las 4:00 de la tarde según nuestro método de
marcar las horas (ver 11:9).
Los
judíos marcaban el tiempo desde la puesta del sol de un día hasta la del
siguiente y luego dividían ese período de 24 horas en dos, desde la puesta del
sol a la salida del sol el día siguiente y desde la salida del sol hasta la
puesta en el mismo día. En cambio, los romanos medían el tiempo desde la
medianoche hasta la medianoche siguiente para eventos legales, pero en el uso
común seguían el sistema judío. El cuidado que Juan usa en notar el tiempo de
ciertos eventos es otra evidencia de un testigo ocular (ver 4:6, 52; 18:28;
19:14; 20:19).”
JUAN CALVINO
“Era
alrededor de la décima hora; es decir, se acercaba la tarde, porque no faltaban
más de dos horas para la puesta del sol. En ese momento dividían el día en doce
horas, más largas en verano y más cortas en invierno. Pero de esta
circunstancia inferimos que aquellos discípulos estaban tan ansiosos por
escuchar a Cristo y obtener un conocimiento más íntimo de él, que no se preocuparon
por una noche de alojamiento. Al contrario, somos, en su mayor parte, muy
diferentes a ellos, porque nos demoramos incesantemente, porque no nos conviene
seguir a Cristo.”
JOHN MACARTHUR
“La
respuesta inmediata de Jesús era la invitación que Andrés y Juan estaban
esperando: “Venid y ved”. Pero Jesús
“ofrecía a estos hombres algo más que descubrir dónde iba a pasar la noche; los
estaba invitando a ir y obtener de Él una idea sobre la mente y el propósito de
Dios” (R. V. G. Tasker, The Gospel According to St. John [El Evangelio según
San Juan], The Tyndale New Testament Commentaries [Comentarios Tyndale del
Nuevo Testamento] [Grand Rapids: Eerdmans, 1975], p. 52). Jesús conocía sus corazones, que eran
buscadores honrados y sinceros. Habían sido llevados a Él por el Padre (6:44) y
el Espíritu Santo los había convencido de su pecado (cp. 16:8). El buscador
sincero siempre lo encontrará (Dt. 4:29; 1 Cr. 28:9; 2 Cr. 15:2; Jer. 29:13) porque,
como Él prometió: “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la
doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Jn. 7:17). De otra
parte, Jesús no se compromete con el falso y el hipócrita, sin importar qué
profese externamente:
Estando en Jerusalén en la fiesta de la
pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús
mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que
nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre (Jn. 2:23-25, cp. Mt. 7:21-23; Lc. 6:46; 13:25-27).
Jesús
nunca dejó fuera al sincero, al buscador ávido del Espíritu. Nunca estuvo
demasiado ocupado para mostrar compasión por las ovejas perdidas en busca del
Pastor (Mt. 9:36). A uno tan deseoso por verlo que dejó a un lado su dignidad y
se subió a un árbol, Jesús le dijo: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy
es necesario que pose yo en tu casa” (Lc. 19:5). Juan y Andrés, en respuesta a
la invitación, fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día.
Para ellos, como para Zaqueo, el día en que conocieron a Jesús fue el día de su
salvación.
El
encuentro que cambió la vida de Juan quedó tan vívidamente grabado en su mente
que dejó constancia del tiempo preciso indicando que era como la hora décima.
El día se acercaba a su fin y la oscuridad se echaba encima. En una época sin
luz eléctrica, ese era el momento en que las personas solían terminar sus
actividades externas y los viajeros comenzaban a buscar abrigo para la noche.
De modo que es de esperarse que Andrés y Juan buscaran hospedaje en una villa
cercana. Pero en lugar de buscar abrigo, Andrés y Juan buscaron al Salvador.
Como
lo esperaban de Él, Jesús en su gracia les extendió una invitación a quedarse
esa noche; así lo implica su declaración “Venid y ved”. Juan no dice de qué
hablaron en aquella noche memorable, pero sin lugar a dudas, el Señor “les
abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” (Lc. 24:45)
mientras “les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lc.
24:27). Sea lo que sea que haya dicho, fue suficiente para persuadirlos de que
Él en realidad era el Mesías, como lo indica el testimonio emocionado de Andrés
a su hermano Pedro al día siguiente.”
WOLFGANG MUSCULUS
“¿Quién
puede expresar suficientemente la gran disponibilidad y humanidad de Cristo?
Podría haber rechazado honestamente lo que le pidieron, porque iba a ser de
noche. O en dos palabras podría haber indicado su lugar de alojamiento. Pero
está tan lejos de sentirse ofendido por su llegada prematura que cuando le
preguntan por su alojamiento, incluso los invita a venir a ver. ¿Qué, pregunto,
está sucediendo aquí? ¿Qué quería mostrarles? ¿Quizás una casa lujosa? Pero no
tenía ninguno. Dice: Las zorras tienen
madrigueras, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Entonces,
¿qué les estaba ofreciendo a ver? Precisamente lo que buscaban. Buscaban al Cordero de Dios, y él lo
ofrecía para ser visto y conocido.
¡Ay, nuestra depravación! ¿Por qué no imitamos esa humanidad de Cristo? ¿Por
qué somos tan inhumanos con los extranjeros y los inmigrantes? ¿Por qué no
aprovechamos la oportunidad de dar a conocer y ampliar el conocimiento de
Cristo?.”
ALEXANDER MACLAREN
“La
respuesta de Jesús es, 'Ven, ven ahora;
ven y aprende a conocerme mediante el trato conmigo. Su hogar temporal
probablemente no era más que un lugar seleccionado en la orilla del río, porque
"no tenía dónde recostar la cabeza";
pero tal como era, les da la bienvenida. ¡Ven y mira! Saque una verdad simple y
llana de eso. Cristo siempre se alegra cuando la gente recurre a él. Cuando
estuvo aquí en el mundo, ninguna hora fue inconveniente o inoportuna; ningún
momento estuvo demasiado ocupado; jamás se permitió que ninguna necesidad
física de hambre, sed o sueño se interpusiera entre Él y los corazones que buscaban.
Nunca estuvo impaciente. Nunca se cansaba de hablar, aunque a menudo se cansaba
de hablar.
Él
nunca se negó a sí mismo a nadie ni dijo: 'Tengo algo más que hacer que
atenderlo'. Y así como en el hecho literal, mientras Él estaba aquí en la
tierra, nunca se permitió que nada impidiera que se acercara a cualquier hombre
que quisiera acercarse a Él, así que ahora nada lo impide; y se alegra cuando
alguno de nosotros recurre a él y le pide que nos deje hablar con él y estar
con él. Su cansancio u ocupación nunca apartó a los hombres de Él entonces. Su
gloria no los excluye ahora.
Entonces
hay otro pensamiento aquí. Esta invitación del Maestro es también una llamada
muy distinta a un conocimiento de primera mano de Jesucristo. Andrés y Juan
habían escuchado del Bautista acerca de él, y ahora lo que les pide que hagan
es que vengan y se escuchen a sí mismo. Eso es lo que Él los llama a hacer,
queridos hermanos. No nos escuches, deja
que el Maestro mismo te hable.
Muchos
de los que rechazan el cristianismo lo rechazan por no haber escuchado a Jesús mismo
enseñándoles, sino solo a teólogos y otras representaciones humanas de la
verdad. Ve y pídele a Cristo que te hable con sus propios labios de verdad, y
tómalo como el expositor de su propio sistema. No se contente con
conversaciones tradicionales e información de segunda mano. Vaya a Cristo y
escuche lo que Él mismo tiene que decirle. Luego, aún más, en este 'Ven y ve'
hay un llamado distintivo al acto personal de fe. Ambas palabras,
"ven" y "ve", se usan en el Nuevo Testamento como emblemas
permanentes de la fe.
Venir
a Cristo es confiar en Él; confiar en Él es verlo, mirarlo. "Venid a Mí, y Yo os haré descansar",
"Mírenme y sean salvos, todos los
extremos de la tierra". Hay dos metáforas, ambas apuntando a una cosa,
y esa única cosa es la invitación de los amados labios del amoroso Señor a cada
hombre, mujer y niño de esta congregación. ¡Ven y mira! “Pon tu confianza en Mí,
acércate a Mí con el deseo y la penitencia, acércate a Mí en el pensamiento
fijo de tu mente, en la devoción de tu voluntad, en la confianza de todo tu
ser. Venid a mí y mírame con fe; y entonces -y sólo entonces- sus corazones
habrán encontrado lo que buscan, y su fatigada búsqueda habrá terminado, y,
como la paloma, plegarán sus alas y anidarán al pie de la Cruz, y descansarán
para siempre.”
JOHN GILL
“Porque era como la hora décima; que,
según la forma romana de contar, deben ser las diez de la mañana; de modo que
les esperaba una parte considerable del día; pero según la forma judía de contar,
que calcula doce horas para un día, deben ser las cuatro de la tarde, cuando
sólo quedaban dos horas para la noche: y este sería el tiempo en que el cordero del sacrificio diario de la tarde
era ofrecido, y muy oportunamente Juan les señaló, en este momento, a Cristo el Cordero de Dios, el antitipo de
ese sacrificio; porque el sacrificio vespertino diario se sacrificaba a las
ocho y media, y se ofrecía a las nueve y media, o entre las nueve y las diez
horas del día.”
GRANT OSBORNE
“La
respuesta de Jesús en 1:39a, “Vengan a
ver”, es entonces, una invitación a
la salvación. Felipe usa estas palabras exactas en 1:46 para invitar a
Natanael a ser seguidor de Jesús. Ambos términos son usados en Juan para
representar una decisión de fe: “ven” en 3:21; 5:40; 6:35; 7:37; y “ver” en
6:40; 9:39; 16:16; 17:24. La implicación clara es que estos dos discípulos de
Juan habían estado buscando lo que Jesús ahora les estaba ofreciendo.
Detrás
de este tiempo a los pies de Jesús escuchando el mensaje de salvación, implícito
en 1:39b, “Ellos fueron, pues, y vieron dónde se hospedaba, y aquel mismo día
se quedaron con él”. No solo se mudaron de un lugar de residencia a otro;
encontraron una nueva casa con Dios en Cristo. Escucharon al verdadero rabino o
maestro, el Verbo de Dios, y él “hizo su morada entre” ellos (1:14
reestablecido como salvación). Una de las técnicas narrativas de Juan es no
describir directamente la conversión de los individuos sino presentarla en el
lenguaje figurado de la historia (como con Nicodemo o la mujer samaritana).
Este es el caso aquí también. Vemos la decisión de fe representada en el drama
detrás de escena. Se vuelve claro en el testimonio de Andrés a Simón en el
versículo 41: “Hemos encontrado al Mesías.”
J.C RYLE
“[Venid y ved]. No se debe pasar por alto
la gran afabilidad y condescendencia de estas primeras palabras de nuestro
Señor tras su aparición pública como Mesías. La primera cosa que le oímos decir
después de haber sido proclamado públicamente como “Cordero de Dios” es “venid
y ved”. Es un grato tipo de lo que ha estado diciendo siempre a los hijos de
los hombres desde aquel día hasta hoy. “Venid y ved quién soy y lo que soy.
Venid y conocedme personalmente”. Schottgen y Lightfoot comentan ambos que la
expresión “venid y ved” es muy común en los escritos rabínicos y resultaría muy
familiar a los judíos.
[Donde moraba]. Solo podemos suponer que
el lugar donde nuestro Señor moraba en aquel momento era una residencia
temporal dentro o cerca de Betábara. En el mejor de los casos probablemente
sería una humilde estancia. No es imposible que no fuera más que una cueva. Con
frecuencia no tenía donde reclinar su cabeza. Si los dos discípulos tenían el
más mínimo vestigio de expectativa judía de que el Mesías vendría con dignidad
y gloria reales, la morada de nuestro Señor les llevaría con mucho a
desengañarse de tal idea.
[Y se quedaron con él aquel día […] la hora
décima]. El día judío comenzaba a las seis en punto de la mañana. La hora
décima era, por tanto, las cuatro de la tarde. A esta tardía hora del día, a
sus discípulos se les hizo imposible concluir su conversación con Jesús y, por
tanto, se quedaron en su morada con Él toda la noche.
Muchos
comentaristas, desde Agustín en adelante, hacen el comentario natural de que
aquella tarde debió de ser una bendita tarde para aquellos dos discípulos y
hubiera sido grato que nos hubiera llegado aquella conversación. Pero si
hubiera sido bueno para nosotros conocer la conversación, sin duda habría
quedado constatada. No hay deficiencias en la Escritura.”
LEON MORRIS
“La hora décima… Westcott y otros creen
que este incidente ocurrió alrededor de las 10 de la mañana porque, según
ellos, Juan sigue el sistema romano: se empezaba a contar a partir de la
medianoche. Pero no está claro que este sistema romano fuera relevante en la
vida diaria. Es cierto que los romanos contaban a partir de medianoche cuando
se referían al día en sentido jurídico, es decir, al fechar los contratos y los
arrendamientos (ver Dods), pero parece ser que para el resto de actividades
cotidianas, se habían amoldado al uso horario que partía de la salida del sol.
Por
ejemplo, en los relojes de sol, para marcar el mediodía ponían VI, y no XII.
Tanto los griegos como los romanos empezaban a contar a partir del amanecer:
«Cuando los romanos hablaban de ‘la hora primera’ se referían al momento en
que, después de la salida del sol, se cumplía una hora» (Sir P. Harvey, ed.,
The Oxford Companion to Classical Literature [Oxford, 1959]. P. 88). J.
Carcopino realiza una tabla donde muestra las horas del día y las compara con
el sistema horario actual (Daily Life in Ancient Rome [Penguin Books, 1962],
pp. 167-68); dice que la hora décima en el solsticio de verano duraba desde las
15:46 a las 17:02 de nuestro sistema. Gepp y Haigh, en su Latin English
Dictionary también definen la prima hora como “el amanecer, el alba”; esta obra
no recoge ningún otro sistema horario.
En
cuanto al uso judío existe un pasaje muy iluminador en el que vemos que R. Judá
acepta que dos testigos no se puedan poner de acuerdo sobre si algo ocurrió en
la hora tercera o en la hora quinta, pero rechaza que uno hable de la quinta y
otro de la séptima «porque en la hora quinta el Sol está en el Este, y en la
hora séptima el Sol ya está en el Oeste» (Sanh. 5:3). H.R. Stroes realiza un
análisis muy completo de las evidencias bíblicas en un artículo titulado “Does
the Day Begin in the Evening or Morning?” (Vetus Testamentum, XVI [1966], pp.
460-75). Como el título indica, Stroes solo presenta dos puntos de vista y ni
siquiera menciona la posibilidad de que el día empiece a partir de la
medianoche. Según él, en tiempos del Nuevo Testamento cuando se requería ser
preciso, el día no empezaba al atardecer, sino al amanecer.
No tiene sentido que este evangelista usara el sistema horario jurídico tan poco usual de los romanos. Los comentaristas más antiguos aceptan que Juan usaba el mismo sistema que los otros evangelistas. Así, Crisóstomo describe la “hora décima” de este texto como «el momento en el que faltaba poco para que el sol se pusiera» (18.3; p. 65). San Agustín cree que solo se trata de una referencia alegórica a la ley «¡porque la ley fue dada en los diez mandamientos!» (7.10; p. 51) MacGregor también opta por una explicación alegórica: «‘la hora décima’, el número de la perfección, marca el principio de la era cristiana» (Bultmann también cree que tiene un sentido alegórico). J. Edgar Bruns comenta que todas las referencias temporales de Juan son simbólicas (NTS, 13 [1966-67], pp. 285-90). Pero todas estas conclusiones van en contra de las pruebas que tenemos, así que no son lógicas ni probables. Lo más razonable es interpretar que este versículo, como muchos otros, aportan verdaderas marcas temporales.”
NACAR – COLUNGA
“Aquellos
discípulos del Bautista requerían tiempo y profunda intimidad en lo que querían
tratar con él. No era oportuno tratarlo allí entre las turbas que venían al
bautismo de Juan. ¿Sería ello un indicio de ofrecimiento indirecto a seguirle
como discípulos? Se diría lo más probable. Pues viviendo en un “círculo” de
orientación al Mesías, piénsese en Qumran, bajo la dependencia del Bautista, se
explicaría bien que, al ser mostrado por éste, se quisieran incorporar a lo que
orientaba su vida de “discípulos de Juan.”
La
respuesta de Cristo fue: “Venid y ved.” Era la fórmula usual en curso: “Ven y
ve”, tanto en el medio bíblico (Sal
46:9) como en el neotestamentario (Jn
1:46; 11:34) y rabínico.
Ante
esta invitación, estos discípulos fueron y se quedaron con El “aquel día.” Y se señala que era “como la
hora décima.” Su “morada” debía de
ser una de aquellas cabañas improvisadas, de cañas y follaje, en que pasar la
noche.”
SAMUEL P. MILLOS
“El
Señor llama a los dos discípulos de Juan al seguimiento, como se aprecia
mediante el uso del verbo en imperativo: "venid". Esa es la fórmula que usa habitualmente cuando quiere
que alguien le siga. Jesús no tiene morada permanente en el mundo, porque no es
del mundo, pero prepara una morada para
los suyos (14:2 ss.). La respuesta comprende una doble dimensión, primero
la mvitación al seguimiento y seguidamente la consecuencia que se produce al
seguirle: veréis. La construcción con este segundo verbo no está en imperativo,
como algunas versiones traducen, ved, sino en futuro de indicativo, por tanto si
le seguían verían la dimensión de lo que buscaban.
En
el evangelio Jesús hablará de Su morada a los discípulos, en unión con el
Padre: "El que me ama, mi palabra
guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él"
(14:23). La orientación de Cristo va más allá de una simple morada material. A
quienes preguntaban donde moraba les llama a seguirle para pasar de huéspedes
en la casa con Jesús, a ser la morada permanente de Él en sus corazones. Los seguidores
de Cristo se convertirían en templo de Dios, donde la presencia divina se
manifestaría plenamente.
Indudablemente
los dos discípulos no entendían esta dimensión, ellos buscaban sólo conocer el lugar
donde Jesús residía para estar tranquilamente con Él y conocerle mejor, pero la
realidad iba a ser otra en la medida en que siguieran a Jesús día a día. Más
tarde diría el Señor a Felipe y a Andrés: "Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará
mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará" (12:26). Todo
esto se producirá en la vida de aquellos dos que dejando a Juan seguían a
Jesús.
Con
esta invitación venid y veréis, abría para ellos un futuro impreciso todavía
para los dos, pero seguro y cierto para Jesús. Poco a poco ellos iban a ir
viendo la gloria admirable de Jesús, a quien Juan presentó como el Cordero de Dios. Este veréis será un progresivo ir viendo para
quedar cautivados de la gloria del Verbo encarnado.”
WILLIAM HENDRIKSEN
“El les dijo: Venid y lo veréis. La
contestación fue mejor de lo que esperaban. Jesús les invitó inmediatamente a
que le acompañaran. Por consiguiente, vinieron y vieron dónde se alojaba. Los
hechos se narran con simples aoristos
históricos. Fueron y vieron. Buscaron y encontraron. Obsérvese que el
verbo hallar de los versículos 41, 43, 45 corresponde al verbo buscar del
versículo 38.
Y se quedaron con él aquel dia: era como la hora
décima. El aspecto importante de este asunto no es: “¿Qué significa la hora
décima?”, sino, “¿Por qué hace el escritor mención de la hora?”
La
contestación es: El escritor, como se ha demostrado, era uno de aquellos dos discípulos.
¡Aquel día con Jesús cambió toda su vida! Dejó en él una impresión tan profunda
que nunca olvidó la hora exacta en que había recibido aquella invitación y
había determinado aceptarla.
En
cuanto a la elección entre las 4 de la tarde y las 10 de la mañana para la hora
décima, creemos (con A. Edersheim, A. T. Robertson, F. W. Grosheide, y muchos
otros) que existen muchas razones en favor de esta última:
(1)
Juan está escribiendo a finales del primer siglo. Sus lectores eran—en su
mayoría— cristianos gentiles. Esto hace innecesario el uso del método judío de
contar las horas. Pudo haber usado el sistema romano del día civil.
(2)
En 20:19 el escritor tiene que referirse forzosamente al día romano. Si allí lo
hace, ¿por qué no aquí?
(3)
El contexto parece favorecer esta interpretación: “Y se quedaron con él aquel día”. Si hubieran sido las 4 de la tarde
lo natural hubiera sido decir: “Y se
quedaron con él aquella tarde”. Cf. Lc. 24:29. Por otro lado si “la hora décima” significa las 10 de la
mañana, queda bastante tiempo en aquel mismo día para la búsqueda que resultó
en el hallazgo de dos discípulos más: Simón Pedro y (con toda probabilidad)
Santiago. (Versículos 41, 42.)
(4)
Este método de computar las horas también es adecuado a las circunstancias de otros
pasajes de este evangelio. (Véase explicación de Hendriksen de 4:6 y de 4:52.)
(5)
Este cálculo del tiempo hace armonizar 19:14 con Mr. 15:25. Si en ambos pasajes
se cuentan las horas a partir de la salida del sol, resulta una contradicción
insoluble.”
JAMES SMITH
“Una
invitación llena de gracia. «Les dijo: Venid y ved.» Ellos aceptaron
contentos la invitación, y «fueron, y vieron donde se hospedaba, y se quedaron
con Él aquel día» (v. Jua_1:39). Ésta fue una experiencia bienaventurada y
memorable, y así Juan menciona la misma hora del día, «la hora décima». «Venid
y ved.» ¡Qué gracia y privilegio comunican estas dulces palabras a sus almas
anhelantes! Es la apertura de una puerta ancha y eficaz a la plenitud de la
bendición. ¡Cuán triste hubiera sido que no hubieran entrado! ¿No es nuestro
este privilegio, en un sentido más profundo? «Venid a Mí todos los que estáis
fatigados y cargados, y Yo os haré descansar» (Mat_11:28). Cree, y verás.”
COMENTARIO BIBLICO BEACON
“La
respuesta de Jesús a los discípulos es al mismo tiempo un imperativo y una invitación: Venid
y ved. Ellos hermanaron el imperativo Venid
con la obediencia: Fueron. La invitación ved fue recompensada así: Vieron donde moraba (Jua_1:39).
Alexander
Maclaren encuentra en los versos Jua_1:37-39 a “Los Primeros Discípulos”: (1) ¿Qué
buscáis? Jua_1:39; (2) Venid y ved,
Jua_1:39; (3) Fueron y vieron,
Jua_1:39.”
MATTHEW HENRY
“A
pesar de la suma importancia que el episodio tenía para el evangelista, el
relato no puede ser más lacónico. Pero, dentro de su laconismo, es denso en
contenido. Ellos le habían preguntado dónde moraba y Jesús contesta con algo
más (comp. con Luc_23:42-43): les invita a pasar el día con Él. Jesús no tenía
domicilio propio (v. Mat_8:20); por eso, lo propio era acompañarle al lugar en
que se hospedaba aquel día. De paso, podemos advertir ya que la frase: «Ven y
ve» o: «Venid y ved» es el mejor y más sencillo testimonio en favor de Jesús y
del Evangelio. Jesús invita a ir a Él donde Él mora, y es preciso seguirle tan
pronto como escuchamos su invitación. Aprovechar la oportunidad que pasa es
muestra de gran sabiduría: «Ahora es el tiempo aceptable» (2Co_6:2).
Ellos
obedecieron y le siguieron: «Fueron y vieron dónde se hospedaba, y se quedaron
con Él aquel día; porque era como la hora décima». Buscaron y encontraron,
según la promesa de Jesús (Luc_11:10 y paral.). También en este capítulo, el
buscar del versículo Jua_1:38 tiene la recompensa del encontrar en los versículos
Jua_1:41 y Jua_1:45. Ya hemos dicho que no cabe duda de que uno de los dos
discípulos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús era el propio evangelista.
Aquel día cambió su vida. Y la impresión que recibió de aquel primer encuentro
salvífico con Jesucristo fue tan tremenda, que sesenta y tantos años más tarde
recuerda perfectamente la hora del día en que se realizó el gran encuentro.”
WILLIAM MACDONALD
“Les dijo: Venid y ved. Nadie con un
deseo genuino de aprender más del Salvador es jamás rechazado. Jesús invitó a
ambos al lugar donde entonces se alojaba -probablemente una morada muy pobre en
comparación con las casas modernas.
Fueron,
y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima. Nunca habían
recibido aquellos hombres un tan alto honor. Pasaron aquella noche en la misma
casa que el Creador del universo.
Estuvieron entre los primeros miembros de la nación judía en reconocer al Mesías.”
ORIGENES
“Y
cuando les dice: venid, les invita a que obren. Y cuando les dice ved, les
invita a la contemplación.”
SAN AGUSTIN
“¡Qué
hermoso día pasaron! ¡Qué hermosa noche! Edifiquemos asimismo nosotros en
nuestro corazón, y hagamos una casa digna, adonde venga el Señor y nos
instruya.”
W. PARTAIN – B. REEVES
“Al
comparar los otros textos en los que Juan especifica el tiempo (4:6, 52; 11:9;
y, en particular, 19:14) concluimos que Juan daba la hora según el tiempo romano. Mar_15:25 dice que "Era
la hora tercera cuando le crucificaron", pero Jua_19:14 dice, "Era...
como la hora sexta. Entonces (Pilato) dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro
rey!" Pilato entregó a Jesús para ser crucificado a la hora sexta, tiempo
romano, es decir, a las seis de la mañana, y fue crucificado a "la hora
tercera", tiempo judío, es decir, a las nueve de la mañana.”
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