domingo, 19 de marzo de 2023

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 32


 

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 32

RV1960

NVI1999

BTX4

También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.

Juan declaró: «Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él.

Y Juan dio testimonio, diciendo: He contemplado al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre Él. 

TR+

INA27+

VUL

καιG2532 CONJ εμαρτυρησενG3140 V-AAI-3S ιωαννηςG2491 N-NSM λεγωνG3004 V-PAP-NSM οτιG3754 CONJ τεθεαμαιG2300 V-RNI-1S τοG3588 T-ASN πνευμαG4151 N-ASN καταβαινονG2597 V-PAP-ASN ωσειG5616 ADV περιστερανG4058 N-ASF εξG1537 PREP ουρανουG3772 N-GSM καιG2532 CONJ εμεινενG3306 V-AAI-3S επG1909 PREP αυτονG846 P-ASM

και G2532:CONJ Y εμαρτυρησεν G3140:V-AAI-3S dio testimonio ιωαννης G2491:N-NSM Juan λεγων G3004:V-PAP-NSM diciendo οτι G3754:CONJ que τεθεαμαι G2300:V-RNI-1S He visto το G3588:T-ASN a el πνευμα G4151:N-ASN espíritu καταβαινον G2597:V-PAP-ASN descendiendo ως G5613:ADV tal como περιστεραν G4058:N-ASF paloma εξ G1537:PREP procedente de ουρανου G3772:N-GSM cielo και G2532:CONJ y εμεινεν G3306:V-AAI-3S permaneció επ G1909:PREP sobre αυτον G846:P-ASM él

et testimonium perhibuit Iohannes dicens quia vidi Spiritum descendentem quasi columbam de caelo et mansit super eum

KJV

And John bare record, saying, I saw the Spirit descending from heaven like a dove, and it abode upon him. 

TCB

Vi al Espíritu que descendía. Jua_5:32; Mat_3:16; Mar_1:10; Luc_3:22.

 

COMENTARIOS:

ISAAC AMBROSE

“¿Por qué descendió el Espíritu Santo sobre Jesús? Respondo: Por estas razones:

1. Que Juan el Bautista quedara satisfecho; porque esta señal le fue dada a Juan, cuando comenzó a predicar por primera vez, que sobre quien vería descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza con el Espíritu Santo.

2. Que Cristo mismo pudiera ser ungido o colocado para su ocupación: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido para predicar buenas nuevas a los mansos". Así como Aarón y sus hijos fueron ungidos con aceite material cuando entraron en sus oficios, así Cristo fue ungido por el Espíritu (por así decirlo), para que pudiera recibir esta consagración e institución para el oficio en el que iba a entrar, la verbigracia, la predicación y el ministerio del evangelio.

¿Por qué en forma de paloma, en lugar de alguna otra forma? Quizás, (1.) Para mostrar la inocencia, la pureza y el amor de Cristo. (2.) Para responder a la figura del diluvio de Noé; porque así como una paloma traía en aquel tiempo noticias de la disminución de las aguas, así ahora trae noticias de la disminución de la ira de Dios sobre la predicación del evangelio.”

JONATHAN EDWARDS

“La paloma es el símbolo o emblema, elegido por Dios para representar el espíritu cristiano, o el espíritu que obra en Cristo y en sus miembros. El Espíritu que descendió sobre Cristo, cuando fue ungido por el Padre, descendió sobre él como una paloma. La paloma es un destacado emblema de mansedumbre, inofensividad, paz y amor. Pero el mismo Espíritu que descendió sobre la cabeza de la iglesia, desciende a los miembros. “Dios envió el Espíritu de su Hijo a sus corazones”. Gal. 4:6. Y “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. Rom. 8:9. Hay un solo Espíritu para todo el cuerpo místico, la cabeza y los miembros, (1Cor. 6:17. Ef. 4:4.) Cristo infunde su propio Espíritu sobre sus discípulos, Juan 20:22. Así como Cristo fue ungido con el Espíritu Santo, que descendió sobre él como una paloma, así los cristianos “tienen la unción del Santo”. 1Juan 2:20,27.”

SAN BERNARDO DE CLARAVAL

“Esta respuesta del Padre fue una glorificación no pequeña del Hijo. Por lo demás es mucho más expresiva y augusta la glorificación que se manifestó a orillas del Jordán, por el testimonio de Juan, la aparición de la paloma y la voz que decía: Este es mi Hijo el predilecto. Asimismo fue glorificado con gran solemnidad sobre el monte en presencia de los tres discípulos, con la misma voz que volvió a bajar desde el cielo, por la admirable y eximia transfiguración de su cuerpo y por el testimonio de los dos Profetas, que se aparecieron allí mismo hablando con él.”

GEORGE WHITEFIELD

“Este Espíritu bendito, que una vez se movió sobre la faz del gran abismo; que ofreció su sombra a la Santísima Virgen antes de que naciera de ella ese santo niño; que descendió en forma corporal, como una paloma, sobre nuestro bendito Señor, cuando salió del agua en su bautismo; y luego descendió en lenguas de fuego sobre la cabeza de todos sus Apóstoles en el día de Pentecostés: este es el Espíritu Santo, que debe moverse sobre el rostro de nuestras almas; este poder del Altísimo debe venir sobre nosotros, y debemos ser bautizados con su bautismo y fuego refinador, antes de que podamos ser calificados como verdaderos miembros del cuerpo místico de Cristo.

Así dice el apóstol Pablo: "¿No sabéis que Jesucristo está en vosotros (es decir, por su Espíritu) a menos que seáis reprobados?" Y, "Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él", y de nuevo, dice San Juan, "sabemos que somos suyos, por el Espíritu que nos ha dado". De hecho, no es necesario que ahora se nos dé el Espíritu de esa manera milagrosa, en la que al principio fue dado a los apóstoles de nuestro Señor, mediante señales y prodigios, pero es absolutamente necesario que recibamos el Espíritu Santo en sus gracias santificantes, tan realmente como ellos lo hicieron: y así seguirá siendo hasta el fin del mundo.”

GEORGE HARPUR

“Antes de que Jesús saliera a la obra de su ministerio público, el Espíritu Santo descendió del cielo en forma de paloma, y se posó sobre él. El Espíritu Santo que es quien imparte a la Iglesia de Cristo su gracia, impartió también su gracia sobre Cristo mismo. Y no porque el Hijo de Dios necesitara la unción del Espíritu Santo, pero se sometió a ella para hacerse igual a sus hermanos en todo. Si tenía que ser su modelo y ejemplo, debía mostrarles de dónde procedía su extraordinaria fortaleza, llevándoles a contemplar en él los frutos del Espíritu Santo que les habían sido prometidos. Todo lo que Cristo hizo como Cabeza y representante de su pueblo, lo hizo mediante la fuerza y el poder del Espíritu que todavía sigue presente en su Iglesia.”

SAN JUAN CRISOSTOMO

“Y ¿cómo reconociste a Cristo? Gracias a la venida del Espíritu Santo, responde. Y para que nadie, por ese hecho, llegara a pensar que Cristo tenía necesidad del Espíritu Santo al modo como nosotros mismos la tenemos, ved cómo se elimina esa sospecha demostrando que la venida del Espíritu Santo tuvo como único fin el de anunciar solemnemente a Cristo. Después de decir yo no lo conocía, añade: pero quien me mandó a bautizar con agua me dijo: aquel sobre quien veas descender el Espíritu y posarse sobre El, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo. ¿Quedáis convencidos de que el Espíritu Santo descendió para manifestar a Jesucristo?

Verdad es que también el testimonio de san Juan estaba por completo libre de cualquier sospecha. Mas para hacerlo aparecer más digno de crédito, él se remitió a la confirmación que daban el Padre y el Espíritu Santo. Puesto que san Juan predicaba algo tan grande y admirable que suscitaría el estupor de sus oyentes, a saber, que por sí solo Cristo quitaría todos los pecados del mundo y que la magnitud de sus dones se bastaría para cumplir una obra redentora de proporciones inmensas, todo eso recibió una especial confirmación. Viene a probarse, así pues, que siendo El el Hijo de Dios, que no necesitaba ser bautizado, el Espíritu Santo descendió sólo para manifestarlo. No era potestad de san Juan conceder el Espíritu Santo, cosa que atestiguan los que recibieron su bautismo cuando dicen: Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo.

Por consiguiente, Cristo no tenía necesidad del bautismo: ni de ése, ni de ningún otro, sino que más bien el bautismo tenía necesidad del poder de Cristo. Pues, en efecto, lo que aún faltaba era que el bautizado fuera hecho digno de recibir el Espíritu Santo. Y eso fue, precisamente, lo que El aportó cuando vino hasta nosotros. Y Juan dio testimonio diciendo: He visto descender al Espíritu Santo en forma de paloma y posarse sobre El. Yo ni siquiera lo conocía, pero quien me mandó a bautizar con agua, me dijo: Aquel sobre el que veas descender y posarse el Espíritu Santo es quien bautiza en el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que es el Hijo de Dios.”

GARY BURGE

“El segundo testimonio de Juan en ese día tiene lugar en 1:32–33. Más que narrar la historia del bautismo de Jesús (como hacen los sinópticos), el Cuarto Evangelio se limita a invitar a Juan el Bautista a describir lo que presenció aquel día en el Jordán. Su testimonio es muy notable. Juan no subraya la voz del cielo o el bautismo en el río, como hacen los sinópticos, sino que alude tres veces a la venida del Espíritu sobre Cristo. El Antiguo Testamento esperaba que la era mesiánica fuera una época de renovación en la que el Espíritu no solo transformaría a Israel (Is 32:15; Ez 36:26–27; 37:14; Jub. 1:23) sino que descansaría vigorosamente sobre el propio Mesías (Is 11:2; 42:1; T. Jud. 24:1–3).

La aparición del Espíritu era algo común en el Antiguo Testamento, sin embargo, se producía principalmente entre dirigentes específicos (como reyes, jueces o profetas) y su duración se limitaba al periodo en que se realizaba la tarea señalada por Dios. El comentario de Juan el Bautista es contundente: el Espíritu descendió y permaneció sobre él. Se trata de una unción permanente, distinta de cualquier otra vista antes en el judaísmo, a saber, la unción mesiánica. Por otra parte, no es solo que en su bautismo Jesús sea ungido con el Espíritu, sino que él mismo bautizará también a otros con el Espíritu Santo. Sin duda, Juan ha presenciado el albor de la era mesiánica.”

A.W PINK

“Esto tiene referencia, por supuesto, a la ocasión en que Cristo mismo fue bautizado por Juan en el Jordán, cuando el Padre testificó de su complacencia en el Hijo, y cuando el Espíritu descendió sobre Él como una paloma. Manifestó el carácter de Aquel sobre quien vino. La "paloma" es el pájaro del amor y del dolor: símbolo apropiado, luego, de Cristo. El amor expresó el dolor, y el dolor expresó la profundidad de Su amor. Así dio testimonio de Cristo la Paloma celestial.

Cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en el día de Pentecostés, leemos que "se les aparecieron lenguas partidas como de fuego, y se asentó sobre cada uno de ellos" (Hechos 2:3). "Fuego" significa uniformemente juicio Divino. Había algo en los discípulos que necesitaba ser juzgado, la naturaleza maligna aún permanecía dentro de ellos. Pero, no había nada en el Santo de Dios que necesitara ser juzgado; por eso el Espíritu Santo descendió sobre él como una paloma.”

CHARLES SPURGEON

“Juan no sabría por su propio juicio. Sin duda, estaba moralmente seguro de que Jesús era el Cristo. Se había criado con él; conocía a su madre, había oído hablar de su maravilloso nacimiento; Juan y Jesús deben haber estado juntos a menudo; pero no debía usar su propio juicio en este caso, sino esperar la señal del cielo; y hasta que lo presenció, no dijo una palabra al respecto. Cuando vio que el Espíritu Santo descendía sobre él, supo que era él.”

BRIAN BAILEY

“Dios le había dado una señal especial para que supiera con certeza quién era el Hijo de Dios. La paloma es un símbolo de paz y también del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es como una paloma en muchas maneras. Las palomas se asustan fácilmente y huyen espantadas. De la misma forma, si nosotros no le damos la bienvenida al Espíritu Santo en nuestra vida, por medio de nuestras acciones, y si nuestro corazón no está moldeable para Él, éste se irá. Esta señal fue vista por todos los que lo rodeaban, pero la mayoría no lo comprendió, porque había muchas palomas cerca del río Jordán. Por esto, sólo Juan el Bautista se dio cuenta de su significado.”

JUAN CALVINO

Vi al Espíritu que descendía como una paloma. Este no es un modo de expresión literal sino figurado; porque ¿con qué ojos podía ver al Espíritu? Pero como la paloma era un signo cierto e infalible de la presencia del Espíritu, se le llama Espíritu, por una figura retórica en la que un nombre se sustituye por otro; no que sea en realidad el Espíritu, sino que lo señala, hasta donde la capacidad humana puede admitir. Y este lenguaje metafórico se emplea con frecuencia en los sacramentos; porque ¿por qué Cristo llama al pan su cuerpo, sino porque el nombre de la cosa se transfiere propiamente al signo? sobre todo cuando el signo es, al mismo tiempo, una prenda verdadera y eficaz, por la que nos aseguramos de que se nos confiere lo mismo que se significa.

Sin embargo, no debe entenderse que la paloma contenía el Espíritu que llena el cielo y la tierra (Jeremías 23:24), sino que estaba presente por su poder, de modo que Juan sabía que tal exhibición no se presentaba a sus ojos en vano. De la misma manera, sabemos que el cuerpo de Cristo no está relacionado con el pan y, sin embargo, somos participes de su cuerpo.

Surge ahora una pregunta, ¿por qué el Espíritu en ese momento apareció en forma de paloma? Siempre debemos sostener que existe una correspondencia entre el signo y la realidad. Cuando se les dio el Espíritu a los apóstoles, vieron lenguas de fuego divididas (Hechos 2:3) porque la predicación del evangelio se difundiría a través de todas las lenguas y poseería el poder del fuego. Pero en este pasaje Dios tenía la intención de hacer una representación pública de esa apacibilidad de Cristo de la que Isaías habla en términos elevados: No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare (Isaías 42:3).

Fue entonces, por primera vez, que se vio al Espíritu descender sobre él; no porque antes hubiera estado despojado de él, sino porque podría decirse que entonces fue consagrado mediante un rito solemne. Porque sabemos que permaneció en la clandestinidad, durante treinta años, como un particular, porque aún no había llegado el momento de su manifestación; pero cuando tuvo la intención de darse a conocer al mundo, comenzó con su bautismo.

En ese momento, por lo tanto, recibió el Espíritu no solo para él, sino también para su pueblo; y por eso su descenso fue visible, para que sepamos que mora en él una abundancia de todos los dones de los que estamos vacíos y desposeídos. Esto puede inferirse fácilmente de las palabras del Bautista; porque cuando dice: Sobre quien verás descender el Espíritu y permanecer sobre él, es el que bautiza con el Espíritu, lo que quiere decir es que la razón por la que el Espíritu fue contemplado en forma visible y permaneció en Cristo, era, para que pudiera regar a todo su pueblo con su plenitud.”

GRANT OSBORNE

“El momento en que Juan el Bautista comprende la naturaleza mesiánica de Jesús y su condición de Cordero de Dios habría llegado cuando bautizó a Jesús. La historia no está narrada, dado que Juan el evangelista quiere ponerlo en boca del Bautista y hacerlo parte de su testimonio. Entonces, en 1:32–33 testifica: “Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él”. Esto significa que Juan es el testigo oficial de la unción de Jesús (el significado de christos, “Mesías / Cristo”), pero también fue una señal para el mismo Bautista. En el Antiguo Testamento, los reyes son ungidos por un sumo sacerdote o profeta, pero Jesús es ungido por el Espíritu Santo. Como Jesús en este evangelio es quien revela a Dios, el Espíritu en este evangelio tiene una función reveladora, infundiendo poder a Jesús y haciéndolo conocido por todos (14:26; 15:26). El Espíritu inaugura el ministerio de Jesús aquí y Juan ahora lo reconoce como el Mesías elegido.

La forma física de una paloma descendente combina varios conceptos, especialmente el Espíritu de Dios sobrevolando la creación en Génesis 1:2, así una nueva creación; y la paloma volviendo al arca de Noé en Génesis 8:8–12, inaugurando así un nuevo orden mundial.

De este modo tenemos una nueva era inaugurada en la venida del Hijo de Dios.

El Espíritu / paloma, que Juan vio “permanecer sobre él”, representa esta nueva realidad del pacto como el reino eterno de Dios llegando con Jesús Esto hace eco de Isaías 11:2, “El Espíritu del Señor reposará sobre él”, un tema principal encontrado también en Hechos 10:38: “cómo lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder”. La nueva ha iniciado, y el poder de Dios ha venido sobre su pueblo en Jesús (1Pe 1:5).”

J.C RYLE

“[También dio Juan testimonio]. Estas palabras parecen denotar un testimonio público y solemne dado por Juan del hecho de que nuestro Señor había sido visiblemente reconocido por Dios el Padre como el Mesías. Si sus oyentes querían tener más pruebas de que esta persona a quien les estaba señalando era verdaderamente el Cristo, les diría lo que había visto con sus propios ojos. Daría testimonio de que había visto pruebas visibles de que esta persona era verdaderamente el Mesías.

[Vi]. Esto significa: “Cuando nuestro Señor fue bautizado, vi esta visión celestial”. Hay serias dudas acerca de si alguien más, aparte de Jesús, tuvo esa visión y oyó la voz del Padre que la acompañó. En cualquier caso, si fue así, no comprendieron ni lo que vieron ni lo que oyeron”.

[Al Espíritu que descendía […]. Esto significa que Juan vio algo que descendía del cielo en forma de paloma volando y que lo que vio era el Espíritu Santo revelándose misericordiosamente de una manera visible.

[Permaneció sobre él]. Esto significa que la visión celestial del Espíritu Santo se detuvo sobre Cristo en el momento de su bautismo. Se posó sobre Él como lo haría una paloma y no se marchó.

No me satisface la idea de que la expresión “como paloma” que tenemos en este versículo signifique que Juan vio verdaderamente una paloma cuando nuestro Señor fue bautizado. Los cuatro autores de los Evangelios describen que la aparición era “como paloma”. S. Lucas habla claramente de una “forma corporal”. Está claro que Juan vio algo visible, y también está claro que esa aparición que descendió se parecía al vuelo descendente de una paloma. Pero soy incapaz de ver que el Espíritu Santo adoptara la forma real de una paloma.

Algunos creen —como Agustín— que la semejanza con una paloma fue empleada especialmente en aquella ocasión en respuesta a la figura del Diluvio de Noé. Dice: “Igual que una paloma llevó en aquella ocasión las noticias de que las aguas habían descendido, así lo hace ahora anunciando en la predicación del Evangelio el apaciguamiento de la ira de Dios”.

No debemos suponer ni por un momento que esta visión del Espíritu descendiendo pretendiera significar que nuestro Señor recibió por primera vez el don del Espíritu Santo en esa ocasión concreta o que no lo hubiera recibido antes en el mismo grado. No debemos poner en duda que el Espíritu Santo moraba en Jesús “sin medida” desde el mismo momento de su encarnación. El objeto de la visión era mostrar a la Iglesia que, cuando comenzó el ministerio de Cristo, se revelaron de una vez a la Humanidad de manera más completa las tres personas de la Trinidad. Al mismo tiempo, su objeto era ser un testimonio oficial para Juan el Bautista de que el Mesías estaba delante de él, que

Aquel era el Salvador prometido a quien Dios había ungido con el Espíritu Santo y enviado al mundo, que había comenzado el tiempo del ministerio de Cristo, que Aquel que tenía el Espíritu para concedérselo a los hombres estaba ante él y que su entrada en su ministerio público era atestiguada por la presencia tanto del Padre como del Espíritu Santo; en resumen, por una manifestación de las tres personas de la Trinidad a la vez.

Como levita que era, Juan estaba sin duda familiarizado con todas las ceremonias por las que los sumos sacerdotes y reyes judíos eran solemnemente iniciados en su oficio. Para su satisfacción, por tanto, nuestro Señor recibió autenticación visible de los cielos y fue reconocido públicamente como el Mesías, el ungido Sacerdote, Rey y Profeta, ante los ojos de su precursor.

Musculus comenta sobre este versículo: “El Espíritu no descendió por causa de Cristo, quien nunca se separaba ni del Espíritu Santo ni del Padre, sino a causa de nosotros, para que Aquel que vino a redimir al mundo se manifestara por medio de la declaración que Juan hizo de Él.”

GARY BAUMLER

“Una vez más Juan cumplió con la misión de ser una “voz” para el Cristo y dio testimonio acerca de Jesús: “Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y que permaneció sobre él.” Juan se refería al día en que Jesús acudió para ser bautizado en el río Jordán y el Espíritu Santo descendió sobre Jesús en la forma de una paloma. Es significativo que el Espíritu permaneciera sobre Jesús, porque Dios el Padre le había dicho a Juan que estuviera atento, y que esta señal identificaría al “que bautiza con el Espíritu Santo” (NVI).

A Juan se le había dicho que estuviera vigilante a la espera del Espíritu. Cuando él vio que el ser que parecía una paloma descansó sobre Jesús, supo que eso era lo que Dios había querido decir. Primero, los cielos se habían abierto, y de ellos había descendido el Espíritu. Después se oyó una voz que venía del cielo abierto y decía: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Lucas 3:22).

La paloma fue la señal prometida por Dios. Juan conocía al Cristo y usó entonces este conocimiento para ayudar a otros a ver y a creer. “Y yo lo he visto”, afirmó de una manera enfática, “y testifico que este es el Hijo de Dios.” Juan quería que todo el mundo supiera la razón por la que Jesús lo había superado y también la razón por la que podía quitar los pecados del mundo: Jesús era el Hijo de Dios. El apóstol Juan también quería que sus lectores (¡nosotros!) viéramos esta verdad, creyéramos y viviéramos (20:30,31).

Este testimonio de Juan explica la razón por la que Juan había dicho anteriormente que él “no lo conocía” a Jesús, si no hubiera sido por la señal que vino de los cielos. Es seguro que Juan sabía que Jesús era pariente suyo, pero la señal segura de que Jesús era el Cristo (el Ungido), el Hijo mismo de Dios, fue la manifestación del Espíritu de Dios sobre Jesús.”

LEON MORRIS

He visto” es la traducción del tiempo perfecto griego, detalle que debemos tener en cuenta. Juan no está escribiendo algo que vio en el pasado y que ahora ya ha dejado de ser, sino que vio algo cuyo efecto continúa en el presente. El verbo que se usa en este evangelio es el que se usa para “ver” en sentido físico. Juan no está hablando de una visión. Vio al Espíritu Santo descender sobre Jesús en forma de paloma. El Espíritu no solo descendió, sino que se posó sobre Él (detalle que no aparece en los Sinópticos). Quizá deberíamos interpretar que el Espíritu se quedó con él de forma permanente.”

SAMUEL P. MILLOS

“El Espíritu descendió en forma corporal como paloma y permaneció sobre el Señor, en una forma semejante se expresa Mateo (Mt. 3: 16). Por su parte Lucas dice que vio al Espíritu en forma corporal como paloma (Le. 3:22). Lo que interesa a Juan es que los oyentes entiendan que los cielos se abrieron tras el bautismo de Jesús, cuando subía del agua. Un detalle complementario de la armonía de los relatos, es que según Lucas el descenso del Espíritu en forma como de paloma ocurrió mientras Jesús oraba (Le. 3 :21 ). Sin duda fue una admirable y milagrosa manifestación para los que estaban allí. Es verdad que no existe en el pasaje, ni tampoco en los paralelos, una evidencia clara para afirmar que todos los presentes vieron los cielos abiertos, pero de lo que no cabe duda es que tanto Jesús como Juan vieron como se abrían. Fue un milagro a la vista de todos los presentes, entre los que estaban también Juan y Jesús. Algunos objetan que las gentes que estaban en aquellos momentos no vieron los cielos abiertos; ciertamente no hay una evidencia contundente para afirmarlo, pero lo que no cabe duda es que tanto Jesús como Juan vieron abrirse los cielos.

Este abrirse los cielos es la preparación sobrenatural que dispone a los oyentes para prestar atención al testimonio del Padre en relación con su Hijo y le permite hacer una observación precisa de cómo él podía identificar a Jesús con aquel que todos esperaban y que era enviado por Dios. La pregunta surge habitualmente: ¿Fue un bautismo con el Espíritu? No hay fundamento bíblico para entrar en este asunto, pero, de lo que no hay duda es que simbólicamente representa la unción de Jesús, el Siervo de Dios, enviado por el Padre, para el ministerio que iba a realizar en el tiempo inmediato al bautismo, por tanto el descenso del Espíritu sobre Jesús tiene que ver con el cumplimiento de la unción del que era anunciado por los profetas como el enviado de Dios.

El Bautista observó que aquella forma como paloma reposaba durante un tiempo sobre Jesús. No fue una visión rápida que pudiera ser confundida con cualquier otro fenómeno natural o los efectos de la luz en un determinado momento del día. Es necesario recordar que Jesucristo es una Persona Divino-humana, es decir, una Persona Divina con dos naturalezas, la divina y la humana. En cuanto a la naturaleza divina, ni necesitaba ni podía ser fortalecida, sin embargo la humana lo requería. Era en todo semejante a los hombres, salvo en lo relativo al pecado y en la unión hipostática con la Deidad, que supera en todo a cualquier parecido con los hombres. Su naturaleza humana quedaba bajo el control y poder del Espíritu Santo de Dios que conducía sus acciones y ejecutaba con su poder los milagros y señales mesiánicas conforme a lo profetizado. De ahí que según Mateo, inmediatamente después del bautismo fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo (Mt. 4:1).”

SAN AGUSTIN

“¿Y quién envió a San Juan? Si decimos que el Padre, no mentimos, lo mismo que si decimos que el Hijo. Pero es mejor decir que el Padre y el Hijo. ¿Y cómo decía entonces que no conocía a Aquél que le había enviado? Y si aún no conocía a Aquél por quien quiso ser bautizado, dijo temerariamente: "Yo debo ser bautizado por ti". Por tanto lo conocía. ¿Y entonces por qué dice: "yo no le conocía"?

Léanse los otros evangelistas, que dijeron esto con más claridad, y encontraremos terminantemente que bajó la paloma cuando el Salvador salía del bautismo. Por tanto, si la paloma bajó después del bautismo y antes de él dijo San Juan al Señor: "Yo debo ser bautizado por ti", entonces le conocía antes del bautismo. Y ¿cómo dice ahora: "yo no le conocía, mas Aquél que me envió a bautizar me dijo: sobre Aquél que tú vieres descender el Espíritu", etc.? ¿Oyó San Juan esto para conocer a aquél a quien no conocía? Había conocido, en verdad, que el Señor era el Hijo de Dios, y él sabía que El bautizaba en el Espíritu Santo. Y antes de que Jesucristo viniese al río, estando muchos alrededor de San Juan, les dijo: "El que ha de venir en pos de mí es mayor que yo: El os bautizará en Espíritu Santo y en fuego".

Pero qué, ¿no conocía que el poder de bautizar lo tenía el Señor y que se lo habría de retener? (No fuera que San Pablo o San Pedro dijese: mi bautismo, como encontramos que dijo San Pablo: mi Evangelio.) Pero igualmente se trataba de conceder, a los buenos y a los malos, la administración de este sacramento. ¿Qué daño te puede hacer un mal ministro, cuando el Señor es bueno? He aquí que fue bautizado por Juan, pero ¿acaso no podría haber sido bautizado por un homicida? Pues San Juan dio su bautismo, pero homicidas han dado el bautismo de Cristo, cuyo sacramento es tan santo que no puede mancharse aun cuando sea administrado por un homicida.

Pudo también el Señor (si hubiera querido) conceder su potestad a algún siervo suyo para que hiciera sus veces, de tal modo que le diese igual eficacia a la facultad de bautizar delegada al siervo, que no se distinguiese del administrado por el mismo Señor. Pero no quiso esto, para que en El se conservase la esperanza de los bautizados, que debían conocer por quién eran bautizados. Y no quiso poner esta esperanza de un siervo en otro siervo.

Y si hubiese concedido este poder a sus siervos, habría tantos bautismos cuantos siervos. Y así como se ha dicho: el bautismo de San Juan, así se diría también: el de Pedro o el de Pablo. Mas por esta potestad, que sólo se reservó Jesucristo, se conserva la unidad de la Iglesia, de la que se ha dicho: "Mi paloma es una sola" (Cnt_6:8). Puede también suceder, que alguno tenga un bautismo distinto del de la paloma, pero no puede aprovechar a nadie otro más que el de la paloma.

Convenía, pues, que bautizase Aquél que es el Hijo Unigénito de Dios y no es adoptado. Los hijos adoptados ejercen de ministros para con el Hijo Unico. De aquí que el Unico tiene potestad; los adoptados tienen ministerio.”

WILLIAM HENDRIKSEN

“No se sabe exactamente por qué Dios escogió una paloma para representar al Espíritu Santo. Algunos comentaristas señalan la pureza, la mansedumbre y la gracia de la paloma, propiedades éstas que, en grado infinito, caracterizan al Espíritu. Es posible que esta explicación sea correcta. Juan observó que aquella forma corporal reposó (por unos momentos) sobre Jesús; es decir, no desapareció inmediatamente. Basándonos en pasajes tales como 3:34; Lc. 4:18 y siguientes; e Isaias 61:1 y siguientes, podemos decir lo que Juan vio fue la manifestación visible del ungimiento de Jesús por el Espíritu Santo. Este ungimiento, como indican las referencias, incluye dos elementos: a. que Dios ordenó al Mediador para su obra específica, y b. que el Mediador fue capacitado de cumplirla.”

JAMES SMITH

“El Espíritu, apareciendo en semejanza de paloma, vino de un «cielo abierto», y fue acompañado de una voz que daba certidumbre: «Tú eres mi Hijo Amado» (Mat_3:1-17; Luc_3:1-38). A Él lo selló Dios el Padre para el día de la redención, cumplida en la cruz del Calvario. Con el Espíritu santo vino la palabra atestiguadora de Dios. Siempre que viene la unción divina, se debe oír de manera distintiva la voz de Dios. Con Pentecostés vinieron lenguas de fuego. Cada bautismo del Espíritu Santo vendrá seguido del testimonio de Dios. «Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos» (Hch_1:8).”

MATTHEW HENRY

“Este testimonio está confirmado en Mat_3:16; Mar_1:10; Luc_3:22. Juan dice esto para dar mayor fuerza a su testimonio, y apela a la extraordinaria experiencia del Espíritu descendiendo como paloma, y al anuncio que de ello le hizo Dios el Padre (vv. Jua_1:32-34). Aquí se nos dice:

Que Juan el Bautista lo vio y dio testimonio de ello con toda la seriedad y la solemnidad de un verdadero testigo: «Vi al Espíritu que descendía del cielo…». Juan no podía ver el Espíritu pues es Dios y, por ello, no tiene cuerpo ni puede verse con los ojos del cuerpo (v. Jua_4:24), pero sí vio la paloma que era el símbolo y la representación del Espíritu. La paloma con un ramo de olivo en el pico había sido para Noé la señal de que la tierra había emergido ya sobre las aguas del diluvio tras la ira de Dios; por eso, es llamada «la paloma de la paz» el olivo es símbolo del Espíritu Santo (la «unción» de 1Jn_2:20, 1Jn_2:21); y la paloma es también símbolo de pureza, mansedumbre y dulzura.”

MARTIN LUTERO

“El evangelista insiste constantemente en que Juan fue un testigo de Cristo, el Hijo de Dios, afirmando que era verdadero Dios y verdadero hombre ofrecido para nosotros. Juan predicó y testimonió que después de él vendría el que era antes que él y que éste sería Dios; que había declarado que no le había visto ni conocido: «Yo mismo no le conozco».

Su testimonio también había precedido la información dada relativa a Cristo: «Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo» (Joh_1:33). Así, Juan testimonió acerca de Cristo antes de conocerle. Y Dios llegó y comunicó el signo externo para confirmar la predicación de Juan el Bautista. El evangelista añade que, en adición al testimonio oral de Juan el Bautista, ¡Enderezad el camino del Señor! (Joh_1:23). Dios aportó una manifestación y una revelación visibles que corroboró su ministerio: Juan vio al Espíritu en forma de paloma sobre Cristo. El mismo episodio lo narran Mateo y Lucas con gran detalle (Mat_3:17; Luk_3:22). Juan acude al testimonio del Bautista, a sus palabras y a lo que vio y ocurrió en aquel momento.

Lucas y Mateo informan que cuando Cristo emergió del Jordán después de su bautismo, los cielos se abrieron encima de Él, el Espíritu Santo descendió en forma corporal y Juan oyó la voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; oídle». Esta es también la suma y substancia de las palabras de san Juan Evangelista: «Vi al Espíritu que descendía del cielo como una paloma y permaneció sobre El». Es evidente que esto ocurrió después del bautismo, pero las otras palabras oídas por Juan, «Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él», probablemente se le dirigieron cuando estaba en el desierto; Lucas relata que «Vino palabra de Dios sobre Juan hijo de  Zacarías en el desierto» (Luk_3:2).

Lucas no divulga el contenido de esta palabra, Juan en cambio la revela, es decir, que su misión fue salir a bautizar para llamar el arrepentimiento y predicar el perdón de los pecados: «Como señal de ello, verás al Espíritu Santo bajando sobre Cristo de forma que conozcas que será aquel sobre el cual descienda el Espíritu. Cuando veas esta señal, tendrás la seguridad de ser el precursor de aquel para quien preparas el camino». Esta fue la orden comunicada a Juan; bautizar con el agua para  arrepentimiento y perdón de pecados, acordado a todos los hombres por medio de Cristo. Y al mismo tiempo, se le dio la promesa de una señal visible identificatoria de Cristo. San Juan recibió el encargo cuando se hallaba en el desierto, sucintamente mencionado por Lucas en las palabras: «Vino palabra de Dios sobre Juan» (Luk_3:2). Referente a ello, Juan el Bautista señala: «Vi al Espíritu que descendía del cielo como una paloma y permaneció sobre él». No se fue volando, permaneció sobre Él.

Todo ello ocurrió y se registró para confirmar el testimonio y sermón de Juan el Bautista, no sólo para él, sino para los demás, los que oían sus sermones y que más tarde fueron testigos de los grandes milagros y señales que acompañaron la predicación de Cristo. El testimonio de Juan debería ser suficiente.”

JAMIESON – FAUSSET – BROWN

“Viviendo separados, el uno en Nazareth, y el otro en el desierto de Judea, lo que hace imposible toda apariencia de colusión, sólo sabía Juan que en tiempo definido, después de su propio llamamiento, su Señor se presentaría. Como se acercaba algún día para el bautismo, el último de toda la multitud, suspirando el espíritu del Bautista bajo un presentimiento divino de que el momento al fin había llegado, y apareciendo en este Extraño un aire de serenidad y dignidad poco común, y no sin algunos rasgos, probablemente, de las facciones de familia, el Espíritu le dijo como a Samuel acerca de su tipo juvenil: “Levántate y úngelo, que éste es” (1Sa_16:12). Pero la señal que se le mandó esperar, era la bajada visible del Espíritu sobre él cuando salía del agua bautismal. Entonces, alcanzando a oír la voz del cielo, él vió, y ha “dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.”

SAN GREGORIO

“Y dice que descansó sobre El, porque el Espíritu Santo viene sobre todos los fieles. Pero permanece siempre de una manera especial únicamente sobre nuestro mediador, porque el Espíritu Santo nunca se separa de la humanidad de Jesucristo, de cuya divinidad procede. Mas como dice a sus discípulos respecto del mismo Espíritu Santo: "Con vosotros permanecerá" (Jua_14:17), ¿cómo es que permanece sobre Jesucristo como una figura especial? Esto lo comprenderemos más rápido si conocemos los dones del Espíritu Santo. Porque Este permanece siempre en sus escogidos por medio de sus dones: la mansedumbre, la humildad, la fe, la esperanza y la caridad, sin los cuales no puede llegarse a la vida eterna.

Mas en aquellos en quienes a través de la manifestación del Espíritu no se guarda nuestra vida, sino que se va detrás de otros asuntos, no siempre permanece, sino que algunas veces deja de manifestar sus signos para que sus virtudes sean tomadas con mayor humildad. Mas Jesucristo siempre le tuvo presente en todas las ocasiones.”

WILLIAM BARCLAY

“Algo había sucedido en el bautismo de Jesús que le había convencido a Juan sin dejarle la menor duda de que Jesús era el Hijo de Dios. Como lo comprendieron los padres de la Iglesia hace muchos siglos, fue algo que sólo podía verse con los ojos del alma y de la mente. Pero Juan lo vio, y estaba convencido.

En Palestina, la paloma era un ave sagrada. No se cazaba ni comía. Filón se sorprendió del número de palomas que había en Ascalón, porque no se permitía cogerlas ni matarlas, y eran domésticas. En Gen_1:2  leemos que el Espíritu creador de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Los rabinos solían explicarlo diciendo que el Espíritu se movía y revoloteaba como una paloma sobre el antiguo caos, alentando en él orden y belleza. La figura de la paloma era una de las que los judíos usaban y amaban más.

Fue en Su bautismo cuando el Espíritu descendió sobre Jesús con poder. Debemos recordar que todavía no se había revelado la doctrina cristiana del Espíritu Santo. Tendremos que esperar hasta los últimos capítulos del evangelio de Juan y hasta Pentecostés para verla surgir. Cuando Juan el Bautista habla del Espíritu Santo lo hace desde la perspectiva del Antiguo Testamento. ¿Qué idea tenían entonces los judíos del Espíritu?

            La palabra hebrea para Espíritu es ruiaj, que quiere decir también viento. Los judíos asociaban siempre la idea del Espíritu con tres ideas básicas: el Espíritu era poder, como el poder de la tempestad; el Espíritu era vida, la misma dinámica de la existencia humana; el Espíritu era Dios; el poder y la vida del Espíritu estaban más allá de los logros y las capacidades humanas; la venida del Espíritu a la vida de una persona era la venida de Dios. Sobre todo, era el Espíritu el que controlaba e inspiraba a los profetas. «Yo estoy lleno de poder, del Espíritu del Señor, y de justicia y fuerza para denunciar á Jacob su rebelión y a Israel su pecado» (Miq_3:8 ). Dios le dijo a Isaías: "El Espíritu mío que está sobre ti, y Mis palabras que puse en tu boca...» (Isa_59:21 ). «El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque el Señor me ha ungido; me ha enviado a predicar buenas nuevas...» (Isa_61:1 ). "Un nuevo corazón os daré, y un espíritu nuevo pondré en vuestro interior... pondré Mi Espíritu dentro de vosotros» (Eze_36:26-27). Podríamos decir que el Espíritu de Dios hacía tres cosas por la persona a la que viniera: Primera, traía a las personas la verdad de Dios; segunda, les daba la capacidad de reconocer esa verdad cuando la veían; tercera, les daba la habilidad y el valor de proclamar aquella verdad. Para los judíos, el Espíritu de Dios venía a la vida de las personas.

En Su bautismo, el Espíritu de Dios vino sobre Jesús de una manera diferente de la que había venido sobre otras personas. Muchos profetas tenían lo que podríamos llamar experiencias aisladas del Espíritu. Algunos tenían momentos deslumbrantes, de poder extraordinario, de valor sobrehumano; pero esos momentos aparecían y desaparecían. Dos veces (versículos 32 y 33) Juan anota específicamente que el Espíritu permaneció sobre Jesús. No se trataba de una inspiración momentánea, sino que el Espíritu residió en Jesús con carácter permanente. Esa es también otra forma de decir que la Mente y el poder de Dios estaban en Jesús de manera exclusiva y única.”

 

PARALELISMO ENTRE LOS SINOPTICOS Y JUAN EN EL BAUTISMO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO (EDWING PIÑANGO)

MATEO

 

Mat 3:13-17  “Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él.  (14)  Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?  (15)  Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.  (16)  Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.  (17)  Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.”

 

MARCOS

 

Mar 1:9-11  “Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.  (10)  Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él.  (11)  Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.”

 

LUCAS

 

Luc 3:21-22  “Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió,  (22)  y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.”

 

JUAN

 

Jua 1:32-34  “También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.  (33)  Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.  (34)  Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.”

 

NOTA

 

Los subrayados indican el testimonio multiple en los evangelios del descenso del Espiritu Santo como en forma de paloma sobre Jesús, contado o narrado tanto como testimonio directo (Juan el Bautista) como de testigos indirectos. Tengo la opinión que no nada más Juan el Bautista vio la paloma, sino todos los presentes (aunque quizás no comprendieron) y no nada más Juan escucho la voz de Dios Padre, sino también todos los presentes (aunque quizás no comprendieron). Edwing P.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario