EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1
VERSICULO 32 |
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RV1960 |
NVI1999 |
BTX4 |
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También
dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como
paloma, y permaneció sobre él. |
Juan
declaró: «Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer
sobre él. |
Y
Juan dio testimonio, diciendo: He contemplado al Espíritu que descendía del
cielo como paloma, y permaneció sobre Él. |
|
TR+ |
INA27+ |
VUL |
|
καιG2532
CONJ εμαρτυρησενG3140 V-AAI-3S ιωαννηςG2491 N-NSM λεγωνG3004 V-PAP-NSM
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επ G1909:PREP sobre αυτον G846:P-ASM él |
et
testimonium perhibuit Iohannes dicens quia vidi Spiritum descendentem quasi
columbam de caelo et mansit super eum |
|
KJV |
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And John bare record,
saying, I saw the Spirit descending from heaven like a dove, and it abode
upon him. |
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TCB |
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Vi
al Espíritu que descendía.
Jua_5:32; Mat_3:16; Mar_1:10; Luc_3:22. |
COMENTARIOS:
ISAAC AMBROSE
“¿Por qué descendió el Espíritu Santo sobre
Jesús? Respondo: Por estas razones:
1.
Que Juan el Bautista quedara satisfecho;
porque esta señal le fue dada a Juan, cuando comenzó a predicar por primera
vez, que sobre quien vería descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es
el que bautiza con el Espíritu Santo.
2.
Que Cristo mismo pudiera ser ungido o
colocado para su ocupación: "El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido para predicar
buenas nuevas a los mansos". Así como Aarón y sus hijos fueron ungidos
con aceite material cuando entraron en sus oficios, así Cristo fue ungido por
el Espíritu (por así decirlo), para que pudiera recibir esta consagración e
institución para el oficio en el que iba a entrar, la verbigracia, la
predicación y el ministerio del evangelio.
¿Por
qué en forma de paloma, en lugar de
alguna otra forma? Quizás, (1.) Para mostrar la inocencia, la pureza y el amor
de Cristo. (2.) Para responder a la figura del diluvio de Noé; porque así como
una paloma traía en aquel tiempo noticias de la disminución de las aguas, así
ahora trae noticias de la disminución de la ira de Dios sobre la predicación
del evangelio.”
JONATHAN EDWARDS
“La
paloma es el símbolo o emblema, elegido por Dios para representar el espíritu
cristiano, o el espíritu que obra en Cristo y en sus miembros. El Espíritu que
descendió sobre Cristo, cuando fue ungido por el Padre, descendió sobre él como una paloma. La paloma es un
destacado emblema de mansedumbre, inofensividad, paz y amor. Pero el mismo
Espíritu que descendió sobre la cabeza de la iglesia, desciende a los miembros.
“Dios envió el Espíritu de su Hijo a sus
corazones”. Gal. 4:6. Y “si alguno no
tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. Rom. 8:9. Hay un solo Espíritu
para todo el cuerpo místico, la cabeza y los miembros, (1Cor. 6:17. Ef. 4:4.)
Cristo infunde su propio Espíritu sobre sus discípulos, Juan 20:22. Así como
Cristo fue ungido con el Espíritu Santo, que descendió sobre él como una
paloma, así los cristianos “tienen la unción del Santo”. 1Juan 2:20,27.”
SAN BERNARDO DE CLARAVAL
“Esta
respuesta del Padre fue una glorificación no pequeña del Hijo. Por lo demás es
mucho más expresiva y augusta la glorificación que se manifestó a orillas del
Jordán, por el testimonio de Juan, la aparición
de la paloma y la voz que decía: Este
es mi Hijo el predilecto. Asimismo fue glorificado con gran solemnidad
sobre el monte en presencia de los tres discípulos, con la misma voz que volvió
a bajar desde el cielo, por la admirable y eximia transfiguración de su cuerpo
y por el testimonio de los dos Profetas, que se aparecieron allí mismo hablando
con él.”
GEORGE WHITEFIELD
“Este
Espíritu bendito, que una vez se movió sobre la faz del gran abismo; que ofreció
su sombra a la Santísima Virgen antes de que naciera de ella ese santo niño;
que descendió en forma corporal, como una paloma, sobre nuestro bendito Señor,
cuando salió del agua en su bautismo; y luego descendió en lenguas de fuego sobre
la cabeza de todos sus Apóstoles en el día de Pentecostés: este es el Espíritu
Santo, que debe moverse sobre el rostro de nuestras almas; este poder del
Altísimo debe venir sobre nosotros, y debemos ser bautizados con su bautismo y
fuego refinador, antes de que podamos ser calificados como verdaderos miembros del
cuerpo místico de Cristo.
Así
dice el apóstol Pablo: "¿No sabéis que Jesucristo está en vosotros (es
decir, por su Espíritu) a menos que seáis reprobados?" Y, "Si alguno
no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él", y de nuevo, dice San Juan,
"sabemos que somos suyos, por el Espíritu que nos ha dado". De hecho,
no es necesario que ahora se nos dé el Espíritu de esa manera milagrosa, en la que
al principio fue dado a los apóstoles de nuestro Señor, mediante señales y
prodigios, pero es absolutamente necesario que recibamos el Espíritu Santo en
sus gracias santificantes, tan realmente como ellos lo hicieron: y así seguirá
siendo hasta el fin del mundo.”
GEORGE HARPUR
“Antes
de que Jesús saliera a la obra de su ministerio público, el Espíritu Santo
descendió del cielo en forma de paloma, y se posó sobre él. El Espíritu Santo
que es quien imparte a la Iglesia de Cristo su gracia, impartió también su
gracia sobre Cristo mismo. Y no porque el Hijo de Dios necesitara la unción del
Espíritu Santo, pero se sometió a ella para hacerse igual a sus hermanos en
todo. Si tenía que ser su modelo y ejemplo, debía mostrarles de dónde procedía su
extraordinaria fortaleza, llevándoles a contemplar en él los frutos del Espíritu
Santo que les habían sido prometidos. Todo lo que Cristo hizo como Cabeza y
representante de su pueblo, lo hizo mediante la fuerza y el poder del Espíritu
que todavía sigue presente en su Iglesia.”
SAN JUAN CRISOSTOMO
“Y
¿cómo reconociste a Cristo? Gracias a la venida del Espíritu Santo, responde. Y
para que nadie, por ese hecho, llegara a pensar que Cristo tenía necesidad del
Espíritu Santo al modo como nosotros mismos la tenemos, ved cómo se elimina esa
sospecha demostrando que la venida del Espíritu Santo tuvo como único fin el de
anunciar solemnemente a Cristo. Después de decir yo no lo conocía, añade: pero quien me mandó a bautizar con agua me
dijo: aquel sobre quien veas descender el Espíritu y posarse sobre El, ése es
el que bautiza en el Espíritu Santo. ¿Quedáis convencidos de que el
Espíritu Santo descendió para manifestar a Jesucristo?
Verdad
es que también el testimonio de san Juan estaba por completo libre de cualquier
sospecha. Mas para hacerlo aparecer más digno de crédito, él se remitió a la
confirmación que daban el Padre y el Espíritu Santo. Puesto que san Juan
predicaba algo tan grande y admirable que suscitaría el estupor de sus oyentes,
a saber, que por sí solo Cristo quitaría todos los pecados del mundo y que la
magnitud de sus dones se bastaría para cumplir una obra redentora de
proporciones inmensas, todo eso recibió una especial confirmación. Viene a
probarse, así pues, que siendo El el Hijo de Dios, que no necesitaba ser
bautizado, el Espíritu Santo descendió sólo para manifestarlo. No era potestad
de san Juan conceder el Espíritu Santo, cosa que atestiguan los que recibieron
su bautismo cuando dicen: Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo.
Por
consiguiente, Cristo no tenía necesidad del bautismo: ni de ése, ni de ningún
otro, sino que más bien el bautismo tenía necesidad del poder de Cristo. Pues,
en efecto, lo que aún faltaba era que el bautizado fuera hecho digno de recibir
el Espíritu Santo. Y eso fue, precisamente, lo que El aportó cuando vino hasta nosotros.
Y Juan dio testimonio diciendo: He visto descender al Espíritu Santo en forma de
paloma y posarse sobre El. Yo ni siquiera lo conocía, pero quien me mandó a
bautizar con agua, me dijo: Aquel sobre el que veas descender y posarse el
Espíritu Santo es quien bautiza en el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y he
dado testimonio de que es el Hijo de Dios.”
GARY BURGE
“El
segundo testimonio de Juan en ese día tiene lugar en 1:32–33. Más que narrar la
historia del bautismo de Jesús (como hacen los sinópticos), el Cuarto Evangelio
se limita a invitar a Juan el Bautista a describir lo que presenció aquel día
en el Jordán. Su testimonio es muy notable. Juan no subraya la voz del cielo o
el bautismo en el río, como hacen los sinópticos, sino que alude tres veces a
la venida del Espíritu sobre Cristo. El Antiguo Testamento esperaba que la era
mesiánica fuera una época de renovación en la que el Espíritu no solo
transformaría a Israel (Is 32:15; Ez 36:26–27; 37:14; Jub. 1:23) sino que
descansaría vigorosamente sobre el propio Mesías (Is 11:2; 42:1; T. Jud.
24:1–3).
La
aparición del Espíritu era algo común en el Antiguo Testamento, sin embargo, se
producía principalmente entre dirigentes específicos (como reyes, jueces o
profetas) y su duración se limitaba al periodo en que se realizaba la tarea
señalada por Dios. El comentario de Juan el Bautista es contundente: el
Espíritu descendió y permaneció sobre él. Se trata de una unción permanente,
distinta de cualquier otra vista antes en el judaísmo, a saber, la unción mesiánica.
Por otra parte, no es solo que en su bautismo Jesús sea ungido con el Espíritu,
sino que él mismo bautizará también a otros con el Espíritu Santo. Sin duda,
Juan ha presenciado el albor de la era mesiánica.”
A.W PINK
“Esto
tiene referencia, por supuesto, a la ocasión en que Cristo mismo fue bautizado
por Juan en el Jordán, cuando el Padre testificó de su complacencia en el Hijo,
y cuando el Espíritu descendió sobre Él como una paloma. Manifestó el carácter
de Aquel sobre quien vino. La "paloma" es el pájaro del amor y del
dolor: símbolo apropiado, luego, de Cristo. El amor expresó el dolor, y el
dolor expresó la profundidad de Su amor. Así dio testimonio de Cristo la Paloma
celestial.
Cuando
el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en el día de Pentecostés,
leemos que "se les aparecieron
lenguas partidas como de fuego, y se asentó sobre cada uno de ellos"
(Hechos 2:3). "Fuego"
significa uniformemente juicio Divino. Había algo en los discípulos que
necesitaba ser juzgado, la naturaleza maligna aún permanecía dentro de ellos. Pero,
no había nada en el Santo de Dios que necesitara ser juzgado; por eso el
Espíritu Santo descendió sobre él como una paloma.”
CHARLES SPURGEON
“Juan
no sabría por su propio juicio. Sin duda, estaba moralmente seguro de que Jesús
era el Cristo. Se había criado con él; conocía a su madre, había oído hablar de
su maravilloso nacimiento; Juan y Jesús deben haber estado juntos a menudo;
pero no debía usar su propio juicio en este caso, sino esperar la señal del
cielo; y hasta que lo presenció, no dijo una palabra al respecto. Cuando vio
que el Espíritu Santo descendía sobre él, supo que era él.”
BRIAN BAILEY
“Dios
le había dado una señal especial para que supiera con certeza quién era el Hijo
de Dios. La paloma es un símbolo de paz y también del Espíritu Santo. El
Espíritu Santo es como una paloma en muchas maneras. Las palomas se asustan
fácilmente y huyen espantadas. De la misma forma, si nosotros no le damos la
bienvenida al Espíritu Santo en nuestra vida, por medio de nuestras acciones, y
si nuestro corazón no está moldeable para Él, éste se irá. Esta señal fue vista
por todos los que lo rodeaban, pero la mayoría no lo comprendió, porque había muchas
palomas cerca del río Jordán. Por esto, sólo Juan el Bautista se dio cuenta de
su significado.”
JUAN CALVINO
“Vi al Espíritu que descendía como una paloma.
Este no es un modo de expresión literal sino figurado; porque ¿con qué ojos
podía ver al Espíritu? Pero como la paloma era un signo cierto e infalible de
la presencia del Espíritu, se le llama Espíritu, por una figura retórica en la
que un nombre se sustituye por otro; no que sea en realidad el Espíritu, sino
que lo señala, hasta donde la capacidad humana puede admitir. Y este lenguaje
metafórico se emplea con frecuencia en los sacramentos; porque ¿por qué Cristo
llama al pan su cuerpo, sino porque el nombre de la cosa se transfiere propiamente
al signo? sobre todo cuando el signo es, al mismo tiempo, una prenda verdadera
y eficaz, por la que nos aseguramos de que se nos confiere lo mismo que se significa.
Sin
embargo, no debe entenderse que la paloma contenía el Espíritu que llena el
cielo y la tierra (Jeremías 23:24), sino
que estaba presente por su poder, de modo que Juan sabía que tal exhibición
no se presentaba a sus ojos en vano. De la misma manera, sabemos que el cuerpo
de Cristo no está relacionado con el pan y, sin embargo, somos participes de su cuerpo.
Surge
ahora una pregunta, ¿por qué el Espíritu en ese momento apareció en forma de paloma?
Siempre debemos sostener que existe una
correspondencia entre el signo y la realidad. Cuando se les dio el Espíritu
a los apóstoles, vieron lenguas de fuego divididas (Hechos 2:3) porque la
predicación del evangelio se difundiría a través de todas las lenguas y
poseería el poder del fuego. Pero en este pasaje Dios tenía la intención de hacer
una representación pública de esa apacibilidad de Cristo de la que Isaías habla
en términos elevados: No quebrará la caña
cascada, ni apagará el pábilo que humeare (Isaías 42:3).
Fue
entonces, por primera vez, que se vio al Espíritu descender sobre él; no porque
antes hubiera estado despojado de él, sino porque podría decirse que entonces
fue consagrado mediante un rito solemne. Porque sabemos que permaneció en la clandestinidad,
durante treinta años, como un particular, porque aún no había llegado el momento
de su manifestación; pero cuando tuvo la intención de darse a conocer al mundo,
comenzó con su bautismo.
En
ese momento, por lo tanto, recibió el Espíritu no solo para él, sino también para
su pueblo; y por eso su descenso fue visible, para que sepamos que mora en él una abundancia de todos los dones de los que
estamos vacíos y desposeídos. Esto puede inferirse fácilmente de las
palabras del Bautista; porque cuando dice: Sobre
quien verás descender el Espíritu y permanecer sobre él, es el que bautiza con
el Espíritu, lo que quiere decir es que la razón por la que el Espíritu fue
contemplado en forma visible y permaneció en Cristo, era, para que pudiera regar a todo su pueblo con su plenitud.”
GRANT OSBORNE
“El
momento en que Juan el Bautista comprende la naturaleza mesiánica de Jesús y su
condición de Cordero de Dios habría llegado cuando bautizó a Jesús. La historia
no está narrada, dado que Juan el evangelista quiere ponerlo en boca del Bautista
y hacerlo parte de su testimonio. Entonces, en 1:32–33 testifica: “Vi al
Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él”. Esto
significa que Juan es el testigo oficial de la unción de Jesús (el significado
de christos, “Mesías / Cristo”), pero también fue una señal para el mismo
Bautista. En el Antiguo Testamento, los reyes son ungidos por un sumo sacerdote
o profeta, pero Jesús es ungido por el Espíritu Santo. Como Jesús en este
evangelio es quien revela a Dios, el Espíritu en este evangelio tiene una
función reveladora, infundiendo poder a Jesús y haciéndolo conocido por todos
(14:26; 15:26). El Espíritu inaugura el ministerio de Jesús aquí y Juan ahora
lo reconoce como el Mesías elegido.
La
forma física de una paloma descendente combina varios conceptos, especialmente
el Espíritu de Dios sobrevolando la creación en Génesis 1:2, así una nueva
creación; y la paloma volviendo al arca de Noé en Génesis 8:8–12, inaugurando
así un nuevo orden mundial.
De
este modo tenemos una nueva era inaugurada en la venida del Hijo de Dios.
El
Espíritu / paloma, que Juan vio “permanecer sobre él”, representa esta nueva
realidad del pacto como el reino eterno de Dios llegando con Jesús Esto hace
eco de Isaías 11:2, “El Espíritu del Señor reposará sobre él”, un tema
principal encontrado también en Hechos 10:38: “cómo lo ungió Dios con el
Espíritu Santo y con poder”. La nueva ha iniciado, y el poder de Dios ha venido
sobre su pueblo en Jesús (1Pe 1:5).”
J.C RYLE
“[También dio Juan testimonio]. Estas palabras
parecen denotar un testimonio público y solemne dado por Juan del hecho de que
nuestro Señor había sido visiblemente reconocido por Dios el Padre como el
Mesías. Si sus oyentes querían tener más pruebas de que esta persona a quien
les estaba señalando era verdaderamente el Cristo, les diría lo que había visto
con sus propios ojos. Daría testimonio de que había visto pruebas visibles de
que esta persona era verdaderamente el Mesías.
[Vi]. Esto significa: “Cuando nuestro
Señor fue bautizado, vi esta visión celestial”. Hay serias dudas acerca de si
alguien más, aparte de Jesús, tuvo esa visión y oyó la voz del Padre que la acompañó.
En cualquier caso, si fue así, no comprendieron ni lo que vieron ni lo que
oyeron”.
[Al Espíritu que descendía […]. Esto significa
que Juan vio algo que descendía del cielo en forma de paloma volando y que lo
que vio era el Espíritu Santo revelándose misericordiosamente de una manera
visible.
[Permaneció sobre él]. Esto significa que
la visión celestial del Espíritu Santo se detuvo sobre Cristo en el momento de
su bautismo. Se posó sobre Él como lo haría una paloma y no se marchó.
No
me satisface la idea de que la expresión “como
paloma” que tenemos en este versículo signifique que Juan vio
verdaderamente una paloma cuando nuestro Señor fue bautizado. Los cuatro autores
de los Evangelios describen que la aparición era “como paloma”. S. Lucas habla
claramente de una “forma corporal”. Está claro que Juan vio algo visible, y
también está claro que esa aparición que descendió se parecía al vuelo
descendente de una paloma. Pero soy incapaz de ver que el Espíritu Santo
adoptara la forma real de una paloma.
Algunos
creen —como Agustín— que la semejanza con una paloma fue empleada especialmente
en aquella ocasión en respuesta a la figura del Diluvio de Noé. Dice: “Igual
que una paloma llevó en aquella ocasión las noticias de que las aguas habían
descendido, así lo hace ahora anunciando en la predicación del Evangelio el
apaciguamiento de la ira de Dios”.
No
debemos suponer ni por un momento que esta visión del Espíritu descendiendo
pretendiera significar que nuestro Señor recibió por primera vez el don del
Espíritu Santo en esa ocasión concreta o que no lo hubiera recibido antes en el
mismo grado. No debemos poner en duda que el Espíritu Santo moraba en Jesús
“sin medida” desde el mismo momento de su encarnación. El objeto de la visión
era mostrar a la Iglesia que, cuando comenzó el ministerio de Cristo, se
revelaron de una vez a la Humanidad de manera más completa las tres personas de
la Trinidad. Al mismo tiempo, su objeto era ser un testimonio oficial para Juan
el Bautista de que el Mesías estaba delante de él, que
Aquel
era el Salvador prometido a quien Dios había ungido con el Espíritu Santo y
enviado al mundo, que había comenzado el tiempo del ministerio de Cristo, que
Aquel que tenía el Espíritu para concedérselo a los hombres estaba ante él y
que su entrada en su ministerio público era atestiguada por la presencia tanto
del Padre como del Espíritu Santo; en resumen, por una manifestación de las tres
personas de la Trinidad a la vez.
Como
levita que era, Juan estaba sin duda familiarizado con todas las ceremonias por
las que los sumos sacerdotes y reyes judíos eran solemnemente iniciados en su
oficio. Para su satisfacción, por tanto, nuestro Señor recibió autenticación
visible de los cielos y fue reconocido públicamente como el Mesías, el ungido
Sacerdote, Rey y Profeta, ante los ojos de su precursor.
Musculus
comenta sobre este versículo: “El Espíritu no descendió por causa de Cristo,
quien nunca se separaba ni del Espíritu Santo ni del Padre, sino a causa de
nosotros, para que Aquel que vino a redimir al mundo se manifestara por medio
de la declaración que Juan hizo de Él.”
GARY BAUMLER
“Una
vez más Juan cumplió con la misión de ser una “voz” para el Cristo y dio
testimonio acerca de Jesús: “Vi al Espíritu que descendía del cielo como
paloma, y que permaneció sobre él.” Juan se refería al día en que Jesús acudió
para ser bautizado en el río Jordán y el Espíritu Santo descendió sobre Jesús
en la forma de una paloma. Es significativo que el Espíritu permaneciera sobre Jesús,
porque Dios el Padre le había dicho a Juan que estuviera atento, y que esta
señal identificaría al “que bautiza con el Espíritu Santo” (NVI).
A
Juan se le había dicho que estuviera vigilante a la espera del Espíritu. Cuando
él vio que el ser que parecía una paloma descansó sobre Jesús, supo que eso era
lo que Dios había querido decir. Primero, los cielos se habían abierto, y de
ellos había descendido el Espíritu. Después se oyó una voz que venía del cielo abierto
y decía: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Lucas 3:22).
La
paloma fue la señal prometida por Dios. Juan conocía al Cristo y usó entonces
este conocimiento para ayudar a otros a ver y a creer. “Y yo lo he visto”,
afirmó de una manera enfática, “y testifico que este es el Hijo de Dios.” Juan
quería que todo el mundo supiera la razón por la que Jesús lo había superado y también
la razón por la que podía quitar los pecados del mundo: Jesús era el Hijo de
Dios. El apóstol Juan también quería que sus lectores (¡nosotros!) viéramos
esta verdad, creyéramos y viviéramos (20:30,31).
Este testimonio de Juan explica la razón por la que Juan había dicho anteriormente que él “no lo conocía” a Jesús, si no hubiera sido por la señal que vino de los cielos. Es seguro que Juan sabía que Jesús era pariente suyo, pero la señal segura de que Jesús era el Cristo (el Ungido), el Hijo mismo de Dios, fue la manifestación del Espíritu de Dios sobre Jesús.”
LEON MORRIS
“He visto” es la traducción del tiempo
perfecto griego, detalle que debemos tener en cuenta. Juan no está escribiendo
algo que vio en el pasado y que ahora ya ha dejado de ser, sino que vio algo
cuyo efecto continúa en el presente. El verbo que se usa en este evangelio es
el que se usa para “ver” en sentido físico. Juan no está hablando de una
visión. Vio al Espíritu Santo descender sobre Jesús en forma de paloma. El Espíritu no solo descendió, sino que se
posó sobre Él (detalle que no aparece en los Sinópticos). Quizá deberíamos
interpretar que el Espíritu se quedó con él de forma permanente.”
SAMUEL P. MILLOS
“El
Espíritu descendió en forma corporal como paloma y permaneció sobre el Señor,
en una forma semejante se expresa Mateo (Mt. 3: 16). Por su parte Lucas dice
que vio al Espíritu en forma corporal como paloma (Le. 3:22). Lo que interesa a
Juan es que los oyentes entiendan que los cielos se abrieron tras el bautismo
de Jesús, cuando subía del agua. Un detalle complementario de la armonía de los
relatos, es que según Lucas el descenso del Espíritu en forma como de paloma ocurrió
mientras Jesús oraba (Le. 3 :21 ). Sin duda fue una admirable y milagrosa
manifestación para los que estaban allí. Es verdad que no existe en el pasaje,
ni tampoco en los paralelos, una evidencia clara para afirmar que todos los
presentes vieron los cielos abiertos, pero de lo que no cabe duda es que tanto
Jesús como Juan vieron como se abrían. Fue un milagro a la vista de todos los
presentes, entre los que estaban también Juan y Jesús. Algunos objetan que las
gentes que estaban en aquellos momentos no vieron los cielos abiertos;
ciertamente no hay una evidencia contundente para afirmarlo, pero lo que no
cabe duda es que tanto Jesús como Juan vieron abrirse los cielos.
Este
abrirse los cielos es la preparación sobrenatural que dispone a los oyentes
para prestar atención al testimonio del Padre en relación con su Hijo y le
permite hacer una observación precisa de cómo él podía identificar a Jesús con
aquel que todos esperaban y que era enviado por Dios. La pregunta surge
habitualmente: ¿Fue un bautismo con el Espíritu? No hay fundamento bíblico para
entrar en este asunto, pero, de lo que no hay duda es que simbólicamente
representa la unción de Jesús, el Siervo de Dios, enviado por el Padre, para el
ministerio que iba a realizar en el tiempo inmediato al bautismo, por tanto el
descenso del Espíritu sobre Jesús tiene que ver con el cumplimiento de la
unción del que era anunciado por los profetas como el enviado de Dios.
El
Bautista observó que aquella forma como paloma reposaba durante un tiempo sobre
Jesús. No fue una visión rápida que pudiera ser confundida con cualquier otro
fenómeno natural o los efectos de la luz en un determinado momento del día. Es necesario
recordar que Jesucristo es una Persona Divino-humana, es decir, una Persona
Divina con dos naturalezas, la divina y la humana. En cuanto a la naturaleza
divina, ni necesitaba ni podía ser fortalecida, sin embargo la humana lo
requería. Era en todo semejante a los hombres, salvo en lo relativo al pecado y
en la unión hipostática con la Deidad, que supera en todo a cualquier parecido
con los hombres. Su naturaleza humana quedaba bajo el control y poder del
Espíritu Santo de Dios que conducía sus acciones y ejecutaba con su poder los
milagros y señales mesiánicas conforme a lo profetizado. De ahí que según
Mateo, inmediatamente después del bautismo fue llevado por el Espíritu al desierto
para ser tentado por el diablo (Mt. 4:1).”
SAN AGUSTIN
“¿Y
quién envió a San Juan? Si decimos que el Padre, no mentimos, lo mismo que si
decimos que el Hijo. Pero es mejor decir que el Padre y el Hijo. ¿Y cómo decía
entonces que no conocía a Aquél que le había enviado? Y si aún no conocía a
Aquél por quien quiso ser bautizado, dijo temerariamente: "Yo debo ser
bautizado por ti". Por tanto lo conocía. ¿Y entonces por qué dice:
"yo no le conocía"?
Léanse
los otros evangelistas, que dijeron esto con más claridad, y encontraremos
terminantemente que bajó la paloma cuando el Salvador salía del bautismo. Por
tanto, si la paloma bajó después del bautismo y antes de él dijo San Juan al
Señor: "Yo debo ser bautizado por ti", entonces le conocía antes del
bautismo. Y ¿cómo dice ahora: "yo no le conocía, mas Aquél que me envió a
bautizar me dijo: sobre Aquél que tú vieres descender el Espíritu", etc.?
¿Oyó San Juan esto para conocer a aquél a quien no conocía? Había conocido, en
verdad, que el Señor era el Hijo de Dios, y él sabía que El bautizaba en el
Espíritu Santo. Y antes de que Jesucristo viniese al río, estando muchos
alrededor de San Juan, les dijo: "El que ha de venir en pos de mí es mayor
que yo: El os bautizará en Espíritu Santo y en fuego".
Pero
qué, ¿no conocía que el poder de bautizar lo tenía el Señor y que se lo habría
de retener? (No fuera que San Pablo o San Pedro dijese: mi bautismo, como
encontramos que dijo San Pablo: mi Evangelio.) Pero igualmente se trataba de
conceder, a los buenos y a los malos, la administración de este sacramento.
¿Qué daño te puede hacer un mal ministro, cuando el Señor es bueno? He aquí que
fue bautizado por Juan, pero ¿acaso no podría haber sido bautizado por un
homicida? Pues San Juan dio su bautismo, pero homicidas han dado el bautismo de
Cristo, cuyo sacramento es tan santo que no puede mancharse aun cuando sea administrado
por un homicida.
Pudo
también el Señor (si hubiera querido) conceder su potestad a algún siervo suyo
para que hiciera sus veces, de tal modo que le diese igual eficacia a la
facultad de bautizar delegada al siervo, que no se distinguiese del administrado
por el mismo Señor. Pero no quiso esto, para que en El se conservase la
esperanza de los bautizados, que debían conocer por quién eran bautizados. Y no
quiso poner esta esperanza de un siervo en otro siervo.
Y
si hubiese concedido este poder a sus siervos, habría tantos bautismos cuantos
siervos. Y así como se ha dicho: el bautismo de San Juan, así se diría también:
el de Pedro o el de Pablo. Mas por esta potestad, que sólo se reservó
Jesucristo, se conserva la unidad de la Iglesia, de la que se ha dicho:
"Mi paloma es una sola" (Cnt_6:8). Puede también suceder, que alguno
tenga un bautismo distinto del de la paloma, pero no puede aprovechar a nadie
otro más que el de la paloma.
Convenía,
pues, que bautizase Aquél que es el Hijo Unigénito de Dios y no es adoptado.
Los hijos adoptados ejercen de ministros para con el Hijo Unico. De aquí que el
Unico tiene potestad; los adoptados tienen ministerio.”
WILLIAM HENDRIKSEN
“No
se sabe exactamente por qué Dios escogió una paloma para representar al Espíritu
Santo. Algunos comentaristas señalan la pureza, la mansedumbre y la gracia de
la paloma, propiedades éstas que, en grado infinito, caracterizan al Espíritu.
Es posible que esta explicación sea correcta. Juan observó que aquella forma
corporal reposó (por unos momentos) sobre Jesús; es decir, no desapareció
inmediatamente. Basándonos en pasajes tales como 3:34; Lc. 4:18 y siguientes; e
Isaias 61:1 y siguientes, podemos decir lo que Juan vio fue la manifestación
visible del ungimiento de Jesús por el Espíritu Santo. Este ungimiento, como
indican las referencias, incluye dos elementos: a. que Dios ordenó al Mediador
para su obra específica, y b. que el Mediador fue capacitado de cumplirla.”
JAMES SMITH
“El
Espíritu, apareciendo en semejanza de paloma, vino de un «cielo abierto», y fue
acompañado de una voz que daba certidumbre: «Tú eres mi Hijo Amado» (Mat_3:1-17; Luc_3:1-38). A Él lo selló Dios
el Padre para el día de la redención, cumplida en la cruz del Calvario. Con el
Espíritu santo vino la palabra atestiguadora de Dios. Siempre que viene la
unción divina, se debe oír de manera distintiva la voz de Dios. Con Pentecostés
vinieron lenguas de fuego. Cada bautismo del Espíritu Santo vendrá seguido del
testimonio de Dios. «Recibiréis poder,
cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos»
(Hch_1:8).”
MATTHEW HENRY
“Este testimonio está confirmado en Mat_3:16; Mar_1:10; Luc_3:22. Juan dice esto para dar mayor fuerza a su testimonio, y apela a la extraordinaria experiencia del Espíritu descendiendo como paloma, y al anuncio que de ello le hizo Dios el Padre (vv. Jua_1:32-34). Aquí se nos dice:
Que
Juan el Bautista lo vio y dio testimonio de ello con toda la seriedad y la
solemnidad de un verdadero testigo: «Vi al Espíritu que descendía del cielo…».
Juan no podía ver el Espíritu pues es Dios y, por ello, no tiene cuerpo ni
puede verse con los ojos del cuerpo (v. Jua_4:24), pero sí vio la paloma que
era el símbolo y la representación del Espíritu. La paloma con un ramo de olivo
en el pico había sido para Noé la señal de que la tierra había emergido ya
sobre las aguas del diluvio tras la ira de Dios; por eso, es llamada «la paloma
de la paz» el olivo es símbolo del Espíritu Santo (la «unción» de 1Jn_2:20,
1Jn_2:21); y la paloma es también símbolo de pureza, mansedumbre y dulzura.”
MARTIN LUTERO
“El
evangelista insiste constantemente en que Juan fue un testigo de Cristo, el
Hijo de Dios, afirmando que era verdadero Dios y verdadero hombre ofrecido para
nosotros. Juan predicó y testimonió que después de él vendría el que era antes
que él y que éste sería Dios; que había declarado que no le había visto ni
conocido: «Yo mismo no le conozco».
Su
testimonio también había precedido la información dada relativa a Cristo:
«Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que
bautiza con el Espíritu Santo» (Joh_1:33). Así, Juan testimonió acerca de
Cristo antes de conocerle. Y Dios llegó y comunicó el signo externo para
confirmar la predicación de Juan el Bautista. El evangelista añade que, en
adición al testimonio oral de Juan el Bautista, ¡Enderezad el camino del Señor!
(Joh_1:23). Dios aportó una manifestación y una revelación visibles que
corroboró su ministerio: Juan vio al Espíritu en forma de paloma sobre Cristo. El
mismo episodio lo narran Mateo y Lucas con gran detalle (Mat_3:17; Luk_3:22).
Juan acude al testimonio del Bautista, a sus palabras y a lo que vio y ocurrió
en aquel momento.
Lucas
y Mateo informan que cuando Cristo emergió del Jordán después de su bautismo,
los cielos se abrieron encima de Él, el Espíritu Santo descendió en forma
corporal y Juan oyó la voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo amado, en
quien tengo complacencia; oídle». Esta es también la suma y substancia de las
palabras de san Juan Evangelista: «Vi al Espíritu que descendía del cielo como
una paloma y permaneció sobre El». Es evidente que esto ocurrió después del
bautismo, pero las otras palabras oídas por Juan, «Sobre quien veas descender
el Espíritu y que permanece sobre él», probablemente se le dirigieron cuando
estaba en el desierto; Lucas relata que «Vino palabra de Dios sobre Juan hijo
de Zacarías en el desierto» (Luk_3:2).
Lucas
no divulga el contenido de esta palabra, Juan en cambio la revela, es decir,
que su misión fue salir a bautizar para llamar el arrepentimiento y predicar el
perdón de los pecados: «Como señal de ello, verás al Espíritu Santo bajando
sobre Cristo de forma que conozcas que será aquel sobre el cual descienda el
Espíritu. Cuando veas esta señal, tendrás la seguridad de ser el precursor de
aquel para quien preparas el camino». Esta fue la orden comunicada a Juan;
bautizar con el agua para
arrepentimiento y perdón de pecados, acordado a todos los hombres por
medio de Cristo. Y al mismo tiempo, se le dio la promesa de una señal visible
identificatoria de Cristo. San Juan recibió el encargo cuando se hallaba en el
desierto, sucintamente mencionado por Lucas en las palabras: «Vino palabra de
Dios sobre Juan» (Luk_3:2). Referente a ello, Juan el Bautista señala: «Vi al
Espíritu que descendía del cielo como una paloma y permaneció sobre él». No se
fue volando, permaneció sobre Él.
Todo
ello ocurrió y se registró para confirmar el testimonio y sermón de Juan el
Bautista, no sólo para él, sino para los demás, los que oían sus sermones y que
más tarde fueron testigos de los grandes milagros y señales que acompañaron la
predicación de Cristo. El testimonio de Juan debería ser suficiente.”
JAMIESON – FAUSSET – BROWN
“Viviendo
separados, el uno en Nazareth, y el otro en el desierto de Judea, lo que hace
imposible toda apariencia de colusión, sólo sabía Juan que en tiempo definido,
después de su propio llamamiento, su Señor se presentaría. Como se acercaba
algún día para el bautismo, el último de toda la multitud, suspirando el
espíritu del Bautista bajo un presentimiento divino de que el momento al fin
había llegado, y apareciendo en este Extraño un aire de serenidad y dignidad
poco común, y no sin algunos rasgos, probablemente, de las facciones de
familia, el Espíritu le dijo como a Samuel acerca de su tipo juvenil:
“Levántate y úngelo, que éste es” (1Sa_16:12). Pero la señal que se le mandó
esperar, era la bajada visible del Espíritu sobre él cuando salía del agua
bautismal. Entonces, alcanzando a oír la voz del cielo, él vió, y ha “dado testimonio de que éste es el Hijo de
Dios.”
SAN GREGORIO
“Y
dice que descansó sobre El, porque el Espíritu Santo viene sobre todos los
fieles. Pero permanece siempre de una manera especial únicamente sobre nuestro
mediador, porque el Espíritu Santo nunca se separa de la humanidad de
Jesucristo, de cuya divinidad procede. Mas como dice a sus discípulos respecto
del mismo Espíritu Santo: "Con vosotros permanecerá" (Jua_14:17),
¿cómo es que permanece sobre Jesucristo como una figura especial? Esto lo
comprenderemos más rápido si conocemos los dones del Espíritu Santo. Porque
Este permanece siempre en sus escogidos por medio de sus dones: la mansedumbre,
la humildad, la fe, la esperanza y la caridad, sin los cuales no puede llegarse
a la vida eterna.
Mas
en aquellos en quienes a través de la manifestación del Espíritu no se guarda
nuestra vida, sino que se va detrás de otros asuntos, no siempre permanece,
sino que algunas veces deja de manifestar sus signos para que sus virtudes sean
tomadas con mayor humildad. Mas Jesucristo siempre le tuvo presente en todas
las ocasiones.”
WILLIAM BARCLAY
“Algo
había sucedido en el bautismo de Jesús que le había convencido a Juan sin
dejarle la menor duda de que Jesús era el Hijo de Dios. Como lo comprendieron
los padres de la Iglesia hace muchos siglos, fue algo que sólo podía verse con
los ojos del alma y de la mente. Pero Juan lo vio, y estaba convencido.
En
Palestina, la paloma era un ave sagrada. No se cazaba ni comía. Filón se
sorprendió del número de palomas que había en Ascalón, porque no se permitía
cogerlas ni matarlas, y eran domésticas. En Gen_1:2 leemos que el Espíritu creador de Dios se
movía sobre la faz de las aguas. Los rabinos solían explicarlo diciendo que el
Espíritu se movía y revoloteaba como una paloma sobre el antiguo caos,
alentando en él orden y belleza. La figura de la paloma era una de las que los
judíos usaban y amaban más.
Fue
en Su bautismo cuando el Espíritu descendió sobre Jesús con poder. Debemos
recordar que todavía no se había revelado la doctrina cristiana del Espíritu
Santo. Tendremos que esperar hasta los últimos capítulos del evangelio de Juan
y hasta Pentecostés para verla surgir. Cuando Juan el Bautista habla del
Espíritu Santo lo hace desde la perspectiva del Antiguo Testamento. ¿Qué idea
tenían entonces los judíos del Espíritu?
La palabra hebrea para Espíritu es
ruiaj, que quiere decir también viento. Los judíos asociaban siempre la idea
del Espíritu con tres ideas básicas: el Espíritu era poder, como el poder de la
tempestad; el Espíritu era vida, la misma dinámica de la existencia humana; el
Espíritu era Dios; el poder y la vida del Espíritu estaban más allá de los
logros y las capacidades humanas; la venida del Espíritu a la vida de una
persona era la venida de Dios. Sobre todo, era el Espíritu el que controlaba e
inspiraba a los profetas. «Yo estoy lleno de poder, del Espíritu del Señor, y
de justicia y fuerza para denunciar á Jacob su rebelión y a Israel su pecado»
(Miq_3:8 ). Dios le dijo a Isaías: "El Espíritu mío que está sobre ti, y
Mis palabras que puse en tu boca...» (Isa_59:21 ). «El Espíritu del Señor Dios
está sobre mí, porque el Señor me ha ungido; me ha enviado a predicar buenas
nuevas...» (Isa_61:1 ). "Un nuevo corazón os daré, y un espíritu nuevo
pondré en vuestro interior... pondré Mi Espíritu dentro de vosotros»
(Eze_36:26-27). Podríamos decir que el Espíritu de Dios hacía tres cosas por la
persona a la que viniera: Primera, traía a las personas la verdad de Dios;
segunda, les daba la capacidad de reconocer esa verdad cuando la veían;
tercera, les daba la habilidad y el valor de proclamar aquella verdad. Para los
judíos, el Espíritu de Dios venía a la vida de las personas.
En
Su bautismo, el Espíritu de Dios vino sobre Jesús de una manera diferente de la
que había venido sobre otras personas. Muchos profetas tenían lo que podríamos
llamar experiencias aisladas del Espíritu. Algunos tenían momentos
deslumbrantes, de poder extraordinario, de valor sobrehumano; pero esos
momentos aparecían y desaparecían. Dos veces (versículos 32 y 33) Juan anota
específicamente que el Espíritu permaneció sobre Jesús. No se trataba de una
inspiración momentánea, sino que el Espíritu residió en Jesús con carácter
permanente. Esa es también otra forma de decir que la Mente y el poder de Dios
estaban en Jesús de manera exclusiva y única.”
PARALELISMO ENTRE LOS SINOPTICOS Y
JUAN EN EL BAUTISMO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO (EDWING PIÑANGO) |
|
MATEO |
Mat 3:13-17 “Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al
Jordán, para ser bautizado por él.
(14) Mas Juan se le oponía,
diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? (15)
Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos
toda justicia. Entonces le dejó. (16) Y Jesús, después que fue bautizado, subió
luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre
él. (17) Y hubo una voz de los cielos, que decía:
Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” |
MARCOS |
Mar 1:9-11 “Aconteció en aquellos días, que Jesús vino
de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. (10)
Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía
sobre él. (11) Y vino una voz de los cielos que decía: Tú
eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.” |
LUCAS |
Luc 3:21-22 “Aconteció que cuando todo el pueblo se
bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, (22)
y descendió el Espíritu Santo
sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que
decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.” |
JUAN |
Jua 1:32-34 “También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo
como paloma, y permaneció sobre él.
(33) Y yo no le conocía; pero
el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él,
ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. (34)
Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.” |
NOTA |
Los subrayados indican el testimonio
multiple en los evangelios del descenso del Espiritu Santo como en forma de
paloma sobre Jesús, contado o narrado tanto como testimonio directo (Juan el
Bautista) como de testigos indirectos. Tengo la opinión que no nada más Juan
el Bautista vio la paloma, sino todos los presentes (aunque quizás no
comprendieron) y no nada más Juan escucho la voz de Dios Padre, sino también
todos los presentes (aunque quizás no comprendieron). Edwing P. |
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