jueves, 9 de marzo de 2023

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 8

 



 

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 8

RV1960

NVI1999

BTX4

No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.

No era él la Luz, sino para que diera testimonio de la Luz.

TR+

INA27+

VUL

ουκG3756 PRT-N ηνG1510 V-IAI-3S εκεινοςG1565 D-NSM τοG3588 T-NSN φωςG5457 N-NSN αλλG235 CONJ ιναG2443 CONJ μαρτυρησηG3140 V-AAS-3S περιG4012 PREP τουG3588 T-GSN φωτοςG5457 N-GSN 

ουκ G3756:PRT-N No ην G1510:V-IAI-3S estaba siendo εκεινος G1565:D-NSM aquella το G3588:T-NSN la φως G5457:N-NSN luz αλλ G235:CONJ sino ινα G2443:CONJ para que μαρτυρηση G3140:V-AAS-3S dé testimonio περι G4012:PREP acerca de του G3588:T-GSN la φωτος G5457:N-GSN luz

non erat ille lux sed ut testimonium perhiberet de lumine 

KJV

He was not that Light, but was sent to bear witness of that Light. 

TCB

No era él la luz. Jua_1:20; Jua_3:28; Hch_19:4.

 

COMENTARIOS:

SAN JUAN CRISOSTOMO

“Si el fin de esas palabras no fuera el de aclarar tal posible duda, habría sido superfluo consignarlas y habrían constituido una repetición, no una explicación de su doctrina. Habiendo dicho ya que san Juan Bautista había sido enviado para dar testimonio de la luz, ¿a qué repetir que no era él la luz? No lo dice por nada, ni sin un motivo concreto, sino porque a menudo, entre nosotros, quien actúa como testigo es una persona de mayor calidad que aquél en favor de quien actúa como testigo, y casi siempre aparece como más fidedigno. Para que nadie albergara esa sospecha respecto a san Juan, desde el principio desecha esa equivocada idea y, disipada cualquier duda, explica quién es el que da testimonio y quién aquel en favor del cual se da el testimonio y cuan notable es la diferencia existente entre ambos.

Después de hecho esto, tras poner de relieve la incomparable excelencia del Señor, prosigue, seguro de sí, la exposición de los demás acontecimientos. En adelante, tras haber rechazado todas las ideas absurdas que se había insinuado en las mentes más obtusas, podrá exponer ágilmente y sin tropiezos toda su doctrina.

Roguemos, pues, a fin de que, habiéndonos sido reveladas tan grandes verdades, podamos, merced a esta doctrina sana y recta, observar una vida pura y santa. Carece de utilidad para nosotros la doctrina sin las buenas obras. Aunque poseamos una fe íntegra y la inteligencia de las Sagradas Escrituras, si estamos faltos de la mejor defensa, que es la de una vida buena, nada nos impedirá ser precipitados un día al fuego del infierno y arder para siempre en aquella llama inextinguible. Igual que quienes cumplieron buenas obras resucitarán un día para la vida eterna, quienes osaron hacer lo contrario resucitarán un día para el suplicio eterno.”

A. W PINK

“No, el mismo Juan no era "esa luz", porque la "luz" como la "vida" sólo se encuentra en Dios. Aparte de Dios, todo es oscuridad, profunda y sin alivio. Incluso el creyente no tiene luz en sí mismo. ¿Qué dicen las Escrituras? "Porque antes erais tinieblas, pero ahora sois la luz en el Señor" (Efesios 5: 8).

Hay una declaración que se encuentra en Juan 5:35 que, tal como está en la AV (American Version), entra en conflicto con lo que se dice aquí en Juan 1:8. En el versículo 35, cuando habla de Juan, Cristo dijo: " El era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz", pero la palabra griega que se usa aquí es completamente diferente de la que se traduce como "luz" en Juan 1:8, y en la RV está traducida correctamente. "Juan era una lámpara encendida y brillante, y ustedes decidieron disfrutar de su luz por algún tiempo".

Esta palabra usada de Juan, traducida correctamente como "lámpara", señala un contraste sorprendente entre el precursor y Cristo como "la luz". Una lámpara no tiene luz inherente por sí misma, sino que tiene que ser suministrada! ¡Una "lámpara" tiene que ser llevada por otro! Una "lámpara" pronto se apaga: en unas pocas horas deja de brillar.”

CHARLES SPURGEON

No había luz de Juan excepto la que reflejaba de su Señor. Toda la luz viene de Jesús. Todo hombre que viene al mundo con alguna luz toma prestada su luz de Cristo. No hay otra luz; no puede haber otro. Él es la "Luz del Mundo".

LUIS PALAU

“Juan el Bautista no era la luz verdadera, pero disfrutaba de poder y autoridad. Ningún hombre es en sí mismo la luz, sino que viene al mundo para hablar de la luz. Podemos gozar de esta autoridad porque emana de nuestro Salvador. Jesús declara que somos luz en el mundo (Mt. 5:14). Es decir que Jesucristo es la luz a través de nosotros. Brillamos porque El brilla en nuestro ser. Los demás podrán llegar a conocer a Jesucristo a través de nuestra vida, no porque seamos o tengamos algo sino porque “la luz del mundo”, Jesucristo, vive en nosotros por el Espíritu Santo (Gá. 2:20).”

JUAN CALVINO

“Juan estaba tan lejos de necesitar elogio, que el evangelista da esta advertencia, no sea que su brillo excesivo oscurezca la gloria de Cristo. Porque había algunos que lo miraban tan ansiosamente que descuidaron a Cristo; como si una persona, embelesada al contemplar el amanecer, no se dignase a volver la mirada hacia el sol.

En qué sentido emplea el evangelista la palabra luz, lo veremos inmediatamente. Todos los piadosos, en verdad, son luz en el Señor, (Efesios 5: 8,) porque, como consecuencia de ser iluminados por su Espíritu, no solo ven por sí mismos, sino que también dirigen a otros con su ejemplo al camino de la salvación. . Los apóstoles también son llamados peculiarmente luz (Mateo 5:14) porque van delante, sosteniendo la antorcha del evangelio, para disipar las tinieblas del mundo. Pero aquí el evangelista habla de Aquel que es la única y eterna fuente de iluminación, como inmediatamente muestra con mayor claridad en el verso siguiente.”

 

PHILIPP MELANCHTHON

“La gran pregunta aquí es por qué Juan niega que él fuera una luz, ya que en otra parte [Cristo en Jn. 5:35] dice: Juan era como una lámpara que ardía y brillaba, y ustedes se entusiasmaron con su mensaje durante un tiempo. Yo respondo. El evangelista se explica a sí mismo cuando en lo sucesivo declara: Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo [Jn. 1:9]. Y en el verso 1:4, En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Él  (el apóstol Juan) está estableciendo una comparación entre Juan y Cristo (y en Juan 5:35 una comparación con todos los profetas porque no hubo profeta más grande que Juan). Lo hace para enseñar que Jesucristo, como luz sustancial y vivificante, es por tanto el que justifica. Los otros profetas y Juan son testigos de esa luz. Y así digo lo que exige el texto mismo, que luz aquí significa luz vivificante. . . y es la luz la que ilumina, es decir, nueva luz, o como dice Pablo, crea una nueva mente en los corazones humanos.

Es como si estuviera diciendo: Eso fue lo verdadero, que está en la sustancia y en la naturaleza, luz que ilumina, es decir, crea nueva luz. Por tanto, solo Cristo es luz. Ningún ser humano es luz; además, ninguno de los profetas es luz. Porque no son luz por naturaleza sino por participación, como dice Pedro, ustedes son partícipes de la naturaleza divina. Esto es para que sepamos la diferencia entre una palabra viva y una palabra muerta, entre letra y espíritu, entre Cristo y Moisés.”

MATTHEW POOLE

“Los hombres del mundo están ordinariamente en los extremos, ya sea rechazando por completo a los ministros y sacerdotes de Dios, o adorándolos; así como el mundo se ocupa en rechazarlos, los ministros de Cristo también están muy preocupados por no admitir la adoracion de sus seguidores. Ver Lucas 7:33 Hch 14: 13,14; pero tanto Juan aquí como Pablo allá, fueron muy cautelosos en no robarle a su Maestro el honor que le correspondía solo a él.”

JOHN GILL

“Él era una luz; fue el precursor del sol de justicia, el fósforo del día del Evangelio; tenía gran luz en él; sabía que el Mesías estaba listo para venir y lo declaró; y en su bautismo lo conoció personalmente, y lo señaló a otros: tuvo gran luz en la persona y obra de Cristo; y al camino de salvación por él, y remisión de pecados por él; en las doctrinas de la fe en Cristo y del arrepentimiento evangélico para con Dios; y en la abolición de la dispensación judía y mosaica legal; y fue un instrumento para dar luz a los demás; sí, era una luz ardiente y brillante, en cuya luz se regocijaban los judíos, al menos por un tiempo.

Pero él no era esa luz, la palabra y sabiduría de Dios; esa luz no creada que habitó con él desde toda la eternidad; ni lo que fue la luz de los hombres, desde la creación; ni esa luz, que en la antigüedad fue prometida a los santos y patriarcas del Antiguo Testamento, y que brillaba en las ordenanzas y predicciones de ese estado; ni esa fuente y dador de luz, de todo tipo, a los hombres; no esa luz en la que no hay tinieblas y siempre brilla; no esa luz verdadera, o sol de justicia, el Mesías, o que alumbra a todo hombre que viene al mundo: sino que Juan Bautista fue enviado para dar testimonio de esa luz; que se repite aquí, para distinguirlo de esa luz; para mostrar para qué fue enviado y que actuó de acuerdo con su misión; y expresar la honradez de su trabajo.”

J.C RYLE

“Los creyentes son llamados “la luz del mundo” (Mateo 5:14), pero solo como miembros de Cristo, la Luz, y que toman la luz de Él. Solo Cristo es el gran Sol y la fuente de toda luz, la Luz misma.”

J. WALVOORD - R. ZUCK

“Algunas evidencias sugieren que el movimiento iniciado por Juan el Bautista continuó después de su muerte y aun después de que Jesús murió y resucitó (4:1; cf. Mr. 6:29; Lc. 5:33). Veinte años después de la resurrección de Jesús (cf. Hch. 18:25; 19:1–7), Pablo encontró aproximadamente a doce discípulos de Juan el Bautista en Éfeso. La secta del mandeísmo aún existe al sur de Bagdad, la cual, aunque es hostil al cristianismo, declara tener una conexión ancestral con el Bautista.”

GARY BAUMLER

“En realidad, Juan el Bautista no era la luz, sino que a través de su testimonio la luz “verdadera”, o sea la “auténtica” luz, resplandeció. Por causa de esa luz, el Verbo Jesucristo, Juan tenía la esperanza realista de que “por medio de él (Juan) todos creyeran” (NVI). Esta es la esperanza de todo testigo de Cristo hoy en día, y también es el propósito de la obra de evangelización y de la obra misionera, es decir, el de ser agentes o focos reflectores para que “todos [crean]” y puedan llegar a la luz de su Salvador.

Es necesario que le mostremos la luz de Jesucristo a la gente de todas partes. Sólo así podrán creer. Juan escribió su evangelio para edificar la fe en Jesucristo. Él lo aclara en esta nota clave de su discurso, y lo sintetiza de nuevo cerca del final: “Pero estas (señales milagrosas) se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (20:31). Crea en Cristo y viva.”

NACAR – COLUNGA

“El v.8 insiste en algo evidente: que Juan no era la Luz, sino que venía a testificar a la Luz. ¿Cuál es el significado de esta extraña insistencia? Para unos es el situar la Luz, que va a encarnarse, en una esfera totalmente superior a la del Precursor; otros ven en ello un indicio polémico, con el cual se quieren combatir ciertas sectas “bautistas” que, elevando a Juan, rebajaban a Cristo.

Los Hechos de los Apóstoles (18:25; 19:3) y las Recognitiones Clementis (1:50:60) hablan de sectas que se bautizaban, aun tardíamente, sólo en el bautismo de Juan. Y hasta se dice en ellas que el Bautista era considerado por sus discípulos como el Mesías (Recog. Cleme. 1:60). De aquí el tono polémico de este inciso. La relación que puede tener esto con la secta “mandea” es muy oscura.”

COMENTARIO BIBLICO SIGLO XXI

“Es posible que algunos de los lectores del Evangelio estuvieran poniendo un énfasis excesivo en la importancia de Juan el Bautista (cf. Hechos 19:3,4) y que Juan tenía la intención de rectificar cualquier malentendido desde el comienzo (cf. también vv. 15, 26, 27). No sólo se niega expresamente que Juan mismo sea la luz, sino que se afirma dos veces su función como testigo de la luz (7, 8). El propósito era dar testimonio de la luz, para que todos creyesen por medio de él, lo que expresa la función de todos los verdaderos testigos cristianos, desde ese día hasta hoy.”

SAN AGUSTIN

“¿Para qué vino entonces Juan? Para dar testimonio de la luz. ¿Y el fin de este testimonio? El fin es para que por su medio creyesen todos. ¿De qué luz da testimonio? De la verdadera luz. ¿Por qué el evangelista añade verdadera? Se dice que nuestros ojos son luceros, y, con todo, si de noche no se enciende una lámpara o si durante el día no se manifiesta el sol, es inútil tener abiertos estos luceros.

En este sentido es luz Juan; pero no la verdadera luz. Es tinieblas sin una iluminación, como es la que le hace ser luz. Es tinieblas antes de ser iluminado, como lo son los impíos, de quienes, ya creyentes, escribió el Apóstol: Fuisteis un tiempo tinieblas. ¿Qué son ahora los que ya creen? Ahora, dice, sois luz en el Señor. No tendría este sentido si no añadiese en el Señor. Sois luz, dice, no tinieblas, en el Señor. Hubo un tiempo en que fuisteis tinieblas, y allí no añadió en el Señor. En vosotros, pues, son tinieblas, y sois luz en el Señor. Así que no es luz Juan. Sólo tiene la misión de dar testimonio de la luz.”

ALFRED  WIKENHAUSER

“No hay que perder de vista, sin embargo, que si bien para el cuarto Evangelio el Bautista está muy por debajo de Jesús, no por eso es menos cierto que al hacer de él el testigo de Cristo lo coloca en una altura inaccesible a cualquiera otro fuera de él. En su calidad de testigo se funda su limitación, pero también su grandeza. No es el esposo, pero es el amigo del esposo. Después del Padre, de las palabras de la Escritura, y de la palabra y obra de Jesús, no hay otro testigo que el Bautista (5,33ss).

Expresamente se pone de relieve que es enviado de Dios, o sea, que de Dios recibió la misión de ser testigo, y, además, que Dios se reveló a él directamente (1,34). La importancia de su testimonio está subrayada también por la observación de que por medio de él todos deben llegar a la fe en el Logos hecho carne.”

 

UN CONTRASTE ENTRE CRISTO Y JUAN EL BAUTISTA (WILLIAM HENDRIKSEN)

CRISTO

JUAN

era (ἦν) desde la eternidad

vino (ἐγένετο)

es el Verbo (ὁ λόγος);

es simplemente un hombre (ἄνθρωπος

es Dios mismo

viene comisionado por Dios;

es la luz verdadera;

vino a testificar acerca de la luz verdadera

es el objeto de toda confianza

Es el agente por cuyo testimonio los hombres llegan a confiar en la luz verdadera que es Jesucristo.

 

WILLIAM HENDRIKSEN

“El propósito del testimonio del Bautista era que por medio de él (διʼ αὐτοῦ) todos creyesen (πάντες πιστεύσωσιν). El orden del original es precisamente al revés: para que todos creyesen, por medio de él. Se ha planteado, por lo tanto, el siguiente problema: “¿A quién se refiere por medio de él, a Cristo o a Juan (el Bautista)? Preferimos este último por las siguientes razones:

a. En ningún otro lugar hace uso el evangelista de la expresión creer por medio de él significando creer por medio de Jesús. Jesús siempre aparece como objeto (no como agente) de la fe (cf. 3:16).

b. El sujeto del versículo 7 es Juan el Bautista, y el versículo 8 sigue teniendo el mismo sujeto. La construcción natural es referir el pronombre él (ἐκεῖνος) del versículo 8, que ciertamente se refiere al Bautista, al pronombre él (en la frase por medio de él) del versículo 7.

Para que por medio de él todos creyesen (πιστεύσωσιν aoristo primero de subjuntivo activo, ingresivo). Aunque el substantivo fe (πίστις) no se encuentra en el cuarto Evangelio, y sólo una vez en las epístolas de Juan (1 Jn. 5:4), el verbo creer, no obstante, aparece casi cien veces en este Evangelio y nueve en la Primera Epístola; es decir, tantas veces como en los Sinópticos. En los Sinópticos Cristo también se presenta como el objeto de la fe (Mt. 18:6). En ocasiones se emplean expresiones sinónimas tales como venir a Jesús, recibir o confesarle (Mt. 10:32, 40; 11:28).

Por otra parte, ¿cómo se podría dar significado a pasajes tales como Mt. 7:22, 23; 25:31 y siguientes, sin aceptar el hecho de que Cristo se consideraba como el legítimo objeto de la fe y confianza, de modo que la resistencia a aceptarlo suponía castigo eterno? También Pablo proclama la necesidad de la fe en la persona de Cristo y en su expiación (Ro. 3:22, 25; Gá. 2:16, 20; Ef. 1:5; Fil. 3:9; Col. 1:4; 2:5; etc.).

La intención del Bautista era que todos aquellos que oyesen su testimonio abrazaran a Cristo por medio de una fe viva. Los versículos 4 y 5, y también el 9, revelan que Cristo es la luz; el Bautista es un reflector. Este último es luz en un sentido secundario. Por eso sólo se le puede llamar antorcha que ardía y alumbraba (5:35). Juan testifica con respecto al Cristo como la luna lo hace con respecto al sol.”

MATTHEW HENRY

“Inmediatamente se nos previene para que no confundamos a Juan con la luz de la que venía a dar testimonio: No era él la luz, sino para dar testimonio de la luz (v. Jua_1:8). Era una estrella, como la que había guiado a los magos a Cristo; era una estrella matutina, pero no el Sol. Siempre que el evangelista habla del Bautista en términos muy elogiosos, muestra su interés por poner a Cristo en un lugar mucho más elevado. Juan era grande como profeta del Altísimo, pero no era el Altísimo.

Hemos de cuidarnos mucho, lo mismo de sobrevalorar a los ministros de Cristo que de infravalorarlos, no son nuestros señores, sino servidores por medio de los cuales hemos creído y somos edificados. Quienes usurpan el honor debido a Cristo, renuncian al honor de ser fieles siervos de Cristo. Juan era muy útil como testigo de la luz, aun cuando no era él la luz. Siempre son de gran provecho los ministros que saben brillar con la luz prestada del Señor.”

MARTIN LUTERO

“Este es un texto extraordinariamente hermoso, que dirige hacia el único Salvador, Cristo. El evangelista Juan elige muy cuidadosamente sus palabras y por ello cada una está repleta de significado y centrada en delinear fielmente al Hombre Cristo, la verdadera Luz y Vida y también Dios verdadero y verdadero hombre, estableciéndolo aparte de todos los demás. Juan recomendó ardientemente huir de las sectas y en ser muy cuidadosos de no aceptar ninguna otra luz que la de Cristo, la verdadera, de quien todas las criaturas obtienen la vida y todo su ser. Siempre ha sido una desgracia para el mundo la aparición de hombres falsarios y hábiles en el engaño con pretensiones de sabiduría, iluminados con luces fatuas que se fabrican su propio camino hacia el cielo y pretenden ser la luz del mundo que enseñan cómo llegar a Dios. Juan avisa contra todo esto. También entre los judíos aparecieron numerosos profetas falsos que afirmaban ser la luz verdadera y gozaron de mayor renombre entre los reyes y el pueblo de Israel que los santos y verdaderos profetas, aunque más tarde fueran desenmascarados como falsarios. Así lo leemos en 1Ki_18:1 y ss.; 1Ki_22:1 y ss.; y Jer_28:12-17.

Con ello, Juan prevé que en el futuro también aparecerá gente que pretenderán ser maestros y luces. Tan cierto fue que se produjo incluso en vida de Juan cuando Cerinto se levantó para impugnar la divinidad de Cristo. Más tarde los espíritus cismáticos no tardaron en inundar la tierra. Apareció un santo loco tras otro, cada cual autonombrándose maestro y pretendiendo iluminar el recto camino hacia Dios. Esto se refleja en el testamento del apóstol en 2Pe_2:1: «Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros». Se refiere a que declararán: «Aquí está Cristo, aquí está Cristo. Mi orden monástica es santa, mi regla es la que conduce a los cielos». «Mirad —dice Cristo— que ya os lo he dicho antes» (Mat_24:25).

Juan el evangelista también lo anunció. Avisó con anticipación de no dejarse desviar de la única Luz, Cristo. Por esta razón, colocó a Juan el Bautista como anuncio y avanzadilla, negando que él fuera la luz, incluso aunque Cristo mismo dio testimonio de él y le alabó diciendo que ningún otro nacido de mujer era más grande que él (Mat_11:11). Cuando el Señor dijo que todos los nacidos de padres terrenales, fueran profetas o apóstoles, eran inferiores a Juan, no excluyó a nadie, sólo se exceptuó a sí mismo porque había nacido de una Virgen y no de una mujer de la forma normal y usual.

Aquí el evangelista excluye al Bautista del honor de ser la Luz, aun sabiendo que era el elegido y el más distinguido de todos los santos. Declara «no era la luz», esto es, no podía por su propia virtud rescatar al pueblo de la oscuridad, iluminarlo, o conferirle la vida eterna, no importa cuán santa y ascética fuera su vida personal. Fue enviado por Dios para apartar al pueblo de él mismo y dirigirle hacia Cristo testificando que gólo Éste era la única y verdadera Luz. ¿Qué diremos, por tanto, de egtos hombres que apartaron al pueblo de Cristo para centrar la atención en ellos como maestros y «la luz del mundo»? Gente como ésta no tardó en aparecer ya en tiempos de los apóstoles, hasta pulular por todo el mundo. Cada uno de ellos ofrecía ser el único conocedor de la senda que conduce de la oscuridad a la luz, prometiendo la salvación a todos los que obedecieran sus reglas. Todo cuanto podemos decir es que eran «ciegos guías de ciegos» (Mat_15:14) y engañadores de modo que maestros y discípulos se fueron al diablo. Unos pocos reconocieron su error y aceptaron por la fe a Cristo como la única y verdadera Luz, semejante a lo que he explicado de San Bernardo.”

TEOFILACTO

“Pero se dirá: luego no podemos decir que San Juan, ni ninguno de los santos, es o ha sido luz. Y si queremos decir que alguno de los santos fue luz, digámoslo sin artículo (El artículo "la", Ejem. en "la luz"). para que si nos preguntan si San Juan es luz, lo concedamos seguramente, sin artículo. Porque si se nos pide con artículo, debemos negarlo, en atención a que San Juan no es la luz principal, sino que se llama luz porque es en virtud de la participación con la verdadera luz que tiene luz.”

SERAFIN DE AUSEJO

“El versículo redondea el razonamiento por cuanto rechaza enfáticamente la opinión de que el Bautista pudiera ser tal vez la luz, es decir, el salvador escatológico, el Mesías, presentando su función testifical como su auténtico cometido. Imposible no percibir la intención polémica del giro. ¿Contra quién puede dirigirse? La existencia de grupos de discípulos, que seguían siendo seguidores del Bautista y que se mantenían como tales al lado de la Iglesia, es algo que podemos conocer por el propio NT (Act_18:24s; Act_19:1-6).

«En el sentir de esos círculos parece que el Bautista era venerado como un personaje mesiánico, al que sus seguidores contraponían a la pretensión mesiánica de Jesús; lo cual se desprende claramente de la creciente polémica que reflejan los escritos del NT y que culmina en el Evangelio según Juan». Si en tales círculos se habían ya difundido las concepciones gnósticas y en qué medida, es algo que no podemos saber con exactitud, aunque se excluye por completo tal posibilidad, pero, en ningún caso se puede poner en duda la polémica del cuarto Evangelio contra un «culto del Bautista».

Lo curioso sin embargo es que el evangelista adopte ya en el prólogo su postura de aceptación y delimitación del Bautista; para ello hubo de tener motivos importantes que nosotros no conocemos en todo su alcance. Los seguidores del Bautista quizá desarrollaban una propaganda activa en el marco de su comunidad representando un grave peligro o todos los casos una competencia. Eso es lo que mejor explicaría la incorporación de la apostilla al prólogo.”

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