EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1
VERSICULO 17 |
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RV1960 |
NVI1999 |
BTX4 |
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Pues
la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por
medio de Jesucristo. |
Pues
la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos
han llegado por medio de Jesucristo. |
Porque
la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad se hicieron realidad
por medio de JESUCRISTO. |
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TR+ |
INA27+ |
VUL |
|
οτιG3754
CONJ οG3588 T-NSM νομοςG3551 N-NSM διαG1223 PREP μωσεωςG3475 N-GSM εδοθηG1325
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N-NSF διαG1223 PREP ιησουG2424 N-GSM χριστουG5547 N-GSM εγενετοG1096
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εγενετο G1096:V-2ADI-3S llegó a ser |
quia lex per Mosen data
est gratia et veritas per Iesum Christum facta est |
|
KJV |
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For the law was given by
Moses, but grace and truth came by Jesus Christ. |
|||
TCB |
|||
La
ley por Moisés fue dada.
Jua_5:45; Jua_9:29; Éxo_20:1-17; Deu_4:44; Deu_5:1; Deu_33:4; Hch_7:38;
Hch_28:23; Rom_3:19, Rom_3:20; Rom_5:20, Rom_5:21; 2Co_3:7-10; Gál_3:10-13,
Gál_3:17; Heb_3:5, Heb_3:6; Heb_8:8-12. Mas
la gracia. Jua_8:32; Jua_14:6;
Gén_3:15; Gén_22:18; Sal_85:10; Sal_89:1, Sal_89:2; Sal_98:3; Miq_7:20;
Luc_1:54, Luc_1:55, Luc_1:68-79; Hch_13:34-39; Rom_3:21-26; Rom_5:21;
Rom_6:14; Rom_15:8-12; 2Co_1:20; Heb_9:22; Heb_10:4-10; Heb_11:39, Heb_11:40;
Apo_5:8-10; Apo_7:9-17. |
COMENTARIOS:
HENRICUS MOLLERUS
“Es decir, la manifestación de la gracia y la verdad, de la cual el propio Espíritu Santo es el intérprete: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”. En el salmo 117 tenemos un resumen de todo el Evangelio. Como dice al respecto Juan Crisóstomo [347-407]: «Se trata de un salmo profético, con una profecía referente a la Iglesia, que ha tenido su cumplimiento con la predicación del evangelio por toda la tierra. El llamamiento de este salmo no es a una, ni a dos, ni a tres naciones en concreto, sino a toda la tierra y el mar por entero. Y expone que la causa de la salvación de las naciones no van a ser sus propias acciones buenas, sino únicamente la bondad y misericordia de Dios que excede sobre ellas. Todo esto se cumplió cuando brilló el Sol de justicia (Malaquías 4:2) en la venida de Cristo». Sal 117:1-2 Alabad a Jehová, naciones todas; Pueblos todos, alabadle. Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia, Y la fidelidad de Jehová es para siempre. Aleluya.”
ISAAC AMBROSE
“Pero la gracia y la verdad vinieron por
medio de Jesucristo…Cristo es la verdad. "Yo soy el camino, la verdad y la vida"; esa verdad, en quien
se cumple todo lo que estaba prefigurado del Mesías. Y este es su nombre:
"El Señor, el Señor Dios, abundante
en bondad y verdad". - "Es
un Dios de verdad", dijo Moisés; "Abundante en misericordia y verdad", dijo David; "lleno de gracia y de verdad", dijo
Juan. Él es verdad por nombre, verdad
por naturaleza y verdad por oficio.”
JOHN OWEN
“Aquí
tenemos el diseño peculiar de Dios para glorificar su bondad, amor, gracia y
misericordia, por Jesucristo; y lo hará en abundancia. Antes había glorificado
su poder eterno y su sabiduría infinita, en la creación del mundo y todas las cosas
que contiene, Sal. 19:1-3; Rom. 1:20. Y había glorificado su santidad y
justicia al dar la ley acompañada de recompensas y castigos eternos. Pero
"la gracia y la verdad" (en
la provisión de ella y el cumplimiento de la promesa) "vinieron por Jesucristo".
Y
por tanto, para que el Señor Cristo en todo esto tenga la preeminencia, lo hará
de manera abundante e extraordinaria, por encima de las anteriores declaraciones
de su gloria en cualquier otro de sus atributos. De ahí que en la Escritura la
comunicación de la gracia se exprese en palabras que puedan insinuar su
superación y sobrepasar todo entendimiento: en Rom. 5:20, la "Gracia"
dada por Cristo "sobreabunda".
Abundar, expresa las mayores medidas y grados comprensibles… Pero lo que "abunda", ¿quién lo concebirá? 1
Tim. 1:14: “Pero la gracia de nuestro
Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús”. La
Gracia de Cristo exede toda comprensión humana.”
JOHN BUNYAN
“Hay
muchos que comienzan con la gracia y terminan con las obras, y piensan que ESO
es el único camino. Ciertamente las obras salvarán de los castigos temporales,
cuando sus imperfecciones sean limpiadas de ellas por la intercesión de Cristo;
pero ser salvo y llevado a la gloria, ser llevado a través de este mundo
peligroso, desde mi primer movimiento después de Cristo hasta que puse mi pie dentro
de las puertas del paraíso, esta es la
obra de mi Mediador, de mi sumo sacerdote
e intercesor; es él quien nos trae de nuevo cuando huimos; es él quien nos
levanta cuando el diablo y el pecado nos han derribado; él es el que nos da
vida cuando nos enfríamos; él es quien nos consuela cuando desesperamos; es él
quien obtiene nuevo perdón cuando hemos contraído el pecado; y el que limpia nuestra
conciencia cuando está cargada de culpa. (Eze 34:16, Sal 145: 14).
También
sé que las recompensas que nos esperan en el cielo a los que creen en Cristo no
es una recompensa por mérito, sino por
gracia. Somos salvados por Cristo; llevado a la gloria por Cristo; y todas
nuestras obras no son aceptables a Dios de otra manera sino por la persona y
las excelencias y obras personales de Cristo; por lo tanto, cualesquiera que
sean las joyas, los brazaletes y las perlas con que serás adornado como
recompensa por el servicio prestado a Dios en el mundo, por ellos debes
agradecer a Cristo y, ante todo, confesar que él era el causa meritoria del mismo. (1 Pedro 2: 5, Heb 13:15.).”
GEORGE WHITEFIELD
“La
gracia de Cristo es tan rica, tan gratuita y tan poderosa como siempre. Él es el mismo ayer, hoy y siempre."
Él está lleno de gracia y de verdad, y de
su plenitud, todos los que vienen a él pueden recibir gracia por gracia. Da generosamente y no reprocha. No quiere la
muerte del pecador, sino que crea y que viva. Venid, pues, todos vosotros
prisioneros, pobres, lisiados y ciegos pecadores; consuélate, el Señor Jesús ha
enviado a su siervo para llamarte.
Ahora
es la hora de la cena y un día de gracia poco común. El día está terminando.
Date prisa, pues, y ven a la cena del Cordero. Si no vienes, sé que mi maestro
se enojará. ¿Y quién puede estar delante de él cuando está enojado?
“No endurezcáis, pues, vuestro corazón, como
en el día de la provocación, como en el día de la tentación en el desierto”.
No provoques al Señor a decir: "Ninguno
de los invitados probará mi cena".
¡Oh
espantosas palabras! En ellos se implica mucho más de lo que se expresa. Es lo mismo
que en los salmos: "En mi ira juré
que no entrarían en mi reposo". Y si no entras en el reposo de Dios,
ni saboreas la cena de Cristo, debes levantar los ojos en los tormentos, donde no
tendrás descanso, y debes cenar con los malditos demonios para siempre.”
WARREN WIERSBE
“En
Juan 1: 17 Juan no sugiere que no había gracia bajo la ley mosaica, porque sí
la había. Cada sacrificio era una expresión de la gracia de Dios. La ley
también reveló la verdad divina. Pero
en Jesucristo la gracia y la verdad alcanzan su plenitud; y esta plenitud está
disponible para nosotros. Somos salvos por gracia (Efesios 2:8,9), pero también
vivimos por gracia (1 Corintios 5: 10) y dependemos de la gracia de Dios en
todo lo que hacemos. Podemos recibir gracia sobre gracia, porque "él da
mayor gracia" (Santiago 4:6). En Juan 1:17 Juan sugiere que un nuevo orden
ha llegado, reemplazando el sistema mosaico.”
A.T ROBERTSON
“Por
medio de Jesucristo (dia lësou Christou),
el agente intermedio de Dios el Padre. Aquí, con toda claridad, Juan identifica
al Logos antes de la Encarnación con Jesús de Nazaret, el Mesías. El nombre
histórico pleno «Jesucristo» aparece
aquí en Juan por primera vez. Véase también 17:3 y cuatro veces en 1 Juan, y
cinco veces en Apocalipsis. Sin Cristo no habría existido el cristianismo.
La
teología de Juan es aquí descrita mediante las palabras «la gracia y la verdad»
(hë charis kai hë alëtheia), cada una
de ellas con el artículo y cada una de ellas suplementaria de la otra. Es
gracia en contraste con la ley, tal como Pablo lo expone en Gálatas y Romanos.
Pablo había hecho de la gracia «un lugar
común del cristianismo» (Bernard) antes que Juan escribiera. Es verdad en
oposición a las herejías gnósticas y de otros tipos, tal como lo muestra Pablo
en Colosenses y Efesios.”
GARY BURGE
“A
lo largo de este Evangelio, está claro que el apóstol Juan y su comunidad se enfrentan
a las pretensiones de la sinagoga judía. Como en Juan 9, el hombre ciego que ha
sido sanado ha de decidir si quiere seguir a Moisés o a Jesús. No se puede (al
parecer) hacer ambas cosas al mismo tiempo (9:28), o al menos eso es lo que
dicen los oponentes de Juan. Juan deja claro en este pasaje que Moisés
desempeñó sin duda un papel singular: fue el autor de los primeros cinco libros
de la Biblia, la Torá, que Juan llama aquí «la ley» (1:17).
No
es que dicha ley esté siendo desacreditada, porque sin duda Moisés aportó
también una cierta medida de gracia y verdad. Juan no pretende afirmar que la
gracia de Cristo está en conflicto con la revelación de Moisés. La ley también
contiene la gracia de Dios y es una expresión anterior de ella. Pero lo que
está aquí en cuestión es el carácter exhaustivo de la revelación cristiana.
Es interesante que en Éxodo 33:18 la petición que hace Moisés de ver a Dios recibe una respuesta negativa (33:20; cf. Dt 4:12); sin embargo, Jesús ha venido a nosotros procedente del corazón mismo del Padre (Jn 1:18). Ciertamente, él es el único que ha visto al Padre21 y ello le sitúa un nivel por encima de Moisés y de cualquier otro que reivindique ser poseedor de la verdad. Hebreos 3:1–6 transmite este mismo pensamiento: nada puede, por definición, rivalizar con la revelación del Hijo.”
CHARLES SPURGEON
“Fe solo en Cristo… Sabemos que la ley
vino de Moisés. La ley a menudo nos ha agobiado, aplastado, convencido, condenado.
Dejemos igualmente claro que la gracia y la verdad vienen por este canal
divino, "Jesucristo". Puesto que la ley fue dada por medio de Moisés,
mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
Puede que sepas mucho sobre la fe pero la única fe que salva es la creencia en
Cristo. “Yo sé en quien he creído”.
Creer
en una doctrina no salvará a un hombre. Tal vez sepas todo el credo y seas
ortodoxo, mientras que por otra parte no eres mejor que el diablo; porque yo
supongo que el diablo es un teólogo muy atinado. Sin dudas que él conoce la
verdad. Él cree y tiembla, pero tú puedes conocerlo y no temblar, y así puedes
no llegar a poseer una virtud que hasta el diablo tiene. Una creencia firme en
lo que se te predica es bastante bueno, pero creer una doctrina así no te puede
salvar.
Algunos
tienen fe en su ministro y supongo que eso sea tan halagador para nosotros que
difícilmente esperarías que habláramos en contra de esto, pero de todos los
vicios este es uno que sin duda debe temerse porque es muy peligroso. Te ordeno
ante Dios que siempre sopeses lo que tenemos que decirte y si no está acorde
con las Escrituras, échalo a un lado como harías con la basura.
Muchas
personas creen a conciencia en sí mismas. La doctrina de la confianza en uno
mismo se predica por estos días en muchos lugares. Tu creencia no debe ser que
puedes forzar tu entrada al cielo sino que tienes que creer en Cristo porque
cualquier otra cosa es una fe que no salva.
Por
tanto, ves que tanto el conocimiento que salva como la fe que salva cuelgan de
la cruz, ambos miran a las heridas de aquel hombre querido, ese Dios bendito
que allí fue la propiciación por nuestros pecados y quien sufrió en nuestro
lugar.”
JOHN WESLEY
“La ley - Obrando ira y conteniendo sombras:
fue dada - Ningún filósofo, poeta u orador eligió jamás sus palabras con tanta
precisión como San Juan. La ley, dice, fue
dada por Moisés: la gracia fue por
Jesucristo. Observe la razón para colocar cada palabra de esta manera: La
ley de Moisés no era propia.
La gracia de Cristo fue. Su gracia era opuesta a la ira, su verdad a las
sombrías ceremonias de la ley.
Jesús
- San Juan, habiendo mencionado una vez la encarnación (Juan 1:14), ya no usa
ese nombre, la Palabra, en todo su
libro sino Jesús.”
DAVID GUZIK
“Esto
describe y demuestra la plenitud de la gracia anunciada por Juan el Bautista y
traída por Jesucristo. Dios el Verbo, Jesucristo, trajo un orden diferente del
que había sido instituido por Moisés.
La gracia y la verdad vinieron por medio
de Jesucristo: “Aquí, entonces, como en
los escritos de Pablo, Cristo desplaza la Ley de Moisés como el centro de la
revelación divina y la manera de vivir.” (Bruce).”
LUIS PALAU
“La
ley tuvo su valor y su lugar, y en cierta manera los sigue teniendo. Según este
versículo la ley, en contraste con la gracia, fue introducida por medio de
Moisés, un hombre bueno y humilde, pero hombre al fin. La ley nos reveló la
justicia de Dios. Desde Génesis hasta Malaquías nos sentimos condenados pues
descubrimos nuestra pecaminosidad y el hecho de que no hay justicia en
nosotros. Sería fácil aislar algunos mandamientos, tal vez los más sencillos, y
decir “esta es la ley”. Sin embargo, la ley es la suma de las verdades de Dios y
mandamientos divinos según los hallamos en el Antiguo Testamento, en especial
el Pentateuco. Ahora bien, Cristo vino al mundo para dar comienzo a una nueva
era superior a la época de la ley.
(La
Epístola a los Gálatas se debe leer, meditar y estudiar profundamente para
comprender el propósito de la ley y su finalidad.)
La
ley esclaviza, condena, nos revela nuestra pecaminosidad y corrupción. Nadie
puede justificarse ante Dios por las obras de la ley (Gá. 2:16). Sobre nosotros
pesaba la maldición por no haberla cumplido. Dice el apóstol que Cristo “nos
redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque escrito
está: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gá. 3:13). Hay también
otra maldición para “aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en
el libro de la ley, para hacerlas” (Gá. 3:10). Jesucristo vino al mundo para
sufrir, morir, ser condenado en nuestro lugar y guardarnos de la ley pues ésta
nos condenaba.
Sólo
Cristo pudo vivir sin pecado y cumplir la ley en todos sus puntos (2 Co. 5:21),
pero la gracia (el favor inmerecido de Dios) y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo.”
BRIAN BAILEY
“En
el versículo 17, Juan repite lo que dijo en el versículo catorce. La Ley vino
por Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por Cristo. La Ley no es
denigrada; fue cumplida por Cristo. Sin embargo, la Ley no pudo lograr lo que
Dios quería, que era la santidad, pues la Ley fue escrita en tablas externas de
piedra.
Sin
embargo, Cristo vino con gracia y verdad. Su verdad nos permite ser libres de
nuestras ataduras (Jn. 8:32), porque a quien el Hijo hace libre es
verdaderamente libre. En la edad del Nuevo Testamento, la Ley está escrita
sobre las tablas de carne de nuestro corazón, para que de corazón podamos
cumplir la justicia de la Ley. Para hacer esto, debemos andar conforme el
Espíritu y no conforme a la carne (Ro. 8:4).”
JUAN CALVINO
“Porque la Ley fue dada por Moisés. Se
trata de una ancipación, mediante la cual se encuentra con una
objeción que probablemente surgirá; porque Moisés era tan estimado por los
judíos que apenas podían recibir algo que fuera diferente de él. Por tanto, el
evangelista muestra cuán inferior era el ministerio de Moisés al poder de
Cristo.
Al
mismo tiempo, esta comparación arroja no poco brillo sobre el poder de Cristo;
pues aunque los judíos le rindieron la mayor deferencia posible a Moisés, el
evangelista les recuerda que lo que trajo fue sumamente pequeño, en comparación
con la gracia de Cristo. De lo contrario, habría sido un gran obstáculo que
esperaran recibir de la Ley lo que solo podemos obtener a través de Cristo. Pero
debemos prestar atención a la antitesis, cuando contrasta la ley con la gracia
y la verdad; porque su significado es que la ley los quería a ambos.
La
palabra Verdad denota, en mi opinión, un estado
de cosas fijo y permanente. Por la palabra Gracia entiendo el cumplimiento
espiritual de aquellas cosas, cuya letra básica estaba contenida en la Ley. Y
puede suponerse que esas dos palabras se refieren a la misma cosa, por una
conocida figura retórica, (hypallage;) como si hubiera dicho, que la gracia, en
la que consiste la verdad de la Ley, fue finalmente exhibida en Cristo.
Pero
como el significado no se verá afectado en ningún grado, no importa si los ve
como unidos o como distinguidos. Esto al menos es cierto, lo que el evangelista
quiere decir, que en la Ley no había nada más que una imagen oscura de
bendiciones espirituales, pero que realmente se encuentran en Cristo; de donde
se sigue que si se separa la Ley de Cristo, no queda nada en ella sino figuras vacías.
Por
eso Pablo dice que las sombras estaban en
la ley, pero el cuerpo está en Cristo, (Colosenses 2:17.) Y, sin embargo,
no debe suponerse que algo fue exhibido por la Ley de una manera adecuada para
engañar; porque Cristo es el alma que da vida a lo que de otro modo habría
estado muerto bajo la ley.”
JOHN MACARTHUR
“Como
la ley fue dada por Dios por medio de Moisés (5:45; 9:29; Éx. 31:18; Lv. 26:46;
Dt. 4:44; 5:1; Hch. 7:37-38), estaba imbuida de la gloria de Dios y reflejaba
su carácter santo y justo. Por eso Pablo pudo escribir: “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera… La ley a la
verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Ro. 7:7, 12; cp. 2
Co. 3:7-11). Con todo, aunque Dios mostró su gracia en el Antiguo Testamento
(p. ej., Gn 6:8; Esd. 9:8; Sal. 84:11; Pr. 3:34; Jer. 31:2; Zac. 4:7), la ley
no era un instrumento de la gracia.
En
su lugar, Dios concedió gracia y perdón para los pecadores arrepentidos que
habían violado su ley santa con base en lo que Cristo haría para proporcionar
la expiación. La ley no salva a nadie (Hch. 13:38-39; Ro. 3:20-22; 8:3; 10:4;
Gá. 2:16; 3:10-12; Fil. 3:9; He. 7:18-19; 10:1-4); tan solo hace convictos a
los pecadores por su incapacidad de guardar a la perfección las normas justas de
Dios y los condena al castigo eterno de la justicia divina, de modo que ella
revela la necesidad que tienen los pecadores de la gracia del perdón. Pablo
escribió a los gálatas que “la ley ha
sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados
por la fe” (Gá. 3:24).
Pero
Jesucristo, como Hijo de una casa en la que Moisés es tan solo un siervo (He.
3:5-6), trajo la realización total de la gracia y la verdad (cp. arriba la
explicación del v. 14). La gracia de Dios en el Antiguo Testamento se aplicó a
los creyentes penitentes en anticipación a la revelación total de la gracia
divina en Jesucristo. En Él se cumplió y se reveló completamente la verdad de
la salvación de Dios. “La verdad que está
en Jesús” (Ef. 4:21; cp. Jn. 14:6).”
JOHANNES BRENZ
“La
Palabra del Señor tiene dos funciones: matar
y dar vida; revelar el pecado y remitir el pecado; para producir ira y dar
a conocer la gracia; para revelar lo que es justo y dar justicia. Mata, revela
el pecado, obra la ira y revela lo que es justo a través de la Ley. Da vida, perdona
el pecado, da a conocer la gracia y da justicia a través del evangelio.
Ahora
la Ley se exhibió a través de Moisés, pero el evangelio se exhibió a través de
Cristo. De hecho, estos son los dos predicadores más famosos del mundo. Los profetas
y apóstoles también son predicadores, pero en parte predicaron la Ley de Moisés
y en parte proclamaron el evangelio de Cristo. Ambos predicadores son necesarios
para la justificación, primero Moisés y luego Cristo.
Porque
Moisés sin Cristo conduce a la
desesperación. Cristo o el evangelio sin Moisés hace que la gente se sienta descuidada y orgullosa. Porque
tan pronto como oyen la gracia del evangelio, aquellos a quienes el pecado aún
no ha sido revelado por la ley, conciben dentro de sí una cierta libertad de la
carne, diciendo: Ahora pecaremos con impunidad, porque los pecados no nos
condenan y la muerte ha sido destruida. Pablo también plantea esta objeción: ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley,
sino bajo la gracia? ¿y, hagamos el mal para que venga el bien? En ninguna
manera”.
Por
tanto, para mantener el orden correcto de la justificación, es necesario que se
escuche a ambos predicadores, Moisés y Cristo: Moisés, para que mate mediante
la Ley, revele las maldiciones, haga conocer la ira y nos enseñe a saber con
certeza que no hay ningún poder en nosotros para lograr la justificación o para
efectuar nuestra salvación; y Cristo, para que se nos dé vida por medio del
evangelio y el poder de hacer las cosas que la ley ha mandado.
Además,
mediante la predicación de Cristo somos liberados de la Ley no porque no se guarde,
sino más bien que se mantiene. Porque
Cristo dice: No he venido a abrogar la
ley, sino a cumplirla. Y Pablo dice: Por
la fe establecemos la ley. Porque lo
que la ley no pudo realizar, siendo débil por la carne, esto mismo lo cumplió
Dios, habiendo enviado a su propio hijo en semejanza de carne de pecado. Y esto
es lo que dice: La gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. Porque mediante
la Ley Moisés dio a conocer que somos malditos, condenados e hijos de la ira de
Dios. Pero Cristo, a su vez, nos restauró en la gracia de Dios y él mismo
cumplió lo prometido antes. Se prometió la vida eterna, y esto fue logrado abundantemente por Cristo.”
ALBERT BARNES
“Podemos
aprender de este versículo: 1º. Que todas nuestras misericordias proceden de Jesucristo. 2do. "Todos
los verdaderos creyentes reciben de la
plenitud de Cristo. Los mejores y más grandes santos no pueden vivir sin
él, al igual que los más humildes y débiles en la fe pueden vivir con él. Esto
excluye la jactancia orgullosa.”
ALEXANDER MACLAREN
“Estaba
pensando principalmente en el contraste entre la relación de Moisés con su ley
y de Cristo con su evangelio. Moisés no era más que un profeta. Su personalidad
no tuvo nada que ver con su mensaje. Puedes quitar a Moisés, y la ley permanece igual. Pero Cristo está
tan entretejido con el mensaje de Cristo que no se pueden separar los dos; no
se puede hacer que la figura de Cristo se desvanezca y que el don que Cristo
trajo permanezca.
Si
apagas el sol, no puedes retener la luz
del sol; si apartas a Cristo en la plenitud de Su humanidad y de Su
divinidad, en el poder de Su encarnación y la omnipotencia de Su cruz, si
apartas a Cristo del cristianismo, el cristianismo se derrumba en polvo y nada.
Así
que, queridos hermanos, no permitan que ninguno de nosotros intente ese
peligroso experimento. No puedes derretir a Jesús y conservar la gracia y la
verdad. No se puede alterar Su carácter, Su naturaleza, el misterio de Su
pasión, el poder expiatorio de Su cruz y preservar las bendiciones que Él ha
traído al mundo. Si quieres la gracia que es la revelación del corazón de Dios,
el don de un Dios generoso y el perdón de un Juez que perdona; o si quieres la
verdad, la realidad del conocimiento de Él, solo puedes obtenerlos aceptando a Cristo. "Yo soy la Verdad, el Camino y la Vida".
Hay una 'ley dada que da vida' y 'la justicia es por esa ley'.
Hay
una Persona que es la Verdad, y
nuestro conocimiento de la verdad es a través de esa Persona, y solo a través de Él. Por fe humilde,
recíbale en su corazón y Él vendrá a traerle la plenitud de la gracia y la
verdad.”
MATTHEW POOLE
“Porque la ley fue dada por Moisés; la
ley, moral y ceremonial, no vino de Moisés, sino
de Moisés como ministro y siervo de Dios; esa ley por la cual nadie puede
ser justificado, Rom 3:28. En esto estaba el honor de Moisés, de quien te
glorías, Jn. 5:45.
Dios
en verdad hizo un uso eminente de él, como su ministro, por medio del cual les
reveló su voluntad; en asuntos de su adoración, de acuerdo con esa
dispensación; y en asuntos que le conciernen en toda la vida; sin embargo, hay
una diferencia eminente entre él y Jesús Cristo. La ley no se llama gracia en
ninguna parte, ni descubre otra cosa que el deber y la ira; no muestra
remisión, en caso de que no se cumpla el deber, ni da fuerza para cumplirlo.
Pero la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo; todo es de Cristo; toda la gracia de Dios para remisión y el perdón del pecado, y para la fuerza y la ayuda para el cumplimiento del deber, no es dado por Dios a Cristo, como la ley dada a Moisés, sino que Cristo es la fuente misma de la gracia; y no sólo la gracia, sino de verdad, ya sea tomada como misericordia sólida y real, o con respecto a la ley. Cristo es el cumplimiento de todos los tipos y profecías.”
JOHN GILL
“La
ley moral le fue dada a Adán, en inocencia, que habiendo sido quebrantada y
casi perdida de las mentes y memorias de los hombres, fue dada por Moisés, en
una nueva edición de la misma por escrito; y señala cuál es el deber del hombre
tanto para con Dios como con los hombres; ésta descubre el pecado, lo acusa, lo
condena y lo castiga; la ley ni pudo dar fuerza para cumplir con sus demandas;
ni da el menor indicio de perdón; ni admitirá el arrepentimiento: y por eso se
opone a la gracia; aunque fue un beneficio para los hombres, siendo bueno en su
propia naturaleza y útil en sus efectos.
La
ley ceremonial señaló la contaminación de la naturaleza humana, la culpa y el castigo
del pecado; fue tipo y sombra de la liberación de Cristo, pero no pudo dar la
gracia que representaba, y por lo tanto se opone tanto a la gracia como a la
verdad. Ambos fueron dados por Moisés al pueblo de los judíos, no como hacedor
de ella, sino como ministro de la ley: fue Dios quien estableció cada una de
estas leyes, y las ordenó en la mano de Moisés, quien las recibió de él, por
disposición de ángeles, y los entregó al pueblo de Israel; y fue puesto en un
cargo muy alto, y se le confirió un gran honor.
Pero
Jesucristo es una persona mucho más grande y ocupa un cargo más alto: …pero la gracia y la verdad vinieron por
Jesucristo: por gracia y verdad, se entiende el Evangelio, en oposición a
la ley; que se llama gracia, porque es una declaración del amor y la gracia de
Dios a los hombres; atribuye la salvación, en todas sus partes, a la gracia
gratuita y al favor de Dios; y es el medio para implantar y aumentar la gracia
en los corazones de los hombres. Y la verdad, no solo porque contiene la verdad,
y nada más que la verdad, y viene del Dios de verdad; y su sustancia es Cristo,
que es la verdad; y ser revelados, aplicados y guiados por el Espíritu de
verdad.”
J.C RYLE
“Por medio de Cristo, vinieron la gracia y la
verdad: gracia por medio de la plena manifestación del plan de salvación de
Dios y el ofrecimiento de un perdón completo para cada alma que cree en Jesús,
y verdad por medio de la revelación de Cristo mismo como el verdadero sacrificio,
el verdadero Sacerdote y la verdadera expiación por el pecado. Agustín, en
cuanto a este versículo, dice: “La Ley
amenazaba, no ayudaba; ordenaba, no curaba; mostraba, no quitaba nuestra
debilidad. Pero fue una preparación para el Médico, quien vendría con la gracia
y la verdad.”
XAVIER LEON DUFOUR
“Las
dos proposiciones del v. 17 están construidas según un paralelismo, que
significa a la vez correspondencia y superación. Este paralelismo se ve
claramente si exponemos así el texto:
La Ley |
de la Verdad |
fue dada |
la gracia fue |
por Moisés |
por Jesucristo |
Moisés
y Jesucristo están evidentemente en paralelo. A la Ley le corresponde, no ya la
«gracia», sino la «Verdad», de manera que puede verse una equivalencia entre el
verbo edóthe (fue dada) y «la gracia
(= el don) fue». Al don de la Ley corresponde el don (cháris) de la Verdad en Jesucristo.
Entre
los dos miembros de la frase no hay oposición, sino progreso, y ese progreso no
va de la Ley a la gracia (como pensaron los Padres griegos), sino de la Ley a la Verdad. Esta Verdad
desborda a la Ley, que no es más que su manifestación incompleta; revela
plenamente lo que el Dios de la alianza había querido comunicar a Israel desde
su elección.
Así
pues, todo intento de oponer aquí formalmente el Nuevo Testamento al Antiguo
está abocado al fracaso. Para Juan, la Ley es ya un don de Dios (como sugiere
el pasivo edóthe), una gracia que se
derrama por el mundo entero (Eclo 24,23s). Por otra parte, Juan muestra la profundidad
sin igual de la Verdad revelada por Jesucristo. En el cuarto evangelio, Jesús
mantendrá —de otra manera— esta distinción, reservando la palabra «Ley» para la
Ley de Moisés y prefiriendo la palabra «mandamiento» (entolt) para señalar su propia relación de fidelidad con el Padre y
la de sus discípulos con él mismo.
Es
interesante el uso del verbo egéneto
para indicar la «llegada» de la
gracia de la verdad. La llegada de la Verdad, en la persona de Jesucristo, se
anuncia con la misma expresión que la llegada del Logos en la carne (1,14).”
LEON MORRIS
“La
novedad de este versículo es la asociación del concepto de verdad con la
revelación del Evangelio en Jesucristo, ya que lo que se sabía era que Moisés
había traído la verdad. Pero el mensaje de Juan viene a decir que el ministerio
de Jesús revela que la salvación es por Gracia. Es el medio que Dios ha provisto,
y es un medio excelente, inmejorable.
Y
el hecho de que esa gracia nos llegue a través de Cristo pone de manifiesto su
excelencia. El verbo que Juan utiliza no es muy común, al menos en este
contexto1 21. Transmite la idea de que la Gracia y la Verdad están más
estrechamente relacionadas con Cristo que con la ley de Moisés, aunque el hecho
de que se mantenga “por medio de” en la segunda proposición busca que no olvidemos
el origen divino de la Revelación.
Ésta
es la primera vez que Juan usa el nombre “Jesús” (aunque ya ha aparecido la
idea del Verbo hecho carne). También tiene un aprecio especial por este nombre,
ya que lo usa 237 veces (Mateo 150 veces, Marcos 81 y Lucas 89). En todo el
Nuevo Testamento aparece 905 veces, y Juan representa más de un cuarto de ese
total.
Pero
no ocurre lo mismo con la forma compuesta “Jesucristo”, que solo vuelve a
aparecer una vez más, en 17:3 (aunque cf. 20:31). Sin embargo, Juan utiliza el
título “Cristo” con más frecuencia que los otros evangelistas (19 veces; Mateo
17 veces, Marcos 7 veces y Lucas 12 veces). Esto tiene que ver con su objetivo al
escribir el Evangelio: para que la gente crea que Jesús es el Cristo (20:31).
Este
título apunta a que es el Mesías de
Israel. Por eso, tiene mucho sentido que use el nombre compuesto “Jesucristo”, debido a la solemnidad de
este pasaje donde se pone de manifiesto que es superior a Moisés. El contraste
entre la fe cristiana y la judía y la función subordinada de Moisés a ese
Cristo hacia el que Él ya apunta es un tema recurrente de este evangelio (ver
5:39, 46; 6:32, 8:32s.; 9:28s.).”
FRANCIS MOLONEY
“En
la historia humana Dios ha hecho solamente dos únicos dones. En primer lugar,
dio la ley mediante Moisés (día Mouseos
edothe) Sin embargo, ahora ha otorgado otro don, que ya se mencionó en el v
14 («la plenitud de un don que es verdad»)
y en el v 16 («un don en lugar de otro
don») el don que es la verdad (v 17b he
chans kai he aletheia). Vuelven a aparecer los dos sustantivos del v 14, en
esta ocasión con un artículo determinado, unidos de nuevo mediante un kai epexegético. El don que es la verdad
supera y perfecciona al primer don otorgado mediante Moisés (cf v 17a) y
aconteció (egeneto) mediante
Jesucristo (día le sou Chnstou). No
se trata de una valoración negativa del primer don, en la perspectiva cristiana
se respeta el don de Dios concedido mediante Moisés, pero se insiste en que
aquel primer don se ha perfeccionado ahora con el don de la verdad que vino y es mediante Jesucristo.”
SAMUEL P. MILLOS
“Siendo
Dios uno, es el único legislador y el único juez. Dios es el autor de la Ley. Nadie más que Él tiene derecho, por ser
Creador, de establecer las normas de conducta para sus criaturas. Pero, además
de legislador es también el único juez con autoridad para juzgar y para ejecutar
la sentencia, debido a que Su juicio no se establece por apariencias externas,
sino que conoce el corazón del hombre.
Dios
es justísimo, por consiguiente, ninguna de sus sentencias se producirá por inclinación
y mucho menos por acepción de personas. La ley es entregada al hombre por medio
de Moisés con un propósito concreto, denunciar el pecado y ponerlo de
manifiesto, dando a entender también al hombre que por las obras no podrá nunca
satisfacer las demandas de la ley: "ya
que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él;
porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado" (Ro. 3:20).
La
primera gran demanda de la ley es el amor a Dios y Juan denuncia que los
hombres "amaron más las tinieblas
que la luz, porque sus obras eran malas" (3:19). Por esa sencilla y
elemental prueba, debe entenderse la razón por la que la ley fue introducida,
para que los hombres se den cuenta que son pecadores delante de Dios. Ya que
ninguno puede cumplir las demandas, las obras hechas en el campo de la ley como
medio de justificación quedan sin efecto.
La
verdad expresada está también confirmada en la Escritura: "No entres en juicio con tu siervo; porque no
se justificará delante de ti ningún ser humano" (Sal. 143:2). La
radicalidad del versículo es definitiva, Dios no tiene necesidad de entrar en
juicio con el hombre, porque todos sin excepción no tienen modo alguno de
justificarse delante de Él. Anticipada y definitivamente, el hombre es pecador,
por tanto, injusto y sin posibilidad alguna de alcanzar por su esfuerzo
meritorio la justificación delante de Dios.
La
función de la ley se contrapone abiertamente a la de la gracia ya que la de
aquella es dar "el conocimiento del
pecado", haciéndolo en tres formas: 1) Manifestando aquello que Dios
aprueba y lo que reprueba. 2) Poniendo de evidencia la esterilidad del esfuerzo
humano por cumplirla. 3) Dictando sentencia condenatoria sobre el transgresor.
De
tal manera que la Ley quebrantada, sólo puede condenar. De otro modo, la Ley enseña
al hombre a comprender que es pecador, y que la paga del pecado es la muerte.
Es decir, la ley no produce salvación sino ira (Ro. 4: 15). En el prólogo se
presenta al Verbo encamado con una misión soteriológica de dar solución al problema
del hombre y de extender la luz y la vida al hombre condenado por la ley a
causa de su pecado, en una operación de salvación que sólo Dios puede realizar.
Por
esa razón el apóstol Pablo enseñará que "el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree"
(Ro.10:4). Cristo es el término o final a todos los esfuerzos piadosos para
encontrar justificación fuera de Él. En este sentido, en Cristo se cumplían las
demandas de la ley sobre la culpa del pecado (Gá. 3: 13; Ef. 2: 15; Col. 2:
14).
La
Ley maldice al pecador a causa de su pecado, y es Cristo en su obra el que ha
eliminado esta maldición de la ley mediante su
muerte expiatoria. En Él, el creyente, ya no puede ser maldito por la ley,
porque la culpabilidad penal que lo sujetaba a maldición se extinguió en Cristo
que fue hecho por nosotros maldición.
De manera que como la Ley solo puede justificar al que la observa, Cristo obra justicia para todo aquel que cree en Él. ¿No es acaso esto lo que se aprecia en el prólogo? La venida del Verbo no es para demandar a los hombres cumplimiento o condenación, sino liberarles de su estado de tinieblas y darles luz y vida mediante la fe (vv. 9, 12). Cristo es el fin de la ley que fue entregada por Moisés.”
WILLIAM HENDRIKSEN
“No
había nada malo en la ley moral y ceremonial. Dios la había dado por medio de Moisés.
Era de carácter preparatorio. Revelaba la condición perdida del hombre y
también prefiguraba su liberación. Pero había dos cosas que la ley como tal no
podía suministrar: gracia para perdonar
a los pecadores y ayudarlos en los momentos de necesidad, y verdad, esto es, la realidad a la cual señalaban todos los tipos (piénsese en los
sacrificios). Cristo, con su obra expiatoria, proveyó ambas. El mereció la gracia y cumplió lo que los tipos anunciaban. Téngase también en cuenta que
mientras que la ley “fue dada”, la gracia y la verdad “vinieron” por la Persona
y obra del que, por primera vez en el cuarto Evangelio, es llamado por su
nombre completo, Jesucristo.”
C.I SCOFIELD
“Gracia
es "la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor para con los hombres...
no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho" (Tit_3:4-5). Por
lo tanto, la gracia se expone constantemente en contraste con la ley, bajo la
cual Dios demanda justicia de parte del hombre, mientras que bajo la gracia El
otorga como una dádiva su justicia al pecador (Rom_3:21-22; Rom_8:4; Flp_3:9).
La ley se relaciona con Moisés y las obras; la gracia con Cristo y la fe
(Jua_1:17; Rom_10:4-10). La ley bendice al que es bueno; la gracia salva al
malo (Éxo_19:5; Efe_2:1-9). La ley demanda que el hombre obtenga la bendición
como una recompensa; la gracia es una dádiva que Dios extiende gratuitamente al
pecador (Deu_28:1-6; Efe_2:8; Rom_4:4-5).”
MATTHEW HENRY
“De
Cristo hemos recibido gracia y verdad (v. Jua_1:17). En el versículo Jua_1:14
había dicho el evangelista que Cristo estaba «lleno de gracia y de verdad».
Ahora nos dice que «por medio de Jesucristo vinieron la gracia y la verdad».
Tres cosas descubrimos en este versículo en el contraste que Juan establece
entre Jesús y Moisés:
(A)
La Ley del Sinaí fue un privilegio de Israel, tan sublime que Heb_2:2-3
menciona a los ángeles como mensajeros de ella. Aquí se nos dice que «fue dada
por medio de Moisés», el gran caudillo de Israel y gran amigo de Dios, pues
hablaba con Él «cara a cara» (como amigo íntimo). Pero la gracia y la verdad
salvíficas vinieron con Jesús. Nótese el contraste entre el «fue dada» y el
«vinieron» como si dijera: Moisés fue un mero transmisor de la Ley desde las
manos de Dios hasta las manos del pueblo, mientras que la misericordia y la
fidelidad de Dios vinieron personificadas en Cristo;
(B)
la gracia y la verdad de Cristo señalaban el cumplimiento de todas las promesas
del Antiguo Pacto;
(C)
así como la gracia marcaba el fin de las obras, así también la verdad marcaba
el fin de los tipos y sombras del Antiguo Pacto, pues Cristo es el verdadero
Cordero Pascual, el chivo expiatorio verdadero, el verdadero maná, etc. Ellos
tenían la gracia como en un cuadro; nosotros la tenemos en persona. Notemos que
el original usa aquí el mismo verbo que en el versículo Jua_1:3 «fueron
hechas». Como todas las cosas fueron hechas por medio de Él, también la gracia
y la verdad lo fueron.”
WILLIAM MACDONALD
“Jesucristo
no vino a juzgar el mundo, sino a salvar a los que eran indignos, a los que no
podían salvarse a sí mismos, y que además eran Sus enemigos. Esto es la gracia:
lo Mejor de parte del cielo para los peores del mundo.
No
sólo fue la gracia lo que vino por medio de Jesucristo, sino también la verdad.
Él dijo de Sí mismo: «Yo soy... la verdad.» Él fue absolutamente veraz y fiel
en todas Sus palabras y acciones. No mostró gracia a costa de la verdad. Aunque
amaba a los pecadores, no amaba sus pecados. Sabía que la paga del pecado es la
muerte. Y por ello Él mismo murió para pagar la pena de muerte que merecíamos,
para poder mostrarnos una bondad inmerecida al salvar nuestras almas y darnos
un hogar en el cielo.”
MARTIN LUTERO
“La
Ley no enseñó la gracia ni la verdad, sino que éstas establecen una línea de
demarcación entre Cristo y Moisés. No por ello hay que descartar la ley y
considerarla inútil. Como leemos en la carta a los romanos, se dio con un
loable propósito: «Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me
resultó para muerte; porque el pecado tomando ocasión por medio del
mandamiento, me engañó y por medio de él me mató. De manera que la ley, a la
verdad, es santa y el mandamiento justo y bueno» (Rom_7:10-12). Y san Esteban
declara en Hechos 7:38: «Con nuestros padres, recibió palabras de vida para
darnos». En verdad, no impartía la vida, porque no fuimos capaces de cumplir
con ella, pero fue un medio para llegar a un fin. La Ley es santa y buena; en
vista de su autoridad, el mandamiento de Dios no puede ser malo ni equivocado.
Juan abunda en esta opinión cuando declara que la ley se dictó con un buen
propósito pero no ofrecía ni gracia ni virtud; apunta a la vida eterna pero no
la imparte. La ley no tiene culpa alguna en esto; en nosotros, que no la
cumplimos, está la falta.
La
ley declara: «No tendrás dioses ajenos delante de mí. No tomarás el nombre de
Jehová, tu dios, en vano. Acuérdate del día del sábado para santificarlo. Honra
a tu padre y a tu madre» (Exo_20:3-12). Esto es importante, santo y bueno. Los
Diez Mandamientos predican un buen sermón. ¿Qué hace la ley más allá de ello?
Es un mensaje que me señala el camino de la vida, pero no me la garantiza.
Existen dos asuntos diferentes, ampliamente separados. La Ley dice: «Quien crea
en Dios confiará en Él, guardará el sábado y honrará a sus padres, tal como
pide el primero, segundo y tercer mandamiento de la primera tabla; y también
quien cumpla con los de la segunda vivirá. Estas palabras contienen una
dirección para la vida, pero no la otorga.
Por
ello, declaro que la Ley es una lección y una palabra de vida, pero sólo para
la persona que observa y cumple con lo que ella prescribe, dado que especifica
muy claramente lo que hay que hacer. Está escrito: «Por tanto, guardaréis mis
estatutos y mis enseñanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá por ellos»
(Lev_18:5). Pero ¿dónde está el que puede cumplir con ello? Los hipócritas no
son hacedores de la Ley. Estamos muy lejos de amar a Dios y de confiar
totalmente en El; así perdemos nuestra salvación eterna. Además, Dios prohíbe
rotundamente que huyamos de Él y que nos abandonemos en brazos de la
desesperación sin confiar en Él; insiste en que le tengamos confianza como
Padre nuestro. Para mí es imposible hacer esto. Cuando me asalta una tentación
o me hallo en el umbral de la muerte, miro a Dios como al diablo, como a un
Dios airado que me castiga.
Es
propio que la Ley y los mandamientos de Dios me proporcionen las adecuadas
directrices para mi vida y me faciliten información suficiente sobre la
justificación y la vida eterna. La Ley es un sermón que me señala la vida y es
esencial recordar sus instrucciones, pero no debemos olvidar que la Ley no me
da la vida. Se asemeja a una mano que me conduce al camino correcto; tal como
la mano es un miembro útil del cuerpo. Sin embargo, si no tengo pies, un carro
para que me lleve o un caballo en el que cabalgar, nunca podré ir por ese
camino. La mano me indica la dirección correcta pero no me servirá de pies.
Así, la Ley sirve para indicar la voluntad de Dios pero nos conduce a una
realización imposible de llevar a cabo. También nos informa de la naturaleza
del hombre y de la limitación de sus capacidades. La Ley nos fue dada para
darnos a conocer el pecado, pero no tiene el poder de salvarnos ni de redimirnos
de él. Sostiene un espejo ante nosotros, nos miramos en él y cuando advertimos
que carecemos de toda justicia y de vida, sentimos deseos de llorar y exclamar:
a mí, ¡Señor Jesucristo, ayúdanos y concédenos gracia a fin de capacitarnos
para cumplir con las demandas de la Ley!»
Esta
es la importancia de las palabras del evangelista: «La Ley nos fue dada a
través de Moisés; la gracia y la verdad nos vinieron a través de Jesucristo».
Es como si dijéramos: «La Ley dada por Moisés es una ley de vida, de justicia y
de todo aquello que es bueno. Pero con Cristo se cumplió mucho más. Viene y nos
llena la mano y el bolso vacíos. Nos trae con El el cumplimiento de los
preceptos y demandas de la Ley. Nos aporta gracia y verdad y los medios que nos
capacitan para poder cumplir con el primero, segundo y tercer mandamiento. Así
adquiero confianza y fe en Dios, mi Padre, para empezar a alabar su nombre.
Pero ¿de qué fuente lo recibo? No es atribuible a mi propia capacidad, ni a
todo cuanto puede obtener mérito alguno, ni por mi cumplimiento de los
preceptos de la Ley; al contrario, lo debemos todo a la iluminación del
Espíritu Santo, nuestra regeneración por la Palabra de Dios y nuestra fe en
Cristo. Todo ello nos otorga un nuevo espíritu que hace que la palabra de Dios
y la Ley nos sean placenteras. Ahora me deleito en el mandamiento de amar a
Dios sobre todas las cosas. Siento que puedo hacerlo. He comenzado con la
lección y ya he aprendido las primeras letras. La gracia de Dios que Cristo me
ha otorgado, porque creo en El, ahora hace que el primer mandamiento sea un
placer para mí.
Algunos
avanzarán y crecerán en este aspecto más que otros. Anteriormente no encontraba
ningún atractivo en la Ley, pero ahora descubro que es preciosa y buena y que
se me dio para bien, que me fue dada para mi vida, y ahora me es agradable.
Anteriormente me dijo qué hacer, ahora estoy empezando a conformarme a sus
demandas, así que ahora alabo y sirvo a Dios. Todo esto lo hago por medio de
Cristo, porque creo en Él. El Espíritu Santo viene a mi corazón y engendra un
espíritu en mí que se complace en sus obras y palabras, incluso cuando me
castiga y me somete a la cruz y a la tentación. Un hijo piadoso ama a su padre
y le obedece, conoce al padre y sabe que le ama aunque le castigue. El hijo besará
el palo y bendecirá el látigo con mayor agrado que cualquier fruto diciendo:
¡otorgas un gran beneficio! ¡Qué bien me
has golpeado!» y, soportando el castigo, el hijo aumentará el afecto por su
padre, porque el amor y la confianza que los hijos sienten por sus padres,
suaviza cualquier castigo. Nosotros compartimos esta experiencia. Si
reconocemos las crecientes bendiciones obtenidas de Cristo, nuestros corazones
saltarán de alegría. Y cuando me visite en medio de mis angustias, tristezas y
peligros, se lo agradeceré diciendo: «Gracias a Dios eternamente porque me
castiga de este modo. Antes hubiera imaginado que Dios me había abandonado,
pero ahora la enfermedad me parece tan bien venida como la salud y el calabozo
o la prisión como la sala real más magnífica. Desde que sé que Dios es un Padre
amoroso, todo es alegría y complacencia».
El
hecho de haber recibido gracia se lo debo a Cristo, a su gracia y por tanto,
también a su verdad. Por ello, declara el evangelista: «La gracia y la verdad
vienen de Cristo». Esto no lo puede hacer ni otorgar la Ley, su función es
señalar. Si nos hubiera sido posible guardar la Ley y alcanzar todas sus
exigencias, la gracia no hubiera sido necesaria; no hubiéramos tenido que
recibir gracia sobre gracia. En este caso, Juan hubiera dicho: «Dios da la Ley,
y la verdad procede del hecho de que poseemos capacidad para cumplirla
íntegramente». Sin embargo, no es este el contenido de nuestro texto, sino:
«Moisés dio la Ley, no la cumplí, sino que la quebranté». ¿Dónde está aquí la
ayuda para nosotros? Cualquier cosa que se hace por nosotros se hace por amor
del hombre Cristo, que posee la verdadera gracia que se me imparte a través de
El.”
SERAFIN DE AUSEJO
“En
el Evangelio según Juan no se enjuicia a Moisés en un sentido negativo (1,46;
3,14), sino que se le cuenta como testigo de Cristo. Al lado de eso se
encuentra una clara restricción del gran legislador, consistente en que sus
dones, a saber, la ley o incluso el maná en el desierto (6,32), no eran los
verdaderos bienes salvíficos. A medida que el cristianismo se iba estableciendo
como una realidad autónoma, también las relaciones entre Moisés y Cristo, y
respectivamente cristianismo y judaísmo, se iban reflejando con mayor fuerza
(cf. asimismo Heb_3:1-6). ¿Dónde están las diferencias esenciales?
El v. 17 proporciona una respuesta clara: Moisés sólo dio la ley, mientras que Jesucristo ha realizado la gracia y la verdad. No solamente han sido dadas sino que han llegado a ser un acontecimiento concreto, exactamente igual que la encarnación de la Palabra en Jesucristo. Con la mención de este nombre el prólogo alcanza su precisión suprema. Jesucristo es el.«lugar» o sede en que se han realizado la gracia y la verdad y donde se cumplen de continuo, estando para siempre ligadas a su persona.”
W. PARTAIN – B. REEVES
“Este
texto enfatiza que el evangelio ("la gracia y la verdad") es superior
a la ley de Moisés, pero la ley nunca
compitió con el evangelio. Más bien, Cristo y los apóstoles explican
ampliamente el papel importante de Moisés y de la ley de preparar al pueblo
para la venida de Cristo. "Si
creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él"
(5:46).”
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