domingo, 12 de marzo de 2023

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 17

 


 

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 17

RV1960

NVI1999

BTX4

Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

Pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.

Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad se hicieron realidad por medio de JESUCRISTO.

TR+

INA27+

VUL

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quia lex per Mosen data est gratia et veritas per Iesum Christum facta est

KJV

For the law was given by Moses, but grace and truth came by Jesus Christ.

TCB

La ley por Moisés fue dada. Jua_5:45; Jua_9:29; Éxo_20:1-17; Deu_4:44; Deu_5:1; Deu_33:4; Hch_7:38; Hch_28:23; Rom_3:19, Rom_3:20; Rom_5:20, Rom_5:21; 2Co_3:7-10; Gál_3:10-13, Gál_3:17; Heb_3:5, Heb_3:6; Heb_8:8-12.

 

Mas la gracia. Jua_8:32; Jua_14:6; Gén_3:15; Gén_22:18; Sal_85:10; Sal_89:1, Sal_89:2; Sal_98:3; Miq_7:20; Luc_1:54, Luc_1:55, Luc_1:68-79; Hch_13:34-39; Rom_3:21-26; Rom_5:21; Rom_6:14; Rom_15:8-12; 2Co_1:20; Heb_9:22; Heb_10:4-10; Heb_11:39, Heb_11:40; Apo_5:8-10; Apo_7:9-17.

 

COMENTARIOS:

HENRICUS MOLLERUS

“Es decir, la manifestación de la gracia y la verdad, de la cual el propio Espíritu Santo es el intérprete: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”. En el salmo 117 tenemos un resumen de todo el Evangelio. Como dice al respecto Juan Crisóstomo [347-407]: «Se trata de un salmo profético, con una profecía referente a la Iglesia, que ha tenido su cumplimiento con la predicación del evangelio por toda la tierra. El llamamiento de este salmo no es a una, ni a dos, ni a tres naciones en concreto, sino a toda la tierra y el mar por entero. Y expone que la causa de la salvación de las naciones no van a ser sus propias acciones buenas, sino únicamente la bondad y misericordia de Dios que excede sobre ellas. Todo esto se cumplió cuando brilló el Sol de justicia (Malaquías 4:2) en la venida de Cristo». Sal 117:1-2  Alabad a Jehová, naciones todas; Pueblos todos, alabadle. Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia, Y la fidelidad de Jehová es para siempre. Aleluya.”

ISAAC AMBROSE

Pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo…Cristo es la verdad. "Yo soy el camino, la verdad y la vida"; esa verdad, en quien se cumple todo lo que estaba prefigurado del Mesías. Y este es su nombre: "El Señor, el Señor Dios, abundante en bondad y verdad". - "Es un Dios de verdad", dijo Moisés; "Abundante en misericordia y verdad", dijo David; "lleno de gracia y de verdad", dijo Juan. Él es verdad por nombre, verdad por naturaleza y verdad por oficio.”

JOHN OWEN

“Aquí tenemos el diseño peculiar de Dios para glorificar su bondad, amor, gracia y misericordia, por Jesucristo; y lo hará en abundancia. Antes había glorificado su poder eterno y su sabiduría infinita, en la creación del mundo y todas las cosas que contiene, Sal. 19:1-3; Rom. 1:20. Y había glorificado su santidad y justicia al dar la ley acompañada de recompensas y castigos eternos. Pero "la gracia y la verdad" (en la provisión de ella y el cumplimiento de la promesa) "vinieron por Jesucristo".

Y por tanto, para que el Señor Cristo en todo esto tenga la preeminencia, lo hará de manera abundante e extraordinaria, por encima de las anteriores declaraciones de su gloria en cualquier otro de sus atributos. De ahí que en la Escritura la comunicación de la gracia se exprese en palabras que puedan insinuar su superación y sobrepasar todo entendimiento: en Rom. 5:20, la "Gracia" dada por Cristo "sobreabunda". Abundar, expresa las mayores medidas y grados comprensibles… Pero lo que "abunda", ¿quién lo concebirá? 1 Tim. 1:14: “Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús”. La Gracia de Cristo exede toda comprensión humana.”

JOHN BUNYAN

“Hay muchos que comienzan con la gracia y terminan con las obras, y piensan que ESO es el único camino. Ciertamente las obras salvarán de los castigos temporales, cuando sus imperfecciones sean limpiadas de ellas por la intercesión de Cristo; pero ser salvo y llevado a la gloria, ser llevado a través de este mundo peligroso, desde mi primer movimiento después de Cristo hasta que puse mi pie dentro de las puertas del paraíso, esta es la obra de mi Mediador, de mi sumo sacerdote e intercesor; es él quien nos trae de nuevo cuando huimos; es él quien nos levanta cuando el diablo y el pecado nos han derribado; él es el que nos da vida cuando nos enfríamos; él es quien nos consuela cuando desesperamos; es él quien obtiene nuevo perdón cuando hemos contraído el pecado; y el que limpia nuestra conciencia cuando está cargada de culpa. (Eze 34:16, Sal 145: 14).

También sé que las recompensas que nos esperan en el cielo a los que creen en Cristo no es una recompensa por mérito, sino por gracia. Somos salvados por Cristo; llevado a la gloria por Cristo; y todas nuestras obras no son aceptables a Dios de otra manera sino por la persona y las excelencias y obras personales de Cristo; por lo tanto, cualesquiera que sean las joyas, los brazaletes y las perlas con que serás adornado como recompensa por el servicio prestado a Dios en el mundo, por ellos debes agradecer a Cristo y, ante todo, confesar que él era el causa meritoria del mismo. (1 Pedro 2: 5, Heb 13:15.).”

GEORGE WHITEFIELD

“La gracia de Cristo es tan rica, tan gratuita y tan poderosa como siempre. Él es el mismo ayer, hoy y siempre." Él está lleno de gracia y de verdad, y de su plenitud, todos los que vienen a él pueden recibir gracia por gracia. Da generosamente y no reprocha. No quiere la muerte del pecador, sino que crea y que viva. Venid, pues, todos vosotros prisioneros, pobres, lisiados y ciegos pecadores; consuélate, el Señor Jesús ha enviado a su siervo para llamarte.

Ahora es la hora de la cena y un día de gracia poco común. El día está terminando. Date prisa, pues, y ven a la cena del Cordero. Si no vienes, sé que mi maestro se enojará. ¿Y quién puede estar delante de él cuando está enojado?

No endurezcáis, pues, vuestro corazón, como en el día de la provocación, como en el día de la tentación en el desierto”. No provoques al Señor a decir: "Ninguno de los invitados probará mi cena".

¡Oh espantosas palabras! En ellos se implica mucho más de lo que se expresa. Es lo mismo que en los salmos: "En mi ira juré que no entrarían en mi reposo". Y si no entras en el reposo de Dios, ni saboreas la cena de Cristo, debes levantar los ojos en los tormentos, donde no tendrás descanso, y debes cenar con los malditos demonios para siempre.”

WARREN WIERSBE

“En Juan 1: 17 Juan no sugiere que no había gracia bajo la ley mosaica, porque sí la había. Cada sacrificio era una expresión de la gracia de Dios. La ley también reveló la verdad divina. Pero en Jesucristo la gracia y la verdad alcanzan su plenitud; y esta plenitud está disponible para nosotros. Somos salvos por gracia (Efesios 2:8,9), pero también vivimos por gracia (1 Corintios 5: 10) y dependemos de la gracia de Dios en todo lo que hacemos. Podemos recibir gracia sobre gracia, porque "él da mayor gracia" (Santiago 4:6). En Juan 1:17 Juan sugiere que un nuevo orden ha llegado, reemplazando el sistema mosaico.”

A.T ROBERTSON

“Por medio de Jesucristo (dia lësou Christou), el agente intermedio de Dios el Padre. Aquí, con toda claridad, Juan identifica al Logos antes de la Encarnación con Jesús de Nazaret, el Mesías. El nombre histórico pleno «Jesucristo» aparece aquí en Juan por primera vez. Véase también 17:3 y cuatro veces en 1 Juan, y cinco veces en Apocalipsis. Sin Cristo no habría existido el cristianismo.

La teología de Juan es aquí descrita mediante las palabras «la gracia y la verdad» (hë charis kai hë alëtheia), cada una de ellas con el artículo y cada una de ellas suplementaria de la otra. Es gracia en contraste con la ley, tal como Pablo lo expone en Gálatas y Romanos. Pablo había hecho de la gracia «un lugar común del cristianismo» (Bernard) antes que Juan escribiera. Es verdad en oposición a las herejías gnósticas y de otros tipos, tal como lo muestra Pablo en Colosenses y Efesios.”

GARY BURGE

“A lo largo de este Evangelio, está claro que el apóstol Juan y su comunidad se enfrentan a las pretensiones de la sinagoga judía. Como en Juan 9, el hombre ciego que ha sido sanado ha de decidir si quiere seguir a Moisés o a Jesús. No se puede (al parecer) hacer ambas cosas al mismo tiempo (9:28), o al menos eso es lo que dicen los oponentes de Juan. Juan deja claro en este pasaje que Moisés desempeñó sin duda un papel singular: fue el autor de los primeros cinco libros de la Biblia, la Torá, que Juan llama aquí «la ley» (1:17).

No es que dicha ley esté siendo desacreditada, porque sin duda Moisés aportó también una cierta medida de gracia y verdad. Juan no pretende afirmar que la gracia de Cristo está en conflicto con la revelación de Moisés. La ley también contiene la gracia de Dios y es una expresión anterior de ella. Pero lo que está aquí en cuestión es el carácter exhaustivo de la revelación cristiana.

Es interesante que en Éxodo 33:18 la petición que hace Moisés de ver a Dios recibe una respuesta negativa (33:20; cf. Dt 4:12); sin embargo, Jesús ha venido a nosotros procedente del corazón mismo del Padre (Jn 1:18). Ciertamente, él es el único que ha visto al Padre21 y ello le sitúa un nivel por encima de Moisés y de cualquier otro que reivindique ser poseedor de la verdad. Hebreos 3:1–6 transmite este mismo pensamiento: nada puede, por definición, rivalizar con la revelación del Hijo.”

CHARLES SPURGEON

Fe solo en Cristo… Sabemos que la ley vino de Moisés. La ley a menudo nos ha agobiado, aplastado, convencido, condenado. Dejemos igualmente claro que la gracia y la verdad vienen por este canal divino, "Jesucristo". Puesto que la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. Puede que sepas mucho sobre la fe pero la única fe que salva es la creencia en Cristo. “Yo sé en quien he creído”.

Creer en una doctrina no salvará a un hombre. Tal vez sepas todo el credo y seas ortodoxo, mientras que por otra parte no eres mejor que el diablo; porque yo supongo que el diablo es un teólogo muy atinado. Sin dudas que él conoce la verdad. Él cree y tiembla, pero tú puedes conocerlo y no temblar, y así puedes no llegar a poseer una virtud que hasta el diablo tiene. Una creencia firme en lo que se te predica es bastante bueno, pero creer una doctrina así no te puede salvar.

Algunos tienen fe en su ministro y supongo que eso sea tan halagador para nosotros que difícilmente esperarías que habláramos en contra de esto, pero de todos los vicios este es uno que sin duda debe temerse porque es muy peligroso. Te ordeno ante Dios que siempre sopeses lo que tenemos que decirte y si no está acorde con las Escrituras, échalo a un lado como harías con la basura.

Muchas personas creen a conciencia en sí mismas. La doctrina de la confianza en uno mismo se predica por estos días en muchos lugares. Tu creencia no debe ser que puedes forzar tu entrada al cielo sino que tienes que creer en Cristo porque cualquier otra cosa es una fe que no salva.

Por tanto, ves que tanto el conocimiento que salva como la fe que salva cuelgan de la cruz, ambos miran a las heridas de aquel hombre querido, ese Dios bendito que allí fue la propiciación por nuestros pecados y quien sufrió en nuestro lugar.”

JOHN WESLEY

La ley - Obrando ira y conteniendo sombras: fue dada - Ningún filósofo, poeta u orador eligió jamás sus palabras con tanta precisión como San Juan. La ley, dice, fue dada por Moisés: la gracia fue por Jesucristo. Observe la razón para colocar cada palabra de esta manera: La ley de Moisés no era propia.

La gracia de Cristo fue. Su gracia era opuesta a la ira, su verdad a las sombrías ceremonias de la ley.

Jesús - San Juan, habiendo mencionado una vez la encarnación (Juan 1:14), ya no usa ese nombre, la Palabra, en todo su libro sino Jesús.”

DAVID GUZIK

“Esto describe y demuestra la plenitud de la gracia anunciada por Juan el Bautista y traída por Jesucristo. Dios el Verbo, Jesucristo, trajo un orden diferente del que había sido instituido por Moisés.

La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo: “Aquí, entonces, como en los escritos de Pablo, Cristo desplaza la Ley de Moisés como el centro de la revelación divina y la manera de vivir.” (Bruce).”

LUIS PALAU

“La ley tuvo su valor y su lugar, y en cierta manera los sigue teniendo. Según este versículo la ley, en contraste con la gracia, fue introducida por medio de Moisés, un hombre bueno y humilde, pero hombre al fin. La ley nos reveló la justicia de Dios. Desde Génesis hasta Malaquías nos sentimos condenados pues descubrimos nuestra pecaminosidad y el hecho de que no hay justicia en nosotros. Sería fácil aislar algunos mandamientos, tal vez los más sencillos, y decir “esta es la ley”. Sin embargo, la ley es la suma de las verdades de Dios y mandamientos divinos según los hallamos en el Antiguo Testamento, en especial el Pentateuco. Ahora bien, Cristo vino al mundo para dar comienzo a una nueva era superior a la época de la ley.

(La Epístola a los Gálatas se debe leer, meditar y estudiar profundamente para comprender el propósito de la ley y su finalidad.)

La ley esclaviza, condena, nos revela nuestra pecaminosidad y corrupción. Nadie puede justificarse ante Dios por las obras de la ley (Gá. 2:16). Sobre nosotros pesaba la maldición por no haberla cumplido. Dice el apóstol que Cristo “nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque escrito está: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gá. 3:13). Hay también otra maldición para “aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas” (Gá. 3:10). Jesucristo vino al mundo para sufrir, morir, ser condenado en nuestro lugar y guardarnos de la ley pues ésta nos condenaba.

Sólo Cristo pudo vivir sin pecado y cumplir la ley en todos sus puntos (2 Co. 5:21), pero la gracia (el favor inmerecido de Dios) y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.”

BRIAN BAILEY

“En el versículo 17, Juan repite lo que dijo en el versículo catorce. La Ley vino por Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por Cristo. La Ley no es denigrada; fue cumplida por Cristo. Sin embargo, la Ley no pudo lograr lo que Dios quería, que era la santidad, pues la Ley fue escrita en tablas externas de piedra.

Sin embargo, Cristo vino con gracia y verdad. Su verdad nos permite ser libres de nuestras ataduras (Jn. 8:32), porque a quien el Hijo hace libre es verdaderamente libre. En la edad del Nuevo Testamento, la Ley está escrita sobre las tablas de carne de nuestro corazón, para que de corazón podamos cumplir la justicia de la Ley. Para hacer esto, debemos andar conforme el Espíritu y no conforme a la carne (Ro. 8:4).”

JUAN CALVINO

Porque la Ley fue dada por Moisés. Se trata de una an􀆟cipación, mediante la cual se encuentra con una objeción que probablemente surgirá; porque Moisés era tan estimado por los judíos que apenas podían recibir algo que fuera diferente de él. Por tanto, el evangelista muestra cuán inferior era el ministerio de Moisés al poder de Cristo.

Al mismo tiempo, esta comparación arroja no poco brillo sobre el poder de Cristo; pues aunque los judíos le rindieron la mayor deferencia posible a Moisés, el evangelista les recuerda que lo que trajo fue sumamente pequeño, en comparación con la gracia de Cristo. De lo contrario, habría sido un gran obstáculo que esperaran recibir de la Ley lo que solo podemos obtener a través de Cristo. Pero debemos prestar atención a la antitesis, cuando contrasta la ley con la gracia y la verdad; porque su significado es que la ley los quería a ambos.

La palabra Verdad denota, en mi opinión, un estado de cosas fijo y permanente. Por la palabra Gracia entiendo el cumplimiento espiritual de aquellas cosas, cuya letra básica estaba contenida en la Ley. Y puede suponerse que esas dos palabras se refieren a la misma cosa, por una conocida figura retórica, (hypallage;) como si hubiera dicho, que la gracia, en la que consiste la verdad de la Ley, fue finalmente exhibida en Cristo.

Pero como el significado no se verá afectado en ningún grado, no importa si los ve como unidos o como distinguidos. Esto al menos es cierto, lo que el evangelista quiere decir, que en la Ley no había nada más que una imagen oscura de bendiciones espirituales, pero que realmente se encuentran en Cristo; de donde se sigue que si se separa la Ley de Cristo, no queda nada en ella sino figuras vacías.

Por eso Pablo dice que las sombras estaban en la ley, pero el cuerpo está en Cristo, (Colosenses 2:17.) Y, sin embargo, no debe suponerse que algo fue exhibido por la Ley de una manera adecuada para engañar; porque Cristo es el alma que da vida a lo que de otro modo habría estado muerto bajo la ley.”

JOHN MACARTHUR

“Como la ley fue dada por Dios por medio de Moisés (5:45; 9:29; Éx. 31:18; Lv. 26:46; Dt. 4:44; 5:1; Hch. 7:37-38), estaba imbuida de la gloria de Dios y reflejaba su carácter santo y justo. Por eso Pablo pudo escribir: “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera… La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Ro. 7:7, 12; cp. 2 Co. 3:7-11). Con todo, aunque Dios mostró su gracia en el Antiguo Testamento (p. ej., Gn 6:8; Esd. 9:8; Sal. 84:11; Pr. 3:34; Jer. 31:2; Zac. 4:7), la ley no era un instrumento de la gracia.

En su lugar, Dios concedió gracia y perdón para los pecadores arrepentidos que habían violado su ley santa con base en lo que Cristo haría para proporcionar la expiación. La ley no salva a nadie (Hch. 13:38-39; Ro. 3:20-22; 8:3; 10:4; Gá. 2:16; 3:10-12; Fil. 3:9; He. 7:18-19; 10:1-4); tan solo hace convictos a los pecadores por su incapacidad de guardar a la perfección las normas justas de Dios y los condena al castigo eterno de la justicia divina, de modo que ella revela la necesidad que tienen los pecadores de la gracia del perdón. Pablo escribió a los gálatas que “la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (Gá. 3:24).

Pero Jesucristo, como Hijo de una casa en la que Moisés es tan solo un siervo (He. 3:5-6), trajo la realización total de la gracia y la verdad (cp. arriba la explicación del v. 14). La gracia de Dios en el Antiguo Testamento se aplicó a los creyentes penitentes en anticipación a la revelación total de la gracia divina en Jesucristo. En Él se cumplió y se reveló completamente la verdad de la salvación de Dios. “La verdad que está en Jesús” (Ef. 4:21; cp. Jn. 14:6).”

JOHANNES BRENZ

“La Palabra del Señor tiene dos funciones: matar y dar vida; revelar el pecado y remitir el pecado; para producir ira y dar a conocer la gracia; para revelar lo que es justo y dar justicia. Mata, revela el pecado, obra la ira y revela lo que es justo a través de la Ley. Da vida, perdona el pecado, da a conocer la gracia y da justicia a través del evangelio.

Ahora la Ley se exhibió a través de Moisés, pero el evangelio se exhibió a través de Cristo. De hecho, estos son los dos predicadores más famosos del mundo. Los profetas y apóstoles también son predicadores, pero en parte predicaron la Ley de Moisés y en parte proclamaron el evangelio de Cristo. Ambos predicadores son necesarios para la justificación, primero Moisés y luego Cristo.

Porque Moisés sin Cristo conduce a la desesperación. Cristo o el evangelio sin Moisés hace que la gente se sienta descuidada y orgullosa. Porque tan pronto como oyen la gracia del evangelio, aquellos a quienes el pecado aún no ha sido revelado por la ley, conciben dentro de sí una cierta libertad de la carne, diciendo: Ahora pecaremos con impunidad, porque los pecados no nos condenan y la muerte ha sido destruida. Pablo también plantea esta objeción: ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? ¿y, hagamos el mal para que venga el bien? En ninguna manera”.

Por tanto, para mantener el orden correcto de la justificación, es necesario que se escuche a ambos predicadores, Moisés y Cristo: Moisés, para que mate mediante la Ley, revele las maldiciones, haga conocer la ira y nos enseñe a saber con certeza que no hay ningún poder en nosotros para lograr la justificación o para efectuar nuestra salvación; y Cristo, para que se nos dé vida por medio del evangelio y el poder de hacer las cosas que la ley ha mandado.

Además, mediante la predicación de Cristo somos liberados de la Ley no porque no se guarde, sino más bien que se mantiene. Porque Cristo dice: No he venido a abrogar la ley, sino a cumplirla. Y Pablo dice: Por la fe establecemos la ley. Porque lo que la ley no pudo realizar, siendo débil por la carne, esto mismo lo cumplió Dios, habiendo enviado a su propio hijo en semejanza de carne de pecado. Y esto es lo que dice: La gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. Porque mediante la Ley Moisés dio a conocer que somos malditos, condenados e hijos de la ira de Dios. Pero Cristo, a su vez, nos restauró en la gracia de Dios y él mismo cumplió lo prometido antes. Se prometió la vida eterna, y esto fue logrado abundantemente por Cristo.”

ALBERT BARNES

“Podemos aprender de este versículo: 1º. Que todas nuestras misericordias proceden de Jesucristo. 2do. "Todos los verdaderos creyentes reciben de la plenitud de Cristo. Los mejores y más grandes santos no pueden vivir sin él, al igual que los más humildes y débiles en la fe pueden vivir con él. Esto excluye la jactancia orgullosa.”

ALEXANDER MACLAREN

“Estaba pensando principalmente en el contraste entre la relación de Moisés con su ley y de Cristo con su evangelio. Moisés no era más que un profeta. Su personalidad no tuvo nada que ver con su mensaje. Puedes quitar a Moisés, y la ley permanece igual. Pero Cristo está tan entretejido con el mensaje de Cristo que no se pueden separar los dos; no se puede hacer que la figura de Cristo se desvanezca y que el don que Cristo trajo permanezca.

Si apagas el sol, no puedes retener la luz del sol; si apartas a Cristo en la plenitud de Su humanidad y de Su divinidad, en el poder de Su encarnación y la omnipotencia de Su cruz, si apartas a Cristo del cristianismo, el cristianismo se derrumba en polvo y nada.

Así que, queridos hermanos, no permitan que ninguno de nosotros intente ese peligroso experimento. No puedes derretir a Jesús y conservar la gracia y la verdad. No se puede alterar Su carácter, Su naturaleza, el misterio de Su pasión, el poder expiatorio de Su cruz y preservar las bendiciones que Él ha traído al mundo. Si quieres la gracia que es la revelación del corazón de Dios, el don de un Dios generoso y el perdón de un Juez que perdona; o si quieres la verdad, la realidad del conocimiento de Él, solo puedes obtenerlos aceptando a Cristo. "Yo soy la Verdad, el Camino y la Vida". Hay una 'ley dada que da vida' y 'la justicia es por esa ley'.

Hay una Persona que es la Verdad, y nuestro conocimiento de la verdad es a través de esa Persona, y solo a través de Él. Por fe humilde, recíbale en su corazón y Él vendrá a traerle la plenitud de la gracia y la verdad.”

MATTHEW POOLE

Porque la ley fue dada por Moisés; la ley, moral y ceremonial, no vino de Moisés, sino de Moisés como ministro y siervo de Dios; esa ley por la cual nadie puede ser justificado, Rom 3:28. En esto estaba el honor de Moisés, de quien te glorías, Jn. 5:45.

Dios en verdad hizo un uso eminente de él, como su ministro, por medio del cual les reveló su voluntad; en asuntos de su adoración, de acuerdo con esa dispensación; y en asuntos que le conciernen en toda la vida; sin embargo, hay una diferencia eminente entre él y Jesús Cristo. La ley no se llama gracia en ninguna parte, ni descubre otra cosa que el deber y la ira; no muestra remisión, en caso de que no se cumpla el deber, ni da fuerza para cumplirlo.

Pero la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo; todo es de Cristo; toda la gracia de Dios para remisión y el perdón del pecado, y para la fuerza y la ayuda para el cumplimiento del deber, no es dado por Dios a Cristo, como la ley dada a Moisés, sino que Cristo es la fuente misma de la gracia; y no sólo la gracia, sino de verdad, ya sea tomada como misericordia sólida y real, o con respecto a la ley. Cristo es el cumplimiento de todos los tipos y profecías.”

JOHN GILL

“La ley moral le fue dada a Adán, en inocencia, que habiendo sido quebrantada y casi perdida de las mentes y memorias de los hombres, fue dada por Moisés, en una nueva edición de la misma por escrito; y señala cuál es el deber del hombre tanto para con Dios como con los hombres; ésta descubre el pecado, lo acusa, lo condena y lo castiga; la ley ni pudo dar fuerza para cumplir con sus demandas; ni da el menor indicio de perdón; ni admitirá el arrepentimiento: y por eso se opone a la gracia; aunque fue un beneficio para los hombres, siendo bueno en su propia naturaleza y útil en sus efectos.

La ley ceremonial señaló la contaminación de la naturaleza humana, la culpa y el castigo del pecado; fue tipo y sombra de la liberación de Cristo, pero no pudo dar la gracia que representaba, y por lo tanto se opone tanto a la gracia como a la verdad. Ambos fueron dados por Moisés al pueblo de los judíos, no como hacedor de ella, sino como ministro de la ley: fue Dios quien estableció cada una de estas leyes, y las ordenó en la mano de Moisés, quien las recibió de él, por disposición de ángeles, y los entregó al pueblo de Israel; y fue puesto en un cargo muy alto, y se le confirió un gran honor.

Pero Jesucristo es una persona mucho más grande y ocupa un cargo más alto: …pero la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo: por gracia y verdad, se entiende el Evangelio, en oposición a la ley; que se llama gracia, porque es una declaración del amor y la gracia de Dios a los hombres; atribuye la salvación, en todas sus partes, a la gracia gratuita y al favor de Dios; y es el medio para implantar y aumentar la gracia en los corazones de los hombres. Y la verdad, no solo porque contiene la verdad, y nada más que la verdad, y viene del Dios de verdad; y su sustancia es Cristo, que es la verdad; y ser revelados, aplicados y guiados por el Espíritu de verdad.”

J.C RYLE

Por medio de Cristo, vinieron la gracia y la verdad: gracia por medio de la plena manifestación del plan de salvación de Dios y el ofrecimiento de un perdón completo para cada alma que cree en Jesús, y verdad por medio de la revelación de Cristo mismo como el verdadero sacrificio, el verdadero Sacerdote y la verdadera expiación por el pecado. Agustín, en cuanto a este versículo, dice: “La Ley amenazaba, no ayudaba; ordenaba, no curaba; mostraba, no quitaba nuestra debilidad. Pero fue una preparación para el Médico, quien vendría con la gracia y la verdad.”

XAVIER LEON DUFOUR

“Las dos proposiciones del v. 17 están construidas según un paralelismo, que significa a la vez correspondencia y superación. Este paralelismo se ve claramente si exponemos así el texto:

La Ley

 

de la Verdad

 

fue dada

 

la gracia fue

 

por Moisés

 

por Jesucristo

 

 

Moisés y Jesucristo están evidentemente en paralelo. A la Ley le corresponde, no ya la «gracia», sino la «Verdad», de manera que puede verse una equivalencia entre el verbo edóthe (fue dada) y «la gracia (= el don) fue». Al don de la Ley corresponde el don (cháris) de la Verdad en Jesucristo.

Entre los dos miembros de la frase no hay oposición, sino progreso, y ese progreso no va de la Ley a la gracia (como pensaron los Padres griegos), sino de la Ley a la Verdad. Esta Verdad desborda a la Ley, que no es más que su manifestación incompleta; revela plenamente lo que el Dios de la alianza había querido comunicar a Israel desde su elección.

Así pues, todo intento de oponer aquí formalmente el Nuevo Testamento al Antiguo está abocado al fracaso. Para Juan, la Ley es ya un don de Dios (como sugiere el pasivo edóthe), una gracia que se derrama por el mundo entero (Eclo 24,23s). Por otra parte, Juan muestra la profundidad sin igual de la Verdad revelada por Jesucristo. En el cuarto evangelio, Jesús mantendrá —de otra manera— esta distinción, reservando la palabra «Ley» para la Ley de Moisés y prefiriendo la palabra «mandamiento» (entolt) para señalar su propia relación de fidelidad con el Padre y la de sus discípulos con él mismo.

Es interesante el uso del verbo egéneto para indicar la «llegada» de la gracia de la verdad. La llegada de la Verdad, en la persona de Jesucristo, se anuncia con la misma expresión que la llegada del Logos en la carne (1,14).”

LEON MORRIS

“La novedad de este versículo es la asociación del concepto de verdad con la revelación del Evangelio en Jesucristo, ya que lo que se sabía era que Moisés había traído la verdad. Pero el mensaje de Juan viene a decir que el ministerio de Jesús revela que la salvación es por Gracia. Es el medio que Dios ha provisto, y es un medio excelente, inmejorable.

Y el hecho de que esa gracia nos llegue a través de Cristo pone de manifiesto su excelencia. El verbo que Juan utiliza no es muy común, al menos en este contexto1 21. Transmite la idea de que la Gracia y la Verdad están más estrechamente relacionadas con Cristo que con la ley de Moisés, aunque el hecho de que se mantenga “por medio de” en la segunda proposición busca que no olvidemos el origen divino de la Revelación.

Ésta es la primera vez que Juan usa el nombre “Jesús” (aunque ya ha aparecido la idea del Verbo hecho carne). También tiene un aprecio especial por este nombre, ya que lo usa 237 veces (Mateo 150 veces, Marcos 81 y Lucas 89). En todo el Nuevo Testamento aparece 905 veces, y Juan representa más de un cuarto de ese total.

Pero no ocurre lo mismo con la forma compuesta “Jesucristo”, que solo vuelve a aparecer una vez más, en 17:3 (aunque cf. 20:31). Sin embargo, Juan utiliza el título “Cristo” con más frecuencia que los otros evangelistas (19 veces; Mateo 17 veces, Marcos 7 veces y Lucas 12 veces). Esto tiene que ver con su objetivo al escribir el Evangelio: para que la gente crea que Jesús es el Cristo (20:31).

Este título apunta a que es el Mesías de Israel. Por eso, tiene mucho sentido que use el nombre compuesto “Jesucristo”, debido a la solemnidad de este pasaje donde se pone de manifiesto que es superior a Moisés. El contraste entre la fe cristiana y la judía y la función subordinada de Moisés a ese Cristo hacia el que Él ya apunta es un tema recurrente de este evangelio (ver 5:39, 46; 6:32, 8:32s.; 9:28s.).”

FRANCIS MOLONEY

“En la historia humana Dios ha hecho solamente dos únicos dones. En primer lugar, dio la ley mediante Moisés (día Mouseos edothe) Sin embargo, ahora ha otorgado otro don, que ya se mencionó en el v 14 («la plenitud de un don que es verdad») y en el v 16 («un don en lugar de otro don») el don que es la verdad (v 17b he chans kai he aletheia). Vuelven a aparecer los dos sustantivos del v 14, en esta ocasión con un artículo determinado, unidos de nuevo mediante un kai epexegético. El don que es la verdad supera y perfecciona al primer don otorgado mediante Moisés (cf v 17a) y aconteció (egeneto) mediante Jesucristo (día le sou Chnstou). No se trata de una valoración negativa del primer don, en la perspectiva cristiana se respeta el don de Dios concedido mediante Moisés, pero se insiste en que aquel primer don se ha perfeccionado ahora con el don de la verdad que vino y es mediante Jesucristo.”

SAMUEL P. MILLOS

“Siendo Dios uno, es el único legislador y el único juez. Dios es el autor de la Ley. Nadie más que Él tiene derecho, por ser Creador, de establecer las normas de conducta para sus criaturas. Pero, además de legislador es también el único juez con autoridad para juzgar y para ejecutar la sentencia, debido a que Su juicio no se establece por apariencias externas, sino que conoce el corazón del hombre.

Dios es justísimo, por consiguiente, ninguna de sus sentencias se producirá por inclinación y mucho menos por acepción de personas. La ley es entregada al hombre por medio de Moisés con un propósito concreto, denunciar el pecado y ponerlo de manifiesto, dando a entender también al hombre que por las obras no podrá nunca satisfacer las demandas de la ley: "ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado" (Ro. 3:20).

La primera gran demanda de la ley es el amor a Dios y Juan denuncia que los hombres "amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas" (3:19). Por esa sencilla y elemental prueba, debe entenderse la razón por la que la ley fue introducida, para que los hombres se den cuenta que son pecadores delante de Dios. Ya que ninguno puede cumplir las demandas, las obras hechas en el campo de la ley como medio de justificación quedan sin efecto.

La verdad expresada está también confirmada en la Escritura: "No entres en juicio con tu siervo; porque no se justificará delante de ti ningún ser humano" (Sal. 143:2). La radicalidad del versículo es definitiva, Dios no tiene necesidad de entrar en juicio con el hombre, porque todos sin excepción no tienen modo alguno de justificarse delante de Él. Anticipada y definitivamente, el hombre es pecador, por tanto, injusto y sin posibilidad alguna de alcanzar por su esfuerzo meritorio la justificación delante de Dios.

La función de la ley se contrapone abiertamente a la de la gracia ya que la de aquella es dar "el conocimiento del pecado", haciéndolo en tres formas: 1) Manifestando aquello que Dios aprueba y lo que reprueba. 2) Poniendo de evidencia la esterilidad del esfuerzo humano por cumplirla. 3) Dictando sentencia condenatoria sobre el transgresor.

De tal manera que la Ley quebrantada, sólo puede condenar. De otro modo, la Ley enseña al hombre a comprender que es pecador, y que la paga del pecado es la muerte. Es decir, la ley no produce salvación sino ira (Ro. 4: 15). En el prólogo se presenta al Verbo encamado con una misión soteriológica de dar solución al problema del hombre y de extender la luz y la vida al hombre condenado por la ley a causa de su pecado, en una operación de salvación que sólo Dios puede realizar.

Por esa razón el apóstol Pablo enseñará que "el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree" (Ro.10:4). Cristo es el término o final a todos los esfuerzos piadosos para encontrar justificación fuera de Él. En este sentido, en Cristo se cumplían las demandas de la ley sobre la culpa del pecado (Gá. 3: 13; Ef. 2: 15; Col. 2: 14).

La Ley maldice al pecador a causa de su pecado, y es Cristo en su obra el que ha eliminado esta maldición de la ley mediante su muerte expiatoria. En Él, el creyente, ya no puede ser maldito por la ley, porque la culpabilidad penal que lo sujetaba a maldición se extinguió en Cristo que fue hecho por nosotros maldición.

De manera que como la Ley solo puede justificar al que la observa, Cristo obra justicia para todo aquel que cree en Él. ¿No es acaso esto lo que se aprecia en el prólogo? La venida del Verbo no es para demandar a los hombres cumplimiento o condenación, sino liberarles de su estado de tinieblas y darles luz y vida mediante la fe (vv. 9, 12). Cristo es el fin de la ley que fue entregada por Moisés.”

WILLIAM HENDRIKSEN

“No había nada malo en la ley moral y ceremonial. Dios la había dado por medio de Moisés. Era de carácter preparatorio. Revelaba la condición perdida del hombre y también prefiguraba su liberación. Pero había dos cosas que la ley como tal no podía suministrar: gracia para perdonar a los pecadores y ayudarlos en los momentos de necesidad, y verdad, esto es, la realidad a la cual señalaban todos los tipos (piénsese en los sacrificios). Cristo, con su obra expiatoria, proveyó ambas. El mereció la gracia y cumplió lo que los tipos anunciaban. Téngase también en cuenta que mientras que la ley “fue dada”, la gracia y la verdad “vinieron” por la Persona y obra del que, por primera vez en el cuarto Evangelio, es llamado por su nombre completo, Jesucristo.”

C.I SCOFIELD

“Gracia es "la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor para con los hombres... no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho" (Tit_3:4-5). Por lo tanto, la gracia se expone constantemente en contraste con la ley, bajo la cual Dios demanda justicia de parte del hombre, mientras que bajo la gracia El otorga como una dádiva su justicia al pecador (Rom_3:21-22; Rom_8:4; Flp_3:9). La ley se relaciona con Moisés y las obras; la gracia con Cristo y la fe (Jua_1:17; Rom_10:4-10). La ley bendice al que es bueno; la gracia salva al malo (Éxo_19:5; Efe_2:1-9). La ley demanda que el hombre obtenga la bendición como una recompensa; la gracia es una dádiva que Dios extiende gratuitamente al pecador (Deu_28:1-6; Efe_2:8; Rom_4:4-5).”

MATTHEW HENRY

“De Cristo hemos recibido gracia y verdad (v. Jua_1:17). En el versículo Jua_1:14 había dicho el evangelista que Cristo estaba «lleno de gracia y de verdad». Ahora nos dice que «por medio de Jesucristo vinieron la gracia y la verdad». Tres cosas descubrimos en este versículo en el contraste que Juan establece entre Jesús y Moisés:

(A) La Ley del Sinaí fue un privilegio de Israel, tan sublime que Heb_2:2-3 menciona a los ángeles como mensajeros de ella. Aquí se nos dice que «fue dada por medio de Moisés», el gran caudillo de Israel y gran amigo de Dios, pues hablaba con Él «cara a cara» (como amigo íntimo). Pero la gracia y la verdad salvíficas vinieron con Jesús. Nótese el contraste entre el «fue dada» y el «vinieron» como si dijera: Moisés fue un mero transmisor de la Ley desde las manos de Dios hasta las manos del pueblo, mientras que la misericordia y la fidelidad de Dios vinieron personificadas en Cristo;

(B) la gracia y la verdad de Cristo señalaban el cumplimiento de todas las promesas del Antiguo Pacto;

(C) así como la gracia marcaba el fin de las obras, así también la verdad marcaba el fin de los tipos y sombras del Antiguo Pacto, pues Cristo es el verdadero Cordero Pascual, el chivo expiatorio verdadero, el verdadero maná, etc. Ellos tenían la gracia como en un cuadro; nosotros la tenemos en persona. Notemos que el original usa aquí el mismo verbo que en el versículo Jua_1:3 «fueron hechas». Como todas las cosas fueron hechas por medio de Él, también la gracia y la verdad lo fueron.”

WILLIAM MACDONALD

“Jesucristo no vino a juzgar el mundo, sino a salvar a los que eran indignos, a los que no podían salvarse a sí mismos, y que además eran Sus enemigos. Esto es la gracia: lo Mejor de parte del cielo para los peores del mundo.

No sólo fue la gracia lo que vino por medio de Jesucristo, sino también la verdad. Él dijo de Sí mismo: «Yo soy... la verdad.» Él fue absolutamente veraz y fiel en todas Sus palabras y acciones. No mostró gracia a costa de la verdad. Aunque amaba a los pecadores, no amaba sus pecados. Sabía que la paga del pecado es la muerte. Y por ello Él mismo murió para pagar la pena de muerte que merecíamos, para poder mostrarnos una bondad inmerecida al salvar nuestras almas y darnos un hogar en el cielo.”

MARTIN LUTERO

“La Ley no enseñó la gracia ni la verdad, sino que éstas establecen una línea de demarcación entre Cristo y Moisés. No por ello hay que descartar la ley y considerarla inútil. Como leemos en la carta a los romanos, se dio con un loable propósito: «Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el pecado tomando ocasión por medio del mandamiento, me engañó y por medio de él me mató. De manera que la ley, a la verdad, es santa y el mandamiento justo y bueno» (Rom_7:10-12). Y san Esteban declara en Hechos 7:38: «Con nuestros padres, recibió palabras de vida para darnos». En verdad, no impartía la vida, porque no fuimos capaces de cumplir con ella, pero fue un medio para llegar a un fin. La Ley es santa y buena; en vista de su autoridad, el mandamiento de Dios no puede ser malo ni equivocado. Juan abunda en esta opinión cuando declara que la ley se dictó con un buen propósito pero no ofrecía ni gracia ni virtud; apunta a la vida eterna pero no la imparte. La ley no tiene culpa alguna en esto; en nosotros, que no la cumplimos, está la falta.

La ley declara: «No tendrás dioses ajenos delante de mí. No tomarás el nombre de Jehová, tu dios, en vano. Acuérdate del día del sábado para santificarlo. Honra a tu padre y a tu madre» (Exo_20:3-12). Esto es importante, santo y bueno. Los Diez Mandamientos predican un buen sermón. ¿Qué hace la ley más allá de ello? Es un mensaje que me señala el camino de la vida, pero no me la garantiza. Existen dos asuntos diferentes, ampliamente separados. La Ley dice: «Quien crea en Dios confiará en Él, guardará el sábado y honrará a sus padres, tal como pide el primero, segundo y tercer mandamiento de la primera tabla; y también quien cumpla con los de la segunda vivirá. Estas palabras contienen una dirección para la vida, pero no la otorga.

Por ello, declaro que la Ley es una lección y una palabra de vida, pero sólo para la persona que observa y cumple con lo que ella prescribe, dado que especifica muy claramente lo que hay que hacer. Está escrito: «Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis enseñanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá por ellos» (Lev_18:5). Pero ¿dónde está el que puede cumplir con ello? Los hipócritas no son hacedores de la Ley. Estamos muy lejos de amar a Dios y de confiar totalmente en El; así perdemos nuestra salvación eterna. Además, Dios prohíbe rotundamente que huyamos de Él y que nos abandonemos en brazos de la desesperación sin confiar en Él; insiste en que le tengamos confianza como Padre nuestro. Para mí es imposible hacer esto. Cuando me asalta una tentación o me hallo en el umbral de la muerte, miro a Dios como al diablo, como a un Dios airado que me castiga.

Es propio que la Ley y los mandamientos de Dios me proporcionen las adecuadas directrices para mi vida y me faciliten información suficiente sobre la justificación y la vida eterna. La Ley es un sermón que me señala la vida y es esencial recordar sus instrucciones, pero no debemos olvidar que la Ley no me da la vida. Se asemeja a una mano que me conduce al camino correcto; tal como la mano es un miembro útil del cuerpo. Sin embargo, si no tengo pies, un carro para que me lleve o un caballo en el que cabalgar, nunca podré ir por ese camino. La mano me indica la dirección correcta pero no me servirá de pies. Así, la Ley sirve para indicar la voluntad de Dios pero nos conduce a una realización imposible de llevar a cabo. También nos informa de la naturaleza del hombre y de la limitación de sus capacidades. La Ley nos fue dada para darnos a conocer el pecado, pero no tiene el poder de salvarnos ni de redimirnos de él. Sostiene un espejo ante nosotros, nos miramos en él y cuando advertimos que carecemos de toda justicia y de vida, sentimos deseos de llorar y exclamar: a mí, ¡Señor Jesucristo, ayúdanos y concédenos gracia a fin de capacitarnos para cumplir con las demandas de la Ley!»

Esta es la importancia de las palabras del evangelista: «La Ley nos fue dada a través de Moisés; la gracia y la verdad nos vinieron a través de Jesucristo». Es como si dijéramos: «La Ley dada por Moisés es una ley de vida, de justicia y de todo aquello que es bueno. Pero con Cristo se cumplió mucho más. Viene y nos llena la mano y el bolso vacíos. Nos trae con El el cumplimiento de los preceptos y demandas de la Ley. Nos aporta gracia y verdad y los medios que nos capacitan para poder cumplir con el primero, segundo y tercer mandamiento. Así adquiero confianza y fe en Dios, mi Padre, para empezar a alabar su nombre. Pero ¿de qué fuente lo recibo? No es atribuible a mi propia capacidad, ni a todo cuanto puede obtener mérito alguno, ni por mi cumplimiento de los preceptos de la Ley; al contrario, lo debemos todo a la iluminación del Espíritu Santo, nuestra regeneración por la Palabra de Dios y nuestra fe en Cristo. Todo ello nos otorga un nuevo espíritu que hace que la palabra de Dios y la Ley nos sean placenteras. Ahora me deleito en el mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas. Siento que puedo hacerlo. He comenzado con la lección y ya he aprendido las primeras letras. La gracia de Dios que Cristo me ha otorgado, porque creo en El, ahora hace que el primer mandamiento sea un placer para mí.

Algunos avanzarán y crecerán en este aspecto más que otros. Anteriormente no encontraba ningún atractivo en la Ley, pero ahora descubro que es preciosa y buena y que se me dio para bien, que me fue dada para mi vida, y ahora me es agradable. Anteriormente me dijo qué hacer, ahora estoy empezando a conformarme a sus demandas, así que ahora alabo y sirvo a Dios. Todo esto lo hago por medio de Cristo, porque creo en Él. El Espíritu Santo viene a mi corazón y engendra un espíritu en mí que se complace en sus obras y palabras, incluso cuando me castiga y me somete a la cruz y a la tentación. Un hijo piadoso ama a su padre y le obedece, conoce al padre y sabe que le ama aunque le castigue. El hijo besará el palo y bendecirá el látigo con mayor agrado que cualquier fruto diciendo: ¡otorgas un gran beneficio!  ¡Qué bien me has golpeado!» y, soportando el castigo, el hijo aumentará el afecto por su padre, porque el amor y la confianza que los hijos sienten por sus padres, suaviza cualquier castigo. Nosotros compartimos esta experiencia. Si reconocemos las crecientes bendiciones obtenidas de Cristo, nuestros corazones saltarán de alegría. Y cuando me visite en medio de mis angustias, tristezas y peligros, se lo agradeceré diciendo: «Gracias a Dios eternamente porque me castiga de este modo. Antes hubiera imaginado que Dios me había abandonado, pero ahora la enfermedad me parece tan bien venida como la salud y el calabozo o la prisión como la sala real más magnífica. Desde que sé que Dios es un Padre amoroso, todo es alegría y complacencia».

El hecho de haber recibido gracia se lo debo a Cristo, a su gracia y por tanto, también a su verdad. Por ello, declara el evangelista: «La gracia y la verdad vienen de Cristo». Esto no lo puede hacer ni otorgar la Ley, su función es señalar. Si nos hubiera sido posible guardar la Ley y alcanzar todas sus exigencias, la gracia no hubiera sido necesaria; no hubiéramos tenido que recibir gracia sobre gracia. En este caso, Juan hubiera dicho: «Dios da la Ley, y la verdad procede del hecho de que poseemos capacidad para cumplirla íntegramente». Sin embargo, no es este el contenido de nuestro texto, sino: «Moisés dio la Ley, no la cumplí, sino que la quebranté». ¿Dónde está aquí la ayuda para nosotros? Cualquier cosa que se hace por nosotros se hace por amor del hombre Cristo, que posee la verdadera gracia que se me imparte a través de El.”

SERAFIN DE AUSEJO

“En el Evangelio según Juan no se enjuicia a Moisés en un sentido negativo (1,46; 3,14), sino que se le cuenta como testigo de Cristo. Al lado de eso se encuentra una clara restricción del gran legislador, consistente en que sus dones, a saber, la ley o incluso el maná en el desierto (6,32), no eran los verdaderos bienes salvíficos. A medida que el cristianismo se iba estableciendo como una realidad autónoma, también las relaciones entre Moisés y Cristo, y respectivamente cristianismo y judaísmo, se iban reflejando con mayor fuerza (cf. asimismo Heb_3:1-6). ¿Dónde están las diferencias esenciales?

El v. 17 proporciona una respuesta clara: Moisés sólo dio la ley, mientras que Jesucristo ha realizado la gracia y la verdad. No solamente han sido dadas sino que han llegado a ser un acontecimiento concreto, exactamente igual que la encarnación de la Palabra en Jesucristo. Con la mención de este nombre el prólogo alcanza su precisión suprema. Jesucristo es el.«lugar» o sede en que se han realizado la gracia y la verdad y donde se cumplen de continuo, estando para siempre ligadas a su persona.”

W. PARTAIN – B. REEVES

“Este texto enfatiza que el evangelio ("la gracia y la verdad") es superior a la ley de Moisés, pero la ley nunca compitió con el evangelio. Más bien, Cristo y los apóstoles explican ampliamente el papel importante de Moisés y de la ley de preparar al pueblo para la venida de Cristo. "Si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él" (5:46).”


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