martes, 21 de marzo de 2023

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 38



EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 38

RV1960

NVI1999

BTX4

Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras?

Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó: ¿Qué buscan? Rabí, ¿dónde te hospedas? (Rabí significa: Maestro.)

Y volviéndose JESÚS, y viéndolos que lo siguen, les dice: ¿Qué buscáis? Ellos entonces le dijeron: Rabbí (que traducido significa Maestro), ¿dónde moras? 

TR+

INA27+

VUL

στραφειςG4762 V-2APP-NSM δεG1161 CONJ οG3588 T-NSM ιησουςG2424 N-NSM καιG2532 CONJ θεασαμενοςG2300 V-ADP-NSM αυτουςG846 P-APM ακολουθουνταςG190 V-PAP-APM λεγειG3004 V-PAI-3S αυτοιςG846 P-DPM τιG5101 I-ASN ζητειτεG2212 V-PAI-2P οιG3588 T-NPM δεG1161 CONJ ειπονG3004 V-2AAI-3P αυτωG846 P-DSM ραββιG4461 HEB οG3739 R-NSN λεγεταιG3004 V-PPI-3S ερμηνευομενονG2059 V-PPP-NSN διδασκαλεG1320 N-VSM πουG4226 PRT-I μενειςG3306 V-PAI-2S 

στραφεις G4762:V-2APP-NSM Habiendo sido vuelto δε G1161:CONJ pero ο G3588:T-NSM el ιησους G2424:N-NSM Jesús και G2532:CONJ y θεασαμενος G2300:V-ADP-NSM habiendo visto αυτους G846:P-APM a ellos ακολουθουντας G190:V-PAP-APM siguiendo λεγει G3004:V-PAI-3S está diciendo αυτοις G846:P-DPM a ellos τι G5101:I-ASN ¿Qué ζητειτε G2212:V-PAI-2P están buscando? οι G3588:T-NPM Los δε G1161:CONJ pero ειπαν G3004:V-2AAI-3P dijeron αυτω G846:P-DSM a él ραββι G4461:HEB Rabí ο G3739:R-NSN cual λεγεται G3004:V-PPI-3S está siendo llamado μεθερμηνευομενον G3177:V-PPP-NSN siendo traducido διδασκαλε G1320:N-VSM Maestro που G4226:PRT-I ¿Dónde μενεις G3306:V-PAI-2S estás permaneciendo?

conversus autem Iesus et videns eos sequentes dicit eis quid quaeritis qui dixerunt ei rabbi quod dicitur interpretatum magister ubi habitas 

KJV

Then Jesus turned, and saw them following, and saith unto them, What seek ye? They said unto him, Rabbi, (which is to say, being interpreted, Master,) where dwellest thou?

TCB

Y volviéndose Jesús. Luc_14:25; Luc_15:20; Luc_19:5; Luc_22:61.

 

¿Qué buscáis? Jua_18:4, Jua_18:7; Jua_20:15, Jua_20:16; Luc_7:24-27; Luc_18:40, Luc_18:41; Hch_10:21, Hch_10:29.

 

Rabí. Jua_1:49; Jua_3:2, Jua_3:26; Jua_6:25; Mat_23:7, Mat_23:8.

 

¿Dónde moras? Jua_12:21; Rut_1:16; 1Re_10:8; Sal_27:4; Pro_3:18; Pro_8:34; Pro_13:20; Cnt_1:7, Cnt_1:8; Luc_8:38; Luc_10:39.

 


COMENTARIOS:

WARREN WIERSBE

“Cuando Jesús les preguntó: "¿Qué buscáis?" los estaba obligando a definir sus propósitos y metas. ¿Estaban buscando un dirigente revolucionario para derrocar a Roma? ¡Entonces sería mejor que se unieran a los zelotes! Ni en sueños Andrés y Juan se dieron cuenta de cómo sus vidas serían transformadas por el Hijo de Dios.

"¿Dónde moras?" puede significar: Si estás ocupado en este momento, podemos volver más tarde. Pero Jesús les invitó a pasar el día con él (era como las 10 a.m.) y sin duda les dijo algo de su misión, revelándoles lo que ellos tenían en su corazón y contestando sus preguntas. Ambos quedaron tan impresionados que buscaron a sus hermanos y los trajeron a Jesús.”

SAN JUAN CRISOSTOMO

¿Qué buscáis? ¿Qué puede significar esa pregunta? El que conoce los corazones de los hombres, Aquel a quien son patentes nuestros pensamientos ¿tiene, acaso, necesidad de hacer preguntas? Pregunta, no para saber, pues ¿cómo habría de ser ello posible?, sino para ganarse su amistad, al comenzar El el diálogo, y para darles confianza y mostrarles que merecen ser escuchados. Era natural que, tratándose de desconocidos, sintiesen ellos vergüenza y como temor, dado que habían oído decir grandes cosas de ese maestro.

Para librarles de todo eso, del temor y la vergüenza, les hizo una pregunta, a fin de evitar que llegaran hasta la casa en silencio. Sin embargo, aunque no les hubiera preguntado nada, ellos habrían hecho lo mismo, habrían continuado siguiéndolo y, pisando sobre sus huellas, habrían llegado hasta su casa. ¿Por qué les preguntó? Para obtener lo que he dicho antes, para que, estando, como estaban, avergonzados y dudosos, cobraran confianza y serenidad.

Ellos dieron muestra de su interés no sólo con seguirlo, sino también por las preguntas que le dirigieron. Aunque no habían aprendido nada de El, ni le habían oído predicar siquiera, lo llamaron maestro, declarándose así discípulos suyos y revelando la razón por la que lo seguían. Os ruego que reparéis ahora en su prudencia. No dijeron: enséñanos la verdad de la fe u otras cosas importantes.

¿Qué le dijeron? ¿Dónde moras? Como antes he dicho, lo que ellos querían era hablar con El, escucharlo y aprender con sosiego. Por lo cual no postergaron el asunto para otro momento, diciendo, por ejemplo: mañana volveremos, o: te escucharemos cuando hables en público. Revelan su deseo de escucharlo, con permanecer allí a pesar de lo tardío de la hora.”

A.W PINK

“Ninguna alma sincera busca o sigue a Cristo en vano. "Buscad y hallaréis" es su propia bendita promesa. En consecuencia, encontramos al Salvador dirigiéndose a estas almas inquisitivas. “¿Qué buscáis?", Les dice. A primera vista, esta pregunta nos parece extraña. Algunos, quizás, la han considerado casi un desaire; pero no puede ser eso.

Personalmente, consideramos estas palabras de nuestro Señor como diseñadas para probar el motivo de estos dos hombres y ayudarlos a comprender su propio propósito. Hay una gran variedad de motivos e influencias que hacen que las personas se conviertan en seguidores externos y profesos de Cristo.

En los días de los que trata nuestro pasaje, muchos pronto "siguieron" a Cristo porque la multitud corrió tras él y los llevó consigo. Muchos lo "siguieron" por lo que podían conseguir, los panes y los peces, o la curación de sus dolencias y la curación de sus seres queridos. Durante un tiempo, muchos "Lo seguían", sin duda, porque era popular y hacía cosas respetables. Pero algunos "lo siguieron" porque sintieron su profunda necesidad de Él, y fueron atraídos por las perfecciones de Su Persona.

Así fue entonces, y así es ahora. Cristo deseaba ser seguido inteligentemente o nada, es decir, no aceptará la adoración formal o supersticiosa. ¡Lo que quiere es el corazón, el corazón que lo busca para sí mismo! Por lo tanto, a estos dos hombres se les hizo la pregunta que escudriñaba el corazón: "¿Qué buscais?" ¿Cuál sería, querido lector, su respuesta a tal pregunta? ¿Qué buscas? La verdadera respuesta a esta pregunta revela su estado espiritual. Que nadie suponga que no busca nada. Eso era imposible. Cada corazón tiene su objeto. Si su corazón no está puesto en Cristo mismo, entonces está puesto en algo que no es Cristo. "¿Qué buscáis?" ¿Es oro, fama, facilidad y comodidad, placer o qué? ¿En qué está puesto tu corazón? ¿Es un mayor conocimiento de Cristo, un conocimiento más íntimo de Él, un caminar más cercano con Él? ¿Puedes decir, al menos en medida: "Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.” (Sal. 42:1)?

Es hermoso notar la respuesta de estas dos almas sinceras. "Maestro", dijeron, "¿Dónde moras?" (Juan 1:38). Parece extraño que su respuesta a la pregunta del Señor haya desconcertado a tantos que la han meditado. La mayoría de los comentaristas han pasado por alto el sentido de estas palabras y no han visto ninguna conexión directa entre la pregunta formulada por el Salvador y la respuesta que recibió. "¿Dónde moras?" Enfaticemos cada palabra por separado.

"¿Dónde moras?" ¡Qué patético y trágico! Que pregunta para hacer ¡el hijo de Dios! ¡Cómo sacó a relucir Su humillación! No había necesidad de preguntar dónde vivían Caifás o Pilato, porque todo el mundo lo sabía. Pero, ¿quién entre los hombres se preocupó de saber, o podría haber dicho a estos dos hombres si se les pregunta, dónde moraba Cristo?

"¿Dónde moras?" No se trataba de una mera curiosidad ociosa. Eso mostró que anhelaban estar con él. Lo que deseaban era compañerismo, como se habría hecho más evidente si los traductores lo hubieran traducido como ¿Dónde permaneces? "Porque permanecer siempre se refiere a la comunión."

"¿Dónde moras?" preguntaron, en respuesta a "¿Qué buscáis?" Era no un "qué" sino un "quién" en el que estaban puestos sus corazones. No era una bendición, sino el Bendito mismo lo que buscaban sus espíritus.”

JUAN CALVINO

Rabí. Este nombre se le daba comúnmente a personas de alto rango o que poseían algún tipo de honor. Pero el evangelista señala aquí otro uso de él que se hizo en su propia época, y fue que se dirigían con este nombre a los maestros y expositores de la palabra de Dios. Por tanto, aunque esos dos discípulos aún no reconocen a Cristo como único Maestro de la Iglesia, sin embargo, movidos por el elogio que le ha otorgado Juan el Bautista, lo consideran profeta y maestro, que es el primer paso hacia recibir instrucción.

¿Dónde moras? Con este ejemplo se nos enseña que desde el principio, en los rudimentos de la Iglesia, debemos sentir tal gusto por Cristo que excite nuestro deseo de lucrarnos de Él; y luego, que no debemos quedarnos satisfechos con una simple mirada pasajera, sino que debemos buscar su morada para que nos reciba como huéspedes. Porque hay muchísimos que huelen el evangelio solo a distancia, y así permiten que Cristo desaparezca repentinamente y que todo lo que han aprendido acerca de él pase. Y aunque esas dos personas no se convirtieron en ese momento en sus discípulos ordinarios, no cabe duda de que, durante esa noche, les instruyó más plenamente, de modo que poco después se volvieron completamente devotos de él.”

JOHN MACARTHUR

Que buscais? Él no hizo esta pregunta para obtener información, puesto que en su omnisciencia ya sabía lo que ellos querían. El hecho de que fueran seguidores de Juan el Bautista indicaba que estaban convencidos de su pecado y buscaban el perdón y la justificación del Mesías. En vez de eso, el Señor les hace la pregunta para llevarlos a considerar sus motivos; no les preguntó a quién estaban buscando, sino qué estaban buscando. R. C. H. Lenski anota:

Las primeras palabras de Jesús [en el Evangelio de Juan] son de una pregunta magistral. Los lleva a mirar inquisitivamente a sus anhelos y deseos más internos… Hay un promesa oculta en la pregunta “¿Qué están buscando?”. Jesús tiene el tesoro más alto que podría buscar cualquier hombre, anhela dirigir nuestra búsqueda para poder concedernos ese tesoro para nuestro enriquecimiento eterno (The Interpretation of St. John’s Gospel [La interpretación del Evangelio de San Juan] [Reimpresión; Peabody: Hendrickson, 1998], pp. 145-146).

Andrés y Juan, tal vez intimidados por la presencia de Jesús, no respondieron directamente la pregunta sino que hicieron otra: “Rabí—que traducido es, Maestro—, ¿dónde moras?” . Rabí era un título de honor y respeto que traducido es Maestro, como lo aclaró Juan para sus lectores gentiles (cp. vv. 41, 42; 9:7). La pregunta de Andrés y Juan no era solo para saber dónde residía Jesús. Estaban pidiendo cortésmente una entrevista privada y amplia con Él. La pregunta también señalaba su voluntad de convertirse en sus discípulos.”

JOHANNES OECOLAMPADIUS

“La respuesta de los discípulos parece no estar relacionada con lo que se les preguntó. Cristo dice: ¿Qué buscais? Y ellos Dicen: ¿Dónde moras? Pero considere las palabras más profundamente. . . . ¿Dónde te estás quedando? Es decir, venimos a entrar en una especie de compañerismo y amistad contigo. Te estamos buscando para vivir contigo y ser tus discípulos. Hasta este punto hemos sido discípulos de Juan; ahora somos tuyos. Qué feliz transición, pasar de Juan a Cristo. Si hasta este punto has recibido enseñanzas básicas sobre asuntos comunes, habiendo sido alimentado con leche, como leemos en Hebreos, recibe algún alimento sólido que encuentres con Cristo; es el maestro de corazones y verdaderamente hace que las personas sean enseñadas por Dios. Aferrémonos a él no solo de boca, sino también con el corazón. Dicen: Deseamos ansiosamente permanecer contigo. Y sin embargo, cuando hayamos recibido una muestra de su compañía, nos abrazará por completo.”

HEINRICH BULLINGER

“Los discípulos responden a la pregunta de Jesús: Rabí, o maestro, ¿dónde vives? Llaman a Cristo instructor y maestro de gran erudición y conocimiento, indicando y prometiéndole que quieren ser sus discípulos y pedirle instrucción en piedad y verdadera felicidad.

Por la misma razón le preguntan dónde vive, deseando ansiosamente, sin duda, tener una compañía más íntima con él, entablar amistad con él, y así llegar a conocer más a fondo el misterio de la redención y llegar a una parte de todas las cosas buenas. El Señor ahora vive en el cielo. Vive en los piadosos, en los fieles, en los que aman a Dios y guardan sus preceptos en el corazón. Por lo tanto, aquellos que desean vivir con el Hijo de Dios deben tener cuidado de ser el tipo de personas en las que él se deleita.”

ALBERT BARNES

“¿Qué buscáis? No se le pidió esto para obtener información. Comp. Juan 1:48. No fue una dura reprimenda, prohibiéndoles seguirlo. Comp. Mt 11: 28-30. Fue una especie indagación respetando sus deseos; una invitación a abrir la mente, a manifestar sus deseos y a expresar todos sus sentimientos respecto al Mesías y su propia salvación. Podemos aprender:

1er. Que Jesús considera las primeras inclinaciones del alma a seguirlo. Se volvió hacia estos discípulos e inclinará su oído a todos los que comiencen a acercarse a él en busca de salvación.

2do. Jesús está listo para escuchar sus peticiones y responderlas.

3er. Los ministros del evangelio y todos los demás cristianos deben ser accesibles, amables y tiernos hacia todos los que buscan el camino de la vida. De conformidad con su Maestro, deben estar dispuestos a ayudar a todos aquellos que los buscan en busca de guía y ayuda en la gran obra de su salvación.”

ALEXANDER MACLAREN

“¿Qué buscáis?' Tal como está, en su superficie y en su aplicación principal, es la pregunta más natural. Nuestro Señor oye pasos detrás de Él y, como cualquiera haría, se vuelve con la pregunta que cualquiera haría: "¿Qué es lo que quieres?" Esa pregunta derivaría todo su significado de la mirada con la que fue acompañada y el tono en que fue pronunciada. Puede significar molestia y repulsión grosera de una solicitud, incluso antes de que se presente, o puede significar un deseo feliz de extender la solicitud y más de la mitad de una promesa de otorgarla. Todo depende de la sonrisa con la que se le preguntó y de la entonación de la voz que lo llevó a sus oídos.

Y si hubiéramos estado allí, deberíamos haber sentido, como evidentemente sentían estos dos, que aunque en forma de pregunta, en realidad era una promesa, y que sacaba sus tímidos deseos, les hacía conscientes de lo que deseaban y les dio la confianza de que su deseo sería concedido. Claramente, se había hundido muy profundamente en la mente del evangelista; y ahora, al final de su vida, cuando su rumbo está casi terminado, la voz inolvidable aún suena en su memoria, y vuelve a ver, con una claridad soleada, toda la escena que había ocurrido ese día por los vados del Jordán.

Las primeras y las últimas palabras de aquellos a quienes hemos aprendido a amar están profundamente grabadas en nuestro corazón. No fue un accidente que las primeras palabras que pronunció el Maestro en Su oficio mesiánico fueran esta pregunta profundamente significativa: "¿Qué buscáis?" Nos lo pide a todos, nos lo pide hoy. Bueno, para aquellos que puedan responder: '¡Rabino! ¿Dónde moras? "¡Es a ti a quien buscamos!" Entonces, aventurándome a tomar las palabras en esa aplicación algo más amplia, permítanme sugerirles dos o tres direcciones en las que parecen apuntar.

Primero, la pregunta nos sugiere esto: la necesidad de tener una conciencia clara de cuál es nuestro objeto en la vida. La mayoría de los hombres nunca han respondido a esa pregunta. Viven de la mano a la boca, impulsados por las circunstancias, guiados por accidentes, impulsados por pasiones y deseos irreflexivos, sabiendo lo que quieren por el momento, pero nunca han intentado moldear el curso de sus vidas en un todo coherente, de modo que se mantengan firmes ante Dios en Cristo cuando les pregunta: "¿Qué buscáis?" y responderla.

Estas vidas incoherentes, instintivas e irreflexivas que muchos de ustedes están viviendo son una vergüenza para su hombría, por no decir nada más. Dios nos ha hecho para algo más que para que seamos el deporte de las circunstancias. Es una vergüenza para cualquiera de nosotros que nuestra vida sea como un pequeño bote de pesca, con una mano torpe o débil en el timón, guiñando de un punto del compás a otro y sin mantener un rumbo recto y directo. Les ruego, queridos hermanos, que enfrenten esta pregunta: 'Después de todo, y en el fondo, ¿para qué estoy viviendo? ¿Puedo formular los objetivos y propósitos de mi vida en alguna declaración inteligible de la que no deba avergonzarme?

Algunos de ustedes no se avergüenzan de hacer lo que les daría mucha vergüenza decir, y prácticamente responden a la pregunta: "¿Qué buscan?" por actividades que no te atreviste a llamar por sus propios nombres desagradables. Puede que haya muchos de nosotros que vivamos para nuestras concupiscencias, nuestras pasiones, nuestras ambiciones, nuestra avaricia, que vivamos en toda impureza e impiedad. No sé. En todos nosotros hay muchos objetivos bajos y en mal estado que no soportan que los saquemos a la luz del día. Te suplico que trates de apoderarte de las cosas feas y sacarlas a la superficie, por mucho que intenten esconderse en la agradable oscuridad y enrollar sus resbalosas vueltas en torno a algo en la oscuridad.

Si no se atreven a poner en palabras el objetivo de su vida, piensen si debería ser el objetivo de su vida. ¡Ah, hermanos! Si nos hiciéramos esta pregunta y la respondamos con rigor, no cometeríamos tantos errores en cuanto a los lugares donde buscamos las cosas que buscamos. Si supiéramos lo que realmente estábamos buscando, deberíamos saber dónde ir para buscarlo. Déjame decirte lo que estás buscando, lo sepas o no. Buscas descanso para tu corazón, un hogar para tu espíritu; buscas la verdad perfecta para tu entendimiento, la belleza perfecta para tus afectos, la bondad perfecta para tu conciencia. Estás buscando estos tres, reunidos en un rayo de luz blanca, y lo estás buscando todo en una Persona.

Muchos de ustedes no lo saben, por lo que van a cazar en todo tipo de lugares imposibles por aquello que solo pueden encontrar en uno. A la pregunta: "¿Qué buscáis?" la más profunda de todas las respuestas, la única respuesta real, es: "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente". Si lo sabe, ¡sabrá dónde buscar lo que necesita! "¿Los hombres recogen uvas de espinas?" Si estas son realmente las cosas que estás buscando, en toda tu búsqueda equivocada, ¡oh! ¡Qué equivocada es la búsqueda! ¿Buscan los hombres perlas en las conchas de berberechos o oro en los pozos de carbón? y ¿por qué debería buscar el descanso del corazón, la mente, la conciencia, el espíritu, en cualquier lugar y en cualquier cosa que no sea Dios?

Él pregunta a la gente, no porque no sepa antes que responderán, sino que, por un lado, sus propias mentes pueden estar claras en cuanto a sus deseos y, por lo tanto, pueden desear más sinceramente debido a la claridad; y que, por otro lado, expresados sus deseos, sean más capaces de recibir el don que Él está dispuesto a otorgar. Así que aquí se vuelve a estos hombres, cuyo propósito conocía bastante bien, y les dice: "¿Qué buscáis?" En esto, Él está haciendo exactamente lo mismo en un nivel inferior, y en una esfera externa, como se hace cuando Él designa que oremos por las bendiciones que Él anhela otorgar, pero que condiciona nuestras súplicas, solo porque por estas súplicas nuestro corazón se abre a la capacidad de recibirlas.

Tenemos, entonces, en las palabras que tenemos ante nosotros, así entendidas, la misericordiosa promesa de nuestro Señor de dar lo que se desea con la simple condición de que el suplicante sea consciente de sus propias necesidades y se dirija a Él en busca de las provisiones. ¿Qué buscáis? Es un cheque en blanco que Él pone en sus manos para que lo llenen. Es la llave de Su tesoro que nos ofrece a todos, con la certeza de que si la abrimos encontraremos todo lo que necesitamos. ¿Quién es el que se pone así ante todo un mundo de espíritus inquietos y buscadores, y los enfrenta con la pregunta que es una prenda, consciente de su capacidad para dar a cada uno de ellos lo que cada uno requiere? ¿Quién es este que profesa poder dar pan a todos estos hombres, mujeres y niños aquí en el desierto?

Solo hay una respuesta: el Cristo de Dios. Y ha hecho lo que promete. Ningún hombre o mujer fue jamás a Él y respondió a esta pregunta, y presentó su petición por un bien real, y fue rechazada. Nadie puede pedir a Cristo lo que Cristo no puede otorgar. Nadie puede pedir a Cristo lo que Cristo no otorgará. En la región más elevada, la región de los dones internos y espirituales, que son los mejores dones, podemos obtener todo lo que queramos, y nuestro único límite no es Su omnipotencia y voluntad ilimitadas, sino nuestros propios deseos pobres, estrechos y marchitos. .

'Pide y recibirás; Busca y encontrarás.' Cristo está ante nosotros, si se me permite decirlo así, como algunas de esas fuentes erigidas en alguna gran fiesta nacional, de las que brotan para toda la multitud toda variedad de trago que deseen, y cada hombre que va con su copa vacía la llena, y la llena con lo que desea. ¿Qué buscáis? ¿Sabiduría? Ustedes, estudiantes, pensadores, jóvenes que luchan con dificultades y perplejidades intelectuales, '¿Qué buscáis?' ¿Verdad? Él nos da eso.

Ustedes otros, '¿Qué buscáis?' ¿Amor, paz, victoria, dominio propio, esperanza, alivio para el dolor? Todo lo que desees, lo encontrarás en Jesucristo. Las primeras palabras con las que rompió el silencio cuando les habló a los hombres como el Mesías, fueron a la vez una pregunta inquisitiva, sondeando sus objetivos y propósitos, y una promesa de gracia que lo comprometía a una tarea que no estaba más allá de Su poder, por mucho que fuera más allá de la de todos los demás, incluso la tarea de dar a cada hombre el deseo de su corazón. ¿Qué buscáis? 'Busca y encontrarás.”

GRANT OSBORNE

“El doble significado continúa en el versículo 38. Jesús se da vuelta y pregunta: “¿Qué buscan?” (Literalmente “¿Qué están buscando?”). De nuevo hay mucho más significado del que aparece a simple vista. Esto se pregunta nuevamente en 18:4,7 y 20:15, y siempre exige una respuesta reflexiva con respecto a los deseos profundos que impulsan al individuo. En un sentido real, él exige: “¿Qué es lo que realmente quieres en la vida?”. La razón de buscar a Jesús está en el centro del propósito evangelista de Juan.

Su respuesta, “Rabí, ¿dónde te hospedas?” Parece evasiva a primera vista. No es una gran respuesta. Sin embargo, tenga en cuenta que incluso aunque nunca antes habían visto a Jesús, ya estaban dispuestos aceptarlo como su rabino sobre la base del testimonio de Juan. Su pregunta también contiene mucho más de lo que aparece a simple vista. A nivel terrenal, parecen decir solamente “¿Dónde te hospedas?”. Pero el término menō (“quedarse”) es un concepto importante en Juan e implica un deseo de “habitar” o “permanecer”; lo veremos más tarde en el Tema de “residencia mutua” en 15:4–10. A nivel más profundo, están expresando un deseo de seguir a Jesús y “permanecer” con él.”

J.C RYLE

“[Que traducido es]. Esta es una de cierta clase de expresiones que demuestran que Juan escribió para lectores gentiles más que para judíos. Un judío no habría necesitado este comentario parentético. Este mismo comentario se aplica al versículo 41.

[¿Dónde moras?]. Esta cuestión parece indicar un deseo de conversación y de comunión personal. Anhelamos saber más de ti. Hemos sido conducidos a ti por la proclamación de Juan el Bautista. Nos gustaría apartarnos de la multitud para ir contigo y preguntarte de una manera más personal y tranquila, en tu morada, acerca de las cosas que están en nuestros corazones”. Aplicar este texto, como muchos hacen, a que nuestro Señor mora espiritualmente en los corazones quebrantados (cf. Isaías 56:12) puede producir buena teología doctrinal y práctica. Pero no es de lo que trata el texto.”

J. WALVOORD – R. ZUCK

“Las primeras palabras que los discípulos escucharon de Jesús fueron: ¿Qué buscáis? En un sentido, Jesús estaba haciéndoles una simple pregunta y ellos respondieron solicitando información acerca de dónde vivía. Sin embargo, parece que el autor quiere implicar algo más. Quizá Jesús también estaba preguntándoles: “¿Qué buscáis en la vida?” El término que se traduce como moras (menō) es uno de los favoritos de Juan.

Esta palabra gr. aparece por primera vez aquí en sus libros. De los 112 pasajes donde aparece en el N.T., 66 son en sus escritos: 40 en el evangelio de Juan, 23 en 1 Juan y 3 en 2 Juan (William F. Arndt y F. Wilbur Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature. “Léxico Griego-Inglés del N.T. y otra Literatura Cristiana Temprana”, Chicago: University of Chicago Press, 1957, pp. 504–5). Algunas veces, como aquí, significa “permanecer o morar” en un lugar; otras, “durar o continuar”; pero más frecuentemente, tiene una connotación teológica: “permanecer, continuar, morar” (e.g., Jn. 15:4–7).”

GARY BAUMLER

“¿Qué buscáis?” Tal vez hubiera sido lo más natural que les hiciera esa pregunta a dos extraños que repentinamente hubieran decidido seguirlo y estar con él. También era una pregunta profunda, hecha con la intención de hacer que los que siguen a Jesús piensen en lo que esperan obtener de él. Pronto nos vamos a enterar de algunos que querían obtener de Jesús lo que él no había venido a dar: prosperidad terrenal, poder político y la liberación de la opresión del gobierno romano. ¿Qué es lo que estos dos buscaban conseguir de Jesús?

Antes de escuchar su respuesta, pensemos en cómo podríamos responder nosotros. Hasta estos días vale la pena repetirle la pregunta de Jesús a todo aquel que lo sigue. “¿Qué buscáis?” ¿Quieren que los ayude a sobrellevar las cargas diarias? ¿Quieren que su vida sea más fácil? ¿Quieren saber cómo deben enderezar su vida? ¿Quieren el perdón de los pecados y la vida eterna? ¿Qué es lo que buscan en Jesús? Si tienen ideas preconcebidas, es posible que se sientan desilusionados.

Con su respuesta, estos dos discípulos nos muestran cuál es la mejor manera de responder a la pregunta. Le dijeron: “Rabí”, que literalmente significa “mi gran Señor” y que Juan traduce como “maestro” para sus lectores que son gentiles: “Rabí, ¿dónde vives?”

La respuesta hizo que el centro de atención fuera Jesús. Ellos querían quedarse con Jesús, aprender de él y recibir lo que él tenía para ofrecerles. Se habían acercado porque Juan había identificado a Jesús como “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Querían estar con el Cordero de Dios y llegar a conocerlo. ¿Es que cualquier discípulo puede querer algo más?.”

SAMUEL P. MILLOS

“La respuesta de ellos va precedida de una forma respetuosa hacia Cristo, al llamarle Rabí. Especialmente en arameo el título viene derivado del verbo rabab, que significa ser grande. Este título honorífico aparece a mediados del s. 1 a. C. Se aplicaba a jefes o maestros, y llegó a ser identificativo de aquellos que eran doctores en la ley, especialmente usado a partir aproximadamente desde los años veinte y hasta doscientos d. C. Los discípulos de Juan el Bautista le llamaban de este modo (3:26).

Referido a Jesús el título reviste importancia ya que Él mismo lo acepta como propio para Él (13:13). En el Evangelio se aprecia un desarrollo en el uso del término. Al principio tanto los Doce como otros, cual es el caso de Nicodemo, llaman Rabí al Señor. Pero otros, como puede ser la samaritana, el oficial del rey de Capemaum, o el ciego de nacimiento le llaman Señor, en griego Kurie (4:11-19, 49; 5:7; 9:36). A medida que el ministerio de Jesús se desarrolla, como al final del discurso sobre el Pan de Vida, con el que se cierra el ministerio en Galilea, frente a la demanda determinante de seguimiento de los Doce, Pedro le llama Señor, Kurie, (6:68).

Incluso las multitudes cambian Rabí, por Señor (comp. 6:25, con 6:34). El término Señor, se usa en la LXX para trasladar el nombre Jehová del Antiguo Testamento, por tanto, aplicar a Jesús el título de Señor a Cristo representa un reconocimiento de superioridad sobre cualquier título humano. Es cierto que el término se usa también para referirse a quien ejerce autoridad, como pudiera ser un dueño ante un esclavo.

A medida que el Evangelio avanza, se hace evidente el cambio de Rabí a Señor, especialmente a partir del tiempo de la resurrección de Lázaro (11:8), donde tanto los Doce como sus allegados llaman a Jesús, Señor (cf. 11:12, 21, 27, 32, 34, 39; 13:6, 9, 25, 36, 37; 20:2, 13, 18, 20, 25, 28; 21:7, 12, 15, 16, 17, 20, 21). No es posible determinar las razones del cambio bíblicamente hablando. Lo que es evidente es que ese uso señala una reverencia mayor hacia Cristo, que es la lógica consecuencia de un conocimiento mayor de Él.

Jesús supera en todo a los grandes maestros que se conocían, sus obras son no solo mayores que las de ellos, sino algo más, manifiesta en ellas la omnipotencia divina, ajena a cualquier hombre en la tierra. Luego de la resurrección de Jesús el título Rabí desaparece totalmente para emplear sólo el de Señor. Estos dos discípulos de Juan, usan el título Rabí para responder a la pregunta que Jesús les formula. Siendo una palabra usada con determinado sentido en el arameo, Juan da la interpretación de ella diciendo que es equivalente a Maestro, ya que escribía para gente procedente en su mayoría del entorno heleno-romano.”

SAN AGUSTIN

“Ellos no le siguen todavía como para quedarse con El. Ellos se quedaron con El, como es evidente, cuando les llamó de la barca. Andrés era uno de estos dos, como lo acabáis de oír, y hermano de Pedro. Y sabemos por el Evangelio que el Señor llamó a Pedro y Andrés de la barca con estas palabras: Venid en pos de mí y yo haré que lleguéis a ser pescadores de hombres. Desde ese momento se unieron ya con El para no separarse jamás.

Ahora, pues, le siguen estos dos, no como para no separarse ya de El, sino porque quieren ver dónde mora y cumplir lo que está escrito: El dintel de sus puertas desgasten tus pies. Levántate para venir a él siempre e instruyete en sus preceptos.”

WILLIAM HENDRIKSEN

“Así pues, los dos discípulos le preguntan: ¿Dónde estás alojado? No se nos ha revelado, y no es de gran importancia, si este albergue temporal de Jesús era alguna casa de Betania del otro lado del Jordán, o alguna cabaña de aquellos alrededores, hecha con ramas entrelazadas y cubierta con telas. Lo importante es darse cuenta de que los dos discípulos deseaban tener una oportunidad para conversar ininterrumpidamente con Jesús. Puesto que esto era algo difícil de conseguir al aire libre, le preguntan a Jesús dónde se aloja sugiriendo claramente que desean ser invitados a visitarlo. El testimonio del Bautista ha despertado plenamente su interés, demostrando así que era un verdadero heraldo.”

JAMES SMITH

“Jesús no dijo: «¿A quién buscáis?» porque ya sabía que le buscaban a Él; sino: «¿Qué buscáis?» ¿Qué es lo que buscáis en Mí?» ¡Ah, esto abre de par en par la puerta de entrada; tanto hay en Jesús que vale la pena buscar! Algunos sólo buscan contemplarle; otros buscan su sonrisa perdonadora. Hay otros que quieren saber dónde mora, para poder morar con Él. ¿Qué buscas tú, alma mía? Busca su sabiduría para conducirte. Busca su paz para poseerte, su poder para guardarte, su Espíritu para morar en ti y transformarte en su imagen divina. Busca que su voluntad pueda ser hecha en ti como lo es en el cielo, y que su presencia pueda ser contigo una realidad permanente. Buscad, y hallaréis.”

CHARLES SPURGEON

“Los dos primeros discípulos son los frutos de la predicación. ¿No podríamos esperar encontrar que la mayor parte de nuestras conversiones sean el resultado del ministerio público? “Los dos (discípulos) que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús.”

Oh, ustedes que predican el Evangelio, aférrense a esto: “¡He aquí el Cordero de Dios!” Ustedes, jóvenes que se paran en las calles, hagan que ese sea su tópico; y ustedes que ministran a la Iglesia de Dios, denles todas las doctrinas del Evangelio, pero siempre regresen a esto como la aguja se regresa a su polo: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”

En estas dos conversiones a través del ministerio público, es interesante observar el proceso. Noten cuidadosamente la narración. Un espíritu de indagación fue promovido en Andrés y su compañero, y comenzaron a seguir a Cristo, no exactamente como discípulos todavía, sino como indagadores. Si puedo decirlo así, siguieron la espalda de Cristo; no habían llegado a ver Su rostro todavía, ni se habían sentado a Sus pies, pero siguieron Su espalda como lo hacen algunos que, impresionados por la Palabra, tienen un deseo por Cristo, y tienen el propósito de entregarse a una honesta investigación de Sus exigencias para tener fe.

Mientras van siguiendo detrás de Cristo, Él se vuelve y se coloca frente a ellos. ¡Oh, qué venturoso giro fue para ellos! Fue un venturoso giro para Pedro cuando el Señor se volvió y le miró; y, en este caso, mientras le iban siguiendo a Sus espaldas, por decirlo así, Él se vuelve y les ve. Yo no podría decirles cuánto amor había en Sus ojos. El amor de una madre hacia su primer hijo podría tal vez pintar el amor de Jesucristo por estos primeros discípulos. Él era Dios, Él era hombre, Él era el propio Hijo de Dios; pero nunca había sido un Maestro de discípulos hasta aquel momento.

Ahora salta a un rango que no había alcanzado antes. Ahora tiene a algunos que le llamarán “Rabí,” y estarán anuentes a ser guiados por Su enseñanza. Los mira en torno Suyo. Aun así, cuando la indagación es excitada por el ministerio, y los hombres comienzan a investigar, Jesús los ve. Con un ojo de sincero afecto los considera y los apoya en su búsqueda. Jesús les hizo la pregunta: “¿Qué buscáis?,” una pregunta muy modesta. Adviértanla. Es la primera palabra del ministerio de Cristo.

Es la primera palabra que describe a Cristo hablando en público: “¿Qué buscáis?” ¿Y, no era una pregunta de muy grande alcance? “¿Qué es lo que buscáis?”

WILLIAM MACDONALD

“El Salvador está siempre interesado en aquellos que le siguen. Aquí él mostró Su interés volviéndose a los dos discípulos y preguntándoles: ¿Qué buscáis? Conocía la respuesta a la pregunta; conocía todas las cosas. Pero quería que expresasen su deseo en palabras. La respuesta de ellos, Rabí..., ¿dónde te hospedas?, mostraba que querían estar con el Señor y llegar a conocerle mejor. No se sentían satisfechos con un mero encuentro con Él. Anhelaban tener comunión con Él. Rabí es el término hebreo que significa Maestro (literalmente, «mi grande»).”

MATTHEW HENRY

“Notemos que Jesús no les dice: ¿A quién buscáis?, sino: «¿Qué buscáis?» ¿Buscaban el perdón de los pecados mediante la obra del Cordero de Dios? ¿La salvación de puro regalo, entrada libre en el reino de los cielos? Pues allí estaba Él para darles lo que necesitaban. Todo ser humano busca algo en esta vida. Los creyentes tenemos el privilegio, por pura gracia de Dios, de saber lo que nos conviene buscar (v. Col_3:1-3). Cristo hace su pregunta con ternura, humildad y mansedumbre, enseñándonos cómo hemos de conducirnos al instruir a otros para que se lleguen a Cristo.

Ellos le contestan, y comienzan con un saludo respetuoso: «Rabí (que traducido es, Maestro)». Juan lo traduce para los lectores de lengua griega. Es un título que, en su raíz hebrea, indica grandeza. También en esto, los discípulos evolucionan en el tratamiento que dan a Jesús. Al principio le llaman «Maestro»; después, le dirán: «Señor» (comp. con Jua_6:68). Es curioso notar que después de la resurrección de Cristo, desaparece completamente el título «Rabí» aplicado a Jesús, porque es ya notoriamente «Señor y Cristo» (Hch_2:36).

El verbo que Juan usa, en el paréntesis, para «traducido» no es el exegésato de Jua_1:18, donde se nos da la exacta interpretación que el Verbo hecho carne nos hace de Dios, sino methermeneuómenon, que indica un «cambio» («metá») inevitable al pasar de un lenguaje a otro, y una interpretación puramente humana: hermeneuómenon. Esta palabra se deriva de Hermes (Mercurio, para los latinos), el dios mitológico que servía de intérprete de los dioses (v. Hch_14:12, donde el original dice Hermen).

Después del saludo, los discípulos le preguntan a Jesús: «¿Dónde te hospedas?» Con ello, insinúan que desean tener una conversación con Él, para aprender de Él con más detenimiento. Las palabras del Bautista habían despertado en ellos tremendo interés, y no se contentan con hacerle unas cuantas preguntas en la calle, sino recibir una enseñanza más completa en su domicilio, como todo discípulo que quiere aprender una asignatura con un buen profesor. Todos cuantos tienen comunión con el Señor desean aprender más y más de Él: sentarse continuamente a Sus pies, pues esto es lo único necesario y la mejor parte, que no nos será arrebatada.”

TEOFILACTO

“Véase cómo el Señor vuelve su rostro a los que le siguen, y los mira. Porque si no se le sigue por medio de alguna buena acción, nunca podremos llegar a ver su rostro ni entrar en su casa.”

ALCUINO

“Y no quieren gozar del magisterio de una manera transitoria, sino que le preguntan dónde habita, para que en adelante puedan oír sus palabras aparte, visitarle muchas veces e instruirse mucho mejor. En sentido espiritual quieren saber en dónde habita Jesucristo, para que con el ejemplo de sus virtudes puedan presentarse dignos de que habite en ellos. O el ver que Jesús marcha y preguntar en seguida en dónde ha de parar, nos da a conocer que cuando nos acordamos de su Encarnación, debemos rogarle con solicitud que nos muestre la mansión de la eterna felicidad.

Por lo cual, al ver Jesús que le piden bien, les patentiza libremente el convencimiento de sus designios. Por esto sigue: "Y les dice venid y vedlo", como diciendo: no puedo explicar mi morada con palabras, pero os la enseñaré con obras; venid, pues, creyendo y obrando, y ved entendiendo.”

WILLIAM BARCLAY

“Así es que los dos discípulos de Juan siguieron a Jesús. Puede que fueran demasiado tímidos para acercarse a Él directamente; el caso es que Le iban siguiendo a una distancia respetuosa. Entonces Jesús hizo algo muy característico: se volvió y les dirigió la palabra. Es decir: se encontró con ellos a mitad de camino. Les puso las cosas más fáciles. Les abrió la puerta para que pudieran entrar.

Aquí tenemos un símbolo de la iniciativa divina. Siempre es Dios el Que da el primer paso. Cuando la mente humana empieza a buscar, y el corazón humano empieza a anhelar, Dios, nos sale al encuentro mucho más que hasta la mitad del camino. Dios no nos deja buscar y buscar hasta que Le encontremos, sino que nos sale al encuentro. Como dijo Agustín, no podríamos ni haber empezado a buscar a Dios si El no nos hubiera encontrado ya. Cuando acudimos a Dios, no descubrimos que Se ha estado escondiendo para mantener la distancia; acudimos a Uno que Se detiene a esperarnos, y que hasta toma la iniciativa de salir a buscarnos al camino.

Jesús empezó por hacerles a aquellos dos la pregunta más fundamental de la vida: " ¿Qué buscáis?» Era muy pertinente hacer esa pregunta en Palestina en el tiempo de Jesús. ¿Serían legalistas que no buscaban más que conversaciones sutiles y rebuscadas sobre los detalles más diminutos de la Ley como los escribas y fariseos? ¿O serían ambiciosos oportunistas buscando la ocasión propicia o el poder como los saduceos? ¿O nacionalistas en busca de un político demagogo o un jefe militar que los guiara a sacudirse el yugo de los Romanos como hacían los celotas? ¿O tal vez humildes hombres de oración buscando a Dios y Su voluntad como " los reposados de la tierra»? ¿O serían simplemente pecadores desorientados y confusos, buscando una luz en el camino de la vida y el perdón de Dios?

Sería bueno a veces que nos preguntáramos: " ¿Qué estoy yo buscando? ¿Cuáles son mi propósito y mi meta? ¿Qué es lo que quiero encontrar en la vida?"

Hay algunos que lo que buscan es seguridad. Les gustaría tener una posición segura, con suficiente dinero para cubrir las necesidades de la vida y reservar algo para los imprevistos que puedan surgir; es decir, una seguridad material que elimine las preocupaciones esenciales sobre las cosas materiales. No hay nada de malo en este deseo, pero no es muy elevado, ni tampoco adecuado para inspirar toda la vida; además, en último análisis, tampoco se puede estar a salvo de los azares y avatares de la vida.

Hay algunos que buscan lo que llamarían hacer carrera, algo que les proporcione poder, prominencia, prestigio, oportunidades para aplicar las habilidades y los talentos que creen poseer y realizar el trabajo para el que se consideran capacitados. Si lo que inspira esta actitud son motivos de ambición personal, puede ser mala; pero si es el deseo de servir a los semejantes y a la sociedad puede considerarse incluso elevada. Pero no es suficiente, porque sus horizontes están limitados a este tiempo y a este mundo.

Hay algunos que lo que buscan es alguna clase de paz, algo que les permita vivir en paz consigo mismos, con sus semejantes y con Dios. En realidad lo que buscan esa Dios, y este objetivo sólo Jesucristo lo puede satisfacer.

Los discípulos de Juan le respondieron a Jesús que querían saber dónde paraba. Le llamaron Rabí, -palabra hebrea que quiere decir literalmente Mi grande. Era el título de respeto que daban los estudiantes y los buscadores del conocimiento a sus maestros y a los sabios. Juan, el evangelista, estaba escribiendo para los griegos. Suponía que no conocerían la palabra, y se la tradujo por el término griego didáskalos, maestro. No era sólo por curiosidad por lo que aquellos dos hicieron aquella pregunta. Lo que querían decir era que querían hablar con Él, no sólo en el camino y de pasada, como meros conocidos ocasionales que pudieran cruzarse algunas palabras; querían detenerse con El lo suficiente para hablar de sus problemas y preocupaciones: La persona que quiera ser discípula de Jesús no se dará, por satisfecha con una palabra de pasada, sino querrá tener un encuentro personal con El, no como conocida sino como amiga, en Su propia casa.”

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