sábado, 18 de marzo de 2023

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 29


 

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 1 VERSICULO 29

RV1960

NVI1999

BTX4

El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!

Al día siguiente, ve a JESÚS que viene hacia él, y dice: ¡He aquí el Cordero de DIOS, que carga el pecado del mundo!

TR+

INA27+

VUL

τηG3588 T-DSF επαυριονG1887 ADV βλεπειG991 V-PAI-3S οG3588 T-NSM ιωαννηςG2491 N-NSM τονG3588 T-ASM ιησουνG2424 N-ASM ερχομενονG2064 V-PNP-ASM προςG4314 PREP αυτονG846 P-ASM καιG2532 CONJ λεγειG3004 V-PAI-3S ιδεG3708 V-AAM-2S οG3588 T-NSM αμνοςG286 N-NSM τουG3588 T-GSM θεουG2316 N-GSM οG3588 T-NSM αιρωνG142 V-PAP-NSM τηνG3588 T-ASF αμαρτιανG266 N-ASF τουG3588 T-GSM κοσμουG2889 N-GSM 

τη G3588:T-DSF El επαυριον G1887:ADV día siguiente βλεπει G991:V-PAI-3S está viendo τον G3588:T-ASM a el ιησουν G2424:N-ASM Jesús ερχομενον G2064:V-PNP-ASM viniendo προς G4314:PREP hacia αυτον G846:P-ASM a él και G2532:CONJ y λεγει G3004:V-PAI-3S está diciendo ιδε G3708:V-AAM-2S Mira ο G3588:T-NSM el αμνος G286:N-NSM cordero του G3588:T-GSM de el θεου G2316:N-GSM Dios ο G3588:T-NSM el αιρων G142:V-PAP-NSM alzando την G3588:T-ASF el αμαρτιαν G266:N-ASF pecado του G3588:T-GSM de el κοσμου G2889:N-GSM mundo

altera die videt Iohannes Iesum venientem ad se et ait ecce agnus Dei qui tollit peccatum mundi 

KJV

The next day John seeth Jesus coming unto him, and saith, Behold the Lamb of God, which taketh away the sin of the world.

TCB

He aquí el Cordero de Dios. Jua_1:36; Gén_22:7, Gén_22:8; Éxo_12:3-13; Núm_28:3-10; Isa_53:7; Hch_8:32; 1Pe_1:19; Apo_5:6, Apo_5:8, Apo_5:12, Apo_5:13; Apo_6:1, Apo_6:16; Apo_7:9, Apo_7:10, Apo_7:14, Apo_7:17; Apo_12:11; Apo_13:8; Apo_14:1, Apo_14:4, Apo_14:10; Apo_15:3; Apo_17:14; Apo_19:7, Apo_19:9; Apo_21:9, Apo_21:14, Apo_21:22, Apo_21:23, Apo_21:27; Apo_22:1-3.

 

Que quita el pecado del mundo. Isa_53:11; Ose_14:2; Mat_20:28; Hch_13:39; 1Co_15:3; 2Co_5:21; Gál_1:4; Gál_3:13; 1Ti_2:6; Tit_2:14; Heb_1:3; Heb_2:17; Heb_9:28; 1Pe_2:24; 1Pe_3:18; 1Jn_2:2; 1Jn_3:5; 1Jn_4:10; Apo_1:5; Éxo_28:38; Lev_10:17; Lev_16:21, Lev_16:22; Núm_18:1, Núm_18:23.

 

COMENTARIOS:

ISAAC AMBROSE

“¡Oh, qué amor es este!  Su mansedumbre; en toda su pasión, no mostró la menor ira; se dejó llevar como una oveja a la carnicería, y "como un cordero delante del esquilador enmudeció, así no abrió la boca; como cordero fue llevado al matadero": un cordero va tan silenciosamente a la muerte, como si fuera al redil: y así fue Cristo a su cruz. ¡Oh mansedumbre de Cristo! Su obediencia: "Se hizo obediente hasta la muerte, la muerte de cruz". - "No buscó su propia voluntad, sino la voluntad del que lo envió". Hubo un mandamiento que el Padre impuso a Cristo desde toda la eternidad: "Oh Hijo mío, mi Hijo unigénito, debes descender y dejar el cielo, y vaciarte a ti mismo, y morir de muerte, la muerte de cruz, y sacar del infierno a los hijos caídos de Adán".

El pecado fue lo que trajo el quiebre entre Dios y el hombre: ahora Jesucristo quito con su muerte esta separación que había: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". Este fue el gran designio de la venida de Cristo, hacer la paz entre Dios y el hombre; su Padre le impuso este oficio, y Jesucristo lo asumió y lo desempeñó, y lo proclama, en primer lugar, a sus discípulos: "Paz a vosotros.”

JOHN OWEN

“Cuando el pecador deja de ser odioso hasta la muerte, también cesa el poder de Satanás. Y esto lo hace todo el que tiene fe en la muerte de Cristo: porque "no hay condenación para los que están en Cristo Jesús", Rom. 8:1; y esto porque murió por sus pecados, tomó sobre sí la muerte que les correspondía; Jesús conquistó la muerte, y, así el poder de Satanás se disuelve con ello. La primera rama de su poder maléfico consistió en traer el pecado al mundo. Esto fue destruido cuando Cristo "quita el pecado del mundo", Juan 1:29; lo cual hizo como "el Cordero de Dios", mediante el sacrificio de sí mismo en su muerte, tipificado por el cordero pascual y todos los demás sacrificios de la antigüedad.

Una vez más, el poder satánico consistió en gobernar el mundo, bajo el pecado y la muerte. De aquí fue expulsado, Juan 12:31, en la muerte de Cristo. Al competir con él por la continuidad de su soberanía, fue conquistado, el terreno en el que se encontraba, incluso la culpa del pecado, fue quitado de debajo de él y su título derrotado. Y de hecho, los creyentes son trasladados de bajo su gobierno, del poder de tinieblas, al reino de la luz y del Hijo de Dios. Tampoco satanas puede seguir haciendo uso de la muerte como penalización, y la amenaza de la maldición de la ley, para aterrorizar y atemorizar la conciencia de los hombres: porque "siendo justificados por la fe" en la muerte de Cristo, "tienen paz con Dios", ROM. 5:1.”

JOHN BUNYAN

He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Para ti, ¡Oh mi amigo, también hay esperanza! ¡No huyas! ¡La misericordia no está privada a ti! ¿Tienes hambre? ¡Ven y come gratis del pan que fue partido en nuestro lugar! ¿Tienes sed? ¡Ven y bebe libremente de la Fuente que fue abierta para saciar nuestra sed! ¿Estás sucio? ¡Oh lector, ven y lava las manchas de tu culpa y de tu pecado, en la sangre del Cordero que fue asesinado precisamente por los peores pecadores! Tú dices: “Pero yo no soy digno de ir a Cristo”; y dime, ¿quién es digno? Él se entregó exactamente por los indignos. Puedes decir: “Pero merezco la muerte”; mi amigo, Jesús murió en lugar de los que merecíamos la muerte en la cruz. Los que se salvan son peregrinos en la tierra, y el cielo, donde veremos al Cordero que fue sacrificado y donde Dios está en todo, será nuestro último hogar.

JOHN FLAVEL

He aquí el Cordero de Dios… Su designación y nombramiento a morir por nosotros; fue hecho "según el determinado consejo de Dios", Hechos 2:23. Mire, como el Cordero bajo la Ley fue separado del rebaño y apartado para sacrificio; aunque todavía vivía, sin embargo, fue dado intencional y preparativamente, y consagrado al Señor: así Jesucristo fue, por el consejo y propósito de Dios, así escogido y apartado para su servicio: y por lo tanto en Isa. 42:1 Dios lo llama su Elegido.

Cristo, entonces, es nuestro mediador entre Dios y el hombre. Y de hecho, el Padre, que era la persona agraviada, lo llamó a ser árbitro y mediador, confiando su honor en sus manos. Cristo cumple la promesa temprana de Génesis 3:15. Desde entonces, hasta su encarnación, fue un Mediador virtual y eficaz; y, por esa razón, se le llama, "el Cordero inmolado desde el principio del mundo", Apocalipsis 13:8.

Entonces Juan 1:29. "He aquí el Cordero de Dios," que quita los pecados del mundo"; no solo declarativamente, o como manifestación a la conciencia; sino en realidad, haciendo una purificación del pecado, como es en Hebreos 1:3, palabra por palabra, se está haciendo una purificación, y no sólo declarada.

Ahora, cuán grande es esta misericordia, "que por él, todos los que creen sean justificados de todas las cosas de las cuales no podrían ser justificados por la ley de Moisés", Hechos 13:39. ¿Cómo llamaremos a esta gracia? seguramente, deberíamos hacer algo más que admirarlo y desmayarnos ante la sensación de tal misericordia. "Bienaventurado aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado está cubierto", Salmo. 32: ¡Oh, la bienaventuranza o la felicidad del perdonado! ¿Quién puede expresar las misericordias, las comodidades, la felicidad de un estado como este? Cualquiera que sea la condición o queja de cualquier cristiano, la contemplación del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, puede brindarle un fuerte apoyo y un dulce alivio. ¿Se quejan de la dureza de su corazón y la falta de amor a Cristo? Míralo como ofrecido a Dios por ti; y tal espectáculo, (si alguien en el mundo lo hace) derretirá sus corazones duros.”

JONATHAN EDWARDS

“En qué aspectos se llama a Cristo el Cordero de Dios:

1.    Por la pureza e inocencia de su naturaleza.

2.    Por su mansedumbre y paciencia ante los sufrimientos.

3.    Por ser él esa expiación, que se señaló en el sacrificio de los corderos, y en particular por el cordero pascual.

Cómo y en qué sentido quita el pecado del mundo:

1.    Entregando su vida por nosotros, recibiendo y sufriendo en nuestro lugar, toda la ira divina y el castigo, condenación, y todo el peso de la Ley que nos merecíamos justamente.

2.    Él realmente quitó los pecados de los elegidos. Todos en absoluto.

Cómo debemos contemplar nuestros pecados borrados en ÉL:

1.    No con nuestros ojos corporales.

2.    Ni imaginándolo en la cruz, etc.

3.    Sino mediante una visión espiritual de su gloria y bondad, comprometiendo el alma a confiar en él y en su valiosísimo sacrificio.

Los que no crean en Cristo, el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo,  beberán del vino de la ira de Dios, que es derramado sin mezcla en la copa de su indignación; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y delante del Cordero. De modo que el alma de un hombre inicuo, al apartarse del cuerpo, se hará consciente de inmediato de que está ante un Dios infinitamente santo y terrible y su propio Juez final; y entonces verá cuán terrible Dios es, verá cuán santo Dios es, y cuán infinitamente odia el pecado.”

CHARLES SPURGEON

“A lo largo de toda su agonía en el huerto de Getsemaní, de su juicio con burlas crueles ante Herodes y Pilatos y de su pasión clavado en el madero, se limitó a esperar pacientemente en la omnipotencia divina. Ni una mirada de ira, ni un murmullo de descontento, ni un gesto de venganza, ni una palabra de reproche salió de los labios del paciente Cordero de Dios. Esperó y siguió esperando; fue paciente hasta los límites de perfección, excediendo en su paciencia a todos quienes anteriormente, y cada uno según su propia medida, habían glorificado a Dios en el horno de la aflicción. Job sentado en medio de las cenizas no iguala, ni se acerca siquiera, a Jesús clavado en la cruz. De entre todos los pacientes, el Cristo de Dios se lleva la corona imperial. Y ello debería llevarnos a reflexionar y a preguntarnos: ¿Tiene sentido que el Unigénito de Dios esperara pacientemente, y nosotros reaccionemos tan a menudo con petulancia y rebelión?

Conozco a muchas personas cuyas conciencias están realmente despiertas y se ven como pecadores ante los ojos de Dios, pero en lugar de mirar al Cordero de Dios, se miran continuamente a sí mismos. No creo que tengan ninguna confianza en su propia justicia pero temen no sentir su culpa tanto como debieran. Creen que todavía no están lo suficientemente despiertos, lo suficientemente humillados, lo suficientemente penitentes, etc., y así fijan sus ojos en sí mismos con la esperanza de obtener paz con Dios, Imagina que ayer o antes de ayer, hayas sentido mucho frío y por tanto saliste fuera de tu casa y fijaste tu mirada en el hielo y en la nieve. ¿Crees que ese cuadro te habría calentado? No, sabes que habrías sentido más frío a cada instante. Imagina que eres muy pobre y con esmero fijas tus ojos en tu bolsillo vacío. ¿Crees que eso te enriquecerá? O imagina que tuviste un accidente y que uno de tus huesos se fracturó. Si piensas seriamente en ese hueso fracturado, ¿crees que tu consideración lo enmendaría? Sin embargo, algunos pecadores parecen imaginar que la salvación viene a ellos por medio de la consideración de su condición perdida y arruinada. Mis queridos oyentes no convertidos, están perdidos lo sepan o no. Den eso por sentado. Si van a ser salvos, no se miren a sí mismos, sino miren “al cordero de Dios.”

JOSE MARIA MARTINEZ

“Ciertamente él es el Gran Sacerdote, mediador ante Dios a favor de los seres humanos, compasivo, misericordioso. Es el Cordero de Dios inmolado en la cruz para expiar el pecado del mundo. Es el Salvador que llama a los hombres al arrepentimiento y la fe y les abre el camino de la reconciliación con Dios, que es el camino de la vida. Pero también ha sido designado por Dios para juzgar al mundo con justicia (Juan 5:22; Hechos 10:42; 17:31).

La Escritura no se refiere solamente a la mansedumbre del “Cordero”, también nos previene solemnemente contra “La ira del Cordero” (Apocalipsis 6:16). Como hacía notar MacLaren, al hombre únicamente le quedan dos opciones: o adherirse a Cristo mediante la fe y ser exaltado juntamente con él en su trono (Apocalipsis 3:21) o ser destruido bajo su pie. O triunfa la gracia o se impone el juicio. Lo uno y lo otro se hacen patentes en la historia de la salvación».”

GEORGE WHITEFIELD

Mientras meditaba", dice David, "se encendió el fuego". Y mientras el creyente está meditando sobre las obras y la palabra de Dios, especialmente esa obra de obras, esa maravilla de maravillas, ese misterio de piedad, 'Dios manifestado en carne', el Cordero de Dios inmolado por los pecados del mundo, con frecuencia siente que se enciende el fuego del amor divino, de modo que se ve obligado a hablar con su lengua y a hablar de la bondad amorosa del Señor hacia su alma. Sed, pues, frecuentes en la meditación, todos los que deseen seguir y mantener un andar cercano y uniforme con el Dios Altísimo.

Deja que esto te convenza, de que todos somos criaturas caídas y de que no amamos a Dios ni a Cristo como deberíamos: porque, si admiras a Abraham ofreciendo a su Isaac, cuánto más debes ensalzar, magnificar y adorar el amor de Dios, que tanto amó al mundo como para dar a su Hijo unigénito Jesucristo nuestro Señor, "para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Abraham era la criatura de Dios (y Dios era el amigo de Abraham) y, por lo tanto, tenía la obligación más alta de entregar a su Isaac. Pero, ¡oh maravilloso amor! Mientras éramos sus enemigos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para que se hiciera maldición por nosotros. ¡Oh, la libertad, así como la infinitud, del amor de Dios nuestro Padre! Es inescrutable: estoy perdido en contemplarlo; es inolvidable.

Piensen, oh creyentes, piensen en el amor de Dios, al dar a Jesucristo como propiciación por nuestros pecados. Y cuando oigan cómo Abraham construyó un altar, puso la leña en orden, ató a su hijo Isaac y lo puso en el altar sobre la leña; piensa en cómo vuestro Padre celestial ató a Jesucristo, su único Hijo, y lo ofreció sobre el altar de su justicia, y cargó sobre él las iniquidades de todos nosotros. Cuando lees que Abraham extendió su mano para matar a su hijo, piensa, oh, piensa, cómo Dios realmente permitió que su Hijo fuera asesinado, para que pudiéramos vivir para siempre.

¿Lees acerca de Isaac cargando la madera sobre sus hombros, sobre la cual iba a ser ofrecido? Deje que esto lo lleve al monte Calvario (este mismo monte de Moriah donde Isaac fue ofrecido, como algunos piensan) y observe al antitipo Jesucristo, el Hijo de Dios, cargando y listo para hundirse bajo el peso de esa cruz, en que iba a colgar por nosotros. ¿Admiras que Isaac consintió tan libremente en morir, aunque era una criatura, y por lo tanto se vio obligado a ir cuando Dios le llamó? Oh, no te olvides de admirar infinitamente más al amado Señor Jesús, esa simiente prometida, quien voluntariamente dijo: "He aquí yo vengo", aunque sin ninguna obligación de hacerlo, "sino a hacer la voluntad del Padre", y a obedecer y morir por los hombres, "¡Oh Dios!" ¿Lloraste hace un momento, cuando te dije que te imagines que el altar, la leña puesta en orden e Isaac atado sobre el altar? Mira por la fe, mira al bendito Jesús, nuestro glorioso Emmanuel, no atado, sino clavado en un árbol maldito: mira cómo cuelga coronado de espinas, y burlado por todos los que le rodean: mira cómo las espinas perforan él, y cómo la sangre en corrientes purpúreas se escurre por su sagrado cuerpo. ¡Escuchen cómo gime el Dios de la naturaleza! ¡Mira cómo inclina la cabeza, y finalmente la humanidad abandona el espiritu! Isaac se salva, pero Jesús, el Dios de Isaac, muere; Se ofrece un carnero en la habitación de Isaac, pero Jesús no tiene sustituto; Jesús debe sangrar, Jesús debe morir; Dios el Padre se proveyó este Cordero desde toda la eternidad. Debe ser ofrecido a tiempo, o el hombre debe ser condenado para siempre.”

WARREN WIERSBE

“Este es el segundo día de la semana que registró el apóstol Juan, y sin duda algunos de los miembros del mismo comité estuvieron presentes para oír el mensaje de Juan el Bautista. Esta vez él llamó a Jesús "el Cordero de Dios", título que repetiría al día siguiente (Juan 1:35,36). En cierto sentido el mensaje de la Biblia se puede resumir en este título. La pregunta en el Antiguo Testamento fue: "¿Dónde está el cordero?" (Génesis 22:7). En los cuatro Evangelios el énfasis es "He aquí el Cordero de Dios". ¡Aquí está! Después de haber confiado en él cantarás con el coro celestial: "¡Digno es el Cordero!" (Apocalipsis 5:12).

El pueblo de Israel estaba familiarizado con los corderos para los sacrificios. En la Pascua cada familia debía tener un cordero, y durante el año se sacrificaban dos corderos cada día en el altar del templo, además de todos los otros corderos traídos para sacrificios personales.

Esos corderos fueron traídos por hombres a los hombres, pero aquí estaba el Cordero de Dios, ¡dado por Dios a los hombres! Los primeros no podían quitar el pecado, pero el Cordero de Dios sí puede quitar el pecado. Los primeros eran sólo para Israel, pero este Cordero derramaría su sangre ¡por todo el mundo!.”

SAN JUAN CRISOSTOMO

“Quien es tan puro que puede incluso purificar a los demás limpiándolos de sus pecados, evidentemente no se acerca al Bautista para confesar sus pecados, sino para prestar a tan admirable precursor una nueva ocasión de grabar en la mente de sus oyentes las palabras que ya había dicho y para añadir, además, otras enseñanzas. La expresión «he ahí» revela cómo eran muchos los que aguardaban su llegada con un intenso deseo, acrecentado también por cuantas cosas se venían diciendo de Él desde hacía mucho tiempo.

Lo llama «cordero» para evocar en la mente de sus oyentes las palabras del profeta Isaías y las prefiguraciones de la época de Moisés y para, mediante un símbolo alegórico, más fácilmente conducirlos hasta la verdad. Bien es verdad, sin embargo, que el antiguo cordero no cargó con los pecados de nadie, mientras que éste llevó sobre sí los pecados de todo el mundo. Él enseguida sustrajo a la ira de Dios al mundo entero, amenazado de ruina. Era de El de quien decía: el que viene detrás de mí me precede en realidad.”

GARY BURGE

“A Jesús se le identifica como «¡… el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (v. 29). En general, todos los intérpretes consideran difícil de entender la expresión «Cordero de Dios», que, aunque muy común en el vocabulario cristiano, no aparece en ningún otro pasaje del Nuevo Testamento excepto aquí y en 1:36. El quid es comprender lo que significa «Cordero» (amnos en griego). Algunos proponen que este término se refiere al sacrificio de la Pascua, que podría ser un cordero (aunque no necesariamente). Sin embargo, en el judaísmo de habla griega, a este animal no se le llama amnos, sino pascha. Puesto que Juan está profundamente interesado en ver a Jesús como una víctima pascual (ver 19:31–36), no sería anormal que utilizara este concepto y lenguaje para aludir a Jesús.

Otras sugerencias apuntan al cordero expiatorio de Isaías 53:7 o incluso al cordero de Génesis 22:8 (que se le dio a Abraham para que lo sacrificara en lugar de Isaac). Es posible que Juan tuviera en mente al triunfante Cordero escatológico de Apocalipsis 5. Otra posibilidad es que Juan esté pensando en los sacrificios diarios del templo, en los que se ofrecía un cordero por la mañana y otro por la tarde (Éx 29:38–46). Pero esto es incierto. Está al menos claro que, para el judío palestino, todos los sacrificios de corderos eran recuerdos de liberación (especialmente la liberación de Isaac), del perdón de los pecados y de la salvación mesiánica. No sería imposible que, en este contexto, Juan tuviera en mente al cordero de la Pascua.”

RAYMOND BROWN

“Jesús es el Cordero pascual de la Pascua cristiana, el cual con su muerte (acaecida en el mismo momento en que los corderos pascuales eran sacrificados en el Templo) liberó al mundo del pecado, al igual que la sangre del cordero pascual originario liberó a Israel del ángel destructor. Y, en segundo lugar, Jesús es el siervo de Dios descrito por Isaías como aquel que es conducido, sin quejarse, como un cordero ante los trasquiladores, un varón de dolores que «cargó con los pecados de muchos e intercedió por los transgresores».”

A.W PINK

He aquí el cordero de Dios: "debe notarse cuidadosamente la conexión en la que se encuentran estas palabras. Fue el día siguiente al encuentro entre Juan y la delegación de Jerusalén, una reunión que evidentemente ocurrió en presencia de otros también, porque Juan continúa "este es de quien dije, después de mí viene un hombre que es preferido antes que yo", que es una referencia palabra por palabra a lo que les había dicho a los que lo habían interrogado el día anterior.

Los fariseos buscaban un "profeta" y deseaban un "rey" que los librara del yugo romano, pero no tenían anhelos de un sacerdote salvador. Las preguntas que se le hicieron a Juan traicionaron el corazón de quienes las formularon. Parecían tener dudas sobre si el Bautista era o no el Mesías prometido durante mucho tiempo, así que le preguntaron: "¿Eres tú Elías? ¿Eres tú ese profeta?" Pero, tenga en cuenta, no se preguntó si él era el que debía librarlos "de la ira venidera". Naturalmente, uno hubiera esperado que estos sacerdotes y levitas hubieran preguntado sobre el sacrificio, pero no; ¡aparentemente no tenían sentido del pecado!

Fue en estas circunstancias que el precursor de Cristo lo anunció como "el cordero de Dios", no como "la palabra de Dios", no como "el Cristo de Dios", sino como EL CORDERO. Era el Espíritu de Dios que presentaba al Señor Jesús a Israel en el mismo oficio y carácter en el que lo necesitaban más profundamente. Le hubieran dado la bienvenida en el trono, pero primero deben aceptarlo en el altar. ¿Y es diferente hoy? Se tolerará a Cristo como Elías, un reformador social; y Cristo como profeta, como maestro de ética, y recibirá respeto. Pero lo que el mundo necesita ante todo es el Cristo de la Cruz, donde el Cordero de Dios se ofreció a sí mismo como sacrificio por el pecado.

"He aquí el cordero de Dios". ¿Cuáles son los pensamientos que sugiere este título? Señala sus perfecciones morales, su impecabilidad, porque Él era el "cordero sin defecto y sin mancha" (1 P. 1:19). Habla de su mansedumbre, de su ofrecimiento voluntario a Dios por nosotros. Fue "llevado" (no conducido) como "cordero al matadero" (Hechos 8:32, RV). Pero, más especialmente, y particularmente, este título de nuestro Señor habla de sacrificio. Él era "el cordero de Dios que quita el pecado del mundo", y esto sólo puede ser por la muerte, porque "sin derramamiento de sangre no hay remisión." Solo había una manera por la cual se podía quitar el pecado, y era mediante la muerte. "Pecado" aquí significa culpa (condenación) como en Hebreos 9:26; y "el mundo" se refiere al mundo de los creyentes, porque sólo aquellos que están en Cristo para quienes ahora "no hay condenación" (Rom. 8: 1); es el mundo de los creyentes, en contraste con "el mundo de los impíos" (2 P. 2: 5).”

JOHN WESLEY

“He aquí el Cordero, Inocente; para ser ofrecido; profetizado por Isaías, Isaías 53:7, tipificado por el cordero pascual, y por el sacrificio diario: El Cordero de Dios - A quien Dios dio, aprueba, acepta; quien quita, y expía, todos los pecados: del mundo - de toda la humanidad. El pecado y el mundo son de igual extensión.”

DAVID GUZIK

“Según la mayoría de las estimaciones, esto fue después de que Juan bautizara a Jesús después de los 40 días de tentación en el desierto. Jesús regresó a ver a Juan en su labor de bautismo.

A. “Probablemente habían transcurrido algunas semanas desde que Jesús recibió el bautismo a manos de Juan; él había estado lejos desde entonces, pero ahora estaba de regreso, y Juan atrae la atención de la multitud hacia él.” (Bruce)

B. “Desde entonces el versículo 29 debe ser entendido como que sucedió después del bautismo, por lo que debió haber sucedido después de la tentación también. Y en este supuesto no hay la más mínima dificultad.” (Alford).

Juan no presentó a Jesús como un gran ejemplo moral ni como un gran maestro de santidad y amor. Él proclamó a Jesús como el sacrificio por el pecado. No fue “He aquí el gran ejemplo” ni “He aquí el gran maestro” – fue he aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

El Cordero de Dios: Juan usó la imagen del cordero de sacrificio, representada muchas veces en el Antiguo Testamento. Jesús es el cumplimiento perfecto de cada vez que esa imagen fue mostrada.

· Él es el cordero inmolado antes de la fundación del mundo.

· Él es el animal sacrificado en el Jardín de Edén para cubrir la desnudes de los primeros pecadores.

· Él es el cordero que el mismo Dios le proveería a Abraham como sustituto de Isaac.

· Él es el cordero de Pascua para Israel.

· Él es el cordero para el sacrificio por la culpa en los sacrificios levíticos.

· Él es el cordero que sacrificará Isaías, listo para ser esquilado.

· Cada uno de estos corderos cumplió su rol en la muerte; esto fue un anuncio de que Jesús había de morir, y como sacrificio por el pecado del mundo.”

LUIS PALAU

“¿Qué hizo Jesús como Cordero de Dios? ¿Cuál fue su trabajo, su objetivo y el resultado de su obra? Quitó el pecado del mundo. Esto implica que lo llevó sobre sí y lo alejó de nosotros. Dice David: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Sal. 103:12), e Isaías agrega: “Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados” (44:22). Las deshizo de la misma manera que cuando vemos niebla sobre el río, o nubes sobre una montaña, y de pronto las nubes desaparecen con rapidez y parecen deshacerse. No sólo eso, sino que además se nos asegura que los pecados han sido olvidados para siempre y echados al fondo del mar (Mi. 7:19).

El versículo que estamos considerando habla del pecado (singular) del mundo, no de los pecados (plural). ¿Por qué en singular? Porque hay un pecado que es el mayor (los demás son plurales), el pecado de vivir sin Dios, egocéntricamente, ignorando al Creador como si no existiera. Este pecado es raíz de todos los otros, y ya lo hemos cometido por el solo hecho de ser humanos.

El pecado que quita este Cordero es el pecado del mundo, de todos y de cada uno. No hay hombre ni mujer que pueda declarar que para él (o ella) no hay esperanza. Es como si cuando dice MUNDO cada nombre estuviera escrito.

El sacrificio de este cordero es la única obra que tiene méritos. Todo otro sacrificio o intento de salvación es ineficaz y carece de valor (1 P. 3:18).”

 

LOS SIETE NOMBRES ASOMBROSOS DE JESÚS (LUIS PALAU)

1

Cordero de Dios (1:29).

 

Este título indica la obra que Cristo hizo en la cruz, cuando llevó en sí mismo el pecado del mundo; cuando Dios lo abandonó y Jesús exclamó: “Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Este nombre deja en claro que Jesús llevó sobre sí nuestro pecado (Is. 53:11–12).

 

2

Hijo de Dios (1:34, 49).

 

Este título primero es utilizado por Juan el Bautista y luego por Natanael. Señala la deidad de Jesús. Era hombre, pero además era el Hijo de Dios, el único que puede hacernos conocer a su Padre. Hijo de Dios es el título más honroso porque habla de su carácter íntimo.

 

3

Rabí (1:38b).

 

Rabí significa maestro, e indica que Jesús es el Maestro por excelencia. Es un título que a veces olvidamos. Es triste pensar que muchos escuchan la voz del psicólogo, del sociólogo, del profesor, del científico y se olvidan o tienen en menos al Maestro de maestros, el Rabí, el único y verdadero Maestro.

 

Sólo podemos oír las enseñanzas del gran Rabí leyendo la Biblia, meditando en su Palabra, orando en el espíritu. No nos dejemos llevar por otros maestros, a menos que las enseñanzas de éstos sean exactas y estén basadas en la Biblia. Sólo Jesús es maestro y podrá enseñarnos cosas maravillosas (Mt. 23:8, 10; Mr. 1:22; 12:14; Jn. 8:28; Jn. 13:13).

 

4

Mesías (1:41).

 

La traducción de esta palabra es Cristo, “ungido de Dios”. El pueblo de Israel siempre hablaba del Mesías, quien además sería el Hijo de Dios. Ese Mesías lo liberaría de la opresión de sus enemigos. A los pocos días de su nacimiento, Jesús fue llevado al templo, y allí estaban los ancianos Ana y Simeón. Este tomó en sus brazos al niño y exclamó: “Ahora Señor tu siervo puede partir en paz, porque mis ojos han visto a tu Ungido, Jesús nuestro Señor y Salvador” (Ver Lc. 2:29–32).

 

5

Jesús (1:45)

 

Este es el nombre personal de nuestro Señor. Cuando el ángel apareció a José, le dijo acerca de María: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt. 1:21). Este nombre no fue idea de hombre alguno sino que fue manifestado desde el cielo; y corresponde tanto al período de humillación de nuestro Señor (Fil. 2:6–8) como también al de su gloriosa exaltación (Hch. 2:36; Fil. 2:9–11).

 

El nombre Jesús revela su carácter de perfecto Salvador, “porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4:12).

 

6

Rey de Israel (1:49).

 

Jesucristo es el Rey de Israel aunque el pueblo de Israel todavía no quiera reconocerlo como tal. La Biblia enseña que Jesús volverá a la tierra para reinar sobre Israel, y asegura que él cumplirá sus promesas (Jos. 21:45). Los planes de Jesucristo nunca son ni serán frustrados por la debilidad humana, y aunque hoy pareciera que el pueblo israelita rechaza a Cristo, un día él será ese rey.

 

7

Hijo del Hombre (1:51).

 

Este título lo utiliza Cristo con respecto a sí mismo, y denota su participación en la naturaleza humana, sin excluir la divina (3:13, 14; 5:27; 6:27). Aunque Jesús era Dios, se hizo verdaderamente hombre.

 

 

JUAN CALVINO

Al día siguiente. No cabe duda de que Juan ya había hablado de la manifestación del Mesías; pero cuando Cristo comenzó a aparecer, deseaba que su anuncio de él se hiciera conocido rápidamente, y ahora estaba cerca el tiempo en que Cristo pondría fin al ministerio de Juan, ya que, cuando sale el sol, el amanecer desaparece repentinamente. Después de haber testificado a los sacerdotes que le fueron enviados, que aquel de quien debían buscar la verdad y el poder del bautismo ya estaba presente, y conversaba en medio del pueblo, al día siguiente lo señaló a la vista de todos. Pues estos dos actos, que se suceden en estrecha sucesión, deben haber afectado poderosamente sus mentes.

He aquí el Cordero de Dios. El oficio principal de Cristo se declara breve pero claramente; que quita los pecados del mundo mediante el sacrificio de su muerte, y reconcilia a los hombres con Dios. Ciertamente, hay otros favores que Cristo nos concede, pero este es el favor principal, y el resto depende de él; que, al apaciguar la ira de Dios, nos hace contados como santos y justos. Porque de esta fuente fluyen todas las corrientes de bendiciones, que, al llevar Jesús nuestros pecados, nos otorga gracia. Por tanto, Juan, para conducirnos a Cristo, comienza con el perdón gratuito de los pecados que obtenemos por él.

Con la palabra Cordero alude a los antiguos sacrificios de la Ley. Tenía que ver con los judíos que, habiendo estado acostumbrados a los sacrificios, no podían ser instruidos sobre la expiación de los pecados de otra manera que ofreciéndoles un sacrificio. Como había varios tipos de ellos, hace que uno, mediante una figura retórica, represente el todo; y es probable que Juan aludiera al cordero pascual. Debe observarse, en general, que Juan empleó este modo de expresión, que se adaptaba mejor a la instrucción de los judíos y poseía mayor fuerza; como en nuestros días, como consecuencia de la práctica generalizada del bautismo, entendemos mejor lo que significa obtener el perdón de los pecados por medio de la sangre de Cristo, cuando se nos dice que somos lavados y purificados por él de nuestras contaminaciones.

Al mismo tiempo, como los judíos solían tener nociones supersticiosas sobre los sacrificios, él corrige esta falta, recordándoles el objeto al que se dirigían todos los sacrificios. Fue un abuso muy perverso de la institución del sacrificio, que tuvieran su confianza fija en las señales externas; y por tanto Juan, sosteniendo a Cristo, testifica que él es el Cordero de Dios; con lo cual quiere decir que todos los sacrificios que los judíos estaban acostumbrados a ofrecer bajo la Ley, no tenían poder alguno para expiar los pecados, sino que eran sólo figuras, cuya verdad se manifestó en Cristo mismo.

Quien quita el pecado del mundo. Usa la palabra pecado en singular, para cualquier tipo de iniquidad; como si dijera que toda clase de injusticia que aleja a los hombres de Dios es quitada por Cristo. Y cuando dice, el pecado del mundo, extiende este favor indiscriminadamente a toda la raza humana; para que los judíos no pensaran que les habían enviado solo. Pero de ahí inferimos que el mundo entero está involucrado en la misma condena; y que como todos los hombres sin excepción son culpables de iniquidad ante Dios, necesitan reconciliarse con él. Por lo tanto, Juan el Bautista, al hablar en general del pecado del mundo, tenía la intención de inculcarnos la convicción de nuestra propia miseria y exhortarnos a buscar el remedio. Ahora nuestro deber es abrazar el beneficio que se ofrece a todos, para que cada uno de nosotros esté convencido de que nada le impide obtener la reconciliación en Cristo, siempre que acuda a él guiado por la fe.”

JOHN MACARTHUR

“La frase el siguiente día presenta una sucesión de días que continúa en los vv. 35, 43 y 2:1. Al parecer, los acontecimientos que van desde la entrevista de Juan con la delegación de Jerusalén (vv. 19-28) hasta el milagro de Caná (2:1-11), ocurrieron en una semana. Un día después de haber hablado con la delegación, vio Juan a Jesús que venía a él. Juan, fiel a su deber como heraldo y definiendo un momento redentor trascendente, llamó de inmediato la atención de la multitud cuando dijo: “He aquí el Cordero de Dios”. Ese título, usado solamente en los escritos de Juan (cp. v. 36; Ap. 5:6; 6:9; 7:10, 17; 14:4, 10; 15:3; 17:14; 19:9; 21:22-23; 22:1, 3) es el primero en una cadena de títulos dados a Jesús en los versículos restantes de este capítulo; los otros incluyen Rabí (vv. 38, 49), Mesías (v. 41), Hijo de Dios (vv. 34, 49), Rey de Israel (v. 49), Hijo del Hombre (v. 51) y “aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas…: Jesús, el hijo de José, de Nazaret” (v. 45). Esa no fue una suposición por parte de Juan, fue una revelación absolutamente verdadera de Dios, como lo probaron la vida, muerte y resurrección de Jesús.

El título Cordero de Dios anticipa el sacrificio supremo de Jesús en la cruz por el pecado del mundo. Con esta declaración breve el profeta Juan deja claro que el Mesías había venido a lidiar con el pecado. El Antiguo Testamento está lleno con la realidad de que el problema es el pecado y reside en el mismo corazón de cada persona (Jer. 17:9). Todos los hombres, aun quienes recibieron la revelación de Dios en las Escrituras (los judíos), eran pecadores e incapaces de cambiar el futuro o el presente, o de pagar por los pecados del pasado. La conocida acusación de Pablo sobre la naturaleza pecaminosa humana (Ro. 3:11-12) se hace con base en la revelación del Antiguo Testamento.

Como se indicó, kosmos (mundo) tiene varios significados en el Nuevo Testamento. Aquí se refiere a la humanidad en general, a todas las personas sin distinción, trasciende los límites étnicos, raciales y nacionales. El uso de término singular pecado con el sustantivo colectivo mundo revela que así como el pecado es universal, así también el sacrificio de Jesús es suficiente para todas las personas sin distinción (cp. 1 Jn. 2:2).

Pero aunque el sacrificio de su muerte es suficiente para los pecados de todos (cp. 3:16; 4:42; 6:51; 1 Ti. 2:6; He. 2:9; 1 Jn. 4:14), es eficaz solo para quienes creen en Él para salvación (3:15-16, 18, 36; 5:24; 6:40; 11:25-26; 20:31; Lc. 8:12; Hch. 10:43; 13:39; 16:31; Ro. 1:16; 3:21-24; 4:3-5; 10:9-10; 1 Co. 1:21; Gá. 3:6-9, 22; Ef. 1:13; 1 Jn. 5:1; 10-13). Este versículo no enseña el universalismo, la falsa doctrina según la cual todos serán salvos, cuya falsedad es obvia porque la Biblia enseña que la mayoría de las personas sufrirá el castigo eterno en el infierno (Mt. 25:41, 46; 2 Ts. 1:9; Ap. 14:9- 11; 20:11-15; cp. Ez. 18:4, 20; Mt. 7:13-14; Lc. 13:23-24; Jn. 8:24) y solo se salvarán unos pocos.”

COMENTARIO TEMATICO VINE

“El carácter de la vida de Jesús en la tierra mostró que estaba perfectamente cualificado para acometer la obra de la gracia redentora en el sacrificio expiatorio en la cruz. Somos redimidos «con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación» (1 P 1.19). «Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él» (2 Co 5.21).

La declaración de Juan el Bautista: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo», quiere decir que trató allí de tal manera con el pecado que ahora todos los que se someten a los términos de Dios pueden ser libres de la culpa, y que de ahí en adelante en los nuevos cielos y nueva tierra no habrá ni rastro de pecado. Cristo se manifestó «por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado» (Heb 9.26). Debemos en tales versículos distinguir entre pecado y pecados (1 Co 15.3). Cristo murió por nuestros pecados, sufrió por los pecados (1 P 3.18). La provisión es universal; la aplicación es buena solo en el caso de los que reciben a Cristo por fe, sobre la base de su obra concluida en la cruz.”

ALEXANDER MACLAREN

“Nuestro Señor, al regresar de su tentación en el desierto, fue directamente a Juan el Bautista. Fue recibido con estas palabras maravillosas y entusiastas, cuya familiaridad ha amortiguado nuestro sentido de su grandeza. ¡Qué audaces les parecerían a algunos de sus primeros oyentes! Piense en estos dos, uno de ellos un joven carpintero galileo, a quien su compañero testifica y declara que Él tiene una importancia mundial e infinita. Fue la primera designación pública de Jesucristo, y destaca un aspecto de su obra de manera exclusiva. Juan el Bautista, resumiendo toda la revelación anterior que se concentraba en Él, señaló a Jesús con el dedo indicativo y dijo: "¡Ese es Él Cordero de Dios que quita el pecado del mundo."

Juan no dice 'los pecados', él dice, 'el pecado del mundo', como si toda la masa de la transgresión humana estuviera unida, en un paquete negro y terrible, y puesta sobre los hombros incansables de este mejor Atlas que puede soportarlo todo, y aguantar todo  y mucho más. Tu pecado, el mío y el de todos, todos fueron puestos sobre Jesucristo. Ahora recuerden, queridos hermanos, que en esta maravillosa representación se encuentran, claras y distintas, dos cosas que para mí, y ruego que sean para ustedes, son el fundamento mismo del Evangelio en el que debemos confiar.

Una es que en Cristo Jesús, en Su vida y en Su muerte, se depositaron la culpa y las consecuencias del pecado de un mundo. No pretendo estar dispuesto a dar una explicación de cómo es eso posible. Se han inventado múltiples teorías para aclararlo. No sé si alguno de los autores de dichas teorias se ha hundido en el abismo. Pero Cristo, no sólo por simpatía entró allí, por la humanidad y por todos los hombres, ya que sobre él recayó la iniquidad de todos nosotros.

¡Oh, hermanos! ¿Cuál fue el significado de 'Tengo un bautismo con el que ser bautizado' (Mateo 20:22), a menos que las frías aguas del diluvio en el que Él entró sin vacilar y permitió que fluyeran sobre Él, fueran producto de la acumulación de los pecados de todo el mundo? ¿Cuál fue el significado de la agonía en Getsemaní? ¿Cuál fue el significado de la palabra más espantosa jamás pronunciada por labios humanos: '¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?' ¿A menos que el Inculpable fuera cargado con los pecados del mundo?

Puedes hacer tuyo a Cristo y tener todo lo que Él ha hecho por el mundo como posesión tuya, y puedes experimentar en tu propio corazón el sentido de perdón y liberación del poder y la culpa de tu propio pecado, con la simple condición de mirar a Jesús. La serpiente es levantada sobre el asta, el campamento moribundo no puede llegar a ella, pero los ojos del hombre en su último suspiro pueden volverse hacia la imagen reluciente que cuelga en lo alto; y mientras mira, la salud comienza a hormiguear de nuevo en sus venas, y se cura. Así, amados hermanos, actúa Jesús; porque a menos que tengamos fe en Él, aunque Él haya llevado el pecado del mundo, nuestro pecado no estará clavado en la cruz, sino que permanecerá en nuestra espalda para aplastarnos. "¡Oh Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de mí!.”

CHARLES SIMEON

"Él es el Cordero inmolado desde la fundación del mundo [Apocalipsis 13:8]". Tampoco es el pecado de una sola nación lo que él quita, sino el pecado de todo el mundo [1Jn 2:2]. Él era eminentemente el Cordero de Dios, habiendo sido elegido para ese oficio por Dios, y siendo aceptado por él en nuestro nombre en el desempeño del mismo: Él era “una ofrenda y un sacrificio a Dios en olor fragante” [Efesios 5:2.]  

Que el pecador descuidado y reincidente lo “mire”. Es demasiado evidente que ellos, que viven en el abandono de Dios y de sus propias almas, saben poco de la maldad y la malignidad del pecado. Pero que tales personas vean al Hijo de Dios dejar el seno de su Padre y asumir nuestra naturaleza para expiar el pecado: que vayan a Getsemaní y lo vean bañado en un sudor de sangre por las agonías de su alma: que lo sigan hasta Calvario, y escúcharlo llorar en las profundidades del abandono: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?" Que lo vean morir bajo la maldición y condenación de la ley; y luego juzguen si el pecado es un mal tan leve y ligero como ellos imaginan.

Que piensen ellos mismos, "Si tales cosas se hicieran en el árbol verde, ¿qué se hará en el seco?" [Lucas 23:31] Contemplen a aquel a quien traspasaron, sí, a quien crucifican cada día de nuevo, y lloren [Zacarías 12:10]. Hágales saber que lo que él sufrió fue por ellos; y que, si tan sólo están dispuestos a humillarse por sus iniquidades, los beneficios de su muerte se extenderán a ellos. ¡Ojalá todos pudiéramos contemplarlo de tal manera que podamos experimentar la eficacia de su sangre en la eliminación de nuestros pecados!.”

JOHN GILL

“Cristo no fue para ser bautizado, porque ya había sido bautizado por Juan antes. Esto parece haber sido después de que Cristo estuvo cuarenta días en el desierto, de donde ahora regresó y vino para asistir al ministerio de Juan; tanto para honrarlo como para que él lo manifieste; y este fue el día después de que Juan dio tal testimonio acerca de él, a los sacerdotes y levitas; y que Cristo, el Dios omnisciente, conocía muy bien, y por lo tanto vino en este tiempo, cuando la mente del pueblo estaba preparada por el testimonio de Juan, para esperarlo y recibirlo: una parte de la obra de Elías, que los judíos asignan a él, y el momento preciso en que lo hizo, están exactamente de acuerdo con este relato de Juan el Bautista; dicen, que el trabajo de Elías es llevarles (a los israelitas) las buenas nuevas de la venida del Redentor; y esto será, lietralmente cumplido, un día, antes de la segunda venida del Mesías; y esto es lo que está escrito: He aquí, os enviaré al profeta Elías, antes de la venida del día grande y terrible del Señor. (Malaquías 4: 5).

La frase quita el pecado significa que lo tomó Cristo; lo asumió voluntariamente y se hizo responsable de ello ante la justicia divina; y también asumió llevarlo, y tomarlo sobre sí mismo, llevandolo en su propio cuerpo en el madero. Lo llevó, como lo hacía el chivo expiatorio bajo la ley; y así también lo quitó completamente: porque Cristo lo ha llevado tan lejos como está el oriente del occidente, y fuera de la vista, para que nunca más se le vea; lo ha destruido, abolido y puesto fin por completo: y esto se expresa en tiempo presente, quita: para denotar la virtud continua del sacrificio de Cristo para quitar el pecado, y la eficacia constante de su sangre para limpiar diariamente las conciencias de su pueblo.”

GRANT OSBORNE

“En el versículo 29, Juan ve a Jesús “que se acercaba a él” y el lenguaje representa esto como los primeros pasos en el ministerio público de Jesús. Su encarnación en 1:9, 14 (“venía a este mundo”) pasa a su segunda fase con su “venida” al comienzo de su ministerio. El testimonio de Juan es crucial para la teología de su evangelio: “¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!

Hay tres opciones para entender la metáfora detrás de esta afirmación: (1) El Cordero apocalíptico que triunfará sobre el mal y aplastar los pecados del mundo por la fuerza; (2) el Siervo sufriente de Yahweh de Isaías 53 (la palabra aramea para “sirviente” también puede significar “cordero”); (3) un cordero sacrificado, posiblemente basándose en las imágenes del cordero de la pascua, el chivo expiatorio, o el cordero de los sacrificios diarios, pero todo centrado en el elemento sacrificial.

Mientras que el siervo sufriente podría ser parte de esto (ver el paralelo en Is 53:7 y la imagen en Jn 1:34 a continuación), el motivo principal es la metáfora del cordero. El argumento principal para el Cordero apocalíptico está Mateo 11:2–19, en el cual Juan envía desde la prisión a preguntar si Jesús es “el que había de venir”. Esto podría tomarse en el sentido de que Juan el Bautista tenía serias dudas sobre el ministerio sacrificial mesiánico

de Jesús, lo que favorecería la opción apocalíptica. Sin embargo, estas son las dudas posteriores del bautista y podrían ser el tipo de incertidumbre temporal que todos pasamos de vez en cuando. En general, la visión sacrificial es perfectamente viable a la luz de la predicación general del Bautista sobre el pecado y el arrepentimiento. No hay énfasis en este evangelio sobre la conquista de los enemigos de Dios y la destrucción del pecado en esa manera. La muerte sacrificial de Jesús “quitando” el pecado al proporcionar el perdón es una imagen mucho más apta que la apocalíptica donde el pecado es aniquilado. Entonces veo una combinación de los dos últimos puntos de vista: Jesús el Siervo Sufriente, es el sacrificio expiatorio que quita los pecados.”

J.C RYLE

“[Vio Juan a Jesús que venía a él]. Estas palabras parecen demostrar que Jesús no estaba presente el día anterior durante la conversación con los sacerdotes y los levitas, y que las palabras de Juan —“en medio de vosotros está uno”— no se pueden entender literalmente.

Parece probable, como observamos anteriormente, que nuestro Señor regresó con Juan tras ser tentado en el desierto. El Espíritu le llevó al desierto inmediatamente después de su bautismo (cf. Marcos 1:12) y fue tras su regreso, cuarenta días después, cuando Juan el Bautista le volvió a ver.

[Y dijo: He aquí]. Parece que esta fue una manifestación pública y para todos hecha por Juan a sus discípulos y a la multitud que le rodeaba: “He aquí el Cordero de Dios, el Mesías de quien os he estado predicando y a quien os he dicho que creáis; es la persona que viene hacia nosotros”.

[El Cordero de Dios]. No es razonable poner en duda que Juan le otorgara este nombre a nuestro Señor porque Él era el verdadero sacrificio por el pecado, el verdadero antitipo del cordero pascual y el cordero profetizado por Isaías (cf. Isaías 53:7). La idea de que solo se refiere a la mansedumbre y la calma del carácter personal de nuestro Señor es completamente insatisfactoria. Está describiendo el carácter oficial de nuestro Señor como la gran propiciación por el pecado.

La expresión “cordero de Dios”, según algunos, significa “aquel Cordero, eminente, grande, divino y más excelente”. Es un famoso hebraísmo que describe algo muy grande como una cosa “de Dios”. Leemos, pues, acerca de “los truenos de Dios” y el “temblor de Dios” (Éxodo 9:28; 1 Samuel 14:15, LBLA, al margen). Según otros, hace referencia al Cordero que Dios ha provisto para toda la eternidad y que Dios ha pactado y prometido enviar al mundo para que sea sacrificado por los pecadores. Ambas opiniones concuerdan con una buena doctrina, pero la segunda parece preferible.

Bengel cree que Juan llamó a nuestro Señor “Cordero de Dios” haciendo una referencia especial a la Pascua que estaba cerca (Juan 2:13). También ve un paralelismo entre la expresión “Cordero de Dios” y la frase “sacrificios de Dios” (Salmo 51:17), que significa “el Sacrificio que Dios reconoce como agradable a Él”.

Chemnitio cree, además de las otras razones por que Juan llama a nuestro Señor “el Cordero”, que deseaba mostrar que el Reino de Cristo no era político. No era ni el carnero ni el macho cabrío descritos en Daniel (cf. Daniel 8:20).

[Que quita]. La palabra griega así traducida la tenemos en otras versiones como “que lleva”. Ambas ideas están incluidas. Significa “que quita por medio de su muerte expiatoria”. El Cordero de Dios “lleva” el pecado del mundo colocándolo sobre sí mismo. Permitió que nuestra culpa fuera cargada y llevada sobre Él, como se hacía con el macho cabrío, de manera que no quedara nada. Es una de las múltiples expresiones que describen la gran verdad escrituraria de que la muerte de Cristo fue un sacrificio vicario por el pecado. Se convirtió en nuestro sustituto. Llevó sobre sí nuestro pecado. Fue hecho pecado por nosotros. Nuestros pecados le fueron imputados a Él. Fue hecho maldición por nosotros.

La palabra aquí traducida por “quita” se encuentra al menos 100 veces en el Nuevo Testamento traducida de diversas maneras. Todas ellas señalan la misma idea del texto que tenemos delante: una completa expiación por el pecado.

El uso del tiempo presente —“quita”— es comentado por todos los mejores comentaristas, antiguos y modernos. Pretende mostrar lo completa que es la satisfacción de la deuda por el pecado llevada a cabo por Cristo, y la aplicación continua de su sacrificio único. Siempre está quitando el pecado. Rollock observa lo siguiente: “La influencia del sacrificio de Cristo es perpetua y su sangre nunca se agota”.

[El pecado]. Notemos que aquí se emplea el singular. Es “el pecado”, no “los pecados”. Me parece que la expresión tiene el propósito de mostrar que lo que Cristo quitó y llevó en la Cruz no fue solo el pecado de ciertas personas, sino toda la masa acumulada de todos los pecados de todos los hijos de Adán. Llevó el peso de todos e hizo expiación suficiente para la satisfacción de la deuda total.

La idea propuesta por algunos de que “el pecado” que aquí se dice que Cristo quita es solo el pecado original del hombre y que, para los pecados actuales del hombre, cada uno debe ocuparse de sí mismo carece del más mínimo fundamento escriturario, contradice muchos textos claros y echa por tierra todo el Evangelio.

[Del mundo]. Es casi innecesario decir que hay dos opiniones en cuanto a esta expresión. Algunos dicen que solo significa que Cristo quita el pecado de los gentiles así como el de los judíos, y que no se refiere al pecado de otros que no sean los elegidos. Otros dicen que verdaderamente significa que Dios “quita” el pecado de toda la Humanidad; es decir, que hizo expiación suficiente para todos y que todos son “salvables” —aunque no todos son salvos— a causa de su muerte.

Yo, indudablemente, prefiero la última de estas dos opiniones. Afirmo con tanta convicción como cualquiera que la muerte de Cristo no aprovecha a nadie salvo a los elegidos que creen en su nombre.

Pero no me atrevo a limitar y reducir expresiones como la que estamos considerando. No me atrevo a decir que no se ha hecho expiación alguna, en ningún sentido, excepto por los elegidos. Creo que es posible ser más sistemático que la Biblia en nuestras afirmaciones. Cuando leo que los malos que están perdidos niegan “al Señor que los rescató” (2 Pedro 2:1) y que “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2 Corintios 5:19), no me atrevo a limitar la intención de la Redención a los santos únicamente. Cristo es para todo hombre.

Soy consciente de la objeción que se suele plantear de que “si Cristo quita el pecado del mundo y, no obstante, la inmensa mayoría de las personas mueren en sus pecados y se pierden, la obra de Cristo por muchos fue vana”. No veo fuerza en esta objeción. Creo que de modo similar también podríamos argumentar que, porque el pecado entró en el mundo y estropeó la Creación, esta fue vana. No estamos hablando de las obras de los hombres, sino de las del Verbo eterno, y debemos aceptar ver en sus obras mucho que no comprendemos completamente. Aunque se pierdan multitudes, no dudo que en el día final se demostrará que nada que Cristo hiciera por ellos fue en vano.

Descanso a la vista del texto en que, de alguna inefable e inescrutable manera, todo el pecado del mundo fue llevado y expiado por Cristo. “Él quita, o expía, el pecado de todos los hombres y las mujeres del mundo”. Por lo que dice la Escritura, sin duda se verá que la inmensa mayoría de los habitantes del mundo no han recibido beneficio de Cristo y han muerto en sus pecados. Repudio la idea de la salvación universal como una peligrosa herejía completamente contraria a la Escritura.

Pero se demostrará que los perdidos no se habrán perdido a causa de que Cristo no hizo nada por ellos. Llevó sus pecados, llevó sus transgresiones, proveyó el pago; pero ellos no mostraron interés alguno en ello. Él abrió la puerta de la prisión a todos; pero la mayoría no quiso salir y ser libre. En la obra del Padre en la elección y del Espíritu en la conversión, veo muy claramente limitación en la Biblia. Pero en la obra de Cristo en la expiación no veo limitación alguna. La expiación fue llevada a cabo por todo el mundo aunque no se aplique a nadie ni la disfrute nadie que no sea creyente. La intercesión de Cristo es un privilegio especial de su pueblo. Pero la expiación de Cristo es un beneficio que se ofrece libre y sinceramente a toda la Humanidad.

Al decir todo esto, soy plenamente consciente de que la palabra “mundo” se emplea en ocasiones en un sentido limitado y se debe interpretar con ciertas limitaciones. Veo toda la carga de culpa de la Humanidad reunida en una simple palabra: “el pecado del mundo”, y se me dice que ese pecado es quitado. Y yo creo que el verdadero significado es que el Cordero de Dios ha hecho expiación suficiente para toda la Humanidad, aunque sin duda es eficaz solo para los creyentes.

Dice Brentano: “Aunque no todos los hombres del mundo reciban el beneficio de la Pasión de Cristo —porque no todos creen en Él—, sin embargo, ese beneficio es ofrecido a todo el mundo de tal manera que cualquiera, circunciso o incircunciso, rey o súbdito, de elevada o baja posición, rico o pobre, anciano o joven, que reciba a Cristo por la fe es justificado ante Dios y salvo con una salvación eterna”.

Dice Musculus: “Juan coloca ante nosotros no a una persona especial cuyos pecados ha venido a quitar el Cordero; sino que, bajo la expresión “mundo”, abarca a toda la raza de mortales desde el inicio mismo del mundo hasta el final”.

Dice Melanchton: “Él quita el pecado, esto es, la condenación universal, de la raza humana”. Dice Chemnitio: “Juan afirma que los beneficios de Cristo pertenecen no a los judíos solamente, sino a todo el mundo, y que nadie que esté en el mundo está excluido de ellos, si es que desea recibirlos por la fe”.

No se debe pasar por alto el profundo conocimiento espiritual exhibido por Juan el Bautista en este versículo. Una frase como la que tenemos delante nunca sale de los labios de ningún otro discípulo de Cristo antes del día de Pentecostés. Otros fueron capaces de decir que nuestro Señor era el Cristo, el Hijo de Dios, el Mesías, el Hijo de David, el Rey de Israel, el Hijo del Bendito, que había venido al mundo. Pero parece que nadie vio tan claramente como Juan que Cristo era el sacrificio por el pecado, el Cordero que sería sacrificado. ¡Bueno sería para la Iglesia de Cristo de nuestra época que todos los ministros poseyeran tanto conocimiento de la expiación de Cristo como muestra aquí Juan el Bautista!.”

GARY BAUMLER

“Jesús es el Cordero de Dios que se entregó a sí mismo como El sacrificio que obtuvo el perdón para todo el mundo pecador. Él es el Cordero de la Pascua cuya sangre nos salva de la muerte (Éxodo 12:1-13). Él es el cordero de la ofrenda diaria (Éxodo 29:38-41), el holocausto “sin defecto” (Levítico 1:10), la ofrenda de paz (3:6,7). Él es la ofrenda por el pecado por medio de la que recibimos el perdón (4:32-35). Como Isaías lo había profetizado, fue “como un cordero…llevado al matadero” (53:7).

Jesús vivió en la carne y sin pecado, “como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:19), y cumplió de esta manera la ley de Dios en nuestro lugar. Entonces, con su sacrificio de sangre en la cruz, el Cordero de Dios, que vino de Dios y que era Dios, satisfizo la ira justa de Dios contra el pecado de todo el mundo. Él levantó el pecado, lo puso sobre sus propios hombros y cargó con él en la muerte. Todavía hoy quita nuestra iniquidad, y siempre lo hará, por los méritos de su santo sacrificio. “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza” (Apocalipsis 5:12).”

XAVIER LEON DUFOUR

“Vio Juan a Jesús que venía a él. Cuando Jesús aparece por primera vez en el cuarto evangelio, se le muestra en acto de venir, así se cumple el anuncio de Isaías «El Señor viene» (Is 40,10).”

LEON MORRIS

“Algunos han cuestionado la autenticidad de esta sentencia. Dicen que los Evangelios Sinópticos (igual que la probabilidad general) son pruebas de que no fue hasta un tiempo después que se empezó a ver a Jesús como el Mesías. Pero los que dicen esto, olvidan los testimonios de Zacarías, Simeón y Ana. Lucas cuenta que incluso antes de que Jesús comenzara su ministerio, «todos se preguntaban en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo» (Lc. 3:15).

En el ambiente se respiraba la expectativa mesiánica, y no hay razón para pensar que el hombre a quien Jesús llamó «el mayor entre los nacidos de mujer» (Lucas 7:28) no pudo haber tenido una revelación profética y haber saludado a Jesús de la forma que nos dice el texto. De nuevo, vemos que a los discípulos les cuesta aceptar que Jesús tiene que sufrir. Pero antes de que empiece su ministerio, vemos a Juan el Bautista hablando de su muerte sacrificial. Tres explicaciones dan cuenta de este hecho.

En primer lugar, lo que Juan sabía sobre Cristo lo sabía por revelación divina, tal y como vemos en los versículos siguientes. Lo que dice de Jesús de Nazaret no lo descubrió gracias a la intuición y a la razón humanas, sino que Dios se lo había dado a conocer. Las palabras de Juan apenas se grabaron en las mentes de los discípulos de Jesús, ni las predicciones que Jesús hizo sobre la Pasión. Pero eso no debería sorprendernos.

En segundo lugar, los manuscritos de Qumrán han aportado evidencias de que, tal como lo explica Brownlee, la veracidad de esta sentencia «no es tan imposible como parecía». Esos manuscritos relacionan el sufrimiento, y especialmente el Siervo Sufriente, con el título de Mesías, y Brownlee ha descubierto «algunos conceptos esenios importantes en la expectativa mesiánica de Juan». No son pruebas definitivas pero lo cierto es que el contexto que nos aportan estos manuscritos de Qumrán hace que ya no sea tan imposible pensar que un hombre como Juan pudiera pronunciar una sentencia como la de este versículo.

En tercer lugar, si esta frase no es auténtica, es muy difícil determinar de dónde procede. No contiene ninguna de las marcas características del estilo joánico.”

NACAR – COLUNGA

“En qué sentido dice el evangelista que Cristo, el “Cordero”, quitará el pecado del mundo? El sentido de esto ha de ser precisado por el paralelo conceptual de la primera epístola de San Juan. Dice así: “Sabéis que (Cristo) apareció para quitar el pecado y que en El no hay pecado. Todo el que permanece en El, no peca; y todo el que peca, ni le ha visto ni le ha conocido” (1 Jn 3:5-6). Es un pensamiento que se desarrolla en el mismo evangelio de Jn (8:31-36:41-44).

Pero la “primera epístola” hace ver aún más profundamente el modo cómo ejercerá Cristo, el Mesías, esta obra de purificación de pecado para lograr la plenitud de la santi-dad. “Quien ha nacido de Dios no peca, porque la simiente de Dios está en él” (1 Jn 3:9).

Como se ve por estos pasajes, no se trata directamente de una acción mesiánica que expíe sacrificialmente el pecado del mundo, sino de una acción purificadora de las personas en la edad mesiánica, y debida precisamente al Mesías.”

COMENTARIO BIBLICO SIGLO XXI

“Nótese que en el v. 29 el autor introduce una secuencia de seis días, que puede ser comparada con la conclusión del ministerio de Jesús, cuando se registran otros seis días. La primera presentación por Juan el Bautista de Jesús como el Cordero de Dios es sorprendente. Para los oyentes originales, la idea de un cordero de inmediato debe haber sugerido el cordero de los sacrificios. La ofrenda de sacrificios en el templo era tan familiar a la mente judía que sería difícil pensar en el concepto de Cordero de Dios al margen de esto.

Pero la verdadera dificultad se presenta en la transferencia de la imagen del cordero a una persona. Es dudoso si los oyentes habrán conectado la idea con Isaías 53, pero no es imposible que Juan el Bautista mismo pueda haberlo hecho. Por el otro lado, puede no haber entendido la afirmación siguiente de que quita el pecado del mundo en un contexto de sacrificio, sino de juicio. No hay razón por la cual Jesús no la haya entendido en el sentido de Éxodo 29:38-46 e Isaías 53:4-12, aun cuando Juan el Bautista no comprendió todo su significado.

Ciertamente, el evangelista habría entendido la declaración en todo su significado en relación con los sacrificios. Hay cierta discusión sobre el significado del verbo traducido quita. Si hemos de interpretar esto a la luz de Isaías 53, la idea de un sufrimiento vicario es inescapable. Se ha objetado que la noción de quitar el pecado no podría ser presentada aquí porque el cordero pascual no era una ofrenda por el pecado. Pero la declaración de Juan no necesita ser interpretada en términos rígidamente pascuales. En todo lo que concierne al autor, Jesús como cordero es una importante clave para su ministerio puesto que en este Evangelio ese ministerio comienza en este punto.

El bautismo de Jesús, que Juan no relata, ya había tenido lugar (cf. v. 32). Las palabras de Juan el Bautista expresan algo del alcance universal del ministerio de Jesús.”

SAMUEL P. MILLOS

“El cordero era la víctima ordinaria para los sacrificios del orden mosaico. El pueblo de Israel estaba muy acostumbrado a recordar en la Pascua, el sacrificio del cordero cuya sangre, puesta en el dintel y en los postes de las puertas, había librado a los primogénitos de Israel de la muerte con el resto de los primogénitos, tanto de personas como de animales, en el día en que Dios liberó al pueblo de la esclavitud de Egipto (Ex. 12-13; cf. Jn. 19:36; 1 Co. 5:7; 1 P. 1:19). No cabe duda que todos entendían el alcance espiritual del sacrificio del cordero. Además la profecía de Isaías presenta al Mesías en el sentido en que Juan manifiesta: "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero;... Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento" (Is. 53:6,7,10). Juan que escribió primero el Apocalipsis, considera el Cordero como símbolo de redención y sacrificio por los pecados (Ap. 5:6, 8; 7:14; 12:11; 13:8). Más adelante, en el Evangelio, relacionará la muerte de Jesús con la del cordero pascual (19:36). La idea fundamental aquí es la de sacrificio expiatorio por el pecado.”

WILLIAM HENDRIKSEN

“¿Acaso no es cierto que con su sumisión voluntaria al rito del bautismo y con su victoria sobre Satanás en el desierto frente a la tentación, Jesús ya había comenzado su obra de tomar vicariamente sobre sí mismo la maldición de la ley, y de prestar obediencia perfecta? ¿Y acaso no estaba, con estos mismos actos y con los que habían de seguir, quitando (participio presente) el pecado del mundo? ¡Cuán oportunas eran las palabras del Bautista en aquel momento! El vocablo ide no se puede tomar por un verbo transitivo que tiene el cordero por complemento directo. Aquí tiene función de interjección. Por ello la traducción no debiera ser: “Mirad al Cordero de Dios”, o “Ved al Cordero de Dios”. Si se quiere conservar cualquiera de estas dos palabras se debe poner una coma después de la primera.

Aunque esta coma se encuentra en algunas traducciones, no siempre se tiene en cuenta al leer o cantar. Para evitar ambigüedades lo traducimos así: “He aquí, el Cordero de Dios, que está quitando el pecado del mundo”.

Según el Bautista, lo que el Cordero está quitando es el pecado del mundo (hombres de toda tribu y pueblo, perdidos, por naturaleza, en el pecado, cf. 11:51, 52), y no simplemente el pecado de una nación en particular (p. ej., los judíos). Todos los pecados (plural en 1 Jn. 3:5) que el Cordero quita reciben el nombre colectivo de el pecado. Este pasaje no enseña una expiación universal. Ni el Bautista, ni el evangelista, ni el mismo Jesús enseñaron eso (1:12, 13; 10:11, 27, 28; 17:9; 11:50–52; obsérvese la expresión “hijos de Dios” en la última referencia).”

JAMES SMITH

“El Cordero escogido de Dios para quitar el pecado del mundo, y a quien señalaban todos los sacrificios de la antigua dispensación. Entonces era «un cordero por casa», y ahora es un Cordero para todo un mundo (1Jn_2:2). El Cordero de Dios fue la manifestación por parte de Dios de su propia mansedumbre y sometimiento a la terrible necesidad del padecimiento divino como expiación por el pecado. Éste es el Cordero que, en el propósito de Dios, fue «inmolado desde la fundación de mundo» (Apo_13:8). Si fue necesario que el cordero de la pascua fuera «sin tacha», desde luego así fue con Él. La Sangre de Cristo derramada en la Cruz es una prenda para todo el mundo de la disposición de Dios a «pasar por alto», en gracia perdonadora, a todos los que creen en Él (Éxo_12:1; 1Jn_4:10).”

COMENTARIO BIBLICO BEACON

“El título dado a Jesús en este lugar implica la idea del sufrimiento vicario constante y paciente, tanto como de sacrificio adecuado, suficiente. ¿Cómo podría ser de otra manera? El hombre no ha hecho provisión para ser redimido. Esto procede de Dios. Por eso es que el Bautista declara que “Jesús es propiedad de Dios, y por su obediencia completa, los sacrificios según las reglas del templo fueron cumplidos e invalidados” [Hoskyns, op. cit., p. 176.] (cf. Éxo_29:38-46; Jua_2:18-22).

Es verdad que el Cordero pascual no era ni sacrificio “que quitara el pecado” en un sentido expiatorio, ni que se llevara el pecado como el macho cabrío hacía. Sin embargo, el completo simbolismo de la Pascua, así como el cordero sacrificado, representaban la lucha entre la vida y la muerte, la pureza y la inmundicia, la perfección y la imperfección. La raíz es el pecado. Cristo vino de Dios para quitar el pecado del mundo. “El pecado del mundo—no los pecados—es lo que se considera aquí El pecado del mundo es una mácula más profunda que los pecados individuales de hombres y mujeres; y el cuarto evangelista que considera la misión sub specie aeternitates, ve que es el pecado del cosmos (cf. v. Jua_1:9), la desobediencia y la rebelión de todos los seres creados, lo que constituye el objeto de la redención.” [Bernard, op. cit., p. 47.].”

COMENTARIO BIBLIA TEXTUAL IV EDICION

que carga... El verbo griego aíron, cuyo significado primario es (1) levantar, 2) cargar (sobre uno mismo), y 3) alejar, junto al correspondiente hebreo nâsâ (Sal_32:5 b; Isa_53:4; Isa_53:6; Isa_53:12 b), define la doctrina de la Redención por asunción de pecados ajenos por vía de la sustitución vicaria. Esta propuesta alcanza su pleno sentido doctrinal cuando es aplicada a Jesús.”

WILLIAM MACDONALD

“Al día siguiente después de la visita de los fariseos de Jerusalén, Juan alzó los ojos y vio a Jesús que venía hacia él. En la emoción y entusiasmo del momento, exclamó: He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Entre los judíos, el cordero era un animal empleado en los sacrificios. Dios había enseñado a Su pueblo escogido a inmolar un cordero y a rociar su sangre como sacrificio. El cordero era inmolado como sustituto, y su sangre era derramada para que los pecados fuesen perdonados.

Sin embargo, la sangre de los corderos inmolados durante el periodo del AT no quitaba los pecados. Aquellos corderos eran imágenes o tipos, señalando hacia el hecho de que Dios proveería un día un Cordero que realmente quitaría el pecado. A lo largo de los siglos, los judíos piadosos habían esperado la venida de este Cordero. Finalmente había llegado el tiempo, y Juan el Bautista anunció triunfal la llegada del verdadero Cordero de Dios.

J. C. Jones observa que este versículo establece la excelencia de la expiación cristiana.

1. Es supereminente por la naturaleza de la víctima. En tanto que los sacrificios del judaísmo eran corderos irracionales, el sacrificio del cristianismo es el Cordero de Dios.

2. Es supereminente por la eficacia de la obra. Mientras que los sacrificios sólo rememoraban el pecado, año tras año, el sacrificio de Cristo quitó el pecado. «Se ha manifestado una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado» (Heb_9:26).

3. Es supereminente en el alcance de su operación. Mientras que los sacrificios judaicos sólo tenían como objeto el bien de una nación, el sacrificio de Cristo tiene como beneficiarios a todas las naciones: «Quita el pecado del mundo». (Jua_1:29) J. Cynddylan Jones, Studies in the Gospel According to St. John, pág. 103.”

MATTHEW HENRY

“Tan pronto como fue bautizado, Cristo marchó apresuradamente al desierto, donde fue tentado por el diablo; allí estuvo cuarenta días. Durante Su ausencia Juan continuó dando testimonio de Él, pero ahora, por fin, «vio a Jesús que venía hacia él» (v. Jua_1:29). En dos días consecutivos, Juan da de Jesús un testimonio coincidente.

I. En los versículos Jua_1:29-34, tenemos el primero de dichos testimonios. En él, dice Juan acerca de Cristo cuatro cosas:

1. Que es «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (v. Jua_1:29). Aprendamos aquí:

(A) Que Jesús es el Cordero de Dios (el que es de Dios y el que Dios provee para nuestra salvación), lo cual nos habla del gran sacrificio mediante el que se llevó a cabo la expiación por el pecado, y Dios reconcilió consigo al mundo (2Co_5:19). Entre todos los sacrificios, Juan alude a los corderos que se ofrecían en el templo, con referencia especial a los del sacrificio diario que se ofrecía cada mañana y cada tarde, y siempre se hacía con corderos; alude también al cordero pascual, cuya sangre libró a los israelitas de la muerte de los primogénitos llevada a cabo por el ángel exterminador. Cristo es nuestra Pascua (1Co_5:7). El hecho de que la Pascua estaba cercana, y la cita de Isa_40:3, hecha el día anterior (v. Jua_1:23) nos confirman que el Bautista, al apuntar hacia Cristo como al «Cordero», tenía en su mente al cordero pascual (Éxo_12:1-13), que iba a ser el sustituto por nuestros pecados (Isa_53:7), conforme lo vería después el Apóstol Juan en Apo_5:6. Así lo vieron también Mateo (Mat_8:17), el evangelista y diácono Felipe (Hch_8:32), Pedro (1Pe_2:22) y el autor de Hebreos (Heb_9:28).

(B) Que este Jesús, «el Cordero de Dios», es el que «quita el pecado del mundo». Juan el Bautista había invitado al pueblo a que se arrepintieran de sus pecados, a fin de obtener la remisión de ellos. Ahora les muestra cómo y por quién había de esperarse el perdón de los pecados. Éste es el fundamento de nuestra esperanza: En Jesús, y sólo en Él hay perdón para todo pecador arrepentido. Nótese la fuerza del verbo original airo, que aquí, como en Jua_19:31, tiene un triple sentido:

(a) Mediante Su muerte en la cruz del Calvario, Jesús quita el pecado de encima de todo aquel que se somete por fe a la gracia del perdón y a la acción poderosa del Espíritu Santo. El participio de presente denota una acción continua: Jesús está siempre en condiciones de quitar el pecado. «El pecado», en singular y con artículo, no sólo indica nuestras rebeliones personales, sino, antes y sobre todo, el fallo general de la humanidad respecto a su destino eterno (hamartían); la misma singularización hallamos en 2Co_5:21 donde se expresa claramente la sustitución expiatoria de Jesús. Él «mundo» tiene aquí un sentido universal, como en Jua_3:16; 2Co_5:14-21; 1Ti_2:4-6; 1Jn_2:2; etc. Todos estos textos y muchos otros más nos presentan claramente la verdad bíblica de que Jesucristo murió por todos los hombres aunque no todos se salven, sino sólo los que cumplen con la única condición de creer (Jua_3:15-16),

(b) el verbo indica también que Jesús retira el pecado tan lejos que no pueda volver, pues Dios se olvida de los pecados perdonados, los sepulta en el abismo, y los aleja tanto como un confín del Universo del otro confín. Si así retira Jesús el pecado del mundo, ¿quién desconfiará de que sus pecados queden perdonados, por muchos y muy graves que sean?

(c) Finalmente el verbo indica que Jesús carga sobre Sí el pecado que retira de nosotros (v. Isa_53:5-7) de la misma manera que el macho cabrío vivo del Día de la Expiación se llevaba al desierto sobre su propia cabeza «todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados» (Lev_16:21). Dios ha encontrado el modo de abolir el pecado, y salvar al pecador, al hacer a Su Hijo «pecado por nosotros» (2Co_5:21).

(C) Que es nuestro deber mirar al Cordero de Dios. El original dice literalmente: «¡Mira! ¡El Cordero de Dios…!» El griego no deja lugar a dudas de que se trata de una interjección, puesto que el sustantivo «cordero», con su artículo, se halla en caso nominativo. Si volvemos la vista a Jua_3:14-15 con su referencia a Núm_21:8-9, nos percataremos de la tremenda importancia y urgencia que, para cada uno de nosotros, tiene ese «mirar». Además, al mirar cómo Jesús se lleva nuestro pecado cargándolo sobre Sí, aumentará nuestro amor a Jesús y nuestro odio al pecado.”

MARTIN LUTERO

“Estas palabras constituyen un espléndido testimonio de Juan relativo a la introducción de la nueva regla y del reinado de Cristo. Las palabras son claras y lúcidas. Su anterior declaración: «La Ley fue dada por medio de Moisés» (Joh_1:17), apenas puede considerarse una alabanza de Moisés, sino que virtualmente le reprende, como si dijera: «Los judíos sacrificamos un cordero en cada Pascua, tal como Moisés nos ordenó. Además, se sacrifican y queman dos corderos diarios cada mañana y cada noche. Es un cordero ciertamente, pero vosotros organizáis semejante espectáculo, os gozáis tanto en los sacrificios que eclipsáis la gloria de Dios, lo dejáis atrás y le priváis del honor que se merece.

Comparad al verdadero Cordero con el que la ley de Moisés os ordena sacrificar y consumir. Uno es un cordero facilitado por los pastores, el otro es completamente distinto, es el Cordero de Dios. Porque ha sido ordenado para cargar con los pecados del mundo. Comparado con este Cordero, todos los demás que sacrificáis, asáis y consumís, no valen nada. El cordero pascual de la Ley fue un juego de niños, una ceremonia instituida para recordaros el verdadero Cordero de Dios. Sin embargo, exageráis el significado del primero y le atribuís la eliminación de vuestros pecados. Jamás vuestros corderos lo conseguirán. Sólo el Hijo de Dios. Los corderos de la Ley fueron meros juguetes del pueblo instituidos como recordatorio del verdadero Cordero pascual que se sacrificaría en un tiempo futuro».

Pero no hicieron caso, convencidos de que bastaba el cordero sacrificado en Pascua. Por ello, Juan yuxtapone el cordero de Moisés y a Cristo, el Cordero verdadero. La Ley no iba más allá de Cristo, por ello Juan quiere decir: «Vuestro cordero procedía de los hombres tal como Moisés ordenó en la Ley de Dios (Exo_12:3-5), pero este es el Cordero de Dios. El cordero de Pascua es el de Dios, no uno seleccionado entre los carneros.

El cordero de la Ley es un cordero del pastor, de un hombre». Y quiere añadir: Éste es el verdadero Cordero que quita los pecados del pueblo. Con los demás, sacrificados en Pascua, os proponíais eliminar los pecados, pero no lo conseguisteis. Este, nacido de una virgen, lo conseguirá. No es un cordero natural o el ordenado por la Ley, y sin embargo es un cordero. Dios prescribió que fuera un Cordero sacrificado y muerto en la cruz por nuestros pecados. Fue un hombre como los demás seres humanos, pero Dios le hizo el Cordero que quita los pecados del mundo.

Se trata de un extraordinario y consolador sermón sobre Cristo el Salvador. Ni nuestros pensamientos ni palabras pueden hacerle justicia, pero en la otra vida redundará en nuestra alegría y bendición eternas, que el Hijo de Dios se humilló a sí mismo y cargó con todos mis pecados. No sólo asume los míos, sino los del mundo entero, desde Adán hasta los del último mortal. Toma esos pecados sobre El mismo, por los que está dispuesto a sufrir y morir para que sean limpiados y podamos alcanzar la vida y bendición eternas.

Resulta difícil comprenderlo porque el mundo entero a pesar de su santidad, rectitud, poder y gloria, se halla bajo el dominio del pecado y completamente desacreditado ante Dios. iQuien desee ser salvo ha de saber que todos sus pecados han sido cargados sobre las espaldas de este Cordero! Por ello, Juan lo señala a sus discípulos diciendo: «¿Queréis conocer el lugar que ocuparán los pecados del mundo para poder ser perdonados? No recurráis a la Ley de Moisés, ni os enfrentéis vosotros mismos al diablo; estad seguros que hallaréis pecados que os aterrorizarán y os condenarán.

Pero si de veras deseáis encontrar el lugar donde se eliminan y son borrados, centrad vuestra mirada en la cruz. El Señor colocó nuestros pecados sobre las espaldas del Cordero. Como declara el profeta Isa_53:6: "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó de su camino; y Jehová cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros". El uno hacia aquí, el otro hacia allá. Uno busca a Dios de esta manera, el otro de otra, existen Innumerables maneras de buscar a Dios».”

ORIGENES

“Se ofrecían en el templo cinco clases de animales (tres de la tierra: el becerro, la oveja y la cabra; dos del aire: la tórtola y la paloma; y de las ovejas eran llevadas tres: el carnero, la oveja y el cordero). Sólo hace mención del cordero, que es de la raza de las ovejas. En los holocaustos diarios se ofrecían un cordero por la mañana y otro por la tarde. ¿Qué otra oblación puede hacerse todos los días que sea digna del ser inteligente sino el Verbo florido y vigoroso, llamado por antonomasia el Cordero?

Por lo tanto esto se considerará como la oblación de la mañana, en cuanto se refiere a la frecuencia con que el alma se detiene en las cosas divinas, dada la condición de nuestra alma, que no puede estar siempre en los conceptos altísimos por estar unida con el cuerpo, que es terreno y pesado.

De esta palabra, según la cual llamamos a Jesucristo Cordero, podemos deducir lo demás y por qué razón nos inclinamos a las cosas temporales, a la manera que nos tendemos a la llegada de la tarde. Y el que ofreció este cordero para sacrificarle fue el mismo Dios escondido en el hombre, gran sacerdote, que dijo: "Ninguno separará mi alma de mí, porque soy yo quien la depongo" (Jua_10:18). Por esto dice: "Cordero de Dios", porque El, tomando sobre sí nuestras aflicciones y quitando los pecados de todo el mundo, recibió la muerte como bautismo. Y no pasa sin corrección para Dios nada de lo que hacemos contrario a su Ley, la cual ha de cumplirse aun a costa de las mayores dificultades.”

TEOFILACTO

“Se llama Jesucristo Cordero de Dios porque Dios Padre aceptó la muerte de Jesucristo por nuestra salvación. O lo que es lo mismo, en cuanto lo entregó a la muerte por nosotros. Y así como acostumbramos a decir esta ofrenda es de tal hombre, esto es, la que tal hombre ofreció, así Jesucristo se llama Cordero de Dios, quien le había entregado a la muerte por nuestra salvación. Mas aquel cordero que había servido antes de figura, no tenía mancha alguna; pero éste llevó sobre sí las manchas o los pecados de todos los hombres, porque sacó al mundo del peligro en que estaba de sucumbir bajo el castigo de Dios.

Por esto añade: "He aquí el que quita el pecado del mundo". No dijo: el que quitará, sino el que quita el pecado del mundo, como si siempre hubiese estado haciendo lo mismo. No quitó el pecado únicamente cuando padeció, sino desde entonces hasta nuestros días. No es sacrificado constantemente (porque sólo se ha ofrecido una vez por nuestros pecados) mas siempre los está quitando por medio de su oblación.

¿Y por qué no dijo: los pecados del mundo, sino el pecado? Dijo únicamente pecado, refiriéndose al pecado en sentido universal, como decimos que el hombre fue arrojado del Paraíso, para que se entienda todo el género humano.”

BEDA (EL VENERABLE)

“Se llama pecado del mundo al pecado original, que es el pecado común a todos los hombres, cuyo pecado, como todos los demás que a éste pueden añadirse, los quita Jesucristo por medio de su gracia.”

SAN AGUSTIN

“Y el que no tomó el pecado cuando tomó nuestra naturaleza es el mismo que quita nuestro pecado. Ya sabemos que dicen algunos: nosotros quitamos los pecados a los hombres porque somos santos. Mas si no fuere santo el que bautiza, ¿cómo quita el pecado de otro, siendo él un hombre lleno de pecado? Contra estas cuestiones leamos ahora: "He aquí el que quita el pecado del mundo", para que no crean los hombres que son ellos quienes quitan el pecado a otros hombres.”

W. PARTAIN – B. REEVES

“Cristo fue llamado "el Cordero de Dios" porque, como los textos del Apocalipsis explican, sería inmolado. Esto cumplió la profecía de Isa_53:7; Isa_53:10; Isa_53:12, pero el pueblo no entendía ese texto. El etíope "había venido a Jerusalén para adorar" y, sin duda, había leído Isa_53:1-12 muchas veces, pero no sabía de quién hablaría el profeta (Hch_8:30-34).”

WILLIAM BARCLAY

Al otro día vio Juan a Jesús que se le acercaba, y dijo: ¡Ahí tenéis al Cordero de Dios que carga con el pecado del mundo! Este es el Que yo os decía que había un Hombre que venía detrás de mí pero que me llevaba la delantera porque es de antes que yo. Ni siquiera yo Le conocía; pero de todas maneras, la razón por la que vine bautizando con agua era que Él pudiera manifestarse a Israel.

Con esto llegamos al segundo día de aquella semana clave de la vida de Jesús. Ya entonces habrían tenido lugar el bautismo y las tentaciones de Jesús, Que estaría a punto de iniciar la labor para la que había venido al mundo. De nuevo nos introduce el Cuarto Evangelio a Juan presentando espontáneamente a Jesús al pueblo con el máximo respeto. Le da ese título sublime que se ha entretejido indeleblemente en el lenguaje de la devoción: El Cordero de Dios. ¿Qué tenía Juan en mente cuando pronunció ese título? Hay por lo menos cuatro figuras que han contribuido por lo menos en parte.

(1) Es probable que Juan estuviera pensando en el cordero pascual. La fiesta de la Pascua estaba bastante próxima Jua_2:13 ). La antigua historia de la Pascua decía que fue la sangre de un cordero inmolado la que protegió las casas de los israelitas la noche que salieron huyendo de Egipto (Éxodo 12: I 1-13). Aquella noche, cuando el ángel de la muerte iba a pasar matando a los hijos mayores de los egipcios, los israelitas tuvieron que untar los lados de sus puertas con la sangre de un cordero inmolado para que, cuando la viera el ángel, pasara de largo. La sangre del cordero pascual los libró de la destrucción. Se ha sugerido que, cuando Juan el Bautista estaba viendo acercársele a Jesús, pasaban por allí camino a Jerusalén de las zonas rurales rebaños de corderos que iban a ser sacrificados en la fiesta de la Pascua. La sangre del cordero pascual libró de la muerte a los primogénitos israelitas en Egipto, y puede que Juan estuviera pensando: «Ahí tenéis al único Sacrificio que os puede librar de la muerte eterna.» Pablo igualmente se refirió a Jesús como el Cordero Pascual 1Co. 5:7). Hay una liberación que sólo Jesucristo puede ganar para nosotros.

(2) Juan era hijo de sacerdote, y conocería todo el ritual del templo y de los sacrificios. Todas las mañanas y todas las tardes se sacrificaba en el templo un cordero por los pecados del pueblo (Exo_29:38-42 ). Mientras el templo estuvo en pie se hicieron estos sacrificios. Aun cuando la gente se moría de hambre en la guerra y el asedio, nunca se omitieron esos sacrificios hasta que el templo fue destruido totalmente el año 70 d C. Puede que Juan quisiera decir: "En el templo se ofrece un cordero todas las tardes y las mañanas por los pecados del pueblo; pero en este Jesús está el único Sacrificio que puede librar al mundo del pecado

(3) Hay dos grandes figuras del cordero en los profetas. Jeremías escribió: "Yo era como un cordero inocente que se lleva a degollar» Jer.11:19). E Isaías nos presenta la gran escena profética de Uno «que fue llevado al matadero como un cordero» Isa.53:7). Ambos grandes profetas contemplaron proféticamente al Que, con Sus sufrimientos y Sacrificio soportados humilde y amorosamente, redimiría a Su pueblo. Tal vez Juan estaba pensando: «Nuestros profetas hablaron de Uno que había de amar y sufrir y morir por el pueblo; Ése es el Que ha venido.» Es indiscutiblemente cierto que, en tiempos posteriores, la profecía de Isaías 53 llegó a ser para la Iglesia uno de los más preciosos anuncios de Jesús en todo el Antiguo Testamento. Es probable que Juan fuera el primero que hiciera la identificación.

(4) Hay una cuarta escena que debía de ser muy familiar a los judíos, aunque a nosotros nos resulta muy extraña. Entre el Antiguo y el Nuevo Testamento transcurrieron los días de las luchas heroicas de los Macabeos. En aquellos días el cordero, y más especialmente el carnero con cuernos, era el símbolo de un gran conquistador. Así se describe simbólicamente a Judas Macabeo, como sucedió con Samuel, David y Salomón. El cordero, aunque nos parezca extraño, representaba al campeón conquistador de Dios. Esta no era una imagen de debilidad e inocencia gentil, sino más bien de majestad y poder conquistador. Jesús era el Campeón de Dios que luchó con el pecado y lo venció en combate singular.

Hay tesoros maravillosos en esta frase El Cordero de Dios. Vuelve a aparecer casi obsesivamente en el Apocalipsis, veintinueve veces. Se ha convertido en uno de los títulos más preciosos de Cristo. En una palabra resume el amor, el sacrificio, el sufrimiento y el triunfo de Cristo.

Juan dice que no conocía a Jesús. Eran parientes Luc. 1:36), y es probable que se trataran en un tiempo. Lo que quiere decir Juan no es que no supiera quién era Jesús, sino que no sabía qué era Jesús. Se le había revelado de pronto que Jesús era en realidad el Hijo de Dios.

De nuevo Juan deja bien claro cuál era su única misión: señalar a Cristo. Juan no era nada, y Cristo lo era todo. Juan no pretendía ninguna grandeza ni ningún reconocimiento para él; era sólo el hombre que, como si dijéramos, descornó el telón y dejó a Jesús ocupar en solitario el centro de la escena.”

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