domingo, 18 de junio de 2023

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 4 VERSICULO 16

 


 

EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 4 VERSICULO 16

RV1960

NVI1999

BTX4

Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá.

Ve a llamar a tu esposo, y vuelve acá, le dijo Jesús.

Le dice: Ve, llama a tu marido y ven acá.

TR+

INA27+

VUL

λεγειG3004 V-PAI-3S αυτηG846 P-DSF οG3588 T-NSM ιησουςG2424 N-NSM υπαγεG5217 V-PAM-2S φωνησονG5455 V-AAM-2S τονG3588 T-ASM ανδραG435 N-ASM σουG4771 P-2GS καιG2532 CONJ ελθεG2064 V-2AAM-2S ενθαδεG1759 ADV

λεγει G3004:V-PAI-3S Está diciendo αυτη G846:P-DSF a ella υπαγε G5217:V-PAM-2S Estés yendo φωνησον G5455:V-AAM-2S emite sonido τον G3588:T-ASM a el ανδρα G435:N-ASM esposo σου G4771:P-2GS de ti και G2532:CONJ y ελθε G2064:V-2AAM-2S ven ενθαδε G1759:ADV aquí

dicit ei Iesus vade voca virum tuum et veni huc

KJV

Jesus saith unto her, Go, call thy husband, and come hither.

TCB

Ve, llama a tu marido. Jua_4:18; Jua_1:42, Jua_1:47, Jua_1:48; Jua_2:24, Jua_2:25; Jua_21:17; Heb_4:13; Apo_2:23.

 

COMENTARIOS:

JOHN PIPER

 “La vez anterior vimos los versículos 1–15, donde Jesús dijo, en el versículo 10, que Él tiene agua viva para dar a esta mujer. Ella es como Nicodemo, y no ve el significado espiritual de lo que dice Jesús. Así que en el versículo 15, dice: “Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla” (Juan 4:15). Para ella, el significado de esta agua es que podría terminar con su problema de tener que venir al pozo en el calor del día.

Entonces llega un sorprendente giro del versículo 16, aparentemente desde el cielo.

Él le dijo: Ve, llama a tu marido y ven acá. Respondió la mujer y le dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: “No tengo marido”, porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad. La mujer le dijo: Señor, me parece que tú eres profeta (versículos 16–19).

Así que aquí partimos de un Jesús, revelado en los versículos 1–15, como el agua viva, y vamos a un Jesús, revelado en los versículos 16–19, como un profeta; al menos esa es la única explicación que ella pudo dar a lo que Jesús acababa de decir. Él conoce su pasado público, y conoce su presente secreto. Versículo 18: “cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido

Jesús Toma un Ángulo Diferente

La pregunta más natural es: ¿Por qué Jesús abandonó la ilustración del agua viva, y cambió tan abruptamente para decir en el versículo 16: “Ve, llama a tu marido y ven acá”? Nunca más vuelve a la imagen del agua viva. Ya ha dicho lo que quería. Por ahora no tuvo efecto. Viene a ella, ahora, desde un ángulo diferente. ¿Por qué tomar este ángulo?

Considere unas pocas pistas. Fíjese en la palabra “aquí”, cerca del final del versículo 15, y “acá” al final del versículo 16. Versículo 15: “Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla.” Versículo 16: “Ve, llama a tu marido y ven acá.” Ahora, esta repetición parece muy incidental. Pudiera ser. Nunca me hubiera llamado la atención si fueran porque es la misma palabra griega (enthade), y sólo es usada en Juan aquí en estos dos lugares. ¿Pudiera ser que cuando Jesús le oyera decir: “No quiero venir aquí cada día,” Él detectara algo en su voz más profundo que la inconveniencia de llevar agua? ¿Acaso Él la escuchó decir: No me gusta salir así a lugares públicos? Si yo evito este escenario cada día, estaría muy contenta.

De hecho, Jesús sabe que hay algo en su vida que hace que le sea doloroso venir al lugar donde se reúnen y conversan todas las mujeres. Así que dice algo como: “¿No te gusta venir aquí? Pareces sospechosa. Vulnerable. Quizás, debieras traer a tu esposo contigo. Él pudiera venir contigo y protegerte, y tú pudieras estar orgullosa de él como un anciano a las puertas de la ciudad”.

Así que la primera pista por la cual Él pudo haber ido en esta dirección es lo que pudo haber escuchado en la palabra “aquí.” “Tomaré tu agua viva, para no tener que venir aquí cada día.”

A.W PINK

“Una pequeña meditación seguramente discernirá no solo la solemnidad, sino la bienaventuranza de esta palabra del Salvador para la mujer cuyo corazón se estaba abriendo lentamente para recibirlo. Se trata principalmente de encontrar el énfasis adecuado. El Señor le ordenó hacer dos cosas: la primera fue solemne y escrutadora; la segunda bondadosa y preciosa. "Ve", le dijo, "llama a tu marido", fue una palabra dirigida a su conciencia. "Y ven acá" esa era una palabra para su corazón.

La fuerza de lo que dijo fue esta: si realmente quieres esta agua viva de la que te he estado hablando, solo puedes obtenerla como un pecador pobre, convicto y contrito. Pero no sólo dijo "Ve", sino que añadió "Ven". Ella no solo debía ir a llamar a su esposo, sino que debía regresar a Cristo en su verdadero carácter. Fue una maravillosa mezcla de "gracia" y "verdad". Verdad para su conciencia; gracia para su corazón. Verdad que requería que ella saliera a la luz de su propio carácter, como una pecadora confesada; gracia que la invitó a volver al lado del Salvador. Bien podemos admirar los maravillosos caminos de Aquel "en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento" (Col. 2: 3).”

CHARLES SPURGEON

“Era necesario despertar a esta mujer a un sentido de su pecaminosidad. No servía de nada ponerse curitas donde no había conocimiento de una llaga, y de nada serviría intentar llenar el vacío donde no había sensación de vacío. Así que primero debe ser abatida, debe verse a sí misma en el espejo de la verdad, y luego comenzará a comprender su necesidad de salvación. A menudo, al tratar de bendecir a las personas, la forma más bondadosa no es edificarlas, sino derribarlas; no para comenzar a alentar sus esperanzas, sino para hacerles ver cuán desesperanzado es su caso sin la gracia soberana.”

JOHN MACARTHUR

“Quienes realmente tienen sed de la justicia que Dios entrega en la salvación, confesarán y abandonarán sus malos caminos (Is. 55:6-7). Las Escrituras no saben nada de la salvación sin arrepentimiento, y eso siempre ha requerido alejarse del pecado (Hch. 26:19-20; 1 Ts. 1:9).

Jesús no vino a asegurar la perfección de los pecadores en la vida futura, mientras deja que sigan pecando en esta (cp. Jer. 7:9-10; Ro. 3:5-8; 6:1-2). Al contrario, “se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tit. 2:14; cp. Hch. 3:26; Ef. 5:25-27; Col. 1:20-23). El resultado es que quienes vienen a Él y reciben verdaderamente el agua viva de la salvación eterna han sido “libertados del pecado, [y se hicieron] siervos de la justicia…, siervos de Dios” (Ro. 6:18, 22; cp. Ef. 6:6; Col. 3:24; 1 P. 2:16). Jesús respondió al interés de la mujer ofreciéndole la oportunidad de confesar sus pecados, recibir el perdón para purificarse y pasar de la iniquidad a la justicia.”

WOLFGANG MUSCULUS

“Note la moderación y cortesía de Cristo. Él podría haber dicho: ¡Mujer malvada! ¿Quién eres tú, una prostituta común, para charlar y reírte de las palabras de la vida? O podría haber dicho: Ve, llama a ese adúltero con el que estás teniendo una relación ilícita. Pero debido a que su propósito era ayudar a la pobre mujer, no quería que ella se sintiera provocada, sino que la indujera, gradual y suavemente, a reconocer y sentir su propia impureza. El ejemplo de Cristo aquí debe ser imitado cuando hay esperanza de arrepentimiento. Pero cuando no hay tal esperanza, cuando la enseñanza de la salvación es resistida por una obstinada negativa a arrepentirnos, entonces debemos hacer más uso de la severidad, tal como leemos que Cristo mismo hizo contra los fariseos y escribas, los desvergonzados y obstinados enemigos de la gracia de Dios.”

JOHN GILL

“Observando que ella continuaba siendo ignorante e irónica de él, y de sus palabras, Jesús decidió tomar otro método con ella; y convencerla de que él no era una persona común y corriente con quien ella estaba conversando, como ella pensaba que era; y también qué pecadora era, y qué curso de vida perverso había vivido; para que pudiera ver que lo necesitaba, como don de Dios y Salvador de los hombres; y de la gracia de la que había estado hablando, bajo la noción de agua viva.”

J.C RYLE

“[Jesús […]; Ve llama […] marido […] ven]. Este versículo da comienzo a una etapa completamente nueva en la historia de la conversión de esta mujer. A partir de este punto ya no se menciona el “agua viva”. Se abandona por completo el lenguaje figurado. Las palabras de nuestro Señor se vuelven directas, claras y personales. La mujer había pedido por fin “agua viva”. Nuestro Señor pasa a dársela de inmediato.

Las razones de nuestro Señor para pedir a la mujer que llamara a su marido han recibido diversas interpretaciones. Algunos piensan que solo quería decir que ya había hablado lo suficiente con ella, una mujer a solas, y que antes de seguir adelante debía llamar a su marido para que fuera testigo de la conversación y participar de los beneficios que iba a conferirle. Esta parece ser la tesis de Crisóstomo y Teofilacto.

Otros piensan, de manera mucho más verosímil a mi juicio, que la principal finalidad de nuestro Señor al mencionar al marido de la mujer era producir en ella una convicción de pecado y mostrarle su conocimiento divino de todas las cosas. Sabía que ella no tenía marido alguno y lo nombró deliberadamente para remover su conciencia. Siempre conocía los pensamientos de aquellos con quienes hablaba; y en este caso sabía cuál sería el efecto de sus palabras. Sacaría a la luz el principal pecado de la mujer. Es como si dijera: “Me has pedido agua viva. Finalmente expresas un deseo de ese gran don espiritual que puedo conceder. Está bien, comienzo por pedirte que te conozcas a ti misma y tu pecaminosidad. Te mostraré que conozco tu enfermedad espiritual y señalaré la dolencia más peligrosa de tu alma. Ve, llama a tu marido y ven acá”.

Observemos que el primer sorbo de agua viva que ofreció nuestro Señor a la samaritana fue la convicción de pecado. Ese hecho es una lección para todos aquellos que desean beneficiar a pecadores ignorantes y despreocupados. Lo primero que se debe enseñar a esas personas tras haber conseguido su atención es su propia pecaminosidad y su necesidad de un Salvador. Nadie valora al médico hasta que siente su enfermedad.”

SAMUEL P. MILLOS

“La respuesta de Jesús es sorprendente. En simple lectura da la impresión de un radical cambio de tema. Ella le estaba pidiendo agua y Él la envía en busca de su marido. ¿Qué buscaba Jesús con esa demanda? No hay una respuesta definida porque no la hay desde la Escritura, por tanto, pueden ser sólo suposiciones o conjeturas que se pueden deducir del texto. Al mandarla a llamar a su marido, pudiera entenderse como que el Señor quería que el evangelio que le iba a anunciar y la invitación a salvación, fuese compartida también por su marido que no había venido con ella. Como dice el apóstol Pedro del matrimonio cristiano, es que los dos son "coherederos de la gracia de la vida" (1 P. 3:7).

No cabe duda que Jesús había sido enviado para ser el Salvador del mundo y el interés de Dios es que ninguno perezca sino que todos procedan al arrepentimiento y vivan (2 P. 3:9). Con todo, aunque esto pudiera estar también dentro del interés de Jesús, la proclamación del mensaje de Juan, que también fue el de Cristo, era un llamado al arrepentimiento, esto es, un cambio de mentalidad que desde una situación de alejamiento de Dios, trajese nuevamente el pensamiento hacia Él, lo que produciría un reconocimiento de la condición pecadora que todo hombre tiene.

El Señor estaba dando a la mujer la ocasión de que se diese cuenta de la vida de pecado que estaba llevando. El Señor estaba hablando al corazón de la mujer y no tanto a su intelecto. Con todo aún hay un propósito más. Jesús está preparando el terreno para que la mujer reciba el agua viva, la salvación, con el perdón de sus pecados y la vida eterna; y también para que ella sirva al propósito divino de alcanzar a los samaritanos del lugar donde ella vivía, con el mismo resultado de salvación.”

SAN AGUSTIN

“¿Qué significa eso: Llama a tu marido? ¿Acaso era su voluntad darle aquella agua por medio de su marido? ¿O es que, porque no entendía, quería por su marido enseñarla? Esa es, ciertamente, la recomendación que hace a las mujeres el Apóstol Pablo: Si quieren instruirse de algo, pregunten a sus maridos en casa. Mas allí se dice que pregunten en casa a sus maridos, donde no está Jesús como maestro; se trata allí de las mujeres, a las cuales el Apóstol prohíbe que hablen en la Iglesia.

Más, estando el Señor presente y ella en su presencia, ¿qué necesidad habría de hablarle a ella por medio de su marido? "¿Acaso habló así a María Magdalena, que, sentada a sus pies, oía su palabra, mientras que Marta, atareada en muchos servicios, murmuraba hasta de la felicidad de su hermana?"

 Luego, hermanos míos, oigamos y entendamos qué significaba lo que el Señor dice a la mujer: Llama a tu marido. Porque tal vez dice también a nuestra alma: Llama a tu marido. Investiguemos también cuál puede ser el marido del alma. ¿Porqué no ha de ser Jesús ya el verdadero esposo del alma? Prestad atención, porque lo que voy a decir apenas lo entenderán sino los muy atentos.

Viendo, pues, Jesús que la mujer no entendía y queriendo que ella entendiese, le dice: Llama a tu marido. No comprendes lo que digo porque tu inteligencia no está contigo. Yo hablo según el espíritu, y tú entiendes según la carne. Lo que estoy diciendo no dice relación alguna ni al placer de los oídos, ni al de los ojos, ni al del olfato, ni al del tacto; lo que estoy diciendo sólo la mente lo comprende, sólo el entendimiento lo alcanza. Esta inteligencia no está contigo; ¿cómo vas a comprender lo que digo?

Llama a tu marido; haz que se presente tu entendimiento. ¿De qué te sirve tener alma? Esto no es mucho; las bestias la tienen también. ¿Por qué eres tú mejor que ellas? Porque tú tienes entendimiento y las bestias no le tienen. ¿Qué significa, pues: Llama a tu marido? No me entiendes ni me comprendes; yo te hablo del don de Dios, y tú piensas en la carne; tú no quieres tener sed según la carne, más yo te hablo del espíritu; tu entendimiento está ausente de ti; llama a tu marido y no seas como son el caballo y el mulo, que no tienen entendimiento.

Por lo tanto, hermanos, tener alma, pero no tener entendimiento, esto es, no utilizarlo ni vivir según él, es una vida bestial. Lo bestial que en nosotros hay, y que nos lleva a vivir vida de carne, debe dirigirlo el entendimiento. El entendimiento rige desde lo alto el movimiento del alma que se mueve según la carne y ansia entregarse sin freno a los placeres carnales. ¿Quién con derecho debe llamarse varón, el que dirige o el que es dirigido?

Sin duda alguna, cuando la vida es ordenada, es dirigida por el entendimiento, que es algo del alma misma. El entendimiento no es cosa distinta del alma, sino algo del alma misma, al modo como el ojo no es cosa distinta del cuerpo, sino algo del cuerpo. El ojo es algo del cuerpo y, sin embargo, goza sólo él de la luz; los demás miembros corporales pueden inundarse de luz, mas no sentirla; sólo el ojo se inunda de luz y goza de ella.

Así también en nuestra alma hay algo, que es el entendimiento. Este algo, que es el entendimiento y la mente, es esclarecido por una luz superior, y esa luz superior que esclarece a la mente humana es Dios. Él era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Esta luz era Cristo; ésta era la luz que hablaba con la mujer; mas no está allí con esa luz su entendimiento para ser por ella iluminado: no sólo ser inundado de esa luz, sino también del goce de ella. Como si dijera el Señor: Yo quiero iluminar, pero no encuentro a quién. Anda, dice, llama a tu marido; presenta aquí a tu entendimiento, por el que seas alumbrada y dirigida.

Luego el alma sin entendimiento es como la mujer, y el entendimiento es como el hombre. Este hombre no dirige bien a su mujer si no es él a su vez dirigido por algo superior. Porque la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza del hombre es Cristo. Está hablando la cabeza del varón con la mujer y está ausente su marido; que es como decirle el Señor: Trae aquí tu cabeza para que ésta atienda a la suya. Llama, pues, a tu marido y ven acá. Esto es, acércate, ponte en mi presencia, porque es como si estuvieras ausente mientras no entiendes la voz de la verdad, que está presente. Ven a mi presencia; pero no vengas sola, ven con tu marido.”

WIILIAM BARCLAY

“La mujer se puso rígida, como si le hubiera dado un dolor repentino; dio un paso atrás, como si hubiera recibido un golpe; se puso pálida, como si de pronto hubiera visto un fantasma... y eso era precisamente lo que le había pasado: se había visto repentinamente a sí misma.

De pronto, no tuvo más remedio que enfrentarse consigo misma, y con su vida andrajosa e inmoral e inadecuada. Hay dos revelaciones en el Evangelio: la de Dios y la de nosotros mismos. Nadie se ha visto como es en realidad a menos que se haya visto en la presencia de Cristo; y lo que se ve entonces no es nada halagüeño. Para decirlo de otra manera: la conversión empieza con un sentimiento de pecado. Uno se da cuenta de pronto de que la vida que vive no vale. Despertamos a nosotros mismos y a nuestra necesidad de Dios.

Algunos intérpretes han mantenido, por lo de los cinco maridos, que esta historia no representa un hecho real, sino una verdad alegórica. Ya hemos visto que, cuando los habitantes originales de Samaria fueron deportados a Media, los asirios trajeron a otros de cinco naciones diferentes. Cada grupo trajo sus dioses (2Re_17:29 ); y se ha sugerido que la mujer representa a Samaria, y sus cinco maridos a los dioses que trajeron aquellos pueblos, con los que, por así decirlo, se casaron los samaritanos. El sexto marido representa al Dios verdadero, al Que adoraban, no en verdad, sino en ignorancia; y por tanto no estaban casados de veras. Puede que haya en esta historia un recuerdo de la infidelidad de los samaritanos; pero es demasiado pictórica para ser una alegoría manufacturada. Rezuma realismo por todas partes.

Alguien ha dicho que la profecía es una crítica basada en la esperanza. Un profeta le señala a una persona o nación que va por mal camino; pero no para sumirlas en la desesperación, sino para indicarles el camino de la sanidad, de la enmienda y de la rectificación. Así Jesús, empezó por revelarle a esta mujer la condición en que se encontraba; pero luego pasó a revelarle en qué consiste el verdadero culto en el que nuestras almas pueden tener un encuentro con Dios.”

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