EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 4
VERSICULO 16 |
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RV1960 |
NVI1999 |
BTX4 |
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Jesús
le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. |
Ve
a llamar a tu esposo, y vuelve acá, le dijo Jesús. |
Le
dice: Ve, llama a tu marido y ven acá. |
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dicit
ei Iesus vade voca virum tuum et veni huc |
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KJV |
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Jesus saith unto her,
Go, call thy husband, and come hither. |
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TCB |
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Ve,
llama a tu marido. Jua_4:18; Jua_1:42,
Jua_1:47, Jua_1:48; Jua_2:24, Jua_2:25; Jua_21:17; Heb_4:13; Apo_2:23. |
COMENTARIOS:
JOHN PIPER
“La vez anterior vimos los versículos 1–15,
donde Jesús dijo, en el versículo 10, que Él tiene agua viva para dar a esta mujer. Ella es como Nicodemo, y no
ve el significado espiritual de lo
que dice Jesús. Así que en el versículo 15, dice: “Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a
sacarla” (Juan 4:15). Para ella, el significado de esta agua es que podría
terminar con su problema de tener que venir al pozo en el calor del día.
Entonces
llega un sorprendente giro del versículo 16, aparentemente desde el cielo.
Él
le dijo: Ve, llama a tu marido y ven
acá. Respondió la mujer y le dijo: No
tengo marido. Jesús le dijo: Bien has
dicho: “No tengo marido”, porque
cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has
dicho la verdad. La mujer le dijo: Señor,
me parece que tú eres profeta (versículos 16–19).
Así
que aquí partimos de un Jesús, revelado en los versículos 1–15, como el agua viva, y vamos a un Jesús,
revelado en los versículos 16–19, como un
profeta; al menos esa es la única explicación que ella pudo dar a lo que
Jesús acababa de decir. Él conoce su pasado público, y conoce su presente
secreto. Versículo 18: “cinco maridos has
tenido, y el que ahora tienes no es tu marido”
Jesús Toma un Ángulo Diferente
La
pregunta más natural es: ¿Por qué Jesús abandonó la ilustración del agua viva,
y cambió tan abruptamente para decir en el versículo 16: “Ve, llama a tu marido y ven acá”? Nunca más vuelve a la imagen del
agua viva. Ya ha dicho lo que quería. Por ahora no tuvo efecto. Viene a ella,
ahora, desde un ángulo diferente. ¿Por qué tomar este ángulo?
Considere
unas pocas pistas. Fíjese en la palabra “aquí”,
cerca del final del versículo 15, y “acá”
al final del versículo 16. Versículo 15: “Señor,
dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla.”
Versículo 16: “Ve, llama a tu marido y
ven acá.” Ahora, esta repetición parece muy incidental. Pudiera ser.
Nunca me hubiera llamado la atención si fueran porque es la misma palabra
griega (enthade), y sólo es usada en
Juan aquí en estos dos lugares. ¿Pudiera ser que cuando Jesús le oyera decir: “No quiero venir aquí cada día,” Él
detectara algo en su voz más profundo que la inconveniencia de llevar agua?
¿Acaso Él la escuchó decir: No me gusta
salir así a lugares públicos? Si yo
evito este escenario cada día, estaría muy contenta.
De
hecho, Jesús sabe que hay algo en su vida que hace que le sea doloroso venir al
lugar donde se reúnen y conversan todas las mujeres. Así que dice algo como:
“¿No te gusta venir aquí? Pareces sospechosa. Vulnerable. Quizás, debieras
traer a tu esposo contigo. Él pudiera venir contigo y protegerte, y tú pudieras
estar orgullosa de él como un anciano a las puertas de la ciudad”.
Así que la primera pista por
la cual Él pudo haber ido en esta dirección es lo que pudo haber escuchado en la palabra “aquí.” “Tomaré tu
agua viva, para no tener que venir aquí cada día.”
A.W PINK
“Una pequeña meditación
seguramente discernirá no solo la solemnidad, sino la bienaventuranza de esta
palabra del Salvador para la mujer cuyo corazón se estaba abriendo lentamente
para recibirlo. Se trata principalmente de encontrar el énfasis adecuado. El
Señor le ordenó hacer dos cosas: la primera fue solemne y escrutadora; la segunda bondadosa y preciosa. "Ve",
le dijo, "llama a tu marido",
fue una palabra dirigida a su conciencia. "Y ven acá" esa era una palabra para su corazón.
La fuerza de lo que dijo fue
esta: si realmente quieres esta agua viva
de la que te he estado hablando, solo puedes obtenerla como un pecador pobre,
convicto y contrito. Pero no sólo dijo "Ve", sino que añadió "Ven". Ella no solo debía ir a llamar a su esposo, sino
que debía regresar a Cristo en su
verdadero carácter. Fue una maravillosa mezcla de "gracia" y "verdad". Verdad para su conciencia; gracia para su corazón. Verdad
que requería que ella saliera a la luz de su propio carácter, como una pecadora
confesada; gracia que la invitó a volver al lado del Salvador. Bien podemos
admirar los maravillosos caminos de Aquel "en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el
conocimiento" (Col. 2: 3).”
CHARLES SPURGEON
“Era necesario despertar a esta mujer a un sentido de su pecaminosidad. No servía de nada ponerse curitas donde no había conocimiento de una llaga, y de nada serviría intentar llenar el vacío donde no había sensación de vacío. Así que primero debe ser abatida, debe verse a sí misma en el espejo de la verdad, y luego comenzará a comprender su necesidad de salvación. A menudo, al tratar de bendecir a las personas, la forma más bondadosa no es edificarlas, sino derribarlas; no para comenzar a alentar sus esperanzas, sino para hacerles ver cuán desesperanzado es su caso sin la gracia soberana.”
JOHN MACARTHUR
“Quienes realmente tienen
sed de la justicia que Dios entrega en la salvación, confesarán y abandonarán
sus malos caminos (Is. 55:6-7). Las Escrituras no saben nada de la salvación
sin arrepentimiento, y eso siempre ha requerido alejarse del pecado (Hch. 26:19-20; 1 Ts. 1:9).
Jesús no vino a asegurar la
perfección de los pecadores en la vida futura, mientras deja que sigan pecando
en esta (cp. Jer. 7:9-10; Ro. 3:5-8; 6:1-2). Al contrario, “se dio a sí mismo por nosotros para
redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de
buenas obras” (Tit. 2:14; cp. Hch. 3:26; Ef. 5:25-27; Col. 1:20-23). El
resultado es que quienes vienen a Él y reciben verdaderamente el agua viva de la salvación eterna han
sido “libertados del pecado, [y se hicieron]
siervos de la justicia…, siervos de Dios” (Ro. 6:18, 22; cp. Ef. 6:6; Col.
3:24; 1 P. 2:16). Jesús respondió al interés de la mujer ofreciéndole la
oportunidad de confesar sus pecados, recibir el perdón para purificarse y pasar
de la iniquidad a la justicia.”
WOLFGANG MUSCULUS
“Note la moderación y
cortesía de Cristo. Él podría haber dicho: ¡Mujer malvada! ¿Quién eres tú, una
prostituta común, para charlar y reírte de las palabras de la vida? O podría
haber dicho: Ve, llama a ese adúltero con el que estás teniendo una relación
ilícita. Pero debido a que su propósito era ayudar a la pobre mujer, no quería que
ella se sintiera provocada, sino que la indujera, gradual y suavemente, a reconocer y sentir su propia impureza.
El ejemplo de Cristo aquí debe ser imitado cuando hay esperanza de arrepentimiento.
Pero cuando no hay tal esperanza, cuando la enseñanza de la salvación es
resistida por una obstinada negativa a arrepentirnos, entonces debemos hacer
más uso de la severidad, tal como leemos que Cristo mismo hizo contra los
fariseos y escribas, los desvergonzados y obstinados enemigos de la gracia de
Dios.”
JOHN GILL
“Observando que ella
continuaba siendo ignorante e irónica de él, y de sus palabras, Jesús decidió
tomar otro método con ella; y convencerla de que él no era una persona común y
corriente con quien ella estaba conversando, como ella pensaba que era; y
también qué pecadora era, y qué curso de vida perverso había vivido; para que
pudiera ver que lo necesitaba, como don de Dios y Salvador de los hombres; y de
la gracia de la que había estado hablando, bajo la noción de agua viva.”
J.C RYLE
“[Jesús […]; Ve llama […] marido […] ven]. Este versículo da comienzo
a una etapa completamente nueva en la historia de la conversión de esta mujer.
A partir de este punto ya no se menciona el “agua viva”. Se abandona por
completo el lenguaje figurado. Las palabras de nuestro Señor se vuelven
directas, claras y personales. La mujer había pedido por fin “agua viva”. Nuestro Señor pasa a dársela
de inmediato.
Las razones de nuestro Señor
para pedir a la mujer que llamara a su marido han recibido diversas interpretaciones.
Algunos piensan que solo quería decir que ya había hablado lo suficiente con
ella, una mujer a solas, y que antes de seguir adelante debía llamar a su
marido para que fuera testigo de la conversación y participar de los beneficios
que iba a conferirle. Esta parece ser la tesis de Crisóstomo y Teofilacto.
Otros piensan, de manera
mucho más verosímil a mi juicio, que la principal finalidad de nuestro Señor al
mencionar al marido de la mujer era producir en ella una convicción de pecado y
mostrarle su conocimiento divino de todas las cosas. Sabía que ella no tenía
marido alguno y lo nombró deliberadamente para remover su conciencia. Siempre
conocía los pensamientos de aquellos con quienes hablaba; y en este caso sabía
cuál sería el efecto de sus palabras. Sacaría a la luz el principal pecado de
la mujer. Es como si dijera: “Me has
pedido agua viva. Finalmente expresas un deseo de ese gran don espiritual que
puedo conceder. Está bien, comienzo por pedirte que te conozcas a ti misma y tu
pecaminosidad. Te mostraré que conozco tu enfermedad espiritual y señalaré la
dolencia más peligrosa de tu alma. Ve, llama a tu marido y ven acá”.
Observemos que el primer
sorbo de agua viva que ofreció nuestro Señor a la samaritana fue la convicción
de pecado. Ese hecho es una lección para todos aquellos que desean beneficiar a
pecadores ignorantes y despreocupados. Lo primero que se debe enseñar a esas
personas tras haber conseguido su atención es su propia pecaminosidad y su necesidad de un Salvador. Nadie valora
al médico hasta que siente su enfermedad.”
SAMUEL P. MILLOS
“La respuesta de Jesús es
sorprendente. En simple lectura da la impresión de un radical cambio de tema.
Ella le estaba pidiendo agua y Él la envía en busca de su marido. ¿Qué buscaba
Jesús con esa demanda? No hay una respuesta definida porque no la hay desde la Escritura,
por tanto, pueden ser sólo suposiciones o conjeturas que se pueden deducir del
texto. Al mandarla a llamar a su marido, pudiera entenderse como que el Señor
quería que el evangelio que le iba a anunciar y la invitación a salvación,
fuese compartida también por su marido que no había venido con ella. Como dice
el apóstol Pedro del matrimonio cristiano, es que los dos son "coherederos de la gracia de la vida"
(1 P. 3:7).
No cabe duda que Jesús había
sido enviado para ser el Salvador del mundo y el interés de Dios es que ninguno
perezca sino que todos procedan al arrepentimiento y vivan (2 P. 3:9). Con
todo, aunque esto pudiera estar también dentro del interés de Jesús, la proclamación
del mensaje de Juan, que también fue el de Cristo, era un llamado al
arrepentimiento, esto es, un cambio de mentalidad que desde una situación de
alejamiento de Dios, trajese nuevamente el pensamiento hacia Él, lo que
produciría un reconocimiento de la condición pecadora que todo hombre tiene.
El Señor estaba dando a la mujer
la ocasión de que se diese cuenta de la vida de pecado que estaba llevando. El
Señor estaba hablando al corazón de la mujer y no tanto a su intelecto. Con
todo aún hay un propósito más. Jesús está preparando el terreno para que la
mujer reciba el agua viva, la
salvación, con el perdón de sus pecados y la vida eterna; y también para que
ella sirva al propósito divino de alcanzar a los samaritanos del lugar donde
ella vivía, con el mismo resultado de salvación.”
SAN AGUSTIN
“¿Qué significa eso: Llama a tu marido? ¿Acaso era su
voluntad darle aquella agua por medio de su marido? ¿O es que, porque no
entendía, quería por su marido enseñarla? Esa es, ciertamente, la recomendación
que hace a las mujeres el Apóstol Pablo: Si
quieren instruirse de algo, pregunten a sus maridos en casa. Mas allí se
dice que pregunten en casa a sus maridos, donde no está Jesús como maestro; se
trata allí de las mujeres, a las cuales el Apóstol prohíbe que hablen en la
Iglesia.
Más, estando el Señor
presente y ella en su presencia, ¿qué necesidad habría de hablarle a ella por medio
de su marido? "¿Acaso habló así a María Magdalena, que, sentada a sus pies, oía su palabra, mientras que Marta, atareada en
muchos servicios, murmuraba hasta de la felicidad de su hermana?"
Luego, hermanos míos, oigamos y entendamos qué
significaba lo que el Señor dice a la mujer: Llama a tu marido. Porque tal vez dice también a nuestra alma:
Llama a tu marido. Investiguemos
también cuál puede ser el marido del alma.
¿Porqué no ha de ser Jesús ya el verdadero esposo del alma? Prestad atención,
porque lo que voy a decir apenas lo entenderán sino los muy atentos.
Viendo, pues, Jesús que la
mujer no entendía y queriendo que ella entendiese, le dice: Llama a tu marido. No comprendes lo que
digo porque tu inteligencia no está contigo. Yo hablo según el espíritu, y tú
entiendes según la carne. Lo que estoy diciendo no dice relación alguna ni al
placer de los oídos, ni al de los ojos, ni al del olfato, ni al del tacto; lo
que estoy diciendo sólo la mente lo comprende, sólo el entendimiento lo
alcanza. Esta inteligencia no está contigo; ¿cómo vas a comprender lo que digo?
Llama
a tu marido; haz que se presente tu entendimiento. ¿De
qué te sirve tener alma? Esto no es mucho; las bestias la tienen también. ¿Por
qué eres tú mejor que ellas? Porque tú
tienes entendimiento y las bestias no le tienen. ¿Qué significa, pues: Llama a tu marido? No me entiendes ni me
comprendes; yo te hablo del don de Dios,
y tú piensas en la carne; tú no
quieres tener sed según la carne, más yo te hablo del espíritu; tu entendimiento está ausente de ti; llama a tu
marido y no seas como son el caballo y el mulo, que no tienen entendimiento.
Por lo tanto, hermanos, tener alma, pero no tener entendimiento,
esto es, no utilizarlo ni vivir según él, es una vida bestial. Lo bestial
que en nosotros hay, y que nos lleva a vivir vida de carne, debe dirigirlo el entendimiento. El
entendimiento rige desde lo alto el movimiento del alma que se mueve según la
carne y ansia entregarse sin freno a los placeres carnales. ¿Quién con derecho debe
llamarse varón, el que dirige o el que es dirigido?
Sin duda alguna, cuando la
vida es ordenada, es dirigida por el entendimiento, que es algo del alma misma.
El entendimiento no es cosa distinta del alma, sino algo del alma misma, al
modo como el ojo no es cosa distinta del cuerpo, sino algo del cuerpo. El ojo
es algo del cuerpo y, sin embargo, goza sólo él de la luz; los demás miembros
corporales pueden inundarse de luz, mas no sentirla; sólo el ojo se inunda de
luz y goza de ella.
Así también en nuestra alma hay
algo, que es el entendimiento. Este algo, que es el entendimiento y la mente,
es esclarecido por una luz superior, y esa luz superior que esclarece a la
mente humana es Dios. Él era la luz
verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Esta luz era
Cristo; ésta era la luz que hablaba con la mujer; mas no está allí con esa luz
su entendimiento para ser por ella iluminado: no sólo ser inundado de esa luz, sino también del goce de ella. Como si
dijera el Señor: Yo quiero iluminar, pero
no encuentro a quién. Anda, dice, llama a tu marido; presenta aquí a tu
entendimiento, por el que seas alumbrada y dirigida.
Luego el alma sin entendimiento es como la mujer, y el entendimiento es
como el hombre. Este hombre no dirige bien a su mujer si no es él a su vez
dirigido por algo superior. Porque la
cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza del hombre es Cristo. Está
hablando la cabeza del varón con la mujer y está ausente su marido; que es como
decirle el Señor: Trae aquí tu cabeza para que ésta atienda a la suya. Llama, pues, a tu marido y ven acá. Esto
es, acércate, ponte en mi presencia,
porque es como si estuvieras ausente mientras no entiendes la voz de la verdad,
que está presente. Ven a mi presencia; pero no vengas sola, ven con tu marido.”
WIILIAM BARCLAY
“La mujer se puso rígida,
como si le hubiera dado un dolor repentino; dio un paso atrás, como si hubiera
recibido un golpe; se puso pálida, como si de pronto hubiera visto un
fantasma... y eso era precisamente lo que le había pasado: se había visto repentinamente a sí misma.
De pronto, no tuvo más
remedio que enfrentarse consigo misma, y con su vida andrajosa e inmoral e
inadecuada. Hay dos revelaciones en el Evangelio: la de Dios y la de nosotros mismos. Nadie se ha visto como es en
realidad a menos que se haya visto en la presencia de Cristo; y lo que se ve
entonces no es nada halagüeño. Para decirlo de otra manera: la conversión
empieza con un sentimiento de pecado. Uno se da cuenta de pronto de que la vida
que vive no vale. Despertamos a nosotros mismos y a nuestra necesidad de Dios.
Algunos intérpretes han
mantenido, por lo de los cinco maridos, que esta historia no representa un
hecho real, sino una verdad alegórica. Ya hemos visto que, cuando los
habitantes originales de Samaria fueron deportados a Media, los asirios
trajeron a otros de cinco naciones diferentes. Cada grupo trajo sus dioses
(2Re_17:29 ); y se ha sugerido que la mujer representa a Samaria, y sus cinco
maridos a los dioses que trajeron aquellos pueblos, con los que, por así decirlo,
se casaron los samaritanos. El sexto marido representa al Dios verdadero, al
Que adoraban, no en verdad, sino en ignorancia; y por tanto no estaban casados
de veras. Puede que haya en esta historia un recuerdo de la infidelidad de los
samaritanos; pero es demasiado pictórica para ser una alegoría manufacturada.
Rezuma realismo por todas partes.
Alguien ha dicho que la profecía es una crítica basada en la esperanza. Un profeta le señala a una persona o nación que va por mal camino; pero no para sumirlas en la desesperación, sino para indicarles el camino de la sanidad, de la enmienda y de la rectificación. Así Jesús, empezó por revelarle a esta mujer la condición en que se encontraba; pero luego pasó a revelarle en qué consiste el verdadero culto en el que nuestras almas pueden tener un encuentro con Dios.”
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